31 December 2009

El 31 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria


El 31 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria:

Génesis 33 a 35:

Cuando Jacob alzó la vista y vio que Esaú se acercaba con cuatrocientos hombres, repartió a los niños entre Lea, Raquel y las dos esclavas. Al frente de todos colocó a las criadas con sus hijos, luego a Lea con sus hijos, y por último a Raquel con José. Jacob, por su parte, se adelantó a ellos, inclinándose hasta el suelo siete veces mientras se iba acercando a su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y lo besó. Entonces los dos se pusieron a llorar. Luego Esaú alzó la vista y, al ver a las mujeres y a los niños, preguntó: ¿Quiénes son estos que te acompañan? Son los hijos que Dios le ha concedido a tu siervo respondió Jacob. Las esclavas y sus hijos se acercaron y se inclinaron ante Esaú. Luego, Lea y sus hijos hicieron lo mismo y, por último, también se inclinaron José y Raquel. ¿Qué significan todas estas manadas que han salido a mi encuentro? preguntó Esaú. Intentaba con ellas ganarme tu confianza contestó Jacob. Hermano mío repuso Esaú, ya tengo más que suficiente. Quédate con lo que te pertenece. No, por favor insistió Jacob; si me he ganado tu confianza, acepta este presente que te ofrezco. Ya que me has recibido tan bien, ¡ver tu rostro es como ver a Dios mismo! Acéptame el regalo que te he traído. Dios ha sido muy bueno conmigo, y tengo más de lo que necesito. Fue tanta la insistencia de Jacob que, finalmente, Esaú aceptó. Más tarde, Esaú le dijo: Sigamos nuestro viaje; yo te acompañaré. Pero Jacob se disculpó: Mi hermano y señor debe saber que los niños son todavía muy débiles, y que las ovejas y las vacas acaban de tener cría, y debo cuidarlas. Si les exijo demasiado, en un solo día se me puede morir todo el rebaño. Es mejor que mi señor se adelante a su siervo, que yo seguiré al paso de la manada y de los niños, hasta que nos encontremos en Seír. Está bien accedió Esaú, pero permíteme dejarte algunos de mis hombres para que te acompañen. ¿Para qué te vas a molestar? contestó Jacob. Lo importante es que me he ganado tu confianza. Aquel mismo día, Esaú regresó a Seír. Jacob, en cambio, se fue hacia Sucot, y allí se hizo una casa para él y cobertizos para su ganado. Por eso a ese lugar se le llamó Sucot. Cuando Jacob volvió de Padán Aram, llegó sano y salvo a la ciudad de Siquén, en Canaán, y acampó frente a ella. Luego, por cien monedas de plata les compró una parcela a los hijos de Jamor, el padre de Siquén, y allí instaló su carpa. También construyó un altar, y lo llamó El Elohé Israel. En cierta ocasión Dina, la hija que Jacob tuvo con Lea, salió a visitar a las mujeres del lugar. Cuando la vio Siquén, que era hijo de Jamor el heveo, jefe del lugar, la agarró por la fuerza, se acostó con ella y la violó. Pero luego se enamoró de ella y trató de ganarse su afecto. Entonces le dijo a su padre: "Consígueme a esta muchacha para que sea mi esposa." Jacob se enteró de que Siquén había violado a su hija Dina pero, como sus hijos estaban en el campo cuidando el ganado, no dijo nada hasta que ellos regresaron. Mientras tanto Jamor, el padre de Siquén, salió en busca de Jacob para hablar con él. Cuando los hijos de Jacob volvieron del campo y se enteraron de lo sucedido, quedaron muy dolidos y, a la vez, llenos de