21 January 2015

El 21 de Enero Lectura Bíblica Diaria


El 21 de Enero Lectura Bíblica Diaria:

Levítico 6 a 8:

El Señor le dijo a Moisés: "Si alguien comete una falta y peca contra el Señor al defraudar a su prójimo en algo que se dejó a su cuidado, o si roba u oprime a su prójimo despojándolo de lo que es suyo, o si encuentra algo que se perdió y niega tenerlo, o si comete perjurio en alguna de las cosas en que se acostumbra pecar, será culpable y deberá devolver lo que haya robado, o quitado, o lo que se le haya dado a guardar, o el objeto perdido que niega tener, o cualquier otra cosa por la que haya cometido perjurio. Así que deberá restituirlo íntegramente y añadir la quinta parte de su valor. Todo esto lo entregará a su dueño el día que presente su sacrificio por la culpa. Le llevará al Señor un carnero sin defecto, cuyo precio será fijado como sacrificio por la culpa. Lo presentará al sacerdote, quien hará expiación ante el Señor por esa persona, y cualquier cosa por la que se haya hecho culpable le será perdonada." El Señor le dijo a Moisés que les ordenara a Aarón y a sus hijos: "Ésta es la ley respecto al holocausto: El holocausto se dejará arder sobre el altar toda la noche hasta el amanecer, y el fuego del altar se mantendrá encendido. El sacerdote, vestido con su túnica de lino y su ropa interior de lino, removerá las cenizas del holocausto consumido por el fuego sobre el altar, y las echará a un lado del altar. Luego se cambiará de ropa y sacará del campamento las cenizas, llevándolas a un lugar ritualmente puro. Mientras tanto, el fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote pondrá más leña sobre el altar, y encima de éste colocará el holocausto para quemar en él la grasa del sacrificio de comunión. El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido. "Ésta es la ley respecto a la ofrenda de cereal: Los hijos de Aarón la presentarán ante el Señor, delante del altar. El sacerdote tomará de la ofrenda un puñado de flor de harina con aceite, así como todo el incienso que está sobre la ofrenda de cereal. Todo esto lo quemará en el altar, como ofrenda memorial de aroma grato al Señor. Aarón y sus hijos se comerán el resto de la ofrenda, pero sin levadura y en un lugar santo, que podrá ser el atrio de la Tienda de reunión. No se cocerá con levadura, porque esa es la porción que les doy de mis sacrificios presentados por fuego. Es una porción sumamente sagrada, como lo son el sacrificio expiatorio y el sacrificio por la culpa. Todos los hijos varones de Aarón podrán comer de ella. Es un estatuto perpetuo para los descendientes de ustedes, respecto a los sacrificios presentados por fuego al Señor. Cualquier cosa que toque los sacrificios quedará consagrada." El Señor le dijo a Moisés: "Ésta es la ofrenda que Aarón y sus hijos deben presentar al Señor el día en que sean ungidos: dos kilos de flor de harina, como ofrenda regular de cereal. Una mitad de la ofrenda se presentará por la mañana, y la otra mitad por la tarde. Se preparará con aceite en una sartén, y se llevará amasada y se presentará en porciones, como una ofrenda de cereal de aroma grato al Señor. La preparará el hijo de Aarón que lo suceda como sacerdote ungido. Éste es el estatuto perpetuo del Señor: La ofrenda se quemará completamente. No se comerá ninguna de las ofrendas que presenten los sacerdotes; todas deberán quemarse por completo." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a Aarón y a sus hijos: "Ésta es la ley respecto al sacrificio expiatorio: La víctima deberá ser degollada ante el Señor, en el mismo lugar donde se degüellan los animales para el holocausto. Es algo sumamente sagrado. El mismo sacerdote que ofrezca el sacrificio expiatorio deberá comérselo. Se lo comerá en un lugar santo, que podrá ser el atrio de la Tienda de reunión. Cualquier cosa que toque la carne del sacrificio quedará consagrada. Si su sangre llega a salpicar algún vestido, éste deberá lavarse en un lugar santo. Además, deberá romperse la vasija de barro en que se haya cocido el sacrificio; pero si se cuece en una vasija de bronce, ésta se restregará y se enjuagará con agua. Todo varón entre los sacerdotes podrá comer del sacrificio. Es algo sumamente sagrado. Pero no se comerá ningún sacrificio expiatorio cuya sangre haya sido llevada a la Tienda de reunión para hacer propiciación en el