01 March 2015

El 2 de marzo Lectira Bíblica Diaria




El 2 de marzo Lectira Bíblica Diaria:

Lamentaciones 2 a 4:
Álef - ¡Ay, el Señor ha eclipsado a la bella Sión con la nube de su furor! Desde el cielo echó por tierra el esplendor de Israel; en el día de su ira se olvidó del estrado de sus pies. Bet - Sin compasión el Señor ha destruido todas las moradas de Jacob; en su furor ha derribado los baluartes de la bella Judá y ha puesto su honra por los suelos al derrocar a su rey y a sus príncipes. Guímel - Dio rienda suelta a su furor y deshizo todo el poder de Israel. Nos vimos frente al enemigo, y el Señor nos negó su ayuda. que consumía cuanto le rodeaba. Dálet - Como enemigo, tensó el arco; lista estaba su mano derecha. Como enemigo, eliminó a nuestros seres queridos. Como fuego, derramó su ira sobre las tiendas de la bella Sión. He - El Señor se porta como enemigo: ha destruido a Israel. Ha destuido todos sus palacios y derribado sus baluartes. Ha multiplicado el luto y los lamentos por la bella Judá. Vav - Ha desolado su morada como a un jardín; ha derribado su lugar de reunión. El SEÑOR ha hecho que Sión olvide sus fiestas solemnes y sus sábados; se desató su furia contra el rey y dejó de lado al sacerdote. Zayin - El Señor ha rechazado su altar; ha abandonado su santuario. Ha puesto en manos del enemigo las murallas de sus palacios. ¡Lanzan gritos en la casa del Señor como en día de fiesta! Jet - El Señor decidió derribar la muralla que rodea a la bella Sión. Tomó la vara y midió; destruyó sin compasión. Hubo lamentos en rampas y muros; todos ellos se derrumbaron. Tet - Las puertas se han desplomado; él rompió por completo sus cerrojos. Su rey y sus príncipes andan entre las naciones; ya no hay ley ni profetas, ni visiones de parte del Señor. Yod - En la bella Sión los ancianos se sientan silenciosos en el suelo; se echan ceniza sobre la cabeza y se visten de luto. Postradas yacen en el suelo las jóvenes de Jerusalén. Caf - El llanto me consume los ojos; siento una profunda agonía. porque mi pueblo ha sido destruido. por las calles de la ciudad. Lámed - "¿Dónde hay pan y vino?", preguntan a sus madres mientras caen por las calles como heridos de muerte, mientras en los brazos maternos exhalan el último suspiro. Mem - ¿Qué puedo decir de ti, bella Jerusalén? ¿A qué te puedo comparar? ¿Qué ejemplo darte como consuelo, virginal ciudad de Sión? Profundas como el mar son tus heridas. ¿Quién podría devolverte la salud? Nun - Tus profetas te anunciaron visiones falsas y engañosas. No denunciaron tu maldad; no evitaron tu cautiverio. eran falsas patrañas. Sámej - Cuantos pasan por el camino aplauden burlones al verte. Ante ti, bella Jerusalén, hacen muecas, y entre silbidos preguntan: "¿Es ésta la ciudad de belleza perfecta? ¿Es ésta la alegría de toda la tierra?" Pe - Todos tus enemigos abren la boca para hablar mal de ti; rechinando los dientes, declaran burlones: "Nos la hemos comido viva. Llegó el día tan esperado; ¡hemos vivido para verlo!" Ayin - El Señor ha llevado a cabo sus planes; ha cumplido su palabra, que decretó hace mucho tiempo. Sin piedad, te echó por tierra; dejó que el enemigo se burlara de ti, y enalteció el poder de tus oponentes. Tsade - El corazón de la gente clama al Señor con angustia. Bella Sión amurallada, ¡deja que día y noche corran tus lágrimas como un río! ¡No te des un momento de descanso! ¡No retengas el llanto de tus ojos! Qof - Levántate y clama por las noches, cuando empiece la vigilancia nocturna. Deja correr el llanto de tu corazón como ofrenda derramada ante el Señor. por la vida de tus hijos, que desfallecen de hambre y quedan tendidos por las calles. Resh - "Mira, Señor, y ponte a pensar: ¿A quién trataste alguna vez así? ¿Habrán de comerse las mujeres a sus hijos, fruto de sus entrañas? ¿Habrán de matar a sacerdotes y profetas en el santuario del Señor? Shin - "Jóvenes y ancianos por igual yacen en el polvo de las calles; mis jóvenes y mis doncellas