18 September 2014

El 18 de setiembre Lectura Bíblica Diaria



El 18 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Job 33 a 35:


"Te ruego, Job, que escuches mis palabras, que prestes atención a todo lo que digo. Estoy a punto de abrir la boca, y voy a hablar hasta por los codos. Mis palabras salen de un corazón honrado; mis labios dan su opinión sincera. El Espíritu de Dios me ha creado; me infunde vida el hálito del Todopoderoso. Contéstame, si puedes; prepárate y hazme frente. Ante Dios, tú y yo somos iguales; también yo fui tomado de la tierra. No debieras alarmarte ni temerme, ni debiera pesar mi mano sobre ti. "Pero me parece haber oído que decías (al menos, eso fue lo que escuché): Soy inocente. No tengo pecado. Estoy limpio y libre de culpa. Sin embargo, Dios me ha encontrado faltas; me considera su enemigo. Me ha sujetado los pies con cadenas y vigila todos mis pasos. "Pero déjame decirte que estás equivocado, pues Dios es más grande que los mortales. ¿Por qué le echas en cara que no responda a todas tus preguntas? Dios nos habla una y otra vez, aunque no lo percibamos. Algunas veces en sueños, otras veces en visiones nocturnas, cuando caemos en un sopor profundo, o cuando dormitamos en el lecho, él nos habla al oído y nos aterra con sus advertencias, para apartarnos de hacer lo malo y alejarnos de la soberbia; para librarnos de caer en el sepulcro y de cruzar el umbral de la muerte. A veces nos castiga con el lecho del dolor, con frecuentes dolencias en los huesos. Nuestro ser encuentra repugnante la comida; el mejor manjar nos parece aborrecible. Nuestra carne va perdiéndose en la nada, hasta se nos pueden contar los huesos. Nuestra vida va acercándose al sepulcro, se acerca a los heraldos de la muerte. "Mas si un ángel, uno entre mil, aboga por el hombre y sale en su favor, y da constancia de su rectitud; si le tiene compasión y le ruega a Dios: Sálvalo de caer en la tumba, que ya tengo su rescate, entonces el hombre rejuvenece; ¡vuelve a ser como cuando era niño! Orará a Dios, y él recibirá su favor; verá su rostro y gritará de alegría, y Dios lo hará volver a su estado de inocencia. El hombre reconocerá públicamente: He pecado, he pervertido la justicia, pero no recibí mi merecido. Dios me libró de caer en la tumba; ¡estoy vivo y disfruto de la luz! "Todo esto Dios lo hace una, dos y hasta tres veces, para salvarnos de la muerte, para que la luz de la vida nos alumbre. "Préstame atención, Job, escúchame; guarda silencio, que quiero hablar. Si tienes algo que decir, respóndeme; habla, que quisiera darte la razón. De lo contrario, escúchame en silencio y yo te impartiré sabiduría." También dijo Eliú: "Ustedes los sabios, escuchen mis palabras; ustedes los instruidos, préstenme atención. El oído saborea las palabras, como saborea el paladar la comida. Examinemos juntos este caso; decidamos entre nosotros lo mejor. "Job alega: Soy inocente, pero Dios se niega a hacerme justicia. Tengo que resultar un mentiroso, a pesar de que soy justo; sus flechas me hieren de muerte, a pesar de que no he pecado. ¿Dónde hay alguien como Job, que tiene el sarcasmo a flor de labios? Le encanta hacer amistad con los malhechores y andar en compañía de los malvados. ¡Y nos alega que ningún provecho saca el hombre tratando de agradar a Dios! "Escúchenme, hombres entendidos: ¡Es inconcebible que Dios haga lo malo, que el Todopoderoso cometa injusticias! Dios paga al hombre según sus obras; lo trata como se merece. ¡Ni pensar que Dios cometa injusticias! ¡El Todopoderoso no pervierte el derecho! ¿Quién le dio poder sobre la tierra? ¿Quién lo puso a cargo de todo el mundo? Si pensara en retirarnos su espíritu, en quitarnos su hálito de vida, todo el género humano perecería, ¡la humanidad entera volvería a ser polvo! "Escucha esto, si eres entendido; presta atención a lo que digo. ¿Puede acaso gobernar quien detesta la justicia? ¿Condenarás entonces al Dios justo y poderoso, al que niega el valor de los reyes y denuncia la maldad de los nobles? Dios no se muestra parcial con los príncipes ni favorece a los ricos más que a los pobres. ¡Unos y otros son obra de sus manos! Mueren de pronto, en medio de la noche; la gente se estremece y muere; los poderosos son derrocados sin intervención humana. "Los ojos de Dios ven los caminos del hombre; él vigila cada uno de sus pasos. No hay lugares oscuros ni sombras profundas que puedan esconder a los malhechores. Dios no tiene que examinarlos para someterlos a juicio. No tiene que indagar para derrocar a los poderosos y sustituirlos por otros. Dios toma nota de todo lo que hacen; por la noche los derroca, y quedan aplastados; los castiga por su maldad para escarmiento de todos, pues dejaron de seguirlo y no tomaron en cuenta sus caminos. Hicieron llegar a su presencia el clamor de los pobres y necesitados, y Dios lo escuchó. ¿Pero quién puede condenarlo si él decide guardar silencio? ¿Quién puede verlo si oculta su rostro? Él está por encima de pueblos y personas, para que no reinen los malvados ni se le tiendan trampas a su pueblo. "Supongamos que le dijeras: Soy culpable; no volveré a ofenderte. Enséñame lo que no alcanzo a percibir; si he cometido algo malo, no volveré a hacerlo. ¿Tendría Dios que recompensarte como tú quieres que lo haga, aunque lo hayas rechazado? No seré yo quien lo decida, sino tú, así que expresa lo que piensas. "Que me digan los sabios y ustedes los entendidos que me escuchan: Job no sabe lo que dice; en sus palabras no hay inteligencia. ¡Que sea Job examinado, pues como un malvado ha respondido! A su pecado ha añadido rebeldía; en nuestra propia cara se ha burlado de nosotros, y se ha excedido en sus palabras contra Dios." Además, Eliú dijo: "¿Crees tener la razón, Job, cuando afirmas: Mi justicia es mayor que la de Dios?, y cuando te atreves a preguntarle: ¿En qué te beneficias si no peco? Pues bien, voy a responderles a ti y a tus amigos. Mira hacia el cielo, y fíjate bien; contempla las nubes en lo alto. Si pecas, ¿en qué afectas a Dios? Si multiplicas tus faltas, ¿en qué lo dañas? Si actúas con justicia, ¿qué puedes darle? ¿Qué puede recibir de parte tuya? Hagas el mal o hagas el bien, los únicos afectados serán tus semejantes. "Todo el mundo clama bajo el peso de la opresión, y pide ser librado del brazo del poderoso. Pero nadie dice: ¿Dónde está Dios, mi Hacedor, que me infunde fuerzas por las noches, que nos enseña más que a las bestias del campo, que nos hace más sabios que las aves del cielo? Si Dios no responde al clamor de la gente, es por la arrogancia de los malvados. Dios no escucha sus vanas peticiones; el Todopoderoso no les presta atención. Aun cuando digas que no puedes verlo, tu caso está delante de él, y debes aguardarlo. Tú dices que Dios no se enoja ni castiga, y que no se da cuenta de tanta maldad; pero tú, Job, abres la boca y dices tonterías; hablas mucho y no sabes lo que dices."


