El 5 de Marzo Lectura Bíblica Diaria
El 5 de Marzo Lectura Bíblica Diaria:
Ezequiel 6 a 8 :
El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, alza tu mirada hacia los cerros de Israel, y profetiza contra ellos. Diles: Escuchen, cerros de Israel, la palabra del Señor. Esto dice el Señor omnipotente a cerros y colinas, a ríos y valles: ‘Haré que venga contra ustedes la espada, y destruiré sus lugares de culto idolátrico. Despedazaré sus altares, haré añicos sus quemadores de incienso, y haré también que sus muertos caigan frente a sus ídolos malolientes. ¡Sí! Delante de sus ídolos malolientes arrojaré los cadáveres de los israelitas, y esparciré sus huesos en torno a sus altares. No importa dónde vivan ustedes, sus ciudades serán destruidas y sus lugares de culto idolátrico serán devastados. Sus altares quedarán completamente destrozados; sus ídolos malolientes, hechos un montón de ruinas; sus quemadores de incienso, hechos añicos. ¡Todas sus obras desaparecerán! Su propia gente caerá muerta, y así sabrán ustedes que yo soy el Señor. " Pero yo dejaré que algunos de ustedes se escapen de la muerte y queden esparcidos entre las naciones y los pueblos. Los sobrevivientes se acordarán de mí en las naciones donde hayan sido llevados cautivos. Se acordarán de cómo sufrí por culpa de su corazón adúltero, y de cómo se apartaron de mí y se fueron tras sus ídolos malolientes. ¡Sentirán asco de ellos mismos por todas las maldades que hicieron y por sus obras repugnantes! Entonces sabrán que no en vano yo, el Señor, los amenacé con estas calamidades. "Así dice el Señor omnipotente: Aplaude, patalea y grita: ‘¡Felicitaciones por todas las terribles abominaciones del pueblo de Israel! Morirán por la espada, el hambre y la peste. Quien esté lejos perecerá por la peste, y quien esté cerca morirá a filo de espada, y el que quede con vida se morirá de hambre. Así descargaré sobre ellos toda mi ira, y sus cadáveres quedarán tendidos entre sus ídolos malolientes y alrededor de sus altares, en las colinas altas y en las cumbres de los cerros, o debajo de todo árbol frondoso y de toda encina tupida, es decir, en los lugares donde ofrecieron incienso de olor agradable a sus ídolos malolientes. ¡Entonces sabrán que yo soy el Señor! Extenderé mi mano contra ellos, y convertiré en tierra desolada su país y todo lugar donde habiten, desde el desierto hasta Riblá. ¡Entonces sabrán que yo soy el Señor! " El Señor me dirigió la palabra: "Hijo de hombre, así dice el Señor omnipotente al pueblo de Israel: ¡Te llegó la hora! Ha llegado el fin para todo el país. ¡Te ha llegado el fin! Descargaré mi ira sobre ti; te juzgaré según tu conducta y te pediré cuentas de todas tus acciones detestables. No voy a tratarte con piedad ni a tenerte compasión, sino que te haré pagar cara tu conducta y tus prácticas repugnantes. Así sabrás que yo soy el Señor. "Así dice el Señor omnipotente: ¡Las desgracias se siguen unas a otras! ¡Ya viene la hecatombe; tu fin es inminente! Te ha llegado la hora, habitante del país. Ya viene la hora, ya se acerca el día. En las montañas hay pánico y no alegría. Ya estoy por descargar sobre ti mi furor; desahogaré mi enojo contra ti. Te juzgaré según tu conducta; te pediré cuentas por todas tus acciones detestables. No voy a tratarte con piedad ni a tenerte compasión, sino que te haré pagar cara tu conducta y tus prácticas repugnantes. Así sabrás que yo, el Señor, también puedo herir. "¡Ya llegó el día! ¡Ya está aquí! ¡Tu suerte está echada! Florece la injusticia, germina el orgullo, y la violencia produce frutos de maldad. Nada quedará de ustedes ni de su multitud; nada de su riqueza ni de su opulencia. Llegó la hora; éste es el día. Que no se alegre el que compra ni llore el que vende, porque mi enojo caerá sobre toda la multitud. Y aunque el vendedor siga con vida, no recuperará lo vendido. Porque no se revocará la visión referente a toda su multitud, y por su culpa nadie podrá conservar la vida. Aunque toquen la trompeta y preparen todo, nadie saldrá a la batalla, porque mi enojo caerá sobre toda la multitud. "Allá afuera hay guerra; y aquí adentro, peste y hambre. El que esté en el campo morirá a filo de espada, y el que esté en la ciudad se morirá de hambre y de peste. Los que logren escapar se quedarán en las montañas como palomas del valle, cada uno llorando por su maldad. Desfallecerá todo brazo y temblará toda rodilla. Se vestirán de luto, y el terror los dominará. Se llenarán