El 8 de Octubre Lectura Bíblica Diaria
¡Ay de los que descienden a Egipto en busca de ayuda, de los que se apoyan en la caballería, de los que confían en la multitud de sus carros de guerra y en la gran fuerza de sus jinetes, pero no toman en cuenta al Santo de Israel, ni buscan al Señor! Sin embargo, el Señor es también sabio, y traerá calamidad, y no se retractará de sus palabras. Se levantará contra la dinastía de los malvados, contra los que ayudan a los malhechores. Los egipcios, en cambio, son hombres y no dioses; sus caballos son carne y no espíritu. Cuando el Señor extienda su mano, tropezará el que presta ayuda y caerá el que la recibe. ¡Todos juntos perecerán! Porque así me dice el Señor: "Como león que gruñe sobre la presa cuando contra él se reúne toda una cuadrilla de pastores; como cachorro de león que no se asusta por sus gritos ni se inquieta por su tumulto, así también el Señor Todopoderoso descenderá para combatir sobre el monte Sión, sobre su cumbre. Como aves que revolotean sobre el nido, así también el Señor Todopoderoso protegerá a Jerusalén; la protegerá y la librará, la defenderá y la rescatará." Israelitas, ¡vuélvanse a aquel contra quien ustedes se han rebelado tan abiertamente! Porque en aquel día cada uno de ustedes rechazará a los ídolos de plata y oro que sus propias manos pecadoras fabricaron. "Asiria caerá a espada, pero no de hombre; una espada, pero no de hombre, la consumirá. Huirá para escapar de la espada, y sus jóvenes serán sometidos a trabajos forzados. A causa del terror caerá su fortaleza; ¡sus jefes dejarán abandonada su bandera!" Lo afirma el Señor, cuyo fuego está en Sión, y cuyo horno está en Jerusalén. Miren, un rey reinará con rectitud y los gobernantes gobernarán con justicia. Cada uno será como un refugio contra el viento, como un resguardo contra la tormenta; como arroyos de agua en tierra seca, como la sombra de un peñasco en el desierto. No se nublarán los ojos de los que ven; prestarán atención los oídos de los que oyen. La mente impulsiva comprenderá y entenderá, la lengua tartamuda hablará con fluidez y claridad. Ya no se llamará noble al necio ni será respetado el canalla. Porque el necio profiere necedades, y su mente maquina iniquidad; practica la impiedad, y habla falsedades contra el Señor; deja con hambre al hambriento, y le niega el agua al sediento. El canalla recurre a artimañas malignas, y trama designios infames; destruye a los pobres con mentiras, aunque el necesitado reclama justicia. El noble, por el contrario, concibe nobles planes, y en sus nobles acciones se afirma. Mujeres despreocupadas, ¡levántense y escúchenme! Hijas que se sienten tan confiadas, ¡presten atención a lo que voy a decirles! Ustedes, que se sienten tan confiadas, en poco más de un año temblarán; porque fallará la vendimia, y no llegará la cosecha. Mujeres despreocupadas, ¡estremézcanse! Ustedes, que se sienten tan confiadas, ¡pónganse a temblar! Desvístanse, desnúdense; pónganse ropa de luto. Golpéense el pecho, por los campos agradables, por los viñedos fértiles, por el suelo de mi pueblo cubierto de espinos y de zarzas, por todas las casas donde hay alegría y por esta ciudad donde hay diversión. La fortaleza será abandonada, y desamparada la ciudad populosa; para siempre convertidas en cuevas quedarán la ciudadela y la atalaya; convertidas en deleite de asnos, en pastizal de rebaños, hasta que desde lo alto el Espíritu sea derramado sobre nosotros. Entonces el desierto se volverá un campo fértil, y el campo fértil se convertirá en bosque. La justicia morará en el desierto, y en el campo fértil habitará la rectitud. El producto de la justicia será la paz; tranquilidad y seguridad perpetuas serán su fruto. Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras, en serenos lugares de reposo. Aunque el granizo arrase con el bosque y la ciudad sea completamente allanada, ¡dichosos ustedes, los que siembran junto al agua, y dejan sueltos al buey y al asno! ¡Ay de ti, destructor, que no has sido destruido! ¡Ay de ti, traidor, que no has sido traicionado! Cuando dejes de destruir, te destruirán; cuando dejes de traicionar, te traicionarán. Señor, ten compasión de nosotros; pues en ti esperamos. Sé nuestra fortaleza cada mañana, nuestra salvación en tiempo de angustia. Al estruendo de tu voz, huyen los pueblos; cuando te levantas, se dispersan las naciones. Los despojos de ustedes se recogen como si fueran devorados por orugas; sobre ellos se lanza el enemigo como una bandada de langostas. Exaltado es el Señor porque mora en las alturas, y llena a Sión de justicia y rectitud. Él será la seguridad de tus tiempos, te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del Señor será tu tesoro. ¡Miren cómo gritan sus valientes en las calles! ¡amargamente lloran los mensajeros de paz! Los caminos están desolados, nadie transita por los senderos. El pacto se ha quebrantado, se desprecia a los testigos, ¡a nadie se le respeta! La tierra está de luto y languidece; el Líbano se avergüenza y se marchita; Sarón es como un desierto; Basán y el Carmelo pierden su follaje. "Ahora me levantaré dice el Señor. Ahora seré exaltado, ahora seré