15 February 2015

El 15 de febrero Lectura Bíblica Diaria






El 15 de febrero Lectura Bíblica Diaria:
Jeremías 6 a 8:

Huid, hijos de Benjamín, de en medio de Jerusalén, y tocad bocina en Tecoa, y alzad por señal humo sobre Bet-haquerem; porque del norte se ha visto mal, y quebrantamiento grande. Destruiré a la bella y delicada hija de Sion. Contra ella vendrán pastores y sus rebaños; junto a ella plantarán sus tiendas alrededor; cada uno apacentará en su lugar. Anunciad guerra contra ella; levantaos y asaltémosla a mediodía. ¡Ay de nosotros! que va cayendo ya el día, que las sombras de la tarde se han extendido. Levantaos y asaltemos de noche, y destruyamos sus palacios. Porque así dijo Jehová de los ejércitos: Cortad árboles, y levantad vallado contra Jerusalén; esta es la ciudad que ha de ser castigada; toda ella está llena de violencia. Como la fuente nunca cesa de manar sus aguas, así ella nunca cesa de manar su maldad; injusticia y robo se oyen en ella; continuamente en mi presencia, enfermedad y herida. Corrígete, Jerusalén, para que no se aparte mi alma de ti, para que no te convierta en desierto, en tierra inhabitada. Así dijo Jehová de los ejércitos: Del todo rebuscarán como a vid el resto de Israel; vuelve tu mano como vendimiador entre los sarmientos. ¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa vergonzosa, no la aman. Por tanto, estoy lleno de la ira de Jehová, estoy cansado de contenerme; la derramaré sobre los niños en la calle, y sobre la reunión de los jóvenes igualmente; porque será preso tanto el marido como la mujer, tanto el viejo como el muy anciano. Y sus casas serán traspasadas a otros, sus heredades y también sus mujeres; porque extenderé mi mano sobre los moradores de la tierra, dice Jehová. Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores. Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. ¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová. Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos. Puse también sobre vosotros atalayas, que dijesen: Escuchad al sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos. Por tanto, oíd, naciones, y entended, oh congregación, lo que sucederá. Oye, tierra: He aquí yo traigo mal sobre este pueblo, el fruto de sus pensamientos; porque no escucharon mis palabras, y aborrecieron mi ley. ¿Para qué a mí este incienso de Sabá, y la buena caña olorosa de tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, ni vuestros sacrificios me agradan. Por tanto, Jehová dice esto: He aquí yo pongo a este pueblo tropiezos, y caerán en ellos los padres y los hijos juntamente; el vecino y su compañero perecerán. Así ha dicho Jehová: He aquí que viene pueblo de la tierra del norte, y una nación grande se levantará de los confines de la tierra. Arco y jabalina empuñarán; crueles son, y no tendrán misericordia; su estruendo brama como el mar, y montarán a caballo como hombres dispuestos para la guerra, contra ti, oh hija de Sion. Su fama oímos, y nuestras manos se descoyuntaron; se apoderó de nosotros angustia, dolor como de mujer que está de parto. No salgas al campo, ni andes por el camino; porque espada de enemigo y temor hay por todas partes. Hija de mi pueblo, cíñete de cilicio, y revuélcate en ceniza; ponte luto como por hijo único, llanto de amarguras; porque pronto vendrá sobre nosotros el destruidor. Por fortaleza te he puesto en mi pueblo, por torre; conocerás, pues, y examinarás el camino de ellos. Todos ellos son rebeldes, porfiados, andan chismeando; son bronce y hierro; todos ellos son corruptores. Se quemó el fuelle, por el fuego se ha consumido el plomo; en vano fundió el fundidor, pues la escoria no se ha arrancado. Plata desechada los llamarán, porque Jehová los desechó. Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Ponte a la puerta de la casa de Jehová, y proclama allí esta palabra, y di: Oíd palabra de Jehová, todo Judá, los que entráis por estas puertas para adorar a Jehová. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este. Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo, y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro, os haré morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre. He aquí, vosotros confiáis en palabras de mentira, que no aprovechan. Hurtando, matando, adulterando, jurando en falso, e incensando a Baal, y andando tras dioses extraños que no conocisteis, ¿vendréis y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis: Librados somos; para seguir haciendo todas estas abominaciones? ¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová. Andad ahora a mi lugar en Silo, donde hice morar mi nombre al principio, y ved lo que le hice por la maldad de mi pueblo Israel. Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho todas estas obras, dice Jehová, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y os llamé, y no respondisteis; haré también a esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, en la que vosotros confiáis, y a este lugar que di a vosotros y a vuestros padres, como hice a Silo. Os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación de Efraín. Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. ¿No ves lo que éstos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira. ¿Me provocarán ellos a ira? dice Jehová. ¿No obran más bien ellos mismos su propia confusión? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; se encenderán, y no se apagarán. Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos sobre vuestros sacrificios, y comed la carne. Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien. Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante, desde el día que vuestros padres salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Y os envié todos los profetas mis siervos, enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e hicieron peor que sus padres. Tú, pues, les dirás todas estas palabras, pero no te oirán; los llamarás, y no te responderán. Les dirás, por tanto: Esta es la nación que no escuchó la voz de Jehová su Dios, ni admitió corrección; pereció la verdad, y de la boca de ellos fue cortada. Corta tu cabello, y arrójalo, y levanta llanto sobre las alturas; porque Jehová ha aborrecido y dejado la generación objeto de su ira. Porque los hijos de Judá han hecho lo malo ante mis ojos, dice Jehová; pusieron sus abominaciones en la casa sobre la cual fue invocado mi nombre, amancillándola. Y han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para quemar al fuego a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les mandé, ni subió en mi corazón. Por tanto, he aquí vendrán días, ha dicho Jehová, en que no se diga más, Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza; y serán enterrados en Tofet, por no haber lugar. Y serán los cuerpos muertos de este pueblo para comida de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y no habrá quien las espante. Y haré cesar de las ciudades de Judá, y de las calles de Jerusalén, la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa; porque la tierra será desolada. En aquel tiempo, dice Jehová, sacarán los huesos de los reyes de Judá, y los huesos de sus príncipes, y los huesos de los sacerdotes, y los huesos de los profetas, y los huesos de los moradores de Jerusalén, fuera de sus sepulcros; y los esparcirán al sol y a la luna y a todo el ejército del cielo, a quienes amaron y a quienes sirvieron, en pos de quienes anduvieron, a quienes preguntaron, y ante quienes se postraron. No serán recogidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra. Y escogerá la muerte antes que la vida todo el resto que quede de esta mala generación, en todos los lugares adonde arroje yo a los que queden, dice Jehová de los ejércitos. Les dirás asimismo: Así ha dicho Jehová: El que cae, ¿no se levanta? El que se desvía, ¿no vuelve al camino? ¿Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua? Abrazaron el engaño, y no han querido volverse. Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla. Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová. ¿Cómo decís: Nosotros somos sabios, y la ley de Jehová está con nosotros? Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los escribas. Los sabios se avergonzaron, se espantaron y fueron consternados; he aquí que aborrecieron la palabra de Jehová; ¿y qué sabiduría tienen? Por tanto, daré a otros sus mujeres, y sus campos a quienes los conquisten; porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. Y curaron la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz. ¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado en lo más mínimo, ni supieron avergonzarse; caerán, por tanto, entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová. Los cortaré del todo, dice Jehová. No quedarán uvas en la vid, ni higos en la higuera, y se caerá la hoja; y lo que les he dado pasará de ellos. ¿Por qué nos estamos sentados? Reuníos, y entremos en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí; porque Jehová nuestro Dios nos ha destinado a perecer, y nos ha dado a beber aguas de hiel, porque pecamos contra Jehová. Esperamos paz, y no hubo bien; día de curación, y he aquí turbación. Desde Dan se oyó el bufido de sus caballos; al sonido de los relinchos de sus corceles tembló toda la tierra; y vinieron y devoraron la tierra y su abundancia, a la ciudad y a los moradores de ella. Porque he aquí que yo envío sobre vosotros serpientes, áspides contra los cuales no hay encantamiento, y os morderán, dice Jehová. A causa de mi fuerte dolor, mi corazón desfallece en mí. He aquí voz del clamor de la hija de mi pueblo, que viene de la tierra lejana: ¿No está Jehová en Sion? ¿No está en ella su Rey? ¿Por qué me hicieron airar con sus imágenes de talla, con vanidades ajenas? Pasó la siega, terminó el verano, y nosotros no hemos sido salvos. Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo; entenebrecido estoy, espanto me ha arrebatado. ¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?

