El Día 25 de marzo Lectura Bíblica Diaria
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El Día 25 de marzo Lectura Bíblica Diaria:
Hosea 6 a 8:
¡Vengan,
 volvámonos al Señor! Él nos ha despedazado, pero nos sanará; nos ha 
herido, pero nos vendará. Después de dos días nos dará vida; al tercer 
día nos levantará, y así viviremos en su presencia. Conozcamos al Señor;
 vayamos tras su conocimiento. Tan cierto como que sale el sol, él habrá
 de manifestarse; vendrá a nosotros como la lluvia de invierno, como la 
lluvia de primavera que riega la tierra. "¿Qué voy a hacer contigo, 
Efraín? ¿Qué voy a hacer contigo, Judá? El amor de ustedes es como nube 
matutina, como rocío que temprano se evapora. Por eso los hice pedazos 
por medio de los profetas; los herí con las palabras de mi boca. ¡Mi 
sentencia los fulminará como un relámpago! Lo que pido de ustedes es 
amor y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos. Son como 
Adán: han quebrantado el pacto, ¡me han traicionado! Galaad es una 
ciudad de malhechores; sus pisadas dejan huellas de sangre. Una pandilla
 de sacerdotes está al acecho en el camino a Siquén, y como banda de 
salteadores, comete toda clase de infamias. En el reino de Israel he 
visto algo horrible: y se mancilla Israel. "¡A ti también, Judá, te 
espera la cosecha de tu maldad! "Cuando cambie yo la suerte de mi 
pueblo, cuando sane yo a Israel, la perversidad de Efraín y la maldad de
 Samaria quedarán al descubierto. Porque ellos cometen fraudes; mientras
 el ladrón se mete en las casas, una banda de salteadores roba en las 
calles. No se ponen a pensar que yo tomo en cuenta todas sus maldades. 
Sus malas acciones los tienen cercados, y las tengo muy presentes. "Con 
su maldad deleitan al rey; con sus mentiras, a las autoridades. Parecen 
un horno encendido cuyo fuego no hace falta atizar desde que el panadero
 prepara la harina hasta que la masa fermenta. ¡Todos ellos son 
adúlteros! En la fiesta del rey las autoridades se encienden bajo los 
efectos del vino, y el rey pierde su dignidad codeándose con la plebe. 
Como el horno, se les prende el corazón, dispuesto para la intriga. Su 
ira se adormece por la noche, pero se reaviva por la mañana. Todos ellos
 arden como un horno; devoran a sus gobernantes. Caen todos sus reyes, 
pero ninguno de ellos me invoca. "Efraín se mezcla con las naciones; 
parece una torta cocida de un solo lado. Los extranjeros le minan las 
fuerzas, pero él ni cuenta se da. Su pelo se ha encanecido, pero él ni 
cuenta se da. La arrogancia de Israel testifica en su contra, pero él no
 se vuelve al Señor su Dios; a pesar de todo esto, no lo busca. "Efraín 
es como una paloma torpe y sin entendimiento, que unas veces pide ayuda a
 Egipto y otras, recurre a Asiria. Pero tan pronto como lo hagan, 
lanzaré mi red sobre ellos; los derribaré como a las aves del cielo, 
¡siete veces los castigaré por sus pecados! ¡Ay de ellos, que de mí se 
alejaron! ¡Que sean destruidos por rebelarse contra mí! Yo bien podría 
redimirlos, pero ellos no me hablan con la verdad. No me invocan de 
corazón, sino que se lamentan echados en sus camas. y se ponen en mi 
contra. Yo adiestré y fortalecí sus brazos, pero ellos maquinan maldades
 contra mí. No se vuelven al Altísimo; son como un arco engañoso. por 
sus palabras insolentes, y en la tierra de Egipto se burlarán de ellos. 
"¡Da el toque de trompeta! ¡Un águila se cierne sobre la casa del Señor!
 y se han rebelado contra mi ley, y ahora vienen a suplicarme: ¡Dios de 
Israel, te conocemos! Pero Israel ha rechazado el bien, así que un 
enemigo lo perseguirá. Establecen reyes que yo no apruebo, y escogen 
autoridades que no conozco. para su propia destrucción. Samaria, ¡arroja
 el becerro que tienes por ídolo! Contra ustedes se ha encendido mi ira.
