25 May 2017

El 26 de mayo Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1


El 26 de mayo Lectura Bíblica Diaria:

Números 8 a 10:
El Señor le dijo a Moisés: "Dile a Aarón: Cuando instales las siete lámparas, éstas deberán alumbrar hacia la parte delantera del candelabro. " Así lo hizo Aarón. Instaló las lámparas de modo que alumbraran hacia la parte delantera del candelabro, tal como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Desde la base hasta las flores, el candelabro estaba hecho de oro labrado, según el modelo que el Señor le había revelado a Moisés. El Señor le dijo a Moisés: "Toma a los levitas de entre los israelitas, y purifícalos. Para purificarlos, rocíales agua expiatoria, y haz que se afeiten todo el cuerpo y se laven los vestidos. Así quedarán purificados. Luego tomarán un novillo y una ofrenda de flor de harina amasada con aceite. Tú, por tu parte, tomarás otro novillo para el sacrificio expiatorio. Llevarás a los levitas a la Tienda de reunión y congregarás a toda la comunidad israelita. Presentarás a los levitas ante el Señor, y los israelitas les impondrán las manos. Entonces Aarón presentará a los levitas ante el Señor, como ofrenda mecida de parte de los israelitas. Así quedarán consagrados al servicio del Señor. "Los levitas pondrán las manos sobre la cabeza de los novillos, y tú harás propiciación por ellos ofreciendo un novillo como sacrificio expiatorio y otro como holocausto para el Señor. Harás que los levitas se pongan de pie frente a Aarón y sus hijos, y los presentarás al Señor como ofrenda mecida. De este modo apartarás a los levitas del resto de los israelitas, para que sean míos. "Después de que  hayas purificado a los levitas y los hayas presentado como ofrenda mecida, ellos irán a ministrar en la Tienda de reunión. De todos los israelitas, ellos me pertenecen por completo; son mi regalo especial. Los he apartado para mí en lugar de todos los primogénitos de Israel. Porque mío es todo primogénito de Israel, ya sea *hombre o animal. Los aparté para mí cuando herí de muerte a todos los primogénitos de Egipto. Sin embargo, he tomado a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los israelitas, y se los he entregado a Aarón y a sus hijos como un regalo. Los levitas ministrarán en la Tienda de reunión en favor de los israelitas, y harán propiciación por ellos, para que no sufran una desgracia al acercarse al santuario." Así lo hicieron Moisés y Aarón, y toda la comunidad de Israel. Los israelitas hicieron todo lo que el Señor le había mandado a Moisés en cuanto a los levitas, los cuales se purificaron y lavaron sus vestidos. Aarón los presentó ante el Señor como ofrenda mecida, e hizo propiciación por ellos para purificarlos. Después de esto los levitas fueron a la Tienda de reunión, para ministrar allí bajo la supervisión de Aarón y de sus hijos. De este modo se cumplió todo lo que el Señor le había mandado a Moisés en cuanto a los levitas. El Señor le dijo a Moisés: "Esta ley se aplicará a los levitas: Para el servicio de la Tienda de reunión se inscribirá a los que tengan veinticinco años o más; pero cesarán en sus funciones y se jubilarán cuando cumplan los cincuenta, después de lo cual podrán seguir ayudando a sus hermanos en el ejercicio de sus deberes en la Tienda de reunión, pero no estarán ya a cargo del ministerio. Éstas son las obligaciones que asignarás a los levitas." El Señor le habló a Moisés en el desierto de Sinaí, en el primer mes del segundo año después de la salida de Egipto. Le dijo: "Los israelitas celebrarán la Pascua en la fecha señalada. La celebrarán al atardecer del día catorce del mes, que es la fecha señalada. La celebrarán ciñéndose a todos sus estatutos y preceptos." Moisés mandó que los israelitas celebraran la Pascua, y ellos la celebraron en el desierto de Sinaí, al atardecer del día catorce del mes primero. Los israelitas hicieron todo lo que el Señor le había mandado a Moisés. Pero algunos no pudieron celebrar la Pascua en aquel día, pues estaban ritualmente impuros por haber tocado un cadáver. Ese mismo día se acercaron a Moisés y a Aarón, y les dijeron: Hemos tocado un cadáver, así que estamos impuros. Ahora bien, ésa no es razón para que no presentemos nuestras ofrendas al Señor en la fecha establecida, junto con