02 August 2015

El 2 de AGOSTO LECTURA BÍBLICA DIARIA



El 2 de AGOSTO LECTURA BÍBLICA DIARIA:

2 Reyes 15 a 17:


En el año veintisiete del reinado de Jeroboán, rey de Israel, Azarías hijo de Amasías, rey de Judá, ascendió al trono. Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y dos años. Su madre era Jecolías, oriunda de Jerusalén. Azarías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Amasías; pero no se quitaron los altares paganos, sino que el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos. Sin embargo, el Señor castigó al rey con lepra hasta el día de su muerte. Y como el rey Azarías tuvo que vivir aislado en casa, su hijo Jotán quedó a cargo del palacio y del gobierno del país. Los demás acontecimientos del reinado de Azarías, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Azarías murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Jotán lo sucedió en el trono. Zacarías, rey de Israel En el año treinta y ocho del reinado de Azarías, rey de Judá, Zacarías hijo de Jeroboán ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria seis meses. Zacarías hizo lo que ofende al Señor, como lo hicieron sus antepasados, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel. Salún hijo de Jabés conspiró contra Zacarías. Lo atacó en Ibleam y lo mató, usurpando así el trono. Los demás acontecimientos del reinado de Zacarías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. De este modo se cumplió la palabra que el Señor le había dado a conocer a Jehú: "Durante cuatro generaciones tus descendientes ocuparán el trono de Israel." Salún, rey de Israel Salún hijo de Jabés ascendió al trono en el año treinta y nueve de Uzías, rey de Judá, y reinó en Samaria un mes. Pero Menajem hijo de Gadí llegó de Tirsá a Samaria, y allí atacó a Salún hijo de Jabés y lo mató, usurpando así el trono. Los demás acontecimientos del reinado de Salún, incluso su conspiración, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Por aquel tiempo, Menajem atacó la ciudad de Tifsa. Como no le abrieron las puertas de la ciudad, mató a todos los que vivían allí y en los alrededores, comenzando por Tirsá, y les abrió el vientre a las mujeres embarazadas. Menajem, rey de Israel En el año treinta y nueve del reinado de Azarías, rey de Judá, Menajem hijo de Gadí ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria diez años. Pero hizo lo que ofende al Señor, pues durante toda su vida jamás se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel. Tiglat Piléser, rey de Asiria, invadió el país, y Menajem le entregó treinta y tres mil kilos de plata para ganarse su apoyo y mantenerse en el trono. Menajem les exigió este dinero a los israelitas: todos los ricos tenían que pagarle al rey de Asiria medio kilo de plata. Entonces el rey de Asiria se retiró y dejó de ocupar el país. Los demás acontecimientos del reinado de Menajem, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Menajem murió, y su hijo Pecajías lo sucedió en el trono. Pecajías, rey de Israel En el año cincuenta de Azarías, rey de Judá, Pecajías hijo de Menajem ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria dos años. Pero hizo lo que ofende al Señor, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel. Uno de sus oficiales, que se llamaba Pecaj hijo de Remalías, conspiró contra él. Apoyado por cincuenta galaaditas, atacó a Pecajías, a Argob y a Arié, en la torre del palacio real en Samaria. Así fue como lo mató y usurpó el trono. Los demás acontecimientos del reinado de Pecajías, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Pecaj, rey de Israel En el año cincuenta y dos del reinado de Azarías, rey de Judá, Pecaj hijo de Remalías ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria veinte años. Pero hizo lo que ofende al Señor, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel. En tiempos de Pecaj, rey de Israel, Tiglat Piléser, rey de Asiria, invadió el país y conquistó Iyón, Abel Betmacá, Janoa, Cedes, Jazor, Galaad y Galilea, incluyendo todo el territorio de Neftalí; además, deportó a los habitantes a Asiria. Entonces Oseas hijo de Elá conspiró contra Pecaj hijo de Remalías y lo atacó. Así fue como, en el año veinte de Jotán hijo de Uzías, lo mató y usurpó el trono. Los demás acontecimientos del reinado de Pecaj, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Jotán, rey de Judá En el segundo año del reinado de Pecaj hijo de Remalías, rey de Israel, Jotán hijo de Uzías, rey de Judá, ascendió al trono. Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Su madre era Jerusa hija de Sadoc. Jotán hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Uzías. Fue Jotán quien reconstruyó la puerta superior del templo del Señor, pero no se quitaron los altares paganos, sino que el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos. Los demás acontecimientos del reinado de Jotán están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. Durante su reinado, el Señor comenzó a enviar contra Judá a Rezín, rey de Siria, y a Pecaj hijo de Remalías. Jotán murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David, su antecesor. Y su hijo Acaz lo sucedió en el trono. En el año diecisiete del reinado de Pecaj hijo de Remalías, Acaz hijo de Jotán ascendió al trono. Tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Pero a diferencia de su antepasado David, Acaz no hizo lo que agradaba al Señor su Dios. Al contrario, siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, y hasta sacrificó en el fuego a su hijo, según las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado delante de los israelitas. También ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los santuarios paganos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso. En cierta ocasión, Rezín, rey de Siria, y Pecaj hijo de Remalías, rey de Israel, marcharon hacia Jerusalén para hacerle guerra a Acaz, y sitiaron la ciudad, pero no lograron tomarla. Por aquel tiempo, Rezín, rey de Siria, había reconquistado la ciudad de Elat, desalojando a los de Judá que vivían allí. Posteriormente los edomitas se establecieron en Elat, y allí se han quedado hasta el día de hoy. Acaz envió entonces mensajeros a Tiglat Piléser, rey de Asiria, con este mensaje: "Ya que soy tu servidor y vasallo, ven y líbrame del poder del rey de Siria y del rey de Israel, que se han puesto en mi contra." Acaz también juntó la plata y el oro que había en el templo del Señor y en el tesoro del palacio real, y se lo envió todo al rey de Asiria como un regalo. El rey de Asiria, accediendo a su petición, lanzó un ataque contra Damasco y conquistó la ciudad. Luego deportó a sus habitantes a Quir, y mató a Rezín. El rey Acaz fue entonces a Damasco para encontrarse con Tiglat Piléser, rey de Asiria. Cuando vio el altar que había en la ciudad, el rey Acaz le envió al sacerdote Urías un plano del altar, con un dibujo de todos los detalles. Entonces Urías construyó un altar según las instrucciones que el rey Acaz le había enviado desde Damasco, y lo terminó antes de que el rey regresara. Cuando éste llegó de Damasco y vio el altar, se acercó y presentó allí una ofrenda. Ofreció el holocausto con la ofrenda, derramó su libación y roció sobre el altar la sangre de los sacrificios de comunión. El altar de bronce, que estaba en la presencia del Señor, lo retiró de la parte delantera del edificio y lo situó en el lado norte del nuevo altar, ya que ahora quedaba entre el nuevo altar y el templo del Señor. Luego le dio estas órdenes al sacerdote Urías: "Ofrece en este gran altar el holocausto matutino y la ofrenda vespertina, así como el holocausto y la ofrenda del rey, y también los holocaustos, las ofrendas y las libaciones del pueblo en general. Rocía sobre este altar la sangre de todos los holocaustos y sacrificios. Pero el altar de bronce lo usaré yo." Y el sacerdote Urías hizo todo lo que el rey Acaz le ordenó. El rey desmontó los paneles de las bases y les quitó los lavamanos; además bajó la fuente que estaba encima de los bueyes de bronce y la instaló sobre un enlosado de piedra; y por deferencia al rey de Asiria, quitó del templo del Señor el techado que se había construido allí para celebrar los sábados, así como la entrada exterior para el rey. Los demás acontecimientos del reinado de Acaz están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. Acaz murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Ezequías lo sucedió en el trono. En el año duodécimo del reinado de Acaz, rey de Judá, Oseas hijo de Elá ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria nueve años. Hizo lo que ofende al Señor, aunque no tanto como los reyes de Israel que lo habían precedido. Salmanasar, rey de Asiria, atacó a Oseas, lo hizo su vasallo y le impuso tributo. Más