 ¿Hasta cuándo estarán sin purificarse? Oye, Israel: Ese becerro no es 
Dios; es obra de un escultor. será hecho pedazos. "Sembraron vientos y 
cosecharán tempestades. y no producirá harina; si acaso llegara a 
producirla, se la tragarían los extranjeros. Pues a Israel se lo han 
tragado, y hoy es de poca estima entre las naciones. Los israelitas 
subieron a Asiria; se apartaron como terco asno salvaje, y Efraín se ha 
comprado amantes. Pero aunque se los compre entre las naciones, de allí 
volveré a reunirlos; y comenzarán a retorcerse bajo la opresión de un 
rey poderoso. "Efraín edificó muchos altares para expiar sus pecados, 
pero éstos se han convertido en altares para pecar. Yo podría 
escribirles mi ley muchas veces, pero ellos la verían como algo extraño.
 Me han ofrecido sacrificios y ofrendas, y se han comido la carne, pero 
eso a mí no me agrada. Voy ahora a tomar en cuenta sus perversidades, y 
castigaré sus pecados; ¡y tendrán que regresar a Egipto! Israel se 
olvidó de su Hacedor y se edificó palacios; Judá multiplicó las ciudades
 amuralladas; pero yo lanzaré sobre sus ciudades y fortalezas un fuego 
que las consuma."
Salmo 103:
Alaba,
 alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía,
 al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus 
pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te
 cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece 
como a las águilas. El Señor hace justicia y defiende a todos los 
oprimidos. Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al 
pueblo de Israel. El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y 
grande en amor. No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor 
eternamente. No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según 
nuestras maldades. Tan grande es su amor por los que le temen como alto 
es el cielo sobre la tierra. Tan lejos de nosotros echó nuestras 
transgresiones como lejos del oriente está el occidente. Tan compasivo 
es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él 
conoce nuestra condición; sabe que somos de barro. El hombre es como la 
hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el 
viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es 
eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los 
hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus 
preceptos para ponerlos por obra. El Señor ha establecido su trono en el
 cielo; su reinado domina sobre todos. Alaben al Señor, ustedes sus 
ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato. Alaben
 al Señor, todos sus ejércitos, siervos suyos que cumplen su voluntad. 
Alaben al Señor, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. 
¡Alaba, alma mía, al Señor!
Proverbios 6:
Hijo
 mío, si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para 
responder por otro, si verbalmente te has comprometido, enredándote con 
tus propias palabras, entonces has caído en manos de tu prójimo. Si 
quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate 
ante él; procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus 
ojos; no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del 
cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave. ¡Anda, perezoso, 
fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No 
tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el 
verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos. 
Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de 
tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado
 de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez 
como un hombre armado! El bribón y sinvergüenza, el vagabundo de boca 
corrupta, hace guiños con los ojos, y señas con los pies y con los 
dedos. El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando 
disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será 
destruido, y no podrá evitarlo! Hay seis cosas que el Señor aborrece, y 
siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que 
miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace 
planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo 
que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. Hijo 
mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de 
tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando 
camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando
 despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la 
enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. Te 
protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua 
seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes 
cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la 
adúltera va tras el hombre que vale. ¿Puede alguien echarse brasas en el
 pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin
 quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena 
puede tocarla y quedar impune. No se desprecia al ladrón que roba para 
mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo 
robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Pero al que 
comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí 
mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su 
oprobio. Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no 
perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio, ni 
se contentará con muchos regalos.
El Libro de Los Romanos Capítulo 7 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
ROMANOS 
CAPÍTULO 8
(60 d.C.)
LA VIDA EN EL ESPÍRITU
AHORA
 pues, ninguna condenación (culpa) hay para los que están en Cristo 
Jesús (se refiere anteriormente a Romanos 6:3-5 y nosotros siendo 
Bautizados en Su Muerte, que habla de la Crucifixión), los que no andan 
conforme a la carne (que dependen en la fuerza personal y la capacidad 
de sí mismo o grandes esfuerzos religiosos para vencer el pecado), mas 
conforme al Espíritu (el Espíritu Santo trabaja exclusivamente dentro de
 los límites legales de la Obra Terminada de Cristo; nuestra Fe en 
aquella Obra Terminada, es decir, "la Cruz," garantiza la ayuda del 
Espíritu Santo, que garantiza la Victoria).