santuario; este sacrificio se consumirá en el fuego. "Ésta es la ley respecto al sacrificio por la culpa, el cual es sumamente sagrado: La víctima deberá ser degollada en el mismo lugar donde se degüellan los animales para el holocausto, y su sangre será derramada alrededor del altar. Luego se ofrecerá toda su grasa: la cola, la grasa que recubre los intestinos, los dos riñones y la grasa que los recubre, la grasa que recubre los lomos, y también el lóbulo del hígado, el cual se extraerá junto con los riñones. El sacerdote quemará todo esto en el altar como ofrenda presentada por fuego al Señor. Es un sacrificio por la culpa. Todo varón entre los sacerdotes podrá comer del sacrificio, pero deberá comerlo en un lugar santo. Es algo sumamente sagrado. "La misma ley se aplica tanto al sacrificio expiatorio como al sacrificio por la culpa: El animal pertenecerá al sacerdote que haga propiciación con él. La piel de la víctima del holocausto también será para el sacerdote que la ofrezca. Así mismo, toda ofrenda de cereal cocida al horno, a la olla o a la sartén, será del sacerdote que la ofrezca. Toda ofrenda de cereal, ya sea seca o amasada con aceite, pertenecerá a todos los hijos de Aarón, por partes iguales. "Ésta es la ley respecto al sacrificio de comunión que se ofrece al Señor: Si se ofrece en acción de gracias, entonces se ofrecerán también panes sin levadura amasados con aceite, obleas sin levadura untadas con aceite, o panes de flor de harina amasados con aceite. Junto con el sacrificio de comunión en acción de gracias, se deberá presentar una ofrenda de pan con levadura. De toda ofrenda deberá presentarse una parte como contribución al Señor, y se destinará al sacerdote a quien le corresponda derramar la sangre del sacrificio de comunión. La carne de este sacrificio deberá comerse el día en que se ofrezca, sin dejar nada para el día siguiente. "Si el sacrificio tiene que ver con un voto, o si se trata de una ofrenda voluntaria, no sólo se comerá en el día que se ofrezca el sacrificio, sino que podrá comerse el resto al día siguiente. Pero toda la carne que quede hasta el tercer día se quemará en el fuego. "Si alguna carne del sacrificio de comunión llega a comerse al tercer día, tal sacrificio no será válido ni se tomará en cuenta, porque la carne ya está descompuesta. El que la coma sufrirá las consecuencias de su pecado. "No deberá comerse la carne que haya tocado alguna cosa ritualmente impura, sino que se quemará en el fuego. En cuanto a otra carne, toda persona pura podrá comerla. "Si una persona impura come la carne ofrecida al Señor en el sacrificio de comunión, será eliminada de su pueblo. "Si alguien toca cualquier clase de impureza humana, o de animal o de algo detestable, y luego come la carne ofrecida al Señor en el sacrificio de comunión, será eliminado de su pueblo." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: Üstedes no comerán grasa de ganado vacuno, ovino o cabrío. La grasa de un animal muerto o destrozado podrá usarse con cualquier otro fin, menos para comerla. Todo el que coma grasa de animales presentados como ofrenda por fuego al Señor, será eliminado de su pueblo. Vivan donde vivan, ustedes no comerán grasa ni sangre alguna, sea de ave o de otro animal. Todo el que coma cualquier clase de sangre, será eliminado de su pueblo." El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: "El que ofrezca al Señor un sacrificio de comunión deberá presentar al Señor parte de ese sacrificio, y presentarle también una ofrenda por fuego. Llevará la grasa y el pecho, y mecerá ante el Señor el pecho de la víctima como ofrenda mecida. El sacerdote quemará la grasa en el altar, pero el pecho será para Aarón y sus hijos. Al sacerdote se le dará, como contribución, el muslo derecho del sacrificio de comunión. El muslo derecho será la porción del sacerdote a quien le toque ofrecer la sangre y la grasa del sacrificio. Porque de los sacrificios de comunión que ofrecen los israelitas, yo he tomado el pecho mecido y el muslo para dárselos, como contribución, al sacerdote Aarón y a sus hijos. Éste será un estatuto perpetuo entre los israelitas." De las ofrendas presentadas por fuego al Señor, ésa es la porción consagrada para Aarón y sus hijos desde el día en que Moisés se los presentó al Señor como sacerdotes. El día en que fueron ungidos, el Señor ordenó a los israelitas