El 7 de Octubre Lectura Bíblica Diaria
Isaías 28 a 30:
¡Ay de la altiva corona de los borrachos de Efraín, de la flor marchita de su gloriosa hermosura, que está sobre la cumbre de un valle fértil! ¡Ay de los abatidos por el vino! Miren, el Señor cuenta con alguien que es fuerte y poderoso: Éste echará todo por tierra con violencia, como tormenta de granizo, como tempestad destructora, como tormenta de aguas torrenciales, como torrente desbordado. La altiva corona de los borrachos de Efraín, será pisoteada. Esa flor marchita de su gloriosa hermosura, sobre la cumbre de un valle fértil, será como higo maduro antes de la cosecha: apenas alguien lo ve y lo tiene en la mano, se lo traga. En aquel día el Señor Todopoderoso será una hermosa corona, una diadema gloriosa para el remanente de su pueblo. Él infundirá espíritu de justicia al que se sienta en el tribunal, y valor a los que rechazan los asaltos a la puerta. También sacerdotes y profetas se tambalean por causa del vino, trastabillan por causa del licor; quedan aturdidos con el vino, tropiezan a causa del licor. Cuando tienen visiones, titubean; cuando toman decisiones, vacilan. ¡Sí, regadas de vómito están todas las mesas, y no queda limpio ni un solo lugar! "¿A quién creen que están enseñando? ¿A quién le están explicando su mensaje? ¿Creen que somos niños recién destetados, que acaban de dejar el pecho? ¿Niños que repiten: a-b-c-ch-d, a-e-i-o-u, un poquito aquí, un poquito allá?" Pues bien, Dios hablará a este pueblo con labios burlones y lenguas extrañas, pueblo al que dijo: "Éste es el lugar de descanso; que descanse el fatigado"; y también: "Éste es el lugar de reposo." ¡Pero no quisieron escuchar! Pues la palabra del Señor para ellos será también: "a-b-c-ch-d, a-e-i-o-u, un poquito aquí, un poquito allá." Para que se vayan de espaldas cuando caminen, y queden heridos, enredados y atrapados. Por tanto, gobernantes insolentes de este pueblo de Jerusalén, escuchen la palabra del Señor: Ustedes dicen: "Hemos hecho un pacto con la muerte, hemos hecho una alianza con el sepulcro. Cuando venga una calamidad abrumadora, no nos podrá alcanzar, porque hemos hecho de la mentira nuestro refugio y del engaño nuestro escondite." Por eso dice el Señor omnipotente: "¡Yo pongo en Sión una piedra probada!, piedra angular y preciosa para un cimiento firme; el que confíe no andará desorientado. Pondré como nivel la justicia, y la rectitud como plomada. El granizo arrasará con el refugio de la mentira, y las aguas inundarán el escondite. Se anulará el pacto que hicieron con la muerte, quedará sin efecto su alianza con el sepulcro. Cuando venga la calamidad abrumadora, a ustedes los aplastará. Cada vez que pase, los arrebatará; pasará mañana tras mañana, de día y de noche." causará terror absoluto. La cama es demasiado estrecha para estirarse en ella, la manta es demasiado corta para envolverse en ella. Sí, el Señor se levantará como en el monte Perasín, se moverá como en el valle de Gabaón; para llevar a cabo su extraña obra, para realizar su insólita tarea. Ahora bien, dejen de burlarse, no sea que se aprieten más sus cadenas; porque me ha hecho saber el Señor, el Señor Todopoderoso, acerca de la destrucción decretada contra todo el país. Escuchen, oigan mi voz; presten atención, oigan mi palabra: Cuando un agricultor ara para sembrar, ¿lo hace sin descanso? ¿Se pasa todos los días rompiendo y rastrillando su terreno? Después de que ha emparejado la superficie, ¿no siembra eneldo y esparce comino? ¿No siembra trigo en hileras, cebada en el lugar debido, y centeno en las orillas? Es Dios quien lo instruye y le enseña cómo hacerlo. Porque no se trilla el eneldo con rastrillo, ni sobre el comino se pasa una rueda de carreta, sino que el eneldo se golpea con una vara, y el comino con un palo. El grano se tritura, pero no demasiado, ni tampoco se trilla sin descanso. Se le pasan las ruedas de la carreta, pero los caballos no lo trituran. También esto viene del Señor Todopoderoso, admirable por su consejo y magnífico por su sabiduría. ¡Ay, Ariel, Ariel, ciudad donde acampó David! Añadan a un año otro año más, y que prosiga el ciclo