tarde, el rey de Asiria descubrió que Oseas lo traicionaba, pues éste había enviado emisarios a So, rey de Egipto, y además había dejado de pagarle el tributo anual. Por eso el rey de Asiria mandó arrestarlo y lo metió en la cárcel. Después invadió el país entero, marchó contra Samaria y sitió la ciudad durante tres años. En el año noveno del reinado de Oseas, el rey de Asiria, después de conquistar Samaria, deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, en Gozán (que está junto al río Jabor) y en las ciudades de los medos. Todo esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, que los había sacado de Egipto, librándolos del poder del faraón, rey de Egipto. Adoraron a otros dioses y siguieron las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado delante de ellos, como también las prácticas que introdujeron los reyes de Israel. Además blasfemaron contra el Señor su Dios, y dondequiera que habitaban se construían altares paganos. Desde las torres de vigilancia hasta las ciudades fortificadas, y en cada colina y bajo todo árbol frondoso, erigieron piedras sagradas e imágenes de la diosa *Aserá; y en todos los altares paganos quemaron incienso, siguiendo el ejemplo de las naciones que el Señor había desterrado delante de ellos. Fueron tantas las maldades que cometieron, que provocaron la ira del Señor. Rindieron culto a los ídolos, aunque el Señor se lo había prohibido categóricamente. Por eso el Señor les dio esta advertencia a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes: "¡Vuélvanse de sus malos caminos! Cumplan mis mandamientos y decretos, y obedezcan todas las leyes que ordené a sus antepasados, y que les di a conocer a ustedes por medio de mis siervos los profetas." Con todo, no hicieron caso, sino que fueron tan tercos como lo habían sido sus antepasados, que no confiaron en el Señor su Dios. Rechazaron los decretos y las advertencias del Señor, y el pacto que él había hecho con sus antepasados. Se fueron tras ídolos inútiles, de modo que se volvieron inútiles ellos mismos; y aunque el Señor lo había prohibido, siguieron las costumbres de las naciones vecinas. Abandonaron todos los mandamientos del Señor su Dios, y se hicieron dos ídolos fundidos en forma de becerro y una imagen de la diosa Aserá. Se postraron ante todos los astros del cielo, y adoraron a *Baal; sacrificaron en el fuego a sus hijos e hijas; practicaron la adivinación y la hechicería; en fin, se entregaron a hacer lo que ofende al Señor, provocando así su ira. Por lo tanto, el Señor se enojó mucho contra Israel y lo arrojó de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá. Pero aun Judá dejó de cumplir los mandatos del Señor su Dios, y siguió las costumbres que introdujo Israel. Por eso el Señor rechazó a todos los israelitas: los afligió y los entregó en manos de invasores, y acabó por arrojarlos de su presencia. Cuando el Señor arrancó de la familia de David a los israelitas, éstos hicieron rey a Jeroboán hijo de Nabat. Jeroboán, por su parte, los alejó del camino del Señor y los hizo cometer un gran pecado. De hecho, los israelitas imitaron todos los pecados de Jeroboán y no se apartaron de ellos. Finalmente, el Señor arrojó a Israel de su presencia, tal como lo había anunciado por medio de sus siervos los profetas. Así, pues, fueron desterrados y llevados cautivos a Asiria, donde hasta el día de hoy se han quedado. Para reemplazar a los israelitas en los poblados de Samaria, el rey de Asiria trajo gente de Babilonia, Cuta, Ava, Jamat y Sefarvayin. Éstos tomaron posesión de Samaria y habitaron en sus poblados. Al principio, cuando se establecieron, no adoraban al Señor, de modo que el Señor les envió leones que causaron estragos en la población. Entonces le dieron este informe al rey de Asiria: "La gente que Su Majestad deportó y estableció en los poblados de Samaria no sabe lo que requiere el dios de ese país. Por esta razón, él les ha enviado leones, para que los maten." El rey de Asiria dio esta orden: "Hagan que regrese a vivir en Samaria uno de los sacerdotes que ustedes capturaron allí, y que le enseñe a la población lo que requiere el dios de ese país." Así que uno de los sacerdotes que habían sido deportados de Samaria fue a vivir a Betel y comenzó a enseñarles cómo adorar al Señor. Sin embargo, todos esos pueblos se fabricaron sus propios dioses en las ciudades donde