30 January 2017

El 31 de enero Lectura Bíblica Diaria

Sonidos del aire libre
Sonlifetv.com/espanol

El 31 de enero Lectura Bíblica Diaria:

 
Números 9 a 11:
El Señor le habló a Moisés en el desierto de Sinaí, en el primer mes del segundo año después de la salida de Egipto. Le dijo: "Los israelitas celebrarán la Pascua en la fecha señalada. La celebrarán al atardecer del día catorce del mes, que es la fecha señalada. La celebrarán ciñéndose a todos sus estatutos y preceptos." Moisés mandó que los israelitas celebraran la Pascua, y ellos la celebraron en el desierto de Sinaí, al atardecer del día catorce del mes primero. Los israelitas hicieron todo lo que el Señor le había mandado a Moisés. Pero algunos no pudieron celebrar la Pascua en aquel día, pues estaban ritualmente impuros por haber tocado un cadáver. Ese mismo día se acercaron a Moisés y a Aarón, y les dijeron: Hemos tocado un cadáver, así que estamos impuros. Ahora bien, ésa no es razón para que no presentemos nuestras ofrendas al Señor en la fecha establecida, junto con los demás israelitas. Moisés les respondió: Esperen a que averigüe lo que el Señor dispone con relación a ustedes. Entonces el Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: "Cuando alguno de ustedes o de sus descendientes esté ritualmente impuro por haber tocado un cadáver, o se encuentre fuera del país, aun así podrá celebrar la Pascua del Señor. Sólo que, en ese caso, la celebrará al atardecer del día catorce del mes segundo. Comerá el cordero con pan sin levadura y hierbas amargas, y no dejará nada del cordero para el día siguiente ni le quebrará un solo hueso. Cuando celebre la Pascua, lo hará según las disposiciones al respecto. "Si alguien deja de celebrar la Pascua no estando impuro ni fuera del país, será eliminado de su pueblo por no haber presentado sus ofrendas al Señor en la fecha establecida. Así que sufrirá las consecuencias de su pecado. "Si el extranjero que vive entre ustedes quiere celebrar la Pascua del Señor, deberá hacerlo ciñéndose a sus estatutos y preceptos. Las mismas disposiciones se aplicarán tanto a nativos como a extranjeros." El día en que se armó el santuario, es decir, la Tienda del pacto, la nube lo cubrió, y durante toda la noche cobró apariencia de fuego. Así sucedía siempre: de día la nube cubría el santuario, mientras que de noche cobraba apariencia de fuego. Cada vez que la nube se levantaba de la Tienda, los israelitas se ponían en marcha; y donde la nube se detenía, allí acampaban. Dependiendo de lo que el Señor les indicara, los israelitas se ponían en marcha o acampaban; y todo el tiempo que la nube reposaba sobre el santuario, se quedaban allí. No importaba que se quedara muchos días sobre el santuario; los israelitas obedecían el mandamiento del Señor y no abandonaban el lugar. Lo mismo ocurría cuando la nube reposaba poco tiempo sobre el santuario: cuando el Señor así lo indicaba, los israelitas acampaban o se ponían en marcha. A veces la nube se quedaba una sola noche; pero ya fuera de día o de noche, cuando la nube se levantaba, los israelitas se ponían en marcha. Aunque la nube reposara sobre el santuario un par de días, un mes o más tiempo, los israelitas se quedaban en el campamento y no partían; pero cuando se levantaba, se ponían en marcha. Cuando el Señor así lo indicaba, los israelitas acampaban o se ponían en marcha. Así obedecían el mandamiento del Señor, según lo que el Señor les había dicho por medio de Moisés. El Señor le dijo a Moisés: "Hazte dos trompetas de plata labrada, y úsalas para reunir al pueblo acampado y para dar la señal de ponerse en marcha. Cuando ambas trompetas den el toque de reunión, toda la comunidad se reunirá contigo a la entrada de la *Tienda de reunión. Cuando sólo una de ellas dé el toque, se reunirán contigo únicamente los jefes de las tribus de Israel. Al primer toque de avance, se pondrán en marcha las tribus que acampan al este, y al segundo, las que acampan al sur. Es decir, la señal de partida será el toque de avance. Cuando se quiera reunir a la comunidad, el toque de reunión que se dé será diferente. "Las trompetas las tocarán los sacerdotes aaronitas. Esto será un estatuto perpetuo para ustedes