12 May 2015

El 12 de mayo Lectura Bíblica Diaria






El 12 de mayo Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 33 a 35:
El Señor le dijo a Moisés: "Anda, vete de este lugar, junto con el pueblo que sacaste de Egipto, y dirígete a la tierra que bajo juramento prometí a Abraham, Isaac y Jacob que les daría a sus descendientes. Enviaré un ángel delante de ti, y desalojaré a cananeos, amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. Ve a la tierra donde abundan la leche y la miel. Yo no los acompañaré, porque ustedes son un pueblo terco, y podría yo destruirlos en el camino." Cuando los israelitas oyeron estas palabras tan demoledoras, comenzaron a llorar y nadie volvió a ponerse sus joyas, pues el Señor le había dicho a Moisés: "Diles a los israelitas que son un pueblo terco. Si aun por un momento tuviera que acompañarlos, podría destruirlos. Diles que se quiten esas joyas, que ya decidiré qué hacer con ellos." Por eso, a partir del monte Horeb los israelitas no volvieron a ponerse joyas. Moisés tomó una tienda de campaña y la armó a cierta distancia fuera del campamento. La llamó "la Tienda de la reunión con el Señor". Cuando alguien quería consultar al Señor, tenía que salir del campamento e ir a esa tienda. Siempre que Moisés se dirigía a ella, todo el pueblo se quedaba de pie a la entrada de su carpa y seguía a Moisés con la mirada, hasta que éste entraba en la Tienda de reunión. En cuanto Moisés entraba en ella, la columna de nube descendía y tapaba la entrada, mientras el Señor hablaba con Moisés. Cuando los israelitas veían que la columna de nube se detenía a la entrada de la Tienda de reunión, todos ellos se inclinaban a la entrada de su carpa y adoraban al Señor. Y hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo. Después de eso, Moisés regresaba al campamento; pero Josué, su joven asistente, nunca se apartaba de la Tienda de reunión. Moisés le dijo al Señor: Tú insistes en que yo debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor. Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo. Yo mismo iré contigo y te daré descanso respondió el Señor. O vas con todos nosotros replicó Moisés, o mejor no nos hagas salir de aquí. Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra? Está bien, haré lo que me pides le dijo el Señor a Moisés, pues cuentas con mi favor y te considero mi amigo. Déjame verte en todo tu esplendor insistió Moisés. Y el Señor le respondió: Voy a darte pruebas de mi bondad, y te daré a conocer mi *nombre. Y verás que tengo clemencia de quien quiero tenerla, y soy compasivo con quien quiero serlo. Pero debo aclararte que no podrás ver mi rostro, porque nadie puede verme y seguir con vida. "Cerca de mí hay un lugar sobre una roca añadió el Señor. Puedes quedarte allí. Cuando yo pase en todo mi esplendor, te pondré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi mano, hasta que haya pasado. Luego, retiraré la mano y podrás verme la espalda. Pero mi rostro no lo verás. El Señor le dijo a Moisés: "Labra dos tablas de piedra semejantes a las primeras que rompiste. Voy a escribir en ellas lo mismo que estaba escrito en las primeras. Prepárate para subir mañana a la cumbre del monte Sinaí, y presentarte allí ante mí. Nadie debe acompañarte, ni debe verse a nadie en ninguna parte del monte. Ni siquiera las ovejas y las vacas deben pastar frente al monte." Moisés labró dos tablas de piedra semejantes a las primeras, y muy de mañana subió con ellas al monte Sinaí, como se lo había ordenado el Señor. El Señor descendió en la nube y se puso junto a Moisés. Luego le dio a conocer su nombre: pasando delante de él, proclamó: El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad, que mantiene su amor hasta mil generaciones después, y que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, hasta la tercera y la cuarta generación. En seguida Moisés se inclinó hasta el suelo, y oró al Señor de la siguiente manera: Señor, si realmente cuento con tu favor, ven y quédate entre nosotros. Reconozco que éste es un pueblo terco, pero perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y adóptanos como tu herencia. Mira el pacto que hago contigo respondió el Señor. A la vista