01 March 2015

El 1 de marzo Lectura Bíblica Diaria







El 1 de marzo Lectura Bíblica Diaria:

Jeremías 51 a Lamentaciones 1:
Así dice el Señor: "Voy a levantar un viento destructor contra Babilonia y la gente de Leb Camay. Enviaré contra Babilonia gente que la lance por los aires, que la aviente como se avienta el trigo, hasta dejarla vacía. En el día de su calamidad la atacarán por todas partes. Que no tense el arquero su arco, ni se vista la coraza. No perdonen a sus jóvenes; destruyan a su ejército por completo. Caerán muertos en el país de los babilonios; serán traspasados en las calles. Aunque Israel y Judá están llenos de culpa delante del Santo de Israel, no han sido abandonados por su Dios, el Señor Todopoderoso. "¡Huyan de Babilonia! ¡Sálvese quien pueda! No perezcan por causa de su iniquidad. de que el Señor tome venganza; ¡él le dará su merecido! En la mano del Señor que embriagaba a toda la tierra. y se enloquecieron. Pero de pronto Babilonia cayó hecha pedazos. ¡Giman por ella! Traigan bálsamo para su dolor; tal vez pueda ser curada. "Quisimos curar a Babilonia, pero no pudo ser sanada; abandonémosla, y regrese cada uno a su país, porque llega su condena hasta los cielos; ¡se eleva hasta las nubes! "¡El Señor nos ha vindicado! Vengan, que en *Sión daremos a conocer lo que ha hecho el Señor, nuestro Dios. "¡Afilen las flechas! ¡Ármense con escudos! de los reyes de Media para destruir a Babilonia. Ésta es la venganza del Señor, la venganza por su templo. ¡Levanten el estandarte contra los muros de Babilonia! ¡Refuercen la guardia! ¡Pongan centinelas! ¡Preparen la emboscada! El Señor cumplirá su propósito; cumplirá su decreto contra los babilonios. Tú, que habitas junto a muchas aguas y eres rica en tesoros, has llegado a tu fin, al final de tu existencia. El Señor Todopoderoso ha jurado por sí mismo: Te llenaré de enemigos, como de langostas, y sobre ti lanzarán gritos de victoria. "Con su poder hizo el Señor la tierra; con su sabiduría afirmó el mundo; con su inteligencia extendió los cielos. Ante su trueno, braman las lluvias en el cielo, y desde los confines de la tierra hace que suban las nubes; entre relámpagos desata la lluvia, y saca de sus depósitos el viento. "Todo hombre es necio e ignorante; todo orfebre se avergüenza de sus ídolos. Sus ídolos son una mentira; no tienen aliento de vida. Son absurdos, objetos de burla; en el tiempo del juicio serán destruidos. La porción de Jacob no es como aquéllos; su Dios es el creador de todas las cosas. Su nombre es el Señor Todopoderoso; Israel es la tribu de su heredad. "Tú eres mi mazo, mi arma de guerra; contigo destrozo naciones y reinos. Contigo destrozo jinetes y caballos; contigo destrozo aurigas y carros de guerra. Contigo destrozo hombres y mujeres; contigo destrozo jóvenes y ancianos, contigo destrozo jóvenes y doncellas. Contigo destrozo pastores y rebaños; contigo destrozo labradores y yuntas, contigo destrozo jefes y gobernantes. "Pero en presencia de ustedes les daré su merecido a Babilonia y a todos sus habitantes por todo el mal que han hecho en Sión afirma el Señor. "Estoy en contra tuya, monte del exterminio, que destruyes toda la tierra afirma el Señor. Extenderé mi mano contra ti; te haré rodar desde los peñascos y te convertiré en monte quemado. No volverán a tomar de ti piedra angular, ni piedra de cimiento, porque para siempre quedarás desolada afirma el Señor. "¡Levanten la bandera en el país! ¡Toquen la trompeta entre las naciones! ¡Convoquen contra ella a los reinos de Ararat, Mini y Asquenaz! ¡Pongan al frente un general! ¡Que avancen los caballos cual plaga de langostas! ¡Convoquen contra ella a las naciones, a los reyes de Media, y a sus gobernadores y oficiales! ¡Convoquen a todo su imperio! La tierra tiembla y se sacude; se cumplen los planes de Dios contra Babilonia, al convertirla en un desierto desolado donde nadie ha de habitar. Dejaron de combatir los guerreros de Babilonia; se escondieron en las fortalezas. Sus fuerzas se agotaron; se volvieron como mujeres. y destrozados sus cerrojos. Corre un emisario tras el otro; un mensajero sigue a otro mensajero, para anunciarle al