30 October 2016

El 31 de octubre Lectura Bíblica Diaria

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Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Sonidos del aire libre



El 31 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 34 a 36:
La palabra del Señor vino a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, estaba atacando a Jerusalén y a sus ciudades vecinas con todo su ejército y con todos los reinos y pueblos de la tierra regidos por él: "Así dice el Señor, el Dios de Israel: Ve y adviértele a Sedequías, rey de Judá, que así dice el Señor: ‘Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, quien la incendiará. Y tú no te escaparás de su poder, porque ciertamente serás capturado y entregado en sus manos. Tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y él te hablará cara a cara, y serás llevado a Babilonia. "No obstante, Sedequías, rey de Judá, escucha la promesa del Señor para ti. Así dice el Señor: ‘Tú no morirás a filo de espada sino en paz. También afirma el Señor: ‘Yo te prometo que, así como los reyes de antaño que te precedieron quemaron especias por tus antepasados, así también lo harán en tu funeral, lamentándose por ti y clamando: ¡Ay, señor! " El profeta Jeremías dijo todo esto a Sedequías, rey de Judá, en Jerusalén. Mientras tanto, el ejército del rey de Babilonia estaba combatiendo contra Jerusalén y contra las ciudades de Judá que aún quedaban, es decir, Laquis y Azeca, que eran las únicas ciudades fortificadas. La palabra del Señor vino a Jeremías después de que el rey Sedequías hizo un pacto con todo el pueblo de Jerusalén para dejar libres a los esclavos. El acuerdo estipulaba que cada israelita debía dejar libre a sus esclavas y esclavos hebreos, y que nadie debía esclavizar a un compatriota judío. Todo el pueblo y los jefes que habían hecho el acuerdo liberaron a sus esclavos, de manera que nadie quedaba obligado a servirlos. Pero después se retractaron y volvieron a someter a esclavitud a los que habían liberado. Una vez más la palabra del Señor vino a Jeremías: "Así dice el Señor, el Dios de Israel: Yo hice un *pacto con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, lugar de esclavitud. Les ordené que cada siete años liberaran a todo esclavo hebreo que se hubiera vendido a sí mismo con ellos. Después de haber servido como esclavo durante seis años, debía ser liberado. Pero sus antepasados no me obedecieron ni me hicieron caso. Ustedes, en cambio, al proclamar la libertad de su prójimo, se habían convertido y habían hecho lo que yo apruebo. Además, se habían comprometido con un pacto en mi presencia, en la casa que lleva mi nombre. Pero ahora se han vuelto atrás y han profanado mi nombre. Cada uno ha obligado a sus esclavas y esclavos que había liberado a someterse de nuevo a la esclavitud. "Por tanto, así dice el Señor: No me han obedecido, pues no han dejado en libertad a sus hermanos. Por tanto, yo proclamo contra ustedes una liberación afirma el Señor: dejaré en libertad a la guerra, la pestilencia y el hambre, para que lo que les pase a ustedes sirva de escarmiento para todos los reinos de la tierra. Puesto que han violado mi pacto, y no han cumplido las estipulaciones del pacto que acordaron en mi presencia, los trataré como al novillo que cortaron en dos, y entre cuyos pedazos pasaron para rubricar el pacto. A los jefes de Judá y de Jerusalén, y a los oficiales de la corte y a los sacerdotes, y a todos los que pasaron entre los pedazos del novillo, los entregaré en manos de sus enemigos, que atentan contra su vida, y sus cadáveres servirán de alimento a las aves de rapiña y a las fieras del campo. "A Sedequías, rey de Judá, y a sus jefes, los entregaré en manos de sus enemigos, que atentan contra sus vidas, es decir, en poder del ejército del rey de Babilonia, que por el momento se ha replegado. Voy a dar una orden afirma el Señor, y los haré volver a esta ciudad. La atacarán y, luego de tomarla, la incendiarán. Dejaré a las ciudades de Judá en total desolación, sin habitantes. " La palabra del Señor vino a mí, Jeremías, en los días de Joacim hijo de Josías, rey