los demás israelitas. Moisés les respondió: Esperen a que averigüe lo que el Señor dispone con relación a ustedes. Entonces el Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: "Cuando alguno de ustedes o de sus descendientes esté ritualmente impuro por haber tocado un cadáver, o se encuentre fuera del país, aun así podrá celebrar la Pascua del Señor. Sólo que, en ese caso, la celebrará al atardecer del día catorce del mes segundo. Comerá el cordero con pan sin levadura y hierbas amargas, y no dejará nada del cordero para el día siguiente ni le quebrará un solo hueso. Cuando celebre la Pascua, lo hará según las disposiciones al respecto. "Si alguien deja de celebrar la Pascua no estando impuro ni fuera del país, será eliminado de su pueblo por no haber presentado sus ofrendas al Señor en la fecha establecida. Así que sufrirá las consecuencias de su pecado. "Si el extranjero que vive entre ustedes quiere celebrar la Pascua del Señor, deberá hacerlo ciñéndose a sus estatutos y preceptos. Las mismas disposiciones se aplicarán tanto a nativos como a extranjeros." El día en que se armó el santuario, es decir, la Tienda del pacto, la nube lo cubrió, y durante toda la noche cobró apariencia de fuego. Así sucedía siempre: de día la nube cubría el santuario, mientras que de noche cobraba apariencia de fuego. Cada vez que la nube se levantaba de la Tienda, los israelitas se ponían en marcha; y donde la nube se detenía, allí acampaban. Dependiendo de lo que el Señor les indicara, los israelitas se ponían en marcha o acampaban; y todo el tiempo que la nube reposaba sobre el santuario, se quedaban allí. No importaba que se quedara muchos días sobre el santuario; los israelitas obedecían el mandamiento del Señor y no abandonaban el lugar. Lo mismo ocurría cuando la nube reposaba poco tiempo sobre el santuario: cuando el Señor así lo indicaba, los israelitas acampaban o se ponían en marcha. A veces la nube se quedaba una sola noche; pero ya fuera de día o de noche, cuando la nube se levantaba, los israelitas se ponían en marcha. Aunque la nube reposara sobre el santuario un par de días, un mes o más tiempo, los israelitas se quedaban en el campamento y no partían; pero cuando se levantaba, se ponían en marcha. Cuando el Señor así lo indicaba, los israelitas acampaban o se ponían en marcha. Así obedecían el mandamiento del Señor, según lo que el Señor les había dicho por medio de Moisés. El Señor le dijo a Moisés: "Hazte dos trompetas de plata labrada, y úsalas para reunir al pueblo acampado y para dar la señal de ponerse en marcha. Cuando ambas trompetas den el toque de reunión, toda la comunidad se reunirá contigo a la entrada de la Tienda de reunión. Cuando sólo una de ellas dé el toque, se reunirán contigo únicamente los jefes de las tribus de Israel. Al primer toque de avance, se pondrán en marcha las tribus que acampan al este, y al segundo, las que acampan al sur. Es decir, la señal de partida será el toque de avance. Cuando se quiera reunir a la comunidad, el toque de reunión que se dé será diferente. "Las trompetas las tocarán los sacerdotes aaronitas. Esto será un estatuto perpetuo para ustedes y sus descendientes. "Cuando estén ya en su propia tierra y tengan que salir a la guerra contra el enemigo opresor, las trompetas darán la señal de combate. Entonces el Señor se acordará de ustedes y los salvará de sus enemigos. "Cuando celebren fiestas en fechas solemnes o en novilunios, también tocarán trompetas para anunciar los holocaustos y los sacrificios de comunión. Así Dios se acordará de ustedes. Yo soy el Señor tu Dios." El día veinte del segundo mes del año segundo, la nube se levantó del santuario del pacto. Entonces los israelitas avanzaron desde el desierto de Sinaí hasta el desierto de Parán, donde la nube se detuvo. A la orden que el Señor dio por medio de Moisés, los israelitas emprendieron la marcha por primera vez. Los primeros en partir fueron los escuadrones que marchaban bajo el estandarte del campamento de Judá. Los comandaba Naasón hijo de Aminadab. Natanael hijo de Zuar comandaba el escuadrón de la tribu de Isacar. Eliab hijo de Helón comandaba el escuadrón de la tribu de Zabulón. Entonces se desmontó el santuario, y los guersonitas y meraritas que lo transportaban se pusieron en marcha. Les