y sus descendientes. "Cuando estén ya en su propia tierra y tengan que salir a la guerra contra el enemigo opresor, las trompetas darán la señal de combate. Entonces el Señor se acordará de ustedes y los salvará de sus enemigos. "Cuando celebren fiestas en fechas solemnes o en novilunios, también tocarán trompetas para anunciar los holocaustos y los sacrificios de comunión. Así Dios se acordará de ustedes. Yo soy el Señor tu Dios." El día veinte del segundo mes del año segundo, la nube se levantó del santuario del pacto. Entonces los israelitas avanzaron desde el desierto de Sinaí hasta el desierto de Parán, donde la nube se detuvo. A la orden que el Señor dio por medio de Moisés, los israelitas emprendieron la marcha por primera vez. Los primeros en partir fueron los escuadrones que marchaban bajo el estandarte del campamento de Judá. Los comandaba Naasón hijo de Aminadab. Natanael hijo de Zuar comandaba el escuadrón de la tribu de Isacar. Eliab hijo de Helón comandaba el escuadrón de la tribu de Zabulón. Entonces se desmontó el santuario, y los guersonitas y meraritas que lo transportaban se pusieron en marcha. Les siguieron los escuadrones que marchaban bajo el estandarte del campamento de Rubén. Los comandaba Elisur hijo de Sedeúr. Selumiel hijo de Zurisaday comandaba el escuadrón de la tribu de Simeón, y Eliasaf hijo de Deuel comandaba el escuadrón de la tribu de Gad. Luego partieron los coatitas, que llevaban las cosas sagradas. El santuario se levantaba antes de que ellos llegaran al próximo lugar de campamento. Les siguieron los escuadrones que marchaban bajo el estandarte del campamento de Efraín. Los comandaba Elisama hijo de Amiud. Gamaliel hijo de Pedasur comandaba el escuadrón de la tribu de Manasés, y Abidán hijo de Gedeoni comandaba el escuadrón de la tribu de Benjamín. Por último, a la retaguardia de todos los campamentos, partieron los escuadrones que marchaban bajo el estandarte del campamento de Dan. Los comandaba Ajiezer hijo de Amisaday. Paguiel hijo de Ocrán comandaba el escuadrón de la tribu de Aser, y Ajirá hijo de Enán comandaba el escuadrón de la tribu de Neftalí. Éste era el orden de los escuadrones israelitas, cuando se ponían en marcha. Entonces Moisés le dijo al madianita Hobab hijo de Reuel, que era su suegro: Estamos por partir hacia la tierra que el Señor prometió darnos. Ven con nosotros. Seremos generosos contigo, ya que el Señor ha prometido ser generoso con Israel. No, no iré respondió Hobab; quiero regresar a mi tierra y a mi familia. Por favor, no nos dejes insistió Moisés. Tú conoces bien los lugares del desierto donde debemos acampar. Tú serás nuestro guía. Si vienes con nosotros, compartiremos contigo todo lo bueno que el Señor nos dé. Los israelitas partieron de la montaña del Señor y anduvieron por espacio de tres días, durante los cuales el arca del pacto del Señor marchaba al frente de ellos para buscarles un lugar donde acampar. Cuando partían, la nube del Señor permanecía sobre ellos todo el día. Cada vez que el arca se ponía en marcha, Moisés decía: "¡Levántate, Señor! Sean dispersados tus enemigos; huyan de tu presencia los que te odian." Pero cada vez que el arca se detenía, Moisés decía: "¡Regresa, Señor, a la incontable muchedumbre de Israel!" Un día, el pueblo se quejó de sus penalidades que estaba sufriendo. Al oírlos el Señor, ardió en ira y su fuego consumió los alrededores del campamento. Entonces el pueblo clamó a Moisés, y éste oró al Señor por ellos y el fuego se apagó. Por eso aquel lugar llegó a ser conocido como Taberá, pues el fuego del Señor ardió entre ellos. Al populacho que iba con ellos le vino un apetito voraz. Y también los israelitas volvieron a llorar, y dijeron: "¡Quién nos diera carne! ¡Cómo echamos de menos el pescado que comíamos gratis en Egipto! ¡También comíamos pepinos y melones, y puerros, cebollas y ajos! Pero ahora, tenemos reseca la garganta; ¡y no vemos nada que no sea este maná!" A propósito, el maná se parecía a la semilla del cilantro y brillaba como la resina. El pueblo salía a recogerlo, y lo molía entre dos piedras, o bien lo machacaba en morteros, y lo cocía en una olla o hacía pan con él. Sabía a pan amasado con aceite.




