23 March 2014

El 23 de Marzo Lectura Bíblica Diaria





El 23 de marzo Lectura Bíblica Diaria:

Daniel 12 a Hosea 2:
"Entonces se levantará Miguel, el gran príncipe protector de tu pueblo. Habrá un período de angustia, como no lo ha habido jamás desde que las naciones existen. Serán salvados los de tu pueblo, cuyo nombre se halla anotado en el libro, y del polvo de la tierra se levantarán las multitudes de los que duermen, algunos de ellos para vivir por siempre, pero otros para quedar en la vergüenza y en la confusión perpetuas. Los sabios resplandecerán con el brillo de la bóveda celeste; los que instruyen a las multitudes en el camino de la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad. "Tú, Daniel, guarda estas cosas en secreto y sella el libro hasta la hora final, pues muchos andarán de un lado a otro en busca de cualquier conocimiento. "Yo, Daniel, vi ante mí a otros dos hombres; uno de ellos estaba en una orilla del río, y el otro en la orilla opuesta. Uno de ellos le dijo al hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuánto falta para que se cumplan estas cosas tan increíbles? "Yo pude ver y oír cuando el hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, levantó las manos al cielo y juró por el que vive para siempre: Faltan tres años y medio. Todo esto se cumplirá cuando el poder del pueblo *santo no vuelva a ser destruido. "Aunque escuché lo que dijo ese hombre, no pude entenderlo, así que le pregunté: Señor, ¿en qué va a parar todo esto? Y él me respondió: Sigue adelante, Daniel, que estas cosas se mantendrán selladas y en secreto hasta que llegue la hora final. Muchos serán purificados y perfeccionados, y quedarán limpios, pero los malvados seguirán en su maldad. Ninguno de ellos entenderá nada, pero los sabios lo entenderán todo. A partir del momento en que se suspenda el sacrificio diario y se imponga el horrible sacrilegio, transcurrirán mil doscientos noventa días. ¡Dichoso el que espere a que hayan transcurrido mil trescientos treinta y cinco días! Pero tú, persevera hasta el fin y descansa, que al final de los tiempos te levantarás para recibir tu recompensa. " Ésta es la palabra del Señor que vino a Oseas hijo de Beerí durante los reinados de Uzías, Jotán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y durante el reinado de Jeroboán hijo de Joás, rey de Israel. La primera vez que el Señor habló por medio de Oseas, le dijo: "Ve y toma por esposa una prostituta, y ten con ella hijos de prostitución, porque el país se ha prostituido por completo. ¡Se ha apartado del Señor!" Oseas fue y tomó por esposa a Gómer, hija de Diblayin, la cual concibió y le dio a luz un hijo. Entonces el Señor le dijo: "Ponle por nombre Jezrel, porque dentro de poco haré que la casa real de Jehú pague por la masacre en Jezrel. Así pondré fin al dominio del reino de Israel. Ese día quebraré el arco de Israel en el valle de Jezrel." Gómer volvió a concebir y dio a luz una niña. Entonces el Señor le dijo a Oseas: "Ponle por nombre: Indigna de compasión, porque no volveré a compadecerme del reino de Israel, sino que le negaré el perdón. En cambio, tendré compasión de la tribu de Judá, y la salvaré; pero no por medio de arco, ni de espada ni de batallas, ni tampoco por medio de caballos y jinetes, sino por medio del Señor su Dios." Cuando Gómer destetó a la llamada "Indigna de compasión", volvió a concebir y tuvo otro hijo. Entonces el Señor le dijo a Oseas: "Ponle por nombre: Pueblo ajeno, porque ni ustedes son mi pueblo, ni yo soy su Dios. "Con todo, los israelitas serán tan numerosos como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el mismo lugar donde se les llamó: Pueblo ajeno, se les llamará: Hijos del Dios viviente. El pueblo de Judá se reunirá con el pueblo de Israel, y nombrarán un solo jefe y resurgirán en su país, porque grande será el día de Jezrel. "Llamen a sus hermanos: Pueblo mío, y a sus hermanas: Compadecidas. "¡Échenle en cara a su madre que ni ella es mi esposa ni yo su esposo! ¡Que se quite del rostro el maquillaje de prostituta, y de entre los pechos los adornos de ramera! De lo contrario, la desnudaré por completo; la dejaré como el día en que nació. La pondré como un desierto: ¡la convertiré en tierra seca y la mataré de sed! No tendré compasión de sus hijos, porque son hijos de prostitución. Su madre es una prostituta; ¡la que los concibió es una sinvergüenza! Pues dijo: Quiero ir tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas. Por eso le cerraré el paso con espinos; la encerraré para que no encuentre el camino. Con ardor perseguirá a sus amantes, y al no encontrarlos dirá: Prefiero volver con mi primer esposo, porque antes me iba mejor que ahora. Ella no ha querido reconocer que soy yo quien le da el grano, el vino nuevo y el aceite. Yo le he multiplicado la plata y el oro, ¿y que hizo con ellos? ¡Falsos dioses! "Por eso, llegado el momento le quitaré mi trigo y mi vino nuevo. que le di para cubrir su desnudez. Voy a exhibir su desvergüenza a la vista de sus amantes, y nadie la librará de mi mano. Pondré fin a todo su jolgorio: sus peregrinaciones, sus lunas nuevas, sus días de reposo, y sus fiestas solemnes. Devastaré sus vides y sus higueras, que consideraba la paga de sus amantes. Las convertiré en maleza, y los animales del campo acabarán con ellas. La llamaré a cuentas por los días en que quemaba ofrendas a sus falsos dioses, cuando se adornaba con zarcillos y joyas, y olvidándose de mí, se iba tras sus amantes afirma el Señor. "Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura. Allí le devolveré sus viñedos, y convertiré el valle de la Desgracia en el paso de la Esperanza. Allí me corresponderá, como en los días de su juventud, como en el día en que salió de Egipto. "En aquel día afirma el Señor, ya no me llamarás: mi señor, sino que me dirás: esposo mío. Te quitaré de los labios el nombre de tus falsos dioses, y nunca más volverás a invocarlos. Aquel día haré en tu favor un pacto con los animales del campo, con las aves de los cielos y con los reptiles de la tierra. Eliminaré del país arcos, espadas y guerra, para que todos duerman seguros. Yo te haré mi esposa para siempre, y te daré como dote el derecho y la justicia, el amor y la compasión. Te daré como dote mi fidelidad, y entonces conocerás al Señor. "En aquel día yo responderé afirma el Señor; yo le responderé al cielo, y el cielo le responderá a la tierra; la tierra les responderá al cereal, al vino nuevo y al aceite, y éstos le responderán a Jezrel. Yo la sembraré para mí en la tierra; me compadeceré de la Indigna de compasión, a Pueblo ajeno lo llamaré: Pueblo mío; y él me dirá: Mi Dios."


