29 December 2012

El 29 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria



El 29 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria:

Génesis 27 a 29:



CAPÍTULO 27
(1760 a.C.)
LA BENDICIÓN ROBADA

     1 y ACONTECIÓ que cuando hubo Isaac envejecido, y sus ojos se ofuscaron quedando sin vista (como la oscuridad física, también hay oscuridad espiritual), llamó a Esaú, su hijo mayor (mayor que Jacob por sólo pocos minutos; porque eran mellizos, pero totalmente distintos tanto en apariencia como en carácter), y le dijo:  Mi hijo. Y él respondió:  Heme aquí.
     2 Y él dijo:  He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte (realmente, pasarían muchos años antes que muriera Isaac).
     3 Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y cázame carne de venado (Esaú vendió su primogenitura por un potaje; ¡su padre estaba preparado para dársela por un plato de carne! Williams dice: «¡Un cuadro humillante del varón de Dios bajo el poder de su baja naturaleza sensual!»);
     4 Y hazme un guisado, como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que te bendiga mi alma antes que muera. (Esta sería la bendición de la primogenitura; en el nacimiento de Jacob a Isaac le fue dicho por Dios que Jacob iba a poseer la primogenitura. ¡Pero aun él ignora esta Palabra del SEÑOR, y sigue en su determinación de dar la primogenitura a Esaú, a pesar de que Esaú no conocía al SEÑOR en absoluto!)
     5 Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para coger la caza que había de traer. (Rebeca, al escuchar las intenciones de Isaac, procede ahora a arreglar los asuntos por sí misma; por consiguiente, se desvía de la senda de la Fe.)
     6 Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo:  He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo (la historia de Jacob es un Tesoro de instrucción espiritual para el pueblo de Dios; Jacob como ningún otro simboliza el proceso de Santificación; y lo simboliza tan bien, porque él es una ilustración triste del poder destructor de la naturaleza caída del hombre).
     7 Tráeme caza, y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga delante del SEÑOR antes que yo muera.
     8 Ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando (Rebeca trama para conseguirle a Jacob la primogenitura, igual como Sara maquinó para darle a Abraham un hijo; ambas estaban en camino de hacer su propia voluntad).
     9 Vé ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos vianda para tu padre, como a él le gusta (como veremos, la historia de Jacob, enseña la lección que la voluntad natural es tan renuente a aprender, que al planificar por sí misma en lugar de descansar en la Mano de Dios trae tristeza);
    10 Y tú la llevarás a tu padre, y comerá, para que te bendiga antes de su muerte (para obtener la primogenitura con engaño).
    11 Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre muy velludo, y yo lampiño (el engaño comienza en serio).
    12 Quizá a mi padre le da por tocarme y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. (Esta historia, también enseña la lección, que la voluntad natural no está dispuesta a aprender, y al hacer los planes por sí sola en vez de descansar en la Mano de Dios trae pena.)
    13 Y su madre respondió:  Hijo mío, sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz, y ve y tráemelos. (Abraham y Sara intentaron engañar a Faraón; Isaac y Rebeca intentaron engañar a Abimelec; Jacob y Rebeca intentaron engañar a Isaac. Así es la senda de la terquedad.)
    14 Entonces él fue, y tomó, y los trajo (dos cabritos de las cabras) a su madre; y su madre hizo un buen guisado, como a su padre le gustaba.
    15 Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, la mejor ropa que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor;
    16 Y le hizo vestir sobre sus manos y sobre del cuello donde no tenía vello, las pieles de los cabritos de las cabras;
    17 Y entregó el guisado y el pan que había preparado, en mano de Jacob, su hijo (todo esto es una descripción perfecta de actuar en la carne; lo cual nunca agrada a Dios [Rom. 8:8]).
    18 Y él fue a su padre, y dijo: Padre mío; y él respondió:  Heme aquí, ¿quién eres, hijo mío?
    19 Y Jacob dijo a su padre:  Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste; Levántate ahora, y siéntate y come de mi caza, para que me bendiga tu alma (Jacob miente a su padre, con lo que nunca está de acuerdo Dios).
    20 Entonces Isaac dijo a su hijo:  ¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? Y él respondió:  Porque el SEÑOR tu Dios hizo que se encontrase delante de mí (el pecado del Creyente es peor que el pecado del incrédulo, simplemente porque está involucrando a Dios en ese pecado; de ese modo, la blasfemia se agrega a la desobediencia).
    21 E Isaac dijo a Jacob:  Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, a ver si realmente eres o no mi hijo Esaú. (Henry dice:  «Es una de esas medidas torcidas que muchas veces se adoptan para lograr la Promesa Divina; así como si el fin se justificara, o por lo menos excusara el medio.»)
    22 Y se llegó Jacob a su padre Isaac; y él (Isaac) le palpó (a Jacob), y dijo:  La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú (todo era un engaño).
    23 Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas, como las de su hermano Esaú; y le bendijo. (Isaac y Rebeca estaban equivocados).
    24 Y dijo:  ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y él respondió:  Yo soy.
    25 Y dijo:  Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que te bendiga mi alma; y él se la acercó, y comió; le trajo también vino, y bebió.
    26 Y le dijo Isaac su padre:  Acércate ahora, y bésame, hijo mío.
    27 Y él se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, y dijo:  Mira, el olor de mi hijo como el olor del campo que el SEÑOR ha bendecido;
    28 Dios, pues, que te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la Tierra, y abundancia de trigo y de mosto.  (En la historia de Jacob sobresalen dos puntos importantes — el propósito de Dios de la Gracia, y, la obstinación que conspira y confabula para alcanzar lo que aquel propósito infaliblemente hubiera realizado sin engaño absoluto.)
    29 Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a ti; Sé SEÑOR de tus hermanos e inclínense a ti los hijos de tu madre; malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren. (Esta porción de la Bendición señala a Cristo, Quien estaría en el linaje de Jacob. Dios no necesitaba tales elementos como la astucia de Rebeca y el engaño atrevido de Jacob para lograr Su Propósito. Él había dicho: «El mayor servirá al menor.» Esto fue suficiente — suficiente para la Fe, pero no para la obstinación, que siempre tiene que adoptar sus propios métodos y, como se dijo, no saber lo que es esperar en Dios.)

