12 September 2014

El 12 de Setiembre Lectura Bíblica Diaria



El 12 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Job 15 a 17:
Replicó entonces Elifaz de Temán: "El sabio no responde con vana sabiduría
ni explota en violenta verborrea. Tampoco discute con argumentos vanos
ni con palabras huecas. Tú, en cambio, restas valor al temor a Dios
y tomas a la ligera la devoción que él merece. Tu maldad pone en acción tu boca;
hablas igual que los pícaros. Tu propia boca te condena, no la mía;
tus propios labios atestiguan contra ti. "¿Eres acaso el primer hombre que ha nacido?
¿Naciste acaso antes que los montes? ¿Tienes parte en el consejo de Dios?
¿Acaso eres tú el único sabio? ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos?
¿Qué has percibido que nosotros ignoremos? Las canas y la edad están de nuestra parte,
tenemos más experiencia que tu padre. ¿No te basta que Dios mismo te consuele
y que se te hable con cariño? ¿Por qué te dejas llevar por el enojo?
¿Por qué te relampaguean los ojos? ¿Por qué desatas tu enojo contra Dios
y das rienda suelta a tu lengua? "¿Qué es el hombre para creerse puro,
y el nacido de mujer para alegar inocencia? Si Dios no confía ni en sus santos siervos,
y ni siquiera considera puros a los cielos, ¡cuánto menos confiará en el hombre,
que es vil y corrupto y tiene sed del mal! "Escúchame, y te lo explicaré;
déjame decirte lo que he visto. Es lo que han declarado los sabios,
sin ocultar nada de lo aprendido de sus padres. Sólo a ellos se les dio la tierra,
y ningún extraño pasó entre ellos. El impío se ve atormentado toda su vida,
el desalmado tiene sus años contados. Sus oídos perciben sonidos espantosos;
cuando está en paz, los salteadores lo atacan. No espera escapar de las tinieblas;
condenado está a morir a filo de espada. Vaga sin rumbo; es comida de los buitres;
sabe que el día de las tinieblas le ha llegado. La desgracia y la angustia lo llenan de terror;
lo abruman como si un rey fuera a atacarlo, y todo por levantar el puño contra Dios
y atreverse a desafiar al Todopoderoso. Contra Dios se lanzó desafiante,
blandiendo grueso y resistente escudo. "Aunque su rostro esté hinchado de grasa,
y le sobre carne en la cintura, habitará en lugares desolados,
en casas deshabitadas,
en casas a punto de derrumbarse. Dejará de ser rico; no durarán sus riquezas
ni se extenderán sus posesiones en la tierra. No podrá escapar de las tinieblas;
una llama de fuego marchitará sus renuevos,
y el aliento de Dios lo arrebatará. Que no se engañe ni confíe en cosas vanas,
porque nada obtendrá a cambio de ellas. Antes de su término recibirá su merecido,
y sus ramas no reverdecerán. Quedará como vid que pierde sus uvas verdes,
como olivo que no llega a florecer. La compañía de los impíos no es de provecho;
¡las moradas de los que aman el soborno
serán consumidas por el fuego! Conciben iniquidad, y dan a luz maldad;
en su vientre se genera el engaño." A esto, Job contestó: "Cosas como éstas he escuchado muchas;