de todo tu pueblo haré maravillas que ante ninguna nación del mundo han sido realizadas. El pueblo en medio del cual vives verá las imponentes obras que yo, el Señor, haré por ti. Por lo que a ti toca, cumple con lo que hoy te mando. Echaré de tu presencia a los amorreos, cananeos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. Ten mucho cuidado de no hacer ningún pacto con los habitantes de la tierra que vas a ocupar, pues de lo contrario serán para ti una trampa. Derriba sus altares, y haz pedazos sus piedras sagradas y sus imágenes de la diosa Aserá. No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso. "No hagas ningún pacto con los habitantes de esta tierra, porque se prostituyen por ir tras sus dioses, y cuando les ofrezcan sacrificios a esos dioses, te invitarán a participar de ellos. Y si casas a tu hijo con una de sus mujeres, cuando ella se prostituya por ir tras sus dioses, inducirá a tu hijo a hacer lo mismo. "No te hagas ídolos de metal fundido. "Celebra la fiesta de los Panes sin levadura, y come de ese pan durante siete días, como te lo he ordenado. Celebra esa fiesta en el mes de *aviv, que es la fecha señalada, pues en ese mes saliste de Egipto. "Todo hijo primogénito me pertenece, incluyendo las primeras crías de tus vacas y de tus ovejas. Deberás rescatar a todos tus primogénitos. Al asno primogénito podrás rescatarlo a cambio de un cordero; pero si no lo rescatas, tendrás que romperle el cuello. "Nadie se presentará ante mí con las manos vacías. "Trabaja durante seis días, pero descansa el séptimo. Ese día deberás descansar, incluso en el tiempo de arar y cosechar. "Celebra con las *primicias la fiesta de las Semanas, y también la fiesta de la cosecha de fin de año. [1] "Todos tus varones deberán presentarse ante mí, su Señor y Dios, el Dios de Israel, tres veces al año. Entonces yo echaré de tu presencia a las naciones, ensancharé tu territorio y nadie codiciará tu tierra. "Cuando me ofrezcas un animal, no mezcles con levadura su sangre. "Del animal que se ofrece en la fiesta de la Pascua no debe quedar nada para el día siguiente. "Lleva tus mejores primicias a la casa del Señor tu Dios. "No cuezas ningún cabrito en la leche de su madre. El Señor le dijo a Moisés: Pon estas palabras por escrito, pues en ellas se basa el pacto que ahora hago contigo y con Israel. Y Moisés se quedó en el monte, con el Señor, cuarenta días y cuarenta noches, sin comer ni beber nada. Allí, en las tablas, escribió los términos del pacto, es decir, los diez mandamientos. Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que, por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz. Al ver Aarón y todos los israelitas el rostro resplandeciente de Moisés, tuvieron miedo de acercársele; pero Moisés llamó a Aarón y a todos los jefes, y ellos regresaron para hablar con él. Luego se le acercaron todos los israelitas, y Moisés les ordenó acatar todo lo que el Señor le había dicho en el monte Sinaí. En cuanto Moisés terminó de hablar con ellos, se cubrió el rostro con un velo. Siempre que entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo mientras no salía. Al salir, les comunicaba a los israelitas lo que el Señor le había ordenado decir. Y como los israelitas veían que su rostro resplandecía, Moisés se cubría de nuevo el rostro, hasta que entraba a hablar otra vez con el Señor. Moisés reunió a toda la comunidad israelita, y les dijo: "Éstas son las órdenes que el Señor les manda cumplir: Trabajen durante seis días, pero el séptimo día, el sábado, será para ustedes un día de reposo consagrado al Señor. Quien haga algún trabajo en él será condenado a muerte. En sábado no se encenderá ningún fuego en ninguna de sus casas." Moisés le dijo a toda la comunidad israelita: "Esto es lo que el Señor les ordena: Tomen de entre sus pertenencias una ofrenda para el Señor. Todo el que se sienta movido a hacerlo, presente al Señor una ofrenda de oro, plata y bronce; lana púrpura, carmesí y escarlata; lino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo y pieles de delfín, madera de acacia, aceite de oliva para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, y piedras de ónice y otras piedras preciosas para engastarlas