vivían, y los colocaron en los altares paganos que habían construido los samaritanos. Los de Babilonia hicieron al dios Sucot Benot; los de Cuta, a Nergal; los de Jamat, a Asimá, y los de Ava, a Nibjaz y a Tartac. Los de Sefarvayin quemaban a sus hijos como sacrificio a Adramélec y a Anamélec, dioses de Sefarvayin; adoraban también al Señor, pero de entre ellos mismos nombraron sacerdotes a toda clase de gente para que oficiaran en los altares paganos. Aunque adoraban al Señor, servían también a sus propios dioses, según las costumbres de las naciones de donde habían sido deportados. Hasta el día de hoy persisten en sus antiguas costumbres. No adoran al Señor ni actúan según sus decretos y sus normas, ni según la ley y el mandamiento que el Señor ordenó a los descendientes de Jacob, a quien le dio el nombre de Israel. Cuando el Señor hizo un pacto con los israelitas, les ordenó: "No adoren a otros dioses ni se inclinen delante de ellos; no les sirvan ni les ofrezcan sacrificios. Adoren sólo al Señor, que los sacó de Egipto con gran despliegue de fuerza y poder. Es a él a quien deben adorar y ofrecerle sacrificios. Tengan cuidado de cumplir siempre los decretos y ordenanzas, leyes y mandamientos que él les dio por escrito. No adoren a otros dioses. No olviden el pacto que él ha hecho con ustedes. Por tanto, no adoren a otros dioses, sino sólo al Señor su Dios. Y él los librará del poder de sus enemigos." Sin embargo, no hicieron caso, sino que persistieron en sus antiguas costumbres. Aquellos pueblos adoraban al Señor, y al mismo tiempo servían a sus propios ídolos. Hasta el día de hoy sus hijos y sus descendientes siguen actuando como sus antepasados.




Salmo 81:
Canten alegres a Dios, nuestra fortaleza; ¡aclamen con regocijo al Dios de Jacob! ¡Entonen salmos! ¡Toquen ya la pandereta, la lira y el arpa melodiosa! Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva, y en la luna llena, día de nuestra fiesta. Éste es un decreto para Israel, una ordenanza del Dios de Jacob. Lo estableció como un pacto con José cuando salió de la tierra de Egipto. Escucho un idioma que no entiendo: "Te he quitado la carga de los hombros; tus manos se han librado del pesado cesto. En tu angustia me llamaste, y te libré; oculto en el nubarrón te respondí; en las aguas de Meribá te puse a prueba. Selah. "Escucha, pueblo mío, mis advertencias; ¡ay Israel, si tan sólo me escucharas! No tendrás ningún dios extranjero, ni te inclinarás ante ningún dios extraño. Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto. Abre bien la boca, y te la llenaré. "Pero mi pueblo no me escuchó; Israel no quiso hacerme caso. Por eso los abandoné a su obstinada voluntad, para que actuaran como mejor les pareciera. "Si mi pueblo tan sólo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos, ¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos, y volvería mi mano contra sus adversarios! Los que aborrecen al Señor se rendirían ante él, pero serían eternamente castigados. Y a ti te alimentaría con lo mejor del trigo; con miel de la peña te saciaría."



Proverbios 13:
La justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al pecador. Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada; hay quien parece ser pobre, y todo lo tiene. Con su riqueza el rico pone a salvo su vida, pero al pobre no hay ni quien lo amenace. La luz de los justos brilla radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. El orgullo sólo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida. Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. La enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la muerte. El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel no cambia. El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad. El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable aporta la solución. El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores. El deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal. El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado. Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo recompensa el bien. El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justos. En el campo del pobre hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia. No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo. El justo come hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.




