El 6 de Abril Lectura Bíblica Diaria
El 6 de Abril Lectura Bíblica Diaria:
Habacuc 1 a 3:
Ésta es la profecía que el profeta Habacuc recibió en visión. ¿Hasta cuándo, Señor, he de pedirte ayuda sin que tú me escuches? ¿Hasta cuándo he de quejarme de la violencia sin que tú nos salves? ¿Por qué me haces presenciar calamidades? ¿Por qué debo contemplar el sufrimiento? Veo ante mis ojos destrucción y violencia; surgen riñas y abundan las contiendas. Por lo tanto, se entorpece la ley y no se da curso a la justicia. El impío acosa al justo, y las sentencias que se dictan son injustas. "¡Miren a las naciones! ¡Contémplenlas y quédense asombrados! que no las creerán aunque alguien se las explique. Estoy incitando a los caldeos, ese pueblo despiadado e impetuoso, que recorre toda la tierra para apoderarse de territorios ajenos. Son un pueblo temible y espantoso, que impone su propia justicia y grandeza. Sus caballos son más veloces que leopardos, más feroces que lobos nocturnos. Su caballería se lanza a todo galope; sus jinetes vienen de muy lejos. ¡Caen como buitres sobre su presa! Vienen en son de violencia; avanzan sus hordas como el viento del desierto, hacen prisioneros como quien recoge arena. Ridiculizan a los reyes, se burlan de los gobernantes; se ríen de toda ciudad amurallada, pues construyen terraplenes y la toman. Son un viento que a su paso arrasa todo; su pecado es hacer de su fuerza un dios." ¡Tú, Señor, existes desde la eternidad! ¡Tú, mi santo Dios, eres inmortal! Tú, Señor, los has puesto para hacer justicia; tú, mi Roca, los has puesto para ejecutar tu castigo. Son tan puros tus ojos que no puedes ver el mal; no te es posible contemplar el sufrimiento. ¿Por qué entonces toleras a los traidores? ¿Por qué guardas silencio mientras los impíos se tragan a los justos? Has hecho a los hombres como peces del mar, como reptiles que no tienen jefe. Babilonia los saca a todos con anzuelo, los arrastra con sus redes, los recoge entre sus mallas, y así se alegra y regocija. Por lo tanto, ofrece sacrificios a sus redes y quema incienso a sus mallas, pues gracias a sus redes su porción es sabrosa y su comida es suculenta. ¿Continuará vaciando sus redes y matando sin piedad a las naciones? Me mantendré alerta, me apostaré en los terraplenes; estaré pendiente de lo que me diga, de su respuesta a mi reclamo. Y el Señor me respondió: "Escribe la visión, y haz que resalte claramente en las tablillas, para que pueda leerse de corrido. Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá. "El insolente no tiene el alma recta, pero el justo vivirá por su fe. Además, la riqueza es traicionera; por eso el soberbio no permanecerá. Pues ensancha su garganta, como el sepulcro, y es insaciable como la muerte. y toma cautivos a todos los pueblos. Y éstos lo harán objeto de burla en sus sátiras y adivinanzas. "¡Ay del que se hace rico con lo ajeno y acumula prendas empeñadas! ¿Hasta cuándo seguirá con esta práctica? ¿No se levantarán de repente tus acreedores? ¿No se despertarán para sacudirte y despojarte con violencia? Son tantas las naciones que has saqueado, que los pueblos que se salven te saquearán a ti; porque es mucha la sangre que has derramado, y mucha tu violencia contra este país, contra esta ciudad y sus habitantes. "¡Ay del que llena su casa de ganancias injustas en un intento por salvar su nido y escapar de las garras del infortunio! "Son tus maquinaciones la vergüenza de tu casa: exterminaste a muchas naciones, pero causaste tu propia desgracia. Por eso hasta las piedras del muro claman, y resuenan las vigas del enmaderado. "¡Ay del que construye una ciudad con asesinatos y establece un poblado mediante el crimen! ¿No ha determinado el Señor Todopoderoso que los pueblos trabajen para el fuego y las naciones se fatiguen por nada? Porque así como las aguas cubren los mares, así también se llenará la tierra del conocimiento de la gloria del Señor. "¡Ay de ti, que emborrachas a tu prójimo! ¡Ay de ti, que lo embriagas con vino para contemplar su cuerpo desnudo! Con esto te has cubierto de ignominia y no de gloria. ¡Pues bebe también tú, y muestra lo pagano que eres! ¡Que se vuelque sobre ti la copa de la diestra del Señor, y sobre tu gloria, la ignominia! ¡Que te aplaste la violencia que cometiste contra el Líbano! ¡Que te abata la destrucción que hiciste de los animales! ¡Porque es mucha la sangre que has derramado, y mucha tu violencia contra este país, contra esta ciudad y sus habitantes! "¿De qué sirve una imagen, si quien la esculpe es un artesano? ¿De qué sirve un ídolo fundido, si tan sólo enseña mentiras? sólo está confiando en su propio artificio. ¡Ay del que le dice al madero: Despierta, y a la piedra muda: Levántate! Aunque están recubiertos de oro y plata, nada pueden enseñarle, pues carecen de aliento de vida. En cambio, el Señor está en su *santo templo; ¡guarde toda la tierra silencio en su presencia!" Oración del profeta Habacuc. Según sigionot. Señor, he sabido de tu fama; tus obras, Señor, me dejan pasmado. Realízalas