14 February 2012

El 15 de Febrero Lectura Bíblica Diaria


El 15 de Febrero Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 6 a 8 Nueva Versión Internacional:
"¡Huyan de Jerusalén, benjaminitas! ¡Toquen la trompeta en Tecoa!
¡Levanten señal en Bet Haqueren! Una desgracia, una gran destrucción,
nos amenaza desde el norte. Estoy por destruir a Sión, tan hermosa y
delicada. Los pastores y sus rebaños vienen contra ella: acampan a su
alrededor, y cada uno escoge su pastizal." "¡Prepárense para pelear
contra ella! ¡Ataquémosla a plena luz del día! Pero, ¡ay de nosotros,
que el día se acaba y se alargan las sombras de la noche! ¡Vamos,
ataquémosla de noche, y destruyamos sus fortalezas!" Así dice el
Señor Todopoderoso: "¡Talen árboles y levanten una rampa contra
Jerusalén! Esta ciudad debe ser castigada, pues en ella no hay más que
opresión. Como agua que brota de un pozo, así brota de Jerusalén la
maldad. En ella se oye de violencia y destrucción; no veo otra cosa
que enfermedades y heridas. ¡Escarmienta, Jerusalén, para que no me
aparte de ti! De lo contrario, te convertiré en desolación, en una
tierra inhabitable." Así dice el Señor Todopoderoso: "Busquen al
remanente de Israel. Rebusquen, como en una viña; repasen los
sarmientos, como lo hace el vendimiador." ¿A quién le hablaré? ¿A
quién le advertiré? ¿Quién podrá escucharme? y no pueden comprender.
La palabra del Señor los ofende; detestan escucharla. Pero yo estoy
lleno de la ira del Señor, y ya no puedo contenerme. "Derrama tu ira
sobre los niños de la calle, sobre los grupos de jóvenes, porque serán
apresados el marido y la mujer, la gente madura y la entrada en años.
Sus casas, sus campos y sus mujeres caerán en manos extrañas, porque
yo voy a extender mi mano contra los habitantes del país afirma el
Señor. "Desde el más pequeño hasta el más grande, todos codician
ganancias injustas; desde el profeta hasta el sacerdote, todos
practican el engaño. Curan por encima la herida de mi pueblo, y les
desean: ¡Paz, paz!, cuando en realidad no hay paz. ¿Acaso se han
avergonzado de la abominación que han cometido? ¡No, no se han
avergonzado de nada, ni saben siquiera lo que es la vergüenza! Por
eso, caerán con los que caigan; cuando los castigue, serán
derribados", dice el Señor. Así dice el Señor: "Deténganse en los
caminos y miren; pregunten por los senderos antiguos. Pregunten por el
buen camino, y no se aparten de él. Así hallarán el descanso
anhelado. Pero ellos dijeron: No lo seguiremos. Yo aposté centinelas
para ustedes, y dije: Presten atención al toque de trompeta. Pero
ellos dijeron: No prestaremos atención. Por eso, ¡escuchen, naciones!
¡Sepa la congregación lo que le espera! Escucha, tierra: Traigo sobre
este pueblo una desgracia, fruto de sus maquinaciones, porque no
prestaron atención a mis palabras, sino que rechazaron mi enseñanza.
¿De qué me sirve este incienso que llega de Sabá, o la caña dulce de
un país lejano? Sus holocaustos no me gustan; sus sacrificios no me
agradan." Por eso, así dice el Señor: "Voy a ponerle obstáculos a
este pueblo. Padres e hijos tropezarán contra ellos, vecinos y amigos
perecerán." Así dice el Señor: "¡Miren! Del norte viene un ejército;
una gran nación se moviliza desde los confines de la tierra. Empuñan
el arco y la lanza; son crueles y no tienen compasión. Lanzan gritos
como bramidos del mar, y cabalgan sobre sus corceles. ¡Vienen contra
ti, hija de Sión, listos para la batalla!" Nos ha llegado la noticia,
y nuestras manos flaquean; la angustia nos domina, como si tuviéramos
dolores de parto. ¡Viene el enemigo armado con espada! No salgan al
campo, ni transiten por los caminos. ¡Hay terror por todas partes!
Vístete de luto, pueblo mío; revuélcate en las cenizas. Llora
amargamente, como lo harías por tu primogénito, porque nos cae por
sorpresa el que viene a destruirnos. "Te he puesto entre mi pueblo
como vigía y atalaya, para que escudriñes y examines su conducta.
Todos ellos son muy rebeldes, y andan sembrando calumnias; sean de
bronce o de hierro, todos son unos corruptos. Los fuelles soplan con
furor, y el plomo se derrite en el fuego, pero los malvados no se
