12 March 2014

El 12 de Marzo Lectura Bíblica Diaria






El 12 de marzo Lectura Bíblica Diaria:

Ezequiel 27 a 29:
El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, dedícale este canto fúnebre a Tiro, ciudad asentada junto al mar y que trafica con pueblos de muchas costas lejanas: "Así dice el Señor omnipotente: "Tú, ciudad de Tiro, pretendes ser hermosa y perfecta. Tu dominio está en alta mar, tus constructores resaltaron tu hermosura. Con pinos del monte Senir hicieron todos tus entablados. armaron tu mástil. Con encinas de Basán construyeron tus remos, y con cipreses de Chipre ensamblaron tu cubierta, la cual fue decorada con incrustaciones de marfil. Con lino bordado de Egipto hicieron tus velas, y éstas te sirvieron de bandera. telas moradas y rojas para tu toldo. Oh, Tiro, tus remeros vinieron de Sidón y de Arvad. A bordo iban tus propios timoneles, los más expertos hombres de mar. Los hábiles veteranos de Guebal repararon los daños en la nave. negociaron con tus mercancías. Hombres de Persia, Lidia y Fut militaron en tu ejército. Te adornaron con escudos y cascos; ¡sacaron a relucir tu esplendor! "Los de Arvad, junto con tu ejército, defendían los muros que te rodean, y los de Gamad estaban apostados en tus torres. A lo largo de tus muros colgaban sus escudos, haciendo resaltar tu hermosura. Era tal tu riqueza que Tarsis comerciaba contigo. A cambio de tu mercadería, ella te ofrecía plata, hierro, estaño y plomo. También Grecia, Tubal y Mésec negociaban contigo, y a cambio de tus mercancías te ofrecían esclavos y objetos de bronce. La gente de Bet Togarma te pagaba con caballos de trabajo, caballos de montar y mulos. Los habitantes de Rodas también comerciaban contigo. Concretabas negocios con muchas islas del mar, las cuales te pagaban con ébano y colmillos de marfil. Por los muchos productos que tenías, Siria comerciaba contigo y a cambio te entregaba topacio, telas teñidas de púrpura, telas bordadas, lino fino, corales y rubíes. Judá e Israel también comerciaban contigo. Te ofrecían trigo de Minit, pasteles, miel, aceite y bálsamo. Por la gran cantidad de tus productos, y por la abundancia de tu riqueza, también Damasco comerciaba contigo. Te pagaba con vino de Jelbón y lana de Sajar. A cambio de tus mercancías, los danitas y los griegos te traían de Uzal hierro forjado, canela y caña aromática. Dedán te vendía aparejos para montar. Tus clientes eran Arabia y todos los príncipes de Cedar, quienes te pagaban con corderos, carneros y chivos. También eran tus clientes los comerciantes de Sabá y Ragama. A cambio de mercancías, te entregaban oro, piedras preciosas y los mejores perfumes. Jarán, Cané, Edén y los comerciantes de Sabá, Asiria y Quilmad negociaban contigo. Para abastecer tus mercados te vendían hermosas telas, mantos de color púrpura, bordados, tapices de muchos colores y cuerdas muy bien trenzadas. Las naves de Tarsis transportaban tus mercancías. " Cargada de riquezas, navegabas en alta mar. Tus remeros te llevaron por los mares inmensos, en alta mar el viento del este te hizo pedazos. El día de tu naufragio se hundirán en el fondo del mar tu riqueza, tu mercancía y tus productos, tus marineros y tus timoneles, los que reparan tus naves y tus comerciantes, tus soldados y toda tu tripulación. Al grito de tus timoneles temblarán las costas. Todos los remeros abandonarán las naves; marineros y timoneles bajarán a tierra. Por ti levantarán la voz y llorarán con amargura; se echarán ceniza sobre la cabeza, y se revolcarán en ella. Por tu culpa se raparán la cabeza, y se vestirán de luto. Llorarán por ti con gran amargura, y con angustiosos gemidos. Entonarán sentidos lamentos, y en tono de amarga queja dirán: ‘¿Quién en medio de los mares podía compararse a Tiro? Cuando desembarcaban tus productos muchas naciones quedaban satisfechas. Con tus muchas riquezas y mercancías, enriquecías a los reyes de la tierra. Pero ahora el mar te ha hecho pedazos, ¡yaces en lo profundo de las aguas! se hundieron contigo. Por ti están horrorizados todos los habitantes de las costas; sus reyes tiemblan de miedo, y en su rostro se dibuja el terror. Atónitos se han quedado los comerciantes de otros países; ¡tu fin ha llegado!, ¡nunca más volverás a existir! " El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, adviértele al rey de Tiro que así dice el Señor omnipotente: "En la intimidad de tu arrogancia dijiste: ‘Yo soy un dios. sentado en un trono de dioses. ¡Pero tú no eres un dios, aunque te creas que lo eres! ¡Tú eres un simple mortal! ¿Acaso eres más sabio que Daniel? ¿Acaso conoces todos los secretos? Con tu sabiduría y tu inteligencia has acumulado muchas riquezas, y en tus cofres has amontonado mucho oro y mucha plata. Eres muy hábil para el comercio; por eso te has hecho muy rico. te has vuelto muy arrogante. Por eso, así dice el Señor omnipotente: " Ya que pretendes ser tan sabio como un dios, haré que vengan extranjeros contra ti, los más feroces de las naciones: desenvainarán la espada contra tu hermosura y sabiduría, y profanarán tu esplendor. Te hundirán en la fosa, y en alta mar sufrirás una muerte violenta. Y aun así, en presencia de tus verdugos, ¿te atreverás a decir: ¡Soy un dios!? ¡Pues en manos de tus asesinos no serás un dios sino un simple mortal! Sufrirás a manos de extranjeros la muerte de los incircuncisos, porque yo lo he dicho. Lo afirma el Señor omnipotente." El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, entona una elegía al rey de Tiro y adviértele que así dice el Señor omnipotente: "Eras un modelo de perfección, lleno de sabiduría y de hermosura perfecta. Estabas en Edén, en el jardín de Dios, adornado con toda clase de piedras preciosas: rubí, crisólito, jade, topacio, cornalina, jaspe, zafiro, granate y esmeralda. Tus joyas y encajes estaban cubiertos de oro, y especialmente preparados para ti desde el día en que fuiste creado. Fuiste elegido querubín protector, porque yo así lo dispuse. Estabas en el santo monte de Dios, y caminabas sobre piedras de fuego. Desde el día en que fuiste creado tu conducta fue irreprochable, hasta que la maldad halló cabida en ti. Por la abundancia de tu comercio, te llenaste de violencia, y pecaste. Por eso te expulsé del monte de Dios, como a un objeto profano. A ti, querubín protector, te borré de entre las piedras de fuego. A causa de tu hermosura te llenaste de orgullo. A causa de tu esplendor, corrompiste tu sabiduría. Por eso te arrojé por tierra, y delante de los reyes te expuse al ridículo. Has profanado tus santuarios, por la gran cantidad de tus pecados, ¡por tu comercio corrupto! un fuego que te devorara. te eché por tierra y te reduje a cenizas. Al verte, han quedado espantadas todas las naciones que te conocen. Has llegado a un final terrible, y ya no volverás a existir." El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, encara a Sidón y profetiza contra ella. Adviértele que así dice el Señor omnipotente: "Aquí estoy, Sidón, para acusarte y para ser glorificado en ti. Cuando traiga sobre ti un justo castigo, y manifieste sobre ti mi santidad, se sabrá que yo soy el Señor. Mandaré contra ti una peste, y por tus calles correrá la sangre; por la espada que ataca por todos lados los heridos caerán en tus calles, y se sabrá que yo soy el Señor. Los israelitas no volverán a sufrir el desprecio de sus vecinos, que duele como aguijones y punza como espinas, ¡y se sabrá