ensalzado. Ustedes conciben cizaña y dan a luz paja; ¡pero el fuego de mi aliento los consumirá! Los pueblos serán calcinados, como espinos cortados arderán en el fuego." Ustedes, que están lejos, oigan lo que he hecho; y ustedes, que están cerca, reconozcan mi poder. Los pecadores están aterrados en Sión; el temblor atrapa a los impíos: "¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?" Sólo el que procede con justicia y habla con rectitud, el que rechaza la ganancia de la extorsión y se sacude las manos para no aceptar soborno, el que no presta oído a las conjuras de asesinato y cierra los ojos para no contemplar el mal. Ese tal morará en las alturas; tendrá como refugio una fortaleza de rocas, se le proveerá de pan, y no le faltará el agua. Tus ojos verán al rey en su esplendor y contemplarán una tierra que se extiende hasta muy lejos. Dentro de ti meditarás acerca del terror, y dirás: "¿Dónde está el contador? ¿Dónde el recaudador de impuestos? ¿Dónde el que lleva el registro de las torres?" No verás más a ese pueblo insolente, a ese pueblo de idioma confuso, de lengua extraña e incomprensible. Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas; tus ojos verán a Jerusalén, morada apacible, campamento bien plantado; sus estacas jamás se arrancarán, ni se romperá ninguna de sus sogas. Allí el Señor nos mostrará su poder. Será como un lugar de anchos ríos y canales. Ningún barco de remos surcará sus aguas, ni barcos poderosos navegarán por ellas. Porque el Señor es nuestro guía; el Señor es nuestro gobernante. El Señor es nuestro rey: ¡Él nos salvará! Tus cuerdas se han aflojado: ni se despliegan las velas. Abundante botín habrá de repartirse, y aun los cojos se dedicarán al saqueo. Ningún habitante dirá: "Estoy enfermo"; y se perdonará la iniquidad del pueblo que allí habita.
Salmo 148:
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo desde las alturas. Alábenlo, todos sus ángeles, alábenlo, todos sus ejércitos. Alábenlo, sol y luna, alábenlo, estrellas luminosas. Alábenlo ustedes, altísimos cielos, y ustedes, las aguas que están sobre los cielos. Sea alabado el nombre del Señor, porque él dio una orden y todo fue creado. Todo quedó afirmado para siempre; emitió un decreto que no será abolido. Alaben al Señor desde la tierra los monstruos marinos y las profundidades del mar, el relámpago y el granizo, la nieve y la neblina, el viento tempestuoso que cumple su mandato, los montes y las colinas, los árboles frutales y todos los cedros, los animales salvajes y los domésticos, los reptiles y las aves, los reyes de la tierra y todas las naciones, los príncipes y los gobernantes de la tierra, los jóvenes y las jóvenes, los ancianos y los niños. Alaben el nombre del Señor, porque sólo su nombre es excelso; su esplendor está por encima de la tierra y de los cielos. ¡Él ha dado poder a su pueblo! ¡A él sea la alabanza de todos sus fieles, de los hijos de Israel, su pueblo cercano! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Proverbios 17:
Más vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay discordia. El siervo sabio gobernará al hijo sin vergüenza, y compartirá la herencia con los otros hermanos. En el crisol se prueba la plata y en el horno se prueba el oro, pero al corazón lo prueba el Señor. El malvado hace caso a los labios impíos, y el mentiroso presta oído a la lengua maliciosa. El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que se alegra de verlo en la ruina no quedará sin castigo. La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres. No va bien con los necios el lenguaje refinado, ni con los gobernantes, la mentira. Vara mágica es el soborno para quien lo ofrece, pues todo lo que emprende lo consigue. El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. Cala más un regaño en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado. El revoltoso siempre anda buscando camorra, pero se las verá con un mensajero cruel. Más vale toparse con un oso enfurecido que con un necio empecinado en su necedad. Al que devuelve mal por bien, nunca el mal se apartará de su familia. Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que comenzarla. Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor aborrece. ¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos? En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano. El que es imprudente se compromete por otros, y sale fiador de su prójimo. Al que le gusta pecar, le gusta pelear; el que abre mucho la boca, busca que se la rompan. El de corazón perverso jamás prospera; el de lengua engañosa caerá en desgracia. Engendrar a un hijo necio es causa de pesar; ser padre de un necio no es ninguna alegría. Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. El malvado acepta soborno en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia. La meta del prudente es la sabiduría; el necio divaga contemplando vanos horizontes. El hijo necio irrita a su padre, y causa amargura a su madre. No está bien castigar al inocente, ni azotar por su rectitud a gente honorable. El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos. Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca.