Salmo 101:
Quiero cantar al amor y a la justicia: quiero, Señor, cantarte salmos. Quiero triunfar en el camino de perfección: ¿Cuándo me visitarás? con integridad de corazón. No me pondré como meta nada en que haya perversidad. Las acciones de gente desleal las aborrezco; no tendrán nada que ver conmigo. Alejaré de mí toda intención perversa; no tendrá cabida en mí la maldad. Al que en secreto calumnie a su prójimo, lo haré callar para siempre; al de ojos altivos y corazón soberbio no lo soportaré. Pondré mis ojos en los fieles de la tierra, para que habiten conmigo; sólo estarán a mi servicio los de conducta intachable. Jamás habitará bajo mi techo nadie que practique el engaño; jamás prevalecerá en mi presencia nadie que hable con falsedad. Cada mañana reduciré al silencio a todos los impíos que hay en la tierra; extirparé de la ciudad del Señor a todos los malhechores.


Proverbios 4:
Escuchen, hijos, la corrección de un padre; dispónganse a adquirir inteligencia. Yo les brindo buenas enseñanzas, así que no abandonen mi instrucción. Cuando yo era pequeño y vivía con mi padre, cuando era el niño consentido de mi madre, mi padre me instruyó de esta manera: "Aférrate de corazón a mis palabras; obedece mis mandamientos, y vivirás. Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no olvides mis palabras ni te apartes de ellas. No abandones nunca a la sabiduría, y ella te protegerá; ámala, y ella te cuidará. La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría! Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento. Estima a la sabiduría, y ella te exaltará; abrázala, y ella te honrará; te pondrá en la cabeza una hermosa diadema; te obsequiará una bella corona." Escucha, hijo mío; acoge mis palabras, y los años de tu vida aumentarán. Yo te guío por el camino de la sabiduría, te dirijo por sendas de rectitud. Cuando camines, no encontrarás obstáculos; cuando corras, no tropezarás. Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar; cuídala bien, que ella es tu vida. No sigas la senda de los perversos ni vayas por el camino de los malvados. ¡Evita ese camino! ¡No pases por él! ¡Aléjate de allí, y sigue de largo! Los malvados no duermen si no hacen lo malo; pierden el sueño si no hacen que alguien caiga. Su pan es la maldad; su vino, la violencia. La senda de los justos se asemeja a los primeros albores de la aurora: su esplendor va en aumento hasta que el día alcanza su plenitud. Pero el camino de los malvados es como la más densa oscuridad; ¡ni siquiera saben con qué tropiezan! Hijo mío, atiende a mis consejos; escucha atentamente lo que digo. No pierdas de vista mis palabras; guárdalas muy dentro de tu corazón. Ellas dan vida a quienes las hallan; son la salud del cuerpo. Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida. Aleja de tu boca la perversidad; aparta de tus labios las palabras corruptas. Pon la mirada en lo que tienes delante; fija la vista en lo que está frente a ti. Endereza las sendas por donde andas; allana todos tus caminos. No te desvíes ni a diestra ni a siniestra; apártate de la maldad.


El Libro de Los Romanos Capítulo 6 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS

CAPÍTULO 6
(60 d.C.)
LA CRUZ

¿PUES qué diremos? (Tiene por motivo dirigir la atención hacia Romanos 5:20.) ¿Perseveraremos en pecado para que la Gracia crezca? (Sólo porque la Gracia es mayor que el pecado no significa que el Creyente tiene licencia para pecar.)
2 En ninguna manera (indica la respuesta de Pablo a la pregunta, "Fuera con tal pensamiento, no permita que tal cosa suceda"). Porque los que somos muertos al pecado (muerto a la naturaleza pecaminosa), ¿cómo viviremos aun en él? (Demuestra lo que el Creyente ya es en Cristo.)