Salmos 64:
Escucha, oh Dios, la voz de mi queja; protégeme del temor al enemigo.
Escóndeme de esa pandilla de impíos, de esa caterva de malhechores.
Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras
ponzoñosas. Emboscados, disparan contra el inocente; le tiran sin
temor y sin aviso. Unos a otros se animan en sus planes impíos,
calculan cómo tender sus trampas; y hasta dicen: "¿Quién las verá?"
Maquinan injusticias, y dicen: "¡Hemos tramado un plan perfecto!"
¡Cuán incomprensibles son la mente y los pensamientos humanos! Pero
Dios les disparará sus flechas, y sin aviso caerán heridos. Su propia
lengua será su ruina, y quien los vea se burlará de ellos. La
humanidad entera sentirá temor: proclamará las proezas de Dios y
meditará en sus obras. Que se regocijen en el Señor los justos; que
busquen refugio en él; ¡que lo alaben todos los de recto corazón!

Proverbios 29:
El que es reacio a las reprensiones será destruido de repente y sin
remedio. Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los
impíos gobiernan, el pueblo gime. El que ama la sabiduría alegra a su
padre; el que frecuenta rameras derrocha su fortuna. Con justicia el
rey da estabilidad al país; cuando lo abruma con tributos, lo
destruye. El que adula a su prójimo le tiende una trampa. Al malvado
lo atrapa su propia maldad, pero el justo puede cantar de alegría. El
justo se ocupa de la causa del desvalido; el malvado ni sabe de qué se
trata. Los insolentes conmocionan a la ciudad, pero los sabios
apaciguan los ánimos. Cuando el sabio entabla pleito contra un necio,
aunque se enoje o se ría, nada arreglará. Los asesinos aborrecen a los
íntegros, y tratan de matar a los justos. El necio da rienda suelta a
su ira, pero el sabio sabe dominarla. Cuando un gobernante se deja
llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen. Algo en común
tienen el pobre y el opresor: a los dos el Señor les ha dado la vista.
El rey que juzga al pobre según la verdad afirma su trono para
siempre. La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo
malcriado avergüenza a su madre. Cuando prospera el impío, prospera el
pecado, pero los justos presenciarán su caída. Disciplina a tu hijo, y
te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones. Donde no hay
visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los que son obedientes a la
ley! No sólo con palabras se corrige al siervo; aunque entienda, no
obedecerá. ¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede
esperar de un necio que de gente así! Quien consiente a su criado
cuando éste es niño, al final habrá de lamentarlo. El hombre iracundo
provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes. El altivo
será humillado, pero el humilde será enaltecido. El cómplice del
ladrón atenta contra sí mismo; aunque esté bajo juramento, no
testificará. Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que
confía en el Señor sale bien librado. Muchos buscan el favor del
gobernante, pero la sentencia del hombre la dicta el Señor. Los justos
aborrecen a los malvados, y los malvados aborrecen a los justos.

Juan 17:

CAPÍTULO 17
(33 d.C.)
LA INTERCESIÓN
ESTAS cosas habló Jesús, y levantados los Ojos al Cielo, dijo
(describe en lo siguiente la más larga de las Oraciones del Señor en
los cuatro Evangelios; también, ésta es la única oración que indica
que Él oraba con los Discípulos), Padre, la hora ha llegado (el
momento de la Redención del hombre, que se llevaría a cabo en la Cruz,
y que se había planeado desde la eternidad anterior [I Ped. 1:18-20]);
Glorifica a Tu Hijo (la Cruz, cuán horrible como era,Gglorificaría a
Cristo porque efectuaría la Redención de millones de personas), para
que también Tu Hijo Te glorifique a Ti (Él asume toda la carga de la
pena humana y, también, quita el veneno del aguijón de la muerte, lo
que Él haría en la Cruz y Glorificaría a Dios):
2 Como Le has dado la Potestad sobre toda carne (presenta a Cristo
como el Canal por el cual se otorga la Vida Eterna), para que dé Vida
Eterna a todos los que Le diste (se refiere a aquéllos que reúnen las
condiciones fijadas en Las Escrituras acerca de la Fe [Jn. 3:16; I
Tim. 2:4; II Ped. 3:9; Apoc. 22:17]).
3 Esta empero es la Vida Eterna (el verdadero grano de lo que
realmente es la Vida Eterna), que te conozcan el Sólo Dios Verdadero,
y a Jesucristo, Al Cual has enviado (¡la Cruz haría todo esto
posible!).
4 Yo Te he Glorificado en la Tierra (Cristo realiza la Voluntad de
Dios en todas las cosas): he acabado la Obra que Me diste que hiciese
(aquella Obra era la Cruz del Calvario; Él estaba tan comprometido a
aquella Obra que se podía declarar que ya estaba cumplida, aunque su
conclusión iba a llevarse a cabo en unas cuantas horas).
5 Ahora pues, Padre, Glorifícame Tú cerca de Ti Mismo (la Verdadera
Gloria existe sólo en Dios; cuando Cristo como Dios se hizo Hombre, Él
se despojó de aquella Gloria) con aquella Gloria que tuve cerca de Ti
antes que el mundo fuese (una petición que Él sería glorificado como
Hombre con la Gloria que es Eternamente Suya como Dios; se contestó
esta oración en la Resurrección, cuando Él resucitó con un Cuerpo
Glorificado).
SUS DISCÍPULOS
6 He manifestado Tu Nombre a los hombres que del mundo Me diste
(expresa que el Nombre de Dios antes se entendía en parte y no del
todo): Tuyos eran, y Me los diste (una condición previa; significa
que Dios los había ordenado para esta tarea mucho antes que ellos
oyeran a Jesús decir, "síguenme," y, sin duda, aún mucho antes que
nacieran; la Omnisciencia de Dios puede hacer esto, sin afectar el
libre albedrío del hombre); y guardaron Tu Palabra (no significa que
ellos fueron perfectos, sino que fueron auténticos a la Luz).
7 Ahora han conocido que todas las cosas que Me diste, son de Ti (en
realidad los Discípulos, insensibles y llenos de faltas, aún así la
Gracia que los amó se refería a ellos con palabras de admiración en
los Versículos 6 a 8).
8 Porque las Palabras que Me diste, les he dado (una y otra vez,
Jesús declaró que Él fue guiado por el Padre en todo lo que hizo,
incluso las mismas Palabras que Él habló); y ellos las recibieron (no
significa necesariamente que ellos las entendieron, por lo menos en
ese momento, pero las creyeron, y más tarde pudieron entenderlas), y
han conocido verdaderamente que salí de Ti (describe la base de su
Fe), y han creído que Tú Me enviaste (una creencia principal no sólo
en Su Persona, sino, también, en cuanto a Su Misión, aunque imperfecto
era el conocimiento de los Discípulos en ese momento).
LA UNIDAD
9 Yo ruego por ellos (Su Intercesión a favor de ellos, y tienen
asegurada la contestación): no ruego por el mundo (se refiere sólo a
ese momento, como Él, sin duda, oró mucho por el mundo en los días
pasados; en realidad, Su Ministerio era la expresión de Amor del Padre
al mundo entero [Jn. 3:16]), sino por los que Me diste (la Gracia que
revela estos deseos maravillosos, y los privilegios que fluyen de Su
Cuidado por los Suyos); porque Tuyos son (todo lo que Jesús tuvo lo
hizo como que le pertenecía Primero al Padre).
10 Y todo lo Mío es Tuyo (la consagración total en la cual ellos eran
del Padre antes de que fueran Suyos), y lo Tuyo es Mío (el hombre
puede decir, "todo lo Mío es Tuyo," pero sólo Jesús podía decir, "todo
lo Tuyo es Mío"; este es un derecho de la igualdad perfecta con el
Padre); y he sido Glorificado en ellos (el Señor es Glorificado en las
Almas Eternas, y no en cosas materiales).
11 Y ya no estoy en el mundo (Su Misión está terminada y regresa al
Padre en poco tiempo), mas éstos están en el mundo (describe un
ambiente hostil, Sólo Dios es capaz de cuidarlos), y Yo a Ti vengo (la
Ascensión). Padre Santo, a los que Me has dado, guárdalos por Tu
Nombre (se cumplirá por medio de la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra
Terminada), para que sean Uno como también Nosotros (uno en amor y
unidad).
12 Cuando estaba con ellos en el mundo, Yo los guardaba en Tu Nombre
(todos quienes fielmente siguen, se refiere a la Fe anclada a la Cruz,
serán guardados): a los que Me diste, Yo los guardé, y ninguno de
ellos se perdió, sino el hijo de perdición (Satanás intentaba destruir
a todos los Discípulos, como sería obvio); para que La Escritura se
cumpliese (Judas no tuvo que perderse para que la Profecía pudiera
cumplirse, pero la Profecía predijo el hecho de su pecado voluntarioso
y estado de perdición [Sal. 41:9; 69:25-29; 109:8; Hch. 1:20-25]).