de Judá: "Ve a la familia de los recabitas, e invítalos para que vengan a una de las salas de la casa del Señor, y ofréceles vino." Entonces fui a buscar a Jazanías, hijo de mi tocayo Jeremías y nieto de Jabasinías, y a sus hermanos y a todos sus hijos, y a toda la familia de los recabitas. Los llevé a la casa del Señor, a la sala de los hijos de Janán hijo de Igdalías, hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los jefes, que a su vez estaba encima de la de Maseías hijo de Salún, guardián del umbral. Les serví a los recabitas jarras y copas llenas de vino, y les dije: "¡Beban!" Ellos me respondieron: "Nosotros no bebemos vino, porque Jonadab hijo de Recab, nuestro antepasado, nos ordenó lo siguiente: Nunca beban vino, ni ustedes ni sus descendientes. Tampoco edifiquen casas, ni siembren semillas, ni planten viñedos, ni posean ninguna de estas cosas. Habiten siempre en tiendas de campaña, para que vivan mucho tiempo en esta tierra donde son extranjeros. Nosotros obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab hijo de Recab, nuestro antepasado. Nunca bebemos vino, ni tampoco lo hacen nuestras mujeres ni nuestros hijos. No edificamos casas para habitarlas; no poseemos viñedos ni campos sembrados. Vivimos en tiendas de campaña y obedecemos todo lo que nos ordenó Jonadab, nuestro antepasado. Pero cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió esta tierra, dijimos: Vámonos a Jerusalén, para escapar del ejército babilonio y del ejército sirio. Por eso ahora vivimos en Jerusalén." Entonces la palabra del Señor vino a Jeremías: "Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Ve y dile a toda la gente de Judá y Jerusalén: ¿No pueden aprender esta lección, y obedecer mis palabras? afirma el Señor. Los descendientes de Jonadab hijo de Recab han cumplido con la orden de no beber vino, y hasta el día de hoy no lo beben porque obedecen lo que su antepasado les ordenó. En cambio ustedes, aunque yo les he hablado en repetidas ocasiones, no me han hecho caso. Además, no he dejado de enviarles a mis siervos, los profetas, para decirles: ‘Conviértanse ya de su mal camino, enmienden sus acciones y no sigan a otros dioses para servirlos; entonces habitarán en la tierra que yo les he dado a ustedes y a sus antepasados. Pero ustedes no me han prestado atención; no me han hecho caso. Los descendientes de Jonadab hijo de Recab cumplieron la orden dada por su antepasado; en cambio, este pueblo no me obedece. "Por eso, así dice el Señor, Dios Todopoderoso, el Dios de Israel: Voy a enviar contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén todas las calamidades que ya les he anunciado, porque les hablé y no me obedecieron; los llamé y no me respondieron. " Jeremías también les dijo a los recabitas: "Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Por cuanto ustedes han obedecido las órdenes de Jonadab, su antepasado, y han cumplido con todos sus mandamientos y han hecho todo lo que él les ordenó, así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ‘Nunca le faltará a Jonadab hijo de Recab un descendiente que esté a mi servicio todos los días. " Esta palabra del Señor vino a Jeremías en el año cuarto del rey Joacim hijo de Josías: "Toma un rollo y escribe en él todas las palabras que desde los tiempos de Josías, desde que comencé a hablarte hasta ahora, te he dicho acerca de Israel, de Judá y de las otras naciones. Cuando los de Judá se enteren de todas las calamidades que pienso enviar contra ellos, tal vez abandonen su mal camino y pueda yo perdonarles su iniquidad y su pecado." Jeremías llamó a Baruc hijo de Nerías, y mientras le dictaba, Baruc escribía en el rollo todo lo que el Señor le había dicho al profeta. Luego Jeremías le dio esta orden a Baruc: "Estoy detenido y no puedo ir a la casa del Señor. Por tanto, ve a la casa del Señor en el día de ayuno, y lee en voz alta ante el pueblo de Jerusalén las palabras del Señor que te he dictado y que escribiste en el rollo. Léeselas también a toda la gente de Judá que haya venido de sus ciudades. ¡A lo mejor su oración llega a la presencia del Señor y cada