01 September 2014

El 2 de setiembre Lectura Bíblica Diaria



El 2 de setiembre Lectura Bíblica Diaria:

 
Nehemías 8 a 10:
  
Entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se reunió en la plaza que está frente a la puerta del Agua y le pidió al maestro Esdras traer el libro de la ley que el Señor le había dado a Israel por medio de Moisés. Así que el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras llevó la ley ante la asamblea, que estaba compuesta de hombres y mujeres y de todos los que podían comprender la lectura, y la leyó en presencia de ellos en la plaza que está frente a la puerta del Agua. Todo el pueblo estaba muy atento a la lectura del libro de la ley. El maestro Esdras se puso de pie sobre una plataforma de madera construida para la ocasión. A su derecha estaban Matatías, Semá, Anías, Urías, Jilquías y Maseías; a su izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán. Esdras, a quien la gente podía ver porque él estaba en un lugar más alto, abrió el libro y todo el pueblo se puso de pie. Entonces Esdras bendijo al Señor, el gran Dios. Y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "¡ Amén y amén!". Luego adoraron al Señor, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente. Los levitas Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Quelitá, Azarías, Jozabed, Janán y Pelaías le explicaban la ley al pueblo, que no se movía de su sitio. Ellos leían con claridad el libro de la ley de Dios y lo interpretaban de modo que se comprendiera su lectura. Al oír las palabras de la ley, la gente comenzó a llorar. Por eso el gobernador Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras, y los levitas que enseñaban al pueblo, les dijeron: "No lloren ni se pongan tristes, porque este día ha sido consagrado al Señor su Dios." Luego Nehemías añadió: "Ya pueden irse. Coman bien, tomen bebidas dulces y compartan su comida con quienes no tengan nada, porque este día ha sido consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza." También los levitas tranquilizaban a todo el pueblo. Les decían: "¡Tranquilos! ¡No estén tristes, que éste es un día santo!" Así que todo el pueblo se fue a comer y beber y compartir su comida, felices de haber comprendido lo que se les había enseñado. Al día siguiente, los jefes de familia, junto con los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el maestro Esdras para estudiar los términos de la ley. Y en ésta encontraron escrito que el Señor le había mandado a Moisés que durante la fiesta del mes séptimo los israelitas debían habitar en enramadas y pregonar en todas sus ciudades y en Jerusalén esta orden: "Vayan a la montaña y traigan ramas de olivo, de olivo silvestre, de arrayán, de palmera y de todo árbol frondoso, para hacer enramadas, conforme a lo que está escrito." De modo que la gente fue y trajo ramas, y con ellas hizo enramadas en las azoteas, en los patios, en el atrio del templo de Dios, en la plaza de la puerta del Agua y en la plaza de la puerta de Efraín. Toda la asamblea de los que habían regresado del cautiverio hicieron enramadas y habitaron en ellas. Como los israelitas no habían hecho esto desde los días de Josué hijo de Nun, hicieron una gran fiesta. Todos los días, desde el primero hasta el último, se leyó el libro de la ley de Dios. Celebraron la fiesta durante siete días, y en el día octavo hubo una asamblea solemne, según lo ordenado. El día veinticuatro de ese mes los israelitas se reunieron para ayunar, se vistieron de luto y se echaron ceniza sobre la cabeza. Habiéndose separado de los extranjeros, confesaron públicamente sus propios pecados y la maldad de sus antepasados, y asumieron así su responsabilidad. Durante tres horas leyeron el libro de la ley del Señor su Dios, y en las tres horas siguientes le confesaron sus pecados y lo adoraron. Luego los levitas Jesúa, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní subieron a la plataforma y en alta voz invocaron al Señor su Dios. Y los levitas Jesúa, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías clamaron: "¡Vamos, bendigan al Señor su Dios desde ahora y para siempre! ¡Bendito seas, Señor! ¡Sea exaltado tu glorioso nombre, que está por encima de toda bendición y alabanza! "¡Sólo tú eres el Señor! Tú has hecho los cielos, y los cielos de los cielos con todas sus estrellas. Tú le das vida a todo lo creado: la tierra y el mar con todo lo que hay en ellos. ¡Por eso te adoran los ejércitos del cielo! "Tú, Señor y Dios, fuiste quien escogió a Abram. y le pusiste por nombre Abraham. Descubriste en él un corazón fiel; por eso hiciste con él un pacto. les darías la tierra de los cananeos, de los hititas, amorreos y ferezeos, de los jebuseos y gergeseos. porque eres justo. "En Egipto viste la aflicción de nuestros padres; junto al Mar Rojo escuchaste sus lamentos. Lanzaste grandes señales y maravillas