09 September 2010

El 9 de Setiembre Lectura Bíblica Diaria


El 9 de Setiembre Lectura Bíblica Diaria:

Job 6 a 8:

A esto Job respondió: "¡Cómo quisiera que mi angustia se pesara y se pusiera en la balanza, junto con mi desgracia! ¡De seguro pesarían más que la arena de los mares! ¡Por algo mis palabras son tan impetuosas! Las saetas del Todopoderoso me han herido, y mi espíritu absorbe su veneno. ¡Dios ha enviado sus terrores contra mí! ¿Rebuzna el asno salvaje si tiene hierba? ¿Muge el buey si tiene forraje? ¿Puede comerse sin sal la comida desabrida? ¿Tiene algún sabor la clara de huevo? Mi paladar se niega a probarla; ¡esa comida me enferma! "¡Ah, si Dios me concediera lo que pido! ¡Si Dios me otorgara lo que anhelo! ¡Ah, si Dios se decidiera a destrozarme por completo, a descargar su mano sobre mí, y aniquilarme! Aun así me quedaría este consuelo, esta alegría en medio de mi implacable dolor: ¡el no haber negado las palabras del Dios Santo! "¿Qué fuerzas me quedan para seguir esperando? ¿Qué fin me espera para querer vivir? ¿Tengo acaso la fuerza de la roca? ¿Acaso tengo piel de bronce? ¿Cómo puedo valerme por mí mismo, si me han quitado todos mis recursos? "Aunque uno se aparte del temor al Todopoderoso, el amigo no le niega su lealtad. Pero mis hermanos son arroyos inconstantes; son corrientes desbordadas: se enturbian cuando el hielo se derrite, se ensanchan al derretirse la nieve, pero dejan de fluir durante las sequías, ¡en pleno calor desaparecen de sus lechos! Las caravanas se apartan de sus rutas; se encaminan al desierto, y allí mueren. Las caravanas de Temá van en busca de agua, los mercaderes de Sabá abrigan esperanzas. Se desaniman, a pesar de su confianza; llegan allí y se quedan frustrados. Lo mismo pasa con ustedes: ¡ven algo espantoso, y se asustan! ¿Quién les ha pedido que me den algo, o que paguen con su dinero mi rescate? ¿Quién les ha pedido que me libren de mi enemigo, o que me rescaten de las garras de los tiranos? "Instrúyanme, y me quedaré callado; muéstrenme en qué estoy equivocado. Las palabras justas no ofenden, ¡pero los argumentos de ustedes no prueban nada! ¿Me van a juzgar por mis palabras, sin ver que provienen de un desesperado? ¡Ustedes echarían suertes hasta por un huérfano, y venderían a su amigo por cualquier cosa! "Tengan la bondad de mirarme a los ojos; ¿Creen que les mentiría en su propia cara? Reflexionen, no sean injustos; reflexionen, que en esto radica mi integridad. ¿Acaso hay maldad en mi lengua? ¿No puede mi paladar discernir la maldad? "¿No tenemos todos una obligación en este mundo? ¿No son nuestros días como los de un asalariado? Como el esclavo que espera con ansias la noche, como el asalariado que ansioso espera su paga, meses enteros he vivido en vano; ¡me han tocado noches de miseria! Me acuesto y pienso: ¿Cuánto falta para que amanezca? La noche se me hace interminable; me doy vueltas en la cama hasta el amanecer. Tengo el cuerpo cubierto de gusanos y de costras; ¡la piel se me raja y me supura! "Mis días se van más veloces que una lanzadera, y sin esperanza