el engaÑo descubierto

    30 Y aconteció, luego que hubo Isaac acabado de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de delante de Isaac su padre, que Esaú su hermano vino de su caza.
    31 E hizo él también guisados, y trajo a su padre, y le dijo:  Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga tu alma (aunque Jacob intentó obtener la primogenitura tratando que Esaú se la vendiera, aquí es obvio que Esaú no se daba cuenta de lo que había pasado [25:27-34]).
    32 Entonces Isaac su padre le dijo:  ¿Quién eres tú? Y él dijo:  Yo soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. (Esaú representa a aquéllos en la Iglesia que caminan en la senda que ellos mismos se forjan. Jacob representa a aquéllos que conocen la senda de la Fe, pero que la abandonan sufriendo luego por eso. Isaac representa a aquéllos que están en posición de liderazgo, y conocen muy poco de lo que agrada a Dios y que darían la primogenitura al Diablo en lugar de Cristo.)
    33 Y se estremeció Isaac con grande estremecimiento (se estremeció por lo que casi hizo al dar la primogenitura a Esaú, sabiendo que Dios le había dicho en el nacimiento de Jacob que éste poseería la primogenitura; él tiembla enormemente bajo un justo temor; que le trae de vuelta a la senda de la Fe, y sale de la obstinación a la dignidad), y dijo:  ¿Quién es el que vino aquí, que tomó caza, y me la trajo, y comí de todo antes que vinieses? Y yo le bendije, y será bendito («la voluntad de la carne» hizo a Isaac desear la bendición para Esaú, pero al fin y al cabo la Fe conquistó [Heb. 11:20], y él clama con respecto a Jacob: «Yo le bendije, y será bendito»).

REMORDIMIENTO DE ESAÚ

    34 Y cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo:  Bendíceme también a mí, padre mío (Esaú quería la porción material de la bendición, pero no tenía respeto alguno por la porción espiritual; lamentablemente, la mayoría en la Iglesia moderna sigue la misma senda de las posesiones materiales; así lo dijo Jesús [Apoc. 3:17]).
    35 Y él (Isaac) dijo:  Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición (la primogenitura normalmente le pertenecía al primogénito, que es lo que Esaú reclama aquí; sin embargo, el SEÑOR se la había prometido a Jacob [25:23]; pero, de ningún modo daba a Jacob el derecho de practicar el engaño).
    36 Y él (Esaú) respondió:  Bien llamaron su nombre Jacob, que ya me ha suplantado dos veces;  me quitó mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo:  ¿No has guardado bendición para mí? (En primer lugar, la «bendición» acompañaba la «primogenitura.» Además, solamente un hijo podía heredar los privilegios espirituales de la primogenitura, y el dominio temporal que la acompañaba.)
        37 E Isaac respondió y dijo a Esaú:  He aquí yo le he puesto por SEÑOR tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? (En otras palabras, ¡no hay más bendición! Toda Bendición viene en y por medio de Cristo y lo que Él hizo en la Cruz, ¡y Esaú no la tomaba en serio! ¡Millones quieren la bendición, pero no quieren a Cristo! Eso no puede ser.)
    38 Y Esaú respondió a su padre:  ¿No tienes más que una bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz y lloró (sin embargo, repetimos que, su remordimiento no fue por la verdadera bendición, sino solamente por los beneficios materiales).
    39 Entonces Isaac su padre habló y le dijo:  He aquí, será tu habitación en grosuras de la Tierra, y del rocío de los cielos de arriba (la mayoría de los Expositores consideran que la preposición «en» debiera traducirse «aparte de» diciendo así, «He aquí, tu habitación será aparte de las grosuras de la Tierra, y lejos del rocío de los cielos de arriba, y por tu espada vivirás»).
    40 Y por tu espada vivirás (han sido, y son, un pueblo violento), y a tu hermano servirás (los Edomitas eran descendientes de Esaú y sirvieron a Israel por casi 900 años); y sucederá cuando te fortalezcas, que  descargarás su yugo de tu cerviz (en los primeros días de Joram y después de Acaz, se rebeló Edom y recobró su libertad, exactamente como lo había profetizado Isaac; por lo tanto, en realidad, no hay bendición para Esaú, como no puede haber bendición para los que deshonran a Cristo y el precio que Él pagó por la redención del hombre).

