18 October 2014

El 18 de octubre Lectura Bíblica Diaria




El 18 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Isaías 61 a 63:
El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, a pregonar el año del favor del Señor y el día de la venganza de nuestro Dios, a consolar a todos los que están de duelo, y a confortar a los dolientes de Sión. en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento. Serán llamados robles de justicia, plantío del Señor, para mostrar su gloria. Reconstruirán las ruinas antiguas, y restaurarán los escombros de antaño; repararán las ciudades en ruinas, y los escombros de muchas generaciones. Gente extraña pastoreará los rebaños de ustedes, y sus campos y viñedos serán labrados por un pueblo extranjero. Pero a ustedes los llamarán "sacerdotes del Señor"; les dirán "ministros de nuestro Dios". Se alimentarán de las riquezas de las naciones, y se jactarán de los tesoros de ellas. En vez de su vergüenza, mi pueblo recibirá doble porción; en vez de deshonra, se regocijará en su herencia; y así en su tierra recibirá doble herencia, y su alegría será eterna. "Yo, el Señor, amo la justicia, pero odio el robo y la iniquidad. y haré con ellos un pacto eterno. Sus descendientes serán conocidos entre las naciones, y sus vástagos, entre los pueblos. Quienes los vean, reconocerán que ellos son descendencia bendecida del Señor." Me deleito mucho en el Señor; me regocijo en mi Dios. y me cubrió con el manto de la justicia. Soy semejante a un novio que luce su diadema, o una novia adornada con sus joyas. Porque así como la tierra hace que broten los retoños, y el huerto hace que germinen las semillas, así el Señor omnipotente hará que broten la justicia y la alabanza ante todas las naciones. Por amor a Sión no guardaré silencio, por amor a Jerusalén no desmayaré, hasta que su justicia resplandezca como la aurora, y como antorcha encendida su salvación. Las naciones verán tu justicia, y todos los reyes tu gloria; recibirás un nombre nuevo, que el Señor mismo te dará. Serás en la mano del Señor como una corona esplendorosa, ¡como una diadema real en la palma de tu Dios! Ya no te llamarán "Abandonada", ni a tu tierra la llamarán "Desolada", sino que serás llamada "Mi deleite"; tu tierra se llamará "Mi esposa"; porque el Señor se deleitará en ti, y tu tierra tendrá esposo. Como un joven que se casa con una doncella, así el que te edifica se casará contigo; como un novio que se regocija por su novia, así tu Dios se regocijará por ti. Jerusalén, sobre tus muros he puesto centinelas que nunca callarán, ni de día ni de noche. Ustedes, los que invocan al Señor, no se den descanso; ni tampoco lo dejen descansar, hasta que establezca a Jerusalén y la convierta en la alabanza de la tierra. Por su mano derecha, por su brazo poderoso, ha jurado el Señor: "Nunca más daré a tus enemigos tu grano como alimento, ni se beberá gente extranjera el vino nuevo por el que trabajaste. Alabando al Señor comerán el grano quienes lo hayan cosechado; en los atrios de mi santuario beberán el vino quienes hayan trabajado en la vendimia." ¡Pasen, pasen por las puertas! Preparen el camino para el pueblo. ¡Construyan la carretera! ¡Quítenle todas las piedras! ¡Desplieguen sobre los pueblos la bandera! He aquí lo que el Señor ha proclamado hasta los confines de la tierra: "Digan a la hija de Sión: ¡Ahí viene tu Salvador! Trae su premio consigo; su recompensa lo acompaña. " Serán llamados "Pueblo santo", "Redimidos del Señor"; y tú serás llamada "Ciudad