purifican; ¡de nada sirve que se les refine! Por eso se les llama
Escoria de la plata: ¡para el Señor son un desecho!" Ésta es la
palabra que vino a Jeremías de parte del Señor: "Párate a la entrada
de la casa del Señor, y desde allí proclama este mensaje: ¡Escuchen la
palabra del Señor, todos ustedes, habitantes de Judá que entran por
estas puertas para adorar al Señor! Así dice el Señor Todopoderoso,
el Dios de Israel: Enmienden su conducta y sus acciones, y yo los
dejaré seguir viviendo en este país. No confíen en esas palabras
engañosas que repiten: '¡Éste es el templo del Señor, el templo del
Señor, el templo del Señor! Si en verdad enmiendan su conducta y sus
acciones, si en verdad practican la justicia los unos con los otros,
si no oprimen al extranjero ni al huérfano ni a la viuda, si no
derraman sangre inocente en este lugar, ni siguen a otros dioses para
su propio mal, entonces los dejaré seguir viviendo en este país, en
la tierra que di a sus antepasados para siempre. "¡Pero ustedes
confían en palabras engañosas, que no tienen validez alguna! Roban,
matan, cometen adulterio, juran en falso, queman incienso a Baal,
siguen a otros dioses que jamás conocieron, ¡y vienen y se presentan
ante mí en esta casa que lleva mi nombre, y dicen: 'Estamos a salvo,
para luego seguir cometiendo todas estas abominaciones! ¿Creen acaso
que esta casa que lleva mi nombre es una cueva de ladrones? ¡Pero si
yo mismo lo he visto! afirma el Señor. "Vayan ahora a mi santuario en
Siló, donde al principio hice habitar mi nombre, y vean lo que hice
con él por culpa de la maldad de mi pueblo Israel. Y ahora, puesto
que ustedes han hecho todas estas cosas afirma el Señor, y puesto que
una y otra vez les he hablado y no me han querido escuchar, y puesto
que los he llamado y no me han respondido, lo mismo que hice con Siló
haré con esta casa, que lleva mi nombre y en la que ustedes confían, y
con el lugar que les di a ustedes y a sus antepasados. Los echaré de
mi presencia, así como eché a todos sus hermanos, a toda la
descendencia de Efraín. "Pero en cuanto a ti, Jeremías, no intercedas
por este pueblo. No me ruegues ni me supliques por ellos. No me
insistas, porque no te escucharé. ¿Acaso no ves lo que hacen en las
ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? Los niños juntan la
leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres hacen la masa para
cocer tortas y ofrecérselas a la reina del cielo. Además, para
ofenderme derraman libaciones a otros dioses. Pero no es a mí al que
ofenden afirma el Señor. Más bien se ofenden a sí mismos, para su
propia vergüenza. "Por eso, así dice el Señor omnipotente: Descargaré
mi enojo y mi furor sobre este lugar: sobre los hombres y los
animales, sobre los árboles del campo y los frutos de la tierra, ¡y
arderá mi enojo y no se apagará! "Así dice el Señor Todopoderoso, el
Dios de Israel: ¡Junten sus holocaustos con sus sacrificios, y
cómanse la carne! En verdad, cuando yo saqué de Egipto a sus
antepasados, no les dije nada ni les ordené nada acerca de holocaustos
y sacrificios. Lo que sí les ordené fue lo siguiente: 'Obedézcanme.
Así yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo. Condúzcanse conforme a
todo lo que yo les ordene, a fin de que les vaya bien. Pero ellos no
me obedecieron ni me prestaron atención, sino que siguieron los
consejos de su terco y malvado corazón. Fue así como, en vez de
avanzar, retrocedieron. Desde el día en que sus antepasados salieron
de Egipto hasta ahora, no he dejado de enviarles, día tras día, a mis
servidores los profetas. Con todo, no me obedecieron ni me prestaron
atención, sino que se obstinaron y fueron peores que sus antepasados.
"Tú les dirás todas estas cosas, pero no te escucharán. Los llamarás,
pero no te responderán. Entonces les dirás: Ésta es la nación que no
ha obedecido la voz del Señor su Dios, ni ha aceptado su corrección.
La verdad ha muerto, ha sido arrancada de su boca. "Córtate la
cabellera, y tírala; eleva tu lamento en las lomas desoladas, porque
el Señor ha rechazado y abandonado a la generación que provocó su ira.
"La gente de Judá ha hecho el mal que yo detesto afirma el Señor. Han