JACOB ESCAPA DE ESAÚ

    41 Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que le había bendecido (a pesar del engaño, Esaú no tenía motivo para odiar a Jacob; él conocía que la profecía le había dado la primogenitura a Jacob; además, el sabía que su modo de vivir libertino no merecía tal; él no tenía deseo de ser el Sacerdote de la familia, por tanto, no tenía deseo por las cosas de Dios en absoluto; entonces su odio fue incitado por su impiedad, no por algún mal imaginado) y Esaú dijo en su corazón:  Llegarán los días de luto de mi padre, y yo mataré a Jacob mi hermano (la carne siempre intenta matar lo que es del Espíritu).
    42 Y fueron dichas a Rebeca las palabras de Esaú su hijo mayor; y ella envió y llamó a Jacob su hijo menor, y le dijo:  He aquí Esaú tu hermano se consuela acerca de ti con la idea de matarte. (Jacob mismo era una ilustración triste del poder destructivo de la naturaleza caída del hombre. Sin embargo, él amaba genuinamente al SEÑOR, y verdaderamente deseaba las cosas del SEÑOR. Él sólo intentaba obtenerlas de una manera incorrecta.)
    43 Ahora pues, hijo mío, obedece mi voz; levántate, y húyete a Labán mi hermano, a Jarán (ahora, los frutos amargos del pecado salen a la superficie);
    44 Y mora con él algunos días, hasta que el enojo de tu hermano se mitigue (esos «algunos días» se convertirían en veinte años; por tanto, Jacob jamás vuelve a ver a su madre);
    45 Hasta que se aplaque la ira de tu hermano contra ti, y se olvide de lo que le has hecho; Yo enviaré entonces, y te traeré de allá; ¿Por qué seré privada de vosotros ambos en un día?
    46 Y dijo Rebeca a Isaac:  Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, de las hijas de la tierra, ¿para qué quiero la vida? (Sin duda Rebeca estaba preocupada acerca de «las hijas de la tierra,» y ninguna de ellas sería una esposa adecuada para Jacob; sin embargo, el motivo principal en este momento de enviar a Jacob no fue lo que ella le dijo a Isaac, sino más bien porque ella temía por la vida de Jacob debido a la ira de Esaú.
    De este Capítulo, aprendemos lo que es en realidad un profano, incluso como el Espíritu Santo describe a Esaú [Heb. 12:16]. Es alguien que le gusta estar asido de ambos mundos, que le gusta disfrutar del presente sin abandonar sus derechos al futuro. Es la persona que intenta manipular a Dios, en lugar de que Dios lo use.)

CAPÍTULO 28
(1760 a.C.)
JACOB

     1 eNTONCES Isaac llamó a Jacob, y lo bendijo, y le mandó diciendo: No tomes mujer de las hijas de Canaán (no era la Voluntad de Dios que Esaú o Jacob se casaran con «las hijas de la tierra», sino que ahora que Jacob era el recipiente de la Bendición, por consiguiente, el escogido con respecto a la primogenitura, que tenía que ver con el Redentor venidero al mundo, era imperativo que él no se casara con una de las doncellas Cananitas, como lo había hecho su hermano Esaú; el linaje de ellas era del linaje maldecido de Canaán; en cambio, él debía tomar una esposa de una de las hijas de Labán, hermano de su madre).
     2 Levántate, vé a Padán Aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre (ahora tenemos el principio del trato especial de Dios con Jacob; y comienza la «formación de un hombre»).
     3 Y el Dios Omnipotente te bendiga, y te haga fructificar, y te multiplique, hasta venir a ser multitud de pueblos (el apelativo «Dios Omnipotente» significa «El Shaddái», promesa de protección y comunión»);
     4 Y te dé la Bendición de Abraham, y a tu simiente contigo, para que heredes la tierra de tus peregrinaciones, que Dios dio a Abraham (Pablo habló de la «Bendición de Abraham» [Gál. 3:14]; que significa «Justificación por Fe»; se refiere al pecador que cree y así es justificado delante de Dios por simplemente tener Fe en Cristo y lo que Él hizo en la Cruz por nosotros).
     5 Así envió Isaac a Jacob, el cual fue a Padán Aram, a Labán, hijo de Betuel Arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y Esaú (ahora parece que Isaac por completo ha vuelto al sendero de la Fe; ya no hay intento de sustituir a Esaú por Jacob, ni de menguar los privilegios del último, sino que con abundante alegría, él bendice al hijo menor, y le confirma en la posesión de toda la Bendición Abrahámica).
     6 Y vio Esaú como Isaac había bendecido a Jacob, y le había enviado a Padán Aram, para tomar para sí mujer de allí; y que cuando le bendijo, le había mandado, diciendo: No tomarás mujer de las hijas de Canaán (Esaú, no conociendo nada del camino de Fe, concluye erróneamente que el motivo por el cual Isaac le dio a Jacob la bendición es porque él [Esaú] se había casado con mujeres Cananitas);
     7 Y que Jacob había obedecido a su padre y a su madre, y se había ido a Padán Aram (la «obediencia» de Jacob mencionada aquí era lo contrario tocante a Esaú).
     8 Vio asimismo Esaú que las hijas de Canaán parecían mal a Isaac su padre;
     9 Y se fue Esaú a Ismael, y tomó para sí por mujer a Majalat, hija de Ismael, hijo de Abraham, hermana de Nebayot, además de sus otras mujeres. (Ahora, Ismael había muerto hacía varios años, por lo tanto se refiere a Esaú yendo a la familia de Ismael. La verdad es, que Ismael no era más apto para ser aceptado que las hijas de Canaán. Él fue rechazado mucho tiempo atrás por el Espíritu Santo y había sido expulsado de la familia de Abraham. Esto representa a cualquier Creyente que no entiende el verdadero camino de la Fe e intenta fundar su caso sobre las obras de la carne. Y, si el Creyente no entiende la Cruz, sin duda, recurrirá a la carne.)