ira. Siquén había cometido una ofensa muy grande contra Israel al abusar de su hija; era algo que nunca debió haber hecho. Pero Jamor les dijo: Mi hijo Siquén está enamorado de la hermana de ustedes. Por favor, permitan que ella se case con él. Háganse parientes nuestros. Intercambiemos nuestras hijas en casamiento. Así ustedes podrán vivir entre nosotros y el país quedará a su disposición para que lo habiten, hagan negocios y adquieran terrenos. Siquén, por su parte, les dijo al padre y a los hermanos de Dina: Si ustedes me hallan digno de su favor, yo les daré lo que me pidan. Pueden pedirme cuanta dote quieran, y exigirme muchos regalos, pero permitan que la muchacha se case conmigo. Sin embargo, por el hecho de que su hermana Dina había sido deshonrada, los hijos de Jacob les respondieron con engaños a Siquén y a su padre Jamor. Nosotros no podemos hacer algo así les explicaron. Sería una vergüenza para todos nosotros entregarle nuestra hermana a un hombre que no está circuncidado. Sólo aceptaremos con esta condición: que todos los varones entre ustedes se circunciden para que sean como nosotros. Entonces sí intercambiaremos nuestras hijas con las de ustedes en casamiento, y viviremos entre ustedes y formaremos un solo pueblo. Pero si no aceptan nuestra condición de circuncidarse, nos llevaremos a nuestra hermana y nos iremos de aquí. Jamor y Siquén estuvieron de acuerdo con la propuesta; y tan enamorado estaba Siquén de la hija de Jacob que no demoró en circuncidarse. Como Siquén era el hombre más respetado en la familia, su padre Jamor lo acompañó hasta la entrada de la ciudad, y allí hablaron con todos sus conciudadanos. Les dijeron: Estos hombres se han portado como amigos. Dejen que se establezcan en nuestro país, y que lleven a cabo sus negocios aquí, ya que hay suficiente espacio para ellos. Además, nosotros nos podremos casar con sus hijas, y ellos con las nuestras. Pero ellos aceptan quedarse entre nosotros y formar un solo pueblo, con una sola condición: que todos nuestros varones se circunciden, como lo hacen ellos. Aceptemos su condición, para que se queden a vivir entre nosotros. De esta manera su ganado, sus propiedades y todos sus animales serán nuestros. Todos los que se reunían a la entrada de la ciudad estuvieron de acuerdo con Jamor y con su hijo Siquén, y fue así como todos los varones fueron circuncidados. Al tercer día, cuando los varones todavía estaban muy adoloridos, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, empuñaron cada uno su espada y fueron a la ciudad, donde los varones se encontraban desprevenidos, y los mataron a todos. También mataron a filo de espada a Jamor y a su hijo Siquén, sacaron a Dina de la casa de Siquén y se retiraron. Luego los otros hijos de Jacob llegaron y, pasando sobre los cadáveres, saquearon la ciudad en venganza por la deshonra que había sufrido su hermana. Se apropiaron de sus ovejas, ganado y asnos, y de todo lo que había en la ciudad y en el campo. Se llevaron todos sus bienes, y sus hijos y mujeres, y saquearon todo lo que encontraron en las casas. Entonces Jacob les dijo a Simeón y Leví: Me han provocado un problema muy serio. De ahora en adelante los cananeos y ferezeos, habitantes de este lugar, me van a odiar. Si ellos se unen contra mí y me atacan, me matarán a mí y a toda mi familia, pues cuento con muy pocos hombres. Pero