El Libro de Lucas Capítulo 17 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS
CAPÍTULO 17
(33 d.C.)
EL PERDÓN Y LA FE
Y a Sus Discípulos Él dice (expresa la enseñanza dada aquí por Cristo como inmediatamente después de la ilustración dada acerca del hombre rico en el Infierno), Imposible es que no vengan ofensas (se refiere al hecho de la oposición contra el Hijo de Dios, y de quien ésta vendrá mayormente): ¡mas ay de aquél por quien vienen! (¡Aunque parezca extraño, la mayor parte de la oposición vendrá del sector religioso! ¡Hay una ofensa en la Cruz! Y aquéllos que rechazan la Cruz, que son la máxima mayoría, se opondrán a aquéllos que aceptan la Cruz. ¡Rechazar la Cruz es rechazar a Cristo! Se garantiza el juicio a consecuencia de tal acción.)
2 Mejor le fuera, si le pusiesen al cuello una piedra de molino, y le lanzasen en el mar (pronuncia el juicio que le espera a los rechazadores de Cristo), que escandalizar a uno de estos pequeñitos (los "pequeñitos" mencionados aquí no tienen nada que ver con los niños, sino más bien Creyentes que son revestidos de humildad, en consecuencia permiten al Señor defenderlos; son "pequeñitos" en sus propios ojos, juzgados de ser el mismo por los pecadores, pero el Señor los considera muy amados y los vela minuciosamente).
3 Mirad por vosotros mismos (le hablaba directamente a Sus Discípulos, advirtiéndolos que este espíritu de ofensa puede llegarle a cualquiera a menos que tengan cuidado): si pecare contra ti tu hermano, repréndele (tiene que ver con Mateo 18:15-17); y si se arrepintiere, perdónale.
4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere a ti, diciendo, me arrepiento; perdónale (como los incansables amonestadores intrépidos en contra de todo pecado, al mismo tiempo, nunca debemos cansarnos de conceder el perdón en el momento que el ofensor se arrepiente).
5 Y dijeron los Apóstoles al Señor, Auméntanos la Fe (esta es la petición de muchos; sin embargo, la respuesta que el Señor dará es muy interesante).
6 Entonces el Señor dijo, Si tuvieseis Fe como un grano de mostaza (una semilla pequeñita, diciéndonos, en efecto, que no es realmente la cantidad de Fe, sino más bien el Objeto correcto de la Fe; el Objeto correcto es la Cruz [I Cor. 1:18]), diréis a este sicómoro, Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá (el traslado de árboles y montañas era figura retórica proverbial entre los Judíos de esa época, expresando la superación de grandes dificultades).
EL SIERVO FIEL
7 ¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara o apacienta, que vuelto del campo le diga luego (inmediatamente), Pasa, siéntate a la mesa?
8 ¿No le dice antes, Prepárame algo para cenar, y vístete apropiadamente, y sírveme, hasta que haya comido y bebido; y después de esto come tú y bebe? (Un siervo fiel se ocupará primero de sus deberes, y luego de sí mismo.)
9 ¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no (¡de ninguna manera!).
