16 October 2014

El 17 de octubre Lectura Bíblica Diaria



El 17 de octubre Lectura Bíblica Diaria:

Isaías 58 a 60:
"¡Grita con toda tu fuerza, no te reprimas! Alza tu voz como trompeta. Denúnciale a mi pueblo sus rebeldías; sus pecados, a los descendientes de Jacob. Porque día tras día me buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos. Me piden decisiones justas, y desean acercarse a mí, y hasta me reclaman: ¿Para qué ayunamos, si no lo tomas en cuenta? ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo notas? "Pero el día en que ustedes ayunan, hacen negocios y explotan a sus obreros. Ustedes sólo ayunan para pelear y reñir, y darse puñetazos a mansalva. Si quieren que el cielo atienda sus ruegos, ¡ayunen, pero no como ahora lo hacen! ¿Acaso el ayuno que he escogido es sólo un día para que el hombre se mortifique? ¿Y sólo para que incline la cabeza como un junco, haga duelo y se cubra de ceniza? ¿A eso llaman ustedes día de ayuno y el día aceptable al Señor? "El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes? Si así procedes, tu luz despuntará como la aurora, y al instante llegará tu sanidad; tu justicia te abrirá el camino, y la gloria del Señor te seguirá. Llamarás, y el Señor responderá; pedirás ayuda, y él dirá: ¡Aquí estoy! "Si desechas el yugo de opresión, el dedo acusador y la lengua maliciosa, si te dedicas a ayudar a los hambrientos y a saciar la necesidad del desvalido, entonces brillará tu luz en las tinieblas, y como el mediodía será tu noche. El Señor te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus huesos. Serás como jardín bien regado, como manantial cuyas aguas no se agotan. Tu pueblo reconstruirá las ruinas antiguas y levantará los cimientos de antaño; serás llamado reparador de muros derruidos, restaurador de calles transitables. "Si dejas de profanar el sábado, y no haces negocios en mi día santo; si llamas al sábado delicia, y al día santo del Señor, honorable; si te abstienes de profanarlo, y lo honras no haciendo negocios ni profiriendo palabras inútiles, entonces hallarás tu gozo en el Señor; sobre las cumbres de la tierra te haré cabalgar, y haré que te deleites en la herencia de tu padre Jacob." El Señor mismo lo ha dicho. La mano del Señor no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír. Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios. a ocultar su rostro para no escuchar. Ustedes tienen las manos manchadas de sangre y los dedos manchados de iniquidad. Sus labios dicen mentiras; su lengua murmura maldades. Nadie clama por la justicia, nadie va a juicio con integridad. Se confía en argumentos sin sentido, y se mienten unos a otros. y dan a luz perversidad. Incuban huevos de víboras y tejen telarañas. El que coma de estos huevos morirá; si uno de ellos se rompe, saldrá una culebra. Sus tejidos no sirven para vestido; no podrán cubrirse con lo que fabrican. Sus obras son obras de iniquidad, y sus manos generan violencia. Sus pies corren hacia el mal; se apresuran a derramar sangre inocente. Sus pensamientos son perversos; dejan ruina y destrucción en sus caminos. No conocen la senda de la paz; no hay justicia alguna en su camino. Abren senderos tortuosos, y el que anda por ellos no conoce la paz. Por eso el derecho está lejos de nosotros, y la justicia queda fuera de nuestro alcance. Esperábamos luz, pero todo es tinieblas; claridad, pero andamos en densa oscuridad. Vamos palpando la pared como los ciegos, andamos a tientas como los que no tienen ojos. En pleno mediodía tropezamos como si fuera de noche; teniendo fuerzas, estamos como muertos. Todos nosotros gruñimos como osos, gemimos como palomas. Esperábamos la justicia, y no llegó; ¡la liberación sigue lejos de nosotros! Tú sabes que son muchas nuestras rebeliones; nuestros pecados nos acusan. Nuestras rebeliones no nos dejan; conocemos nuestras iniquidades. Hemos sido rebeldes; hemos negado al Señor. ¡Le hemos vuelto la espalda a nuestro Dios! Fomentamos la opresión y la traición; proferimos las mentiras concebidas en nuestro corazón. Así se le vuelve la espalda al derecho, y se mantiene alejada la justicia; a la verdad se le hace tropezar en la plaza, y no le damos lugar a la honradez. No se ve la verdad por ninguna parte; al que se