profanado la casa que lleva mi nombre al instalar allí sus ídolos
abominables. Además, construyeron el santuario pagano de Tofet, en
el valle de Ben Hinón, para quemar a sus hijos y a sus hijas en el
fuego, cosa que jamás ordené ni me pasó siquiera por la mente. Por
eso llegarán días afirma el Señor, cuando ya no lo llamarán más Tofet
ni Valle de Ben Hinón, sino Valle de la Matanza; y a falta de otro
lugar, en Tofet enterrarán a sus muertos. Los cadáveres de este
pueblo servirán de comida a las aves del cielo y a los animales de la
tierra, y no habrá quien los espante. Haré que en las ciudades de
Judá y en las calles de Jerusalén se apaguen los gritos de alegría,
las voces de júbilo, y los cánticos del novio y de la novia, porque el
país se convertirá en desolación. "En aquel tiempo afirma el Señor,
se exhumarán los huesos de los reyes y de los jefes de Judá, de los
sacerdotes y de los profetas, y de los habitantes de Jerusalén.
Quedarán expuestos al sol y a la luna, y a todas las estrellas del
cielo, cuerpos celestes a los que ellos amaron, sirvieron, consultaron
y adoraron. No se les recogerá ni se les enterrará; ¡como estiércol
quedarán sobre la faz de la tierra! En todos los lugares por donde yo
disperse a los sobrevivientes de esta nación malvada, los que hayan
quedado preferirán la muerte a la vida. Lo afirma el Señor
Todopoderoso. "Pero tú les advertirás que así dice el Señor: "Cuando
los hombres caen, ¿acaso no se levantan? Cuando uno se desvía, ¿acaso
no vuelve al camino? ¿Por qué entonces este pueblo se ha desviado?
¿Por qué persiste Jerusalén en su apostasía? Se aferran al engaño, y
no quieren volver a mí. He escuchado con suma atención, para ver si
alguien habla con rectitud, pero nadie se arrepiente de su maldad;
nadie reconoce el mal que ha hecho. Todos siguen su loca carrera, como
caballos desbocados en combate. Aun la cigüeña en el cielo conoce sus
estaciones; la tórtola, la golondrina y la grulla saben cuándo deben
emigrar. las leyes del Señor. "¿Cómo se atreven a decir: 'Somos
sabios; la ley del Señor nos apoya, si la pluma engañosa de los
escribas la ha falsificado? Los sabios serán avergonzados, serán
atrapados y abatidos. Si han rechazado la palabra del Señor, ¿qué
sabiduría pueden tener? Por eso entregaré sus mujeres a otros
hombres, y sus campos a otros dueños. Porque desde el más pequeño
hasta el más grande, todos codician ganancias injustas; desde el
profeta hasta el sacerdote, todos practican el engaño. Curan por
encima la herida de mi pueblo, y les desean: '¡Paz, paz!, cuando en
realidad no hay paz. ¿Acaso se han avergonzado de la abominación que
han cometido? ¡No, no se han avergonzado de nada, y ni siquiera saben
lo que es la vergüenza! Por eso, caerán con los que caigan; cuando los
castigue, serán derribados dice el Señor. "Cuando quiero cosechar
afirma el Señor, no encuentro uvas en la viña, ni hay higos en la
higuera; sus hojas están marchitas. ¡Voy, pues, a quitarles lo que les
he dado! " "¿Qué hacemos aquí sentados? ¡Vengan, y vámonos juntos a
las ciudades fortificadas para morir allí! El Señor nuestro Dios nos
está destruyendo. Nos ha dado a beber agua envenenada, porque hemos
pecado contra él. Esperábamos paz, pero no llegó nada bueno.
Esperábamos un tiempo de salud, pero sólo nos llegó el terror. Desde
Dan se escucha el resoplar de sus caballos; cuando relinchan sus
corceles, tiembla toda la tierra. Vienen a devorarse el país, y todo
lo que hay en él, la ciudad y todos sus habitantes." "¡Miren! Estoy
lanzando contra ustedes serpientes venenosas que los morderán, y
contra ellas no hay encantamiento", afirma el Señor. La aflicción me
abruma; mi corazón desfallece. El clamor de mi pueblo se levanta
desde todos los rincones del país: "¿Acaso no está el Señor en *Sión?
¿No está allí su rey?" "¿Por qué me provocan con sus ídolos, con sus
dioses inútiles y extraños?" "Pasó la cosecha, se acabó el verano, y
nosotros no hemos sido salvados." Por la herida de mi pueblo estoy
herido; estoy de luto, el terror se apoderó de mí. ¿No queda bálsamo
en Galaad? ¿No queda allí médico alguno? ¿Por qué no se ha restaurado
la salud de mi pueblo?