de nuevo en nuestros días, dalas a conocer en nuestro tiempo; en tu ira, ten presente tu misericordia. De Temán viene Dios, del monte de Parán viene el Santo. Selah y su alabanza llena la tierra. Su brillantez es la del relámpago; rayos brotan de sus manos; ¡tras ellos se esconde su poder! Una plaga mortal lo precede, un fuego abrasador le sigue los pasos. Se detiene, y la tierra se estremece; lanza una mirada, y las naciones tiemblan. y se desploman las viejas colinas, pero los caminos de Dios son eternos. He visto afligidos los campamentos de Cusán, y angustiadas las moradas de Madián. ¿Te enojaste, oh Señor, con los ríos? ¿Estuviste airado contra las corrientes? ¿Tan enfurecido estabas contra el mar que cabalgaste en tus caballos y montaste en tus carros victoriosos? Descubriste tu arco, llenaste de flechas tu aljaba. Tus ríos surcan la tierra; las montañas te ven y se retuercen. Pasan los torrentes de agua, y ruge el abismo, levantando sus manos. El sol y la luna se detienen en el cielo por el fulgor de tus veloces flechas, por el deslumbrante brillo de tu lanza. Indignado, marchas sobre la tierra; lleno de ira, trillas a las naciones. Saliste a liberar a tu pueblo, saliste a salvar a tu ungido. Aplastaste al rey de la perversa dinastía, ¡lo desnudaste de pies a cabeza! Con tu lanza les partiste la cabeza a sus guerreros, que enfurecidos querían dispersarme, que con placer arrogante se lanzaron contra mí, como quien se lanza contra un pobre indefenso. Pisoteaste el mar con tus corceles, agitando las inmensas aguas. Al oírlo, se estremecieron mis entrañas; a su voz, me temblaron los labios; la carcoma me caló en los huesos, y se me aflojaron las piernas. el día en que la calamidad vendrá sobre la nación que nos invade. Aunque la higuera no dé renuevos, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré en Dios, mi libertador! El Señor omnipotente es mi fuerza; da a mis pies la ligereza de una gacela y me hace caminar por las alturas. Al director musical. Sobre instrumentos de cuerda.
Salmo 115:
La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad. ¿Por qué tienen que decirnos las naciones: "¿Dónde está su Dios?" Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca. Pero sus ídolos son de oro y plata, producto de manos humanas. Tienen boca, pero no pueden hablar; ojos, pero no pueden ver; tienen oídos, pero no pueden oír; nariz, pero no pueden oler; tienen manos, pero no pueden palpar; pies, pero no pueden andar; ¡ni un solo sonido emite su garganta! Semejantes a ellos son sus hacedores, y todos los que confían en ellos. Pueblo de Israel, confía en el Señor; él es tu ayuda y tu escudo. Descendientes de Aarón, confíen en el Señor; él es su ayuda y su escudo. Los que temen al Señor, confíen en él; él es su ayuda y su escudo. El Señor nos recuerda y nos bendice: bendice al pueblo de Israel, bendice a los descendientes de Aarón, bendice a los que temen al Señor, bendice a grandes y pequeños. Que el Señor multiplique la descendencia de ustedes y de sus hijos. Que reciban bendiciones del Señor, creador del cielo y de la tierra. Los cielos le pertenecen al Señor, pero a la humanidad le ha dado la tierra. Los muertos no alaban al Señor, ninguno de los que bajan al silencio. Somos nosotros los que alabamos al Señor desde ahora y para siempre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Proverbios 18:
El egoísta busca su propio bien; contra todo sano juicio se rebela. Al necio no le complace el discernimiento; tan sólo hace alarde de su propia opinión. Con la maldad, viene el desprecio, y con la vergüenza llega el oprobio. Las palabras del hombre son aguas profundas, arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría. No está bien declarar inocente al malvado y dejar de lado los derechos del justo. Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal. Los chismes son deliciosos manjares; penetran hasta lo más íntimo del ser. El que es negligente en su trabajo confraterniza con el que es destructivo. Torre inexpugnable es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo. Ciudad amurallada es la riqueza para el rico, y éste cree que sus muros son inexpugnables. Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad. Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar. En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo; ¿pero quién podrá levantar al abatido? El corazón prudente adquiere conocimiento; los oídos de los sabios procuran hallarlo. Con regalos se abren todas las puertas y se llega a la presencia de gente importante. El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta. El echar suertes pone fin a los litigios y decide entre las partes en pugna. Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada; los litigios son como cerrojos de ciudadela. Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto. Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor. El pobre habla en tono suplicante; el rico responde con aspereza. Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.