anhelada", "Ciudad nunca abandonada". ¿Quién es este que viene de Edom, desde Bosra, vestido de púrpura? ¿Quién es este de espléndido ropaje, que avanza con fuerza arrolladora? "Soy yo, el que habla con justicia, el que tiene poder para salvar." ¿Por qué están rojos tus vestidos, como los del que pisa las uvas en el lagar? "He pisado el lagar yo solo; ninguno de los pueblos estuvo conmigo. Los he pisoteado en mi enojo; los he aplastado en mi ira. Su sangre salpicó mis vestidos, y me manché toda la ropa. ¡Ya tengo planeado el día de la venganza! ¡El año de mi redención ha llegado! Miré, pero no hubo quien me ayudara, me asombró que nadie me diera apoyo. Mi propio brazo me dio la victoria; ¡mi propia ira me sostuvo! En mi enojo pisoteé a los pueblos, y los embriagué con la copa de mi ira; ¡hice correr su sangre sobre la tierra!" Recordaré el gran amor del Señor, y sus hechos dignos de alabanza, por todo lo que hizo por nosotros, por su compasión y gran amor. ¡Sí, por la multitud de cosas buenas que ha hecho por los descendientes de Israel! Declaró: "Verdaderamente son mi pueblo, hijos que no me engañarán." de todas sus angustias. Él mismo los salvó; no envió un emisario ni un ángel. En su amor y misericordia los rescató; los levantó y los llevó en sus brazos como en los tiempos de antaño. Pero ellos se rebelaron y afligieron a su santo Espíritu. Por eso se convirtió en su enemigo, y luchó él mismo contra ellos. Su pueblo recordó los tiempos pasados, los tiempos de Moisés: ¿Dónde está el que los guió a través del mar, como guía el pastor a su rebaño? ¿Dónde está el que puso su santo Espíritu entre ellos, el que hizo que su glorioso brazo marchara a la derecha de Moisés, el que separó las aguas a su paso, para ganarse renombre eterno? ¿Dónde está el que los guió a través del mar, como a caballo en el desierto, sin que ellos tropezaran? El Espíritu del Señor les dio descanso, como a ganado que pasta en la llanura. Fue así como guiaste a tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso. Mira bien desde el cielo; observa desde tu morada santa y gloriosa. ¿Dónde están tu celo y tu poder? ¡Se nos niega tu abundante compasión y ternura! Pero tú eres nuestro Padre, aunque Abraham no nos conozca ni nos reconozca Israel; tú, Señor, eres nuestro Padre; ¡tu nombre ha sido siempre "nuestro Redentor"! ¿Por qué, Señor, nos desvías de tus caminos, y endureces nuestro corazón para que no te temamos? Vuelve por amor a tus siervos, por las tribus que son tu herencia. Tu pueblo poseyó por un tiempo tu santuario, pero ahora lo han pisoteado nuestros enemigos. Estamos como si nunca nos hubieras gobernado, como si nunca hubiéramos llevado tu nombre.



Salmo 8:



Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra! ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos! Por causa de tus adversarios has hecho que brote la alabanza de labios de los pequeñitos y de los niños de pecho, para silenciar al enemigo y al rebelde. Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: "¿Qué es el *hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano, para que lo tomes en cuenta?" Pues lo hiciste poco menos que un dios, y lo coronaste de gloria y de honra: lo entronizaste sobre la obra de tus manos, todo lo sometiste a su dominio; todas las ovejas, todos los bueyes, todos los animales del campo, las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que surca los senderos del mar. Oh Señor, soberano nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!