siguieron los escuadrones que marchaban bajo el estandarte del campamento de Rubén. Los comandaba Elisur hijo de Sedeúr. Selumiel hijo de Zurisaday comandaba el escuadrón de la tribu de Simeón, y Eliasaf hijo de Deuel comandaba el escuadrón de la tribu de Gad. Luego partieron los coatitas, que llevaban las cosas sagradas. El santuario se levantaba antes de que ellos llegaran al próximo lugar de campamento. Les siguieron los escuadrones que marchaban bajo el estandarte del campamento de Efraín. Los comandaba Elisama hijo de Amiud. Gamaliel hijo de Pedasur comandaba el escuadrón de la tribu de Manasés, y Abidán hijo de Gedeoni comandaba el escuadrón de la tribu de Benjamín. Por último, a la retaguardia de todos los campamentos, partieron los escuadrones que marchaban bajo el estandarte del campamento de Dan. Los comandaba Ajiezer hijo de Amisaday. Paguiel hijo de Ocrán comandaba el escuadrón de la tribu de Aser, y Ajirá hijo de Enán comandaba el escuadrón de la tribu de Neftalí. Éste era el orden de los escuadrones israelitas, cuando se ponían en marcha. Entonces Moisés le dijo al madianita Hobab hijo de Reuel, que era su suegro: Estamos por partir hacia la tierra que el Señor prometió darnos. Ven con nosotros. Seremos generosos contigo, ya que el Señor ha prometido ser generoso con Israel. No, no iré respondió Hobab; quiero regresar a mi tierra y a mi familia. Por favor, no nos dejes insistió Moisés. Tú conoces bien los lugares del desierto donde debemos acampar. Tú serás nuestro guía. Si vienes con nosotros, compartiremos contigo todo lo bueno que el Señor nos dé. Los israelitas partieron de la montaña del Señor y anduvieron por espacio de tres días, durante los cuales el arca del pacto del Señor marchaba al frente de ellos para buscarles un lugar donde acampar. Cuando partían, la nube del Señor permanecía sobre ellos todo el día. Cada vez que el arca se ponía en marcha, Moisés decía: "¡Levántate, Señor! Sean dispersados tus enemigos; huyan de tu presencia los que te odian." Pero cada vez que el arca se detenía, Moisés decía: "¡Regresa, Señor, a la incontable muchedumbre de Israel!"



Salmo 13:
¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de estar angustiado y he de sufrir cada día en mi corazón? ¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando? Señor y Dios mío, mírame y respóndeme; ilumina mis ojos. Así no caeré en el sueño de la muerte; así no dirá mi enemigo: "Lo he vencido"; así mi adversario no se alegrará de mi caída. Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu *salvación. Canto salmos al Señor. ¡El Señor ha sido bueno conmigo!



Proverbios 7:
Me puse a ver a los inexpertos, y entre los jóvenes observé a uno de ellos falto de juicio. Cruzó la calle, llegó a la esquina, y se encaminó hacia la casa de esa mujer. Caía la tarde. Llegaba el día a su fin. Avanzaban las sombras de la noche. De pronto la mujer salió a su encuentro, con toda la apariencia de una prostituta y con solapadas intenciones. (Como es escandalosa y descarada, nunca hallan sus pies reposo en su casa. Unas veces por las calles, otras veces por las plazas, siempre está al acecho en cada esquina.) Se prendió de su cuello, lo besó, y con todo descaro le dijo: "Tengo en mi casa sacrificios de comunión, pues hoy he cumplido mis votos. Por eso he venido a tu encuentro; te buscaba, ¡y ya te he encontrado! Sobre la cama he tendido multicolores linos egipcios. He perfumado mi lecho con aroma de mirra, áloe y canela. Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor; ¡disfrutemos del amor hasta el amanecer! Mi esposo no está en casa, pues ha emprendido un largo viaje. Se ha llevado consigo la bolsa del dinero, y no regresará hasta el día de luna llena." Con palabras persuasivas lo convenció; con lisonjas de sus labios lo sedujo. Y él en seguida fue tras ella, como el buey que va camino al matadero; como el ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas; como el ave que se lanza contra la red, sin saber que en ello le va la vida. Así que, hijo mío, escúchame; presta atención a mis palabras. No desvíes tu corazón hacia sus sendas, ni te extravíes por sus caminos, pues muchos han muerto por su causa; sus víctimas han sido innumerables. Su casa lleva derecho al sepulcro; ¡conduce al reino de la muerte!