ellos replicaron: ¿Acaso podíamos dejar que él tratara a nuestra hermana como a una prostituta? Dios le dijo a Jacob: "Ponte en marcha, y vete a vivir a Betel. Erige allí un altar al Dios que se te apareció cuando escapabas de tu hermano Esaú." Entonces Jacob dijo a su familia y a quienes lo acompañaban: "Desháganse de todos los dioses extraños que tengan con ustedes, purifíquense y cámbiense de ropa. Vámonos a Betel. Allí construiré un altar al Dios que me socorrió cuando estaba yo en peligro, y que me ha acompañado en mi camino." Así que le entregaron a Jacob todos los dioses extraños que tenían, junto con los aretes que llevaban en las orejas, y Jacob los enterró a la sombra de la encina que estaba cerca de Siquén. Cuando partieron, nadie persiguió a la familia de Jacob, porque un terror divino se apoderó de las ciudades vecinas. Fue así como Jacob y quienes lo acompañaban llegaron a Luz, es decir, Betel, en la tierra de Canaán. Erigió un altar y llamó a ese lugar El Betel, porque allí se le había revelado Dios cuando escapaba de su hermano Esaú. Por esos días murió Débora, la nodriza de Rebeca, y la sepultaron a la sombra de la encina que se encuentra cerca de Betel. Por eso Jacob llamó a ese lugar Elón Bacut. Cuando Jacob regresó de Padán Aram, Dios se le apareció otra vez y lo bendijo con estas palabras: "Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás así. De aquí en adelante te llamarás Israel." Y, en efecto, ese fue el nombre que le puso. Luego Dios añadió: "Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate. De ti nacerá una nación y una comunidad de naciones, y habrá reyes entre tus vástagos. La tierra que les di a Abraham y a Isaac te la doy a ti, y también a tus descendientes." Y Dios se alejó del lugar donde había hablado con Jacob. Jacob erigió una estela de piedra en el lugar donde Dios le había hablado. Vertió sobre ella una libación, y la ungió con aceite, y al lugar donde Dios le había hablado lo llamó Betel. Después partieron de Betel. Cuando todavía estaban lejos de Efrata, Raquel dio a luz, pero tuvo un parto muy difícil. En el momento más difícil del parto, la partera le dijo: "¡No temas; estás por tener otro varón!" No obstante, ella se estaba muriendo, y en sus últimos suspiros alcanzó a llamar a su hijo Benoní, pero Jacob, su padre, le puso por nombre Benjamín. Así murió Raquel, y la sepultaron en el camino que va hacia Efrata, que es Belén. Sobre la tumba Jacob erigió una estela, que hasta el día de hoy señala el lugar donde Raquel fue sepultada. Israel siguió su camino y acampó más allá de Migdal Edar. Mientras vivía en esa región, Rubén fue y se acostó con Bilhá, la concubina de su padre. Cuando Israel se enteró de esto, se enojó muchísimo. Jacob tuvo doce hijos: Los hijos de Lea fueron Rubén, que era el primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. Los hijos de Raquel fueron José y Benjamín. Los hijos de Bilhá, la esclava de Raquel, fueron Dan y Neftalí. Los hijos de Zilpá, la esclava de Lea, fueron Gad y Aser. Éstos fueron los hijos que tuvo Jacob en Padán Aram. Jacob volvió a la casa de su padre Isaac en Mamré, cerca de Quiriat Arbá, es decir, Hebrón, donde también habían vivido Abraham e Isaac. Isaac tenía ciento ochenta años cuando se reunió con sus antepasados. Era ya muy anciano cuando murió, y lo sepultaron sus hijos Esaú y Jacob.


