10 May 2015

El 10 de mayo Lectura Bíblica Diaria





El 10 de mayo Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 27 a 29:

"Haz un altar de madera de acacia, cuadrado, de dos metros con treinta centímetros por lado, y de un metro con treinta centímetros de alto. Ponle un cuerno en cada una de sus cuatro esquinas, de manera que los cuernos y el altar formen una sola pieza, y recubre de bronce el altar. Haz de bronce todos sus utensilios, es decir, sus portacenizas, sus tenazas, sus aspersorios, sus tridentes y sus braseros. Hazle también un enrejado de bronce, con un anillo del mismo metal en cada una de sus cuatro esquinas. El anillo irá bajo el reborde del altar, de modo que quede a media altura del mismo. Prepara para el altar varas de madera de acacia, y recúbrelas de bronce. Las varas deberán pasar por los anillos, de modo que sobresalgan en los dos extremos del altar para que éste pueda ser transportado. El altar lo harás hueco y de tablas, exactamente como el que se te mostró en el monte. "Haz un atrio para el santuario. El lado sur debe medir cuarenta y cinco metros de largo, y tener cortinas de lino fino, veinte postes y veinte bases de bronce. Los postes deben contar con empalmes y ganchos de plata. También el lado norte debe medir cuarenta y cinco metros de largo y tener cortinas, veinte postes y veinte bases de bronce. Los postes deben también contar con empalmes y ganchos de plata. "A todo lo ancho del lado occidental del atrio, que debe medir veintidós metros y medio, habrá cortinas, diez postes y diez bases. El lado oriental del atrio, que da hacia la salida del sol, también deberá medir veintidós metros y medio. Habrá cortinas de siete metros de largo, y tres postes y tres bases a un lado de la entrada, lo mismo que del otro lado. "A la entrada del atrio habrá una cortina de nueve metros de largo, de púrpura, carmesí, escarlata y lino fino, recamada artísticamente, y además cuatro postes y cuatro bases. Todos los postes alrededor del atrio deben tener empalmes y ganchos de plata, y bases de bronce. El atrio medirá cuarenta y cinco metros de largo por veintidós metros y medio de ancho, con cortinas de lino fino de dos metros con treinta centímetros de alto, y con bases de bronce. Todas las estacas y los demás utensilios para el servicio del santuario serán de bronce, incluyendo las estacas del atrio. "Ordénales a los israelitas que te traigan aceite puro de oliva, para que las lámparas estén siempre encendidas. Aarón y sus hijos deberán mantenerlas encendidas toda la noche en presencia del Señor, en la Tienda de reunión, fuera de la cortina que está ante el arca del pacto. Esta ley deberá cumplirse entre los israelitas siempre, por todas las generaciones. "Haz que comparezcan ante ti tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. De entre todos los israelitas, ellos me servirán como sacerdotes. Hazle a tu hermano Aarón vestiduras sagradas que le confieran honra y dignidad. Habla con todos los expertos a quienes he dado habilidades especiales, para que hagan las vestiduras de Aarón, y así lo consagre yo como mi sacerdote. "Las vestiduras que le harás son las siguientes: un pectoral, un efod, un manto, una túnica bordada, un turbante y una faja. Estas vestiduras sagradas se harán para tu hermano Aarón y para sus hijos, a fin de que me sirvan como sacerdotes. Al efecto se usará oro, púrpura, carmesí, escarlata y lino. "El *efod se bordará artísticamente con oro, púrpura, carmesí, escarlata y lino fino. En sus dos extremos tendrá hombreras con cintas, para que pueda sujetarse. El cinturón bordado con el que se sujeta el efod deberá ser del mismo material, es decir, de oro, púrpura, carmesí, escarlata y lino fino, y formará con el efod una sola pieza. "Toma dos piedras de ónice, y graba en ellas los nombres de los doce hijos de Israel por orden de nacimiento, seis nombres en una piedra, y seis en la otra. Un joyero grabará los nombres en las dos piedras, como los orfebres graban sellos: engarzará las piedras en filigrana de oro y las sujetará a las hombreras del efod. Así Aarón llevará en sus hombros los nombres de los hijos de Israel, para recordarlos ante el Señor. Haz también engastes en filigrana de oro, y dos cadenillas de oro puro, a manera de cordón, para fijar las cadenillas en los engastes. "El pectoral para impartir justicia lo bordarás artísticamente con oro, púrpura, carmesí, escarlata y lino fino, como hiciste con el efod. Será doble y cuadrado, de veinte centímetros de largo por veinte de ancho. Engarzarás