uno se convierte de su mal camino! ¡Ciertamente son terribles la ira y el furor con que el Señor ha amenazado a este pueblo!" Baruc hijo de Nerías hizo tal y como le había ordenado el profeta Jeremías: Leyó en la casa del Señor las palabras contenidas en el rollo. En el mes noveno del año quinto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, todo el pueblo de Jerusalén y todos los que habían venido de las otras ciudades de Judá fueron convocados a ayunar en honor del Señor. Baruc se dirigió al atrio superior de la casa del Señor, a la entrada de la Puerta Nueva, y desde la sala de Guemarías hijo de Safán, el cronista, leyó ante todo el pueblo el rollo que contenía las palabras de Jeremías. Micaías hijo de Guemarías, nieto de Safán, escuchó todas las palabras del Señor que estaban escritas en el rollo. Entonces bajó al palacio del rey, a la sala del cronista, donde estaban reunidos todos los jefes, es decir, el cronista Elisama, Delaías hijo de Semaías, Elnatán hijo de Acbor, Guemarías hijo de Safán, Sedequías hijo de Ananías, y todos los demás jefes. Micaías les contó todo lo que había escuchado de lo que Baruc había leído ante el pueblo. Entonces todos los jefes enviaron a Yehudi hijo de Netanías, nieto de Selemías y bisnieto de Cusí, para que le dijera a Baruc: "Toma el rollo que has leído ante el pueblo, y ven." Baruc hijo de Nerías lo tomó y se presentó ante ellos. Los jefes le dijeron: Siéntate y léenos lo que está en el rollo. Baruc lo leyó ante ellos. Terminada la lectura, se miraron temerosos unos a otros y le dijeron: Tenemos que informar de todo esto al rey. Luego le preguntaron a Baruc: Dinos, ¿cómo fue que escribiste todo esto? ¿Te lo dictó Jeremías? Sí les respondió Baruc, él me lo dictó, y yo lo escribí con tinta, en el rollo. Entonces los jefes le dijeron a Baruc: Tú y Jeremías, vayan a esconderse. ¡Que nadie sepa donde están! Después de dejar el rollo en la sala del cronista Elisama, los jefes se presentaron en el atrio, delante del rey, y lo pusieron al tanto de todo lo ocurrido. El rey envió a Yehudi a buscar el rollo, y Yehudi lo tomó de la sala de Elisama y lo leyó en presencia del rey y de todos los jefes que estaban con él. Era el mes noveno, y por eso el rey estaba en su casa de invierno, sentado junto a un brasero encendido. A medida que Yehudi terminaba de leer tres o cuatro columnas, el rey las cortaba con un estilete de escriba y las echaba al fuego del brasero. Así lo hizo con todo el rollo, hasta que éste se consumió en el fuego. Ni el rey ni los jefes que escucharon todas estas palabras tuvieron temor ni se rasgaron las vestiduras. Esto sucedió a pesar de que Elnatán, Delaías y Guemarías le habían suplicado al rey que no quemara el rollo; pero el rey no les hizo caso. Por el contrario, mandó a Jeramel, su hijo, a Seraías hijo de Azriel, y a Selemías hijo de Abdel que arrestaran al escriba Baruc y al profeta Jeremías. Pero el Señor los había escondido. Luego que el rey quemó el rollo con las palabras que Jeremías le había dictado a Baruc, la palabra del Señor vino a Jeremías: "Toma otro rollo, y escribe exactamente lo mismo que estaba escrito en el primer rollo quemado por Joacim, rey de Judá. Y adviértele a Joacim que así dice el Señor: Tú quemaste aquel rollo, diciendo: ‘¿Por qué has escrito en él que con toda seguridad el rey de Babilonia vendrá a destruir esta tierra, y a borrar de ella a toda persona y animal? Por eso, así dice el Señor acerca de Joacim, rey de Judá: Ninguno de sus descendientes ocupará el trono de David; su cadáver será arrojado, y quedará expuesto al calor del día y a las heladas de la noche. Castigaré la iniquidad de él, la de su descendencia y la de sus siervos. Enviaré contra ellos, y contra los habitantes de Jerusalén y de Judá, todas las calamidades con que los amenacé, porque no me hicieron caso. " Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo dio al escriba Baruc hijo de Nerías. Baruc escribió en el rollo todo lo que Jeremías le dictó, lo cual era idéntico a lo escrito en el rollo quemado por el rey Joacim. Se agregaron, además, muchas otras cosas semejantes.