2
 Porque la Ley (lo que estamos a punto de dar es una Ley de Dios, ideado
 por el Carácter Divino en la eternidad pasada [I Ped. 1:18-20]; esta 
Ley, de hecho, es "el Orden Prescrito de Dios para la Victoria") del 
Espíritu (el Espíritu Santo, es decir, "la manera que el Espíritu obra")
 de Vida (la vida viene de Cristo, pero por el Espíritu Santo [Jn. 
16:13-14]) en Cristo Jesús (cuando Pablo usa este término o uno de sus 
derivados, él se refiere, sin fallar, a lo que Cristo hizo en la Cruz, 
lo que hace que esta "vida" sea posible) me ha librado (me otorgaba 
Victoria total) de la Ley del pecado y de la muerte (éstas son las dos 
Leyes más poderosas en el Universo; la "Ley del Espíritu de Vida en 
Cristo Jesús" sola es más fuerte que la "Ley del Pecado y de la Muerte";
 significa que si el Creyente intenta vivir para Dios por alguna manera 
aparte de la Fe en Cristo y la Cruz, él está condenado al fracaso).
3
 Lo que la Ley no pudo hacer porque no pudo contra la naturaleza 
pecaminosa, por cuanto era débil por la carne (aquellos bajo la Ley 
tenían sólo su fuerza de voluntad, que es de modo deplorable 
insuficiente; entonces a pesar de cómo se esfuerzan en su intento, eran 
incapaces de guardar la Ley en aquel entonces, y la misma inhabilidad 
persiste actualmente; toda persona que trata de vivir para Dios por un 
sistema de leyes está condenada al fracaso, porque el Espíritu Santo no 
funcionará en esa capacidad), Dios enviando a Su Hijo (se refiere a la 
condición indefensa del hombre, incapaz de salvarse e incapaz de guardar
 hasta una Ley simple y, por lo tanto, en extrema necesidad de un 
Salvador) en semejanza de carne de pecado (significa que Cristo era en 
realidad humano, se conformó en apariencia a la carne que está 
caracterizada por el pecado, sin embargo libre del pecado), y a causa 
del pecado (para expiar el pecado, destruir su poder, y salvar y 
Santificar a sus víctimas), condenó al pecado en la carne (destruyó el 
poder del pecado al dar Su Cuerpo Perfecto como Sacrificio a favor del 
pecado, que lo hizo posible para que el pecado fuese derrotado en 
nuestra carne; todo fue posible por medio de la Cruz):
4
 Para que la Justicia de la Ley fuese cumplida en nosotros (la Ley que 
cumple su realización completa en nosotros sólo puede ser hecha por la 
Fe en Cristo, y lo que Cristo ha hecho por nosotros en la Cruz), que no 
andamos conforme a la carne (no según nuestra propia fuerza y 
capacidad), mas conforme al Espíritu (la palabra "andar" se refiere a la
 manera en la cual ordenamos nuestra vida; cuando colocamos nuestra Fe 
en Cristo y la Cruz, al entender que todas las cosas nos vienen de Dios 
por medio de la Cruz, siempre haciéndola el Objeto de nuestra Fe, el 
Espíritu Santo puede obrar entonces poderosamente dentro de nosotros, 
que produce el Fruto del Espíritu; ¡es lo que "andamos conforme al 
Espíritu" realmente significa!).
5
 Porque los que viven conforme a la carne se ocupan de las cosas que son
 de la carne (se refiere a los Creyentes que tratan de vivir para el 
Señor por medios además de la Fe en la Cruz de Cristo); mas los que 
viven conforme al Espíritu, de las cosas del Espíritu (aquellos que 
colocan su Fe en Cristo y la Cruz, lo hacen exclusivamente; hacen lo que
 el Espíritu desea, que solo puede traer la Victoria).