contra el faraón, sus siervos y toda su gente, porque viste la insolencia con que habían tratado a tu pueblo. la buena fama que hoy tienes. A la vista de ellos abriste el mar, y lo cruzaron sobre terreno seco. en lo más profundo del mar, como piedra en aguas caudalosas. Con una columna de nube los guiaste de día, con una columna de fuego los guiaste de noche: les alumbraste el camino que debían seguir. "Descendiste al monte Sinaí; desde el cielo les hablaste. Les diste juicios rectos y leyes verdaderas, estatutos y mandamientos buenos. Les diste a conocer tu *sábado santo, y por medio de tu servidor Moisés les entregaste tus mandamientos, estatutos y leyes. "Saciaste su hambre con pan del cielo; calmaste su sed con agua de la roca. que bajo juramento les habías prometido. Pero ellos y nuestros padres fueron altivos; no quisieron obedecer tus mandamientos. Se negaron a escucharte; no se acordaron de las maravillas que hiciste por ellos. que hasta se nombraron un jefe para que los hiciera volver a la esclavitud de Egipto. porque eres Dios perdonador, clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. "Y a pesar de que se hicieron un becerro de metal fundido y dijeron: Éste es tu dios que te hizo subir de Egipto, y aunque fueron terribles las ofensas que cometieron, tú no los abandonaste en el desierto porque eres muy compasivo. "Jamás se apartó de ellos la columna de nube que los guiaba de día por el camino; ni dejó de alumbrarlos la columna de fuego que de noche les mostraba por dónde ir. "Con tu buen Espíritu les diste entendimiento. No les quitaste tu maná de la boca; les diste agua para calmar su sed. Cuarenta años los sustentaste en el desierto. ¡Nada les faltó! ni se les hincharon los pies. "Les entregaste reinos y pueblos, y asignaste a cada cual su territorio. Conquistaron las tierras de Og y de Sijón, que eran reyes de Hesbón y de Basán. Multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo; los hiciste entrar en la tierra que bajo juramento les prometiste a sus padres. Y sus hijos entraron en la tierra y tomaron posesión de ella. Ante ellos sometiste a los cananeos que la habitaban; les entregaste reyes y pueblos de esa tierra, para que hicieran con ellos lo que quisieran. Conquistaron ciudades fortificadas y una tierra fértil; se adueñaron de casas repletas de bienes, de cisternas, viñedos y olivares, y de gran cantidad de árboles frutales. Comieron y se hartaron y engordaron; ¡disfrutaron de tu gran bondad! "Pero fueron desobedientes: se rebelaron contra ti, rechazaron tu ley, mataron a tus profetas que los convocaban a volverse a ti; ¡te ofendieron mucho! Por eso los entregaste a sus enemigos, y éstos los oprimieron. En tiempo de angustia clamaron a ti, y desde el cielo los escuchaste; por tu inmensa compasión les enviaste salvadores para que los liberaran de sus enemigos. Pero en cuanto eran liberados, volvían a hacer lo que te ofende; tú los entregabas a sus enemigos, y ellos los dominaban. De nuevo clamaban a ti, y desde el cielo los escuchabas. ¡Por tu inmensa compasión muchas veces los libraste! Les advertiste que volvieran a tu ley, pero ellos actuaron con soberbia y no obedecieron tus mandamientos. Pecaron contra tus normas, que dan vida a quien las obedece. En su rebeldía, te rechazaron; fueron tercos y no quisieron escuchar. "Por años les tuviste paciencia; con tu Espíritu los amonestaste por medio de tus profetas, pero ellos no quisieron escuchar. de los pueblos de esa tierra. Sin embargo, es tal tu compasión que no los destruiste ni abandonaste, porque eres Dios clemente y compasivo. "Y ahora, Dios nuestro, Dios grande, temible y poderoso, que cumples el pacto y eres fiel, no tengas en poco los sufrimientos que han padecido nuestros reyes, gobernantes, sacerdotes y profetas, nuestros padres y todo tu pueblo, desde los reyes de Asiria hasta hoy. Tú has sido justo en todo lo que nos ha sucedido, porque actúas con fidelidad. Nosotros, en cambio, actuamos con maldad. Nuestros reyes y gobernantes, nuestros sacerdotes y antepasados desobedecieron tu ley y no acataron tus mandamientos ni las advertencias con que los amonestabas. Pero ellos, durante su reinado, no quisieron servirte ni abandonar sus malas obras, a pesar de que les diste muchos bienes y les regalaste una tierra extensa y fértil. "Por eso ahora somos esclavos, esclavos en la tierra que les diste a nuestros padres para que gozaran de sus frutos y sus bienes. Sus abundantes cosechas son ahora de los reyes que nos has impuesto por nuestro pecado. Como tienen el poder, hacen lo que quieren con nosotros y con nuestro ganado. ¡Grande es nuestra aflicción! "Por todo esto, nosotros hacemos este pacto y lo ponemos por escrito, firmado por nuestros gobernantes, levitas y sacerdotes." La siguiente es la lista de los que firmaron: Nehemías hijo de Jacalías, que era el gobernador; Sedequías,