¡valiente consuelo el de todos ustedes! ¿No habrá fin a sus peroratas?
¿Qué tanto les irrita que siguen respondiendo? ¡También yo podría hablar del mismo modo
si estuvieran ustedes en mi lugar!
¡También yo pronunciaría bellos discursos en su contra,
meneando con sarcasmo la cabeza! ¡Les infundiría nuevos bríos con la boca;
les daría consuelo con los labios! "Si hablo, mi dolor no disminuye;
si me callo, tampoco se me calma. Ciertamente Dios me ha destruido;
ha exterminado a toda mi familia. Me tiene acorralado, y da testimonio contra mí;
mi deplorable estado se levanta y me condena. "En su enojo Dios me desgarra y me persigue;
rechina los dientes contra mí;
mi adversario me clava la mirada. La gente se mofa de mí abiertamente;
burlones, me dan de bofetadas,
y todos juntos se ponen en mi contra. Dios me ha entregado en manos de gente inicua;
me ha arrojado en las garras de los malvados. Yo vivía tranquilo, pero él me destrozó;
me agarró por el cuello y me hizo pedazos;
¡me hizo blanco de sus ataques! Sus arqueros me rodearon.
Sin piedad me perforaron los riñones,
y mi hígado se derramó por el suelo. Abriéndome herida tras herida,
se lanzaron contra mí como un guerrero. "El luto es parte de mi cuerpo;
en el polvo tengo enterrada la frente. De tanto llorar tengo enrojecida la cara,
profundas ojeras tengo en torno a los ojos; pero mis manos están libres de violencia,
y es pura mi oración. "¡Ah, tierra, no cubras mi sangre!
¡No dejes que se acalle mi clamor! Ahora mismo tengo en los cielos un testigo;
en lo alto se encuentra mi abogado. Mi intercesor es mi amigo,
y ante él me deshago en lágrimas para que interceda ante Dios en favor mío,
como quien apela por su amigo. Pasarán sólo unos cuantos años
antes de que yo emprenda el viaje sin regreso. "Mi ánimo se agota,
mis días se acortan,
la tumba me espera. Estoy rodeado de burlones;
¡sufren mis ojos su hostilidad! "Dame, oh Dios, la fianza que demandas.
¿Quién más podría responder por mí? Tú has ofuscado su pensamiento,
por eso no dejarás que triunfen. Quien por una recompensa denuncia a sus amigos,
verá a sus hijos desfallecer. "Dios me ha puesto en boca de todos;
no falta quien me escupa en la cara. Los ojos se me apagan a causa del dolor;
todo mi esqueleto no es más que una sombra. Los justos ven esto, y se quedan asombrados;
los inocentes se indignan contra el impío, la gente recta se aferra a su camino
y los de manos limpias aumentan su fuerza. "Vengan, pues, todos ustedes; ¡arremetan contra mí! No hallaré entre ustedes a un solo sabio. Mis días van pasando, mis planes se frustran
junto con los anhelos de mi corazón. Esta gente convierte la noche en día;
todo está oscuro, pero insisten:
La luz se acerca. Si el único hogar que espero es el sepulcro,
he de tenderme a dormir en las tinieblas; he de llamar Padre mío a la corrupción,
y Madre y Hermana a los gusanos. ¿Dónde queda entonces mi esperanza?
¿Quién ve alguna esperanza para mí? ¿Bajará conmigo hasta las puertas de la muerte?
¿Descenderemos juntos hasta el polvo?"