Salmos 64 NVI:
Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; protégeme del temor al enemigo.
Escóndeme de esa pandilla de impíos, de esa caterva de malhechores.
Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras
ponzoñosas. Emboscados, disparan contra el inocente; le tiran sin
temor y sin aviso. Unos a otros se animan en sus planes impíos,
calculan cómo tender sus trampas; y hasta dicen: "¿Quién las verá?"
Maquinan injusticias, y dicen: "¡Hemos tramado un plan perfecto!"
¡Cuán incomprensibles son la mente y los pensamientos humanos! Pero
Dios les disparará sus flechas, y sin aviso caerán heridos. Su propia
lengua será su ruina, y quien los vea se burlará de ellos. La
humanidad entera sentirá temor: proclamará las proezas de Dios y
meditará en sus obras. Que se regocijen en el Señor los justos; que
busquen refugio en él; ¡que lo alaben todos los de recto corazón!


Proverbios 29 NVI:
El que es reacio a las reprensiones será destruido de repente y sin
remedio. Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los
impíos gobiernan, el pueblo gime. El que ama la sabiduría alegra a su
padre; el que frecuenta rameras derrocha su fortuna. Con justicia el
rey da estabilidad al país; cuando lo abruma con tributos, lo
destruye. El que adula a su prójimo le tiende una trampa. Al malvado
lo atrapa su propia maldad, pero el justo puede cantar de alegría. El
justo se ocupa de la causa del desvalido; el malvado ni sabe de qué se
trata. Los insolentes conmocionan a la ciudad, pero los sabios
apaciguan los ánimos. Cuando el sabio entabla pleito contra un necio,
aunque se enoje o se ría, nada arreglará. Los asesinos aborrecen a los
íntegros, y tratan de matar a los justos. El necio da rienda suelta a
su ira, pero el sabio sabe dominarla. Cuando un gobernante se deja
llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen. Algo en común
tienen el pobre y el opresor: a los dos el Señor les ha dado la vista.
El rey que juzga al pobre según la verdad afirma su trono para
siempre. La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo
malcriado avergüenza a su madre. Cuando prospera el impío, prospera el
pecado, pero los justos presenciarán su caída. Disciplina a tu hijo, y
te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones. Donde no hay
visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los que son obedientes a la
ley! No sólo con palabras se corrige al siervo; aunque entienda, no
obedecerá. ¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede
esperar de un necio que de gente así! Quien consiente a su criado
cuando éste es niño, al final habrá de lamentarlo. El hombre iracundo
provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes. El altivo
será humillado, pero el humilde será enaltecido. El cómplice del
ladrón atenta contra sí mismo; aunque esté bajo juramento, no
testificará. Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que
confía en el Señor sale bien librado. Muchos buscan el favor del
gobernante, pero la sentencia del hombre la dicta el Señor. Los justos
aborrecen a los malvados, y los malvados aborrecen a los justos.