darles esa porción. Es un estatuto perpetuo para sus descendientes. Ésta es la ley respecto a los holocaustos, las ofrendas de cereales, los sacrificios expiatorios, los sacrificios por la culpa, los sacrificios de ordenación y los sacrificios de comunión. El Señor se la dio a Moisés en el monte Sinaí el día en que mandó a los israelitas presentarle ofrendas en el desierto de Sinaí. El Señor le dijo a Moisés: "Toma a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras, el aceite de la unción, el novillo para el sacrificio expiatorio, los dos carneros y el canastillo de los panes sin levadura, y congrega a toda la comunidad a la entrada de la Tienda de reunión." Moisés llevó a cabo la orden del Señor, y congregó a la comunidad a la entrada de la Tienda de reunión. Allí Moisés les dijo: "Esto es lo que el Señor nos ha ordenado hacer." Acto seguido, Moisés hizo que se acercaran Aarón y sus hijos, y los lavó con agua. A Aarón le puso la túnica y se la ciñó con la faja; luego lo cubrió con el manto, y encima le puso el efod, ciñéndoselo con la cinta del mismo. En seguida, le colocó el pectoral, y sobre éste puso el urim y el tumim. Por último, le colocó la tiara en la cabeza, y en la parte delantera puso la placa de oro, símbolo de su consagración, tal como el Señor se lo había mandado. Después Moisés tomó el aceite de la unción, y ungió el santuario y todo lo que había en él, para consagrarlos. Siete veces roció el aceite sobre el altar, para ungirlo y consagrarlo junto con el lavamanos y su base, y todos sus utensilios. Luego, para consagrar a Aarón, lo ungió derramando sobre su cabeza el aceite de la unción. Acto seguido, Moisés hizo que los hijos de Aarón se acercaran, y los vistió con las túnicas; se las ciñó con la faja, y les sujetó las mitras, tal como el Señor se lo había mandado. Luego hizo traer el novillo del sacrificio expiatorio, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del novillo. Después Moisés lo degolló, y tomando un poco de sangre con el dedo, la untó en los cuernos alrededor del altar para purificarlo. El resto de la sangre la derramó al pie del altar, y así lo consagró e hizo propiciación por él. Luego Moisés tomó toda la grasa que recubre los intestinos, el lóbulo del hígado, los dos riñones y su grasa, y los quemó en el altar. Pero el resto del novillo, es decir, la piel, la carne y el excremento, lo quemó en el fuego, fuera del campamento, tal como el Señor se lo había mandado. Moisés mandó traer el carnero del holocausto, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del carnero. Moisés lo degolló, y derramó la sangre alrededor del altar. Cortó luego el carnero en trozos, y quemó la cabeza, los trozos y el sebo. Lavó con agua los intestinos y las patas, y luego quemó todo el carnero en el altar como holocausto de aroma grato, como ofrenda presentada por fuego al Señor, tal como el Señor se lo había mandado. Después Moisés mandó traer el otro carnero, el del sacrificio de ordenación, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del carnero. Moisés lo degolló, y tomando un poco de la sangre, se la untó a Aarón en el lóbulo de la oreja derecha, en el pulgar de la mano derecha y en el dedo gordo del pie derecho. Además, hizo que los hijos de Aarón se acercaran, y les untó sangre en el lóbulo de la oreja derecha, en el pulgar de la mano derecha y en el dedo gordo del pie derecho. Luego derramó la sangre alrededor del altar. Tomó la grasa y la cola, y toda la grasa que recubre los intestinos, el lóbulo del hígado, los dos riñones y su grasa, y el muslo derecho, y tomando del canastillo que estaba colocado ante el Señor un pan sin levadura, una oblea y una torta de pan amasada con aceite, lo puso todo sobre la grasa y el muslo derecho. Todo esto lo puso sobre las manos de Aarón y de sus hijos, y Aarón lo ofreció ante el Señor como ofrenda mecida. Después se lo entregaron a Moisés, quien lo quemó en el altar, junto con el holocausto, como un sacrificio de ordenación de aroma grato, como una ofrenda presentada por fuego al Señor. Luego, de la parte de la ofrenda que le pertenecía, Moisés tomó el pecho de la víctima y se lo presentó al Señor como ofrenda mecida, tal como el Señor se lo había mandado. Moisés tomó un poco del aceite de la unción y de la sangre del altar, y roció a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras. Así consagró