LA VISIÓN DE JACOB

    10 Y salió Jacob de Berseba, y fue a Jarán (Jacob está solo, pero como veremos, Dios y todos los Santos Ángeles aún están con él).
    11 Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel lugar y se la puso por su cabecera, y se acostó en aquel lugar (el «sueño» representa el cese de su actividad personal y el comienzo de la actividad Personal de Dios; Jacob tiene mucho que aprender, y eso comenzará aquí).
    12 Y soñó, y he aquí una escalera que estaba apoyada en Tierra, y su cabeza tocaba en el Cielo; y he aquí Ángeles de Dios que subían y descendían por ella (en cierto sentido, la «escalera» representa a Cristo; Él es el único Camino al Cielo; Él se refirió a esto al comienzo de Su Ministerio [Jn. 1:51]).
    13 Y he aquí, el SEÑOR estaba en lo alto de ella, el cual dijo:  Yo soy el SEÑOR, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu simiente (las palabras «en lo alto de ella» en el Hebreo original debiera realmente leerse «junto a él»; por medio de ella no sólo descendían los Ángeles a él, sino Dios Mismo descendió en esta escalera de gloria y se puso de pie junto a él; el Patriarca, destituido y con una piedra como almohada, teniendo que literalmente a la fuerza salir de esta tierra, ahora el SEÑOR le dice esto: «A ti y a tu descendencia daré esta tierra;» sólo por Fe podría aceptar tal Promesa).
    14 Y será tu simiente como el polvo de la Tierra, y te extenderás al occidente, y al oriente, y al norte, y al sur; y todas las familias de la Tierra serán benditas en ti y en tu simiente (todo esto habla de Cristo, Quien Solo es la Bendición; Su Evangelio por medio de la Cruz, irá y ha ido, al mundo entero).
    15 Y he aquí, Yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y te volveré a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya cumplido lo que te he dicho (el SEÑOR dijo a Jacob: 1. Estoy contigo; 2. Te guardaré; 3. Te traeré de nuevo a esta tierra; y 4. No te dejaré, hasta que haya cumplido todo lo que te he dicho; ¡estas mismas Promesas son para nosotros también!).

EL JURAMENTO DE JACOB

    16 Y despertó Jacob de su sueño, y dijo:  Ciertamente el SEÑOR está en este lugar, y yo no lo sabía (por primera vez, el SEÑOR se revela a Jacob; esta es precisamente la noche en que Jacob fue «nacido de lo alto»; todo esto nos dice que todas las esperanzas de la carne tienen que morir antes de que el Espíritu nos pueda ser propiamente revelado).
    17 Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que Casa de Dios, y Puerta del Cielo (pudiera traducirse: «¡Cuán asombroso es este lugar!»; la «Puerta al Cielo» es Jesucristo).
    18 Y se levantó Jacob muy de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por pilar, y derramó aceite encima de ella (la «piedra» es un Tipo de Cristo, con el «aceite» como símbolo del Espíritu Santo; sin duda, él fue inspirado por el SEÑOR para hacer esto).
    19 Y llamó el nombre de aquel lugar Betel, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero («Betel» significa «Casa de Dios»; «Luz» significa «separación»; el SEÑOR puede cambiar «Luz» a una «Casa de Dios», sólo cuando el Creyente se separa del mundo).
    20 E hizo Jacob voto (el primer voto de que se habla en la Biblia), diciendo:  Si fuere Dios conmigo (debiera leerse: «Puesto que Dios está conmigo»), y me guarda en este viaje que voy, y me da pan para comer y vestido para vestir,
    21 Y si vuelvo en paz a casa de mi padre (libre de las amenazas vengativas de Esaú); el SEÑOR será mi Dios,
    22 Y esta piedra (que representa a Cristo), que he puesto por pilar, será Casa de Dios (todo esto prepara la escena para que el Espíritu Santo haga del Creyente Su Santuario; todo fue hecho posible por la Cruz [Jn. 14:16-20]); y de todo lo que me des, el diezmo lo he de apartar para ti. (Obviamente significa que Jacob dio el diezmo de sus vastos rebaños de ovejas y ganado al SEÑOR como un Sacrificio. Si de hecho, ese fue el caso, ahora hallamos que Jacob ofrece Sacrificios hasta el grado como ningún otro. Si el diezmo que proponemos dar al SEÑOR no ayuda para llevar el gran Mensaje de «Jesucristo y Él Crucificado» [I Cor. 1:23; 2:2], entonces no estamos en realidad pagando el diezmo. La primera ocasión que se menciona en la Biblia diezmar fue cuando Abraham dio los diezmos de todo a Melquisedec, quien era un Tipo de Cristo como nuestro gran Sumo Sacerdote. Jesús sería eso al morir en la Cruz como un Sacrificio [14:18-20]. Por lo tanto ambas ocasiones de pagar diezmos habla de la Cruz.)