Salmo 82:
Dios preside el consejo celestial; entre los dioses dicta sentencia: "¿Hasta cuándo defenderán la injusticia y favorecerán a los impíos? Selah. Defiendan la causa del huérfano y del desvalido; al pobre y al oprimido háganles justicia. Salven al menesteroso y al necesitado; líbrenlos de la mano de los impíos. "Ellos no saben nada, no entienden nada. Deambulan en la oscuridad; se estremecen todos los cimientos de la tierra. "Yo les he dicho: Ustedes son dioses; todos ustedes son hijos del Altísimo. Pero morirán como cualquier mortal; caerán como cualquier otro gobernante." Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra, pues tuyas son todas las naciones.


Proverbios 8:
¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: "A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. Opten por mi *instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. "Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros. "El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba! "Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte."

El Libro de Primera Corintios Capítulo 12 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS


CAPÍTULO 12
(59 d.C.)
LOS DONES ESPIRITUALES


Y ACERCA de los Dones Espirituales (en este caso, tiene que ver con los nueve Dones del Espíritu delineados en los Versículos 8 al 10), no quiero, Hermanos, que ignoréis (proclama el Espíritu de Dios, a través de Pablo, diciendo que Él quiso que la totalidad de la Iglesia supiera acerca de estos Dones).
2 Sabéis que cuando erais Gentiles (significa que, antes de su conversión, ellos no tenían conocimiento de Dios), ibais, como erais llevados, a los ídolos mudos. (Ellos fueron llevados ante todo por la superstición y la brujería.)
3 Por tanto os hago saber, que nadie que hable por Espíritu de Dios, llama anatema a Jesús (el Espíritu Verdadero de Dios nunca haría tal cosa; por eso aquellos que hacían eso, no eran de Dios): y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo. (Cualquier otra manera sería incorrecta. Es el Espíritu Santo Solo, Quien revela el Señorío de Cristo al Creyente.)
DIVERSIDADES
4 Empero hay repartimiento de Dones (tipos diferentes de Dones), pero es el mismo Espíritu (todo esto significa que el Espíritu Santo nunca se contradice).
5 Y hay repartimiento de Ministerios (diferentes Servicios, Ministerios, Oficinas), pero es el mismo Señor. (Cristo es El Que asigna los diferentes Ministerios, y entonces el Espíritu Santo lleva a cabo la función. Al igual, Cristo nunca se contradice.)
6 Y hay diversidades de Operaciones (varias maneras como obran los Dones), mas el mismo Dios es Quien obra todas las cosas en todos (tiene referencia al hecho de que es Dios el Padre Quien estimula todas las cosas y todas las maneras).
EL PROPÓSITO
7 Empero a cada uno le es dada manifestación del Espíritu (pertenece a lo que los Dones hacen manifiesto o revelado) para provecho. (Si se permite que los Dones funcionen correctamente, que, sin duda alguna, ellos harían si el Espíritu Santo tiene Su Voluntad, todos sacarían provecho.)
LOS NUEVE DONES
8 Porque a la verdad, a éste es dada por el Espíritu (el Espíritu Santo es El Que lleva a cabo las instrucciones de Cristo, con relación a quién recibe cuál Don) Palabra de Sabiduría (la información acerca del futuro, con respecto a la gente, sitios o cosas); a otro, Palabra de Ciencia (concierne el pasado o el presente, con relación a personas, sitios o cosas; hay que observar que es la Palabra de, la que significa una pequeña cantidad) según el mismo Espíritu (es el Espíritu Santo Quien funciona en todos estos Dones);
9 A otro, Fe (Fe especial) por el mismo Espíritu; y a otro, Dones de Sanidades (oración por los enfermos) por el mismo Espíritu;
10 A otro, operaciones de Milagros (cosas extraordinarias); y a otro, Profecía (es para edificación, exhortación y consolación [I Cor. 14:3]; no tiene nada que ver con la Oficina del Profeta); y a otro, discernimiento de espíritus (ya sea el Espíritu de Dios, espíritus humanos o espíritus malignos); y a otro, géneros de lenguas (tiene la intención de ser interpretado); y a otro, interpretación de lenguas:
EL REPARTIMIENTO
11 Mas todas estas cosas obra uno y el mismo Espíritu (todas las capacidades y los poderes de los Dones son producidos y obrados por la energía del Espíritu), repartiendo particularmente a cada uno como Él (el Espíritu Santo) quiere. (Todo el repartimiento es a discreción del Espíritu Santo, lo que significa que los hombres o las mujeres no pueden impartir Dones a otras personas. ¡Es esfera del Espíritu Solo!)
UN SOLO CUERPO
12 Porque de la manera que el Cuerpo (la Iglesia) es uno, y tiene muchos miembros, empero todos los miembros del Cuerpo, siendo muchos, son un Cuerpo (la Iglesia como el Cuerpo de Cristo); así también Cristo (presenta al Salvador como unidad en multiplicidad, como es la Iglesia).