Proverbs 27



No te jactes del día de mañana, porque no sabes lo que el día traerá. No te jactes de ti mismo; que sean otros los que te alaben. Pesada es la piedra, pesada es la arena, pero más pesada es la ira del necio. Cruel es la furia, y arrolladora la ira, pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia? Más vale ser reprendido con franqueza que ser amado en secreto. Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa. Al que no tiene hambre, hasta la miel lo empalaga; al hambriento, hasta lo amargo le es dulce. Como ave que vaga lejos del nido es el hombre que vaga lejos del hogar. El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo. No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre. No vayas a la casa de tu hermano cuando tengas un problema. Más vale vecino cercano que hermano distante. Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón; así podré responder a los que me desprecian. El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias. Toma la prenda del que salga fiador por un extraño; reténla en garantía si la entrega por la mujer ajena. El mejor saludo se juzga una impertinencia cuando se da a gritos y de madrugada. Gotera constante en un día lluvioso es la mujer que siempre pelea. Quien la domine, podrá dominar el viento y retener aceite en la mano. El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre. El que cuida de la higuera comerá de sus higos, y el que vela por su amo recibirá honores. En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona. El sepulcro, la muerte y los ojos del hombre jamás se dan por satisfechos. En el crisol se prueba la plata; en el horno se prueba el oro; ante las alabanzas, el hombre. Aunque al necio lo muelas y lo remuelas, y lo machaques como al grano, no le quitarás la necedad. Asegúrate de saber cómo están tus rebaños; cuida mucho de tus ovejas; pues las riquezas no son eternas ni la fortuna está siempre segura. Cuando se limpien los campos y brote el verdor, y en los montes se recoja la hierba, las ovejas te darán para el vestido, y las cabras para comprar un campo; tendrás leche de cabra en abundancia para que se alimenten tú y tu familia, y toda tu servidumbre.





El Libro de Juan Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚNSAN JUAN


CAPÍTULO 3
(30 d.C.)
NICODEMO




Y HABÍA un hombre de los Fariseos, que se llamaba Nicodemo (fue dicho que era uno de los tres hombres más ricos en Jerusalén), Prominente entre los Judíos (un miembro del Sanedrín, el cuerpo Gobernante de Israel).
2 Éste vino a Jesús de noche (no se sabe exactamente por qué vino él de noche), y Le dijo, Rabí, nosotros sabemos que has venido de Dios como Maestro (el pronombre "nosotros" podría indicar que Nicodemo representaba a algunos miembros del Sanedrín; aquí Nicodemo se dirigió a Cristo como hombre y no como Dios; la Cruz le cambiaría): porque nadie puede hacer estas Señales que Tú haces, si no fuere Dios con Él (¡en esto, tiene razón!).
3 Respondió Jesús y le dijo (presenta una contestación completamente distinta de la que él esperaba), De cierto, de cierto, te digo, Que él que no naciere de nuevo (el término, "Nacer de Nuevo," quiere decir que el hombre ya ha tenido un nacimiento natural, pero ahora tiene que haber un Nacimiento Espiritual, lo cual acontece por Fe en Cristo, y lo que Él hizo en la Cruz por nosotros, y es obtenible por todos), no puede ver el Reino de Dios (en realidad quiere decir que sin el Nuevo Nacimiento, no se puede entender o comprender el "Reino de Dios").
4 Le dice Nicodemo, ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? (Se refiere a este líder espiritual de Israel como que le faltaba conocimiento con respecto a todo lo que Jesús le estaba diciendo. Si él hubiese realmente "Nacido de Nuevo," hubiese entendido estos términos.) ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer? (Parece que no sabía el lenguaje de los Profetas acerca de la circuncisión del corazón [Deut. 30:6; Jer. 4:4], y acerca de un corazón duro y un espíritu recto [Sal. 51:10; Ezeq. 36:26-27].)
5 Respondió Jesús, De cierto, de cierto, te digo, Que el que no naciere de agua y del Espíritu (la frase, "Naciere de agua," se refiere al nacimiento natural, lo que Jesús menciona en el siguiente Versículo, y es propio a un bebé cuando nace; "Nacido del Espíritu" se refiere a un Nacimiento Espiritual, que solamente Dios efectúa; y no se refiere tampoco al Bautismo en Agua), no puede entrar en el Reino de Dios.
6 Lo que es nacido de la carne, carne es (tiene que ver con el nacimiento natural, y es ilustrado, como se expresó anteriormente, por la frase, "Naciere de agua"); y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (tiene que ver con lo que es únicamente de Dios; la [carne] no tiene relación alguna al [Espíritu] y no pueden ser unidos).
7 No te maravilles de que te dije, Os es necesario nacer otra vez (es evidente que se dirige a la sorpresa, que debió haberse reflejado en el semblante de Nicodemo).