CAPÍTULO 29
(1760 a.C.)
JACOB SE ENCUENTRA CON RAQUEL

     1 y siguiÓ Jacob su camino, y fue a la tierra de los orientales (este «viaje» duraría unos veinte años).
     2 Y miró, y vio un pozo en el campo; y he aquí tres rebaños de ovejas que yacían cerca de él; porque de aquel pozo daban de beber a los ganados; y había una gran piedra sobre la boca del pozo.
     3 Y se juntaban allí todos los rebaños; y revolvían la piedra de sobre la boca del pozo, y daban de beber a las ovejas; y volvían la piedra sobre la boca del pozo a su lugar.
     4 Y les dijo Jacob: Hermanos míos, ¿de dónde sois? Y ellos respondieron:  De Jarán somos.
     5 Y él les dijo:  ¿Conocéis a Labán hijo de Najor? Y ellos dijeron:  Sí, le conocemos (Labán es el hermano de la madre de Jacob).
     6 Y él les dijo:  ¿Se encuentra bien de salud? Y ellos dijeron:  Sí, está bien; y he aquí Raquel su hija viene con las ovejas (es la primera mención de Raquel en la Biblia; ella desempeñará un papel muy prominente en el gran Plan de Dios, será la madre de ambos José y Benjamín; fue la antepasada de tres de las grandes Tribus de Israel: Benjamín, Efraín y Manasés, las últimas dos eran los hijos de José).
     7 Y él dijo:  He aquí todavía estamos en pleno día; no es tiempo todavía de recoger el ganado; Dad de beber a las ovejas, e id a apacentarlas.
     8 Y ellos respondieron:  No podemos, hasta que se junten todos los ganados, y remuevan la piedra sobre la boca del pozo, para que demos de beber a las ovejas (es probable que el motivo fue que Labán era el dueño del pozo, y los otros rebaños no podían abrevar hasta que Raquel abrevara primero su rebaño).
     9 Estando aún él (Jacob) hablando con ellos, Raquel vino con el ganado de su padre, porque ella era la pastora (ya observamos que la Mano del SEÑOR está obrando en esta situación con respecto al encuentro de Jacob con Raquel).
    10 Y sucedió que, como Jacob vio a Raquel, hija de Labán hermano de su madre, y a las ovejas de Labán el hermano de su madre, subió Jacob, y removió la piedra sobre la boca del pozo, y dio de beber al ganado de Labán el hermano de su madre (cuando Moisés escribió este relato, el Espíritu Santo le insta a que tres veces repita el término «el hermano de su madre»; no se hizo sin propósito; la idea es, que Jacob ya se encuentra con sus propios parientes, con «su propia sangre»).
    11 Y Jacob besó a Raquel, y alzó su voz, y lloró (el Patriarca fue sobrecogido de emoción, y creo que mayormente por el gozo de ver la Mano de Dios obrando en su vida).
    12 Y Jacob dijo a Raquel que él era hermano de su padre, y que era hijo de Rebeca; y ella corrió, y le dio las nuevas a su padre (Jacob realmente era el sobrino de Labán).
    13 Y aconteció que cuando oyó Labán las nuevas de Jacob, hijo de su hermana, corrió a recibirlo, y lo abrazó, y lo besó, y le trajo a su casa. Y él (Jacob) contó a Labán todas estas cosas (sin duda, Labán tenía más de 100 años en este momento, posiblemente hasta unos 120; Labán hizo ahora casi exactamente lo que él había hecho tantos años antes, cuando le avisaron de Rebeca su hermana acerca de Eliezer [24:29]).
    14 Y Labán le dijo:  Ciertamente hueso mío y carne mía eres. Y estuvo con él durante un mes (después de esto, él se fue y obtuvo su propio lugar).