Salmo 128:
Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos. Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad. En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo. Tales son las bendiciones de los que temen al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, y veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. Que vivas para ver a los hijos de tus hijos. ¡Que haya paz en Israel!



Proverbios 28:


El malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león. Cuando hay rebelión en el país, los caudillos se multiplican; cuando el gobernante es entendido, se mantiene el orden. El gobernante que oprime a los pobres es como violenta lluvia que arrasa la cosecha. Los que abandonan la ley alaban a los malvados; los que la obedecen luchan contra ellos. Los malvados nada entienden de la justicia; los que buscan al Señor lo entienden todo. Más vale pobre pero honrado, que rico pero perverso. El hijo entendido se sujeta a la ley; el derrochador deshonra a su padre. El que amasa riquezas mediante la usura las acumula para el que se compadece de los pobres. Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley. El que lleva a los justos por el mal camino, caerá en su propia trampa; pero los íntegros heredarán el bien. El rico se las da de sabio; el pobre pero inteligente lo desenmascara. Cuando los justos triunfan, se hace gran fiesta; cuando los impíos se imponen, todo el mundo se esconde. Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón. ¡Dichoso el que siempre teme al Señor! Pero el obstinado caerá en la desgracia. Un león rugiente, un oso hambriento, es el gobernante malvado que oprime a los pobres. El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que odia las riquezas prolonga su vida. El que es perseguido por homicidio será un fugitivo hasta la muerte. ¡Que nadie le brinde su apoyo! El que es honrado se mantendrá a salvo; el de caminos perversos caerá en la fosa. El que trabaja la tierra tendrá abundante comida; el que sueña despierto sólo abundará en pobreza. El hombre fiel recibirá muchas bendiciones; el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune. No es correcto mostrarse parcial con nadie. Hay quienes pecan hasta por un mendrugo de pan. El tacaño ansía enriquecerse, sin saber que la pobreza lo aguarda. A fin de cuentas, más se aprecia al que reprende que al que adula. El que roba a su padre o a su madre, e insiste en que no ha pecado, amigo es de gente perversa. El que es ambicioso provoca peleas, pero el que confía en el Señor prospera. Necio es el que confía en sí mismo; el que actúa con sabiduría se pone a salvo. El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido. Cuando triunfan los impíos, la gente se esconde; cuando perecen, los justos prosperan.