Salmo 123:


Hacia ti dirijo la mirada,
hacia ti, cuyo trono está en el cielo. Como dirigen los esclavos la mirada
hacia la mano de su amo,
como dirige la esclava la mirada
hacia la mano de su ama,
así dirigimos la mirada al Señor nuestro Dios,
hasta que nos muestre compasión. Compadécenos, Señor, compadécenos,
¡ya estamos hartos de que nos desprecien! Ya son muchas las burlas que hemos sufrido;
muchos son los insultos de los altivos,
y mucho el menosprecio de los orgullosos.





Proverbios 23:
6 Cuando te sientes a comer con un gobernante,
fíjate bien en lo que tienes ante ti. Si eres dado a la glotonería,
domina tu apetito. No codicies sus manjares,
pues tal comida no es más que un engaño. 7
No te afanes acumulando riquezas;
no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen!
Es como si les salieran alas,
pues se van volando como las águilas. No te sientes a la mesa de un tacaño,
ni codicies sus manjares, que son como un pelo en la garganta.
"Come y bebe", te dirá,
pero no te lo dirá de corazón. 8
Acabarás vomitando lo que hayas comido,
y tus cumplidos no habrán servido de nada. 9
A oídos del necio jamás dirijas palabra,
pues se burlará de tus sabios consejos. 10
No cambies de lugar los linderos antiguos,
ni invadas la propiedad de los huérfanos, porque su Defensor es muy poderoso
y contra ti defenderá su causa. 11
Aplica tu corazón a la disciplina
y tus oídos al conocimiento. 12
No dejes de disciplinar al joven,
que de unos cuantos azotes no se morirá. Dale unos buenos azotes,
y así lo librarás del sepulcro. 13
Hijo mío, si tu corazón es sabio,
también mi corazón se regocijará; en lo íntimo de mi ser me alegraré
cuando tus labios hablen con rectitud. 14
No envidies en tu corazón a los pecadores;
más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor. Cuentas con una esperanza futura,
la cual no será destruida. 15
Hijo mío, presta atención y sé sabio;
mantén tu corazón en el camino recto. No te juntes con los que beben mucho vino,
ni con los que se hartan de carne, pues borrachos y glotones, por su indolencia,
acaban harapientos y en la pobreza. 16
Escucha a tu padre, que te engendró,
y no desprecies a tu madre cuando sea anciana. Adquiere la verdad y la sabiduría,
la disciplina y el discernimiento,
¡y no los vendas! El padre del justo experimenta gran regocijo;
quien tiene un hijo sabio se solaza en él. ¡Que se alegren tu padre y tu madre!
¡Que se regocije la que te dio la vida! 17
Dame, hijo mío, tu corazón
y no pierdas de vista mis caminos. Porque fosa profunda es la prostituta,
y estrecho pozo, la mujer ajena. Se pone al acecho, como un bandido,
y multiplica la infidelidad de los hombres.
18
¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares?
¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas?
¿De quién son las heridas gratuitas?
¿De quién los ojos morados? ¡Del que no suelta la botella de vino
ni deja de probar licores! No te fijes en lo rojo que es el vino,
ni en cómo brilla en la copa,
ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente
y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones,
y tu mente imaginará estupideces. Te parecerá estar durmiendo en alta mar,
acostado sobre el mástil mayor. Y dirás: "Me han herido, pero no me duele.
Me han golpeado, pero no lo siento.
¿Cuándo despertaré de este sueño
para ir a buscar otro trago?"







El Libro de Marcos Capítulo 7 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:





EL SANTO EVANGELIO SEGÚN

SAN MARCOS




CAPÍTULO 7
(32 d.C.)
JESÚS REPRENDE A LOS
ESCRIBAS Y A LOS FARISEOS





Y SE juntaron a Él los Fariseos, y algunos de los Escribas, que habían
venido de Jerusalén (los líderes religiosos estaban alarmados cada vez más con la popularidad enorme de Jesús).
2 Los cuales viendo (significa que buscaban seriamente alguna falta, por la cual podrían acusarlo) a algunos de Sus Discípulos comer pan con manos comunes, es a saber, no lavadas, los condenaban (no tuvo nada que ver con la limpieza sanitaria; los Fariseos enseñaron que los demonios, invisibles, podrían sentarse en las manos de alguien, y por consiguiente, si las manos no fueran lavadas, los demonios podrían ser ingeridos).
3 Porque los Fariseos y todos los Judíos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen (la religión ceremonial), teniendo la tradición de los Ancianos (esta tradición era del hombre, y no tenía nada que ver con Dios, como son muchas tradiciones en la Iglesia moderna).
4 Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen (desperdiciaban una cantidad excesiva de tiempo en participar en esta tontería). Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como el lavado de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de las mesas (tenían un cierto modo religioso de lavar estas cosas, que no tenía valor alguno).
5 Y Le preguntaron los Fariseos y los Escribas (significa que ellos siguieron preguntándole; Le exigían una respuesta), ¿Por qué Tus Discípulos no andan conforme a la tradición de los Ancianos, sino que comen pan con manos comunes? (Todo fue pura exhibición externa, y puso a Cristo en conflicto directo con estos líderes religiosos.)
6 Y respondiendo Él les dijo (sigue hasta el final del Versículo trece, y constituye una respuesta alarmante, que no tiene pelos en la lengua ni anda con rodeos), Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías (echó esto en sus caras. "Hipócritas" realmente dice en el Griego, "Ustedes, los hipócritas," lo cual significa los excepcionales hipócritas de todos los tiempos), como está escrito, Este pueblo con los labios Me honra, mas su corazón lejos está de Mí (iba directamente a lo que la verdadera Salvación es y no es [Isa. 29:13]).
7 Y en vano (quiere decir que son ceros vacíos a la izquierda, ni siquiera es de provecho alguno) Me honra, enseñando como doctrinas los mandamientos de hombres (el estado [Herodes] dio muerte al Predicador de Justicia [Mat. 14:10], y la Iglesia [los Escribas], corrompió la Palabra de Justicia).
8 Porque dejando el Mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres; el lavado de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis otras muchas cosas semejantes (fue dicho con sarcasmo; lavaron tazas y ollas, pero no sus corazones; el lavado ceremonial de sus manos no podía quitar la culpa que los manchó).
9 Les decía también, Bien invalidáis el Mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición (era un rechazo calculado y deliberado).
10 Porque Moisés dijo (se volvió su atención a la Palabra de Dios), Honra a tu padre y a tu madre; y, el que maldijera al padre o a la madre, morirá la muerte (es merecedor de la muerte):
11 Y vosotros decís (en contraste absoluto con la Palabra de Dios), Basta si dijere un hombre al padre o a la madre, Es Corbán, quiere decir, ofrenda mía a Dios, todo aquello con que pudiera valerte; será libre (los Fariseos tenían la costumbre de afirmar que estaban dando sus posesiones materiales al Templo, lo cual los exoneraba de la responsabilidad hacia sus padres, con un Sacerdote corrupto que después se lo devolvía por un pequeño porcentaje).
12 Y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre (a tales extremos hicieron estos codiciosos Escribas y Fariseos que desesperaban a sus víctimas, que eran sus padres ancianos, sin dejarlos una manera de cuidarse por sí mismos);
13 Invalidando la Palabra de Dios con vuestra tradición (Jesús acababa de clavarlos con el Quinto Mandamiento) que disteis (significa que sus glosas de la Palabra habían venido de hombres y no de Dios): y muchas cosas hacéis semejantes a éstas (lo que Cristo dio como ejemplo, era sólo la punta del témpano proverbial).
JESÚS EXPLICA LO QUE CONTAMINA
14 Y Él llamando a toda la multitud (Él llamó a la gente más cercana para que pudieran oír bien lo que Él decía), les dijo, Oídme todos, y entended (la gente tiene una alternativa, pueden escuchar a Él o a estos Fariseos y Escribas hipócritas; sucede lo mismo en la actualidad):
15 Nada hay fuera del hombre, que entre en él, que le pueda contaminar (se refiere al alimento, no bebidas alcohólicas, narcóticos, venenos o tabaco, etc.): mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre (es evidente que lo que sale del corazón es lo que existe en el corazón).
16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga (el Señor le dice a la gente que tienen una alternativa; ¡ellos pueden escuchar a Él o a los Fariseos, pero no a ambos!).