LABÁN

    15 Entonces dijo Labán a Jacob:  ¿Por ser tu hermano, me has de servir de balde? Declárame, qué será tu salario. (Jacob el comerciante se encuentra ahora con Labán el comerciante, y los dos se ven, por así decirlo, haciendo todo lo posible para ser más listo el uno que el otro.)
    16 Y Labán tenía dos hijas:  el nombre de la mayor era Lea, y el nombre de la menor, Raquel.
    17 Y los ojos de Lea eran tiernos, pero Raquel era de lindo semblante y de hermoso parecer.
    18 Y Jacob amó a Raquel, y dijo:  Yo te serviré siete años por Raquel tu hija menor (Jacob está ahora por cosechar el fruto amargo de su pecado).
    19 Y Labán respondió:  Mejor es dártela a ti, que dársela a otro hombre; quédate conmigo.
    20 Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba (es un error popular suponer que Jacob no se casó con Raquel hasta que se cumplieron los siete años, o aún los segundos siete años; cada evidencia indica que él la tomó inmediatamente por esposa, y luego sirvió el tiempo correspondiente).

JACOB Y LEA

    21 Y dijo Jacob a Labán:  Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para que conviva con ella (su «tiempo» ya cumplido sencillamente significa que se pusieron de acuerdo en el contrato, que él serviría a Labán siete años por Raquel; comprobado por el Versículo 30).
    22 Entonces Labán juntó a todos los varones de aquel lugar, e hizo banquete.
    23 Y sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él entró a ella (cuando Lea fue donde Jacob, sin duda tenía un velo y, además, la habitación estaba probablemente oscura; Jacob creyó que era Raquel).
    24 Y dio Labán su sierva Zilpa a su hija Lea por sierva.
    25 Y venida la mañana, he aquí que era Lea; y él dijo a Labán:  ¿Qué es esto que me has hecho? ¿No te he servido (me he puesto de acuerdo contigo) por Raquel? ¿Por qué, pues, me has engañado? (El engaño que hizo Jacob a Isaac ahora le costó por lo menos 14 años de servidumbre.)
    26 Y Labán respondió:  No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor (era invento de Labán; no hay prueba de tal costumbre en esa parte del mundo).
    27 Cumple la semana de ésta (sírveme siete años por Lea), y se te dará también la otra, (Raquel) por el servicio que hicieres conmigo otros siete años.
RAQUEL

    28 E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquélla (él convino con el acuerdo de siete años más, sumando un total de catorce); y él le dio a Raquel su hija por mujer.
    29 Y dio Labán a Raquel su hija por criada a su sierva Bilhá.
    30 Y entró también a Raquel; y la amó también más que a Lea; y sirvió con él aún otros siete años (en todo esto vemos la corrección del SEÑOR para Jacob; Dios no castiga a sus hijos, sino que definitivamente los corrige; y Su propósito es para enseñarnos algo, mientras que el castigo no contiene instrucción, solamente dolor; Jacob está siendo corregido; parece ser que él lo reconoce y lo acepta).

LOS HIJOS DE LEA

    31 Y vio el SEÑOR que Lea era aborrecida («menospreciada» significa «menos amada»), y abrió su matriz; pero Raquel era estéril (no hay indicación que Jacob maltratara a Lea, pero Raquel sí lo hizo; el SEÑOR vio todo esto y, como resultado, hizo fecunda a Lea y, a la vez, hizo estéril a Raquel; y, Lea era la antepasada tanto de David como de nuestro SEÑOR; ¡y no puede haber honor mayor que ese! Debemos permitir que ésta sea una lección para nosotros, que el SEÑOR ve todo y actúa como corresponde).
    32 Y concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén (el nombre significa, «Mira, un hijo»), porque dijo:  Ya que ha mirado el SEÑOR mi aflicción; ahora por tanto me amará mi marido (Lea no tenía culpa de las circunstancias, por lo tanto Raquel, su hermana, no debía afligirla por motivo de esta situación; como se nota, el SEÑOR no apreciaba lo que sucedía).
    33 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo; y dijo:  Por cuanto oyó el SEÑOR que yo era aborrecida, me ha dado también éste, y llamó su nombre Simeón (su nombre significa «oír»; Lea sabía que el SEÑOR había oído su petición).
    34 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo:  Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto, llamó su nombre Leví (significa «unido»).
    35 Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo:  Esta vez alabaré al SEÑOR; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz. (Judá significa «alabanza.» Por lo tanto, en estos cuatro hijos tenemos un símbolo de la totalidad del Plan de Redención. El «hijo» nace, «oye» el Evangelio, está «unido» al SEÑOR, y «alaba» al SEÑOR. Pero, como veremos en el siguiente Capítulo, ahí no se acaba.)



Salmo 80:
Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño, tú que reinas entre los querubines, ¡escúchanos! ¡Resplandece delante de Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Muestra tu poder, y ven a salvarnos! Restáuranos, oh Dios; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos. ¿Hasta cuándo, Señor, Dios Todopoderoso, arderá tu ira contra las oraciones de tu pueblo? Por comida, le has dado pan de lágrimas; por bebida, lágrimas en abundancia. Nos has hecho motivo de contienda para nuestros vecinos; nuestros enemigos se burlan de nosotros. Restáuranos, oh Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos. De Egipto trajiste una vid; expulsaste a los pueblos paganos, y la plantaste. Le limpiaste el terreno, y ella echó raíces y llenó la tierra. Su sombra se extendía hasta las montañas, su follaje cubría los más altos cedros. Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo y sus renuevos hasta el Éufrates. ¿Por qué has derribado sus muros? ¡Todos los que pasan le arrancan uvas! Los jabalíes del bosque la destruyen, los animales salvajes la devoran. ¡Vuélvete a nosotros, oh Dios Todopoderoso! ¡Asómate a vernos desde el cielo y brinda tus cuidados a esta vid! ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra! ¡Es el vástago que has criado para ti! Tu vid está derribada, quemada por el fuego; a tu reprensión perece tu pueblo. Bríndale tu apoyo al *hombre de tu diestra, al ser humano que para ti has criado. Nosotros no nos apartaremos de ti; reavívanos, e invocaremos tu nombre. Restáuranos, Señor, Dios Todopoderoso; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.