cayeron a filo de espada. En tu enojo les quitaste la vida; ¡los masacraste sin piedad! Tav - "Como si invitaras a una fiesta solemne, enviaste contra mí terror de todas partes. En el día de la ira del SEÑOR nadie pudo escapar, nadie quedó con vida. A mis seres queridos, a los que eduqué, los aniquiló el enemigo." Álef - Yo soy aquel que ha sufrido la aflicción bajo la vara de su ira. Me ha hecho andar en las tinieblas; me ha apartado de la luz. Una y otra vez, y a todas horas, su mano se ha vuelto contra mí. Bet - Me ha marchitado la carne y la piel; me ha quebrantado los huesos. Me ha tendido un cerco de amargura y tribulaciones. Me obliga a vivir en las tinieblas, como a los que hace tiempo murieron. Guimel - Me tiene encerrado, no puedo escapar; me ha puesto pesadas cadenas. Por más que grito y pido ayuda, él se niega a escuchar mi oración. Ha sembrado de piedras mi camino; ha torcido mis senderos. Dálet - Me vigila como oso agazapado; me acecha como león. Me aparta del camino para despedazarme; ¡me deja del todo desvalido! Con el arco tenso, me ha hecho el blanco de sus flechas. He - Me ha partido el corazón con las flechas de su aljaba. Soy el hazmerreír de todo mi pueblo; todo el día me cantan parodias. Me ha llenado de amargura, me ha saturado de hiel. Vav - Me ha estrellado contra el suelo; me ha hecho morder el polvo. Me ha quitado la paz; ya no recuerdo lo que es la dicha. Y digo: "La vida se me acaba, junto con mi esperanza en el Señor." Zayin - Recuerda que ando errante y afligido, que me embargan la hiel y la amargura. Siempre tengo esto presente, y por eso me deprimo. Pero algo más me viene a la memoria, lo cual me llena de esperanza: Jet - El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad! Por tanto, digo: "El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!" Tet - Bueno es el Señor con quienes en él confían, con todos los que lo buscan. Bueno es esperar calladamente a que el Señor venga a salvarnos. Bueno es que el hombre aprenda a llevar el yugo desde su juventud. Yod - ¡Déjenlo estar solo y en silencio, porque así el Señor se lo impuso! ¡Que hunda el rostro en el polvo! ¡Tal vez haya esperanza todavía! ¡Que dé la otra mejilla a quien lo hiera, y quede así cubierto de oprobio! Caf - El Señor nos ha rechazado, pero no será para siempre. Nos hace sufrir, pero también nos compadece, porque es muy grande su amor. El Señor nos hiere y nos aflige, pero no porque sea de su agrado. Lámed - Cuando se aplasta bajo el pie a todos los prisioneros de la tierra, cuando en presencia del Altísimo se le niegan al hombre sus derechos y no se le hace justicia, ¿el Señor no se da cuenta? Mem - ¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad sin que el Señor dé la orden? ¿No es acaso por mandato del Altísimo que acontece lo bueno y lo malo? ¿Por qué habría de quejarse en vida quien es castigado por sus pecados? Nun - Hagamos un examen de conciencia y volvamos al camino del Señor. Elevemos al Dios de los cielos nuestro corazón y nuestras manos. Hemos pecado, hemos sido rebeldes, y tú no has querido perdonarnos. Sámej - Ardiendo en ira nos persigues; nos masacras sin piedad. Te envuelves en una nube para no escuchar nuestra oración. Como a escoria despreciable, nos has arrojado entre las naciones. Pe - Todos nuestros enemigos abren la boca para hablar mal de nosotros. Hemos sufrido terrores, caídas, ruina y destrucción. Ríos de lágrimas corren por mis mejillas porque ha sido destruida la capital de mi pueblo. Ayin - Se inundarán en llanto mis ojos, sin cesar y sin consuelo, hasta que desde el cielo el Señor se digne mirarnos. Me duele en lo más profundo del alma ver sufrir a las mujeres de mi ciudad. Tsade - Mis enemigos me persiguen sin razón, y quieren atraparme como a un ave. Me quieren enterrar vivo y taparme con piedras la salida. Las aguas me han cubierto la cabeza; tal parece que me ha llegado el fin. Qof - Desde lo más profundo de la fosa invoqué, Señor, tu nombre, y