de las fiestas. Pero a Ariel la sitiaré; habrá llanto y lamento, y será para mí como un brasero del altar. Acamparé contra ti, y te rodearé; te cercaré con empalizadas, y levantaré contra ti torres de asalto. Humillada, desde el suelo elevarás tu voz; tu palabra apenas se levantará del polvo. como si fuera la de un fantasma; tu palabra, desde el polvo, apenas será un susurro. Pero la multitud de tus enemigos quedará hecha polvo fino, y la multitud de despiadados será como la paja que se lleva el viento. De repente, en un instante, vendrá contra ti el Señor Todopoderoso; vendrá con truenos, terremotos y gran estruendo, vendrá con una violenta tormenta y con devoradoras llamas de fuego. La multitud de todas las naciones que batallan contra Ariel, todos los que luchan contra ella y contra su fortaleza, aquellos que la asedian, serán como un sueño, como una visión nocturna. Como el hambriento que sueña que está comiendo, pero despierta y aún tiene hambre; como el sediento que sueña que está bebiendo, pero despierta y la sed le reseca la garganta. que luchan contra el monte Sión. Pierdan el juicio, quédense pasmados, pierdan la vista, quédense ciegos; embriáguense, pero no con vino; tambaléense, pero no por el licor. El Señor ha derramado sobre ustedes un espíritu de profundo sueño; a los profetas les cubrió los ojos, a los videntes les tapó la cara. Para ustedes, toda esta visión no es otra cosa que palabras en un rollo de pergamino sellado. Si le dan el rollo a alguien que sepa leer, y le dicen: "Lea esto, por favor", éste responderá: "No puedo hacerlo; está sellado." Y si le dan el rollo a alguien que no sepa leer, y le dicen: "Lea esto, por favor", éste responderá: "No sé leer." El Señor dice: "Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. enseñado por hombres. Por eso, una vez más asombraré a este pueblo con prodigios maravillosos; perecerá la sabiduría de sus sabios, y se esfumará la inteligencia de sus inteligentes." ¡Ay de los que, para esconder sus planes, se ocultan del Señor en las profundidades; cometen sus fechorías en la oscuridad, y piensan: "¿Quién nos ve? ¿Quién nos conoce?"! ¡Qué manera de falsear las cosas! ¿Acaso el alfarero es igual al barro? ¿Acaso le dirá el objeto al que lo modeló: "Él no me hizo"? ¿Puede la vasija decir del alfarero: "Él no entiende nada"? Muy pronto el Líbano se convertirá en campo fértil, y el campo fértil se convertirá en bosque. En aquel día podrán los sordos oír la lectura del rollo, y los ojos de los ciegos podrán ver desde la oscuridad y la penumbra. Los pobres volverán a alegrarse en el Señor, los más necesitados se regocijarán en el Santo de Israel. Se desvanecerán los despiadados, desaparecerán los insolentes, y todos los que no duermen para hacer el mal serán exterminados; los que con una palabra hacen culpable a una persona, los que en el tribunal ponen trampas al defensor y con engaños perjudican al indefenso. Por eso, el Señor, el redentor de Abraham, dice así a los descendientes de Jacob: "Jacob ya no será avergonzado, ni palidecerá su rostro. Cuando él vea a sus hijos, y la obra de mis manos en medio de él, todos ellos santificarán mi nombre; santificarán al Santo de Jacob, y temerán al Dios de Israel. Los de espíritu extraviado recibirán entendimiento; y los murmuradores aceptarán ser instruidos." El Señor ha dictado esta sentencia: "Ay de los hijos rebeldes que ejecutan planes que no son míos, que hacen alianzas contrarias a mi Espíritu, que amontonan pecado sobre pecado, que bajan a Egipto sin consultarme, que se acogen a la protección de Faraón, y se refugian bajo la sombra de Egipto. ¡La protección de Faraón será su vergüenza! ¡El refugiarse bajo la sombra de Egipto, su humillación! Aunque en Zoán tengan funcionarios, y a Janés hayan llegado sus mensajeros, todos quedarán avergonzados por culpa de un pueblo que les resulta inútil, que no les brinda ninguna ayuda ni provecho, sino sólo vergüenza y frustración." Ésta es la sentencia que se ha dictado contra los animales del Néguev: Por tierra de dificultades y angustias, de leones y leonas, de víboras y serpientes voladoras, llevan ellos a lomo de