que yo soy el Señor! "Así dice el Señor omnipotente: Cuando yo reúna al pueblo de Israel de entre las naciones donde se encuentra disperso, le mostraré mi santidad en presencia de todas las naciones. Entonces Israel vivirá en su propio país, el mismo que le di a mi siervo Jacob. Allí vivirán seguros, y se construirán casas y plantarán viñedos, porque yo ejecutaré un justo castigo sobre los vecinos que desprecian al pueblo de Israel. ¡y se sabrá que yo soy el Señor su Dios! " A los doce días del mes décimo del año décimo, el Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, encara al faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra todo Egipto. Adviértele que así dice el Señor omnipotente: "A ti, Faraón, rey de Egipto, gran monstruo que yaces en el cauce de tus ríos, que dices: ‘El Nilo es mío, el Nilo es mi creación, ¡te declaro que estoy en tu contra! Te pondré garfios en las mandíbulas, y haré que los peces del río se te peguen a las escamas. te sacaré de la corriente. Te abandonaré a tu suerte en el desierto, junto con todos los peces de tu río. Caerás en campo abierto, y no serás recogido ni enterrado. te las daré como alimento. Entonces todos los habitantes de Egipto sabrán que yo soy el Señor. más que un bastón de caña. Cuando se agarraron de tu mano, te quebraste, y les desgarraste las manos; cuando en ti se apoyaron te rompiste, y sus espaldas se estremecieron. "Por eso, así dice el Señor omnipotente: Contra ti traeré la espada, y haré que mate a hombres y animales. La tierra de Egipto se convertirá en desolación. Entonces sabrán que yo soy el Señor. Tú dijiste: ‘El Nilo es mío, el Nilo es mi creación. Por eso me declaro en contra tuya y en contra de tus ríos. Desde Migdol hasta Asuán, y hasta la frontera con Etiopía, convertiré a la tierra de Egipto en ruina y desolación total. Durante cuarenta años quedará completamente deshabitada, y ni hombres ni animales pasarán por allí. Haré de Egipto la más desolada de todas las tierras, y durante cuarenta años sus ciudades quedarán en ruinas y en medio de gran desolación. Yo dispersaré a los egipcios entre las naciones, y los esparciré por los países. "Así dice el Señor omnipotente: Al cabo de los cuarenta años reuniré a los egipcios de entre los pueblos donde fueron dispersados. Cambiaré la suerte de Egipto y los haré volver a Patros, tierra de sus antepasados. Allí formarán un reino humilde. Será el reino de menor importancia, y nunca podrá levantarse por encima de las demás naciones. Yo mismo los haré tan pequeños que no podrán dominar a las otras naciones. El pueblo de Israel no confiará más en Egipto. Al contrario, será Egipto quien les sirva para recordar el pecado que cometieron los israelitas al seguirlo. Así sabrán que yo soy el Señor. " El día primero del mes primero del año veintisiete, el Señor me dirigió la palabra: "Toma en cuenta, hijo de hombre, que el rey de Babilonia, Nabucodonosor, y su ejército llevaron a cabo una gran campaña contra Tiro. Todos ellos quedaron con la cabeza rapada y con llagas en la espalda. Pero, a pesar del tremendo esfuerzo, ni él ni su ejército sacaron provecho alguno de la campaña emprendida contra Tiro. Por eso, así dice el Señor omnipotente: Pondré a Egipto en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien se apoderará de sus riquezas, saqueará sus despojos, y se llevará el botín que servirá de recompensa para su ejército. Al rey de Babilonia le entregaré Egipto como recompensa por lo que hizo contra Tiro, porque ellos lo hicieron por mí. Lo afirma el Señor omnipotente. "En aquel día acrecentaré la fuerza del pueblo de Israel, y entonces tú, Ezequiel, les hablarás con libertad. Entonces sabrán que yo soy el Señor."