alguna llegan a su fin. Recuerda, oh Dios, que mi vida es un suspiro; que ya no verán mis ojos la felicidad. Los ojos que hoy me ven, no me verán mañana; pondrás en mí tus ojos, pero ya no existiré. Como nubes que se diluyen y se pierden, los que bajan al sepulcro ya no vuelven a subir. Nunca más regresan a su casa; desaparecen de su lugar. "Por lo que a mí toca, no guardaré silencio; la angustia de mi alma me lleva a hablar, la amargura en que vivo me obliga a protestar. ¿Soy acaso el mar, el monstruo del abismo, para que me pongas bajo vigilancia? Cuando pienso que en mi lecho hallaré consuelo o encontraré alivio a mi queja, aun allí me infundes miedo en mis sueños; ¡me aterras con visiones! ¡Preferiría que me estrangularan a seguir viviendo en este cuerpo! Tengo en poco mi vida; no quiero vivir para siempre. ¡Déjame en paz, que mi vida no tiene sentido! "¿Qué es el hombre, que le das tanta importancia, que tanta atención le concedes, que cada mañana lo examinas y a toda hora lo pones a prueba? Aparta de mí la mirada; ¡déjame al menos tragar saliva! Si he pecado, ¿en qué te afecta, vigilante de los mortales? ¿Por qué te ensañas conmigo? ¿Acaso te soy una carga? ¿Por qué no me perdonas mis pecados? ¿Por qué no pasas por alto mi maldad? Un poco más, y yaceré en el polvo; me buscarás, pero habré dejado de existir." A esto respondió Bildad de Súah: "¿Hasta cuándo seguirás hablando así? ¡Tus palabras son un viento huracanado! ¿Acaso Dios pervierte la justicia? ¿Acaso tuerce el derecho el Todopoderoso? Si tus hijos pecaron contra Dios, él les dio lo que su pecado merecía. Pero si tú vuelves la mirada a Dios, si le pides perdón al Todopoderoso, y si eres puro y recto, él saldrá en tu defensa y te devolverá el lugar que te corresponde. Modestas parecerán tus primeras riquezas, comparadas con tu prosperidad futura. "Pregunta a las generaciones pasadas; averigua lo que descubrieron sus padres. Nosotros nacimos ayer, y nada sabemos; nuestros días en este mundo son como una sombra. Pero ellos te instruirán, te lo harán saber; compartirán contigo su experiencia. ¿Puede crecer el papiro donde no hay pantano? ¿Pueden crecer los juncos donde no hay agua? Aunque estén floreciendo y nadie los haya cortado, se marchitan antes que otra hierba. Tal es el destino de los que se olvidan de Dios; así termina la esperanza de los impíos. Muy débiles son sus esperanzas; han puesto su confianza en una telaraña. No podrán sostenerse cuando se apoyen en ella; no quedarán en pie cuando se prendan de sus hilos. Son como plantas frondosas expuestas al sol, que extienden sus ramas por todo el jardín: hunden sus raíces en torno a un montón de piedras y buscan arraigarse entre ellas. Pero si las arrancan de su sitio, ese lugar negará haberlas conocido. ¡Así termina su alegría de vivir, y del suelo brotan otras plantas! "Dios no rechaza a quien es íntegro, ni brinda su apoyo a quien hace el mal. Pondrá de nuevo risas en tu boca, y gritos de alegría en tus labios. Tus enemigos se cubrirán de vergüenza, y desaparecerán las moradas de los malvados."