burro las riquezas de esa nación inútil, y sus tesoros, a lomo de camello. La ayuda de Egipto no sirve para nada; por eso la llamo: "Rahab, la inmóvil". Anda, pues, delante de ellos, y grábalo en una tablilla. Escríbelo en un rollo de cuero, para que en los días venideros quede como un testimonio eterno. Porque éste es un pueblo rebelde; son hijos engañosos, hijos que no quieren escuchar la enseñanza del Señor. A los videntes les dicen: "¡No tengan más visiones!", y a los profetas: "¡No nos sigan profetizando la verdad! Dígannos cosas agradables, profeticen ilusiones. ¡Apártense del camino, retírense de esta senda, y dejen de enfrentarnos con el Santo de Israel!" Así dice el Santo de Israel: "Ustedes han rechazado esta palabra; han confiado en la opresión y en la perversidad, y se han apoyado en ellas. Por eso su iniquidad se alzará frente a ustedes como un muro alto y agrietado, a punto de derrumbarse: ¡de repente, en un instante, se desplomará! Su iniquidad quedará hecha pedazos, hecha añicos sin piedad, como vasija de barro: ni uno solo de sus pedazos servirá para sacar brasas del fuego ni agua de una cisterna." Porque así dice el Señor omnipotente, el Santo de Israel: "En el arrepentimiento y la calma está su salvación, en la serenidad y la confianza está su fuerza, ¡pero ustedes no lo quieren reconocer! Se resisten y dicen: Huiremos a caballo. ¡Por eso, así tendrán que huir! Dicen: Cabalgaremos sobre caballos veloces. ¡Por eso, veloces serán sus perseguidores! Ante la amenaza de uno solo; mil de ustedes saldrán huyendo; ante la amenaza de cinco, huirán todos ustedes; hasta quedar abandonados como un mástil en la cima de una montaña, como una señal sobre una colina." Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad; por eso se levanta para mostrarles compasión. Porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que en él esperan! Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, ya no llorarás más. ¡El Dios de piedad se apiadará de ti cuando clames pidiendo ayuda! Tan pronto como te oiga, te responderá. Aunque el Señor te dé pan de adversidad y agua de aflicción, tu maestro no se esconderá más; con tus propios ojos lo verás. Ya sea que te desvíes a la derecha o a la izquierda, tus oídos percibirán a tus espaldas una voz que te dirá: "Éste es el camino; síguelo." Entonces profanarás tus ídolos enchapados en plata y tus imágenes revestidas de oro; los arrojarás como cosa *impura, y les dirás: "¡Fuera de aquí!" El Señor te enviará lluvia para la semilla que siembres en la tierra, y el alimento que produzca la tierra será suculento y abundante. En aquel día tu ganado pacerá en extensas praderas. Los bueyes y los burros que trabajan la tierra comerán el mejor forraje, aventado con bieldo y horquilla. En el día de la gran masacre, cuando caigan las torres, habrá arroyos y corrientes de agua en toda montaña alta y en toda colina elevada. Cuando el Señor ponga una venda en la fractura de su pueblo y sane las heridas que le causó, brillará la luna como el sol, y será la luz del sol siete veces más intensa, como la luz de siete días enteros. ¡Miren! El nombre del Señor viene de lejos, con ardiente ira y densa humareda. Sus labios están llenos de furor; su lengua es como un fuego consumidor. Su aliento es cual torrente desbordado que llega hasta el cuello, para zarandear a las naciones en la zaranda destructora. un freno que los desvía. Ustedes cantarán como en noche de fiesta solemne; su corazón se alegrará, como cuando uno sube con flautas a la montaña del Señor, a la Roca de Israel. El Señor hará oír su majestuosa voz, y descargará su brazo: con rugiente ira y llama de fuego consumidor, con aguacero, tormenta y granizo. La voz del Señor quebrantará a Asiria; la golpeará con su bastón. Cada golpe que el Señor descargue sobre ella con su vara de castigo será al son de panderos y de arpas; agitando su brazo, peleará contra ellos. Porque Tofet está preparada desde hace tiempo; está dispuesta incluso para el rey. Se ha hecho una pira de fuego profunda y ancha, con abundancia de fuego y leña; el soplo del Señor la encenderá como un torrente de azufre ardiente.