Salmo 21:
En tu fuerza, Señor, se regocija el rey; ¡cuánto se alegra en tus victorias! Le has concedido lo que su corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. Selah. Has salido a su encuentro con ricas bendiciones; lo has coronado con diadema de oro fino. Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría. El rey confía en el Señor, en el gran amor del Altísimo; por eso jamás caerá. Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborrecen. Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los mortales, a su posteridad. Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversidades, ¡no se saldrán con la suya! Porque tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos. Enaltécete, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas.





Proverbios 9:
La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la fosa.




El Libro de Juan Capítulo 16 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN JUAN

CAPÍTULO 16
(33 d.C.)
LA PERSECUCIÓN
ESTAS cosas os he hablado, para que no os escandalicéis (con todas las advertencias de la persecución venidera).
2 Os echarán de los Sinagogas (la religión, que se refiere a lo que el hombre ha tramado, no aceptará a Cristo y la Cruz): y aun viene la hora, cuando cualquiera que os matare, pensará que hace servicio a Dios (habla del terrible engaño religioso [I Tim. 4:1]).
3 Y estas cosas os harán (de una u otra forma), porque no conocen al Padre, ni a Mí (¡a pesar de sus afirmaciones!).
EL ESPÍRITU SANTO
4 Mas os he dicho esto, para que cuando aquella hora viniere, os acordéis que Yo os lo había dicho (si el mundo nos ama, algo está mal en nuestro testimonio). Esto empero no os lo dije al principio (el comienzo de Su Ministerio no era el momento para revelar estas cosas), porque Yo estaba con vosotros (pero ya Él está a punto de dejarlos, por eso Él les revela lo que va a acontecer).
5 Mas ahora voy Al Que Me envió (de regreso al Padre en el Cielo); y ninguno de vosotros Me pregunta, ¿Adónde vas? (Ellos no están preguntando ahora, solamente porque parece que comienzan a entender lo que Él está diciendo, por lo menos acerca de Su partida.)
6 Antes, porque os he hablado estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón (en algo entendieron que Él regresaría al Padre, pero aún no entendían la Resurrección venidera).
7 Empero Yo os digo la verdad; os es necesario que Yo vaya (la Misión y el Ministerio del Espíritu Santo al Cuerpo de Cristo contaba con el regreso de Cristo al Padre): porque si Yo no fuese, el Consolador (el Espíritu Santo) no vendría a vosotros (corresponde a la respectiva Obra del Oficio de Jesús y del Espíritu Santo — Jesús como el Salvador de los hombres y el Espíritu Santo como el Poder de la Iglesia); mas si Yo fuere, os Le enviaré (se exigió de Cristo una Obra Terminada en la Cruz, antes de que se pudiera enviar al Espíritu Santo).
8 Y cuando Él (el Espíritu Santo) viniere, redargüirá (convencerá) al mundo de pecado (el pecado supremo de rechazar a Cristo), y de Justicia (Jesús es la Justicia y la Resurrección lo declara), y de Juicio (Satanás fue juzgado en el Calvario, y todos los que le siguen son juzgados del mismo modo):
9 De pecado ciertamente, por cuanto no creen en Mí (rechazar a Cristo y la Cruz es rechazar la Salvación);
10 Y de Justicia, por cuanto voy al Padre (Jesús presentó una Justicia intachable al Padre, o sea a Sí mismo, se refiere a Su Sacrificio en el Calvario, que fue aceptado por Dios; en consecuencia, aquella Justicia está imputada a todos quiénes creen en Él y Su Obra en la Cruz), y no Me veréis más (significa que Su Obra fue Terminada);
11 Y de Juicio, por cuanto el Príncipe de este mundo es juzgado (Satanás fue derrotado totalmente en el Calvario y por lo tanto, juzgado así como condenado eternamente; todos quienes lo siguen sufrirán este mismo destino, el Lago de Fuego, y ese destino será para siempre jamás [Apoc. 20:12-15]).