tú escuchaste mi plegaria; no cerraste tus oídos a mi clamor. Te invoqué, y viniste a mí; "No temas", me dijiste. Resh - Tú, Señor, te pusiste de mi parte y me salvaste la vida. Tú, Señor, viste el mal que me causaron; ¡hazme justicia! Tú notaste su sed de venganza y todas sus maquinaciones en mi contra. Shin - Señor, tú has escuchado sus insultos y todas sus maquinaciones en mi contra; tú sabes que todo el día mis enemigos cuchichean y se confabulan contra mí. ¡Míralos! Hagan lo que hagan, se burlan de mí en sus canciones. Tav - ¡Dales, Señor, su merecido por todo lo que han hecho! Oscurece su entendimiento, ¡y caiga sobre ellos tu maldición! Persíguelos, Señor, en tu enojo, y bórralos de este mundo. Álef - ¡El oro ha perdido su lustre! ¡Se ha empañado el oro fino! ¡Regadas por las esquinas de las calles se han quedado las joyas sagradas! Bet - A los apuestos habitantes de Sión, que antaño valían su peso en oro, hoy se les ve como vasijas de barro, ¡como la obra de un alfarero! Guímel - Hasta los chacales ofrecen el pecho y dan leche a sus cachorros, pero Jerusalén ya no tiene sentimientos; ¡es como los avestruces del desierto! Dálet - Tanta es la sed que tienen los niños, que la lengua se les pega al paladar. Piden pan los pequeñuelos, pero nadie se lo da. He - Quienes antes comían los más ricos manjares hoy desfallecen de hambre por las calles. hoy se revuelcan en la inmundicia. Vav - Más grande que los pecados de Sodoma es la iniquidad de Jerusalén; ¡fue derribada en un instante, y nadie le tendió la mano! Zayin - Más radiantes que la nieve eran sus príncipes, y más blancos que la leche; más rosado que el coral era su cuerpo; su apariencia era la del zafiro. Jet - Pero ahora se ven más sucios que el hollín; en la calle nadie los reconoce. Su piel, reseca como la leña, se les pega a los huesos. Tet - ¡Dichosos los que mueren por la espada, más que los que mueren de hambre! Torturados por el hambre desfallecen, pues no cuentan con los frutos del campo. Yod - Con sus manos, mujeres compasivas cocinaron a sus propios hijos, y esos niños fueron su alimento cuando Jerusalén fue destruida. Caf - El Señor dio rienda suelta a su enojo; dejó correr el ardor de su ira. Le prendió fuego a Sión y la consumió hasta sus cimientos. Lámed - No creían los reyes de la tierra, ni tampoco los habitantes del mundo, que los enemigos y adversarios de Jerusalén cruzarían alguna vez sus puertas. Mem - Pero sucedió. Por los pecados de sus profetas. Por las iniquidades de sus sacerdotes. ¡Por derramar sangre inocente en las calles de la ciudad! Num - Con las manos manchadas de sangre, andan por las calles como ciegos. a tocar siquiera sus vestidos. Sámej - "¡Largo de aquí, impuros!", les grita la gente. "¡Fuera! ¡Fuera! ¡No nos toquen!" Entre las naciones paganas les dicen: "Son unos vagabundos, que andan huyendo. No pueden quedarse aquí más tiempo." Pe - El Señor mismo los ha dispersado; ya no se preocupa por ellos. Ya no hay respeto para los sacerdotes ni compasión para los ancianos. Ayin - Para colmo, desfallecen nuestros ojos esperando en vano que alguien nos ayude. Desde nuestras torres estamos en espera de una nación que no puede salvarnos. Tsade - A cada paso nos acechan; no podemos ya andar por las calles. Nuestro fin se acerca, nos ha llegado la hora; ¡nuestros días están contados! Qof - Nuestros perseguidores resultaron más veloces que las águilas del cielo; nos persiguieron por las montañas, nos acecharon en el desierto. Resh - También cayó en sus redes el ungido del Señor, que era nuestra razón de vivir. Era él de quien decíamos: ¡Viviremos bajo su sombra entre las naciones! Shin - ¡Regocíjate y alégrate, capital de Edom, que vives como reina en la tierra de Uz! ¡Pero ya tendrás que beber de esta copa, y quedarás embriagada y desnuda! Tav - Tu castigo se ha cumplido, bella Sión; Dios no volverá a desterrarte. Pero a ti, capital de Edom, te castigará por tu maldad y pondrá al descubierto tus pecados.