Salmo 147:
¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! ¡Cuán bueno es cantar salmos a nuestro Dios, cuán agradable y justo es alabarlo! El Señor reconstruye a Jerusalén y reúne a los exiliados de Israel; restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas. Él determina el número de las estrellas y a todas ellas les pone nombre. Excelso es nuestro Señor, y grande su poder; su entendimiento es infinito; El Señor sostiene a los pobres, pero hace morder el polvo a los impíos. Canten al Señor con gratitud; canten salmos a nuestro Dios al son del arpa. Él cubre de nubes el cielo, envía la lluvia sobre la tierra y hace crecer la hierba en los montes. Él alimenta a los ganados y a las crías de los cuervos cuando graznan. El Señor no se deleita en los bríos del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre, sino que se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor. Alaba al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, oh Sión. Él refuerza los cerrojos de tus puertas y bendice a los que en ti habitan. Él trae la paz a tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su palabra a la tierra; su palabra corre a toda prisa. Extiende la nieve cual blanco manto, esparce la escarcha cual ceniza. Deja caer el granizo como grava; ¿quién puede resistir sus ventiscas? Pero envía su palabra y lo derrite; hace que el viento sople, y las aguas fluyen. A Jacob le ha revelado su palabra; sus leyes y decretos a Israel. Esto no lo ha hecho con ninguna otra nación; jamás han conocido ellas sus decretos. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Proverbios 16:
El hombre propone y Dios dispone. A cada uno le parece correcto su proceder, pero el Señor juzga los motivos. Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán. Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre! El Señor aborrece a los arrogantes. Una cosa es segura: no quedarán impunes. Con amor y verdad se perdona el pecado, y con temor del Señor se evita el mal. Cuando el Señor aprueba la conducta de un hombre, hasta con sus enemigos lo reconcilia. Más vale tener poco con justicia que ganar mucho con injusticia. El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor. La sentencia está en labios del rey; en el veredicto que emite no hay error. Las pesas y las balanzas justas son del Señor; todas las medidas son hechura suya. El rey detesta las malas acciones, porque el trono se afirma en la justicia. El rey se complace en los labios honestos; aprecia a quien habla con la verdad. La ira del rey es presagio de muerte, pero el sabio sabe apaciguarla. El rostro radiante del rey es signo de vida; su favor es como lluvia en primavera. Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia que plata. El camino del hombre recto evita el mal; el que quiere salvar su vida, se fija por dónde va. Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso. Vale más humillarse con los oprimidos que compartir el botín con los orgullosos. El que atiende a la palabra, prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor! Al sabio de corazón se le llama inteligente; los labios convincentes promueven el saber. Fuente de vida es la prudencia para quien la posee; el castigo de los necios es su propia necedad. El sabio de corazón controla su boca; con sus labios promueve el saber. Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo. Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte. Al que trabaja, el hambre lo obliga a trabajar, pues su propio apetito lo estimula. El perverso hace planes malvados; en sus labios hay un fuego devorador. El perverso provoca contiendas, y el chismoso divide a los buenos amigos. El violento engaña a su prójimo y lo lleva por mal camino. El que guiña el ojo trama algo perverso; el que aprieta los labios ya lo ha cometido. Las canas son una honrosa corona que se obtiene en el camino de la justicia. Más vale ser paciente que valiente; más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades. Las suertes se echan sobre la mesa, pero el veredicto proviene del Señor.