Salmos 90 Nueva Versión Internacional:
Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación. Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios. Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, cuando dices: "¡Vuélvanse al polvo, mortales!" Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó; son como unas cuantas horas de la noche. Arrasas a los mortales. Son como un sueño. Nacen por la mañana, como la hierba que al amanecer brota lozana y por la noche ya está marchita y seca. Tu ira en verdad nos consume, tu indignación nos aterra. Ante ti has puesto nuestras iniquidades; a la luz de tu presencia, nuestros pecados secretos. Por causa de tu ira se nos va la vida entera; se esfuman nuestros años como un suspiro. Algunos llegamos hasta los setenta años, quizás alcancemos hasta los ochenta, si las fuerzas nos acompañan. Tantos años de vida, sin embargo, sólo traen pesadas cargas y calamidades: pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros. ¿Quién puede comprender el furor de tu enojo? ¡Tu ira es tan grande como el temor que se te debe! Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría. ¿Cuándo, Señor, te volverás hacia nosotros? ¡Compadécete ya de tus siervos! Sácianos de tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría. Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría! ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes! Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.


Proverbios 24 Nueva Versión Internacional:
No envidies a los malvados, ni procures su compañía; porque en su corazón traman violencia, y no hablan más que de cometer fechorías. Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros. El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta su fuerza. La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros. La sabiduría no está al alcance del necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir. Al que hace planes malvados lo llamarán intrigante. Las intrigas del necio son pecado, y todos aborrecen a los insolentes. Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza. Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. Pues aunque digas, "Yo no lo sabía", ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones! Come la miel, hijo mío, que es deliciosa; dulce al paladar es la miel del panal. Así de dulce sea la sabiduría a tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que no será destruida. No aceches cual malvado la casa del justo, ni arrases el lugar donde habita; porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia. No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo. No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los impíos, porque el malvado no tiene porvenir; ¡la lámpara del impío se apagará! 30 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey, y no te juntes con los rebeldes, porque de los dos recibirás un castigo repentino ¡y quién sabe qué calamidades puedan venir! También éstos son dichos de los sabios: No es correcto ser parcial en el juicio. Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones, a quien declare inocente al culpable. Pero bien vistos serán, y bendecidos, los que condenen al culpable. Una respuesta sincera es como un beso en los labios. Prepara primero tus faenas de cultivo y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye tu casa. No testifiques sin razón contra tu prójimo, ni mientas con tus labios. No digas: "Le haré lo mismo que me hizo; le pagaré con la misma moneda." Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio. Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en ruinas. Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez, como un hombre armado!


El Libro de Los Hechos Capítulo 22 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 22
(60 d.C.)
LA DEFENSA DE PABLO
VARONES Hermanos y Padres (manifiesta el comienzo del discurso final de Pablo a Israel, por lo menos lo que está registrado, culminaría el día siguiente con el Sanedrín), oíd la razón que ahora os doy (expresa algunas de las más grandes palabras que jamás escucharían, Pablo era el instrumento, pero el Espíritu Santo era el orador).
2 (Y cuando oyeron que les hablaba en lengua Hebrea, guardaron más silencio: Y dijo,)
3 Yo de cierto soy Judío, nacido en Tarso de Cilicia, mas criado en esta ciudad a los pies de Gamaliel (automáticamente le dio a Pablo credibilidad), enseñado conforme a la verdad de la Ley de la Patria, celoso de Dios, como todos vosotros sois hoy (todo esto significa que Pablo era un Erudito en la Ley Mosaica).
4 Que he perseguido este Camino (el Camino del Señor Jesucristo) hasta la muerte (la persecución de los Creyentes causó la muerte de algunos), prendiendo y entregando en cárceles hombres y mujeres (indica que no demostró misericordia alguna).