en el efod y en el pectoral. "Todos los artesanos hábiles que haya entre ustedes deben venir y hacer todo lo que el Señor ha ordenado que se haga: el santuario, con su tienda y su toldo, sus ganchos, sus tablones, sus travesaños, sus postes y sus bases; el arca con sus varas, el propiciatorio y la cortina que resguarda el arca; la mesa con sus varas y todos sus utensilios, y el pan de la Presencia; el candelabro para el alumbrado y sus accesorios, las lámparas y el aceite para el alumbrado; el altar del incienso con sus varas, el aceite de la unción y el incienso aromático, la cortina para la puerta a la entrada del santuario, el altar del los holocaustos con su enrejado de bronce, sus varas y todos sus utensilios, el lavamanos de bronce con su pedestal, las cortinas del atrio con sus postes y bases, la cortina para la entrada del atrio, las estacas del toldo para el santuario y para el atrio, y sus cuerdas; y las vestiduras tejidas que deben llevar los sacerdotes para ministrar en el santuario, tanto las vestiduras sagradas para Aarón como las vestiduras para sus hijos." Toda la comunidad israelita se retiró de la presencia de Moisés, y todos los que en su interior se sintieron movidos a hacerlo llevaron una ofrenda al Señor para las obras en la Tienda de reunión, para todo su servicio, y para las vestiduras sagradas. Así mismo, todos los que se sintieron movidos a hacerlo, tanto hombres como mujeres, llevaron como ofrenda toda clase de joyas de oro: broches, pendientes, anillos, y otros adornos de oro. Todos ellos presentaron su oro como ofrenda mecida al Señor, o bien llevaron lo que tenían: lana púrpura, carmesí y escarlata, lino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo, y pieles de delfín. Los que tenían plata o bronce los presentaron como ofrenda al Señor, lo mismo que quienes tenían madera de acacia, contribuyendo así con algo para la obra. Las mujeres expertas en artes manuales presentaron los hilos de lana púrpura, carmesí o escarlata que habían torcido, y lino. Otras, que conocían bien el oficio y se sintieron movidas a hacerlo, torcieron hilo de pelo de cabra. Los jefes llevaron piedras de ónice y otras piedras preciosas, para que se engastaran en el efod y en el pectoral. También llevaron especias y aceite de oliva para el alumbrado, el aceite de la unción y el incienso aromático. Todos los israelitas que se sintieron movidos a hacerlo, lo mismo hombres que mujeres, presentaron al Señor ofrendas voluntarias para toda la obra que el Señor, por medio de Moisés, les había mandado hacer. Moisés les dijo a los israelitas: "Tomen en cuenta que el Señor ha escogido expresamente a Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, de la tribu de Judá, y lo ha llenado del Espíritu de Dios, de sabiduría, inteligencia y capacidad creativa para hacer trabajos artísticos en oro, plata y bronce, para cortar y engastar piedras preciosas, para hacer tallados en madera y realizar toda clase de diseños artísticos y artesanías. Dios les ha dado a él y a Aholiab hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, la habilidad de enseñar a otros. Los ha llenado de gran sabiduría para realizar toda clase de artesanías, diseños y recamados en lana púrpura, carmesí y escarlata, y lino. Son expertos tejedores y hábiles artesanos en toda clase de labores y diseños.




Salmo 149:
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Canten al Señor un cántico nuevo, alábenlo en la comunidad de los fieles. Que se alegre Israel por su creador; que se regocijen los hijos de Sión por su rey. Que alaben su nombre con danzas; que le canten salmos al son de la lira y el pandero. Porque el Señor se complace en su pueblo; a los humildes concede el honor de la victoria. Que se alegren los fieles por su triunfo; que aun en sus camas griten de júbilo. Que broten de su garganta alabanzas a Dios, y haya en sus manos una espada de dos filos para que tomen venganza de las naciones y castiguen a los pueblos; para que sujeten a sus reyes con cadenas, a sus nobles con grilletes de hierro; para que se cumpla en ellos la sentencia escrita. ¡Ésta será la gloria de todos sus fieles! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!