EL CONTRASTE
6
 Porque la mente puesta en la carne es muerte (no se refiere a mirar 
demasiado la Televisión, como algunos piensan, sino más bien cuando se 
procura vivir para Dios fuera de Su Orden Prescrito; los resultados 
serán el pecado y la separación de Dios); mas la intención del Espíritu 
es vida y paz (el Orden Prescrito de Dios es la Cruz; exige nuestra Fe 
constante en aquella Obra Terminada, que es el Camino del Espíritu 
Santo).
7
 Por cuanto la mente puesta en la carne es enemistad contra Dios (otra 
vez, se refiere al intento de vivir para Dios por medios además de la 
Cruz, que coloca a uno "contra Dios"): porque no se sujeta a la Ley de 
Dios, ni tampoco puede (en su forma más simple quiere decir que lo que 
está haciendo, fuera lo que fuera, no está en el orden prescrito de 
Dios, que es la Cruz).
8
 Así que los que están en la carne no pueden agradar a Dios (se refiere 
al Creyente que intenta vivir su Vida Cristiana por medios además de la 
Fe en Cristo y la Cruz).
9
 Mas vosotros no estáis en la carne (en cierto sentido de la palabra 
hace la pregunta, "ya que usted es un Creyente y ya no confía en la 
carne, ¿por qué recurre a la carne?"), sino en el Espíritu (como 
Creyente, ya tiene el privilegio de ser guiado y autorizado por el 
Espíritu Santo; sin embargo, Él hará tal para nosotros sólo sobre la 
condición de nuestra Fe en la Obra Terminada de Cristo), si es que el 
Espíritu de Dios mora en vosotros (si usted es realmente salvo). Y si 
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, tal no es de Él (Pablo dice que 
la obra del Espíritu en nuestras vidas fue hecha posible por lo que hizo
 Cristo en el Calvario, y la Resurrección).
10
 Empero si Cristo está en vosotros (Él está en usted por el Poder y la 
Persona del Espíritu [Gál. 2:20]), el cuerpo a la verdad está muerto a 
causa del pecado (quiere decir que el cuerpo físico está incapacitado 
debido a la Caída; por consecuencia, se le presenta una tarea 
infructuosa al Creyente que intenta vencer por fuerza de voluntad); mas 
el Espíritu vive a causa de la Justicia (sólo el Espíritu Santo puede 
hacer lo que hemos de ser, lo que significa que no lo podemos hacer por 
nosotros mismos; otra vez, Él realiza todo lo que tiene que hacer dentro
 de los límites de la Obra Terminada de Cristo).
11
 Y si el Espíritu (el Espíritu Santo) de Aquél (de Dios) que levantó de 
los muertos a Jesús mora en vosotros (y Él definitivamente lo hace), El 
Que levantó a Cristo Jesús de los muertos vivificará también vuestros 
cuerpos mortales (nos da poder en nuestros cuerpos mortales para que 
podamos vivir una vida victoriosa) por Su Espíritu Que mora en vosotros 
(tenemos el mismo poder en nosotros, por el Espíritu, que resucitó a 
Cristo de los muertos, y está disponible sólo sobre la premisa de la 
Cruz y nuestra Fe en aquel Sacrificio).
12
 Así que, Hermanos (quiere decir que Pablo se dirige a los Creyentes), 
deudores somos (se refiere a lo que le debemos a Jesucristo por lo que 
Él ha hecho en la Cruz por nosotros), no a la carne (no le debemos nada a
 nuestra propia capacidad, quiere decir que tal no puede salvarnos ni 
darnos la victoria), para que vivamos conforme a la carne ("vivamos 
conforme a la carne" se refiere a nuestras obras, que Dios nunca puede 
aceptar, y que nunca pueden traernos la victoria, sino más bien sólo la 
derrota).
13
 Porque si viviereis conforme a la carne (según su propia fuerza y 
capacidad, que está fuera del Orden Prescrito de Dios), moriréis (usted 
no podrá vivir una vida Cristiana victoriosa); mas si por el Espíritu 
(por el Poder del Espíritu Santo) mortificáis las obras de la carne (que
 el Espíritu Santo Solo puede hacer), viviréis (andará en victoria; pero
 otra vez, a pesar de correr el riesgo de repetir demasiado, nunca 
debemos olvidar que el Espíritu obra integral y completamente dentro de 
los límites de la Cruz de Cristo; significa que siempre debemos hacer la
 Cruz el Objeto de nuestra Fe, dándole libertad de acción para obrar).