Salmo 113: ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Alaben, siervos del Señor, alaben el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, desde ahora y para siempre. Desde la salida del sol hasta su ocaso, sea alabado el nombre del Señor. El Señor domina sobre todas las naciones; su gloria está sobre los cielos. ¿Quién como el Señor nuestro Dios, que tiene su trono en las alturas y se digna contemplar los cielos y la tierra? Él levanta del polvo al pobre y saca del muladar al necesitado; los hace sentarse con príncipes, con los príncipes de su pueblo. A la mujer estéril le da un hogar y le concede la dicha de ser madre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!


Proverbios 13: El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la reprensión. Quien habla el bien, del bien se nutre, pero el infiel padece hambre de violencia. El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina. El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. El justo aborrece la mentira; el malvado acarrea vergüenza y deshonra. La justicia protege al que anda en integridad, pero la maldad arruina al pecador. Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada; hay quien parece ser pobre, y todo lo tiene. Con su riqueza el rico pone a salvo su vida, pero al pobre no hay ni quien lo amenace. La luz de los justos brilla radiante, pero los malvados son como lámpara apagada. El orgullo sólo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos. El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece. La esperanza frustrada aflige al corazón; el deseo cumplido es un árbol de vida. Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa. La enseñanza de los sabios es fuente de vida, y libera de los lazos de la muerte. El buen juicio redunda en aprecio, pero el camino del infiel no cambia. El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad. El mensajero malvado se mete en problemas; el enviado confiable aporta la solución. El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores. El deseo cumplido endulza el alma, pero el necio detesta alejarse del mal. El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado. Al pecador lo persigue el mal, y al justo lo recompensa el bien. El hombre de bien deja herencia a sus nietos; las riquezas del pecador se quedan para los justos. En el campo del pobre hay abundante comida, pero ésta se pierde donde hay injusticia. No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo. El justo come hasta quedar saciado, pero el malvado se queda con hambre.




El Libro de Mateo Capítulo 25 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO

CAPÍTULO 25
(33 d.C.)
LA PARÁBOLA DE LAS
DIEZ VÍRGENES

ENTONCES el Reino de los Cielos será semejante a diez (el número "10" en la Biblia habla de la perfección) vírgenes (representa aquéllos que pertenecen al Señor), que tomando sus lámparas (representa la Luz de Cristo en todos los Creyentes), salieron a recibir al esposo (Cristo).
2 Y las cinco de ellas eran prudentes, y las cinco insensatas (indicativo del Cristianismo moderno).
3 Las que eran insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite (comenzaron a vivir fuera de la esfera del Espíritu Santo):
4 Mas las prudentes tomaron aceite en sus vasos juntamente con sus lámparas (un flujo constante del Espíritu dentro de sus corazones y vidas, que sólo puede ocurrir y mantenerse, por su Fe en Cristo y la Cruz [Rom. 8:1-2, 11]).
5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron (no indica con eso que hacían algo incorrecto).
6 Y a la medianoche fue oído un clamor, He aquí, el esposo viene; salid a recibirle (el Arrebatamiento de la Iglesia).
7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas (pero sin el aceite, el arreglo era inútil; esto es actividad religiosa sin el Espíritu Santo).
8 Y las fatuas dijeron a las prudentes, Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan (¡es demasiado tarde ahora!).
9 Mas las prudentes respondieron, diciendo, Para que no nos falte a nosotras y a vosotras: Id antes a los que venden, y comprad para vosotras (proclama la verdad de que el poder espiritual no se puede derivarse de otros).
10 Y mientras que ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas, entraron con él a las bodas: y se cerró la puerta (vendrá el tiempo, cuando es demasiado tarde; hoy es el día . . . [Heb. 3:15]).
11 Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo, Señor, Señor, ábrenos (porque ellas eran religiosas, ellas pensaron que eran salvas).
12 Mas respondiendo Él dijo, De cierto os digo, Que Yo no os conozco (millones actualmente están en la Iglesia, pero no están en Cristo).
13 Velad pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir (nuestras vidas deben vivirse como si viniera Jesús hoy).
LA PARÁBOLA DE
LOS TALENTOS
14 Porque el Reino de los Cielos es como un hombre que partiéndose lejos, llamó a sus siervos, y les entregó sus bienes (representa a Cristo en Su Primera Venida).
15 Y a éste dio cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno; a cada uno conforme a su facultad; y luego (inmediatamente) se partió lejos (a cada Creyente individual, ninguno excluido, se le ha dado su propio Ministerio).
16 Y el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos, e hizo otros cinco talentos (los talentos fueron concedidos según la fidelidad).
17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también él otros dos (fue fiel con lo que él tenía).
18 Mas el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor (no fue fiel).
19 Y después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, e hizo cuentas con ellos (el servicio al Señor termina con la muerte; sin embargo, el ajuste de cuentas es reservado para el Arrebatamiento).
20 Y llegando el que había recibido cinco talentos trajo otros cinco talentos, diciendo, Señor, cinco talentos me entregaste: he aquí, otros cinco talentos he ganado sobre ellos (ocurrirá en el Tribunal de Cristo).
21 Y su señor le dijo, Bien, buen siervo y fiel: sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el Gozo de tu señor (como es obvio, es la fidelidad aquí que está siendo recompensada; contrariamente al pensamiento popular, Dios no nos ha llamado para que seamos afortunados, sino para que seamos fieles).
22 Y llegando también el que había recibido dos talentos dijo, Señor, dos talentos me entregaste: he aquí, otros dos talentos he ganado sobre ellos (¡fidelidad también!).
23 Su señor le dijo, Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el Gozo de tu señor (si ha de observarse, ambos recibieron recompensas iguales; según lo indicado, el criterio es la fidelidad y no otras cosas).
24 Y llegando también el que había recibido un talento dijo, Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste (puro y simple, sus declaraciones constituyen una mentira):
25 Y tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra: he aquí, tienes lo que es tuyo (el objetivo del "talento" no era la preservación, sino más bien, la multiplicación; su acción proclama no sólo la indolencia, pero también, la insolencia; una cantidad incalculable de personas, quienes afirman ser Cristianos, caen en esta categoría).