5 Como también el Sumo Sacerdote me es testigo, y todos los Ancianos (aunque esto pasó aproximadamente veinticinco años antes, sin duda, estaban allí ciertos Líderes Judíos que sabían de lo que él hablaba): de los cuales también tomando letras a los Hermanos (Hch. 9:1-2), iba a Damasco para traer presos a Jerusalén aun a los que estuviesen allí (los seguidores de Cristo), para que fuesen castigados.
LA CONVERSIÓN
6 Mas aconteció que yendo yo, y llegando cerca de Damasco, como a medio día (un día que Pablo nunca olvidaría), de repente me rodeó mucha luz del Cielo (lo describiría más tarde como más resplandeciente que el Sol del mediodía [Hch. 26:13]).
7 Y caí en el suelo (derribado por el Poder de Dios), y oí una Voz que me decía, Saulo, Saulo, ¿por qué Me persigues? (Cuando nos oponemos a aquellos que realmente le pertenecen al Señor, y me refiero a oponerse a su Justicia, nos oponemos al mismo tiempo a Dios.)
8 Yo entonces respondí, ¿Quién eres, Señor? (Pablo sabía que era la Deidad a Quien él le hablaba.) Y me dijo, Yo soy Jesús de Nazaret, a quién tú persigues (describe al Señor usando el mismo Nombre tan odiado por Pablo).
9 Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron (nos dice que todo el Testimonio de Pablo podría ser confirmado por testigos); mas no oyeron la Voz del que hablaba conmigo (debiera haberse traducido, "no oyeron lo que dijo la Voz, sólo oyeron el sonido").
10 Y dije, ¿Qué haré, Señor? (En este momento, Pablo aceptó a Cristo como su Señor y Salvador.) Y el Señor me dijo, Levántate, y ve a Damasco, y allí te será dicho todo lo que te está señalado hacer (declara el Plan de Dios para la vida de Pablo y el Ministerio).
11 Y cuando yo no viese por causa del Resplandor de aquella Luz (la Luz resplandeciente de Cristo era tan brillante que dejó a Pablo ciego), llevado de la mano por los que estaban conmigo, vine a Damasco (Pablo entra a la ciudad en una actitud completamente diferente a la de antes).
12 Entonces un Ananías, varón piadoso conforme a la Ley, que tenía buen testimonio de todos los Judíos que allí moraban (era un seguidor de Cristo, pero era también amado y respetado por los Judíos quienes no eran amistosos con Cristo),
13 Viniendo a mí, y acercándose, me dijo, Hermano Saulo (se refería a él de esta manera porque Pablo ya era salvo), recibe la vista (fue sanado de inmediato, y parece que en aquel mismo momento fue Bautizado con el Espíritu Santo, con la evidencia de hablar en otras Lenguas [Hch. 9:17]). Y yo en aquella hora le miré (Hch. 9:18 dice, "le cayeron de sus ojos como escamas").
14 Y él dijo, El Dios de nuestros Padres te ha predestinado (Pablo fue escogido por el Señor para desempeñar cierta tarea) para que conocieses Su Voluntad (lo que el Señor deseaba, no lo que Pablo deseaba), y vieses a aquel Justo (Jesucristo ha de ser el punto focal de todas las cosas), y oyeses la Voz de Su Boca (con esto Pablo llegó a ser un testigo de Su Resurrección a la misma altura que aquéllos que lo vieron vivo antes de Su Ascensión).
15 Porque has de ser testigo Suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído (se refiere a Su Gran Comisión para llevar el Evangelio al mundo de esa época).
16 Ahora pues, ¿por qué te detienes? (En esencia, se refiere a Ananías que le decía a Pablo que era tiempo de comenzar.) Levántate, y Bautízate, y lava tus pecados (se refiere a que se realiza una acción del presente a causa de una acción pasada; fue Bautizado en agua porque sus pecados ya habían sido lavados por la Sangre de Jesús), invocando Su Nombre (sus pecados son lavados cuando usted clama el Nombre del Señor).