rey de Babilonia que toda la ciudad ha sido conquistada. Los vados han sido ocupados, e incendiados los esteros; llenos de pánico quedaron los guerreros." Porque así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: "La bella Babilonia es como una era en el momento de la trilla; ¡ya le llega el tiempo de la cosecha!" "Nabucodonosor, el rey de Babilonia, me devoró, me confundió; me dejó como un plato vacío. Me tragó como un monstruo marino, con mis delicias se ha llenado el estómago para luego vomitarme. Dice Jerusalén: ¡Que recaiga sobre Babilonia la violencia que me hizo! Dice la moradora de Sión: ¡Que mi sangre se derrame sobre los babilonios! " Por eso, así dice el Señor: "Voy a defender tu causa, y llevaré a cabo tu venganza; voy a secar el agua de su mar, y dejaré secos sus manantiales. Babilonia se convertirá en un montón de ruinas, en guarida de chacales, en objeto de horror y de burla, en un lugar sin habitantes. Juntos rugen como leones; gruñen como cachorros de león. Cuando entren en calor, les serviré bebida; los embriagaré para que se diviertan. del que ya no despertarán afirma el Señor. Voy a llevarlos al matadero, como si fueran corderos; como carneros y chivos. "¡Cómo ha sido capturada Sesac! ¡Cómo ha sido conquistado el orgullo de toda la tierra! en un horror para las naciones. El mar ha subido contra Babilonia; agitadas olas la han cubierto. Desoladas han quedado sus ciudades: como un sequedal, como un desierto. Nadie habita allí; nadie pasa por ese lugar. Voy a castigar al dios Bel en Babilonia; haré que vomite lo que se ha tragado. Ya no acudirán a él las naciones, ni quedará en pie el muro de Babilonia. "¡Huye de ella, pueblo mío! ¡Sálvese quien pueda de mi ardiente ira! No desfallezcan, no se acobarden por los rumores que corren por el país. Año tras año surgen nuevos rumores; cunde la violencia en el país, y un gobernante se levanta contra otro. Se acercan ya los días en que castigaré a los ídolos de Babilonia. Toda su tierra será avergonzada; caerán sus víctimas en medio de ella. Entonces el cielo y la tierra, y todo lo que hay en ellos, lanzarán gritos de júbilo contra Babilonia, porque del norte vendrán sus destructores afirma el Señor. "Babilonia tiene que caer por las víctimas de Israel, así como en toda la tierra cayeron las víctimas de Babilonia. Ustedes, los que escaparon de la espada, huyan sin demora. Invoquen al Señor en tierras lejanas, y no dejen de pensar en Jerusalén." "Sentimos vergüenza por los insultos; estamos cubiertos de deshonra, porque han penetrado extranjeros en el santuario del Señor." "Por eso, vienen días en que castigaré a sus ídolos; a lo largo de todo el país gemirán sus heridos afirma el Señor. Aunque Babilonia suba hasta los cielos, y en lo alto fortifique sus baluartes, yo enviaré destructores contra ella afirma el Señor. "Se oyen clamores por la gran destrucción del país de Babilonia. El Señor la destruye por completo; pone fin a su bullicio. Rugen sus enemigos como olas agitadas; resuena el estruendo de su voz. Llega contra Babilonia el destructor; sus guerreros serán capturados, y sus arcos serán hechos pedazos. que a cada cual le da su merecido. Voy a embriagar a sus jefes y a sus sabios; a sus gobernadores, oficiales y guerreros; y dormirán un sueño eterno, del que no despertarán", afirma el Rey, cuyo nombre es el Señor Todopoderoso. Así dice el Señor Todopoderoso: "Los anchos muros de Babilonia serán derribados por completo; sus imponentes puertas serán incendiadas. Los pueblos se agotan en vano, y las naciones se fatigan por lo que se desvanece como el humo." Éste es el mandato que el profeta Jeremías dio a Seraías, hijo de Nerías y nieto de Maseías, cuando fue a Babilonia con Sedequías, rey de Judá, durante el año cuarto de su reinado. Seraías era el jefe de este viaje. Jeremías había descrito en un rollo todas las calamidades que le sobrevendrían a Babilonia, es decir, todo lo concerniente a ella. Jeremías le dijo a Seraías: "En cuanto llegues a Babilonia, asegúrate de leerles todas estas palabras. Luego diles: Señor, tú has dicho que vas a destruir este lugar, y que lo convertirás en una desolación perpetua, hasta que no quede en él un solo habitante, ni hombre ni animal. Cuando termines de leer el rollo, átale una piedra y arrójalo al Éufrates. Luego diles: Así se hundirá Babilonia, y nunca más se levantará del desastre que voy a traer sobre ella. " Aquí concluyen las palabras de Jeremías. Sedequías tenía veintiún años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años. Su madre se llamaba Jamutal hija de Jeremías, oriunda de Libná. Al igual que Joacim, Sedequías hizo lo que ofende al Señor, a tal grado que el Señor, en su ira, los echó de su presencia. Todo esto sucedió en Jerusalén y en Judá. Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia. En el año noveno del reinado de Sedequías, a los diez días del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó con todo su ejército y atacó a Jerusalén. Acampó frente a la ciudad y construyó una rampa de asalto a su alrededor. La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado de Sedequías. A los nueve días del mes cuarto, cuando el hambre se agravó en la ciudad y no había más alimento para el pueblo, se abrió una brecha en el muro de la ciudad, de modo que, aunque los babilonios la tenían cercada, todo el ejército se escapó. Salieron de noche, por la puerta que estaba entre los dos muros, junto al jardín real. Huyeron camino al Arabá, pero el ejército babilonio persiguió al rey Sedequías hasta alcanzarlo en la llanura de Jericó. Sus soldados se dispersaron, abandonándolo, y los babilonios lo capturaron. Entonces lo llevaron ante el rey de Babilonia, que estaba en Riblá, en el territorio de Jamat. Allí Nabucodonosor dictó sentencia contra Sedequías, y ante sus propios ojos hizo degollar a sus hijos, lo mismo que a todos los nobles de Judá. Luego mandó que a Sedequías le sacaran los ojos y que le pusieran cadenas de bronce para llevarlo a Babilonia, donde permaneció preso hasta el día en que murió. A los diez días del mes quinto del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su servidor Nabuzaradán, que era comandante de la guardia, fue a Jerusalén y le prendió fuego al templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes. Entonces el ejército de los babilonios bajo su mando derribó todas las murallas que rodeaban la ciudad. Nabuzaradán además deportó a la gente que quedaba en la ciudad, es decir, al resto de los artesanos y a los que se habían aliado con el rey de Babilonia. Sin embargo, dejó a algunos de los más pobres para que se encargaran de los viñedos y de los campos. Los babilonios quebraron las columnas de bronce, las bases y la fuente de bronce que estaban en el templo del Señor, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. También se llevaron las ollas, las tenazas, las despabiladeras, los tazones, la vajilla y todos los utensilios de bronce que se usaban para el culto. Además, el comandante de la guardia se apoderó de las palanganas, los incensarios, los aspersorios, las ollas, los candelabros, los platos y fuentes para las libaciones, todo lo cual era de oro y de plata. El bronce de las dos columnas, de la fuente, de los doce toros que estaban debajo de la fuente, y de las bases, que el rey Salomón había hecho para el templo del Señor, era tanto que no se podía pesar. Cada columna medía ocho metros de altura y cinco y medio de circunferencia; su espesor era de ocho centímetros, y era hueca por dentro. El capitel de bronce que estaba encima de cada columna medía dos metros de altura y estaba decorado alrededor con una red y con granadas de bronce. Las dos columnas tenían el mismo adorno. De cada columna pendían noventa y seis granadas, y las granadas que estaban alrededor de la red eran cien en total. El comandante de la guardia tomó presos a Seraías, sacerdote principal, a Sofonías, sacerdote de segundo rango, y a los tres porteros. De los que quedaban en la ciudad, apresó al oficial encargado de las tropas, a siete de los servidores personales del rey, al cronista principal del ejército, encargado de reclutar soldados de entre el pueblo, y a sesenta ciudadanos que todavía estaban dentro de la ciudad. Después de apresarlos, Nabuzaradán, comandante de la guardia, se los llevó