Juan 17:


CAPÍTULO 17
(33 d.C.)
LA INTERCESIÓN

ESTAS cosas habló Jesús, y levantados los Ojos al Cielo, dijo
(describe en lo siguiente la más larga de las Oraciones del Señor en
los cuatro Evangelios; también, ésta es la única oración que indica
que Él oraba con los Discípulos), Padre, la hora ha llegado (el
momento de la Redención del hombre, que se llevaría a cabo en la Cruz,
y que se había planeado desde la eternidad anterior [I Ped. 1:18-20]);
Glorifica a Tu Hijo (la Cruz, cuán horrible como era,Gglorificaría a
Cristo porque efectuaría la Redención de millones de personas), para
que también Tu Hijo Te glorifique a Ti (Él asume toda la carga de la
pena humana y, también, quita el veneno del aguijón de la muerte, lo
que Él haría en la Cruz y Glorificaría a Dios):
2 Como Le has dado la Potestad sobre toda carne (presenta a Cristo
como el Canal por el cual se otorga la Vida Eterna), para que dé Vida
Eterna a todos los que Le diste (se refiere a aquéllos que reúnen las
condiciones fijadas en Las Escrituras acerca de la Fe [Jn. 3:16; I
Tim. 2:4; II Ped. 3:9; Apoc. 22:17]).
3 Esta empero es la Vida Eterna (el verdadero grano de lo que
realmente es la Vida Eterna), que te conozcan el Sólo Dios Verdadero,
y a Jesucristo, Al Cual has enviado (¡la Cruz haría todo esto
posible!).
4 Yo Te he Glorificado en la Tierra (Cristo realiza la Voluntad de
Dios en todas las cosas): he acabado la Obra que Me diste que hiciese
(aquella Obra era la Cruz del Calvario; Él estaba tan comprometido a
aquella Obra que se podía declarar que ya estaba cumplida, aunque su
conclusión iba a llevarse a cabo en unas cuantas horas).
5 Ahora pues, Padre, Glorifícame Tú cerca de Ti Mismo (la Verdadera
Gloria existe sólo en Dios; cuando Cristo como Dios se hizo Hombre, Él
se despojó de aquella Gloria) con aquella Gloria que tuve cerca de Ti
antes que el mundo fuese (una petición que Él sería glorificado como
Hombre con la Gloria que es Eternamente Suya como Dios; se contestó
esta oración en la Resurrección, cuando Él resucitó con un Cuerpo
Glorificado).