Salmos 80:
Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño, tú que reinas entre los querubines, ¡escúchanos! ¡Resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Muestra tu poder, y ven a salvarnos! Restáuranos, oh Dios; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos. ¿Hasta cuándo, Señor, Dios Todopoderoso, arderá tu ira contra las oraciones de tu pueblo? Por comida, le has dado pan de lágrimas; por bebida, lágrimas en abundancia. Nos has hecho motivo de contienda para nuestros vecinos; nuestros enemigos se burlan de nosotros. Restáuranos, oh Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos. De Egipto trajiste una vid; expulsaste a los pueblos paganos, y la plantaste. Le limpiaste el terreno, y ella echó raíces y llenó la tierra. Su sombra se extendía hasta las montañas, su follaje cubría los más altos cedros. Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo y sus renuevos hasta el Éufrates. ¿Por qué has derribado sus muros? ¡Todos los que pasan le arrancan uvas! Los jabalíes del bosque la destruyen, los animales salvajes la devoran. ¡Vuélvete a nosotros, oh Dios Todopoderoso! ¡Asómate a vernos desde el cielo y brinda tus cuidados a esta vid! ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra! ¡Es el vástago que has criado para ti! Tu vid está derribada, quemada por el fuego; a tu reprensión perece tu pueblo. Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra, al ser humano que para ti has criado. Nosotros no nos apartaremos de ti; reavívanos, e invocaremos tu nombre. Restáuranos, Señor, Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.


Proverbios 14:
La mujer sabia edifica su casa; la necia, con sus manos la destruye. El que va por buen camino teme al Señor; el que va por mal camino lo desprecia. De la boca del necio brota arrogancia; los labios del sabio son su propia protección. Donde no hay bueyes el granero está vacío; con la fuerza del buey aumenta la cosecha. El testigo verdadero jamás engaña; el testigo falso propaga mentiras. El insolente busca sabiduría y no la halla; para el entendido, el conocimiento es cosa fácil. Manténte a distancia del necio, pues en sus labios no hallarás conocimiento. La sabiduría del prudente es discernir sus caminos, pero al necio lo engaña su propia necedad. Los necios hacen mofa de sus propias faltas, pero los íntegros cuentan con el favor de Dios. Cada corazón conoce sus propias amarguras, y ningún extraño comparte su alegría. La casa del malvado será destruida, pero la morada del justo prosperará. Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte. También de reírse duele el corazón, y hay alegrías que acaban en tristeza. El inconstante recibirá todo el pago de su inconstancia; el hombre bueno, el premio de sus acciones. El ingenuo cree todo lo que le dicen; el prudente se fija por dónde va. El sabio teme al Señor y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y se pasa de confiado. El iracundo comete locuras, pero el prudente sabe aguantar. Herencia de los inexpertos es la necedad; corona de los prudentes, el conocimiento. Los malvados se postrarán ante los buenos; los impíos, ante el tribunal de los justos. Al pobre hasta sus amigos lo aborrecen, pero son muchos los que aman al rico. Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los pobres! Pierden el camino los que maquinan el mal, pero hallan amor y verdad los que hacen el bien. Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza. La corona del sabio es su sabiduría; la de los necios, su necedad. El testigo veraz libra de la muerte, pero el testigo falso miente. El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos. El temor del Señor es fuente de vida, y aleja al hombre de las redes de la muerte. Gloria del rey es gobernar a muchos; un príncipe sin súbditos está arruinado. El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez. El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos. El que oprime al pobre ofende a su Creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado. El malvado cae por su propia maldad; el justo halla refugio en su integridad. En el corazón de los sabios mora la sabiduría, pero los necios ni siquiera la conocen. La justicia enaltece a una nación, pero el pecado deshonra a todos los pueblos. El rey favorece al siervo inteligente, pero descarga su ira sobre el sin vergüenza.