El Libro de Primera de Corintios Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
CORINTIOS
CAPÍTULO 4
(59 d.C.)
EL JUICIO
CONSIDÉRENNOS los hombres por Ministros de Cristo (los Cristianos han de tomar en cuenta la posición de los Ministros del Evangelio, y Pablo nos dice qué es lo que han de tomar en cuenta), y Administradores (literalmente un mayordomo de la casa) de los Misterios de Dios. (Éstas son las Verdades que una vez estuvieron ocultas, pero son reveladas ahora.)
2 Más ahora se requiere en los Administradores, que cada uno sea hallado Fiel (como se expresó, Dios no exige el éxito, sino la Fidelidad).
3 Yo en muy poco tengo el ser juzgado de vosotros (juzgado en cuanto a sus motivos), o de juicio humano (cualquier hombre que lo juzga en cuanto a motivos): y ni aun yo me juzgo. (En efecto, un Creyente en realidad no tiene la capacitad de juzgarse a sí mismo, mucho menos a otros.)
4 Porque aunque de nada tengo mala conciencia (en efecto, "el veredicto de mi propia conciencia me absuelve de toda infidelidad intencional"; pero esto es insuficiente, porque Dios ve más claramente que nosotros); no por eso soy justificado (no sé de que haya nada en mi vida ni en mi Ministerio que es contrario al Señor, de todos modos no es mi juicio lo que cuenta en este caso, sino más bien el del Señor): mas El Que me juzga, el Señor es (el Señor es el Mando final, de hecho, el único Juez Verdadero).
5 Así que no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor (se refiere al próximo "Tribunal de Cristo"), El Cual también aclarará lo oculto de las tinieblas, y manifestará los intentos de los corazones (en aquel momento, el Señor revelará los motivos verdaderos detrás de las acciones de Su Pueblo): y entonces cada uno tendrá de Dios la alabanza (en realidad quiere decir "tal alabanza como se lo merece").
LA HUMILDAD
6 Esto empero, Hermanos, he pasado por ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros (él y Apolos se han usado de ejemplos); para que en nosotros aprendáis a no saber más de lo que está escrito (se refiere a Las Escrituras), para que ninguno de vosotros se vuelva arrogante a favor del uno contra el otro (una inflación de orgullo).
7 Porque ¿quién te distingue? (Todos están a la misma altura, en necesidad desesperada de Dios.) ¿O qué tienes que no hayas recibido? (Cualquier cosa que tenemos es un Don, no es un mérito.) Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como si no hubieras recibido? (¡Es una jactancia falsa!)
8 Ya estáis hartos, ya estáis ricos (el Apóstol usando ironía), sin nosotros reináis (actúan como si no necesitaran de nuestro Ministerio): ¡ah eso! qué hubierais empezado a reinar, para que nosotros reináramos también juntamente con vosotros (en efecto, dice que a él le hubiera gustado que ellos estuvieran en el Milenio).
9 Porque a lo que pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los Apóstoles por los postreros, como a sentenciados a muerte (gladiadores en la arena, designados a morir): porque somos hechos espectáculo al mundo, y a los Ángeles, y a los hombres. (Exhibieron en un teatro a hombres y mujeres llamados por Dios como un espectáculo al mundo de los hombres y a los Ángeles.)