al rey de Babilonia, que estaba en Riblá. Allí, en el territorio de Jamat, el rey los hizo ejecutar. Así Judá fue desterrado y llevado cautivo. Éste es el número de personas desterradas por Nabucodonosor: en el año séptimo de su reinado, tres mil veintitrés judíos; en el año dieciocho de su reinado, ochocientas treinta y dos personas de Jerusalén; en el año veintitrés de su reinado, Nabuzaradán, el capitán de la guardia real, desterró a setecientos cuarenta y cinco judíos. En total fueron desterradas cuatro mil seiscientas personas. En el día veintisiete del mes duodécimo del año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, indultó a Joaquín y lo sacó de la cárcel. Lo trató amablemente y le dio una posición más alta que la de los otros reyes que estaban con él en Babilonia. Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey. Además, durante toda su vida y hasta el día de su muerte, Joaquín gozó de una pensión diaria que le proveía el rey de Babilonia.



Salmos 79:
Oh Dios, los pueblos paganos han invadido tu herencia; han profanado tu santo templo, han dejado en ruinas a Jerusalén. Han entregado los cadáveres de tus siervos como alimento de las aves del cielo; han destinado los cuerpos de tus fieles para comida de los animales salvajes. Por toda Jerusalén han derramado su sangre, como si derramaran agua, y no hay quien entierre a los muertos. Nuestros vecinos hacen mofa de nosotros; somos blanco de las burlas de quienes nos rodean. ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Vas a estar enojado para siempre? ¿Arderá tu celo como el fuego? ¡Enójate con las naciones que no te reconocen, con los reinos que no invocan tu nombre! Porque a Jacob se lo han devorado, y al país lo han dejado en ruinas. No nos tomes en cuenta los pecados de ayer; ¡venga pronto tu misericordia a nuestro encuentro, porque estamos totalmente abatidos! Oh Dios y salvador nuestro, por la gloria de tu nombre, ayúdanos; por tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados. ¿Por qué van a decir las naciones: "¿Dónde está su Dios?" Permítenos ver, y muéstrales a los pueblos paganos cómo tomas venganza de la sangre de tus siervos. Que lleguen a tu presencia los gemidos de los cautivos, y por la fuerza de tu brazo salva a los condenados a muerte. Señor, haz que sientan nuestros vecinos, siete veces y en carne propia, el oprobio que han lanzado contra ti. Y nosotros, tu pueblo y ovejas de tu prado, te alabaremos por siempre; de generación en generación cantaremos tus alabanzas.



Proverbios 13:
El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la reprensión. Quien habla el bien, del bien se nutre, pero el infiel padece hambre de violencia. El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina. El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. El justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra. La justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al pecador. Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada; hay quien parece ser pobre, y todo lo tiene. Con su riqueza el rico pone a salvo su vida, pero al pobre no hay ni quien lo amenace. La luz de los justos brilla radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. El orgullo sólo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida. Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. La enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la muerte. El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel no cambia. El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad. El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable aporta la solución. El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores. El deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal. El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado. Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo recompensa el bien. El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justos. En el campo del pobre hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia. No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo. El justo come hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.