El Libro de Lucas Capítulo 16 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS
CAPÍTULO 16
(33 d.C.)
EL MAYORDOMO INJUSTO
Y DIJO también a Sus Discípulos (alguien ha dicho que el Capítulo 15 fue dirigido a los Fariseos en la audiencia de los Discípulos; el Capítulo 16 a los Discípulos en la audiencia de los Fariseos), Había un cierto hombre rico, el cual tenía un mayordomo (la moraleja de la Parábola se encuentra al aparecer en el Versículo 8); y éste fue acusado delante de él como disipador de sus bienes (el hombre había desperdiciado los bienes de su patrón).
2 Y le llamó, y le dijo, ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? (Que tú has desperdiciado mis bienes.) Da cuenta de tu mayordomía (serían las mismas palabras o similares que serán pronunciadas a cada Creyente al estar frente al Tribunal de Cristo); porque ya no podrás más ser mayordomo (cuántos Creyentes desperdician lo que el Señor ha puesto en sus manos; en otras palabras, no se preocupan por los asuntos del Señor).
3 Entonces el mayordomo dijo dentro de sí, ¿Qué haré? (Le indica que inició la formulación de un plan.) porque mi señor me quita la mayordomía: cavar, no puedo (tiene referencia al acto de sacar los bienes almacenados para reponer lo que se perdió; ya que la idea es que desperdiciaron los bienes de los cuales él estaba encargado); mendigar, tengo vergüenza (muchos Creyentes serán avergonzados frente al Tribunal de Cristo).
4 Yo sé lo que haré (el comienzo de un plan o una estratagema para su provisión), para que cuando fuere quitado de la mayordomía, me reciban en sus casas (va a congraciarse con los que le debían a su patrón anterior).
5 Y llamando a cada uno de los deudores de su señor (el comienzo de su estratagema), dijo al primero, ¿Cuánto debes a mi señor? (De una manera u otra, es característico de lo que ocurre diariamente, hasta miles de veces en el mundo entero. Conspirar y tramar son el curso corriente de los acontecimientos en el mundo, y como Pablo dice, lo hacen "para obtener una corona corruptible" [I Cor. 9:25].)
6 Y él dijo, Cien barriles de aceite (este "mayordomo" en realidad tenía el derecho, por habérselo dado su patrón, de fijar el precio de ciertas mercancías; sin embargo, como vemos aquí, él abusó de aquel derecho a fin de congraciarse con estos deudores). Y le dijo, Toma tu obligación, y siéntate presto, y escribe cincuenta (borraba la mitad de su deuda).
7 Después dijo a otro, ¿Y tú, cuánto debes? Y él dijo, Cien medidas de trigo. Y él le dijo, Toma tu obligación, y escribe ochenta (redujo la suya por veinte medidas).
8 Y alabó el señor (no el Señor de la Gloria, sino más bien su patrón) al mayordomo malo por haber hecho discretamente (exclamado en cuanto a su inteligencia, en vista de que su fraude ya no podía ser probada): porque los hijos de este mundo son en su generación más sagaces que los hijos de luz (esta declaración de clausura es toda la moraleja de esta Parábola como se la dio Cristo; los "hijos del mundo" son "más sabios" porque la diligencia dada, aunque torcida o de otro modo, es precisamente el mejor esfuerzo que tienen; pero a menudo, los "hijos de luz," aunque poseen lo que es de mucha importancia que cualquier otra cosa que tenga el mundo, no obstante, la mayor parte del tiempo prestan muy poca atención o diligencia a la tarea de suma importancia de vivir para Dios).