10 Nosotros somos necios por amor de Cristo (continuamos siendo el espectáculo), y vosotros prudentes en Cristo (diciéndole a los Corintios, y de hecho a todos los demás respecto a eso, que si ellos verdaderamente andan cerca de Cristo, entonces se encontrarán con el mismo desprecio y odio que los hombres demostraron a Cristo); nosotros débiles (todos los Creyentes son débiles, por lo menos en cuanto a lo que se refiere a la carne), y vosotros fuertes (estos Corintios estaban ocupados diciéndole a todos cuán fuertes eran en el Señor); vosotros distinguidos, y nosotros despreciados. (Mientras más popular sea la Iglesia, más lejos está de Dios. ¡Los Creyentes Verdaderos son despreciados!)
11 Hasta esta hora (habla del momento cuando él escribía esta Epístola) hambrientos, y tenemos sed, y estamos desnudos, y somos heridos de golpes, y no tenemos ni dónde vivir (quizás el desamparo y estar sin casa era la más severa de todas las pruebas);
12 Y trabajamos, obrando con nuestras manos (su trabajo de fabricar tiendas de campaña, que fue lo que hizo para suplir sus necesidades en los sitios donde intentaba fundar una Iglesia): nos maldicen, y bendecimos (presenta la postura espiritual correcta para el Hijo de Dios); padecemos persecución, y sufrimos (póngalo en las Manos del Señor):
13 Somos blasfemados, y rogamos (sin tener en cuenta cuan mala era la reacción al Mensaje, el Apóstol no permitía que su espíritu fuera afectado por la oposición): hemos venido a ser como la basura del mundo (podría haberse traducido, "somos tratados como la inmundicia del mundo"), el desecho de todos hasta ahora (derriba la popularidad).
CONSEJO
14 No escribo esto para avergonzaros (conlleva la idea que no está simplemente descargándose su mal humor, por así decirlo; hay una lección que el Espíritu Santo desea que él enseñe), mas os amonesto como a mis hijos amados. (Estos cuatro Capítulos no están presentando solamente los sentimientos heridos de un Predicador que ha sido rechazado, sino manifestando que estos Corintios estaban desviándose, que resultaría en su propio perjuicio si continuaran.)
15 Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo (se refiere a los maestros), no tendréis muchos padres (se refiere al que ha traído el Evangelio al pecador para que él pudiera ser salvo): que en Cristo Jesús yo os engendré por el Evangelio. (Es mucho más que solamente la predicación. Es realmente la totalidad del Llamado de Dios en la vida de un hombre, resultando en almas.)
16 Por tanto, os ruego (os suplico) que me imitéis (debiera traducirse, "sean ustedes imitadores de mí"; Pablo predicó la Cruz, vivió la Cruz y sabía que si alguien experimentara la victoria, tendría que ser por la Cruz; lamentablemente, todos los Predicadores de esa época, como los de ahora, no estaban Predicando la Cruz; por lo tanto, la amonestación del Apóstol).
17 Por lo cual os he enviado a Timoteo (Pablo sabía que la carta llegaría antes de Timoteo), que es mi hijo amado y Fiel en el Señor (su hijo en el Señor; Pablo lo había ganado a Cristo algunos años antes), el cual os amonestará de mis caminos cuáles sean en Cristo, de la manera que enseño en todas partes en todas las Iglesias. (Timoteo Predicaría la Cruz, tal como lo hizo Pablo [I Cor. 1:17-18, 23; 2:2].)
18 Mas algunos están envanecidos (actitudes orgullosas), como si nunca hubiese yo de ir a vosotros (debiera traducirse, "como si ellos no tendrían que enfrentarme finalmente en persona").
19 Empero iré presto a vosotros, si el Señor quisiere (un espíritu humilde de dependencia), y entenderé, no las palabras de los que andan arrogantes, sino el poder. (Él dirige estos comentarios a aquéllos que realmente creían que su espiritualidad era más que la de él.)
20 Porque el Reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. (El Mensaje de la Cruz cambia vidas, y es así por el Poder de Dios.)
21 ¿Qué queréis? (Realmente viene del Espíritu Santo, y entrega un ultimátum.) ¿Iré a vosotros con vara, o con caridad y espíritu de mansedumbre? (Si la Cruz es rechazada, el problema al final es en la oferta. ¿Aceptada? ¡Todo lo opuesto!)
Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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