El Libro de I Tesalonicenses Capítulo 5 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
TESALONISENSES



CAPÍTULO 5
(54 d.C.)
EL DÍA DEL SEÑOR



EMPERO acerca de los tiempos y de las épocas (introduce la pregunta periódica del curioso y del ansioso: ¿Cuándo será la Venida de Cristo? ¿A qué punto en la historia?), no tenéis, Hermanos, necesidad de que yo os escriba. (El Apóstol lo menciona para reprimir esa curiosidad vana, que es algo muy natural en el hombre.)
2 Porque vosotros sabéis bien, que el Día del Señor vendrá (comenzará con la Gran Tribulación, y continuará a través del Milenio; terminará con el Advenimiento de los Cielos Nuevos y la Tierra Nueva) así como ladrón de noche.
3 Que cuando dirán, Paz y seguridad (se refiere a Israel, pero también caracterizará el mundo; corresponde al Anticristo que firmará un pacto de siete años con Israel y otras naciones [Dan. 9:27]); entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente (a mediados del período de siete años, el Anticristo violará su pacto, incluso invadiendo a Israel [Apoc. 12:1-6]), como los dolores a la mujer encinta; y no escaparán. (La Gran Tribulación, sin duda alguna, está por acontecer en este mundo [Mat. 24:21].)
4 Mas vosotros, Hermanos, no estáis en tinieblas (los Cristianos tienen conocimiento espiritual, lo cual viene sólo de la Palabra de Dios), para que aquel día os sorprenda como ladrón. (Ningún  Creyente debiera estar desprevenido, pero desgraciadamente, al parecer muchos lo estarán.)
5 Porque todos vosotros sois hijos de luz, e hijos del día (se refiere a conocer a Jesucristo, Que es la "Luz del Mundo" [Jn. 8:12]): no somos de la noche, ni de las tinieblas. (El Creyente ha de estar en una esfera de funcionamiento totalmente diferente.)
6 Por tanto, no durmamos como los demás (no se deje vencer por el letargo y la apatía); antes velemos y seamos sobrios. (El Cristiano debe mantener su relación con Cristo con una vigilancia continua, en cuanto a su vida personal y acontecimientos Proféticos.)
7 Porque los que duermen, de noche duermen (aquéllos que están en la oscuridad espiritual no tienen ni idea de lo que está por acontecer en este mundo); y los que están borrachos, de noche están borrachos. (Pablo no se está refiriendo a la bebida alcohólica, solamente está usando la palabra "borrachos" como metáfora para describir una condición espiritual.)
8 Mas nosotros (los Creyentes), que somos del día (quienes tienen la luz espiritual), estemos sobrios (expresa la "certeza"), vestidos de coraza de Fe y de Amor (la Fe apropiada en Cristo y la Cruz, lo cual produce el Amor); y la Esperanza de la Salvación por yelmo (la garantía de liberación de este presente mundo malvado, lo que tiene que ver con el Arrebatamiento).
9 Porque no nos ha puesto Dios para ira (no está designado que los Creyentes pasen por la Gran Tribulación), sino para alcanzar Salvación por nuestro Señor Jesucristo (de nuevo, tiene que ver con el Arrebatamiento de la Iglesia),
10 El Cual murió por nosotros, para que o que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con Él (nuevamente, el Arrebatamiento, todo hecho posible por la Cruz).