DIOS Y LAS RIQUEZAS
9 Y yo os digo, Haceos amigos de las riquezas de maldad (simplemente quiere decir que los Creyentes deben aprender a ser fieles con el dinero en cuanto a otros y la Obra de Dios; el dinero es llamado las "riquezas de maldad" simplemente porque el amor al dinero es la raíz de todos los males [I Tim. 6:10]); para que cuando faltareis (cuando usted muera), os (los Ángeles) reciban en las moradas eternas (el Cielo).
10 El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel (implica que si un Creyente es fiel con el dinero que Dios le da, lo más probable es que será fiel en todos los otros aspectos de su empeño Cristiano): y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto (si el Creyente no le va a permitir al Señor tener el primer lugar en cuanto al dinero, será injusto también en los asuntos espirituales).
11 Pues, si en las malas riquezas no fuisteis fieles (nos indica que el Señor juzga la fidelidad de un Creyente, al menos en parte, en cuanto a cómo él administra el dinero, el cual nuestro Señor se refiere aquí como "las malas riquezas"), ¿quién os confiará lo verdadero? (¿Si usted no puede administrar lo "poco" del dinero, entonces ¿cómo puede administrar lo "más" — la riqueza espiritual?)
12 Y si en lo ajeno no fuisteis fieles (apunta a nuestra vida cotidiana práctica), ¿quién os dará lo que es vuestro? (Nos dice que el Señor no bendecirá a nadie que no cumpla sus responsabilidades como debieran.)
13 Ningún siervo puede servir a dos señores (no podemos servir al Señor y a nosotros mismos): porque o aborrecerá al uno y amará al otro; o se apegará al uno, y menospreciará al otro (más que todo Jesús trató con los Fariseos; aquí, Él se dirige a los Publicanos; ellos, más todo Creyente, deben tener mucho cuidado en cuanto al dinero, en realidad cualquier cosa que no es del Señor). No podéis servir a Dios y a las riquezas (coloca a Dios y el dinero uno al lado del otro, porque es lo que las "riquezas" significa, al menos en este caso; Cristo no degrada el dinero; sino la manera en la cual lo consideramos o administramos; ni está en cuestión la cantidad, sino más bien nuestra fidelidad).
14 Y oían también todas estas cosas los Fariseos (Sus declaraciones se aplicaban a los Fariseos, así como a los Publicanos), los cuales eran avaros: y se burlaban de Él (Israel llegó a creer que la riqueza igualaba la Piedad, y la pobreza igualaba la maldición de Dios; por eso se mofaron de Cristo, en realidad burlándose de Él).
15 Y les dijo, Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres (quiere decir que trataron de hacer cosas para aparecerse Santo ante los hombres); mas Dios conoce vuestros corazones (¡es una frase fuerte, "Dios conoce," y esté seguro que Él sí conoce!): porque lo que los hombres tienen por sublime delante de Dios es abominación (las obras religiosas son muy estimadas entre los hombres, de ahí, la adulación de la Monja Católica llamada "Madre Teresa"; si los hombres intentan justificarse con obras, en vez de la Fe en Cristo y la Cruz, Dios se refiere a ello como "abominación").
16 La Ley y los Profetas eran hasta Juan (realmente quiere decir, "en lo que concierne a Juan," que incluía a ese Profeta; en otras palabras, Juan ministraba la Ley, pero era el último Profeta de aquella época): desde entonces el Reino de Dios es anunciado (el "Reino de Dios" se obtiene al "Nacer de Nuevo," que acontece por la Fe en Cristo, y lo que Cristo hizo en la Cruz), y quienquiera se esfuerza a entrar en él ("todo hombre" es bienvenido en el Nuevo Convenio).
17 Empero más fácil cosa es pasar el Cielo y la Tierra, que frustrarse una tilde de la Ley (Jesús cumpliría la Ley, y en toda capacidad y, de hecho, sería el Único Quién siempre lo hizo al pie de la letra porque Él era el Único Quién podía).
