18 January 2015

El 18 de enero Lectura Bíblica Diaria






El 18 de enero Lectura Bíblica Diaria:

Éxodo 37 a 39:


Bezalel hizo el arca de madera de acacia, de un metro con diez centímetros de largo por setenta centímetros de ancho y setenta centímetros de alto. La recubrió de oro puro por dentro y por fuera, y puso en su derredor una moldura de oro. Fundió cuatro anillos de oro para el arca, y se los ajustó a sus cuatro patas, colocando dos anillos en un lado y dos en el otro. Hizo luego unas varas de madera de acacia, las recubrió de oro, y las pasó a través de los anillos en los costados del arca para poder transportarla. El propiciatorio lo hizo de oro puro, de un metro con diez centímetros de largo por setenta centímetros de ancho. Para los dos extremos del propiciatorio hizo dos querubines de oro trabajado a martillo. Uno de ellos iba en uno de los extremos, y el otro iba en el otro extremo; los hizo de modo que en ambos extremos los dos querubines formaran una sola pieza con el propiciatorio. Los querubines tenían las alas extendidas por encima del propiciatorio, y con ellas lo cubrían. Quedaban el uno frente al otro, mirando hacia el propiciatorio. Bezalel hizo la mesa de madera de acacia, de noventa centímetros de largo por cuarenta y cinco centímetros de ancho y setenta centímetros de alto. La recubrió de oro puro y le puso en derredor una moldura de oro. También le hizo un reborde de veinte centímetros de ancho, y alrededor del reborde le puso una moldura de oro. Fundió cuatro anillos de oro para la mesa y se los sujetó a las cuatro esquinas, donde iban las cuatro patas. Los anillos fueron colocados cerca del reborde para pasar por ellos las varas empleadas para transportar la mesa. Esas varas eran de madera de acacia y estaban recubiertas de oro. Los utensilios para la mesa, y sus platos, bandejas, tazones, y jarras para derramar las ofrendas de libación, los hizo de oro puro. Bezalel hizo el candelabro de oro puro labrado a martillo. Su base y su tallo, y sus copas, cálices y flores formaban una sola pieza con él. De los costados del candelabro salían seis brazos, tres de un lado y tres del otro. En cada uno de los seis brazos del candelabro había tres copas en forma de flores de almendro, con cálices y pétalos. El candelabro mismo tenía cuatro copas en forma de flor de almendro, con cálices y pétalos. Debajo del primer par de brazos que salía del candelabro había un cáliz; debajo del segundo par de brazos había un segundo cáliz, y debajo del tercer par de brazos había un tercer cáliz. Los cálices y los brazos formaban una sola pieza con el candelabro, el cual era de oro puro labrado a martillo. Hizo también de oro puro sus siete lámparas, lo mismo que sus cortapabilos y braseros. Para hacer el candelabro y todos sus accesorios, usó treinta y tres kilos de oro puro. Bezalel hizo de madera de acacia el altar del incienso. Era cuadrado, de cuarenta y cinco centímetros de largo por cuarenta y cinco centímetros de ancho y noventa centímetros de alto. Sus cuernos formaban una sola pieza con el altar. Recubrió de oro puro su parte superior, sus cuatro costados y sus cuernos, y en su derredor le puso una moldura de oro. Debajo de la moldura le puso dos anillos de oro, es decir, dos en cada uno de sus costados, para pasar por ellos las varas empleadas para transportarlo. Las varas eran de madera de acacia, y las recubrió de oro. Bezalel hizo también el aceite de la unción sagrada y el incienso puro y aromático, como lo hacen los fabricantes de perfumes. Bezalel hizo de madera de acacia el altar de los holocaustos. Era cuadrado, de dos metros con treinta centímetros por lado, y de un metro con treinta centímetros de alto. Puso un cuerno en cada una de sus cuatro esquinas, los cuales formaban una sola pieza con el altar, y el altar lo recubrió de bronce. Hizo de bronce todos sus utensilios: sus portacenizas, sus tenazas, sus aspersorios, sus tridentes y sus braseros. Hizo también un enrejado para el altar una rejilla de bronce, y la puso bajo el reborde inferior del altar, a media altura del mismo. Fundió cuatro anillos de bronce para las cuatro esquinas del enrejado de bronce, para pasar por ellos las varas; hizo las varas de madera de acacia, las recubrió de bronce y las introdujo en los anillos, de modo que