10 Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid, Siervos inútiles somos: porque lo que debíamos hacer, hicimos (el Señor, en esencia, dice que habiendo realizado todas estas condiciones, que era su deber, ellos no serían más que siervos inútiles; este es un golpe mortal a la doctrina de Salvación por obras; el Discípulo ha de decir, "soy un siervo inútil"; el Maestro le dirá entonces, "bien, buen siervo y fiel" [Mat. 25:21]).
LOS LEPROSOS
11 Y aconteció, que yendo Él a Jerusalén, pasaba por medio de (entre) Samaria y de Galilea (el Señor viajaba hacia el oriente al Jordán, donde Él pasaría, y viajaría con rumbo al sur hacia Jerusalén en el lado hacia el oriente, que era la ruta más larga).
12 Y entrando en una cierta aldea, Le vinieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos (la Ley Levítica declaraba que tenían que estar retirados por lo menos a unos 30 metros [100 pies] de la otra gente [Lev. 13:21, 45-46; 14:2]):
13 Y alzaron la voz (no les permitieron que se acercaran más a Cristo, o a alguien más respecto a eso, por eso tenían que gritar para hacerse oír), diciendo, Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros (sin duda, habían oído muchas maravillas acerca de Jesús, y ya milagro de milagros, Él estaba de pie no muy lejos de ellos).
14 Y cuando Él los vio (captaron Su Atención), les dijo, Id, mostraos a los Sacerdotes (este mandato aseguraba la limpieza; porque sólo el leproso limpiado podía presentarse a los Sacerdotes). Y aconteció, que yendo ellos, fueron limpios (sabían que eran inmundos; pero creyeron la Palabra de Cristo, se marcharon con la convicción de que era cierto, y fueron inmediatamente sanados en el camino).
15 Entonces uno de ellos, cuando se vio (tenía que ver con el Samaritano) que estaba sanado, volvió, Glorificando a Dios a gran voz (todo Creyente debiera alabar al Señor continuamente),
16 Y se postró sobre el rostro a Sus Pies, dándole gracias: y éste era Samaritano (lo que Jesús hizo por él anulaba su fe nacional en el Monte Gerizim y, con razón, lo atrajo al camino correcto [Jn. 4:22]).
17 Y respondiendo Jesús dijo, ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve dónde están? (Los "nueve" eran indicativo de la mayor parte de Israel de esa época particular, ¡unos ingratos!)
18 ¿No hubo quién volviese y diese Gloria a Dios sino este extranjero? (También, el "forastero" que había sido sanado sería indicativo de la Iglesia Gentil, que había de cumplirse dentro de poco.)
19 Y le dijo, Levántate, vete (Jesús levanta a la gente): tu Fe te ha Salvado (declara el hecho de que no sólo fue sanado, sino Salvado también; todos ellos mostraron Fe al pedirle a Cristo la sanidad, la cual recibieron; sin embargo, sólo uno, al parecer se le dio la Vida Eterna porque Él Glorificó a Dios).
EL REINO DE DIOS
20 Y preguntado por los Fariseos, cuando había de venir el Reino de Dios (el Señor, en efecto, contestó que el Reino de Dios estaba en aquel momento en su medio, ya que Él era el Reino de Dios), les respondió y dijo, El Reino de Dios no vendrá con observación (los Judíos afirmaban que cuando viniera el Mesías, Él derrotaría a Roma, etc.; Jesús les decía que sus "observaciones" estaban equivocadas):
21 Ni dirán, ¡Helo aquí! o, ¡helo allí! (Él les explica que todas estas señales externas de las cuales hablaban no son Bíblicas, y en realidad no tienen nada que ver con el Reino de Dios.) porque, he aquí, el Reino de Dios entre vosotros está (hubiera sido mejor traducido como, "el Reino de Dios está en medio de vosotros," porque el Reino es Jesús, pero Israel no quería reconocerle; la experiencia del "Nacer de Nuevo" trae a Cristo al corazón y, por lo tanto, coloca el "Reino de Dios dentro de la persona").
LA SEGUNDA VENIDA
22 Y dijo a Sus Discípulos, Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis (después del Día de Pentecostés, todos los seguidores de Cristo, y especialmente los Discípulos, hubieran tenido una mejor comprensión de todas las cosas que Jesús dijo e hizo, y les hubieran encantado la oportunidad de volver a vivir de nuevo todos aquellos días pasados).