18 Cualquiera que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera (Jesús trata el tema, aunque parezca fuera de lugar, porque los Fariseos trataron el divorcio ligeramente y eran en secreto codiciosos e inmorales; es por eso la que, cuando el Señor lo expuso, se mofaron de Él): y el que se casa con la repudiada del marido, adultera (los Fariseos enseñaron que si alguien se divorciara, no importa que sea sin fundamento Bíblico para hacerlo, estas personas eran libres entonces de casarse o estar casado con tal; Jesús refuta esto, y lo hace deliberadamente).
19 Había un cierto hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez (los Judíos de la época de Jesús concluyeron que la riqueza era el favor de Dios, y la pobreza era la maldición de Dios; por lo tanto, esta ilustración dada por Cristo desbarató su falsa doctrina):
20 Había también un cierto mendigo llamado Lázaro (muchos afirman que esta es una Parábola que no se debe tomar literalmente; sin embargo, como es de notarse, Jesús usa nombres en esta ilustración, con la intención de decir que no es una Parábola, pero en realidad, algo que realmente pasó; ¡por consiguiente, en efecto, es escalofriante!), el cual estaba echado a la puerta de él, lleno de llagas (el hombre rico veía a Lázaro constantemente, pero no le ofreció ayuda en absoluto; como dicho, tales como él concluían que Lázaro estaba maldecido de Dios, y ayudar a tal frustrarían el Plan de Dios; demuestra cómo la Palabra de Dios está tan tergiversada por tantos),
21 Y deseando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico (probablemente quiere decir que este hombre rico se sintió muy bien en permitir que se le dieran las "migajas" a este mendigo): y aun los perros venían y le lamían las llagas (declara el hecho de que este hombre no sólo era afectado por la pobreza, sino también, estaba enfermo; él no se adaptaba al molde del evangelio moderno de la prosperidad, que, de hecho, no es ningún Evangelio en absoluto; pero él definitivamente sí se adaptaba al molde de Dios; tenemos que considerar todo esto con mucho cuidado).
22 Y aconteció, que murió el mendigo (lo más probable es que nadie se interesó de él, pero el Señor sí se interesó de él, como veremos), y fue llevado por los Ángeles al seno de Abraham (el Paraíso; donde todos los Creyentes fueron antes de la Cruz; asimismo, Jesús también nos dice que cuando un Creyente muere, su alma y espíritu son acompañados por Ángeles hasta la Presencia de Dios): y murió también el rico, y fue sepultado (ninguno de los Ángeles se lo llevaron, ya que él murió eternamente perdido; a pesar del hecho de que fue rico no tuvo ningún peso en cuanto a la Salvación de su alma);
23 Y en el Infierno alzó sus ojos (Jesús aquí claramente proclama la Doctrina del Infierno Eterno; además, Él también declara el hecho de que el alma y el espíritu van inmediatamente al Cielo o al Infierno en el momento de la muerte, y que el alma y el espíritu están totalmente conscientes), estando en los tormentos (para no decir otra cosa peor, el Infierno no es un lugar agradable y, como ya se dijo, es eterno), y vio a Abraham de lejos, y a Lázaro en su seno (todos los Creyentes antes de la Cruz expresaron la Fe en la Revelación dada a Abraham por Dios en cuanto a la Redención y, en cierto modo, es lo mismo en la actualidad [Rom. 4:16]).
24 Entonces él, dando voces, dijo, Padre Abraham, ten misericordia de mí (no hay incrédulos en el Infierno, tampoco hay Salvación alguna allí; el hombre rico se arrepintió, pero demasiado tarde), y envía a Lázaro (él no tuvo ningún interés por Lázaro en la Tierra, pero ya recuerda su conciencia muchas cosas, pero demasiado tarde) que moje la punta de su dedo en agua (es claro que no hay agua allí), y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama (la Biblia enseña que los fuegos del Infierno son literales; ¡Jesús así lo dijo!).