en él cuatro hileras de piedras preciosas. En la primera pondrás un rubí, un crisólito y una esmeralda; en la segunda, una turquesa, un zafiro y un jade; en la tercera, un jacinto, un ágata y una amatista, y en la cuarta, un topacio, un ónice y un jaspe. Engárzalas en filigrana de oro. Deben ser doce piedras, una por cada uno de los doce hijos de Israel. Cada una de las piedras llevará grabada como un sello el *nombre de una de las doce tribus. "Haz unas cadenillas de oro puro, en forma de cordón, para el pectoral. Ponle al pectoral dos anillos de oro, y sujétalos a sus dos extremos. Sujeta las dos cadenillas de oro a los anillos del pectoral, y une los extremos de las cadenillas a los dos engastes, para fijarlos por la parte delantera a las hombreras del efod. "Haz otros dos anillos de oro, y fíjalos en los extremos del pectoral, en su borde interno cercano al efod. Haz dos anillos más, también de oro, para fijarlos por el frente del efod, pero por debajo de las hombreras, cerca de la costura que va justamente arriba del cinturón. Los anillos del pectoral deberán sujetarse a los anillos del efod con un cordón azul, trabándolo con el cinturón para que el pectoral y el efod queden unidos. De este modo, siempre que Aarón entre en el Lugar Santo llevará sobre su corazón, en el pectoral para impartir justicia, los nombres de los hijos de Israel para recordarlos siempre ante el Señor. Sobre el pectoral para impartir justicia pondrás el urim y el tumim. De esta manera, siempre que Aarón se presente ante el Señor, llevará en el pecho la causa de los israelitas. "Haz de púrpura todo el manto del efod, con una abertura en el centro para meter la cabeza. Alrededor de la abertura le pondrás un refuerzo, como el que se pone a los chalecos, para que no se desgarre. En torno al borde inferior del manto pondrás granadas de púrpura, carmesí y escarlata, alternándolas con campanillas de oro. Por todo el borde del manto pondrás primero una campanilla y luego una granada. Aarón debe llevar puesto el manto mientras esté ejerciendo su ministerio, para que el tintineo de las campanillas se oiga todo el tiempo que él esté ante el Señor en el Lugar Santo, y así él no muera. "Haz una placa de oro puro, y graba en ella, a manera de sello: Consagarado al Señor. Sujétala al turbante con un cordón púrpura, de modo que quede fija a éste por la parte delantera. Esta placa estará siempre sobre la frente de Aarón, para que el Señor acepte todas las ofrendas de los israelitas, ya que Aarón llevará sobre sí el pecado en que ellos incurran al dedicar sus ofrendas sagradas. "La túnica y el turbante los harás de lino. El cinturón deberá estar recamado artísticamente. A los hijos de Aarón les harás túnicas, cinturones y mitras, para conferirles honra y dignidad. Una vez que hayas vestido a tu hermano Aarón y a sus hijos, los ungirás para conferirles autoridad y consagrarlos como mis sacerdotes. "Hazles también calzoncillos de lino que les cubran el cuerpo desde la cintura hasta el muslo. Aarón y sus hijos deberán ponérselos siempre que entren en la Tienda de reunión, o cuando se acerquen al altar para ejercer su ministerio en el Lugar Santo, a fin de que no incurran en pecado y mueran. Ésta es una ley perpetua para Aarón y sus descendientes. "Para consagrarlos como sacerdotes a mi servicio, harás lo siguiente: Tomarás un novillo y dos carneros sin defecto, y con harina fina de trigo harás panes y tortas sin levadura amasadas con aceite, y obleas sin levadura untadas con aceite. Pondrás los panes, las tortas y las obleas en un canastillo, y me los presentarás junto con el novillo y los dos carneros. Luego llevarás a Aarón y a sus hijos a la entrada de la Tienda de reunión, y los bañarás. Tomarás las vestiduras y le pondrás a Aarón la túnica, el efod con su manto, y el pectoral. El efod se lo sujetarás con el cinturón. Le pondrás el turbante en la cabeza, y sobre el turbante, la tiara sagrada. Luego lo ungirás derramando el aceite de la unción sobre su cabeza. Acercarás entonces a sus hijos y les pondrás las túnicas y las mitras; a continuación, les ceñirás los cinturones a Aarón y a sus hijos. Así les conferirás autoridad, y el sacerdocio será para ellos una ley perpetua. "Arrimarás el novillo a la entrada de la Tienda de reunión para que Aarón y sus hijos le pongan las manos sobre la cabeza, y allí, en presencia del Señor, sacrificarás al novillo. Con el dedo tomarás un poco de la sangre del novillo y la untarás en los cuernos del altar, y al pie del altar derramarás la sangre restante. Al