29 November 2010

El 29 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria



El 29 de Noviembre Lectura Bíblica Diaria:

Oseas 5 a 7:
"¡Oigan esto, sacerdotes!
¡Pon atención, reino de Israel!
¡Escucha, casa real!
¡Contra ustedes es la sentencia!
En Mizpa han sido ustedes una trampa;
en el monte Tabor, una red tendida; en Sitín, una fosa abierta.
Por eso, yo los disciplinaré. Yo conozco bien a Efraín;
Israel no me es desconocido.
Pero ahora Efraín se ha prostituido;
e Israel se ha mancillado. "No les permiten sus malas obras
volverse a su Dios;
su tendencia a prostituirse
les impide conocer al Señor. La arrogancia de Israel testificará en su contra,
Israel y Efraín tropezarán con su maldad,
y hasta Judá caerá con ellos. Con sus ovejas y sus vacas
irán en busca del Señor,
pero no lo encontrarán
porque él se ha apartado de ellos. Han traicionado al Señor;
han dado a luz hijos de otros padres.
¡Ahora la destrucción devorará sus fincas! "Toquen la corneta en Guibeá,
hagan sonar la trompeta en Ramá,
lancen el grito de guerra en Bet Avén:
¡Cuídate las espaldas, Benjamín! En el día de la reprensión,
Efraín quedará desolado.
doy a conocer lo que les va a pasar. Las autoridades de Judá se parecen
a los que alteran los linderos.
¡Pues derramaré mi enojo sobre ellos
como si derramara un torrente de agua! Efraín está deprimido,
aplastado por el juicio,
empeñado en seguir a los ídolos. ¡Pues seré para Efraín como polilla,
como carcoma para el pueblo de Judá! "Cuando Efraín vio su enfermedad
y Judá reparó en sus llagas,
y pidió la ayuda del gran rey.
Pero el rey no podrá sanarlo,
ni tampoco curar sus llagas. Yo seré como un león para Efraín,
como un cachorro para Judá.
Yo mismo los haré pedazos,
y luego me alejaré;
yo mismo me llevaré la presa,
y no habrá quien me la arrebate. Volveré luego a mi morada,
hasta que reconozcan su culpa.
Buscarán ganarse mi favor;
angustiados, me buscarán con ansias." ¡Vengan, volvámonos al Señor!
Él nos ha despedazado, pero nos sanará;
nos ha herido, pero nos vendará. Después de dos días nos dará vida;
al tercer día nos levantará,
y así viviremos en su presencia. Conozcamos al Señor;
vayamos tras su conocimiento.
Tan cierto como que sale el sol,
él habrá de manifestarse;
vendrá a nosotros como la lluvia de invierno,
como la lluvia de primavera que riega la tierra. "¿Qué voy a hacer contigo, Efraín?
¿Qué voy a hacer contigo, Judá?
El amor de ustedes es como nube matutina,
como rocío que temprano se evapora. Por eso los hice pedazos por medio de los profetas;
los herí con las palabras de mi boca.
¡Mi sentencia los fulminará como un relámpago! Lo que pido de ustedes es amor y no sacrificios,
conocimiento de Dios y no holocaustos. Son como Adán:
han quebrantado el pacto,
¡me han traicionado! Galaad es una ciudad de malhechores;
sus pisadas dejan huellas de sangre. Una pandilla de sacerdotes
está al acecho en el camino a Siquén,
y como banda de salteadores,
comete toda clase de infamias. En el reino de Israel
he visto algo horrible:
y se mancilla Israel. "¡A ti también, Judá,
te espera la cosecha de tu maldad!
"Cuando cambie yo la suerte de mi pueblo, cuando sane yo a Israel,
la perversidad de Efraín y la maldad de Samaria
quedarán al descubierto.
Porque ellos cometen fraudes;
mientras el ladrón se mete en las casas,
una banda de salteadores roba en las calles. No se ponen a pensar
que yo tomo en cuenta todas sus maldades.
Sus malas acciones los tienen cercados,
y las tengo muy presentes. "Con su maldad deleitan al rey;
con sus mentiras, a las autoridades. Parecen un horno encendido
cuyo fuego no hace falta atizar
desde que el panadero prepara la harina
hasta que la masa fermenta.
¡Todos ellos son adúlteros! En la fiesta del rey las autoridades se encienden
bajo los efectos del vino,
y el rey pierde su dignidad
codeándose con la plebe. Como el horno, se les prende el corazón,
dispuesto para la intriga.
Su ira se adormece por la noche,
pero se reaviva por la mañana. Todos ellos arden como un horno;
devoran a sus gobernantes.
Caen todos sus reyes,
pero ninguno de ellos me invoca. "Efraín se mezcla con las naciones;
parece una torta cocida de un solo lado. Los extranjeros le minan las fuerzas,
pero él ni cuenta se da.
Su pelo se ha encanecido,
pero él ni cuenta se da. La arrogancia de Israel testifica en su contra,
pero él no se vuelve al Señor su Dios;
a pesar de todo esto, no lo busca. "Efraín es como una paloma
torpe y sin entendimiento,
que unas veces pide ayuda a Egipto
y otras, recurre a Asiria. Pero tan pronto como lo hagan,
lanzaré mi red sobre ellos;
los derribaré como a las aves del cielo,
¡siete veces los castigaré por sus pecados! ¡Ay de ellos, que de mí se alejaron!
¡Que sean destruidos por rebelarse contra mí!
Yo bien podría redimirlos,
pero ellos no me hablan con la verdad. No me invocan de corazón,
sino que se lamentan echados en sus camas.
y se ponen en mi contra. Yo adiestré y fortalecí sus brazos,
pero ellos maquinan maldades contra mí. No se vuelven al Altísimo;
son como un arco engañoso.
por sus palabras insolentes,
y en la tierra de Egipto
se burlarán de ellos.