3 ¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús (claramente dice que este Bautismo es en Cristo y no en agua [I Cor. 1:17; 12:13; Gál. 3:27; Ef. 4:5; Col. 2:11-13]), somos bautizados en Su Muerte? (Cuando Cristo murió en la Cruz, en la Mente de Dios, morimos con Él; en otras palabras, Él se hizo nuestro Sustituto, y nuestra identificación con Él en Su Muerte nos da todos los beneficios por los cuales Él murió; ¡la idea es que Él hizo todo esto para nosotros!)
4 Porque somos sepultados juntamente con Él por medio del bautismo para muerte (no sólo morimos con Él, pero fuimos sepultados con Él también, lo que significa que todo el pecado y la transgresión del pasado fueron sepultados; cuando ellos Lo pusieron en la Tumba, pusieron todos nuestros pecados en aquella Tumba también): para que como Cristo resucitó de los muertos por la Gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida (morimos con Él, fuimos sepultados con Él y Su Resurrección era nuestra Resurrección a "Novedad de Vida").
5 Porque si fuimos plantados juntamente en Él (con Cristo) a la semejanza de Su Muerte (Pablo proclama la Cruz como el instrumento por el cual vienen todas las Bendiciones; en consecuencia, la Cruz siempre debe ser el Objeto de nuestra Fe, que da libertad de acción al Espíritu Santo para que obre dentro de nuestras vidas), así también lo seremos a la semejanza de Su Resurrección (podemos tener la "semejanza de Su Resurrección," es decir, "vivir esta Vida de Resurrección," sólo mientras entendamos la "semejanza de Su Muerte," que se refiere a la Cruz como el medio por el cual todo esto está hecho):
6 Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fue Crucificado con Él (todo lo que éramos antes de la conversión), para que el cuerpo del pecado sea deshecho (el poder del pecado es quebrantado), a fin de que no sirvamos más al pecado (la culpa del pecado es removida en la conversión, porque la naturaleza pecaminosa ya no tiene dominio en nuestros corazones y vidas).
7 Porque él que es muerto (Él fue nuestro Sustituto, y en la Mente de Dios, morimos con Él en base a la Fe que Cree), justificado es del pecado (puesto en libertad de la esclavitud de la naturaleza pecaminosa).
8 Y si morimos con Cristo (una vez más se relaciona a la Cruz, y nosotros siendo Bautizados en Su Muerte), creemos que también viviremos con Él (tener la Vida de la Resurrección, que es la Vida más Abundante [Jn. 10:10]):
9 Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los muertos, ya no muere (quiere decir que Su Obra era una Obra Terminada, y no requerirá nada más); la muerte no se enseñoreará más de Él (porque todo el pecado ha sido Expiado; en vista de que Cristo es nuestro Sustituto, si la muerte no tiene más dominio sobre Él, tampoco tiene dominio sobre nosotros; significa que el poder de la naturaleza pecaminosa es quebrantado).
10 Porque el haber muerto, al pecado murió (la naturaleza pecaminosa) una vez (en efecto quiere decir, "Él murió a la naturaleza pecaminosa, de una vez por todas"): pero en cuanto Él vive (la Resurrección), vive para Dios (se refiere al hecho de que la vida viene de Dios, y que recibimos aquella vida en virtud de la Cruz y nuestra Fe con aquella Obra Terminada).
11 Así también vosotros pensad (cuenta) que de cierto estáis muertos al (el) pecado (aunque la naturaleza pecaminosa no está muerta, estamos muertos a la naturaleza pecaminosa en virtud de la Cruz y nuestra Fe en aquel Sacrificio, pero sólo mientras nuestra Fe continúe en la Cruz), mas vivos a Dios (al seguir viviendo la Vida de la Resurrección) en Cristo Jesús Señor nuestro (se refiere a lo que Él hizo en la Cruz, que es el medio de esta Vida de Resurrección).
LA SANTIFICACIÓN