LA LIBERACIÓN
14
 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios (el Espíritu 
siempre nos guiará a la Cruz), los tales son hijos de Dios (vivimos como
 hijos de Dios, que se refiere a la victoria total en cada aspecto de 
nuestras vidas; si la naturaleza pecaminosa domina a una persona, 
seguramente él no vive como un hijo de Dios).
15
 Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre (cuando trata de 
vivir de acuerdo a un sistema de obras y leyes sólo logrará estar en 
"esclavitud") para estar otra vez en temor (semejante vida crea un clima
 perpetuo de temor en el corazón de ese Creyente); mas habéis recibido 
el Espíritu de Adopción (el Espíritu Santo nos ha adoptado en la Familia
 de Dios), por el cual clamamos, Abba, Padre (el Espíritu Santo facilita
 al Hijo de Dios para que pueda llamar a Dios "Padre," que se logra a 
causa de Jesucristo).
16
 Porque el mismo Espíritu (Él Mismo) da testimonio a nuestro espíritu 
(quiere decir que constantemente Él nos dice y atestigua ciertas cosas) 
que somos Hijos de Dios (significa que ya lo somos, y hemos de disfrutar
 todos los privilegios como tal; solamente si entendemos que todos estos
 privilegios nos vienen de Dios, por el medio de la Cruz):
17
 Y si hijos (Hijos de Dios), también herederos (un privilegio); 
herederos de Dios (el enriquecimiento más alto de todos), y coherederos 
de Cristo (todo lo que le pertenece a Cristo nos pertenece por medio de 
la Cruz, que fue realizado para nosotros); si empero padecemos 
juntamente con Él (no se refiere al simple sufrimiento, más bien 
sufriendo "con Él," referente a Su sufrimiento en la Cruz que nos trajo 
la victoria total), para que juntamente con Él seamos glorificados (Él 
ha sido glorificado, y seremos glorificados; todo hecho posible por la 
Cruz).
18
 Porque tengo por cierto que lo que en este tiempo se padece (se refiere
 al mundo y su condición debido a la Caída) no es de comparar con la 
gloria venidera (la gloria de la época del futuro venidero no tendrá 
nada que ver con la miseria de esta época presente) que en nosotros ha 
de ser manifestada (nuestra gloria será una gloria reflectora, que viene
 de Cristo).
19
 Porque el continuo anhelar de las criaturas (debiera haberse traducido,
 "porque la esperanza ardiente de la Creación") espera la manifestación 
de los hijos de Dios (referente a la Resurrección de Vida por venir).
20
 Porque las criaturas (la Creación) fue sometida a vanidad (la Caída de 
Adán señaló la caída de la Creación), no de grado (la Creación no pecó, 
justo como tal no pueda pecar, pero se hizo sujeto al resultado del 
pecado que es la muerte), mas por causa Del Que las sujetó con Esperanza
 (se refiere a Dios como Quien dictó la sentencia debido a la Caída de 
Adán, pero al mismo tiempo nos dio una "Esperanza"; aquella "Esperanza" 
es Cristo, Quien rectificará todas las cosas),
21
 De que también las mismas criaturas (la Creación) serán libradas 
(expresa que esta "Esperanza" facilita el efecto de aquella Liberación, 
que Él hizo por la Cruz) de la esclavitud de la corrupción (indica 
mortalidad, es decir, "muerte") en la libertad gloriosa de los Hijos de 
Dios (¡cuando el hombre cayó, la Creación cayó! cuando el hombre sea 
liberado, también la Creación será liberada, y se expresa en la palabra 
"también").
22
 Porque sabemos que todas las Criaturas (todo fue afectado por la 
rebelión de Satanás y la Caída de Adán) gimen a una, y a una están 
gimiendo con dolores de parto hasta ahora (se refiere al deseo común de 
los elementos de la Creación para traerlos a su perfección original).