El Libro de Marcos Capítulo 13 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:




EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS




CAPÍTULO 13
(33 d.C.)
LA DESTRUCCIÓN DEL
TEMPLO PREDICHO




y SALIENDO del Templo (Él salió espiritualmente como también físicamente, que
garantizó su destrucción la cual llegó en el año 70 d.C. cuando los Romanos lo destruyó), Le dice uno de Sus Discípulos (corresponde a una conversación que sin duda se llevó a cabo en el Monte de los Olivos, mientras que Jesús y los Discípulos contemplaban el Templo y el área circundante), ¡Maestro, mira qué piedras, y qué edificios! (Josefo dijo que este edificio era una de las maravillas del mundo.)
2 Y Jesús respondiendo le dijo, ¿Ves estos grandes edificios? (Incluyó el recinto del Templo entero, que pertenecía a varios edificios.) no quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada (fue cumplido en su totalidad exacta, en el año 70 d.C., por el General Romano Tito).
LAS SEÑALES DEL FIN
3 Y sentándose en el Monte de los Olivos delante del Templo, Le preguntaron en privado aparte Pedro y Santiago y Juan y Andrés (fue muy peligroso hablar de la destrucción del Templo, o cualquier cosa parecida a eso, por miedo de los Escribas y los Fariseos; por lo tanto, "Lo interrogarían en privado"),
4 Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal habrá cuando todas estas cosas han de cumplirse? (Probablemente hablaban más bien del futuro próximo. Su respuesta incorporaría el futuro de Israel, en esencia, para siempre.)
5 Y Jesús respondiéndoles comenzó a decir (hay una posibilidad que uno o varios de ellos tomaban notas), Mirad, que nadie os engañe (Jesús comienza Su discurso con una advertencia acerca del engaño; lo cual es el arma más poderosa de Satanás):
6 Porque vendrán muchos en Mi Nombre (después de la Ascensión de Cristo, un número de Judíos aparecieron, que afirmaban ser el Mesías, que sacarían a Israel del dominio de los Romanos; aquellos llamados "Mesías" condujeron a Israel a su destrucción en el año 70 d.C.), diciendo, Yo soy el Cristo (lleva el sentido también, de decir que "yo soy de Cristo"); y engañarán a muchos.
7 Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis (tiene que ver con la Misión por delante de Evangelizar el mundo entero; nuestro Señor exhorta a los Discípulos y todos quienes seguirían, no permitir que las agitaciones políticas y nacionales los distraigan de su trabajo de Evangelización): porque es necesario que estas cosas pasarán (debido a Israel que rechazó a Cristo, el mundo estaba y está sujetado a todos estos problemas); mas aún no será el fin (significa que el "fin" no será ocasionado hasta la Segunda Venida).
8 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino (dos mil años de educación, cultura y experiencia no han mejorado el problema): y habrá terremotos en muchos lugares (declara un disturbio en el mismo fundamento de la Tierra [Rom. 8:22]), y habrá hambres y alborotos (el producto del curso normal tomado por la familia humana y su rechazo de Jesucristo; y este problema no será corregido hasta que Israel acepte a Cristo, que ella lo hará en la Segunda Venida): principios de dolores serán estos (no efímero, sino de mucha duración; también, se refiere a la mayor "pena" de todas, la Gran Tribulación venidera).
9 Mas vosotros mirad por vosotros (deja el alcance nacional, y se dirige a todos los Creyentes en forma personal): porque os entregarán en los concilios, y en Sinagogas seréis azotados (la Iglesia Primitiva registra esto): y delante de presidentes y de reyes seréis llamados por causa de Mí (lo mismo ha pasado por todo el mundo, de aquel entonces hasta ahora), en testimonio contra ellos (debiera traducirse, "Para testimonio a ellos").
10 Y a todas las naciones conviene que el Evangelio sea predicado antes (no dijo a cada persona, sino que realmente dijo, a "todas las naciones"; se ha realizado hasta cierto punto, y está en progreso actualmente, sin embargo, hay tanto más que hacer).
11 Y cuando os trajeren, para entregaros (se refiere a la persecución), no premeditéis qué habéis de decir, ni lo penséis (el Señor no quiere decir que no debemos premeditar una respuesta sabia y prudente, y buscar Su consejo en oración, sino que no debemos estar preocupados; Él habla del miedo, y de que no debemos amedrentarnos): mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad: porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo (tiene que ver con Su conducción constante, dirección, compañerismo y consejo).