12 No reine (domine) pues el pecado (la naturaleza pecaminosa) en vuestro cuerpo mortal (indica que la naturaleza pecaminosa puede volver a ejercer dominio en el corazón y la vida del Creyente, si el Creyente no tiene su mira constantemente en Cristo y la Cruz; "el cuerpo mortal" es neutral, significa que puede ser usado ya sea para la Justicia o para la maldad), para que le obedezcáis en sus concupiscencias (las lujurias impías son llevadas a cabo por el cuerpo mortal, si no se mantiene la Fe en la Cruz [I Cor. 1:17-18]).
13 Ni tampoco presentéis vuestros miembros (de su cuerpo mortal) al pecado por instrumento de iniquidad (la naturaleza pecaminosa): antes presentaos a Dios (debemos rendirnos a Cristo y la Cruz; sólo esto garantiza la victoria sobre la naturaleza pecaminosa) como vivos de los muertos (hemos sido resucitados con Cristo a "Novedad de Vida"), y vuestros miembros a Dios por instrumentos de Justicia (puede ser hecho sólo en virtud de la Cruz y nuestra Fe en aquella Obra Terminada, y la Fe que continúa a diario con aquella Obra Terminada [Luc. 9:23-24]).
14 Para que el pecado no se enseñoreará de vosotros (la naturaleza pecaminosa no ejercerá dominio sobre nosotros si como Creyentes seguimos ejerciendo la Fe en la Cruz de Cristo; por otra parte, la naturaleza pecaminosa de seguro ejercerá dominio sobre el Creyente): pues no estáis bajo la Ley (quiere decir que si tratamos de vivir esta vida por algún tipo de ley, no importa cuán buena sea esa ley en su propio derecho, concluiremos con la naturaleza pecaminosa que ejercía dominio sobre nosotros), sino bajo la Gracia (la Gracia de Dios fluye hacia al Creyente de modo interminable sólo cuando el Creyente ejerce la Fe en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz; la Gracia es simplemente la Bondad de Dios ejercida por y a través del Espíritu Santo, y dado a los Santos inmerecedores de tal Bondad).
15 ¿Pues qué? (Pablo vuelve a la primera pregunta que hizo en este Capítulo.) ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la Ley, sino bajo la Gracia? (Si creemos esto, entonces malentendemos completamente la Gracia. La Gracia de Dios nos da la libertad de vivir una vida Santa, la cual es así a través de la Fe en Cristo y la Cruz, y no nos da licencia para pecar como algunos piensan.) ¡Dios no lo quiera! (Todo verdadero Creyente aborrece el pecado; ¡por eso la idea de vivir bajo su dominio es detestable!)
16 ¿No sabéis que a quien os presentáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis (el Creyente es esclavo de Cristo, ya que esto es lo que la palabra "siervo" significa, o es un esclavo del pecado, el cual lo será si no mantiene su Fe en Cristo y la Cruz); o del pecado para muerte (otra vez permítanos declarar el hecho de que si el Creyente intenta vivir para Dios por algún método aparte de la Fe en la Obra Terminada de Cristo, el Creyente fracasará, no importa con cuánta fuerza lo intente), o de la obediencia para Justicia? (Se requiere que el Creyente obedezca la Palabra del Señor. Él no puede hacer esto por su propia fuerza, sino que sólo entiende que él recibe todas las cosas por lo que Cristo hizo en la Cruz y su continua Fe en aquella Obra Terminada, aun a diario. Sólo de este modo el Espíritu Santo puede hacer lo que debemos ser, para llevar a cabo Su obra en nuestras vidas.)