quedaron a los dos costados del altar para poder transportarlo. El altar lo hizo hueco y de tablas. Además, con el bronce de los espejos de las mujeres que servían a la entrada de la Tienda de reunión, hizo el lavamanos y su pedestal. Después hicieron el atrio. El lado sur medía cuarenta y cinco metros de largo, y tenía cortinas de lino fino, veinte postes y veinte bases de bronce, con ganchos y empalmes de plata en los postes. El lado norte medía también cuarenta y cinco metros de largo, y tenía veinte postes y veinte bases de bronce, con ganchos y empalmes de plata en los postes. El lado occidental medía veintidós metros y medio de ancho, y tenía cortinas y diez postes y diez bases, con ganchos y empalmes de plata en los postes. Por el lado oriental, hacia la salida del sol, medía también veintidós metros y medio de ancho. A un lado de la entrada había cortinas de siete metros de largo, tres postes y tres bases, y al otro lado de la entrada había también cortinas de siete metros de largo, tres postes y tres bases. Todas las cortinas que rodeaban el atrio eran de lino fino. Las bases para los postes eran de bronce, los ganchos y los empalmes en los postes eran de plata, y sus capiteles estaban recubiertos de plata. Todos los postes del atrio tenían empalmes de plata. La cortina a la entrada del atrio era de lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y de lino fino, recamada artísticamente. Medía nueve metros de largo por dos metros con treinta centímetros de alto, como las cortinas del atrio, y tenía cuatro postes y cuatro bases de bronce. Sus ganchos y sus empalmes eran de plata, y sus capiteles estaban recubiertos de plata. Todas las estacas del toldo para el santuario y del atrio que lo rodeaba eran de bronce. Éstas son las cantidades de los materiales usados para el santuario del *pacto. Los levitas hicieron este registro por orden de Moisés y bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón. Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, de la tribu de Judá, hizo todo lo que el Señor le ordenó a Moisés. Con él estaba Aholiab hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, que era artesano, diseñador y recamador en lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y en lino. El total del oro dado como ofrenda y empleado en toda la obra del santuario era de una tonelada, según la tasación oficial del santuario. La plata entregada por los miembros de la comunidad contados en el censo llegó a tres toneladas y media, según la tasación oficial del santuario. Todos los mayores de veinte años de edad que fueron censados llegaron a un total de seiscientos tres mil quinientos cincuenta, y cada uno de ellos dio seis gramos de plata, según la tasación oficial del santuario. Tres mil trescientos kilos de plata se emplearon en las cien bases fundidas para el santuario y para la cortina, de modo que cada base pesaba treinta y tres kilos. La plata restante se empleó en hacer los ganchos para los postes y recubrir los capiteles de los postes, y para hacer sus empalmes. El total del bronce dado como ofrenda fue de dos mil trescientos cuarenta kilos, y se empleó en las bases para la entrada de la Tienda de reunión, en el altar de bronce con su enrejado de bronce y todos sus utensilios, en las bases para el atrio y la entrada al atrio, y en todas las estacas del toldo para el santuario y para el atrio que lo rodeaba. Las vestiduras tejidas para ministrar en el santuario se hicieron de lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata. También se hicieron vestiduras sagradas para Aarón, como se lo mandó el Señor a Moisés. El efod lo hizo Bezalel de oro, lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y lino fino. Martillaron finas láminas de oro, y las cortaron en hebras para entretejerlas artísticamente con la lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y con el lino. Se hicieron hombreras para el efod, las cuales se sujetaron a sus dos extremos. Su cinturón tenía la misma hechura que el efod, y formaba una sola pieza con él; estaba hecho de oro, lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y lino fino, como se lo mandó el Señor a Moisés. Las piedras de ónice se engarzaron en los engastes de filigrana de oro, y en ellas se grabaron, a manera de sello, los nombres