Proverbios 24:
No envidies a los malvados, ni procures su compañía; porque en su corazón traman violencia, y no hablan más que de cometer fechorías. Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros. El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta su fuerza. La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros. La sabiduría no está al alcance del necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir. Al que hace planes malvados lo llamarán intrigante. Las intrigas del necio son pecado, y todos aborrecen a los insolentes. Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza. Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. Pues aunque digas, "Yo no lo sabía", ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones! Come la miel, hijo mío, que es deliciosa; dulce al paladar es la miel del panal. Así de dulce sea la sabiduría a tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que no será destruida. No aceches cual malvado la casa del justo, ni arrases el lugar donde habita; porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia. No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo. No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los impíos, porque el malvado no tiene porvenir; ¡la lámpara del impío se apagará! 30 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey, y no te juntes con los rebeldes, porque de los dos recibirás un castigo repentino ¡y quién sabe qué calamidades puedan venir! También éstos son dichos de los sabios: No es correcto ser parcial en el juicio. Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones, a quien declare inocente al culpable. Pero bien vistos serán, y bendecidos, los que condenen al culpable. Una respuesta sincera es como un beso en los labios. Prepara primero tus faenas de cultivo y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye tu casa. No testifiques sin razón contra tu prójimo, ni mientas con tus labios. No digas: "Le haré lo mismo que me hizo; le pagaré con la misma moneda." Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio. Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en ruinas. Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez, como un hombre armado!


El Libro de Efesios Capítulo 5 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
EFESIOS



CAPÍTULO 5
(64 d.C.)
MANDATOS



SED, pues, imitadores de Dios, como hijos amados (lo somos al obedecer la Palabra de Dios y cuando mantenemos nuestra Fe en la Cruz);
2 Y andad en amor (ordenen su norma de conducta dentro de la esfera del amor), como también Cristo nos amó (presenta al Apóstol pasando del Padre al Hijo como nuestro ejemplo), y se entregó a Sí Mismo por nosotros, Ofrenda y Sacrificio a Dios en Olor suave. (Cristo cumplió todas las Ofrendas simbólicas de Sangre del sistema Levítico [Heb. 10:8]. Él las cumplió cuando se hizo Ofrenda de pecado en la Cruz. El "Aroma fragante" describe el Sacrificio Expiatorio aceptado por Dios.)
PECADOS
3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a Santos;
4 Ni palabras deshonestas, ni necedades, ni groserías, que no convienen (nada característico): sino más bien acciones de gracias. (La protección de los Creyentes contra todos estos pecados es la Cruz de Cristo y la Cruz sola. Manteniendo la Cruz como el Objeto de la Fe garantiza la Victoria [Gál. 6:14], y por eso debemos siempre dar gracias a Dios.)
NO SEAN PARTICIPANTES
5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es servidor de ídolos, tiene herencia en el Reino de Cristo y de Dios. (¡Pablo está hablando a los Creyentes! Si la Cruz no es el Objeto de la Fe del Creyente, sino otra cosa, estos Pasajes nos dicen claramente que el Creyente estará en una posición de incredulidad y perderá su alma; la única respuesta para la "Ley del pecado y de la muerte" es la "Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús" [Rom. 8:2].)
6 Nadie os engañe con palabras vanas (cuando tratan de alejarlo de la Cruz): porque por estas cosas viene la Ira de Dios sobre los hijos de desobediencia (la Cruz sola detiene la Ira de Dios).
7 No seáis pues participantes con ellos. (Nunca abandone la Cruz, no importa cuan seductores parezcan las demás cosas.)
MANDATOS
8 Porque en otro tiempo erais tinieblas (todos los que no conocen a Cristo están en tinieblas espiritual), mas ahora (desde que han venido a Cristo) sois luz en el Señor (somos un reflejo de la Luz de Cristo): andad como hijos de Luz (ordenen su norma de conducta como corresponde):
9 (Porque el Fruto del Espíritu (Gál. 5:22-23) es en toda bondad y Justicia y Verdad;) (Expone los resultados finales del "Fruto del Espíritu.")