25 Y le dijo Abraham, Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida (de ninguna manera significa que esto era la causa de que él se perdió; simplemente significa que él fue tratado muy bien, pero no mostró ninguna gratitud por sus bendiciones), y Lázaro también males (el hombre rico no permitió que sus bendiciones le trajeran al Señor, y Lázaro no permitió que su pobreza lo quitaría del Señor): mas ahora éste es consolado aquí (porque él había aceptado al Señor), y tú atormentado (la palabra "ahora" es de suma importancia; se refiere al tiempo después de la muerte; ¿será uno de "alivio" o de "tormento"?).
26 Y además de todo esto, una grande sima está constituida entre nosotros y vosotros (está en el corazón de la Tierra [Mat. 12:40]; antes de la Cruz, aunque todos los que fueron al Paraíso fueron consolados, eran todavía cautivos de Satanás, esperando que al final terminaran en el abismo ardiente [Ef. 4:8-9]; significa que cuando los Creyentes que murieron antes de la Cruz, debido a que la sangre de toros y cabras no podía quitar los pecados, la deuda del pecado permaneció, y Satanás todavía podía reclamarlos; por eso, todos aquéllos en el Paraíso aguardaban la Cruz, que los libraría): que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden (declara el hecho de que todas las oportunidades de la Salvación están en este lado de la tumba; significa que la doctrina Católica del Purgatorio es la "esperanza del tonto"; no existe en absoluto tal lugar); ni de allá pasar acá (sin embargo, era posible para aquéllos en el Infierno echar un vistazo y ver a aquéllos en el Paraíso, y parece que les hablaban; aquel lugar, debido a la Cruz, está ahora vacío porque todos fueron liberados por Cristo después de haber pagado el precio [Ef. 4:8-9]).
27 Y dijo, Te ruego pues, padre, que le envíes (envíes a Lázaro) a la casa de mi padre (es el único ejemplo de la oración a un Santo muerto en Las Escrituras; deje a aquéllos que hacen eso que recuerden que la oración a todos los demás Santos muertos resultará igual como el resultado de esta oración — nada):
28 Porque tengo cinco hermanos; para que les testifique (estas declaraciones expresan el hecho de que este hombre tenía un conocimiento activo de Dios y lo más probable es que hasta profesaba la Salvación antes de su muerte; ¡pero no fue Salvo!), para que no vengan ellos también a este lugar de tormento (no pidió esta gracia para sí mismo, ya que sabía que estaba eternamente sepultado; es fácil entrar en el Infierno, pero imposible de salir).
29 Y Abraham le dice, A Moisés y a los Profetas tienen; óiganlos (no significa que este acontecimiento ocurrió durante la época de Moisés, sino que Abraham se refirió a la Palabra de Dios; nos dice que al menos una parte del Antiguo Testamento ya se había escrito).
30 Él entonces dijo, No, padre Abraham: mas si alguno fuere a ellos de los muertos, se arrepentirán (Las Escrituras contienen todo lo que es necesario para la Salvación; un espíritu restituido no podía añadírseles nada; y un hombre que no va a escuchar a la Biblia no va a escuchar a una multitud, si fuese resucitado de la muerte; de hecho, unos días más tarde, el Señor resucitó a un hombre llamado Lázaro de la tumba, y los Fariseos emprendieron cómo matarlo).
31 Mas Abraham le dijo, Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos (esta ilustración como dado por Cristo, realmente aconteció y, de hecho, manifiesta una representación alarmante de la vida después de la muerte; aprendemos de esto, y en realidad dura, que la única cosa que realmente importa en la vida es ponerse en relación correcta con Dios; hay un Cielo y hay un Infierno, y cada alma quien ha vivido alguna vez ha ido o va a uno o al otro; la única manera de hacer el Cielo su Hogar eterno es por medio de aceptar a Cristo; Él Solo es la Puerta; todo lo demás conduce a uno al Infierno, exactamente como el hombre rico descubrió, y resultó en su consternación eterna).
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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