Moisés a Aarón y a sus hijos, junto con sus vestiduras. Luego les dijo Moisés a Aarón y a sus hijos: "Cuezan la carne a la entrada de la Tienda de reunión, y cómanla allí junto con el pan del sacrificio de ordenación, tal como lo ordené cuando dije: Aarón y sus hijos se lo comerán. Quemen después en el fuego el resto de la carne y del pan. Quédense siete días a la entrada de la Tienda de reunión, hasta que se complete el rito de su ordenación, que dura siete días. El Señor mandó que se hiciera propiciación por ustedes, tal como se ha hecho hoy. Así que siete días con sus noches se quedarán a la entrada de la Tienda de reunión, cumpliendo con lo que el Señor ha prescrito, para que no mueran. Así me lo ha mandado el Señor." Y Aarón y sus hijos hicieron todo lo que el Señor había mandado por medio de Moisés.
Salmo 103:
Alaba, alma mía, al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre. Alaba, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él perdona todos tus pecados y sana todas tus dolencias; él rescata tu vida del sepulcro y te cubre de amor y compasión; él colma de bienes tu vida y te rejuvenece como a las águilas. El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos. Dio a conocer sus caminos a Moisés; reveló sus obras al pueblo de Israel. El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente. No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra. Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente. Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro. El hombre es como la hierba, sus días florecen como la flor del campo: sacudida por el viento, desaparece sin dejar rastro alguno. Pero el amor del Señor es eterno y siempre está con los que le temen; su justicia está con los hijos de sus hijos, con los que cumplen su pacto y se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra. El Señor ha establecido su trono en el cielo; su reinado domina sobre todos. Alaben al Señor, ustedes sus ángeles, paladines que ejecutan su palabra y obedecen su mandato. Alaben al Señor, todos sus ejércitos, siervos suyos que cumplen su voluntad. Alaben al Señor, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. ¡Alaba, alma mía, al Señor!


Proverbios 29:
El que es reacio a las reprensiones será destruido de repente y sin remedio. Cuando los justos prosperan, el pueblo se alegra; cuando los impíos gobiernan, el pueblo gime. El que ama la sabiduría alegra a su padre; el que frecuenta rameras derrocha su fortuna. Con justicia el rey da estabilidad al país; cuando lo abruma con tributos, lo destruye. El que adula a su prójimo le tiende una trampa. Al malvado lo atrapa su propia maldad, pero el justo puede cantar de alegría. El justo se ocupa de la causa del desvalido; el malvado ni sabe de qué se trata. Los insolentes conmocionan a la ciudad, pero los sabios apaciguan los ánimos. Cuando el sabio entabla pleito contra un necio, aunque se enoje o se ría, nada arreglará. Los asesinos aborrecen a los íntegros, y tratan de matar a los justos. El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla. Cuando un gobernante se deja llevar por mentiras, todos sus oficiales se corrompen. Algo en común tienen el pobre y el opresor: a los dos el Señor les ha dado la vista. El rey que juzga al pobre según la verdad afirma su trono para siempre. La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre. Cuando prospera el impío, prospera el pecado, pero los justos presenciarán su caída. Disciplina a tu hijo, y te traerá tranquilidad; te dará muchas satisfacciones. Donde no hay visión, el pueblo se extravía; ¡dichosos los que son obedientes a la ley! No sólo con palabras se corrige al siervo; aunque entienda, no obedecerá. ¿Te has fijado en los que hablan sin pensar? ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así! Quien consiente a su criado cuando éste es niño, al final habrá de lamentarlo. El hombre iracundo provoca peleas; el hombre violento multiplica sus crímenes. El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido. El cómplice del ladrón atenta contra sí mismo; aunque esté bajo juramento, no testificará. Temer a los hombres resulta una trampa, pero el que confía en el Señor sale bien librado. Muchos buscan el favor del gobernante, pero la sentencia del hombre la dicta el Señor. Los justos aborrecen a los malvados, y los malvados aborrecen a los justos.