8 El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido, mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde vaya (presenta la manera cómo Jesús explica la experiencia de "Nacer de Nuevo"; Él la compara con el viento que viene y va, pero es imposible distinguir exactamente cómo): así es todo aquel que es nacido del Espíritu (es un nacimiento espiritual, por eso no se puede explicar intelectualmente).
9 Respondió Nicodemo y Le dijo, ¿Cómo puede esto hacerse? (No haber "Nacido de Nuevo" en ese determinado momento, y a pesar de su gran inteligencia en otros aspectos, no tiene entendimiento alguno de esta gran Verdad; ¡él es religioso pero perdido!)
10 Respondió Jesús y le dijo, ¿Tú eres un Maestro de Israel (le tenían en cuenta como uno de los grandes líderes espirituales de Israel), y no sabes esto? (Como líder espiritual, él debería conocer el Camino de la Salvación, pero lo triste es que él no lo conocía.)
11 De cierto, de cierto, te digo, Que lo que sabemos hablamos (Jesús se refería de la Deidad Trino, y también de todos los "Apóstoles y Profetas"; en esencia, Él se refiere a la Palabra de Dios, y estaba dirigiendo a Nicodemo a aquella Fuente en vez de la tradición), y lo que hemos visto, testificamos (quiere decir que realmente se puede "ver" el fruto o ventajas de este "Testimonio," es decir, "la Palabra de Dios"); y no recibís nuestro testimonio (tiene que ver con el Sanedrín Judaico).
12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis (se refiere al tipo y acontecimientos terrenales en la Biblia, tales como los Sacrificios y Días de Fiesta, etc., que sin duda Nicodemo había leído muchas veces, pero estaba tan ciego que él no veía ni creía sus lecciones), ¿cómo creeréis si os dijere las Celestiales? (En efecto, nos dice que si conociéramos a Jesús como Dios [lo Celestial], debemos conocer primero a Jesús y la Encarnación [lo terrenal]. Nicodemo se había dirigido a Jesús como simplemente un "Maestro." Entonces, hasta que él entienda a Dios hecho carne y que mora entre los hombres, él no entenderá los asuntos Celestiales.)
13 Y nadie subió al Cielo, sino El Que descendió del Cielo (Él bajó del Cielo y se hizo Hombre, y aproximadamente tres años y medio más tarde subirá al Cielo, cuando Su Misión se haya cumplido), aun el Hijo del Hombre que está en el Cielo (mejor traducido, "que es del Cielo").
14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto (se refiere a Núm. 21:5-9; "la serpiente" representa a Satanás que es el autor del pecado), así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado (se refiere a Cristo siendo levantado sobre la Cruz, que con sólo eso se puede derrotar a Satanás y al pecado):
15 Para que todo aquel (destruye la explicación errónea de la predestinación hiper-Calvinística, es a saber, que algunos están predestinados para ser salvos, mientras todos los demás están predestinados para estar perdidos; la palabra "todo aquel" quiere decir que ninguno está excluido de ser perdido, y ninguno está excluido de ser salvo) que en Él creyere (cree en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; de otro modo, perece), no se pierda, sino que tenga Vida Eterna (la Vida de Dios, El Que es el Único Dios Sempiterno, Quien tiene la vida en Sí Mismo, y que Únicamente tiene la inmortalidad).
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo (presenta la clase de Amor que es de Dios), que ha dado a Su Hijo Unigénito (Le entregó a la Cruz, ya que esto es lo que se exige para redimir a la humanidad), para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida Eterna.
17 Porque no envió Dios a Su Hijo al mundo, para que condene al mundo (quiere decir que el Objetivo de la Misión de Cristo era Salvar, pero el asunto para aquéllos que lo rechazan debe y sólo puede ser la condenación); mas para que el mundo sea salvo por Él (Jesucristo es la única Salvación para el mundo; ¡no hay otra alguna! además, Él es la Salvación solamente mediante la Cruz; en consecuencia, la Cruz debe ser siempre el Objeto de nuestra Fe).