aparta del mal lo despojan de todo. El Señor lo ha visto, y le ha disgustado ver que no hay justicia alguna. Lo ha visto, y le ha asombrado ver que no hay nadie que intervenga. Por eso su propio brazo vendrá a salvarlos; su propia justicia los sostendrá. Se pondrá la justicia como coraza, y se cubrirá la cabeza con el casco de la salvación; se vestirá con ropas de venganza, y se envolverá en el manto de sus celos. Les pagará según sus obras; a las costas lejanas les dará su merecido: furor para sus adversarios, y retribución para sus enemigos. Desde el occidente temerán el nombre del Señor, y desde el oriente respetarán su gloria. Porque vendrá como un torrente caudaloso, impulsado por el soplo del Señor. "El Redentor vendrá a Sión; ¡vendrá a todos los de Jacob que se arrepientan de su rebeldía! afirma el Señor. "En cuanto a mí dice el Señor, éste es mi pacto con ellos: Mi Espíritu que está sobre ti, y mis palabras que he puesto en tus labios, no se apartarán más de ti, ni de tus hijos ni de sus descendientes, desde ahora y para siempre dice el Señor. "¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti! Mira, las tinieblas cubren la tierra, y una densa oscuridad se cierne sobre los pueblos. Pero la aurora del Señor brillará sobre ti; ¡sobre ti se manifestará su gloria! Las naciones serán guiadas por tu luz, y los reyes, por tu amanecer esplendoroso. "Alza los ojos, mira a tu alrededor: todos se reúnen y acuden a ti. Tus hijos llegan desde lejos; a tus hijas las traen en brazos. Verás esto y te pondrás radiante de alegría; vibrará tu corazón y se henchirá de gozo; porque te traerán los tesoros del mar, y te llegarán las riquezas de las naciones. Te llenarás con caravanas de camellos, con dromedarios de Madián y de Efa. Vendrán todos los de Sabá, cargando oro e incienso y proclamando las alabanzas del Señor. En ti se reunirán todos los rebaños de Cedar, te servirán los carneros de Nebayot; subirán como ofrendas agradables sobre mi altar, y yo embelleceré mi templo glorioso. "¿Quiénes son los que pasan como nubes, y como palomas rumbo a su palomar? En mí esperarán las costas lejanas; a la cabeza vendrán los barcos de Tarsis trayendo de lejos a tus hijos, y con ellos su oro y su plata, para la honra del Señor tu Dios, el Santo de Israel, porque él te ha llenado de gloria. "Los extranjeros reconstruirán tus muros, y sus reyes te servirán. Aunque en mi furor te castigué, por mi bondad tendré compasión de ti. Tus puertas estarán siempre abiertas, ni de día ni de noche se cerrarán; a ti serán traídas las riquezas de las naciones; ante ti desfilarán sus derrotados reyes. La nación o el reino que no te sirva, perecerá; quedarán arruinados por completo. "Te llegará la gloria del Líbano, con el ciprés, el olmo y el abeto, para embellecer el lugar de mi santuario. Glorificaré el lugar donde reposan mis pies. Ante ti vendrán a inclinarse los hijos de tus opresores; todos los que te desprecian se postrarán a tus pies, y te llamarán Ciudad del Señor, Sión del Santo de Israel. "Aunque fuiste abandonada y aborrecida, y nadie transitaba por tus calles, haré de ti el orgullo eterno y la alegría de todas las generaciones. Te alimentarás con la leche de las naciones, con la riqueza de los reyes serás amamantada. Sabrás entonces que yo, el Señor, soy tu Salvador; que yo, el Poderoso de Jacob, soy tu Redentor. En vez de bronce te traeré oro; en lugar de hierro, plata. En vez de madera te traeré bronce, y en lugar de piedras, hierro. Haré que la paz te gobierne, y que la justicia te rija. Ya no se sabrá de violencia en tu tierra, ni de ruina y destrucción en tus fronteras, sino que llamarás a tus muros Salvación, y a tus puertas, Alabanza. Ya no será el sol tu luz durante el día, ni con su resplandor te alumbrará la luna, porque el Señor será tu luz eterna; tu Dios será tu gloria. Tu sol no volverá a ponerse, ni menguará tu luna; será el Señor tu luz eterna, y llegarán a su fin tus días de duelo. Entonces todo tu pueblo será justo y poseerá la tierra para siempre. Serán el retoño plantado por mí mismo, la obra maestra que me glorificará. El más débil se multiplicará por miles, y el menor llegará a ser una nación poderosa. Yo soy el Señor; cuando llegue el momento, actuaré sin demora."