23
 Y no sólo ellas (la Creación, y todo lo que ésta incluye), mas también 
nosotros mismos (se refiere a los Creyentes), que tenemos las Primicias 
del Espíritu (aunque Jesús, trató con todo lo que se perdió a causa de 
la Caída, en la Cruz, sólo tenemos una parte de aquella posesión ahora, 
mas el resto vendrá con la Resurrección), aun nosotros también gemimos 
dentro de nosotros mismos (declara el hecho obvio de que todo lo que 
Jesús pagó en la Expiación todavía no se ha realizado totalmente), 
esperando la Adopción (debiera traducirse, "esperando el cumplimiento 
del proceso, que la Adopción en la Familia de Dios garantiza"), es a 
saber, la Redención de nuestro cuerpo (la glorificación de nuestro 
cuerpo físico que ocurrirá en la Resurrección).
24
 Porque en esperanza somos salvos (quiere decir que la mayor parte de 
nuestra Salvación está aún en el futuro): mas la esperanza que se ve, no
 es esperanza (declara de otro modo la gran Verdad que lo que la 
Salvación proporciona no se le ha dado todo al Creyente): porque lo que 
alguno ve, ¿a qué esperarlo? (En efecto, sin rodeos nos dice que lo que 
viene está por encima de nuestras mejores expectativas que lo que está 
aquí en el presente, que es incomparable.)
25
 Empero si lo que no vemos esperamos (claramente nos dice que más y 
mucho más, está por venir), por paciencia esperamos (explica la 
certidumbre de Su llegada, porque el Espíritu Santo ha prometido que así
 será).
26
 Y asimismo también el Espíritu (el Espíritu Santo) ayuda nuestra 
flaqueza (la ayuda que nos da por el Espíritu Santo fue posible en su 
totalidad por medio y a través de lo que Jesús hizo en la Cruz): porque 
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos (señala el significado 
de la oración, pero también sin el Espíritu Santo, todo es en vano): 
sino que el mismo Espíritu (Él Mismo) pide por nosotros (Él solicita o 
intercede de nuestra parte) con gemidos indecibles (no son gemidos del 
Espíritu Santo, sino que son nuestros, que se relaciona a lo que viene 
del corazón y no se puede decir adecuadamente en palabras).
27
 Mas El Que escudriña los corazones (Dios el Padre), sabe cuál es el 
intento del Espíritu (lo que el Espíritu quiere que sea hecho, y no lo 
que nosotros queremos que sea hecho), porque conforme a la Voluntad de 
Dios, Él (el Espíritu Santo) intercede por los Santos (la meta principal
 del Espíritu es realizar la Voluntad de Dios en nuestras vidas, no 
nuestros deseos personales; en otras palabras, el Espíritu no es un 
botones glorificado).
LOS VENCEDORES
28
 Y sabemos que a quienes aman a Dios (la primera condición), todas las 
cosas les obran juntas para bien (pero sólo si llenan ciertas 
condiciones), es a saber, a los que conforme al propósito son llamados 
(significa que es "Su Propósito, y no el nuestro," que es la segunda 
condición; de otro modo, todas las cosas no se realizarán para nuestro 
bien).
29
 Porque a los que antes Él (Dios) conoció, también Él (el conocimiento 
previo de Dios) predestinó, para que fuesen hechos conformes a la Imagen
 de Su Hijo (nunca es la persona que está predestinada, sino más bien el
 Plan), para que Él (Jesús) sea el Primogénito entre muchos Hermanos (no
 significa que Jesús Nació de Nuevo como un pecador, como algunos lo 
enseñan, más bien que Él es el Padre del Plan de Salvación, después de 
haber pagado el precio en la Cruz, que hizo todo esto posible).
30
 Y a los que Él (Dios) predestinó (conformar a la Imagen de Su Hijo), a 
éstos también llamó (sin aquel "Llamado," el hombre no puede ser salvo; 
tristemente, muchos rechazan "el Llamado" [Prov. 1:24-33]): y a los que 
llamó, a estos también justificó (aquellos que respondieron fielmente al
 Llamado): y a los que justificó, a estos también glorificó (glorificará
 en la Resurrección; la Justificación garantiza que será hecho).
31
 ¿Pues qué diremos a esto? (Se refiere al sufrimiento que se sobrelleva 
en la actualidad [vv. 17-18] en comparación con "la Gloria que será 
revelada en nosotros.") Si Dios es por nosotros (debiera traducirse, 
"puesto que Dios está por nosotros"), ¿quién contra nosotros? (Es quien 
puede estar contra nosotros lo que realmente importará.)