El Libro de Gálatas Capítulo 4 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS GÁLATAS
CAPÍTULO 4
(58 d.C.)
HEREDERO CON HERENCIA
ESPECÍFICA ILUSTRADA
TAMBIÉN digo, Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del siervo, aunque es señor de todo (Pablo continúa con el argumento acerca de la inferioridad de la condición bajo la Ley usando una ilustración de la vida contemporánea);
2 Mas está debajo de tutores y administradores hasta el tiempo señalado por el padre. (Se refiere al momento en que él llegara a ser mayor de edad, y, por lo tanto, listo para aceptar la herencia.)
3 Así también nosotros, cuando éramos niños, éramos siervos bajo los rudimentos del mundo (las pasiones y el orgullo que esclavizan a la humanidad):
4 Mas venido el cumplimiento del tiempo (lo que completó el tiempo designado por Dios que debiera transcurrir antes de que el Hijo de Dios viniera), Dios envió a Su Hijo (era Dios que actuó; la Ley requiría que el hombre actuara; esta exigencia demostraba la impotencia del hombre; el Hijo de Dios no requiere nada del hombre aparte de su confianza), hecho de mujer (se refiere a la Encarnación, Dios hecho hombre), hecho bajo la Ley (se refiere a la Ley Mosaica; Jesús estaba sujeto a la economía legal Judía, que Él tenía que ser, eso es si Él iba a redimir a la humanidad caída; en otras palabras, Él tuvo que guardar la Ley al pie de la letra, lo que ningún ser humano había hecho antes, pero Él así lo hizo perfectamente),
5 Para que redimiese a los que estaban bajo la Ley (en efecto, toda la humanidad está bajo la Ley de Dios, lo cual el hombre, debido a su condición caída, no podía guardar; pero Jesús vino y nos redimió al guardar la Ley perfectamente, y sobre todo cumpliendo el castigo en la Cruz, que fue la muerte), a fin de que recibiésemos la adopción de hijos (para que pudiéramos ser hijos de Dios por adopción, lo que se desempeñó por Fe en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz).
6 Y por cuanto sois hijos (ahora tenemos muchos privilegios), Dios envió el Espíritu de Su Hijo en vuestros corazones (porque somos hijos, el Espíritu Santo ha sido enviado para tomar residencia permanente en nuestros corazones), el cual clama, Abba, Padre. (Es el Espíritu Santo Quien clama al Padre a nuestro favor.)
7 Así que ya no eres más siervo, sino hijo (la posición en Cristo debido a la Fe en Cristo); y si hijo, también heredero de Dios por Cristo. (Todos los privilegios pertenecen a Cristo, ya nos pertenecen también.)
EL LEGALISMO
8 Antes, en otro tiempo, no conociendo a Dios (la condición anterior del que no está redimido), servíais a los que por naturaleza no son dioses. (Eran esclavos a la superstición pagana.)
9 Mas ahora, habiendo conocido a Dios (se refiere a la Gracia Salvadora, de Conocer a Dios por aceptar a Jesucristo, que es el único modo por el cual Él puede ser conocido), o más bien siendo conocidos de Dios (se refiere al Señor que nos conoce de un modo que salva), ¿cómo os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos (cuando se alcanza la esencia y el parentesco como hijo está establecido, volver a los rudimentos,” es decir, símbolos y sacramentos, no es progreso, sino ignorancia), en los cuales queréis volver a servir? (¡La esclavitud a la naturaleza pecaminosa! Se refiere a dejar la Cruz, y hacer de otras cosas el objeto de Fe.)