Salmo 50:
Habla el Señor, el Dios de dioses:
convoca a la tierra de oriente a occidente. Dios resplandece desde Sión,
la ciudad bella y perfecta. Nuestro Dios viene, pero no en silencio;
lo precede un fuego que todo lo destruye,
y en torno suyo ruge la tormenta. El Señor convoca a los cielos y a la tierra,
para que presencien el juicio de su pueblo: "Reúnanme a los consagrados,
a los que pactaron conmigo mediante un sacrificio." El cielo proclama la justicia divina:
¡Dios mismo es el juez!
Selah.
"Escucha, pueblo mío, que voy a hablar;
Israel, voy a testificar contra ti:
¡Yo soy tu Dios, el único Dios! No te reprendo por tus sacrificios
ni por tus holocaustos, que siempre me ofreces. No necesito becerros de tu establo
ni machos cabríos de tus apriscos, pues míos son los animales del bosque,
y mío también el ganado de los cerros. Conozco a las aves de las alturas;
todas las bestias del campo son mías. Si yo tuviera hambre, no te lo diría,
pues mío es el mundo, y todo lo que contiene. ¿Acaso me alimento con carne de toros,
o con sangre de machos cabríos? ¡Ofrece a Dios tu gratitud,
cumple tus promesas al Altísimo! Invócame en el día de la angustia;
yo te libraré y tú me honrarás." Pero Dios le dice al malvado:
"¿Qué derecho tienes tú de recitar mis *leyes
o de mencionar mi pacto con tus labios? Mi *instrucción, la aborreces;
mis palabras, las desechas. Ves a un ladrón, y lo acompañas;
con los adúlteros te identificas. Para lo malo, das rienda suelta a tu boca;
tu lengua está siempre dispuesta al engaño. Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo,
y aun calumnias a tu propio hermano. Has hecho todo esto, y he guardado silencio;
¿acaso piensas que soy como tú?
Pero ahora voy a reprenderte;
cara a cara voy a denunciarte. "Ustedes que se olvidan de Dios,
consideren lo que he dicho;
de lo contrario, los haré pedazos,
y no habrá nadie que los salve. Quien me ofrece su gratitud, me honra;
al que enmiende su conducta le mostraré mi salvación."


Proverbios 7:
Hijo mío, pon en práctica mis palabras
y atesora mis mandamientos. Cumple con mis mandatos, y vivirás;
cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos. Llévalos atados en los dedos;
anótalos en la tablilla de tu corazón. Di a la sabiduría: "Tú eres mi hermana",
y a la inteligencia: "Eres de mi sangre." Ellas te librarán de la mujer ajena,
de la adúltera y de sus palabras seductoras. Desde la ventana de mi casa
miré a través de la celosía. Me puse a ver a los inexpertos,
y entre los jóvenes observé
a uno de ellos falto de juicio. Cruzó la calle, llegó a la esquina,
y se encaminó hacia la casa de esa mujer. Caía la tarde. Llegaba el día a su fin.
Avanzaban las sombras de la noche. De pronto la mujer salió a su encuentro,
con toda la apariencia de una prostituta
y con solapadas intenciones. (Como es escandalosa y descarada,
nunca hallan sus pies reposo en su casa. Unas veces por las calles, otras veces por las plazas,
siempre está al acecho en cada esquina.) Se prendió de su cuello, lo besó,
y con todo descaro le dijo: "Tengo en mi casa sacrificios de comunión,
pues hoy he cumplido mis votos. Por eso he venido a tu encuentro;
te buscaba, ¡y ya te he encontrado! Sobre la cama he tendido
multicolores linos egipcios. He perfumado mi lecho
con aroma de mirra, áloe y canela. Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor;
¡disfrutemos del amor hasta el amanecer! Mi esposo no está en casa,
pues ha emprendido un largo viaje. Se ha llevado consigo la bolsa del dinero,
y no regresará hasta el día de luna llena." Con palabras persuasivas lo convenció;
con lisonjas de sus labios lo sedujo. Y él en seguida fue tras ella,
como el buey que va camino al matadero;
como el ciervo que cae en la trampa, hasta que una flecha le abre las entrañas;
como el ave que se lanza contra la red,
sin saber que en ello le va la vida. Así que, hijo mío, escúchame;
presta atención a mis palabras. No desvíes tu corazón hacia sus sendas,
ni te extravíes por sus caminos, pues muchos han muerto por su causa;
sus víctimas han sido innumerables. Su casa lleva derecho al sepulcro;
¡conduce al reino de la muerte!