12 Y entregará a la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán (al comenzar con el Versículo once, aunque la amonestación vale para otros tiempos, sobre todo se refiere a la Gran Tribulación venidera; durante aquel tiempo, algunos Judíos vendrán a Cristo, y muchos de ellos perderán sus vidas, traicionados por sus propios seres queridos).
13 Y seréis aborrecidos de todos por Mi Nombre (mientras Israel ha sido odiado hace mucho tiempo, este odio se intensificará en la Gran Tribulación venidera; todo debido a Cristo; ¡es irónico, el Israel actual odia el Nombre de Jesús, y ellos serán odiados por Su Nombre!): mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo (corresponde a los Judíos durante la Gran Tribulación venidera que aceptan a Cristo, y unos cuantos pocos lo harán, y que deben ser "fieles hasta la muerte"; de ser así, el Señor ha dicho, "le daré una Corona de Vida" [Apoc. 2:10]).
LA ABOMINACIÓN DE
DESOLACIÓN
14 Empero cuando viereis la abominación de desolación, que fue dicha por el Profeta Daniel (se refiere al Anticristo que se apodera de Jerusalén y del Templo, incluso declarará la guerra contra Israel [Dan. 9:27]), que estará donde no debe (se refiere a esta abominación, la imagen del Anticristo, erigida en el Lugar Santísimo del Templo), (el que lee entienda,) (significa que no hay razón alguna de malentender, porque Daniel ha predicho claramente este acontecimiento) entonces los que estén en Judea huyan a los montes (como dicho, se refiere al tiempo en que el Anticristo mostrará sus intenciones, e invadirá a Israel, en el cual ella será derrotada por primera vez desde que volvió a formarse como Nación en 1948):
15 Y el que esté sobre el terrado (en Israel, las azoteas de las casas son planas; durante la temporada de verano, duerme la gente, a veces, en estas áreas) no descienda a la casa, ni entre para tomar algo de su casa (darse prisa):
16 Y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa.
17 Mas ¡ay de las que estén encintas (mujeres encintas), y de las que estén criando en aquellos días! (Quienes tienen a pequeños niños de pecho.)
18 Orad pues que no acontezca vuestra huída en invierno (mal tiempo).
LA GRAN TRIBULACIÓN
19 Porque aquellos días (los últimos tres años y medio de la Gran Tribulación) serán de aflicción, cual nunca fue desde el principio de la Creación que creó Dios, hasta este tiempo, ni será (la última mitad de la Gran Tribulación será lo peor que la Tierra jamás haya visto, y será tan malo, de hecho, que nunca será visto otra vez).
20 Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, ninguna carne se salvaría (quiere decir que morirá todo Judío, y podría aplicarse a la mayoría del mundo): mas por causa de los escogidos (para el bien de Israel, no la Iglesia, porque la Iglesia ya estará con el Señor), que Él escogió (el Señor eligió a esta gente, incluso resucitándolos de los lomos de Abraham y la matriz de Sara), Él acortó aquellos días (por cuántos días, no nos dice).
21 Y entonces si alguno os dijere (la palabra "entonces" se refiere a la última mitad de la Gran Tribulación, un período de tiempo de aproximadamente tres años y medio), He aquí, aquí está el Cristo (Mesías); o, he aquí, Él allí está, no le creáis (el Señor realmente se refiere aquí del Anticristo que hará grandes afirmaciones):
22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales y prodigios, para seducir, si se pudiese hacer, aun a los escogidos (la palabra "escogidos" se refiere a los Judíos, pero cuando se usa aquí, son aquéllos que han aceptado a Cristo).
23 Mas vosotros mirad (repetido cuatro veces en este Capítulo [Versículos 5, 9, 23, 33]; "vosotros" es enfático, expresamente significa que cada individuo debe tener cuidado): he aquí, os lo he dicho todo de antemano (no deja a nadie sin excusa alguna).
LA SEGUNDA VENIDA
24 Empero en aquellos días (la Segunda Venida), después de aquella aflicción, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor (corresponde a la quinta vez que los planetas serán afectados en parte, o en totalidad, durante la 70a semana de Daniel),
25 Y las estrellas caerán del Cielo (corresponde a meteoritos, pero también, puede corresponder definitivamente a seres espirituales del mundo del espíritu de oscuridad), y los Poderes que están en los Cielos serán conmovidos (se refiere a las huestes Satánicas que ahora gobiernan el aire [Ef. 2:1-3; 6:12]).