Salmo 120:
En mi angustia invoqué al Señor, y él me respondió. Señor, líbrame de los labios mentirosos y de las lenguas embusteras. ¡Ah, lengua embustera! ¿Qué se te habrá de dar? ¿Qué se te habrá de añadir? ¡Puntiagudas flechas de guerrero, con ardientes brasas de retama! ¡Ay de mí, que soy extranjero en Mésec, que he acampado entre las tiendas de Cedar! ¡Ya es mucho el tiempo que he acampado entre los que aborrecen la paz! Yo amo la paz, pero si hablo de paz, ellos hablan de guerra.



Proverbios 20:

El vino lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente! Rugido de león es la furia del rey; quien provoca su enojo se juega la vida. Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito. El perezoso no labra la tierra en otoño; en tiempo de cosecha buscará y no hallará. Los pensamientos humanos son aguas profundas; el que es inteligente los capta fácilmente. Son muchos los que proclaman su lealtad, ¿pero quién puede hallar a alguien digno de confianza? Justo es quien lleva una vida sin tacha; ¡dichosos los hijos que sigan su ejemplo! Cuando el rey se sienta en el tribunal, con su sola mirada barre toda maldad. ¿Quién puede afirmar: "Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado"? Pesas falsas y medidas engañosas: ¡vaya pareja que el Señor detesta! Por sus hechos el niño deja entrever si su conducta será pura y recta. Los oídos para oír y los ojos para ver: ¡hermosa pareja que el Señor ha creado! No te des al sueño, o te quedarás pobre; manténte despierto y tendrás pan de sobra. "¡No sirve, no sirve!", dice el comprador, pero luego va y se jacta de su compra. Oro hay, y abundan las piedras preciosas, pero aún más valiosos son los labios del saber. Toma la prenda del que salga fiador de un extraño; reténla en garantía si la da en favor de desconocidos. Tal vez sea agradable ganarse el pan con engaños, pero uno acaba con la boca llena de arena. Afirma tus planes con buenos consejos; entabla el combate con buena estrategia. El chismoso traiciona la confianza; no te juntes con la gente que habla de más. Al que maldiga a su padre y a su madre, su lámpara se le apagará en la más densa oscuridad. La herencia de fácil comienzo no tendrá un final feliz. Nunca digas: "¡Me vengaré de ese daño!" Confía en el Señor, y él actuará por ti. El Señor aborrece las pesas falsas y reprueba el uso de medidas engañosas. Los pasos del hombre los dirige el Señor. ¿Cómo puede el hombre entender su propio camino? Trampa es consagrar algo sin pensarlo y más tarde reconsiderar lo prometido. El rey sabio avienta como trigo a los malvados, y los desmenuza con rueda de molino. El espíritu humano es la lámpara del Señor, pues escudriña lo más recóndito del ser. La misericordia y la verdad sostienen al rey; su trono se afirma en la misericordia. La gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus canas. Los golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser.



El Libro de Marcos Capítulo 4 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS



CAPÍTULO 4
(31 d.C.)
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR



Y OTRA vez Jesús comenzó a enseñar junto al mar: y se juntó a Él mucha
gente, tanto que entrándose Él en un barco, se sentó en el mar (sentado en el barco en el Mar de Galilea); y toda la multitud estaba en tierra junto al mar.
2 Y les enseñaba por Parábolas muchas cosas, y les decía en Su Doctrina (si Él se hubiera quedado en la orilla del mar, los enfermos podrían haberlo tocado y podrían haber sido sanados; pero Su tarea como Siervo era de tratar con el pecado en vez de sus efectos),
3 Oíd (escuchen); he aquí, el sembrador salió a sembrar (esta Parábola es dada en Mateo, cap. 13, y repetida en Lucas, cap. 8, pero redactada un poco diferente; éstas eran ilustraciones tomadas de la vida diaria y del vivir, que la gente entendía. Sin embargo, ellos rara vez entendían Sus Parábolas):
4 Y aconteció, sembrando, que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del Cielo y la devoraron (la "semilla sembrada" es el Evangelio; las "aves del aire" representan a Satanás y sus poderes demoníacos).
5 Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda:
6 Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó (muchos comienzan con Cristo, pero no duran mucho tiempo; todo esto completamente refuta la doctrina no bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional).
7 Y otra parte (la simiente) cayó en espinas, y subieron las espinas, y la ahogaron (las preocupaciones de esta vida, etc.), y no dio fruto.
8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, que subió y creció; y llevó uno a treinta, y otro a sesenta, y otro a ciento (un ciento por uno, etc.).
9 Entonces les dijo, El que tiene oídos para oír, oiga (aquéllos que "oirían" correctamente, se ocuparían de estas Palabras de Cristo, considerándolas, hasta que de alguna manera la Verdad sería revelada finalmente; el Evangelio está diseñado de esta manera deliberadamente por el Espíritu Santo, a fin de descubrir lo que es insincero).
EL PROPÓSITO DE
LAS PARÁBOLAS
10 Y cuando estuvo solo, Le preguntaron los que estaban cerca de Él con los Doce (posiblemente no menos de cuarenta o cincuenta), sobre la Parábola (lo que ésta significaba).
11 Y les dijo, A vosotros es dado saber el misterio del Reino de Dios (aquéllos que realmente quieren saber): mas a los que están fuera (quienes no tienen deseo alguno de saber), reciben por Parábolas todas las cosas (las Parábolas fueron usadas para rechazar a los simples curiosos, y acercar a los que sinceramente estaban deseosos):
12 Para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. (La ceguera y la sordera judicial justamente acontecen a aquéllos que no desean ver ni oír; el énfasis está en la persona y no en Dios. Él desea que todos vean y oigan bien.)
13 Y les dijo, ¿No sabéis esta Parábola? (Contiene un reproche apacible. La pregunta como dada por el Señor, indica que ellos deberían haber sabido.) ¿Cómo, pues, entenderéis todas las Parábolas? (La Parábola del Sembrador expone el principio de todas las Parábolas acerca del entendimiento de ellas.)
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
14 El que siembra es el que siembra la Palabra (la Palabra de Dios. Esta "semilla" debe ser sembrada en todo el mundo [Marc. 16:15]).
15 Y estos (los que solamente oyen, pero no reciben) son los de junto al camino, en los que la Palabra es sembrada; pero después que la oyeron, inmediatamente viene Satanás, y quita la Palabra que fue sembrada en sus corazones (la estructura de la oración es que estos individuos no tienen que permitir que Satanás les quite la Palabra).
16 Y asimismo estos (aquéllos que oyen y reciben, pero no tienen durabilidad alguna) son los que son sembrados en pedregales; los que cuando han oído la Palabra, luego la toman con gozo (millones se hunden en esta categoría);
17 Pero no tienen raíz en sí (otra vez, esto es culpa del individuo), antes son temporales (quiere decir que ellos sinceramente Nacieron de Nuevo): cuando llega la tribulación o la persecución por causa de la Palabra (es seguro que ocurrirá), luego se escandalizan (no pueden aguantar la oposición, porque ellos no tienen raíz alguna, que significa que la tierra no estuvo suficientemente preparada).
18 Y estos (empiezan bien, y hasta aguantan por un rato, pero ellos permiten que el mundo los detenga) son los que son sembrados entre espinas; los que oyen la Palabra,
19 Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la Palabra, y se hace infructuosa (significa que ellos manifestaban realmente el fruto por un momento, pero permitieron que las cosas del mundo lo ahogaran, hasta que ellos se volvieron totalmente infructuosos, y perdieron su camino; la Parábola del Sembrador completamente refuta la doctrina no bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional, como es obvio aquí).
20 Y estos (aquéllos que oyen, reciben, llevan fruto y siguen llevando fruto para siempre; no permiten que nada los detenga) son los que fueron sembrados en buena tierra (el individuo determina si la tierra es buena o no); los que oyen la Palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno a treinta, otro a sesenta, y otro a ciento.