El Libro de Los Hechos Capítulo 12 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 12
(44 d.C.)
LA PERSECUCIÓN
Y EN el mismo tiempo (pertenece al tiempo cuando Pablo y Bernabé fueron a Jerusalén) el rey Herodes (habla de Herodes Agripa, el hijo de Aristóbulo, el nieto de Herodes el Grande, quien asesinó a los bebés de Belén) echó mano a maltratar algunos de la Iglesia (probablemente lo hizo para congraciarse con los Líderes Judíos).
2 Y mató a filo de espada a Santiago, hermano de Juan (el primero de los Apóstoles que murió; jamás se eligió un sucesor de Santiago; de hecho, con excepción de Judas quien fue reemplazado por Matías, jamás otra persona ejerció uno de los Oficios de los Doce; en otras palabras, no hay tal cosa como la Sucesión Apostólica, como algunos la enseñan).
PEDRO
3 Y viendo que había agradado a los Judíos, pasó adelante para prender también a Pedro. (Eran entonces los días de los Asimos.) (Era el tiempo de la Pascua, es decir, el mes de Abril.)
4 Y habiéndole preso, le puso en la cárcel (representa la tercera vez que Pedro fue detenido [Hch. 4:3; 5:18-19]), entregándole a cuatro cuaterniones de soldados que le guardasen (representaba a dieciséis soldados, cuatro para cada vigilia); queriendo sacarle al pueblo después de la Pascua (debiera haberse traducido, "Con la intención de sacarle después de la Pascua. . .").
5 Así que, Pedro era guardado en la cárcel: y la Iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él (presenta el mayor arma a la disposición de la Iglesia).
6 Y cuando Herodes le había de sacar (es probable que Herodes diseminó la palabra por todo Jerusalén de que iba a celebrar un espectáculo, que sería la muerte del gran Apóstol Pedro), aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas: y los guardas delante de la puerta, que guardaban la cárcel (Pedro estaba durmiendo, aunque supuestamente iba a morir el día siguiente; él no estaba preocupado porque el Señor le había dicho que no moriría joven, sino viejo [Jn. 21:18]).
EL ÁNGEL
7 Y, he aquí, el Ángel del Señor le sobrevino (debiera haberse traducido, "Un Ángel del Señor"), y una luz resplandeció en la cárcel (significaba que no había duda de que este ser era "del Señor"): e hiriendo a Pedro en el lado, le despertó, diciendo, Levántate pronto (simplemente quiere decir que el Ángel lo despertó). Y las cadenas se le cayeron de las manos (¡gran poder!).
8 Y le dijo el Ángel, Cíñete, y átate tus sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo, Cúbrete tu ropa, y sígueme (habla de la ropa exterior, Pedro está ya totalmente vestido).
9 Y saliendo, le seguía (presenta a Pedro haciendo algo, lo cual en ese momento él no estaba seguro de que fuera real); y no sabía que era verdad lo que hacía el Ángel, mas pensaba que veía Visión (tenía dificultad de hacer la transición al sobrenatural; él seguía pensando que estaba viendo una Visión).
10 Y cuando pasaron la primera y la segunda guardia (probablemente quiere decir que Herodes había puesto a Pedro en la prisión interior; porque, ellos pasaron por varias puertas y pasaron las guardias sin que ellos supieran lo que estaba sucediendo; de algún modo, el Ángel hizo todo esto invisible a estas personas), vinieron a la puerta de hierro que va a la ciudad (se refiere a la puerta de la Prisión); la cual se les abrió por sí sola (quiere decir que se abrió automáticamente): y salidos, pasaron una calle; y luego el Ángel se apartó de él (tan Milagroso que es imposible describirlo).
11 Entonces Pedro, volviendo en sí (significa que ahora sabe que no había sido una visión ni un sueño, sino que realmente había sido liberado por un Ángel), dijo, Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado Su Ángel, y me ha librado de la mano de Herodes (revela a Pedro dando toda la Gloria a Dios), y de todo el pueblo de los Judíos que me esperaba (Herodes sería privado de su espectáculo, y todos los que esperaban ver el derramamiento de sangre).