26 Y entonces verán (es posible que la Televisión transmitiría la Segunda Venida y lo vería todo el mundo) al Hijo del Hombre que vendrá (la Segunda Venida) en las nubes (no tiene que ver con nubes como lo pensamos, sino más bien, una gran multitud de gente que estará con Él, a saber todos los Santos que haya vivido) con gran Potestad y Gloria (en otras palabras, cuando Cristo realmente vuelva, nadie tendrá que hacer la pregunta, ¿es este realmente Él?; será demasiado evidente).
27 Y entonces enviará Sus Ángeles, y juntará Sus escogidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la Tierra hasta el cabo del Cielo (todos los Judíos vivos de aquel entonces en la Tierra, serán traídos a la Tierra de Israel; vendrán de buena gana, hasta ayudados por Ángeles, simplemente porque, han aceptado finalmente a su Mesías, el Señor Jesucristo, Que rechazaron hace tanto tiempo).
LA PARÁBOLA DE LA HIGUERA
28 De la higuera aprended la Parábola (simbólica de Israel y la Segunda Venida); cuando su rama ya se enternece, y brota hojas (se refiere al renacimiento de Israel que comenzó en 1948; durante aproximadamente mil novecientos años esta "higuera" no produjo nada, ahora este árbol, que toma la vida de las raíces, comienza "a brotar hojas"), conocéis que el verano está cerca (Israel es el reloj profético de Dios; al mirar a Israel, ya sabemos que el verano está cerca, es decir, "las Profecías del Fin están a punto de cumplirse"):
29 Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas (el principio de estas cosas predichas por Cristo, ya han comenzado), conoced que está cerca, a las puertas (debiera traducirse, "Él está cerca," porque se refiere a Cristo).
30 De cierto os digo, que no pasará esta generación (corresponde a la generación que existe desde el momento de estos acontecimientos, que será el tiempo de la Gran Tribulación), que todas estas cosas sean hechas (se refiere a los acontecimientos proclamados en Apoc., caps. 6-19).
31 El Cielo y la Tierra pasarán (traducido mejor como, "el Cielo y la Tierra pasarán de una condición a otra"): mas Mis Palabras no pasarán (¡lo que Cristo dice se cumplirá, y sin falta!).
EL DÍA DE LA VENIDA
DEL CRISTO DESCONOCIDO
32 Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe, ni aun los Ángeles que están en el Cielo, ni el Hijo, sino el Padre (el Hijo del Hombre bajo las limitaciones auto-impuestas de la Encarnación, dice que hasta Él Mismo no sabía en aquel entonces la hora de la Segunda Venida, y del tiempo del cumplimiento de estas otras cosas agrupadas alrededor de aquel acontecimiento; sin lugar a dudas, Él ya sabe, y estoy seguro que los Ángeles ya saben también; ¡pero en aquel entonces no lo sabían!).
33 Mirad, velad y orad (la idea es un estado de vigilancia, que está moderada por la oración): porque no sabéis cuándo será el tiempo (el "tiempo" en sí mismo no es importante, pero ¡la "vigilancia" es!).
34 El Hijo del Hombre es como el hombre que partiéndose lejos (Cristo habla de Él Mismo, cuando Él volvería al Cielo, que Él así lo hizo), Quien dejó su casa (se refiere a la Obra que Él estableció en la Tierra, constituida como "la Iglesia" [Mat. 16:18]), y dio autoridad a sus siervos (corresponde a cada Creyente), y a cada uno su obra (cada Creyente es llamado por Dios para una tarea particular, no hay excepciones), y al portero mandó que velase (comunica la idea de un estado de vigilia).
35 Velad pues: porque no sabéis cuándo el Señor de la casa vendrá, si a la tarde, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana (Cristo no indica aquí el Arrebatamiento de la Iglesia, pero expresamente a Israel; sin embargo, la amonestación puede aplicarse definitivamente a los Creyentes modernos, y se les debiera aplicar con respecto al Arrebatamiento):
36 Porque cuando viniere de repente, Él no os halle durmiendo (desgraciadamente la mayoría de la Iglesia moderna está dormida espiritualmente; la mayoría poco saben y se dan cuenta de cuán avanzada es la hora).
37 Y las cosas que a vosotros digo (a los Discípulos e Israel) a todos las digo (incluye la Iglesia), Velad (la última Palabra de Cristo con respecto a esta disertación; debemos tomarla muy en serio).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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