El Libro de Apocalipsis Capítulo 17 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


EL APOCALIPSIS
DE SAN JUAN




CAPÍTULO 17
(96 d.C.)
LA GRAN RAMERA




Y VINO uno de los siete Ángeles que tenían las siete Copas, y habló conmigo (probablemente es el séptimo Ángel; sin embargo, no tenemos en realidad ninguna forma de saberlo), diciéndome, Ven acá, y te mostraré la condenación de la gran ramera, la cual está sentada sobre muchas aguas (la "gran ramera" se atribuye a todas las religiones del mundo ideadas siempre por los hombres como sustituto de "Jesucristo y Él Crucificado"; el Camino de Dios es Cristo y Él Solo Crucificado; también, "muchas aguas" es símbolo de multitudes de personas [v. 15]):
2 Con la cual (la gran ramera, es decir, toda clase de religiones) han fornicado (a partir del principio mismo, la mayoría de las naciones han sido gobernadas por alguna clase de religión) los reyes de la Tierra (todas las religiones ideadas por los hombres y hasta las partes del Cristianismo que han sido corrompidas, el Señor las clasifica como "fornicación espiritual"), y los que moran en la Tierra se han embriagado con el vino de su fornicación (indica la adicción de la religión; la religión es el narcótico más poderoso que existe [Rom. 7:1-4]).
3 Y él (el Ángel) me llevó (Juan) en Espíritu (una visión) al desierto (todo esfuerzo religioso que intenta tomar el lugar de la Cruz es un desierto espiritual): y vi una mujer sentada sobre una bestia de color escarlata (la mujer es la religión organizada; eso quiere decir que cualquier religión o forma de religión que afirma tener un camino de Salvación o victoria además de la Cruz; el "color escarlata" indica la sangre y corresponde a la gran persecución) llena de nombres de blasfemia (se refiere a esta "mujer" que se opone al Plan de Dios en toda su capacidad) y que tenía siete cabezas y diez cuernos. (Corresponde a la bestia de color escarlata, no a la mujer. "Las siete cabezas" representan a los siete Imperios que persiguieron a Israel en el pasado, es la última persecución aún por venir. Éstos son "Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-Persa, Grecia y Roma." "Los diez cuernos" representan a las diez naciones que surgirán del antiguo territorio del Imperio Romano y perseguirán a Israel, y son aún por venir. Estas diez naciones componen la séptima cabeza. El Imperio Romano que componía la sexta cabeza, era el último de los Imperios que persiguieron a Israel antes de su destrucción como Nación en el año 70 d.C. Cuando surja el reino de los diez cuernos, lo cual será pronto, perseguirá a Israel también.)
4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata (todo esto corresponde a Israel, pero que se transfiere al período siguiente de la Edad de Iglesia; la "púrpura" representa el dominio de estas religiones sobre las naciones, y el "color de escarlata" que representa la persecución de Israel), y dorada con oro, y adornada de piedras preciosas y de perlas (estas religiones siempre eran muy ricas; un ejemplo es el Islam, que controla aproximadamente el 60% de las reservas del petróleo del mundo), teniendo un cáliz de oro en su mano (todas estas religiones tienen una atracción, simbolizada por la copa que es de oro) lleno de abominaciones y de la suciedad de su fornicación (explica lo que contiene esta taza, a pesar de su atracción externa):
5 Y en su frente un nombre escrito (la "frente" simboliza el hecho de que todas estas religiones son ideadas por el hombre y no por Dios), MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE (la palabra "misterio" separa la Babilonia espiritual de la Babilonia literal; es "grande en los ojos del mundo pero no en los Ojos de Dios"), LA MADRE DE LAS FORNICACIONES Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. (Declara el contenido mismo de esta "copa de oro," aunque parezca espléndida en lo exterior. Si no es "Jesucristo y Él Crucificado," entonces es designado por el Señor como "rameras y abominaciones." Desgraciadamente, esto incluye también a la mayoría del Cristianismo moderno.)