11 Por lo cual, consolaos los unos a los otros (se refiere al consuelo en vista del Arrebatamiento venidero y a la liberación de la ira, la cual será desatada en el mundo durante la Gran Tribulación venidera), y edificaos los unos a los otros, así como lo hacéis. (Se refiere al animarse y reforzarse el uno al otro.)
ENSEÑANZA PRÁCTICA
12 Y os rogamos, Hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan (cerciórece que el Predicador que usted está siguiendo está Predicando verdaderamente la Palabra);
13 Y que los tengáis en mucha estima por amor de su obra. (Hace más referencia a la obra, que a la persona en cuestión.) Tened paz los unos con los otros. (Se refiere al aprecio que recién se mencionó en cuanto a producir esta paz.)
PABLO
14 También os rogamos, Hermanos, que amonestéis a los que andan desordenadamente (se refiere a aquéllos que desertan), que consoléis a los de poco ánimo (debiera traducirse, "consuele al pusilánime"), que soportéis a los flacos (aquéllos que no tienen el entendimiento adecuado con respecto a la Cruz de Cristo, y lo que esto significa en su andar diario con Dios), que seáis sufridos para con todos. (Se refiere a todas las categorías recién mencionadas.)
15 Mirad que ninguno dé a otro mal por mal (el Cristianismo Bíblico como el único sistema de esta práctica noble); antes seguid lo bueno, siempre los unos para con los otros, y para con todos (hasta a nuestros enemigos).
16 Estad siempre gozosos. (El Creyente tiene toda la razón para estar gozoso, sin tomar en consideración los problemas diarios.)
17 Orad sin cesar. (Debemos orar por todo.)
18 Dad gracias en todo (no necesariamente por todo): porque esta es la Voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (Pase lo que pase, sin importar cuan negativa sea la circunstancia, nunca debemos dejar de dar gracias al Señor, ya que es la Voluntad de Dios.)
19 No apaguéis el Espíritu. (Desobedecer estas advertencias es aplacar al Espíritu.)
20 No menospreciéis las Profecías. (Se ha abusado este Don más que cualquier otro. Sin tener eso en cuenta, siempre hay que reconocer el valor de la Operación verdadera de este Don [I Cor. 14:3].)
21 Examinadlo todo (cuando surgen las Profecías, o algo que se dice que proviene del Señor, hay que ponerlo a prueba; la prueba es, "¿es Bíblico?"); retened lo bueno. (Se refiere al proceso de examinar cuidadosamente de aceptar lo que es definitivamente del Señor, ¡y rechazar lo que no es!)
22 Apartaos de toda especie de mal. (La pregunta es, "¿Le complace esto a Dios?")
23 Y el Dios de Paz os Santifique en todo (es la "Santificación progresiva," que sólo puede ser causada por el Espíritu Santo, Quién la lleva a cabo con tal que nuestra Fe esté anclada firmemente en la Cruz, dentro de los parámetros de los cuales el Espíritu obra siempre; el proceso de Santificación afecta el hombre entero); para que vuestro espíritu y alma y cuerpo (la composición del hombre entero) sea guardado entero sin reprensión para la Venida de nuestro Señor Jesucristo. (Se refiere al Arrebatamiento. Además, es cierto que este Versículo manifiesta el hecho de que cualquiera participación, ya sea Justa o injusta, afecta al hombre entero, y no sólo el cuerpo físico o el alma como algunos afirman.)
24 Fiel es El Que os ha llamado (Dios hará exactamente lo que Él ha dicho que hará, si sólo Le creamos), El Cual también lo hará. (Nos santificará totalmente.)
25 Hermanos, orad por nosotros. (El gran Apóstol estaba consciente siempre de su propia debilidad [I Cor. 2:1-5].)
26 Saludad a todos los Hermanos con ósculo santo (era la costumbre de esa época, la costumbre actual es darse la mano).
27 Os encargo por el Señor, que esta Carta sea leída a todos los Santos Hermanos (y por todos los motivos evidentes).
28 La Gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros (todo hecho posible por la Cruz). Amén. (La Epístola a los Tesalonicenses fue escrita de Atenas.)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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