18 El que en Él cree, no es condenado (no está condenado para estar eternamente perdido en el Lago de Fuego para siempre jamás [Apoc. 20:11-15]): mas el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el Nombre del Unigénito Hijo de Dios (todo esto se refiere a Cristo y lo que Él hizo en la Cruz a fin de redimir a la humanidad; la Salvación nunca es por obras, sino por la Gracia por medio de la Fe, siempre con la Cruz como Objeto de aquella Fe).
19 Y esta es la condenación, porque la Luz vino al mundo (se refiere a Jesús como la "Luz"; ¡no hay otra alguna!), y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, porque sus obras eran malas (el gran castigo del pecado es el deseo pecaminoso; el amor a las tinieblas es la consecuencia de los malos caminos del hombre; el rechazo de Jesucristo no es la causa de la perdición del hombre, sino más bien el resultado de ello).
20 Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la Luz (presenta una reprensión notable a Nicodemo con una penetración de una espada afilada, diciéndole que los malhechores eligen las tinieblas, entonces, ¿por qué vino este Fariseo de noche?), y no viene a la Luz, para que sus obras no sean redargüidas (aceptar verdaderamente a Jesús significa la Revelación y la condenación de todo mal camino, que es totalmente diferente a las religiones del mundo que no revelan nada; la "Luz" automáticamente revela lo que las tinieblas oculta).
21 Mas el que obra verdad viene a la Luz (El Espíritu Santo coloca el deseo por la verdad en el corazón del hombre, por medio de la Palabra revelada de Dios; si la persona sinceramente quiere "hacer la verdad," entonces debe aceptar a Cristo, ya que Cristo es la única "Luz"), para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios (el gran cambio que ocurre en la vida del pecador que ahora Cree y acepta a Cristo; las acciones perversas son borradas para siempre en la Sangre del Cordero de Dios, y ponen en su lugar las acciones de justicia).
22 Pasado esto vino Jesús con Sus Discípulos a la Tierra de Judea (quiere decir que Jesús y Sus Discípulos dejaron la metrópoli de Jerusalén, donde la hostilidad ya comenzaba a aumentar, sobre todo considerando Su purificación del Templo; fueron a otras partes de Judea); y estaba allí con ellos, y bautizaba (Él Mismo en realidad no hizo ningún bautismo; sino fueron Sus Discípulos, mas sin duda fue bajo Su Dirección; La Escritura parece indicar que esta práctica no se realizó por mucho tiempo; sin duda, Cristo lo hizo para confirmar el Ministerio de Juan el Bautista, cuyo gran énfasis fue el Bautismo en Agua).
JUAN EL BAUTISTA
23 Y bautizaba también Juan en Enón junto a Salim, porque había allí muchas aguas (se cree que estaba situado a unos 80 kilómetros [50 millas] al norte de Jerusalén en Samaria): y venían, y eran bautizados (significa que las multitudes siguieron viniendo, pero en realidad ya disminuían para ese entonces).
24 Porque Juan no había sido aún puesto en la cárcel (el Espíritu Santo nos dice aquí que el Ministerio de Juan el Bautista estaba a punto de concluir).
25 Y hubo cuestión entre los discípulos de Juan y los Judíos acerca de la purificación (¡fue un debate muy airado! el debate se trataba de la cantidad de leyes y rituales inventados por los Fariseos; en otras palabras, ¡mucho ruido y pocas nueces!).
26 Y vinieron a Juan, y le dijeron, Rabí, El Que estaba contigo de la otra parte del Jordán, del Cual tú diste testimonio (Jesús), he aquí, bautiza, y todos vienen a Él (intentaron instigar rivalidad entre Cristo y Juan, y más concretamente para degradar a Juan).
27 Respondió Juan y dijo, No puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del Cielo (el Ministerio de Juan era de Dios y, por lo tanto, del Cielo; y el Ministerio de Cristo era de Dios y, por lo tanto, del Cielo; por consiguiente, ellos se complementaban el uno al otro; ¡no había rivalidad alguna!).