hígado y a los dos riñones les quitarás la grasa que los recubre, y la quemarás sobre el altar; pero la carne del novillo, su piel y su excremento los quemarás fuera del campamento, pues se trata de un sacrificio por el pecado. "Tomarás luego uno de los carneros para que Aarón y sus hijos le pongan las manos sobre la cabeza; lo sacrificarás, y con la sangre rociarás el altar y sus cuatro costados. Destazarás el carnero y, luego de lavarle los intestinos y las piernas, los pondrás sobre los pedazos y la cabeza del carnero, y quemarás todo el carnero sobre el altar. Se trata de un holocausto, de una ofrenda presentada por fuego, de aroma grato al Señor. "Tomarás entonces el otro carnero para que Aarón y sus hijos le pongan las manos sobre la cabeza, y lo sacrificarás, poniendo un poco de su sangre en el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y de sus hijos, lo mismo que en el pulgar derecho y en el dedo gordo derecho. Después de eso rociarás el altar y sus cuatro costados con la sangre, y rociarás también un poco de esa sangre y del aceite de la unción sobre Aarón y sus hijos, y sobre sus vestiduras. Así Aarón y sus hijos y sus vestiduras quedarán consagrados. "De este carnero, que representa la autoridad conferida a los sacerdotes, tomarás la cola, la grasa que recubre las vísceras, el hígado, los dos riñones y el muslo derecho. Del canastillo del pan sin levadura que está ante el Señor, tomarás uno de los panes, una torta hecha con aceite y una oblea, y meciéndolos ante el Señor los pondrás en las manos de Aarón y de sus hijos. Se trata de una ofrenda mecida. Luego ellos deberán devolverte todo esto para que tú, en presencia del Señor, lo quemes sobre el altar, junto con el holocausto de aroma grato. Ésta es una ofrenda presentada por fuego en honor del Señor. Después de eso, tomarás el pecho del carnero que representa la autoridad conferida a Aarón, y lo mecerás ante el Señor, pues se trata de una ofrenda mecida. Esa porción será la tuya. "Aparta el pecho del carnero que fue mecido para conferirles autoridad a Aarón y a sus hijos, y también el muslo que fue presentado como ofrenda, pues son las porciones que a ellos les corresponden. Éstas son las porciones que, de sus sacrificios de comunión al Señor, les darán siempre los israelitas a Aarón y a sus hijos como contribución. "Las vestiduras sagradas de Aarón pasarán a ser de sus descendientes, para que sean ungidos y ordenados con ellas. Cualquiera de los sacerdotes descendientes de Aarón que se presente en la Tienda de reunión para ministrar en el Lugar Santo, deberá llevar puestas esas vestiduras durante siete días. "Toma el carnero con que se les confirió autoridad, y cuece su carne en el lugar sagrado. A la entrada de la Tienda de reunión, Aarón y sus hijos comerán la carne del carnero y el pan que está en el canastillo. Con esas ofrendas se hizo expiación por ellos, se les confirió autoridad y se les consagró; sólo ellos podrán comerlas, y nadie más, porque son ofrendas sagradas. Si hasta el otro día queda algo del carnero con que se les confirió autoridad, o algo del pan, quémalo. No debe comerse, porque es parte de las ofrendas sagradas. "Haz con Aarón y con sus hijos todo lo que te he ordenado. Dedica siete días a conferirles autoridad. Para hacer expiación, cada día ofrecerás un novillo como ofrenda por el pecado. Purificarás el altar haciendo expiación por él y ungiéndolo para consagrarlo. Esto lo harás durante siete días. Así el altar y cualquier cosa que lo toque quedarán consagrados. "Todos los días ofrecerás sobre el altar dos corderos de un año. Al despuntar el día, ofrecerás uno de ellos, y al caer la tarde, el otro. Con el primer cordero ofrecerás, como ofrenda de libación, dos kilos de harina fina mezclada con un litro de aceite de oliva, y un litro de vino. El otro cordero lo sacrificarás al caer la tarde, como ofrenda presentada por fuego de aroma grato al Señor, junto con una ofrenda de libación como la presentada en la mañana. "Las generaciones futuras deberán ofrecer siempre este holocausto al Señor. Lo harán a la entrada de la Tienda de reunión, donde yo me reuniré contigo y te hablaré, y donde también me reuniré con los israelitas. Mi gloriosa presencia santificará ese lugar. "Consagraré la Tienda de reunión y el altar, y consagraré también a Aarón y a sus hijos para que me sirvan como sacerdotes. Habitaré entre los israelitas, y seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los sacó de Egipto para habitar entre ellos. Yo soy el Señor su Dios.