Psalms 7



¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre. Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho? ¿qué mal he cometido? Si le he hecho daño a mi amigo, si he despojado sin razón al que me oprime, entonces que mi enemigo me persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos. Selah. ¡Levántate, Señor, en tu ira; enfréntate al furor de mis enemigos! ¡Despierta, oh Dios, e imparte justicia! Que en torno tuyo se reúnan los pueblos; reina sobre ellos desde lo alto. ¡El Señor juzgará a los pueblos! Júzgame, Señor, conforme a mi justicia; págame conforme a mi inocencia. Dios justo, que examinas mente y corazón, acaba con la maldad de los malvados y mantén firme al que es justo. Mi escudo está en Dios, que salva a los de corazón recto. Dios es un juez justo, un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo. Si el malvado no se arrepiente, Dios afilará la espada y tensará el arco; ya ha preparado sus mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas. Miren al preñado de maldad: Concibió iniquidad y parirá mentira. Cavó una fosa y la ahondó, y en esa misma fosa caerá. Su iniquidad se volverá contra él; su violencia recaerá sobre su cabeza. ¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al nombre del Señor altísimo cantaré salmos!



Proverbs 26



Ni la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera lleva a la ruina.





El Libro de Juan Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚNSAN JUAN
CAPÍTULO 2
(30 d.C.)
EL PRIMER MILAGRO