13 Más ahora vengo a Ti (Él puso de ejemplo la oración; con la
intención de que nosotros siguiéramos su ejemplo); y hablo esto en el
mundo (Él hace esta oración en un ambiente hostil, y cree que el
Cuidado del Padre los protegerá en este ambiente hostil), para que
tengan Mi Gozo cumplido en sí mismos (se contestará en el Día de
Pentecostés).
14 Yo les he dado Tu Palabra (una dotación permanente; tenemos que
vivir por la Palabra); y el mundo los aborreció, porque no son del
mundo, como tampoco Yo soy del mundo (Satanás, el Príncipe de las
Tinieblas, domina el espíritu del mundo, por eso tiene tanta
animosidad contra el Señor).
GUARDADO DEL MAL
15 No ruego que los quites del mundo (debemos de ser Luz a las
tinieblas de este mundo), sino que los guardes del mal (se cumplió
mediante la Cruz, y nuestra Fe en aquella Obra Terminada).
16 No son del mundo (el llamado y la elección de todos los Santos no
tienen nada que ver con el mundo ni sus sistemas), como tampoco Yo soy
del mundo (refleja que los siervos han de parecerse a su Señor).
17 Santifícalos en Tu Verdad (la Palabra de Dios; por sí sola ha de
ser siempre el criterio para todas las cosas): Tu Palabra es Verdad
(la Biblia no contiene solamente la Verdad, sino que "es la Verdad").
18 Como Tú Me enviaste al mundo (una Comisión que Él cumplió en la
Cruz), también los he enviado al mundo (para predicar y permanecer en
la Cruz [I Cor. 1:18, 23; 2:2]).
19 Y por ellos Yo me Santifico a Mí Mismo (Me separo para Dios a fin
de hacer Su Voluntad), para que también ellos sean Santificados en
Verdad (nadie puede Santificarse; es una Obra del Espíritu Santo, que
se realiza cuando el Creyente mantiene su Fe en la Cruz de Cristo
[Rom. 8:1-2, 11]).
LOS CREYENTES
20 Mas no ruego solamente por éstos (Jesús no se refiere sólo a Sus
Discípulos presentes, sino a las multitudes en todas las Edades que
creen en su Testimonio), sino también por los que han de creer en Mí
por la Palabra de ellos (todos deben llevar la Palabra a otros).
21 Para que todos sean Uno (de nuevo, Él ora por la unidad entre los
Creyentes, que sólo el Amor puede llevarla a cabo); como Tú, O Padre,
en Mí (unidad y "Comunión"), y Yo en Ti (unidad y "Propósito"), que
también ellos sean en Nosotros Uno (el pronombre "Nosotros" declara la
Trinidad): para que el mundo crea que Tú Me enviaste (el Padre envía
al Hijo al mundo para salvar al mundo, y el Hijo envía a Sus
Discípulos al mundo con el mismo motivo).
22 Y Yo, la Gloria que Me diste les he dado (unidad y "Gloria"); para
que sean Uno, como también Nosotros somos Uno (uno en "Comunión,"
"Propósito" y "Gloria").
23 Yo en ellos, y Tú en Mí (Cristo lo dice claramente; Jesús es el
eslabón mediador de la relación entre el Padre y los Creyentes), para
que sean perfectamente uno (todo esto se puede realizar sólo por medio
de la Cruz); que el mundo conozca que Tú Me enviaste (declara lo que
causa esta unidad), y que los has amado, como también a Mí Me has
amado (el hecho de que Dios ama a Su Pueblo atraerá a más personas a
Cristo que cualquier otra cosa).
24 Padre, aquellos que Me has dado, quiero que donde Yo estoy, ellos
estén también Conmigo (uno con el Padre); para que vean Mi Gloria que
Me has dado (pertenece a la Exaltación que Él recibirá en Su
Resurrección, que estaba por acontecer en sólo unas cuantas horas):
por cuanto Me has Amado desde antes de la fundación del mundo (Jesús
declara Su preexistencia con el Padre y, por lo tanto, Su Deidad).
25 Padre Justo, el mundo no Te ha conocido (la razón: resultado de
la Caída, está espiritualmente muerto): mas Yo Te he conocido (es más
que un conocido; se refiere a la relación más allá de la esfera de la
comprensión humana), y éstos han conocido que Tú Me enviaste (se
refiere a Su Misión de la Redención del mundo).
26 Y Yo les he manifestado Tu Nombre, y Lo manifestaré aun (ellos ya
saben pero tienen mucho más que aprender, lo cual el Espíritu les
enseñará): para que el Amor con que Me has Amado, esté en ellos, y Yo
en ellos ("El Amor" es el Fundamento de todo lo que Cristo dice).

1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy
más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el
don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo
conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me
falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que
poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no
tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El
amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con
rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El
amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El
amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de
lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque
conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo
perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como
niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser
adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta
y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora
conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy
conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la
esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.

Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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