Salmo 147:
¡Aleluya! ¡Cuán bueno es cantar salmos a nuestro Dios! ¡Cuán grato y hermoso es alabarlo! El Señor reconstruye a Jerusalén, y hace volver a los israelitas desterrados. El Señor reanima a los descorazonados, y sana sus heridas. El Señor creó todas la estrellas del cielo, y a cada una le puso nombre. Nuestro Señor es grande y poderoso, y su sabiduría no tiene límite. El Señor exalta a los humildes, y humilla hasta el polvo a los malvados. ¡Cantemos alabanzas al Señor! ¡Cantemos salmos a nuestro Dios al son del arpa! El Señor cubre de nubes los cielos, y hace que llueva sobre la tierra; El Señor hace crecer la hierba de los montes; da de comer a los ganados, y también a los polluelos de los cuervos, cuando piden. El Señor no se deleita en los caballos briosos, ni se complace en la agilidad de los jinetes; El Señor se complace en los que le honran, y en los que confían en su misericordia. Jerusalén, ¡alaba al Señor! Sión, ¡alaba a tu Dios! El Señor refuerza los cerrojos de tus puertas, y bendice a los que habitan dentro de tus muros. El Señor mantiene en paz tus fronteras, y te sacia con lo mejor del trigo. El Señor envía su palabra a la tierra, y sus órdenes se cumplen de inmediato. Cae la nieve como copos de lana, y la escarcha se esparce como ceniza. Deja caer las piedrecillas de granizo; y a causa del frío todo se congela. Pero da otra orden, y el hielo se derrite; sopla el viento, y las aguas vuelven a correr. El Señor comunicó a Jacob, que es Israel, sus estatutos y sus sentencias. No hizo lo mismo con ninguna otra nación; nadie más conoció sus mandamientos. ¡Aleluya!

Proverbios 22:
Mejor tener buena fama que mucha riqueza; la buena fama es mejor que la plata y el oro. El rico y el pobre coinciden en algo: a uno y otro los hizo el Señor. El que es astuto, ve el peligro y se esconde; el que es ingenuo, sigue adelante y es afectado. El Señor recompensa a los que le temen con riquezas, honra y vida, si son humildes. El camino del perverso está lleno de trampas y espinas; quien se cuida a sí mismo, se cuida de seguirlo. Enseña al niño a seguir fielmente su camino, y aunque llegue a anciano no se apartará de él. Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de los prestamistas. El que siembra maldad, maldad cosechará; ¡el Señor destruirá su insolente violencia! Bendito sea quien ve a otros con bondad y comparte su pan con el indigente! Expulsa al blasfemo, y se acabarán las peleas, cesarán los pleitos y las ofensas. El rey ama y brinda su amistad al hombre de corazón puro y labios amables. El Señor es guardián del conocimiento, pero trastorna los planes de los traidores. El perezoso arguye: «¡Hay un león en la calle! Si salgo, ¡seré hombre muerto!» Los labios de la mujer ajena son un abismo, en donde cae el que provoca la ira del Señor. La necedad va ligada al corazón del joven, pero la vara disciplinaria le quita lo necio. Oprimir al pobre para hacerse rico, o hacer al rico más rico, conduce a la pobreza. Inclina tu oído y escucha las palabras de los sabios; aplica tu corazón a mi sabiduría. Es una delicia, si la guardas dentro de ti y si la afirmas sobre tus labios. Hoy te la he dado a conocer para que pongas tu confianza en el Señor. ¿Acaso no te he escrito treinta dichos para impartirte consejos y conocimientos? Te he dado a conocer palabras de verdad, para que las lleves a quienes te enviaron. No te aproveches del pobre porque es pobre, ni prives al afligido de un juicio justo, porque el Señor defenderá su causa y les quitará la vida a quienes les quiten todo. No tengas nada que ver con gente violenta, ni te hagas amigo de gente agresiva, para que no imites su conducta y tú mismo te tiendas una trampa. No te comprometas por otros, ni salgas fiador de nadie. ¿Por qué han de quitarte hasta la cama si resulta que no tienes con qué pagar? No traspases los linderos de antaño que tus antepasados establecieron. Cuando veas alguien que hace bien su trabajo, no lo verás entre gente de baja condición sino que estará en presencia de reyes.



LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS EFESIOS Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor de Jimmy Swaggart:


EFESIOS
CAPÍTULO 3
(64 d.C.)
LA REVELACIÓN


POR esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús (Pablo escribió esta Epístola desde la prisión en Roma; además, él no se consideraba un preso de Nerón, sino más bien de Jesucristo; en otras palabras, por cualesquiera que fuera el propósito y razón, el Señor lo quiso en la prisión en ese momento, y así era como Pablo veía la situación) por vosotros los Gentiles (se refiere al comienzo de la Iglesia, compuesta mayormente por Gentiles, y la extensión del Evangelio al mundo),
2 Si es que habéis oído la dispensación de la Gracia de Dios que me ha sido dada para con vosotros (la mayordomía y el compromiso asignado al Apóstol sobre el Nuevo Convenio, y la administración correcta de la presentación del mismo):
3 A saber, que por Revelación Él (Cristo) me fue declarado el misterio (la Cruz, que en esencia es el Nuevo Convenio, era un "misterio" antes de que se le diera su significado a Pablo); (como antes he escrito en breve (es evidente que el Apóstol había escrito previamente una carta a los Efesios acerca de esta gran Verdad, de la cual no tenemos ningún registro),
4 Leyendo lo cual (lo que leemos ahora, con respecto a esta Epístola) podéis entender cuál sea mi inteligencia en el Misterio de Cristo) (El Señor quiere que comprendamos el Misterio de la Cruz, tal como le fue dado a Pablo. En otras palabras, no debemos desviarnos de lo que él enseñó.)
5 El cual misterio en los otros siglos no se dio a conocer a los hijos de los hombres (se refiere desde todas las épocas, hasta la del Apóstol Pablo) como ahora es revelado a Sus Santos Apóstoles y Profetas en el Espíritu (se le dio primero esta Revelación a Pablo [Gál. 1:11-12], el Espíritu de Dios usa luego el Mensaje como le fue dado a Pablo para instruir a los demás Apóstoles y Profetas, etc.);
6 Que los Gentiles sean juntamente herederos (las diferencias entre los Judíos y los Gentiles, en cuanto a la Redención, han sido borradas), e incorporados (todos en la misma Iglesia, es decir, el "Cuerpo de Cristo"), y consortes de Su Promesa en Cristo por el Evangelio (debiera traducirse, "En Cristo Jesús por el Evangelio," porque los mejores Textos Griegos incluyen el Nombre "Jesús"; si aquel último Nombre no estuviera allí, Pablo diría que los Gentiles eran copartícipes de las Promesas Mesiánicas Judías, que no es verdad):
7 Del cual yo soy hecho Ministro (se refiere al que sirve) por el Don de la Gracia de Dios que me ha sido dado (todo esto se le concedió a Pablo estrictamente de acuerdo a la Gracia de Dios, lo que significa que no fue por mérito, ya que él no tenía ninguno) según la operación de Su poder. (Es el Poder del Espíritu Santo, hecho disponible a nosotros por la Cruz y nuestra Fe en aquella Obra Terminada [Gál. 1:18].)