El Libro de Los Hechos Capítulo 24 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES



CAPÍTULO 24
(60 d.C.)
PABLO ANTE FÉLIX



Y CINCO días después descendió el Sumo Sacerdote Ananías, con algunos de los Ancianos (representaban a los miembros del Sanedrín que eran Saduceos), y un cierto Tértulo, orador; y comparecieron delante del Gobernador contra Pablo (ejerció como fiscal de los Judíos).
2 Y citado que fue, Tértulo comenzó a acusar, diciendo, Como por causa tuya (Félix) vivamos en grande paz, y muchas cosas sean bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia (Josefo expresó que aunque Félix contuvo a ciertos ladrones y asesinos en Judea, él era más perjudicial que todos ellos),
3 Siempre y en todo lugar lo recibimos con toda acción de gracias, O excelentísimo Félix.
4 Empero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad (Félix no era un hombre clemente).
5 Porque hemos hallado que este hombre es pestilencial, y levantador de sediciones entre todos los Judíos por todo el mundo, y príncipe de la secta de los Nazarenos (nombre que se le dio a los seguidores de Cristo por los Judíos):
6 El cual también tentó a violar el Templo (Pablo no profanó el Templo de ninguna manera): y prendiéndole, le quisimos juzgar conforme a nuestra Ley (expone otra mentira descarada; no tenían ninguna intención de darle un proceso como implica la palabra "juzgar," sino más bien intentaban torturarlos a muerte antes que lo pudieran rescatar).
7 Mas interviniendo el Comandante Lisias, con grande violencia le quitó de nuestras manos (tiene la intención de expresar mala opinión del Comandante Romano; era una equivocación de parte de Tértulo; sin duda, el Espíritu Santo lo encaminó en esa dirección),
8 Mandando a sus acusadores que viniesen a ti: del cual tú mismo juzgando, podrás entender todas estas cosas de que le acusamos (se refiere a que la situación estaba ya en el Tribunal del Gobernador, aunque los Judíos no querían que se llevara a cabo allí; porque todo lo que tramaron no les sirvió de nada).
9 Y contendían también los Judíos, diciendo ser así estas cosas (se refiere al Sumo Sacerdote y aquellos con él que se afiliaron a Tértulo aprobando las declaraciones de su fiscal contratado; como se mencionó, fue una equivocación de su parte).
LA DEFENSA DE PABLO
10 Entonces Pablo, haciéndole el gobernador señal que hablase, respondió (manifiesta lo que el Espíritu Santo había dicho lo que Pablo haría, para que lleve Mi Nombre a los Gentiles, a Reyes y a los Hijos de Israel [Hch. 9:15]), Porque ya sé que desde hace muchos años eres gobernador de esta Nación, con buen ánimo expondré mi defensa (no había nadie en el mundo de esa época que conocía la Ley Mosaica mejor que Pablo; además, por ser ciudadano Romano, también era muy entendido en la Ley Romana):
11 Porque tú puedes entender que no hace más de doce días que subí a adorar a Jerusalén (en esencia, Pablo estaba declarando que no era posible la acusación de ellos, debido al corto período de tiempo).
12 Y ni me hallaron en el Templo disputando con ninguno, ni promoviendo revueltas con nadie, ni en Sinagogas, ni en la ciudad (se refiere al hecho de que absolutamente nada se hizo para que se pudiera malinterpretar, en cuanto a estos cargos):
13 Ni te pueden probar las cosas de que ahora me acusan (no podían justificar sus acusaciones porque nunca ocurrieron).
14 Esto empero te confieso, que conforme a aquel Camino que llaman herejía (seguir a Cristo), así sirvo al Dios de mis Padres (coloca al Cristianismo como el cumplimiento de las grandes Promesas y Predicciones que se les otorgó a los "Padres," es decir, a todos los Merecedores del Antiguo Testamento), creyendo todas las cosas que en la Ley y en los Profetas están escritas (la totalidad del Antiguo Testamento):
15 Teniendo esperanza en Dios (en esencia, dice que la Ley y los Profetas no eran completos en sí, sólo señalaban Al Que había de venir) que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos (hasta sus enemigos entre los Judíos creían en el Mesías venidero, pero no en que Él era Jesús), la cual también ellos esperan (como es obvio, se refiere a dos Resurrecciones).