LOS GENTILES
17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén (corresponde a Hch. 9:26), que orando en el Templo, fui arrebatado fuera de mí (se refiere a su gran respeto al Templo, y al mismo tiempo refuta la acusación de algunos Judíos de que él contaminaría el Templo);
18 Y Le vi (a Jesús) que me decía, Date prisa, y sal de inmediato fuera de Jerusalén (manifiesta al Señor que una vez más acusó a esta ciudad, Su ciudad, mas ya en total rebelión contra Él); porque no recibirán tu testimonio de mí (no sólo rechazaron el Mensaje de Cristo, sino que matarían a Pablo también si se les diera la oportunidad).
19 Y yo dije, Señor, ellos saben que yo encerraba en cárcel, y hería por las Sinagogas a los que creían en Ti:
20 Y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo (sin duda, este acontecimiento tuvo un efecto profundo en Pablo), yo también estaba presente, y consentía a su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban (comprometía a Pablo como cómplice en la muerte de este hombre).
21 Y (Jesús) me dijo, Ve, porque Yo te tengo que enviar lejos a los Gentiles (era la vocación principal de Pablo, eso fue lo que le dijo Ananías en el momento de su conversión [Hch. 9:15]).
22 Y le oyeron hasta esta palabra (se refiere a la palabra "Gentiles"), entonces alzaron la voz, diciendo, Quita de la Tierra a un tal hombre: porque no conviene que viva (esta gente afirmaban que se basaban en Las Escrituras para reclamar la vida de Pablo).
23 Y dando ellos voces, y arrojando sus ropas y echando polvo al aire (describe su cólera),
24 Mandó el tribuno que le llevasen a la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes (la forma más terrible de tortura); para saber por qué causa clamaban así contra él (considerando que Pablo hablaba en Hebreo, el Comandante Romano poco entendía lo que ocurría).
UN CIUDADANO ROMANO
25 Y como le ataron con correas (se alistaban ya para azotarlo y atormentarlo), Pablo dijo al centurión que estaba presente, ¿Os es lícito azotar a un hombre Romano sin ser condenado? (Pablo no se iba a retraer de la tortura si se trataba directamente con el Nombre de Jesús, pero la eludía en silencio y con mucha dignidad cuando era por ignorancia de los oficiales.)
26 Y cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al Comandante, diciendo, ¿Qué vas a hacer? porque este hombre es Romano (Roma protegía los derechos de los ciudadanos Romanos como algo sagrado).
27 Y viniendo el Tribuno, le dijo, Dime, ¿eres tú Romano? Y él dijo, Sí (en realidad, el Comandante Principal violaba la Ley con sólo atar a Pablo).
28 Y respondió el Comandante, Yo con una gran suma alcancé esta ciudadanía (indica una de las maneras en que se podía obtener la ciudadanía Romana). Entonces Pablo dijo, Pero yo lo soy de nacimiento (Pablo era ciudadano Romano de nacimiento, ya sea por algún servicio que su familia desempeñó para Roma, o por haber residido en la ciudad de Tarso).
29 Así que, luego (de inmediato) se apartaron de él los que le habían de atormentar (se refiere a aquellos que iban a azotar a Pablo, rápido se retiraron): y aun el Comandante también tuvo temor, entendido que era Romano, por haberle atado.
30 Y al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por qué era acusado de los Judíos, le soltó de las prisiones (ya no lo sujetaron, pero al mismo tiempo estuvo bajo custodia por si acaso el Comandante necesitara alguna información), y mandó venir a los Principales Sacerdotes, y a todo su Concilio (el Sanedrín Judío, el Consejo Judío superior, y el cuerpo gobernante Civil y Religioso), y sacando a Pablo, le presentó delante de ellos.


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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