Y AL tercer día (se refiere a la cantidad de tiempo que había transcurrido desde que Jesús dejó la Tentación en el Desierto para comenzar Su Ministerio público) se hicieron unas bodas en Caná de Galilea (el sitio que ocasiona Su Primer Milagro); y estaba allí la madre de Jesús (indica que ella ya estaba allí cuando llegó Jesús):
2 Y fue también llamado Jesús y Sus Discípulos a las bodas (Él pudo haber tenido solamente unos cinco Discípulos al comienzo de Su Ministerio).
3 Y faltando el vino (ellos se habían quedado sin vino; la palabra Griega para vino, como se usa aquí, es "oinos"; significa fermentado o no fermentado, según como se usaba; todo indica que no era fermentado, es decir, "jugo de uva"), la madre de Jesús (María) Le dijo, Vino no tienen (había una indicación en su espíritu, colocada allí por el Espíritu Santo, que ella debería apelar a su Hijo).
4 Y le dice Jesús, ¿Qué tengo yo contigo, mujer? (El término "Mujer," como se usaba en esa época, era básicamente lo mismo como actualmente se usa hoy la palabra "Señora." La lengua insinúa que el período de sometimiento a María [se cree que José ya había muerto] ya había terminado.) Aún no ha venido Mi hora (quiere decir que si esta es la hora cuando Él debiera comenzar Su Ministerio Milagroso, ¡tal dirección tendría que venir de Dios, y Dios Solo! en otras palabras, con respecto a cosas espirituales, Él no estaba allí para hacer lo que Su madre quería, sino más bien lo que Dios quería; la Iglesia Católica debiera tomar nota de esto).
5 Su madre dice a los que servían (indica una Revelación a ella por el Espíritu Santo), Haced todo lo que os dijere (representa las últimas palabras registradas de María; con estas palabras ella se hizo a un lado, en efecto, diciéndole a los siervos que no recurrieran a ella y acudieran a Él).
6 Y estaban allí seis grandes tinajas de piedra para agua, conforme a la purificación de los Judíos (el "6" representa el número del hombre, y no siempre alcanza la perfección representada por el número "7," llamado el "número de Dios"), que cabían en cada una dos o tres cántaros (se refiere a unos 68 a 102 litros [18 a 27 galones] cada uno, según el tamaño; como es obvio, éstos eran bastante grandes).
7 Les dice Jesús, Llenad estas tinajas de agua (quiere decir que había llegado Su hora, y Su Padre Divino Le había dado instrucciones en cuanto a lo que Él debería hacer). Y las llenaron hasta arriba (presentaba todo lo que el hombre podría hacer; el resto era la decisión de nuestro Señor).
8 Y les dice, Sacad ahora, y presentad al Maestresala (era todo lo que fue dicho y hecho). Así lo hicieron.
9 Y cuando el Maestresala gustó el agua hecha vino, que no sabía de dónde era (desde luego, esta situación había ocurrido en la presencia de unas cuantas personas solamente): (mas lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua;) el Maestresala llama al esposo,
10 Y le dice, Todo hombre pone primero el buen vino; y cuando están satisfechos (no significa que estaban intoxicados, como algunos lo suponen, sino que ya habían bebido mucho), entonces lo que es peor: mas tú has guardado el buen vino hasta ahora (¡guardaron lo mejor por último, pero no intencionadamente!).
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea (fue el Primer Milagro que Él obró; ¡luego iba a haber muchos más!), y manifestó Su Gloria (se realizó primero este tipo de milagro para demostrar que Él podía transformar y realizarlo milagrosamente); y Sus Discípulos creyeron en Él (su Fe aumentó como resultado de la manifestación de Su Gloria cuando convirtió el agua en vino).
12 Después de esto descendió a Capernaum (no nos dice por qué, pero es muy posible que Él ya estaba pensando en hacer este lugar Su Sede), Él, y Su madre, y Sus hermanos (al parecer que Sus hermanos ya no estaban en contra de Él, como lo estarían más tarde; por lo menos dos de ellos, a pesar de su oposición anterior, se convirtieron en líderes de la Iglesia; me refiero a Santiago y a Judas; no se menciona aquí a José, por eso es muy posible que ya había muerto; tampoco no se menciona a Sus hermanas, porque probablemente estaban casadas, y en sus respectivas casas), y Sus Discípulos (como se expresó anteriormente, no se sabe exactamente cuántos discípulos Él tenía en ese momento): y estuvieron allí no muchos días (tiene referencia a la "Pascua," la cual estaba por comenzar dentro de poco en Jerusalén).
EL TEMPLO
13 Y estaba cerca la Pascua de los Judíos (había sido la Pascua de Jehová, pero la había entrado la corrupción y ahora era "la Pascua de los Judíos"), y subió Jesús a Jerusalén (declara que Él hizo este viaje, aunque no con entusiasmo, como lo relaciona los eventos),
14 Y halló en el Templo a los que vendían bueyes y ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero sentados (probablemente se refiere al Atrio de los Gentiles; no fue la venta de los animales a lo que Jesús opuso, sino el lugar donde estaban vendiéndolos; fue lo mismo con los cambistas).
15 Y hecho un azote de cuerdas (representa la primera purificación del Templo del Señor; la segunda y última purificación se encuentran en Mateo 21:12), los echó a todos del Templo, y las ovejas, y los bueyes; y derramó los dineros de los que cambiaban dinero, y trastornó las mesas (lo que Él hizo fue de acuerdo a Las Escrituras [Sal. 69:9]; espiritualmente, yo sospecho que la Iglesia moderna es culpable del mismo pecado);
16 Y a los que vendían las palomas, dijo, Quitad de aquí esto (la tradición dice que Él abrió las jaulas, dejando libres a las palomas, que volaban encima de las cabezas de la gente, etc.); y no hagáis la Casa de Mi Padre casa de mercado (Su declaración, en esencia, dice que Él es el "Hijo del Dios Altísimo").
17 Entonces se acordaron Sus Discípulos que está escrito, Porque Me consumió el celo de Tu Casa (prefigura el oprobio y la agonía que le acontecerá al Siervo Justo de Dios en Su Pasión por Honor de Dios).
UNA SEÑAL
18 Y los Judíos respondieron, y Le dijeron (tiene que ver con la oposición, la cual solamente crecerá en intensidad), ¿Qué señal nos muestras, de que haces esto? (La interpretación apropiada es, "¿cuál es la señal que nos muestras que Tú eres el Mesías, puesto que haces todas estas cosas?")
19 Respondió Jesús y les dijo, Destruid este Templo (se refiere a Su Cuerpo físico, no a la estructura construida por Herodes), y en tres días lo levantaré (habla de Su Resurrección y exactamente cuándo ocurriría, tres días después de Su Muerte).
20 Dijeron luego los Judíos, En cuarenta y seis años fue este Templo edificado, ¿y Tú en tres días lo levantarás? (La última declaración fue dicho con sarcasmo.)
21 Mas Él hablaba del Templo de Su Cuerpo (fue dicho después del hecho; sin embargo, cuando en un principio Él hizo esta declaración, es probable que señalaba a Su Cuerpo, pero aún así ellos no hubieran comprendido Su significado).
22 Por tanto cuando resucitó de los muertos, Sus Discípulos se acordaron que había dicho esto (dándose cuenta que se refería a Su Muerte y Resurrección, y no al Templo construido por Herodes); y creyeron a La Escritura, y a la Palabra que Jesús había dicho (puede ser que aquí se refiere a Salmos 16:10; la Fe Divina está siempre basada en Las Escrituras).
23 Y estando en Jerusalén en la Pascua, en el Día de la Fiesta (habla de la misma ocasión cuando Él había purificado el Templo de los Versículos 14-17), muchos creyeron en Su Nombre, viendo las Señales que hacía.
24 Mas el mismo Jesús no se confiaba a Sí Mismo de ellos (quiere decir que Él prestó poca atención a sus alabanzas, las cuales se originaron en los milagros; su fe era una fe poca profunda, y no estaba necesariamente basada en Las Escrituras, sino más bien en las observancias exteriores), porque Él conocía a todos (se refiere a las inconstancias del hombre, especialmente de aquéllos que han extraviado de la Fe como éstos),
25 Y no tenía necesidad que alguien Le diese testimonio del hombre (quiere decir que solamente Él podía discernir bien la verdadera naturaleza del hombre): porque Él sabía lo que había en el hombre (depravación total).


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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