10 Aprobando lo que es agradable al Señor (puesto a prueba, y la Cruz sola resistirá la prueba).
11 Y no comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas (Las Escrituras enseñan la separación, pero no enseñan el aislamiento), sino más bien redargüidlas (hablar con claridad y osadía en contra de ellas).
12 Porque es vergonzoso aun hablar de lo que ellos hacen en oculto. (Los escritos de Pablo siempre recalcaban lo pecaminoso del pecado, pero nunca más evidente que aquí.)
13 Mas todas las cosas cuando son redargüidas, son manifestadas por la Luz (es sólo Cristo y la Cruz que pueden demostrar adecuadamente lo que es el pecado en la actualidad; ¡ésta es la razón por la cual la mayor parte de la Iglesia no les importa la Cruz!): porque la luz es la que manifiesta todo. (La Cruz sola manifiesta el pecado y todos sus efectos malignos.)
14 Por lo cual dice (Isa. 60:1), Despiértate, tú que duermes (el Apóstol está advirtiendo a los Cristianos que ellos deben quitarse la indiferencia y apatía), y levántate de los muertos (muertos a lo Espiritual), y te alumbrará Cristo. (Cristo derramará sobre ustedes la Luz de la Verdad Divina como el Sol refleja la luz al hombre que se está despertando del sueño.)
15 Por eso hay que tener mucho cuidado de cómo andéis (prestando mucha atención), no como necios (la persona que no se aprovecha de todo lo que Cristo le ofrece es un necio), mas como sabios (acérquese más al Señor),
16 Redimiendo el tiempo (aprovéchese de las oportunidades que se presentan), porque los días son malos. (La Cruz tiene que ser nuestro Fundamento. Sólo entonces podremos vencer el "mal," y llevar a cabo lo que el Señor nos ha llamado a desempeñar.)
17 Por tanto, no seáis imprudentes (el tiempo es oro porque Dios nos ha dado sólo unos cuantos días para elegir lo que resultará en consecuencias Eternas), sino entendidos de cuál sea la Voluntad del Señor. (Lo podemos lograr si fijamos exclusivamente nuestra mirada en Cristo y la Cruz.)
18 Y no os embriaguéis de vino (controlado por bebidas alcohólicas, lo cual Pablo desea emplear de ejemplo), en lo cual hay disolución; mas sed llenos del Espíritu (controlado constantemente por el Espíritu, de momento en momento);
19 Hablando entre vosotros con Salmos y con Himnos y Canciones Espirituales (se refiere a la adoración con respecto a los cantos y el cantar), cantando y alabando al Señor en vuestros corazones (da aprobación al Espíritu Santo en cuanto a la música y los estilos de adoración que se comenzó en el Antiguo Testamento);
20 Dando gracias siempre de todo a Dios y el Padre (en todo lo que proviene de Dios) en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo (expresa en este Versículo la Fuente de todas las Bendiciones, y el medio por el cual estas Bendiciones han llegado a la raza humana también);
21 Sometiéndonos los unos a los otros (la sumisión espiritual correcta es siempre horizontal y nunca vertical con respecto a los Creyentes, dando a entender que hay que someterse uno al otro) en el temor de Dios (dando a entender que la sumisión vertical debe ser a Dios Solo, nunca al hombre).
LAS ESPOSAS
22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos (el Espíritu Santo, por medio del Apóstol, está refiriéndose al liderazgo espiritual de la familia), como al Señor. (Primeramente, la sumisión debe ser a Cristo como Señor y Maestro, y no al marido. Si se considerara la supremacía del marido, se hubiera expresado de otra forma, así dicen los Eruditos Griegos. Si la esposa se sometiera al Señor como ha de ser, ella se sometería a su marido con respecto al liderazgo espiritual como ha de ser, eso es si él conoce al Señor. Si él no conoce al Señor, tal sumisión no puede ser posible, como es obvio.)