El Libro de Los Hechos Capítulo 11 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 11
(41 d.C.)
LA CUESTIÓN GENTIL
Y OYERON los Apóstoles y los hermanos que estaban en Judea (se refiere a los Once además de Pedro, y también a otros), que también los Gentiles habían recibido la Palabra de Dios (corre rápido esta clase de noticias).
2 Y cuando Pedro subió a Jerusalén (presenta un tiempo de gran significado), contendían contra él (esto significa, por lo menos en el comienzo, que ellos no aceptaban la explicación de Pedro, les parecía que él era inmundo por asociarse con los Gentiles) los que eran de la Circuncisión (Creyentes Judíos),
3 Diciendo, ¿Por qué has entrado a hombres incircuncisos (los Gentiles), y has comido con ellos? (No hay nada en la Ley de Moisés que prohíbe comer con los Gentiles; esto fue añadido por los hombres, no por Dios.)
LA DEFENSA DE PEDRO
4 Entonces comenzando Pedro (expone que el Apóstol era muy paciente, y es por una causa; hay que acordarse de que el Señor había sido paciente con él), les declaró por orden lo pasado, diciendo (lo describe tomando poco a poco el episodio entero),
5 Estaba yo en la ciudad de Jope orando: y vi en rapto de entendimiento una Visión, un vaso, como un gran lienzo, que descendía, que por las cuatro puntas era bajado del Cielo, y venía hasta mí (declara lo que vio, y de que sabía lo que estaba destinado para él):
6 En el cual cuando puse los ojos, consideré y vi animales terrestres de cuatro pies, y fieras, y reptiles, y aves del cielo.
7 Y oí una Voz que me decía, Levántate, Pedro; mata y come (no era una sugerencia, sino más bien un Mandato; por lo tanto, tenía la intención de que se obedeciera).
8 Y dije, Señor, no: porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca.
9 Entonces la Voz me respondió del Cielo por segunda vez (él no vio una forma, sino que sólo oyó una Voz), Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
10 Y esto fue hecho por tres veces: y volvió todo a ser tomado arriba en el Cielo.
LOS GENTILES Y EL EVANGELIO
11 Y, he aquí, luego sobrevinieron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí de Cesarea.
12 Y el Espíritu (el Espíritu Santo) me dijo que fuese con ellos sin dudar. Y vinieron también conmigo estos seis Hermanos (él ahora deduce cuántos fueron con él), y entramos en casa de un varón (la casa de Cornelio):
13 El cual nos contó cómo había visto un Ángel en su casa, que se paró, y le dijo, Envía a Jope, y haz venir a un Simón que tiene por sobrenombre Pedro (todo esto revela que Dios obra por medio de los hombres);
14 El cual te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa (expresa inequívocamente que ellos no fueron salvos antes de que Pedro viniera y predicara el Evangelio, aunque Cornelio había realizado muchas buenas obras).
15 Y apenas comencé a hablar (había avanzado un poco con el Mensaje), cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio (habla de Cornelio y su casa de que fueron Bautizados con el Espíritu, exactamente como los Apóstoles y los otros durante el Día de Pentecostés).
16 Entonces me acordé de la Palabra del Señor, como dijo (pertenece a algo que Pedro no había mencionado en el acontecimiento actual), Juan ciertamente bautizó en agua; mas vosotros seréis Bautizados con el Espíritu Santo (Hch. 1:5; Mat. 3:11).
17 Así que, si Dios les dio (a los Gentiles) el mismo Don (la Salvación y el Bautismo del Espíritu Santo) también como a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo (el requisito); ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? (No ir sería desobedecer a Dios.)
18 Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios (no sólo reprimieron sus propios pensamientos de oposición, sino que también glorificaron a Dios por lo que había obrado), diciendo, De manera que también a los Gentiles ha dado Dios Arrepentimiento para Vida (expone claramente que les dieron esa "Vida" estrictamente por la Fe, la cual no se incluyó nada de los rituales y Ceremonias del Judaísmo).