Proverbios 6:
Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para responder por otro, si verbalmente te has comprometido, enredándote con tus propias palabras, entonces has caído en manos de tu prójimo. Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate ante él; procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus ojos; no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave. ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos. Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado! El bribón y sinvergüenza, el vagabundo de boca corrupta, hace guiños con los ojos, y señas con los pies y con los dedos. El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo! Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. Te protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale. ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune. No se desprecia al ladrón que roba para mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su oprobio. Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio, ni se contentará con muchos regalos.





El Libro de Primera Corintios Capítulo 10 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA PRIMERA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS

CAPÍTULO 10
(59 d.C.)
ISRAEL

PORQUE no quiero, Hermanos, que ignoréis (el Espíritu Santo no quiere que seamos ignorantes de estas Verdades) que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube (la Presencia de Dios, la cual guiaba a Israel), y todos pasaron el Mar (el Mar Rojo, simboliza pasando de la muerte a la vida);
2 Y todos en Moisés fueron bautizados (el Dador de la Ley era un Tipo de Cristo) en la nube (un Tipo de la Presencia del Señor) y en el mar (un Tipo del Bautismo en Agua);
3 Y todos comieron la misma vianda espiritual (refiriéndose al Maná como un Tipo de “la Cena del Señor”);
4 Y todos bebieron la misma bebida espiritual (se refería a la Peña Herida [Éx. 17:6; Núm. 20:11; Sal. 78:15]): porque bebían (literalmente dice, “ellos estaban tomando,” indicando que era un don continuo) de la Piedra espiritual que los seguía (hay una leyenda Judaica que dice que la primera Peña Herida en Refidim [Éx. 17:6] les seguía durante su Jornada entera en el Desierto y les suplía agua; toda evidencia indica que esto es cierto): y la Piedra era Cristo (la Peña tipificaba a Cristo).
5 Pero Dios no se agradó de la mayoría de ellos (debiera traducirse, “la mayor parte de ellos”): por lo cual sus cuerpos fueron tendidos en el desierto. (Esto, en efecto, se refiere a Dios que diseñaba con propósito la destrucción de ellos por su rebelión.)
6 Empero estas cosas fueron hechos como ejemplos para nosotros (hemos de aprender de ellos, y no cometer los mismos errores), para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron (expone los mismos resultados de la destrucción para los Cristianos modernos como para los Israelitas de la antigüedad, si es que los Creyentes modernos insisten en vivir en el pecado).
7 Ni seáis idólatras, como algunos de ellos (la religión es la idolatría más grande de todas); según está escrito (Éx. 32:6), Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a jugar. (Temo que la mayoría de la Iglesia moderna está “jugando,” tal como Israel de la antigüedad.)
8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veinte y tres mil (una advertencia contra la inmoralidad [Núm. 25:1-9]).
9 Ni tentemos a Cristo, como también algunos de ellos Le tentaron (se refiere a dudar de la Palabra de Dios), y perecieron por las serpientes (Núm. 21:5-9).
10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron (criticaron la manera en que Dios está obrando), y perecieron por el destructor. (Dios es el Destructor final, aunque Él puede usar cualquier otra cosa como Su instrumento.)
11 Y estas cosas les acontecieron en figura (como advertencia; hay que tener en cuenta esas advertencias): y son escritas para nuestra admonición, en quienes los fines de los siglos han parado (debiera haberse traducido, “a quienes el cumplimiento de las edades ha llegado,” es decir, “la Edad de la Iglesia”).