6 Y vi la mujer embriagada de la sangre de los Santos (se refiere a estos Imperios y sus religiones falsas, que persiguieron a Israel durante la época del Antiguo Testamento, realmente hasta la época de Cristo), y de la sangre de los mártires de Jesús (señala a los millones en la Edad de Iglesia quienes dieron sus vidas por la Causa de Cristo; el Imperio Romano comenzó estas persecuciones de Cristianos y después lo siguió la Iglesia Católica): y cuando la vi, quedé maravillado de grande admiración (Juan está asombrado de ver todo esto).
7 Y el Ángel me dijo, ¿Por qué te maravillas? (El Ángel sabía que Juan se maravillaría de la escena que se desplegó delante de sus ojos y necesitaría una explicación.) Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene siete cabezas y diez cuernos.
8 La bestia que has visto, fue (representa a un Ángel caído que ayudó a los líderes de estos Imperios del pasado en sus esfuerzos para destruir a Israel), y no es (no fue activo durante la época de Juan); y ha de subir del abismo (este poderoso Ángel caído fue confinado al abismo hace unos 2.300 años y aún permanece allí, pero pronto será libertado para ayudar al Anticristo), y ha de ir a perdición (quiere decir que después de su aventura de ayudar al Anticristo en la Tierra, él será consignado al Lago de Fuego [20:10]): y los moradores de la Tierra, cuyos nombres no están escritos en el Libro de la Vida desde la fundación del mundo (expresa el hecho de que toda la gente que no es salva en la Tierra durante la Gran Tribulación estará asustada y asombrada cuando observen al Anticristo, que hará cosas que ningún otro hombre haya hecho jamás; será porque este Ángel caído le ayuda, pero del cual él no está consciente), se maravillarán viendo la bestia que era y no es (no estaba obrando durante la época de Juan), aunque es (será libertado del abismo para ayudar al Anticristo).
9 Y aquí hay mente que tiene sabiduría (es la mente que conoce y cree la Palabra de Dios). Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se asienta la mujer (representa a estos siete Imperios que fueron controlados por las religiones falsas, es decir, los "espíritus inmundos").
10 Y son siete reyes (realmente se refiere a las "siete cabezas," refiriéndose a los líderes de estos Imperios, quienesquiera ellos pudieran haber sido): los cinco son caídos (cinco de los Imperios cayeron durante la época de Juan; éstos son Egipto, Asiria, Babilonia, la Medo-Persa y Grecia), el uno es (se refiere al Imperio Romano, que estaba en existencia en la época de Juan y, por lo tanto, pudiera referirse en el presente), el otro aún no es venido (se refiere a la confederación de las diez naciones simbolizada por los diez cuernos, que en la época de Juan todavía no había venido y, de hecho, aún no han venido); y cuando viniere, es necesario que dure breve tiempo. (Los "diez cuernos" serán la séptima cabeza y se refieren a las diez naciones que surgirán dentro de poco y perseguirán a Israel, que ocurrirá probablemente en la primera mitad de la Gran Tribulación, un período de unos tres años y medio.)
11 Y la bestia (Ángel caído) que era, y no es, es también el octavo (este Ángel caído ayudará al Anticristo y se dirigirá al octavo Imperio para perseguir a Israel), y es de los siete (se refiere al hecho de que él ayudó a todos los Imperios del pasado, con excepción de Roma, en sus esfuerzos para perseguir a Israel; pero este Ángel caído dio la mayor ayuda a Alejandro Magno, quien encabezaba el Imperio Griego; sabemos esto porque Juan, en su Visión dijo, "y la bestia que vi era un leopardo," aquel animal es uno de los símbolos de la antigua Grecia [Apoc. 13:2; Dan. 7:6]), y va a perdición (se refiere al hecho de que independientemente de su poder y proyectos, el Infierno Eterno será lo merecido para este Príncipe Satánico; lo mismo se aplica para Satanás, el Anticristo, el Falso Profeta, cada Ángel caído, cada espíritu demoníaco, y, de hecho, todos los que no son redimidos quienes hayan vivido).