de los hijos de Israel. Luego las sujetaron a las hombreras del efod para recordar a los hijos de Israel, como se lo mandó el Señor a Moisés. Bezalel hizo también el pectoral, bordado artísticamente, como el efod, con hilo de oro, lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, y lino fino, doble y cuadrado, de veinte centímetros por lado. En él se engastaron cuatro filas de piedras preciosas. En la primera fila había un rubí, un crisólito y una esmeralda; en la segunda hilera, una turquesa, un zafiro y un jade; en la tercera hilera, un jacinto, un ágata y una amatista; en la cuarta hilera, un topacio, un ónice y un jaspe. Estaban engarzadas en engastes de filigrana de oro, y eran doce piedras, una por cada uno de los hijos de Israel, grabada a manera de sello con el nombre de cada una de las doce tribus. Para el pectoral se hicieron cadenillas de oro puro, a manera de cordón. Se hicieron dos engastes en filigrana de oro y dos anillos de oro, y se sujetaron los anillos en los dos extremos del pectoral; luego se sujetaron las dos cadenillas de oro en los anillos a los extremos del pectoral, y los otros dos extremos de las cadenillas en los dos engastes, asegurándolos a las hombreras del efod por la parte delantera. Se hicieron otros dos anillos de oro, y los sujetaron a los otros dos extremos del pectoral, en el borde interior, junto al efod. Además, se hicieron otros dos anillos de oro, los cuales sujetaron la parte inferior de las hombreras, por delante del efod y junto a la costura, exactamente encima del cinturón del efod. Con un cordón de lana púrpura ataron los anillos del pectoral a los anillos del efod, a fin de unir el pectoral al cinturón para que no se desprendiera del efod, como se lo mandó el Señor a Moisés. Bezalel hizo de lana teñida de púrpura, y tejido artísticamente, todo el manto del efod. Lo hizo con una abertura en el centro, como abertura para la cabeza, y con un refuerzo alrededor de la abertura, para que no se rasgara. En todo el borde inferior del manto se hicieron granadas de lana púrpura, carmesí y escarlata, y de lino fino, lo mismo que campanillas de oro puro, las cuales se colocaron en todo el borde inferior, entre las granadas. Las campanillas y las granadas se colocaron, en forma alternada, en todo el borde inferior del manto que debía llevarse para ejercer el ministerio, como se lo mandó el Señor a Moisés. Para Aarón y sus hijos se hicieron túnicas de lino tejidas artísticamente, las mitras y el turbante de lino, y la ropa interior de lino fino. La faja era de lino fino y de lana teñida de púrpura, carmesí y escarlata, recamada artísticamente, como se lo mandó el Señor a Moisés. La placa sagrada se hizo de oro puro, y se grabó en ella, a manera de sello, Santo para el Señor. Luego se le ató un cordón de lana teñida de púrpura para sujetarla al turbante, como se lo mandó el Señor a Moisés. Toda la obra del santuario, es decir, la Tienda de reunión, quedó terminada. Los israelitas lo hicieron todo tal y como el Señor se lo mandó a Moisés, y le presentaron a Moisés el santuario, la tienda y todos sus utensilios, sus ganchos, tablones, travesaños, postes y bases, el toldo de pieles de carnero teñidas de rojo, el toldo de pieles de delfín y la cortina que resguardaba el arca, el arca del pacto con sus varas y el propiciatorio, la mesa con todos sus utensilios y el pan de la Presencia, el candelabro de oro puro con su hilera de lámparas y todos sus utensilios, y el aceite para el alumbrado; el altar de oro, el aceite de la unción, el incienso aromático y la cortina para la entrada de la tienda, el altar de bronce con su enrejado de bronce, sus varas y todos sus utensilios; el lavamanos y su pedestal, las cortinas del atrio con sus postes y bases, y la cortina para la entrada del atrio; las cuerdas y las estacas del toldo para el atrio; todos los utensilios para el santuario, la Tienda de reunión, y las vestiduras tejidas para ministrar en el santuario, tanto las vestiduras sagradas para el sacerdote Aarón como las vestiduras sacerdotales para sus hijos. Los israelitas hicieron toda la obra tal y como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Moisés, por su parte, inspeccionó la obra y, al ver que la habían hecho tal y como el Señor se lo había ordenado, los bendijo.