ADVERTENCIA

12 Así que el que piensa estar firme (dirigido a todos los Creyentes) mire que no caiga. (No quiere decir disasociarse de la comunión, como algunos lo enseñan, sino perder la Salvación Eterna. Si siempre tiene la Cruz a la vista, entonces esto no va a ocurrir.)
13 No os hayáis pasado por tentación alguna que no sea humana (las limitaciones que Dios ha impuesto sobre Satanás con respecto a lo que él puede o no puede hacer): mas Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis soportar (tenemos Su Promesa; toda tentación puede ser vencida por nuestra Fe al permanecer constante en Cristo y en la Cruz, la cual le da el Poder del Espíritu Santo para ayudarnos [Rom. 8:2]); antes dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar. (Como se dijo, “la salida” es siempre la Cruz [Ef. 6:10-18].)
14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. (En cualquier cosa que coloquemos nuestra Fe, aparte de la Cruz de Cristo, se convierte en un ídolo.)
15 Como a sabios hablo (si lo eran o no, es lo que debían haber sido); juzgad vosotros lo que digo (significa en este caso, “lo que estoy por decir”).
16 La Copa de Bendición que bendecimos, ¿no es la Comunión de la Sangre de Cristo? (La Cena del Señor es una Bendición, si la comprende correctamente.) El pan que partimos, ¿no es la Comunión del Cuerpo de Cristo? (La “Sangre” y el “Cuerpo” se refieren al precio que Cristo pagó en la Cruz.)
17 Porque nosotros siendo muchos somos un sólo pan y un sólo cuerpo (Cristo es el “Pan,” y el único “Pan” que produce un solo Cuerpo, es decir, “la Iglesia”): pues todos participamos de aquel mismo Pan. (Se refiere a Jesucristo como el único “Pan de Vida.” ¡No hay ningún otro!)
18 Mirad a Israel según la carne (la Ley de Moisés): los que comen de los Sacrificios ¿no son partícipes con el Altar? (Probablemente se hubiera traducido mejor, “¿no tienen ellos Comunión con el Altar?” Tiene referencia al siguiente Versículo.)
19 ¿Qué pues digo? (¿Qué estoy diciendo?) ¿Que el ídolo es algo? ¿O que sea algo lo que es Sacrificado a los ídolos? (Como un punto estricto, el ídolo no es nada, tampoco lo es el Sacrificio ofrecido a los ídolos.)
20 Antes digo, que lo que los Gentiles Sacrifican, a los demonios lo Sacrifican, y no a Dios (declara en términos tajantes los poderes de tinieblas detrás de los ídolos): y no querría que vosotros fueseis partícipes con los demonios. (En efecto, él está diciendo, “no quiero que ustedes sean participantes ni copartícipes con los demonios.” Lo mismo se puede decir de la mayoría de las películas modernas, además de la mayoría de la recreación moderna.)
21 No podéis beber la Copa del Señor, y la copa de los demonios (si vamos a asociarnos con demonios, el Señor no va a permanecer): no podéis ser partícipes de la mesa del Señor (la Cena del Señor), y de la mesa de los demonios (lo que el mundo ofrece).
22 ¿O provocaremos a celos al Señor? (Él está completamente celoso de cualquier cosa en nuestras vidas que compite con Él, como es evidente [Stg. 4:5].) ¿Somos más fuertes que Él? (La advertencia de que el “celo” de Dios no puede ser desafiado con impunidad.)

LA GLORIA DE DIOS

23 Todo me es Lícito, mas no todo conviene (se trata de la Libertad Cristiana, y, también, la manera por la cual debe de tenerla en cuenta): todo me es Lícito, mas no todo edifica. (Trata acerca de la contención de algunos Corintios quienes afirmaban que sus “derechos” Cristianos les concedían la libertad de comportarse como les daba la gana.)
24 Ninguno busque su propio bien, sino el del otro. (Debiera traducirse, “cada hombre es el bien de los demás,” lo que significa que debemos pensar en los demás con respecto a todo lo que hagamos. La libertad no es buscar mi propio bien, sino el bien de los demás.)
25 De todo lo que se vende en la carnicería (el mercado o la carnicería), comed, sin preguntar nada por causa de la conciencia (no se moleste en indagar si al principio fue ofrecido a los ídolos o no):
26 Porque del Señor es la Tierra, y todo lo que hay en ella. (Pablo emplea este Texto para justificar el comer de todos los alimentos, siempre que sean deseados [Sal. 24:1].)
27 Y si algún incrédulo (inconverso) os llama, y queréis ir (a las casas de estas personas, no a los Templos de los ídolos); de todo lo que se os pone delante, comed, sin preguntar nada por causa de la conciencia (no lo investigue, sólo cómaselo y agradézcalo).
28 Mas si alguien os dijere, Esto fue Sacrificado a los ídolos, no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por causa de la conciencia (hay que tomar esta dirección solamente si el anfitrión le revela esa información): porque del Señor es la Tierra, y todo lo que en ella hay (significa que esta plenitud, hablando de la carne ofrecida a los ídolos, no está siendo usado en la manera como lo intentaba el Señor):
29 La conciencia, digo, no la tuya, sino del otro (se refiere al hecho de que debemos siempre estar conscientes de los demás): pues ¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por otra conciencia? (Todo lo que hagamos hay que hacerlo teniendo en mente cómo afectará a los demás.)
30 Y si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser blasfemado por lo que doy gracias? (El Apóstol está diciendo que no podemos agradar a todos. Hay algunos que siempre criticarán no importa lo que hagamos.)
31 Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la Gloria de Dios. (Cualquier cosa que hagamos, siempre hay que preguntarse: “¿trae esto Gloria a Dios?”)
32 Sed sin ofensa a Judíos, y a Gentiles, y a la Iglesia de Dios:
33 Como también yo en todas las cosas complazco a todos, no procurando mi propio beneficio (“en todo procure agradar a todos los hombres”), sino el de muchos, para que sean salvos (siempre teniendo en cuenta la Salvación de las almas).



Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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