23 Y os dirán, ¡Helo aquí! o, ¡helo allí! no vayáis, ni sigáis (Él se refiere a la Segunda Venida).
24 Porque como el relámpago, relampagueando desde una parte de debajo del Cielo, resplandece hasta la otra debajo del Cielo; así también será el Hijo del Hombre en Su día (en otras palabras, Él explica que cuando Él regrese en verdad, habría una gran demostración de la Gloria Celestial y nadie tendrá que preguntarse, "¿es Él de veras?"; va a ser claro para todos que de veras es Él).
25 Mas primero es necesario que padezca mucho, y sea rechazado de esta generación (ahora las Glorias de ese día venidero tendrán una relación y serán el resultado de Sus Sufrimientos Expiatorias en el Calvario).
ADVERTENCIAS
26 Y como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre (quiere decir que el mundo, en el tiempo de la Segunda Venida, será tan indiferente y corrupto como en los días de Noé y Lot respecto a eso).
27 Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos (declara los negocios como de costumbre; en otras palabras, como el mundo de esa época no esperaba que las predicciones de Noé se cumpliera con respecto al diluvio, tampoco el mundo de hoy en día se espera la Segunda Venida, la cual está proclamada en la Biblia), hasta el día que entró Noé en el Arca (quiere decir que hasta ese momento mismo se burlaron de sus predicciones; lo presenciaron entrar en el Arca, y respondieron con escarnio), y vino el diluvio, y destruyó a todos (su reacción negativa de ninguna manera desvió el juicio que estuvo por venir).
28 Asimismo también como fue en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban (corresponde a la destrucción de Sodoma y Gomorra);
29 Mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió del Cielo fuego y azufre, y destruyó a todos (el Juicio no llegó, sin embargo, hasta que los Justos con respecto a Noé y Lot fuesen quitados de ese lugar; aunque todo esto corresponde a la Segunda Venida, también corresponde al Arrebatamiento de la Iglesia, el cual se llevará a los Creyentes y los harán entrar al Juicio como se registran en Apocalipsis, Capítulos 6 al 19).
30 Aun así será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará (es la Segunda Venida).
31 En aquel día (definitivamente se refiere a la Segunda Venida, y no al Arrebatamiento), el que estuviere en el terrado, y sus alhajas en casa, no descienda a tomarlas (en el Medio Oriente, casi todas las casas tienen techos planos, y en la época de Jesús, especialmente durante los meses del verano, muchos dormían en el techo de la casa, y hasta ahora muchos todavía lo hacen): y el que está en el campo, asimismo no vuelva atrás (esas declaraciones concretas no tienen nada que ver con el Arrebatamiento, en vista de que será repentino, "en un abrir y cerrar de ojos"; Versículos 31 al 37 corresponden a la movilización de Israel contra el Anticristo; Ezequiel lo describe en los Capítulos 38 y 39; esa movilización será de prisa).
32 Acordaos de la mujer de Lot (la insistencia es que si Israel no se decide en ese determinado tiempo, ellos serán destruidos tal como la esposa de Lot; a propósito, en este único Pasaje, Jesús relata el hecho histórico de la esposa de Lot convertida en una columna de sal [Gén. 19:26]).
33 Cualquiera que procurare salvar su vida, la perderá (se refiere a los Judíos que en ese entonces creerán que al huir en otras direcciones sus vidas serán preservadas, pero en realidad tendrá el efecto contrario); y cualquiera que la perdiere, la salvará (se refiere a aquéllos que van hacia adelante a la batalla (la Batalla de Armagedón), y como resultado, tendrán la protección del Señor [Zac. 12:8]).
34 Os digo, Que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado.
35 Dos mujeres estarán moliendo juntas (moliendo en el molino); la una será tomada, y la otra dejada.
36 Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado (de nuevo, se refiere a la movilización de Israel en la Batalla de Armagedón; no se refiere al Arrebatamiento como muchos son inducidos a creer).
37 Y respondiendo Le dicen, ¿Dónde, Señor? (Ellos no sabían ni dónde ni de lo qué el Señor se refería, por lo menos, en aquel momento.) Y Él les dijo, Donde estuviere el cuerpo, allá se juntarán también las águilas (se refiere directamente a la Batalla de Armagedón y, de nuevo, no al Arrebatamiento como algunos lo creen [Ezeq. 39:17])
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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