32
 Él Que aun a Su Propio Hijo no perdonó (corresponde a la Gran Dádiva de
 Dios, es decir, el Señor Jesucristo), antes Le entregó por todos 
nosotros (la Cruz), ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas? 
(Podemos tener todas las cosas que pertenecen a la Vida y a la Piedad, 
por las cuales pagó Jesús en la Cruz, es decir si nuestra Fe está 
siempre en Cristo y la Cruz [II Ped. 1:3-7].)
33
 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? (En efecto, quiere decir, 
"¿Quién declarará a aquellos culpables a quienes Dios declara Justos?") 
Dios es el que Justifica (es Dios Quien pone las reglas para la 
Justificación, no el hombre).
34
 ¿Quién es él que condenará? (Ningún hombre tiene el derecho de condenar
 el Plan de la Justificación de Dios.) Cristo es El Que murió (si 
alguien condena a un Creyente que confía únicamente en Cristo para la 
Justificación y la Santificación, él condena al mismo tiempo a Cristo y 
Su Muerte en la Cruz), mas aun, El Que también resucitó (la Resurrección
 ratificó el hecho de que Jesús era el Sacrificio Perfecto, y que Dios 
lo aceptó como tal), Quien además está a la Diestra de Dios (se refiere a
 la exaltación de Cristo), El Que también intercede por nosotros (a la 
Mano Derecha de Dios, que demuestra que Su Sacrificio ha sido aceptado, 
que garantiza la intercesión por nosotros).
35
 ¿Quién nos apartará del Amor de Cristo? (Habla del Amor de Cristo por 
el Creyente, en vez del Amor del Creyente por Cristo.) ¿Tribulación, o 
angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 
(Somos protegidos contra toda influencia exterior, pero no de nosotros 
mismos. Si una persona quisiera, él puede separarse del Amor de Cristo 
cuando rechaza la Cruz.)
36
 Como está escrito (Sal. 44:22), Por causa de Ti somos muertos todo el 
tiempo (el mundo siempre estaba opuesto a Cristo y lo que Él hizo en la 
Cruz; desgraciadamente, también la mayoría de la Iglesia); somos 
estimados como ovejas del matadero (la manera que el mundo nos mira; en 
sus ojos, somos merecedores sólo para la degollación).
37
 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores (es una Santa 
arrogancia de la Victoria y la fuerza de Cristo) por medio de Aquél que 
nos amó (Él nos amó tanto que dio Su Vida en la Cruz, que solo nos hace 
"más que vencedores").
38
 Por lo cual estoy convencido (el Apóstol ha afrontado las cosas de las 
cuales El ahora habla) de que ni la muerte, ni la vida, ni Ángeles, ni 
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39
 Ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura, nos podrá apartar del Amor
 de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (este Amor de Dios que se
 extiende a nosotros fue hecho posible únicamente por Cristo, y lo que 
Él hizo por nosotros en la Cruz; otra vez, este es el Amor de Dios por 
nosotros, que nunca vacila porque estamos "en Cristo Jesús").
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
 hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más 
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don 
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y 
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no 
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
 cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano 
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni 
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no 
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la 
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo 
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, 
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y 
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de 
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto 
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, 
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de 
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero 
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero 
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
 tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de 
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así
 que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
 Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la 
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy 
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo 
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero 
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, 
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la 
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a 
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
 fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino 
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más 
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, 
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, 
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar 
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser 
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
 es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios 
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por 
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor 
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
 al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
 la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde 
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la 
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
 de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, 
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es 
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
 y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, 
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este 
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
 estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. 
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas 
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
 extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente 
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
 pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido 
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, 
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser 
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había 
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo 
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se 
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene 
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, 
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
 Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, 
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
 y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de 
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio 
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién 
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron 
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
 fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del 
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
 efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del 
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la 
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle 
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo 
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
 para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
 Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
 los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las 
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su 
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los 
desobedientes,* pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a 
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, 
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, 
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, 
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; 
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y 
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la 
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
 golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los 
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e 
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la 
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para 
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, 
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin 
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos 
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio 
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
 la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por 
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
 de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del 
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que 
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y 
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
 la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
 sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel 
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para 
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran  
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su 
sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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