8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los Santos, es dada esta Gracia (la humildad que pone en evidencia aquí, sólo es posible por la Cruz, por la cual recibimos la Gracia) de Anunciar entre los Gentiles el Evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo (recibimos "las riquezas de Cristo" exclusivamente a través y por medio de la Cruz, y son inagotables, y que va aumentando más y más y durará para siempre);
9 Y de aclarar a todos (traer a luz algo que antes había estado oculto) cuál sea la dispensación del Misterio escondido (pudiera traducirse, "el compañerismo de la dispensación de la Revelación del Misterio"; en otras palabras, el Misterio ya no existe porque ya ha sido revelado) desde los siglos en Dios (declara el hecho que esto no era una nueva clase de acción de parte de Dios, forzado sobre Él por el desarrollo en la historia humana; la Cruz era Su Plan hasta la Fundación del Mundo [I Ped. 1:18-20]), Que creó todas las cosas por Jesucristo (Dios el Padre oficia; Dios el Hijo orquesta; Dios el Espíritu Santo ejecuta):
10 Para que la multiforme Sabiduría de Dios (relacionado a los Ángeles Justos) sea ahora notificada por la Iglesia a los Principados y Potestades en los Cielos (presenta la Iglesia proclamando a la Hueste Angelical parte de la Sabiduría de Dios que los Ángeles no habían conocido antes),
11 Conforme a la determinación eterna (el propósito de las edades) que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor (Dios ha formado un Plan que es Eterno en referencia a la Salvación de los hombres, y el Plan está centrado en el Señor Jesús y lo que Él hizo en la Cruz):
12 En El Cual (se refiere a Cristo, pero más en particular a lo que Él hizo en la Cruz por nosotros) tenemos seguridad (debido a la Cruz, podemos ya tener la osadía de acercarnos a Dios [Heb. 4:16]) y entrada (la única manera por la cual podemos tener acceso al Trono de Dios es por medio y a través de Jesucristo y Su Obra Expiatoria en la Cruz) con confianza por la Fe de Él. ("La Fe" está envuelta en Jesucristo y Su Cruz.)
LAS BENDICIONES
13 Por tanto, pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros (no dejen que se debilite su Fe a causa de mi encarcelamiento), las cuales son vuestra gloria. (Independientemente de lo que me pase al final saldrá una mayor proclamación del Evangelio, que será para su bienestar.)
14 Por esta causa (la propagación del Evangelio) doblo mis rodillas al Padre de nuestro Señor Jesucristo (Pablo está diciendo que él se postra a la Voluntad de Dios, sea cual fuese esa Voluntad),
15 De Quien (el Señor Jesucristo) es nombrada toda la familia (todos los que han aceptado a Cristo) en los Cielos y en la Tierra (los Creyentes que han pasado a estar con el Señor y los Creyentes que están vivos en la Tierra),
16 Que Él (Cristo Jesús) os dé, conforme a las riquezas de Su Gloria (se refiere a todas las perfecciones reveladas de Dios, no solamente Su Gracia y Poder), el ser capacitados con poder en el hombre interior (el espíritu del hombre) por Su Espíritu (se llevará a cabo, si nuestra Fe está siempre en la Cruz, por la cual el Espíritu Santo obra);
17 Que habite Cristo por la Fe en vuestros corazones (que se lleva a cabo por nuestra Fe en la Cruz); para que, arraigados y fundados en amor (firmemente establecido y muy fundado),
18 Podáis bien comprender con todos los Santos (no solamente entender, sino también, "asirse de ello para hacerlo propio") cuál sea la anchura, y la longitud, y la profundidad, y la altura (metáforas usadas por Pablo para explicar la inmensidad del Amor de Dios por los Santos);
19 Y conocer el Amor de Cristo (indica el conocimiento adquirido por la experiencia), que excede a todo conocimiento (el Creyente puede conocer el Amor de Cristo, pero no puede agotar el conocimiento de aquel Amor), para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios (nos llega solamente por Cristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz).
20 Y a Aquél Que es poderoso (presenta a Dios como la Fuente de todo el Poder) para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos (hasta más allá de nuestra comprensión de lo que el Espíritu Santo puede explicar sólo en estos términos), según el poder que obra en nosotros (la palabra "según" se refiere al hecho de que este Poder puede obrar en nosotros sólo cuando seguimos el Orden Prescrito de la Victoria de Dios, que es la Cruz y nuestra Fe en aquella Obra Terminada; entonces le da al Espíritu Santo libertad de acción para usar Su Gran Poder a nuestro favor),
21 A Él sea Gloria (Cristo y la Iglesia como un Cuerpo serán el vehículo de aquella demostración eterna) en la Iglesia (el Cuerpo de Cristo) por Cristo Jesús (hecho posible por nuestro Señor y lo que Él hizo en la Cruz), por todas las generaciones por los siglos de los siglos (Eterna). Amén.




Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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