10 Guardáis los días, y los meses, y los tiempos, y los años. (Los Judaizantes intentaban que los Gálatas se dedicaran en Guardar la Ley además de Cristo, lo cual no funciona.)
11 Temo de vosotros (temor por su bienestar espiritual), que haya trabajado en vano en vosotros. (Si alguien deja la Fe en Cristo y la Cruz y adopta otras cosas, lo que significa que mira hacia otras cosas para obtener vida y victoria, por gusto el Espíritu Santo hubiera obrado en tal persona.)
12 Hermanos, os ruego, sed como yo (libre de toda la esclavitud de la Salvación por obras y sacramentos, que no es Salvación en absoluto); porque yo soy como vosotros (quiere decir que aunque él sea un Apóstol, él está sujeto a las mismas Doctrinas Bíblicas así como ellos lo están): ningún agravio me habéis hecho. (Mi propósito no es de una queja personal, sino debido al gran daño que les podía venir.)
13 Que vosotros sabéis que por debilidad (no dice qué es) de carne os Anuncié el Evangelio al principio (claramente, cuando estas Iglesias fueron fundadas al comienzo).
14 Y no desechasteis ni menospreciasteis mi tentación que estaba en mi carne (debiera traducirse, “mi prueba”; pero nuevamente, no sabemos cuál era, por eso la especulación es inútil); antes me recibisteis como a un Ángel de Dios, como a Cristo Jesús. (Le aceptaron y lo que él predicó.)
15 ¿Dónde está pues vuestra bienaventuranza? (Se refiere a la maravillosa prosperidad de la Salvación, que les había venido a consecuencia de Pablo que trajo el Evangelio a esta región.) porque yo os doy testimonio, que, si se pudiera hacer, os hubierais sacado vuestros ojos para dármelos. (No necesariamente significa que Pablo tenía una enfermedad de los ojos, como algunos afirman. Era un modismo usado a menudo para expresar la aflicción extrema.)
16 ¿Heme pues hecho vuestro enemigo, diciéndoos la verdad? (Un amigo verdadero es el que dirá a su amigo la verdad, aunque duela.)
17 Tienen celo de vosotros (los Judaizantes que intentaban subvertir a los Gálatas a fin de ganarlos para ellos), pero no para bien (no por su bien); antes, os quieren echar fuera (excluirían a los Gálatas de los beneficios del Evangelio de la Gracia), para que vosotros mostréis celo por ellos (quiere decir, ser atraídos a su lado).
18 Bueno es ser celoso en bien siempre (Pablo quiso que los Gálatas fueran tan entusiastas a la causa de Cristo y la Cruz como ellos eran hacia las falsas doctrinas), y no solamente cuando estoy presente con vosotros. (Su celo hacia lo correcto debiera estar presente en todo momento.)
19 Hijitos míos (muestra un lenguaje afectuoso y emoción), que vuelvo otra vez a estar de parto de vosotros (entregarles otra vez los rudimentos del gran Mensaje de Cristo y Él Crucificado, como si ustedes nunca antes lo hubieran oído) hasta que Cristo sea formado en vosotros (la obra que sólo el Espíritu Santo puede hacer, y hace exclusivamente dentro de los parámetros del Sacrificio de Cristo, que siempre debe ser el Objeto de nuestra Fe),
20 Querría cierto estar ahora con vosotros (como un padre cariñoso que quiere estar al lado de su niño enfermo), y mudar mi voz (se refiere al hecho de que su amor verdadero por ellos llegaría de una manera más ventajosa si sólo pudiera ponerse delante de ellos en persona); porque estoy perplejo en cuanto a vosotros. (El Apóstol estaba perplejo de cómo los Gálatas habían abandonado al Espíritu Santo, sustituyéndolo en Su Lugar la indiferencia de la Ley muerta. Cualquier Cristiano que actualmente tiene como su objeto de Fe cualquier otra cosa que no sea la Cruz sigue el mismo curso que los Gálatas de la antigüedad.)