12 Aún tengo muchas cosas que deciros (corresponde a la totalidad del Nuevo Convenio que sería entregado al Apóstol Pablo, y cuyo fundamento ya fue colocado por Cristo), mas ahora no las podéis llevar.
13 Pero cuando viniere Aquél, el Espíritu de Verdad (lo que Él hizo en el Día de Pentecostés), Él os guiará a toda Verdad (si nuestra Fe está puesta correctamente en Cristo y la Cruz, entonces el Espíritu Santo puede producir la Verdad en nosotros; Él no guía en alguna verdad, sino más bien a "toda la Verdad"): porque no hablará de Sí Mismo (nos dice no sólo Lo Que Él hace, sino a Quien Él representa); sino que hablará todo lo que oyere (no se refiere a la ignorancia, ya que el Espíritu Santo es Dios, sino más bien Él declarará la Obra de Cristo solamente): y os hará saber las cosas que han de venir (el Nuevo Convenio, que sería entregado dentro de poco).
14 Él Me Glorificará (describirá a Cristo y lo que Cristo hizo en la Cruz por la humanidad moribunda): porque tomará de lo Mío (los beneficios de la Cruz), y os lo hará saber (que fue así, cuando Él le dio estas grandes Verdades al Apóstol Pablo [Rom. caps. 6-8, etc.]).
15 Todo lo que tiene el Padre, Mío es (siempre ha sido el caso; sin embargo, a causa de la Cruz, también el Creyente ya puede recibir todas estas cosas): por eso dije, que tomará de lo Mío, y os lo hará saber (el fundamento de todo lo que el Espíritu Santo le revela a la Iglesia es lo que Cristo hizo en la Cruz [Rom. 6:3-14; 8:1-2, 11; I Cor. 1:17-18, 21, 23; 2:2; Gál., cap. 5, etc.]).
16 Un poquito, y no Me veréis (se refiere a Su Ascensión, que ocurriría dentro de unos pocos días): y otra vez, un poquito, y Me veréis (se refiere a la venida del Espíritu Santo, Quien sería enviado de regreso por Cristo), porque Yo voy al Padre (quiere decir que el gran Plan de la Redención está terminado).
17 Entonces dijeron algunos de Sus Discípulos unos a otros, ¿Qué es esto que nos dice, Un poquito, y no Me veréis: y otra vez, un poquito, y Me veréis: y, Porque Yo voy al Padre?
18 Decían pues, ¿Qué es esto que dice, Un poquito? No entendemos lo que habla.
19 Y conoció Jesús que Le querían preguntar, y les dijo, ¿Preguntáis entre vosotros de esto que dije (aparentemente el Espíritu Santo Le informó de lo que se rumoraban entre ellos): Un poquito, y no Me veréis: y otra vez, un poquito, y Me veréis?
20 De cierto, de cierto os digo, Que vosotros lloraréis y lamentaréis (en cuanto a Su Crucifixión), mas el mundo se alegrará (los líderes religiosos de Israel se alegrarían, porque ellos eran del mundo y no de Dios): empero aunque vosotros estaréis tristes, mas vuestra tristeza se tornará en gozo (la Resurrección y el envío del Espíritu Santo).
21 La mujer cuando da a luz, tiene pena, porque es venida su hora (el dolor que acompaña el nacimiento de un niño): mas después que ha dado luz a un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo (la pena de la Cruz desaparecerá de los corazones de Sus seguidores, cuando vean lo que la Cruz cumplió).
22 También, pues, vosotros ahora ciertamente tenéis tristeza: mas otra vez os veré (se refiere a la Resurrección), y se gozará vuestro corazón, y nadie quitará de vosotros vuestro gozo (porque ustedes ya conocen la Verdad).
LA ORACIÓN
23 Y en aquel día (después del Día de Pentecostés) no Me preguntaréis nada (no Me pedirán Personalmente, como lo hacen ahora). De cierto, de cierto os digo, Que todo cuanto pidiereis al Padre en Mi Nombre (según lo que Él hizo en la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada), os lo dará (Él nos coloca en relación directa con el Padre, para disfrutar del mismo acceso que Él Mismo disfruta).