ANTIOQUÍA
19 Y los que habían sido esparcidos por causa de la tribulación que sobrevino en tiempo de Esteban (tiene que ver con lo que pasó en Hechos, cap. 8, hace unos seis o siete años antes), anduvieron hasta Fenicia (el Líbano), y Cipro, y Antioquía (una ciudad en Siria), no hablando a nadie la Palabra, sino sólo a los Judíos (pertenecía básicamente a la proclamación de Jesús como el Mesías de Israel y el Salvador del mundo, y de que Él había resucitado de entre los muertos).
20 Y de ellos había unos varones Ciprios y Cirenences (insinúa que eran los que habían llegado tarde a Antioquía), los cuales cuando entraron en Antioquía, hablaron a los Griegos (corresponde a los Gentiles, no a los Judíos que hablaban el Griego como algunos afirman), anunciando el Evangelio del Señor Jesús (indica que los Judíos que les predicaron no exigían que ellos también guardasen la Ley de Moisés).
21 Y la Mano del Señor era con ellos (significa que Dios se complació de que se predicaba el Evangelio a estos Gentiles): y creyendo, gran número se convirtió al Señor (entregaron sus corazones y vidas al Señor Jesucristo).
22 Y llegó la fama de estas cosas a oídos de la Iglesia que estaba en Jerusalén (que era entonces la Sede de la Iglesia; estas "noticias" eran las buenas nuevas): y enviaron a Bernabé que fuese hasta Antioquía (¡Bernabé era un hombre recto!; por lo tanto, fueron guiados por el Espíritu para enviarlo allí).
23 El cual, cuando llegó, y vio la gracia de Dios (se refiere a que Bernabé vio las vidas cambiadas de estos Gentiles), se regocijó; y exhortó a todos a que permaneciesen en su firme propósito de corazón, fieles al Señor (sea guiado por el Espíritu Santo).
24 Porque era varón bueno (esto es lo que dijo el Espíritu Santo), y lleno del Espíritu Santo y de Fe (describe a Bernabé de la misma manera que a Esteban [Hch. 6:5]): y muchas personas fueron agregadas al Señor (muchos Judíos y los Gentiles venían a Cristo).
25 Después partió Bernabé a Tarso a buscar a Saulo (es uno de los Versículos más importantes en la totalidad de la Palabra de Dios; el Espíritu Santo lo guió a hacer esto; también, el Texto implica que él tuvo un poco de dificultad en la búsqueda por Pablo; fue cerca del año 43 d.C., unos diez años después de la Crucifixión):
26 Y hallado, le trajo a Antioquía. Y reuniéndose todo un año allí con la Iglesia, y enseñaron a mucha gente (podría bien señalar el comienzo de la enseñanza del Nuevo Convenio como Cristo se la dio a Pablo). Y los Discípulos fueron llamados Cristianos primeramente en Antioquía (del mundo exterior, recibieron el nombre de "Cristianos," como seguidores de Cristo, y lo aceptaron [Hch. 26:28; I Ped. 4:16]).
27 Y en aquellos días descendieron de Jerusalén Profetas a Antioquía (es probable que se refiera al final del año que pasó Pablo y Bernabé en Antioquía).
28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo (se refiere a Agabo que da una Declaración Profética, como también lo hizo en Hch. 21:10), daba a entender por el Espíritu, que había de haber una gran hambre en toda la Tierra habitada (el mundo conocido de aquel día): la cual hubo en tiempo de Claudio (el Espíritu Santo los informó de esto por algun motivo, como lo veremos).
29 Entonces los Discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar una colaboración de socorro a los hermanos que habitaban en Judea (había ya gran privación en Jerusalén debido a millares de Creyentes excomulgados de la Sinagoga, y ahora esta sequía añadía más tensión, como era obvio):
30 Lo cual asimismo hicieron, enviándolo a los Ancianos por mano de Bernabé y de Saulo (llevaron la ofrenda a Jerusalén).



1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.



Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.



Romanos 8
:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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