17 Y apartado de la multitud (después de enseñar a la gente), habiendo entrado en casa (probablemente la casa de Pedro), Le preguntaron Sus Discípulos sobre la Parábola (en cuanto a lo que le entra a un hombre, y lo que sale de su corazón).
18 Y Él les dijo, ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? (Demuestra un poco de desilusión de parte de Cristo con respecto a Sus Discípulos.) ¿No entendéis, que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar (presenta lo contrario de lo que los Fariseos y los Escribas enseñaban);
19 Porque no entra en su corazón (el alimento no es espiritual), sino en el vientre, y después se elimina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos (se refiere al sistema digestivo y el sistema de eliminación del cuerpo humano).
20 Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre (un corazón malo produce acciones malas).
21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios (la necesidad de la creación de un nuevo corazón, esto es, "un nuevo hombre," aquí se declaró),
22 Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las sensualidades, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez (esta declaración de Cristo, destruye la creencia de que el corazón natural es bueno, y hace que los esfuerzos modernos resultan como tonterías para mejorar la naturaleza humana):
23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre (expresa el resultado de la Caída y la necesidad absoluta del Nuevo Nacimiento).
LA SANIDAD, EL PAN
DE LOS NIÑOS
24 Y Él levantándose de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón (tiene la idea del Texto Griego que Él no solamente se cruzó la frontera al territorio Gentil, sino que se adentró en lo más profundo del corazón de aquel país), y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas Él no pudo esconderse.
25 Porque una mujer (esta es la razón porque Él vino), cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de Él, vino y se echó a Sus Pies.
26 Y la mujer era Griega, Sirofenicia de nación (una Gentil); y Le rogaba que echase fuera de su hija al demonio (espíritu demoníaco).
27 Mas Jesús le dijo (¡comienza la odisea que representará una de las mayores demostraciones de Fe que jamás haya sucedido!), Deja primero hartarse los hijos (tiene referencia a Israel): porque no está bien (apropiado) tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos (Jesús usó la palabra que se refería a "pequeños perros favoritos").
28 Y respondió ella y Le dijo (demuestra un nivel de Fe que debería ser una lección para todos los Creyentes), Sí, Señor (la palabra, "Señor," en el Texto Griego, como la que usa la mujer, no se refiere a la Deidad o de que Jesús es el Mesías Judío; ella tenía escaso conocimiento de esto; ella, en cambio, usa la palabra, "Señor," en el sentido de que Jesús es una Persona importante, etc.): pero aún los perrillos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos (la coloca ya en la posición de Fe, una posición que le permite recibir).
29 Entonces le dice, Por esta palabra (porque usted ha adoptado una actitud humilde) ve; el demonio (espíritu demoníaco) ha salido de tu hija (significa que está fuera, y se quedará fuera; es una curación permanente).
30 Y cuando fue a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija echada sobre la cama (se refiere a un reposo tranquilo, que indicaba que antes no había sido fácil refrenarla).
JESÚS SANA A UN
TARTAMUDO
31 Y volviendo a salir de los términos (las fronteras) de Tiro y Sidón, Él vino al Mar de Galilea, por medio de los términos (las fronteras) de Decápolis (Él estaba ya en el lado oriental del Mar de Galilea).
32 Y Le traen un sordo, y tartamudo (indica las dificultades normales del sordo); y ellos (los amigos del hombre sordo) Le ruegan que Le ponga la Mano encima.
33 Y tomándole aparte de la multitud (había un motivo por hacer esto), metió Sus Dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua (Él probablemente escupió en Su Dedo primero, tocó la lengua del hombre, y luego puso ambos índices en los oídos del hombre; "la saliva" representó Su Vida Perfecta);
34 Y mirando al Cielo (toda ayuda viene desde arriba), Él gimió (habla del dilema terrible, debido a la Caída, en la cual el hombre ya se encuentra), y le dijo, Efata, que es decir, Sé abierto (expresa una orden).
35 Y luego (inmediatamente) fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien (simboliza en lo físico lo que transcurre en lo espiritual, en cuanto a la Salvación del Alma).
36 Y les mandó (ordenó) que no lo dijesen a nadie: pero cuanto más Él les mandaba, tanto más y más lo publicaban;
37 Y en gran manera se maravillaban (lo que Jesús había hecho, estaba más allá de su comprensión), diciendo, Bien lo ha hecho todo (significa en el Griego que dijeron esto, y siguieron diciéndolo, repetidas veces): hace a los sordos oír, y a los mudos hablar (Su Vida entera en la Tierra era una manifestación de bondad continua y conectada).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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