AGAR Y SARA
21 Decidme, los que queréis estar bajo la Ley (la Ley de Moisés o cualquier tipo de Ley), ¿no habéis oído la Ley? (¿Saben en realidad lo que la Ley exige?)
22 Porque escrito está (Gén. 16:15; 21:2-3), Que Abraham tuvo dos hijos (Ismael e Isaac), uno de la esclava (Agar), el otro de la libre (Sara).
23 Mas el de la esclava nació según la carne (por la conspiración de Abraham y Sara); pero el de la libre nació por la Promesa (por una acción del Espíritu Santo).
24 Las cuales cosas son dichas por alegoría (una forma retórica en la cual los hechos espirituales son presentados en términos físicos): porque estas mujeres son los dos Pactos (representa la Ley [Agar] y la Gracia [Sara]); el uno ciertamente del Monte Sinaí, el cual engendró para servidumbre, que es Agar. (El Apóstol claramente dice que se refiere a Agar como un símbolo de la Ley de Moisés. Como es obvio, le fue dado en el Monte Sinaí.)
25 Porque Agar o Sinaí es un Monte de Arabia, el cual corresponde a la que ahora es Jerusalén (se refiere a aquella ciudad en la época de Pablo; fue sujeto a Leyes, ritos y costumbres, según la Ley de Moisés), la cual está en esclavitud con sus hijos. (Israel estaba en la esclavitud del pecado por haber rechazado a Cristo.)
26 Mas la Jerusalén de arriba es libre (indica el origen de la Salvación, que es el Cielo, y proclama sus resultados, que son la “libertad”), la cual es la madre de todos nosotros. (Se refiere a todos quienes son verdaderos Cristianos, Judíos o Gentiles.)
27 Porque está escrito (Isa. 2:2), Alégrate, estéril, que no pares; prorrumpe y clama, la que no estás de parto (se refiere a la Iglesia, injertada debido a la Gracia, en lugar de Israel, que exigía la Ley y que Dios no aceptaría): porque más son los hijos de la dejada que de la que tiene marido. (Corresponde a Sara que era estéril que, en un sentido de la palabra y la cultura de esa época, era lo mismo que no tener un marido, aunque ella estuviera casada con Abraham. También se refiere a la Iglesia, que, en efecto, no tenía ningún marido, como lo fue Israel, es decir, “Dios.” ¡La Iglesia tiene muchos hijos más de los que Israel nunca tuvo!)
28 Así que, Hermanos, nosotros (los Creyentes) como Isaac somos Hijos de la Promesa. (La Promesa es una representación del Mesías, Quien llegó a través del linaje de Isaac para conceder la liberación al pueblo encadenado por el pecado.)
29 Empero como entonces el que era engendrado según la carne (Ismael), perseguía al que había nacido según el Espíritu (Isaac), así también ahora. (Isaac e Ismael simbolizaban la nueva y la vieja naturaleza en el Creyente. Agar y Sara tipificaron los dos Convenios, el de las obras y el de la Gracia, de la esclavitud y la Libertad, tal como Pablo lo explica aquí.)
30 Mas ¿qué dice La Escritura? (Gén. 21:10.) Echa fuera a la esclava y a su hijo (el nacimiento de la nueva naturaleza exige la expulsión de la vieja; es imposible mejorar la vieja naturaleza; debe ser expulsada, es decir, “colocada en una posición inactiva”; sólo puede ser hecho por el Creyente que evidencia la Fe constante en la Cruz, que entonces da libertad de acción al Espíritu Santo para producir esta obra imprescindible): porque no será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre. (Pablo da una ilustración dramática del conflicto irreconciliable entre la Salvación por las obras y la Salvación por la Fe.)
31 De manera, Hermanos, que no somos hijos de la sierva (Agar, Ismael y la Ley), mas de la libre. (No somos hijos de la Ley, sino más bien hijos libres de la Fe.)

Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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