28 Vosotros mismos me sois testigos que dije, Yo no soy el Cristo (quiere decir que él era servil y sumiso a Aquél Quién realmente es el Cristo), sino que soy enviado delante de Él (declara el hecho de que Juan estaba bajo la autoridad de Cristo, y no la autoridad de los Fariseos, o cualquier parte de la jerarquía religiosa de Israel).
29 El que tiene la novia, es el novio (decía que todas las almas que él ha ganado en realidad le pertenecen a Jesús, y no a él, porque Jesús es el "Novio"; en consecuencia, no se ofende por las grandes multitudes que iban a Jesús, que en un principio habían venido a él): mas el amigo del novio (lo que Juan concluye que eso era él), que está en pie y Le oye (se refiere al Ministerio de Cristo, que excede todo lo que Juan jamás podría haber imaginado), se goza grandemente de la Voz del novio (se refiere al Ministerio de Cristo): así pues, este mi gozo es cumplido (Juan no sólo había "realizado" su misión, sino que se sintió "realizado").
30 A Él conviene crecer (Él siempre debe "crecer," no los hombres, ni las denominaciones u oficinas religiosas, ni la Virgen María, ni los Apóstoles, etc.), mas a mí menguar (los Ministros del Nuevo Convenio deben tomar nota de la Alabanza Divina y la abnegación, cuando le preparamos el Camino del Señor a los corazones humanos; debemos escondernos detrás de la Gloria mayor de nuestro Señor; somos exitosos, sólo cuando tenemos éxito en hacer esto).
31 El Que de arriba viene, sobre todos es (se refiere al hecho de que Cristo era un hombre, pero sobre todo que Él era más que hombre, de hecho, Dios): el que es de la Tierra, terrenal es, y cosas terrenales habla (se refiere a todos los hombres, hasta los grandes Profetas, que son por necesidad limitados): El Que viene del Cielo, sobre todos es (¡coloca a Cristo en una categoría por encima de todos los hombres, justo como Él debe ser!).
32 Y lo que vio y oyó, esto testifica (se refiere a lo que Jesús recibió del Padre, que atestiguó de Él y Él de ello); y nadie recibe Su Testimonio (quiere decir que ningún hombre contribuyó a Su Testimonio, sino que todo fue de Dios).
33 El que recibe Su Testimonio (se refiere a todos los que han creído en Su Nombre y Lo han aceptado como Señor y Salvador), éste ha puesto Su Sello que Dios es verdadero (tiene que ver con el hombre que recibe el testimonio del Hijo como el Dador de la Vida Eterna; así como el testimonio de Jesús es verdadero en todo sentido, así describe que Dios es verdadero a Su Palabra).
34 Porque El Que Dios envió las Palabras de Dios habla (se refiere a Cristo Quien siempre tenía la Mente de Dios y, por lo tanto, la Palabra de Dios): porque no Le da Dios el Espíritu por medida (se refiere al hecho de que todas las personas, quien sea que fuese, y aun el mejor, mientras que teniendo el Espíritu Santo, fue por "medida," que no fue así con Jesús; Él tenía el Espíritu en Su totalidad, por lo tanto, las constantes sanidades y milagros).
35 El Padre ama al Hijo (se refiere a la Encarnación, y lo que Cristo haría para redimir a la humanidad), y todas las cosas dio en Su Mano (se refiere al gran Plan de Redención que el Señor Jesucristo llevaría a cabo).
36 El que cree en el Hijo tiene Vida Eterna (le declara a todos el sencillo Plan de la Salvación; las consecuencias son eternas): más el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida (significa que hay sólo un Camino para ser salvo, y es confiar en Cristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz); sino que la ira de Dios está sobre él (la única manera para ser limpio del pecado es por la Sangre Preciosa de Cristo, y nuestra Fe en esa Obra Terminada; no hacer esto significa que el pecado permanece, y por siempre la Ira de Dios debe estar opuesto al pecado, y a aquéllos que lo permiten que permanezca en sus vidas).


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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