EL RELATO DE PEDRO
12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos (Juan Marcos que se menciona aquí es el que escribió el Evangelio que lleva su nombre); donde muchos estaban juntos orando (expone que oraban por Pedro las 24 horas; muchos creen que Pedro fue rescatado entre las 3:00 y las 6:00 de la madrugada).
13 Y tocando Pedro a la puerta del patio (no la puerta de la casa, sino la puerta de la cerca que rodeaba la casa, que normalmente se mantenía con llave), salió una muchacha, para escuchar, llamada Rode (se refiere a esta joven que era la sirvienta en esta casa, parte de sus deberes era la de dar la bienvenida a los convidados).
14 La cual cuando conoció la voz de Pedro (nos revela que la pared y la puerta eran altas, se le incapacitaba ver quién tocaba la puerta), de gozo no abrió el postigo, sino corriendo adentro, dio nueva de que Pedro estaba al postigo (presenta el mensaje de ella, ¡algo tan asombroso e incluso increíble!).
15 Y ellos le dijeron, Estás loca (en otras palabras, no sólo no le creyeron, sino que concluyeron que ella estaba perdiendo sus cabales). Mas ella afirmaba que así era (expresa que su afirmación cada vez tenía más convicción). Entonces ellos decían, Su Ángel es (expone una creencia de aquella época de que todos los Judíos tenían un Ángel de la Guarda).
16 Mas Pedro perseveraba en llamar (se refiere a que Pedro toca la puerta con más fuerza): y cuando abrieron, le vieron, y se espantaron (se quedaron mudos, hasta el punto de aturdirlos).
17 Mas él haciéndoles con la mano señal de que callasen (todos le hablaban al mismo tiempo), les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo, Haced saber esto a Santiago y a los hermanos (se hace referencia al hermanastro del Señor y a los Ancianos de la Iglesia en Jerusalén, además de algún otro de los Doce que pudieran haber estado en Jerusalén en ese momento). Y salió, y partió a otro lugar (evidentemente él no le dijo a nadie adónde iba).
HERODES
18 Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué se había hecho de Pedro (la pérdida de su preso significaba la muerte segura para ellos).
19 Mas Herodes, cuando le buscó y no le halló, hecha inquisición de los guardas (quiere decir que él no creyó su historia; desde luego, ¡era una historia fascinante!), los mandó llevar. Después descendiendo de Judea a Cesarea, se quedó allí (hace referencia al hecho de que estaba avergonzado ante la gente, no pudo celebrar su espectáculo concerniente a Pedro; por eso se fue de Jerusalén).
EL JUICIO
20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y los de Sidón (no nos da ni una sola pista por el motivo de este disgusto): mas ellos vinieron concordes a él, y sobornado Blasto, que era el camarero del rey, pedían paz (intentaron hacer la paz con Herodes por causa de cierta interrupción, lo cual no lo menciona la historia); porque las tierras de ellos eran abastecidas por las del rey (son acuerdos comerciales con respecto a los alimentos, etc.).
21 Y un día señalado, Herodes vestido de ropa real, se sentó en el tribunal (todo esto se hacía con gran fanfarria y ceremonia), y les arengó (tiene que ver con él que hablaba con gran orgullo sobre el acuerdo que acababa de efectuar con Tiro y Sidón; lo aparentaba como que él era el salvador de estas ciudades).
22 Y el pueblo aclamaba (quiere decir que sea lo que él decía los complacía de gran manera), Voz de dios, y no de hombre (quiere decir que ¡ellos siguieron gritando esto varias veces!).
23 Y luego el Ángel del Señor le hirió (puede haber sido el mismo Ángel que liberó a Pedro), por cuanto no dio la gloria a Dios (en otras palabras, él aceptó las aclamaciones de las personas de que era un "pequeño dios"): y fue comido de gusanos (Josefo dijo que pasó cinco días con agonizantes dolores de estómago), y expiró (murió; esto ocurrió en el año 44 d.C.).
24 Mas la Palabra del Señor crecía y era multiplicada (no dice que "la Iglesia creció," sino más bien "la Palabra de Dios creció. . .").
25 Y Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalén (nos dice qué ocurrió, pero no dice exactamente cuándo) cumplido su Ministerio (habla de las ofrendas que se llevaron a Jerusalén de parte de los Santos en Antioquía, y es posible que de otras partes también), tomando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos (Marcos les acompañaría en el primer Viaje Misionero).


1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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