Salmo 113:
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Alaben, siervos del Señor, alaben el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, desde ahora y para siempre. Desde la salida del sol hasta su ocaso, sea alabado el nombre del Señor. El Señor domina sobre todas las naciones; su gloria está sobre los cielos. ¿Quién como el Señor nuestro Dios, que tiene su trono en las alturas y se digna contemplar los cielos y la tierra? Él levanta del polvo al pobre y saca del muladar al necesitado; los hace sentarse con príncipes, con los príncipes de su pueblo. A la mujer estéril le da un hogar y le concede la dicha de ser madre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!



Proverbios 8:
¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: "A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. "Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros. "El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba! "Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte."



El Libro de Filipenses Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS FILIPENSES

CAPÍTULO 2
(64 d.C.)
EXALTACIÓN


POR tanto, si hay alguna consolación en Cristo (debiera traducirse, “ya que hay consuelo [aliento] en Cristo”), si algún refrigerio de amor (tener el tipo de amor de Dios), si alguna comunión del Espíritu (se refiere a un interés común y una participación mutua y activa en los asuntos de Dios, en los cuales el Creyente y el Espíritu Santo son copartícipes), si algún afecto verdadero y misericordias (ser bondadoso y tener compasión),
2 Cumplid mi gozo (el Crecimiento Espiritual de los Filipenses será su gozo), que sintáis lo mismo (unidad de mente y de corazón), teniendo el mismo amor (el tipo de Amor de Dios), unánimes, sintiendo una misma cosa. (Si la Cruz de Cristo es el Objeto de tal Fe, éstas se realizarán.)
3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria (tomar partido); antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos a los otros (lo que es el resultado de un punto de vista correcto de la Cruz).
4 No mirando cada uno por sus propios intereses (quiere decir, considerar solamente sus propias cuestiones), sino cada cual también por los de los demás (un interés en los asuntos de los demás).
5 Haya, pues, en vosotros este sentir (Cristo voluntariamente se despojó de Sus derechos divinos) que hubo también en Cristo Jesús (describe a Cristo como el ejemplo supremo):
6 El Cual, siendo en forma de Dios (se refiere a la Deidad, lo que Cristo siempre era), no tuvo por robo el ser igual a Dios (la igualdad con Dios se refiere aquí a la coparticipación del Señor con los otros miembros de la Trinidad en la expresión de la Esencia Divina):
7 Sin embargo, Se Vació de Sí Mismo (en lugar de imponer Sus Derechos a la expresión de la Esencia de la Deidad, nuestro Señor se despojó de Sus Derechos a esa expresión), tomando forma de siervo (esclavo voluntario), hecho semejante a los hombres (presenta al Señor que entraba en un estado nuevo de Ser cuando Él se hizo Hombre; pero al hacerse Hombre de ningún modo Le excluyó de Su Posición de Deidad; aunque fue Hombre, Él se despojó de la “expresión” de la Deidad, pero Él jamás perdió la “posesión” de Su Deidad):
8 Y hallado en la condición como hombre (denota a Cristo según los hombres), se humilló a Sí Mismo (Él se redujo a lo más bajo, pero de buena voluntad), hecho obediente hasta la muerte (no quiere decir que Él se hizo obediente hasta la muerte; Él siempre fue El Maestro de la Muerte; sino que, Él se sujetó a la muerte), y muerte de la Cruz. (Demuestra el carácter de Su Muerte como una de desgracia y degradación, lo que fue necesario para que los hombres fueran redimidos. Este tipo único de muerte pudo pagar la deuda terrible del pecado, y lo hizo en totalidad.)
9 Por lo cual Dios también Le ensalzó a lo sumo (a un lugar de Majestad suprema; Jesús siempre ha sido el Creador, pero también Él es ahora el Salvador), y Le dio un Nombre que es sobre todo nombre (en efecto dice, “El Nombre,” refiriéndose a un Nombre y un Título específico; aquel Nombre, como el Versículo 11 lo expresa, es "el Señor"):
10 Para que en el Nombre de Jesús se doble toda rodilla (en la esfera del Nombre, lo cual se refiere a todo lo que implica; todo es resultado de la Cruz, el precio pagado, y por consiguiente la Redención proporcionada) de los que están en los Cielos, y en la Tierra, y debajo de la Tierra (toda la Creación dará homenaje, ya sean seres animados o inanimados);
11 Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor (proclama "el Señor" como el “Nombre” del Versículo 9; significa "el Maestro" de todo, nuevamente, lo que fue hecho posible por la Cruz), a la Gloria de Dios el Padre. (El reconocimiento de la Gloria de Cristo es el reconocimiento de la Gloria del Padre.)