12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes (Dan. 7:7), que aún no han recibido reino (se refiere a la época de Juan); mas tomarán potencia por una hora como reyes con la bestia. (Estas diez naciones ascenderán al poder antes del Anticristo, componiendo así la séptima cabeza. Luego el Anticristo ocupará el poder de estas naciones, lo cual fue descrito por Daniel como el "pequeño cuerno" [Dan. 7:8]. "Una hora" se refiere "al lapso breve" que esta confederación de diez reyes y el Anticristo mantendrán unido. Durará unos tres años y medio y será destruido en la Segunda Venida de Cristo [Dan. 2:34-35].)
13 Estos tienen un consejo (esta confederación de diez naciones que componen la séptima cabeza, estarán de acuerdo con respecto a aliarse con el Anticristo porque no tienen el poder de lograr oponerse a él), y darán su potencia y autoridad a la bestia (se refiere al Anticristo que viene ya al pleno poder y compone el octavo reino como está descrito en el Versículo 11).
14 Ellos pelearán contra el Cordero (corresponde al Anticristo que ataca a Israel con respecto a la Batalla de Armagedón; Satanás odia a Israel por diversos motivos, pero sobre todo por causa de Jesús; por lo tanto, para atacar a Israel debe atacar al Cordero), y el Cordero los vencerá (relacionado a la Segunda Venida y también al hecho de que Jesús es digno de administrar Juicio y Justicia debido a lo que Él hizo en la Cruz): porque es el Señor de los señores, y el Rey de los reyes (proclama el hecho de que este "Cordero" es el "Rey" de todos y "Señor" de todos, y todo a causa de la Cruz): y los que están con Él son llamados, y elegidos, y fieles. (Todo Santo de Dios que haya vivido, tanto Judíos como Gentiles, volverán con Cristo en la Segunda Venida.)
15 Y él (el Ángel) me dice (Juan), Las aguas que has visto (se remonta al Versículo 1 y presenta la palabra "aguas" empleada como un simbolismo) donde la ramera se sienta (si no es Jesucristo y Él Crucificado [I Cor. 1:23; 2:2], entonces Dios le atribuye como "la Gran Ramera" [I Cor. 1:23; 2:2]), son pueblos, y muchedumbres, y naciones, y lenguas. (Incluye la totalidad del mundo y nos dice que mil millones han muerto y terminaron en el Infierno a consecuencia de seguir las religiones falsas.)
16 Y los diez cuernos que viste en la bestia (corresponde a la confederación de diez naciones, que compondrán la séptima cabeza), éstos aborrecerán a la ramera (al menos algunos, si no todos, de la confederación de diez naciones provendrán del Medio Oriente; Islam gobierna esta región del mundo y es un dominio que casi ha destruido a estos países; la sugerencia es que la religión de Islam será degradada por esta confederación), y la harán desolada y desnuda, y comerán sus carnes, y la quemarán con fuego. (Explica el hecho de que las diez naciones bajo el Anticristo instituirán y realizarán una campaña de eliminación de la religión del Islam, y, de hecho, cualquier otra religión en su esfera. Todas estas religiones serán sustituidas por la "adoración de la bestia.")
17 Porque Dios ha puesto en sus corazones ejecutar lo que a Él le place (aunque las diez naciones tienen su propia agenda, Dios lo usará para efectuar Su Voluntad), y el ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia (los diez líderes de estas naciones darán su autoridad a la bestia, es decir, "el Anticristo"), hasta que sean cumplidas las Palabras de Dios. (Durará "hasta" que haya concluido la Gran Tribulación que será en la Batalla de Armagedón en la cual estas naciones serán aniquiladas totalmente [Dan. 2:34-35].)
18 Y la mujer que has visto es la grande ciudad (la reconstrucción de Babilonia representada en Apoc., cap. 18), que tiene reino sobre los reyes de la Tierra. (La Babilonia reconstruida no solamente será uno de los centros comerciales del mundo, sino también el centro religioso. El Anticristo habrá sustituido el Islam y otras religiones consigo mismo como el que ha de ser adorado. Todo empezó en Babilonia y todo terminará allí [Gén. 11:1-9; Apoc. 18:10].)




Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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