26 Y respondiendo su señor le dijo, Malo y negligente siervo, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí (si usted en realidad creyó esto, no hubiera hecho lo que hizo):
27 Por tanto, te convenía dar mi dinero a los banqueros, y viniendo yo, hubiera recibido lo que es mío con usura (desgraciadamente, la mayoría de los que profesan religión, caen en esta categoría).
28 Quitadle pues el talento, y dadlo al que tiene diez talentos (es la ley de los fieles; la luz rechazada, es luz quitada y dado al que ya tiene una abundancia de luz).
29 Porque a cualquiera que tuviere le será dado, y tendrá abundancia: mas al que no tuviere aun lo que tiene le será quitado (de hecho, esto sucede innumerables veces, todos los días; ¡observe las denominaciones religiosas, que han rechazado la luz!).
30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes (estos individuos no simplemente pierden la recompensa, sino también sus almas; todo esto, como debería ser demasiado obvio, completamente refuta la doctrina de la Seguridad Eterna Incondicional que no está de acuerdo a Las Escrituras).
EL JUICIO SOBRE LAS
NACIONES
31 Cuando el Hijo del Hombre venga en Su Gloria, y todos los Santos Ángeles con Él, entonces se sentará sobre el Trono de Su Gloria (la Segunda Venida).
32 Y serán reunidas delante de Él todas las naciones: y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos (es llamado "el Juicio de las Naciones," que comenzará al principio de la Edad del Reino).
33 Y pondrá las Ovejas a Su Derecha (se refiere a las naciones que no cooperarían con el Anticristo), y los cabritos a la Izquierda (las naciones que cooperaron con el Anticristo).
34 Entonces el Rey dirá a los que estarán a Su Derecha, Venid, benditos de Mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo (no tiene nada que ver con la Salvación, sino más bien estas naciones particulares se les permiten entrar en la Edad del Reino).
35 Porque tuve hambre, y Me disteis de comer: Yo tuve sed, y Me disteis de beber: Yo fui forastero, y Me recogisteis (aunque el refrán resulta verdadero para siempre, Cristo habla básicamente aquí de Israel y su tratamiento por varias naciones durante la Gran Tribulación):
36 Desnudo, y Me cubristeis: enfermo, y Me visitasteis: Yo estuve en la cárcel, y vinisteis a Mí.
37 Entonces los justos Le responderán, diciendo, Señor, ¿cuándo Te vimos hambriento, y Te sustentamos? ¿o sediento, y Te dimos de beber? (La palabra, "justos," no pertenece a la Justicia de Cristo que se le da a los Creyentes en la Salvación, sino en cambio, las relaciones justas con Israel por estas naciones.)
38 ¿Y cuándo Te vimos huésped, y Te recogimos? ¿o desnudo, y Te cubrimos?
39 ¿O cuándo Te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a Ti?
40 Y respondiendo el Rey les dirá, De cierto os digo, Que en cuanto lo hicisteis a uno de estos Mis hermanos pequeñitos, a Mí lo hicisteis (como se declaró, el refrán es verdadero para siempre, pero Cristo habla principalmente aquí de Israel, y la ayuda dada a ella por ciertas naciones durante la Gran Tribulación).
41 Entonces dirá también a los que estarán a la Izquierda (las naciones de las cabras), Apartaos de Mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el Diablo y para sus ángeles (las naciones que obstaculizaron o trataron de dañar a Israel durante la Gran Tribulación):
42 Porque Yo tuve hambre, y no Me disteis de comer: Yo tuve sed, y no Me disteis de beber:
43 Yo fui forastero, y no Me recogisteis: desnudo, y no Me cubristeis: enfermo, y en la cárcel, y no Me visitasteis.
44 Entonces también ellos Le responderán, diciendo, Señor, ¿cuándo Te vimos hambriento, o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no Te servimos?
45 Entonces les responderá, diciendo, De cierto os digo, Que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos pequeñitos, a Mí no lo hicisteis (bendecir al que pertenece a Dios, es bendecir a Dios; dañar al que pertenece a Dios, es dañar a Dios; vemos aquí los resultados de tal acción).
46 E irán éstos al tormento eterno: y los justos a la vida eterna (todo esto pasará pronto después de la Segunda Venida; los líderes de las naciones que trataron de ayudar al Anticristo contra Israel, durante la Gran Tribulación, serán indudablemente ejecutados, y en consecuencia morirán eternamente perdidos; en cambio, darán a los líderes de las naciones que trataron de ayudar a Israel en aquel entonces, una oportunidad de aceptar a Cristo como Salvador, que ellos sin duda lo van a hacer y, por lo tanto, serán dados "vida eterna").



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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