17 Empero gracias a Dios, que aunque fuisteis siervos del pecado (esclavos a la naturaleza pecaminosa, lo que éramos antes de que fuéramos salvos), habéis obedecido de corazón a aquella forma de Doctrina (Jesucristo y Él Crucificado; el entendimiento que todas las cosas vienen de Dios al Creyente por medio de la Cruz) a la cual sois entregados (el Señor dio esta "forma de Doctrina" a Pablo, y nos la dio en sus Epístolas).
18 Y libertados del pecado (ser liberado de la naturaleza pecaminosa; ésta no tiene más poder sobre el Creyente, pero sólo cuando seguimos mirando a la Cruz), sois hechos siervos de la Justicia (aunque usted era antes un esclavo de la naturaleza pecaminosa, ahora es un esclavo de la Justicia; si la Fe se mantiene en la Cruz, hay una atracción constante del Creyente hacia la Justicia).
19 Hablo en términos humanos por la flaqueza de vuestra carne ("términos humanos" corresponde a la Caída, que ha hecho la carne débil; se refiere a nuestra propia fuerza personal y capacidad propia): que como para iniquidad presentasteis vuestros miembros a servir a la inmundicia (que el Creyente hará, si el objeto de su Fe está fuera de la Cruz) y a la iniquidad para la iniquidad (sin la Fe constante en la Cruz, la situación del Creyente en cuanto al pecado irá de mal en peor); así ahora para Santidad presentéis vuestros miembros a servir a la Justicia (que, como se ha repetido, sólo puede ser hecho por la Fe constante en la Cruz; dándose cuenta que es por y a través de la Cruz que recibimos todas las cosas, y que es solo el Espíritu Santo, Quien puede desarrollar Justicia y Santidad en nuestras vidas, obra exclusivamente por medio de la Cruz).
20 Porque cuando fuisteis siervos del pecado (esclavos al pecado), erais libres acerca de la Justicia (referente a nuestra vida antes de nuestra conversión a Cristo).
21 ¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? (Significa que absolutamente nada de valor alguno puede salir de la experiencia pecadora. Es imposible que haya buena fruta alguna.) Porque el fin de ellas es muerte (si el Creyente rehusa mirar a la Cruz, pero en cambio mira a otra cosa en cuanto a su Santificación, el dominio de la naturaleza pecaminosa va a ser el resultado y la muerte espiritual será la conclusión; ¡la Cruz es la única respuesta al pecado!).
22 Mas ahora (desde que se llega a Cristo) librados del pecado (puesto en libertad de la naturaleza pecaminosa), y hechos siervos (esclavos) a Dios (pero este yugo es un yugo ligero [Mat. 11:28-30]), tenéis por vuestro fruto la Santificación (lo cual el Espíritu Santo llevará a cabo, si la Cruz siempre es el Objeto de nuestra Fe), y por fin la Vida Eterna (entonces el Creyente tiene la alternativa "la muerte," que es el resultado final por haber confiado en algo aparte de Cristo y la Cruz, o la "Vida Eterna," que es el resultado por confiar en Cristo y la Cruz).
23 Porque la paga del pecado es muerte (se refiere a la muerte espiritual, que es la separación de Dios); mas la Dádiva de Dios es Vida Eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (como se dijo, todo esto, sin excepción, nos viene por medio de lo que Cristo hizo en la Cruz, que exige que la Cruz siempre sea el Objeto de nuestra Fe, que de este modo da al Espíritu Santo la libertad de acción para obrar dentro de nuestras vidas y producir Su Fruto).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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