Salmo 100:
Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra; adoren al Señor con regocijo. con cánticos de júbilo. Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado. Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre. Porque el Señor es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre.



Proverbios 26:
Ni la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera lleva a la ruina.



El Libro de Gálatas Capítulo 1 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS GÁLATAS

CAPÍTULO 1
(58 d.C.)
INTRODUCCIÓN


PABLO, Apóstol, (no de los hombres, ni por hombre, mas por Jesucristo, y por Dios el Padre, Que Lo resucitó de los muertos;) (Significa que Pablo no sometió la autoridad de su Apostolado a los hombres, tampoco fue conferido sobre él por el hombre.)
2 Y todos los Hermanos que están conmigo, a las Iglesias de Galacia (se refiere a todas en aquella región):
3 Gracia sea a vosotros y Paz de Dios el Padre (hecho posible por la Cruz), y de nuestro Señor Jesucristo (Quien lo hizo posible),
4 El Cual se dio a Sí Mismo por nuestros pecados (la Cruz) para librarnos de este presente siglo malo (la Cruz sola puede libertar al cautivo), conforme a la Voluntad de Dios y Padre nuestro (el estándar del proceso entero de la Redención):
5 Al Cual sea la Gloria por los siglos de los siglos (la Gloria Divina). Amén.

NINGÚN OTRO EVANGELIO

6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis abandonado a Aquél (el Espíritu Santo) Que os llamó a la Gracia de Cristo (hecho posible por la Cruz), a otro evangelio (cualquier cosa que no tiene la Cruz como su Objeto de Fe):
7 No que hay otro (demuestra el hecho de que el objetivo de Satanás no es tanto negar el Evangelio, que él no puede hacer, sino para corromperlo); sino que hay algunos que os inquietan, y quieren pervertir el Evangelio de Cristo (de nuevo, al hacer el Objeto de Fe ajeno de la Cruz).
8 Mas aun si nosotros (Pablo y sus socios compañeros), o un Ángel del Cielo, os Anunciare otro evangelio del que os hemos Anunciado (Jesucristo y Él Crucificado), sea anatema (eternamente condenado; el Espíritu Santo lo dice a través de Pablo, que quede en claro que es algo muy serio).
9 Como antes hemos dicho, también ahora decimos otra vez (en cierta ocasión pasada, les había dicho la misma cosa, que hace que su defección sería aun más seria), Si alguno os Anunciare otro evangelio (algo que es además de la Cruz) del que habéis recibido (lo que salvó sus almas), sea anatema (“eternamente condenado," que significa la pérdida del alma).
10 Porque, ¿persuado yo ahora a hombres o a Dios? (En esencia, Pablo dice, “¿Predico la doctrina del hombre, o la de Dios?”) ¿O busco de agradar a hombres? (Es lo que los falsos apóstoles hacen.) Cierto, que si todavía agradara a los hombres, no sería Siervo de Cristo (no se puede agradar a ambos, a los hombres y a Dios al mismo tiempo).

REVELACIÓN

11 Mas os hago saber, Hermanos (doy a conocer), que el Evangelio que ha sido Anunciado por mí (el Mensaje de la Cruz) no es según hombre. (Cualquier Mensaje ajeno de la Cruz es completamente ideado por el hombre.)
12 Pues ni yo lo recibí (Pablo no había aprendido esta gran Verdad de los Maestros humanos), ni lo aprendí de hombre (él repudia la instrucción de otros hombres), sino por Revelación de Jesucristo. (La Revelación es el poderoso Hecho de Dios por la cual el Espíritu Santo revela a la mente humana lo que no podía entenderse sin la Intervención Divina.)
13 Porque ya habéis oído acerca de mi conducta (estilo de vida) en otro tiempo en el Judaísmo (la práctica del Judaísmo), que perseguía sobremanera la Iglesia de Dios, y la destruía (Hch. 9:1-2):
14 Y aprovechaba en el Judaísmo sobre muchos de mis iguales en mi Nación (él superó a sus contemporáneos Judíos en la cultura Judía, etc.), mostrando mucho más celo por las tradiciones de mis padres (un celo desde su misma niñez).

EL EVANGELIO

15 Mas cuando a Dios le agradó, Quien me apartó desde el vientre de mi madre (presenta la idea de que Dios había apartado a Pablo, dedicándolo para un propósito especial desde antes de su nacimiento), y me llamó por Su Gracia (un llamado, no debido a cualquier mérito suyo, sino más bien debido a la Gracia de Dios),
16 Revelar a Su Hijo en mí (la significación del Nuevo Convenio, lo que es la significación de la Cruz), para que Le Predicase entre los Gentiles (los Paganos); luego no conferí con carne y sangre (su Comisión y Mensaje les vino de Dios, y ninguno de los dos fueron afectados de ningún modo por la intervención humana):
17 Ni fui a Jerusalén a los que eran Apóstoles antes que yo (no consiguió esta Revelación de los primeros Doce); sino que me fui a la Arabia (según el Espíritu Santo), y volví de nuevo a Damasco. (No había ningún Apóstol en Damasco. Allí Predicaba el Mensaje de la Cruz.)
18 Después, pasados tres años, fui a Jerusalén a ver a Pedro (demuestra su independencia de los Apóstoles de Jerusalén), y estuve con él quince días (cuando él, sin duda, le reveló a Pedro la Revelación de la Cruz, que el Señor le había dado).
19 Mas a ningún otro de los Apóstoles vi, sino a Santiago el Hermano del Señor. (Santiago no se refirió a sí mismo como Apóstol, pero Pablo sí.)
20 Y en esto que os escribo, he aquí, delante de Dios, no miento.
21 Después fui a las partes de Siria y de Cilicia;
22 Y no era conocido de vista a las Iglesias de Judea que eran en Cristo (si él hubiera sido un Discípulo de los Doce, las Iglesias en Judea lo habrían conocido):
23 Solamente habían oído decir (constantemente estuvieron oyendo), Aquél que en otro tiempo nos perseguía (a los Creyentes) ahora Predicaba la Fe que en otro tiempo destruía (la Fe en Cristo).
24 Y Glorificaban a Dios en mí. (Así como él “perseguió constantemente,” ahora “predicaba constantemente” y ellos “glorificaban constantemente.”)



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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