23 Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es Cabeza de la Iglesia (sugiere que la obediencia que la esposa le presenta a su marido debe considerarse como obediencia a Cristo, lo cual ella puede hacer si su marido está obedeciendo al Señor): y siendo Él Mismo el Salvador del Cuerpo. (Se refiere al Señor siendo el Salvador de los Creyentes, quienes son los que componen la Iglesia. Aunque el marido no puede ser el Salvador de la esposa en términos de Redención, él puede ser el protector y proveedor.)
24 Así que, como la Iglesia está sujeta a Cristo (la Cabeza), así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. (Se presupone que el marido tiene la misma conducta de Cristo.)
LOS MARIDOS
25 Maridos, amad a vuestras mujeres (con un amor como el de Dios), así como Cristo amó a la Iglesia (presenta al calificador; si el marido se comportara como corresponde hacia su esposa, ella no tendría problema sometiéndose a él, ya que es su deber), y se entregó a Sí Mismo por ella (manifiesta el gran Sacrificio que caracteriza este tipo de Amor de Dios; la respuesta a los problemas matrimoniales no es asistir a seminarios sobre este tema, sino más bien que el marido y la esposa pongan su Fe y confianza totalmente en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz por ellos; en otras palabras, la Cruz sola, se refiere a lo que Jesús hizo allí, es la respuesta);
26 Para santificarla y purificarla (el concepto de la presentación final de la Iglesia en Santidad perfecta en el Gran Día Venidero) en el lavamiento del agua por la Palabra (en realidad quiere decir que la "Palabra" limpia y purifica como el agua),
27 Para presentársela gloriosa para Sí (es Cristo Mismo Quien presenta a la Iglesia, y Él presentará a Sí Mismo), una Iglesia (hecho posible por la Cruz) que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante (lo que la Cruz sola puede hacer); sino que fuese Santa y sin mancha. (Es nuestra posición en Cristo, hecho posible por la Cruz.)
28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos (proclamada de esta manera porque "ellos son una sola carne," así como lo dirá Pablo en el Versículo 31). El que ama a su mujer, a sí mismo se ama (la unidad de la unión Sagrada del matrimonio).
29 Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne; antes la sustenta y la cuida, así como también Cristo a la Iglesia (el Espíritu Santo está usando la unión del marido y la esposa para simbolizar la unión de Cristo y la Iglesia):
30 Porque somos miembros de Su Cuerpo, de Su Carne y de Sus Huesos. (Somos la parte visible del Cuerpo del cual Él es la Cabeza, y por esta razón Él alimenta y cuida la Iglesia. "Su Carne" y "Sus Huesos" se refiere a la Encarnación, y la entrega de Sí Mismo en la Cruz, lo que hizo posible para nosotros llegar a ser parte de Él [Rom. 6:3-5].)
31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre (aunque de seguro él continúa amando a su padre y a su madre, su amor primordial es ahora para su esposa), y se allegará a su mujer, y serán los dos una sola carne. (Es la unión lo que simboliza a Cristo y la Iglesia.)
32 Este Misterio grande es (no había sido revelado): mas yo digo esto con respecto a Cristo y a la Iglesia. (Presenta el hecho espiritual de que un Creyente puede llegar a ser uno con Cristo como miembro de Su Cuerpo, simbolizado por la relación entre el marido y la esposa.)
33 Cada uno empero de vosotros de por sí, ame también a su mujer como a sí mismo (el marido debe amar a su esposa como parte integral de sí mismo, según el concepto Divino de la unión matrimonial); y la mujer reverencie a su marido. (Quiere decir reconocer y respetar su posición como líder espiritual de la familia. Si el marido o la esposa exigen de su pareja lo que Cristo Solo puede suplir, lo que es la causa de la mayoría de los problemas matrimoniales, la presión se volverá intolerable. No existe ser humano que pueda satisfacer lo que Cristo Solo puede hacer.)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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