EL EVANGELIO
21 También les dijo, ¿Se trae la antorcha para ser puesta debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero? (El Evangelio no debe ser simplemente disfrutado en privado, sino más bien impartido como una lámpara imparte su luz.)
22 Porque no hay nada oculto, que no haya de ser manifestado; ni secreto, que no haya de descubrirse (el Evangelio no está destinado para ser escondido, o guardado en secreto, pero debe ser extendido por todas partes, en todo el mundo).
23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga (el Señor hará que el Evangelio sea conocido a todas las Naciones, y todos los que lo oyen serán responsables por lo que oyen).
24 Les dijo también, Mirad lo que oís (no hay excusa alguna para que los Creyentes no oigan correctamente): con la medida que medís, os medirán otros: y será añadido a vosotros los que oís (en la misma proporción a la diligencia dada al Estudio de la Biblia, así la inteligencia espiritual será medida al estudiante).
25 Porque al que tiene, le será dado: y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado (los dones espirituales, si están ejercidos, serán desarrollados; si no, serán perdidos).
LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA
26 Decía más, Así es el Reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra (la responsabilidad de los Creyentes de extender el Evangelio);
27 Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece, cómo, él no sabe (la Palabra si es correctamente sembrada, tendrá sin falta, su efecto apropiado).
28 Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga (esta es la Ley del Evangelio en cuanto a "sembrar y cosechar").
29 Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la cosecha ha llegado (tiene referencia al fin de la época, cuando la Iglesia será llamada para dar cuenta).
LA PARÁBOLA DE LA SEMILLA
DE MOSTAZA
30 Y decía, ¿A qué haremos semejante el Reino de Dios? ¿o con qué Parábola le compararemos? (Tiene la intención de indicar la manera en que Satanás procurará corromper la Palabra de Dios.)
31 Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra (la Iglesia comenzó muy pequeña):
32 Pero después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas (el Cristianismo es actualmente la religión más grande en la Tierra, que cuenta con casi dos mil millones de adherentes, en una forma u otro); de tal manera que las aves del Cielo puedan morar bajo su sombra (se refiere a la mayor parte del Cristianismo corrompido por Poderes Satánicos como explicado en Mat. 13:19 y Luc. 8:12).
33 Y con muchas tales Parábolas Él les hablaba la Palabra, conforme a lo que podían oír (capaz de entender).
34 Y sin Parábola Él no les hablaba: mas a Sus Discípulos en particular Él declaraba todo (les dio una instrucción ampliada).
JESÚS CALMA LA TEMPESTAD
35 Y les dijo (los Doce) aquel día, cuando fue tarde (se refiere al mismo día que Él enseñaba a la gente por Parábolas), Pasemos al otro lado del mar (se manifiesta como un microcosmo de esta vida presente; las tormentas vienen, y es sólo con Cristo, que podemos llegar a la otra orilla).
36 Y despachando la multitud, Le tomaron como estaba, en el barco (quiere decir que Él estuvo muy cansado, hasta el punto del agotamiento físico; como ser humano, Él se cansó, como nosotros lo hacemos). Y había también con Él otros barquitos (¡se refiere a aquéllos que quisieron estar cerca de Él, lo cual es muy comprensible!).
37 Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se llenaba de agua (representa en el sentido espiritual, las tormentas de la vida, que vienen a todas las personas).
38 Y Él estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal: y Le despertaron, y Le dicen, ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos? (El Señor había dicho, "déjenos pasar al otro lado." Esto significa que a pesar de la tormenta, o algo más respecto a eso, alcanzarían la otra orilla. La gente de Dios está en el mismo barco con Cristo, y no podemos perecer porque Él no puede perecer. Pero es de esperar las tormentas de oposición porque con seguridad vendrá [Sal. 93].)
39 Y Él levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar, Calla, enmudece (el Griego insinúa, "¡Silencio! ¡Cállese!"). Y cesó el viento, y fue hecha grande bonanza (inmediatamente).
40 Y a ellos dijo, ¿Por qué estáis así amedrentados? (Este tipo de miedo, muestra el amor inapropiado [I Jn. 4:18].) ¿Cómo no tenéis fe? (Los Discípulos habían aceptado Su Oficio como el Mesías, pero tenían el concepto más inadecuado de lo que aquel Oficio incluía.)
41 Y temieron con gran temor (significa que su temor a Él, era más que el miedo que le tenían a la tormenta), y decían el uno al otro, ¿Quién es Éste, que aun el viento y el mar Le obedecen? (¡Los Discípulos tenían razón! El viento y el mar de veras Le obedecieron, y todas las demás cosas también. ¿Entonces, por qué tendremos miedo?)



Primera Corintios Capítulo 13:

Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4

Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8:

Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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