24 Hasta ahora nada habéis pedido en Mi Nombre (mientras Él estaba con ellos, la Obra en la Cruz no se llevó a cabo; por eso Su Nombre no se podía usar en ese momento como se puede usar ahora): pedid, y recibiréis (pedir en Su Nombre, se refiere al hecho de que entendemos que todas las cosas nos pertenecen a través de lo que Cristo hizo en la Cruz), para que vuestro gozo sea cumplido (sólo se puede cumplir cuando entendemos correctamente la Cruz).
25 Estas cosas os he hablado en Proverbios (tiene que ver con las Parábolas y, también, la descripción de Sus Verdades a ellos de un modo disimulado, y con razón): mas la hora viene, cuando ya no os hablaré por Proverbios, pero claramente os anunciaré del Padre (no podía cumplirse hasta que la Cruz fuera una Obra Terminada; entonces el Espíritu Santo podría revelar las cosas claramente, pero sólo si se entiende correctamente la Cruz).
26 Aquel día (después del Día de Pentecostés) pediréis en Mi Nombre (en cierto modo, nos fue otorgado el poder): y no os digo, que Yo rogaré al Padre por vosotros (Su misma Presencia ante el Padre garantiza que el Sacrificio de la Cruz fue aceptado; por lo tanto, todos quienes realmente siguen a Cristo al instante son aceptados también; si Jesús tuviera que orar al Padre por nosotros, significaría que la Cruz no fue una Obra Terminada):
LA SALIDA
27 Pues el Mismo Padre os Ama, porque vosotros Me amasteis (la aceptación de Cristo es la aceptación por el Padre), y habéis creído que Yo salí de Dios (corresponde a la Fe del Creyente como es reflejado en Cristo).
28 Salí del Padre (expresa Su Deidad y la Misión para la cual Él fue enviado), y he venido al mundo (por un motivo, el de ir a la Cruz para que el hombre pudiera ser Redimido [I Ped. 1:18-20]): otra vez, Yo dejo al mundo, y voy al Padre (la Misión está terminada).
29 Le dicen Sus Discípulos, He aquí, ahora Tú hablas claramente, y ningún Proverbio dices (sin embargo, ellos todavía sólo entendieron en un sentido parcial).
30 Ahora entendemos que sabes todas las cosas (tienen un presentimiento que nada de lo que había en sus corazones se podía ocultar de Él), y no necesitas que nadie Te pregunte (antes de que pudieran hacer ciertas preguntas, Él ya discernía sus pensamientos y comenzaba a contestar a sus preguntas planteadas): en esto creemos que has salido de Dios (pero su Fe aún era imperfecta, como lo veremos).
31 Les respondió Jesús, ¿Ahora creéis? (Él les iba ya a decir lo imperfecta que era su Fe.)
32 He aquí, la hora viene, y ha venido (la Crucifixión estaba por acontecer a unas cuantas horas), que seréis esparcidos, cada uno por su parte (su Fe se debilitaba en cuanto a su poder, pero no en cuanto a su calidad esencial), y Me dejaréis Solo (declara exactamente lo que esto dice, ¡al final Él estaba solo!): más aún no estoy solo, porque el Padre está Conmigo (el Padre estaría con Él en todo momento, a excepción las tres horas entre a las 12:00 del mediodía y a las 3:00 de la tarde cuando Él estaba en la Cruz, pagando la pena del pecado).
33 Estas cosas os he hablado, para que en Mí tengáis paz (en efecto, les dice, "Los asuntos pueden parecer oscuros, sin embargo, a pesar de cómo aparentan, todo está bajo control; ¡confíen en lo que he dicho y créanme!"). En el mundo tendréis aflicción (la condición fundamental de la Vida Divina en este mundo; el mundo está totalmente en contra porque su sistema es únicamente de Satanás): mas confiad, Yo he vencido al mundo (Él hizo esto por la Cruz [Col. 2:14-15], para que podamos nosotros vencer al mundo).




Primera Corintios Capítulo 13:
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.




Hebreos 10:35-12:4
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros. Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;





Romanos 8:

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

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