13 Porque por un Espíritu (el Espíritu Santo Solo hace esto) somos todos bautizados en un Cuerpo (en la Salvación, el Espíritu Santo Bautiza al pecador Creyente en el Cuerpo de Cristo, que es la experiencia de Nacer de Nuevo; no se refiere al Bautismo en Agua), ya sea Judíos o Griegos, ya sea siervos o libres (todos deben venir de la misma manera, por medio y a través de Jesucristo y lo que Él hizo por nosotros en la Cruz); y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. (El Espíritu Santo es el agente Quien afecta la obra de la Redención realizada en nuestras vidas, que es hecho posible por la Muerte, Sepultura, Resurrección, Ascensión y Exaltación de Cristo.)
14 Pues ni tampoco el cuerpo (cuerpo humano) es un miembro, sino muchos.
15 Si dijere el pie, Porque no soy mano, no soy del cuerpo; ¿por eso no será del cuerpo?
16 Y si dijere la oreja, Porque no soy ojo, no soy del cuerpo; ¿por eso no será del cuerpo? (Sólo porque estos órganos diversos son diferentes en sus funciones no los hace menos útiles para el funcionamiento acertado de la totalidad del cuerpo humano.)
17 Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? (Para que un cuerpo humano sea sano, tiene que tener diversos órganos diferentes.)
18 Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo (cuerpo humano), como quiso.
19 Que si todos fueran un miembro, ¿dónde estuviera el cuerpo? (Si el cuerpo humano fuera un gran ojo o un oído grande, etc., ya no sería un cuerpo, sino una monstruosidad.)
20 Mas ahora muchos miembros son a la verdad, empero un cuerpo.
21 Ni el ojo puede decir a la mano, No te necesito: ni asimismo la cabeza a los pies, No tengo necesidad de vosotros (una interdependencia mutua en el cuerpo humano, que maravillosamente tipifica la interdependencia en el Cuerpo de Cristo).
22 Antes, mucho más los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son necesarios (todos desempeñan un papel importante, sin el cual habría una repercusión seria):
23 Y a aquellos del cuerpo que estimamos ser más viles, a éstos vestimos más honrosamente (probablemente se refiere a los órganos internos); y los que en nosotros son menos honrosos, reciben un trato con más honra (en referencia a cubrirse y vestirse).
24 Porque los que en nosotros son más honrosos, no tienen necesidad (los honrosos, no requieren la misma atención que otros): mas Dios ordenó el cuerpo (dar dignidad a todos, pero una dignidad especial a las partes inferiores), dando más abundante honor al que le faltaba:
25 Para que no haya desavenencia en el cuerpo (la desunión y la interrupción); sino que los miembros todos se interesen los unos por los otros (todos debieran ser tratados por igual).
26 De esta forma si un miembro padece, todos los miembros a una se duelen (lo presenta en la manera que debe ser); y si un miembro es honrado, todos los miembros regocijan con él.
27 Pues vosotros sois el Cuerpo de Cristo (se refiere a la Iglesia), y miembros en parte. (Cada persona en la Iglesia que verdaderamente es Nacida de Nuevo.)
28 Y a unos puso Dios en la Iglesia (el hombre o las denominaciones religiosas no pueden poner, pues es la esfera de Dios en su totalidad), primeramente Apóstoles (los Apóstoles llamados por Dios marcan las pautas para la Iglesia debido al Mensaje especial que Dios les ha dado), luego Profetas (tiene la intención de incluir a los Evangelistas también, justo como los Maestros tienen la intención de incluir a los Pastores; los Profetas tienen la misma función bajo el Nuevo Convenio como el Antiguo, con una excepción; los Apóstoles han tomado su lugar en la esfera del Liderazgo; además, es la Oficina del Profeta), lo tercero Maestros (aquellos que explican la Palabra); luego Milagros (un Don particular del Espíritu); luego Dones de Sanidades (los ejemplos de los Dones del Espíritu que deben funcionar en el Ministerio), Ayudas (toda clase de ayuda que Dios establece en la Iglesia, independientemente de lo que podría ser), Administraciones (aquellos que procuran mantener la Iglesia estrictamente en el Gobierno de Dios, con todas sus muchas funciones), Géneros (muchas lenguas diferentes, pero desconocidas por el orador y normalmente desconocidas por el oyente) de Lenguas (el Don que requiere interpretación).
29 ¿Son todos Apóstoles? ¿Son todos Profetas? ¿Son todos Maestros? ¿Son todos obradores de Milagros? (Hay diferentes Oficinas y Dones, pero todos son necesarios, así como todos los órganos del cuerpo físico son necesarios.)
30 ¿Tienen todos Dones de Sanidad? (La respuesta es obviamente No.) ¿Hablan todos lenguas? (Pablo no se dirige al Bautismo con el Espíritu inicial, que es siempre y sin excepción alguna acompañado con el hablar en otras Lenguas, sino que se dirige al Don de Lenguas, lo que no todos tienen, aunque esté Bautizado con el Espíritu.) ¿Interpretan todos? (¡Nuevamente, la respuesta es No, pero algunos sí!)
31 Empero procurad los mejores Dones (en esencia, se refiere a lo que el Espíritu Santo quiere que tenga un Creyente en particular): mas aún yo os muestro un camino más excelente. (Se refiere al Fundamento del Amor que debe apoyar todo lo que tenemos y hacemos en el Señor, al cual el Apóstol se dirige en el siguiente Capítulo.)


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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