SUS DISCÍPULOS

6 He manifestado Tu Nombre a los hombres que del mundo Me diste
(expresa que el Nombre de Dios antes se entendía en parte y no del
todo): Tuyos eran, y Me los diste (una condición previa; significa
que Dios los había ordenado para esta tarea mucho antes que ellos
oyeran a Jesús decir, "síguenme," y, sin duda, aún mucho antes que
nacieran; la Omnisciencia de Dios puede hacer esto, sin afectar el
libre albedrío del hombre); y guardaron Tu Palabra (no significa que
ellos fueron perfectos, sino que fueron auténticos a la Luz).
7 Ahora han conocido que todas las cosas que Me diste, son de Ti (en
realidad los Discípulos, insensibles y llenos de faltas, aún así la
Gracia que los amó se refería a ellos con palabras de admiración en
los Versículos 6 a 8).
8 Porque las Palabras que Me diste, les he dado (una y otra vez,
Jesús declaró que Él fue guiado por el Padre en todo lo que hizo,
incluso las mismas Palabras que Él habló); y ellos las recibieron (no
significa necesariamente que ellos las entendieron, por lo menos en
ese momento, pero las creyeron, y más tarde pudieron entenderlas), y
han conocido verdaderamente que salí de Ti (describe la base de su
Fe), y han creído que Tú Me enviaste (una creencia principal no sólo
en Su Persona, sino, también, en cuanto a Su Misión, aunque imperfecto
era el conocimiento de los Discípulos en ese momento).

LA UNIDAD

9 Yo ruego por ellos (Su Intercesión a favor de ellos, y tienen
asegurada la contestación): no ruego por el mundo (se refiere sólo a
ese momento, como Él, sin duda, oró mucho por el mundo en los días
pasados; en realidad, Su Ministerio era la expresión de Amor del Padre
al mundo entero [Jn. 3:16]), sino por los que Me diste (la Gracia que
revela estos deseos maravillosos, y los privilegios que fluyen de Su
Cuidado por los Suyos); porque Tuyos son (todo lo que Jesús tuvo lo
hizo como que le pertenecía Primero al Padre).
10 Y todo lo Mío es Tuyo (la consagración total en la cual ellos eran
del Padre antes de que fueran Suyos), y lo Tuyo es Mío (el hombre
puede decir, "todo lo Mío es Tuyo," pero sólo Jesús podía decir, "todo
lo Tuyo es Mío"; este es un derecho de la igualdad perfecta con el
Padre); y he sido Glorificado en ellos (el Señor es Glorificado en las
Almas Eternas, y no en cosas materiales).
11 Y ya no estoy en el mundo (Su Misión está terminada y regresa al
Padre en poco tiempo), mas éstos están en el mundo (describe un
ambiente hostil, Sólo Dios es capaz de cuidarlos), y Yo a Ti vengo (la
Ascensión). Padre Santo, a los que Me has dado, guárdalos por Tu
Nombre (se cumplirá por medio de la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra
Terminada), para que sean Uno como también Nosotros (uno en amor y
unidad).
12 Cuando estaba con ellos en el mundo, Yo los guardaba en Tu Nombre
(todos quienes fielmente siguen, se refiere a la Fe anclada a la Cruz,
serán guardados): a los que Me diste, Yo los guardé, y ninguno de
ellos se perdió, sino el hijo de perdición (Satanás intentaba destruir
a todos los Discípulos, como sería obvio); para que La Escritura se
cumpliese (Judas no tuvo que perderse para que la Profecía pudiera
cumplirse, pero la Profecía predijo el hecho de su pecado voluntarioso
y estado de perdición [Sal. 41:9; 69:25-29; 109:8; Hch. 1:20-25]).
13 Más ahora vengo a Ti (Él puso de ejemplo la oración; con la
intención de que nosotros siguiéramos su ejemplo); y hablo esto en el
mundo (Él hace esta oración en un ambiente hostil, y cree que el
Cuidado del Padre los protegerá en este ambiente hostil), para que
tengan Mi Gozo cumplido en sí mismos (se contestará en el Día de
Pentecostés).
14 Yo les he dado Tu Palabra (una dotación permanente; tenemos que
vivir por la Palabra); y el mundo los aborreció, porque no son del
mundo, como tampoco Yo soy del mundo (Satanás, el Príncipe de las
Tinieblas, domina el espíritu del mundo, por eso tiene tanta
animosidad contra el Señor).