LUMINARES

12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido (los alaba por su obediencia constante), no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia (seguían obedeciendo el Evangelio, aunque Pablo no estuviera personalmente presente entre ellos), ocupaos en vuestra Salvación con temor y temblor. (Se refiere a continuar hacia la madurez, hacia la conclusión final de asemejarse a Cristo.)
13 Porque Dios es el que en vosotros obra (la Divina capacitación) así el querer como el hacer por Su buena Voluntad. (Se refiere al Espíritu Santo, Quien fortalece al Santo, haciéndolo no sólo dispuesto, sino también activamente deseoso de hacer la dulce Voluntad de Dios.)
14 Haced todo sin murmuraciones (refunfuños de descontentamiento) y contiendas (dudando de la Palabra de Dios, lo que es provocado por "las murmuraciones"):
15 Para que seáis (pueden llegar a ser) irreprensibles y sencillos, hijos de Dios, sin culpa, en medio de una generación maligna y perversa (lo que el Espíritu Santo espera de nosotros), entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo (los Santos deben ser luminares, lo que se puede lograr sólo cuando manifiesta Fe constante en la Cruz);
16 Reteniendo la Palabra de Vida (sujetándose a Ella para poder ofrecerla); para que yo pueda gloriarme en el Día de Cristo (el Arrebatamiento de la Iglesia), que no he corrido en vano, ni trabajado en vano (no sea que el Evangelio se haya desperdiciado en estas personas; desgraciadamente, se desperdicia en muchas personas, y a veces en la mayoría).
17 Y aun si soy derramado en libación sobre el Sacrificio y servicio de vuestra Fe (me ofreceré por ustedes), me gozo, y brindo por todos vosotros. (El gozo está en su Fe colocada correctamente en la Cruz de Cristo.)
18 Y asimismo gozaos también vosotros, y regocijaos conmigo.

UN ELOGIO

19 Mas espero en el Señor Jesús enviaros dentro de poco a Timoteo (era un discípulo de Pablo), para que yo también esté de buen ánimo, al saber del estado de vosotros. (El Apóstol quería información actualizada acerca de la Iglesia en Filipos.)
20 Porque a ninguno tengo del mismo sentir (el Apóstol está diciendo que la mayoría de los Predicadores tenían objetivos incorrectos), y que con sincera afición tiene cuidado del estado vuestro (se refiere a un corazón que tiene en mente una cosa, que es hacer la Voluntad de Dios).
21 Porque todos buscan lo suyo propio (no significa que no había Predicador legítimo en Roma, sino que no había nadie con la capacidad que él requería), no lo que es de Cristo Jesús (nuevamente corresponde a la Voluntad de Dios en todos los asuntos).
22 Pero la experiencia de él habéis conocido (el carácter de Timoteo ha superado la prueba, y fue aprobado), que, como un hijo con el padre, ha servido conmigo en el Evangelio (en el Griego original dice, “como un hijo a un padre”).
23 Así que a éste espero enviaros, luego (se refiere a un retraso, pero se espera que no demorará mucho) que yo viere cómo van mis asuntos. (Tan pronto supiera acerca de su situación, con respecto a su liberación o encarcelamiento, enviaría a Timoteo.)
24 Y confío en el Señor que yo también iré pronto a vosotros. (Parece que esta esperanza fue satisfecha, ya que Pablo fue liberado poco tiempo después.)
25 Mas tuve por cosa necesaria enviaros a Epafrodito (presenta al Hermano que llevó la Ofrenda de Amor de los Filipenses a Pablo en Roma), mi Hermano, y colaborador, y compañero de milicia, y vuestro mensajero (elogios dados por Pablo, sin embargo, sancionados por el Espíritu Santo), y ministrador de mis necesidades. (El Apóstol tenía en gran estima el servicio de Epafrodito.)
26 Porque tenía gran deseo de ver a todos vosotros, y gravemente se angustió (debido a su enfermedad), porque habíais oído que había enfermado. (Indica que Epafrodito ya había mejorado.)
27 Pues en verdad estuvo enfermo a la muerte (casi muere): mas Dios tuvo misericordia de él (expresa la manera cómo todo se recibe de Dios ― todo por la Misericordia de Dios); y no solamente de él, sino aun de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza. (Indica el hecho de que si el hombre se hubiera muerto, hubiera sido una gran pérdida para el Apóstol y para la Obra de Dios.)
28 Así que le envío más pronto (Pablo tiene la esperanza de enviar a Epafrodito para Filipos muy pronto), para que viéndole, os volváis a gozar (recuperación o sanidad de este hombre), y yo esté con menos tristeza (la tristeza de Pablo ha sido mitigada).
29 Recibidle pues en el Señor con todo gozo (parece que hubo un problema en la Iglesia en Filipos con respecto a Epafrodito, pero el hombre ya le había probado digno de confianza a Pablo, por lo tanto, el Apóstol podía recomendarle con toda confianza); y tened en estima a los tales (dé el honor a quien merece el honor, y Epafrodito debe ser estimado en honor):
30 Porque por la obra de Cristo estuvo cercano a la muerte, poniendo su vida (parece que él se enfermó debido al exceso de trabajo), para suplir vuestra falta de servicio en mí. (Se refiere desde luego a algo que los Filipenses no podían hacer debido a las circunstancias, pero lo que Epafrodito hizo de parte de ellos.)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Labels: , , , , , , , , , , , , , ,

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home