16 Y por esto, procuro yo (la diligencia que Pablo practicaba constantemente para que su vida y conducta complacieran al Señor en todo) tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres (Mat. 22:37-40).
17 Mas pasados muchos años, vine a hacer limosnas a mi Nación, y ofrendas (es probable que se refiera a los seis o siete años que Pablo se encontraba lejos de Jerusalén).
18 Cuando me hallaron purificado en el Templo (no con multitud ni con alboroto) unos Judíos de Asia (se refiere a que absolutamente nada estaba ocurriendo en ese tiempo que pudiera ameritar estas acusaciones).
19 Los cuales debieron comparecer delante de ti, y acusarme, si contra mí tenían algo (los que lo acusaban no estaban presentes; el Sumo Sacerdote y los miembros del Sanedrín que estaban presentes no presenciaron ninguna de las supuestas infracciones).
20 O digan estos mismos (puso en aprietos al Sumo Sacerdote y a aquellos a favor suyo) si hallaron en mí alguna cosa mal hecha, cuando yo estuve en el Concilio (quita la atención a aquellos que no estaban presentes y la pone a aquellos que lo están),
21 Si no sea que, estando entre ellos prorrumpí en alta voz, Acerca de la resurrección de los muertos soy hoy juzgado de vosotros (tenía que ver con la Ley Judaica, que no era tan distinto, que no era de ningún interés Romanos).
22 Entonces Félix, oídas estas cosas, estando bien informado de esta secta (Félix tenía más conocimiento del Cristianismo que Tértulo, y los Judíos presentes en aquel proceso que del cual quisieran darle mérito), les puso dilación, diciendo (simplemente quiere decir que él rehusó dar un veredicto en ese momento), Cuando descendiere al Comandante Lisias acabaré de conocer de vuestro caso (procuraba retrasar el asunto, creyendo que calmaría la situación; además, no hace mención de que mandó a traer a Lisias).
23 Y mandó al Centurión que Pablo fuese guardado, y aliviado de las prisiones (expresa que Félix consideró a Pablo como alguien fuera de lo común; aunque estaba bajo el arresto domiciliario, pero básicamente tenía libertad para hacer lo que le daba la gana), y que no negase a ninguno de sus familiares servirle, o venir a él (le permitió que le llegaran a visitar todas las personas que él quisiera, sin ninguna restricción en cuanto a esta actividad).
24 Y algunos días después, viniendo Félix con Drusilla, su mujer, la cual era Judía (su esposa era la hija joven de Herodes Agripa I, el Herodes que mató a Santiago [el Hermano de Juan] con una espada [Hch. 12:1-2]), llamó a Pablo, y oyó de él la Fe que es en Jesucristo (parece indicar que su interés era sincero).
25 Y disertando él (Pablo) de la Justicia (la Justicia sólo puede venir por medio de Cristo), y del dominio propio (las ataduras y vicios que afectan a la humanidad), y del juicio venidero (todos tendrán que comparecer un día ante Dios), espantado Félix, respondió (manifiesta convicción del Espíritu Santo), Ahora vete; cuando tenga oportunidad te llamaré (presenta la excusa del pecador cuando está bajo convicción y rehusa rendirse).
26 Esperando también con esto, que de parte de Pablo le ofreciera dinero, para que le soltase (el amor al dinero era probable uno de los motivos por el cual no entregaba su corazón al Señor): por lo cual, muy a menudo lo hizo venir y hablaba con él (no se hace mención de que aceptó a Cristo; ¡estaba a punto, pero al mismo tiempo estaba lejos de hacerlo!).
SILENCIO
27 Mas al cabo de dos años (no da ninguna indicación de lo que ocurrió durante este período de tiempo) recibió Félix por sucesor a Porcio Festo (Festo remplazó a Félix como el Gobernador): y queriendo Félix ganar la gracia de los Judíos, dejó preso a Pablo (una terrible parodia de la Justicia).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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