GUARDADO DEL MAL

15 No ruego que los quites del mundo (debemos de ser Luz a las
tinieblas de este mundo), sino que los guardes del mal (se cumplió
mediante la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada).
16 No son del mundo (el llamado y la elección de todos los Santos no
tienen nada que ver con el mundo ni sus sistemas), como tampoco Yo soy
del mundo (refleja que los siervos han de parecerse a su Señor).
17 Santifícalos en Tu Verdad (la Palabra de Dios; por sí sola ha de
ser siempre el criterio para todas las cosas): Tu Palabra es Verdad
(la Biblia no contiene solamente la Verdad, sino que "es la Verdad").
18 Como Tú Me enviaste al mundo (una Comisión que Él cumplió en la
Cruz), también los he enviado al mundo (para predicar y permanecer en
la Cruz [I Cor. 1:18, 23; 2:2]).
19 Y por ellos Yo me Santifico a Mí Mismo (Me separo para Dios a fin
de hacer Su Voluntad), para que también ellos sean Santificados en
Verdad (nadie puede Santificarse; es una Obra del Espíritu Santo, que
se realiza cuando el Creyente mantiene su Fe en la Cruz de Cristo
[Rom. 8:1-2, 11]).

LOS CREYENTES

20 Mas no ruego solamente por éstos (Jesús no se refiere sólo a Sus
Discípulos presentes, sino a las multitudes en todas las Edades que
creen en su Testimonio), sino también por los que han de creer en Mí
por la Palabra de ellos (todos deben llevar la Palabra a otros).
21 Para que todos sean Uno (de nuevo, Él ora por la unidad entre los
Creyentes, que sólo el Amor puede llevarla a cabo); como Tú, O Padre,
en Mí (unidad y "Comunión"), y Yo en Ti (unidad y "Propósito"), que
también ellos sean en Nosotros Uno (el pronombre "Nosotros" declara la
Trinidad): para que el mundo crea que Tú Me enviaste (el Padre envía
al Hijo al mundo para salvar al mundo, y el Hijo envía a Sus
Discípulos al mundo con el mismo motivo).
22 Y Yo, la Gloria que Me diste les he dado (unidad y "Gloria"); para
que sean Uno, como también Nosotros somos Uno (uno en "Comunión,"
"Propósito" y "Gloria").
23 Yo en ellos, y Tú en Mí (Cristo lo dice claramente; Jesús es el
eslabón mediador de la relación entre el Padre y los Creyentes), para
que sean perfectamente uno (todo esto se puede realizar sólo por medio
de la Cruz); que el mundo conozca que Tú Me enviaste (declara lo que
causa esta unidad), y que los has amado, como también a Mí Me has
amado (el hecho de que Dios ama a Su Pueblo atraerá a más personas a
Cristo que cualquier otra cosa).
24 Padre, aquellos que Me has dado, quiero que donde Yo estoy, ellos
estén también Conmigo (uno con el Padre); para que vean Mi Gloria que
Me has dado (pertenece a la Exaltación que Él recibirá en Su
Resurrección, que estaba por acontecer en sólo unas cuantas horas):
por cuanto Me has Amado desde antes de la fundación del mundo (Jesús
declara Su preexistencia con el Padre y, por lo tanto, Su Deidad).
25 Padre Justo, el mundo no Te ha conocido (la razón: resultado de
la Caída, está espiritualmente muerto): mas Yo Te he conocido (es más
que un conocido; se refiere a la relación más allá de la esfera de la
comprensión humana), y éstos han conocido que Tú Me enviaste (se
refiere a Su Misión de la Redención del mundo).
26 Y Yo les he manifestado Tu Nombre, y Lo manifestaré aun (ellos ya
saben pero tienen mucho más que aprender, lo cual el Espíritu les
enseñará): para que el Amor con que Me has Amado, esté en ellos, y Yo
en ellos ("El Amor" es el Fundamento de todo lo que Cristo dice).


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy
más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el
don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo
conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me
falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que
poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no
tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El
amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con
rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El
amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El
amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de
lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque
conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo
perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como
niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser
adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta
y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora
conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy
conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la
esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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