de vergüenza y se convertirán en objeto de burla. La plata la arrojarán a las calles, y el oro lo verán como basura. En el día de la ira del Señor, ni su oro ni su plata podrán salvarlos, ni les servirán para saciar su hambre y llenarse el estómago, porque el oro fue el causante de su caída. Se enorgullecían de sus joyas hermosas, y las usaron para fabricar sus imágenes detestables y sus ídolos despreciables. Por esta razón convertiré esas joyas en algo repugnante. Haré que vengan los extranjeros y se las roben, y que los malvados de la tierra se las lleven y las profanen. Alejaré de ellos mi presencia, y mi templo será profanado; entrarán los invasores y lo profanarán. "Prepara las cadenas porque el país se ha llenado de sangre, y la ciudad está llena de violencia. Haré que las naciones más violentas vengan y se apoderen de sus casas. Pondré fin a la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados. Cuando la desesperación los atrape, en vano buscarán la paz. Una tras otra vendrán las desgracias, al igual que las malas noticias. Del profeta demandarán visiones; la instrucción se alejará del sacerdote, y a los jefes del pueblo no les quedarán consejos. El rey hará duelo, el príncipe se cubrirá de tristeza, y temblarán las manos del pueblo. Yo los trataré según su conducta, y los juzgaré según sus acciones. Así sabrán que yo soy el Señor." En el día quinto del mes sexto del año sexto, yo estaba sentado en mi casa, junto con los jefes de Judá. De pronto, el Señor puso su mano sobre mí. Miré entonces, y vi una figura de aspecto humano: de la cintura para abajo, ardía como fuego; de la cintura para arriba, brillaba como el metal bruñido. Aquella figura extendió lo que parecía ser una mano, y me tomó del cabello. Un viento me sostuvo entre la tierra y el cielo, y en visiones divinas me llevó a la parte norte de Jerusalén, hasta la entrada de la puerta interior, que es donde está el ídolo que provoca los celos de Dios. Allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el campo. Y Dios me dijo: "Hijo de hombre, levanta la vista hacia el norte." Yo miré en esa dirección, y en la entrada misma, al norte de la puerta del altar, vi el ídolo que provoca los celos de Dios. También me dijo: "Hijo de hombre, ¿ves las grandes abominaciones que cometen los israelitas en este lugar, y que me hacen alejarme de mi santuario? Realmente no has visto nada todavía; peores abominaciones verás." Después me llevó a la entrada del atrio. En el muro había un agujero. Entonces me dijo: "Hijo de hombre, agranda el agujero del muro." Yo agrandé el agujero en el muro y me encontré con una puerta. Dios me dijo: "Entra y observa las abominaciones que allí cometen." Yo entré y a lo largo del muro vi pinturas de todo tipo: figuras de reptiles y de otros animales repugnantes, y de todos los malolientes ídolos de Israel. Setenta jefes israelitas estaban de pie frente a los ídolos, rindiéndoles culto. Entre ellos se encontraba Jazanías hijo de Safán. Cada uno tenía en la mano un incensario, del cual subía una fragante nube de incienso. Y él me dijo: "Hijo de hombre, ¿ves lo que hacen los jefes israelitas en los oscuros nichos de sus ídolos? Andan diciendo: No hay ningún Señor que nos vea. El Señor ha abandonado el país. " Y añadió: "Ya los verás cometer mayores atrocidades." Luego me llevó a la entrada del templo del Señor, a la puerta que da hacia el norte. Allí estaban unas mujeres sentadas, que lloraban por el dios Tamuz. Entonces Dios me dijo: "Hijo de hombre, ¿ves esto? Pues aún las verás cometer mayores atrocidades." Y me llevó al atrio interior del templo. A la entrada del templo, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres que estaban mirando hacia el oriente y adoraban al sol, de espaldas al templo del Señor. Me dijo: "Hijo de hombre, ¿ves esto? ¿Tan poca cosa le parece a Judá cometer tales abominaciones, que también ha llenado la tierra de violencia y no deja de provocarme? ¡Mira cómo me enardecen, pasándome por la nariz sus pestilentes ramos! Por eso, voy a actuar con furor. No les tendré piedad ni compasión. Por más que me imploren a gritos, ¡no los escucharé!"
Salmos 83 Nueva Versión Internacional:
Oh Dios, no guardes silencio; no te quedes, oh Dios, callado e impasible. Mira cómo se alborotan tus enemigos, cómo te desafían los que te odian. Con astucia conspiran contra tu pueblo; conspiran contra aquellos a quienes tú estimas. Y dicen: "¡Vengan, destruyamos su nación! ¡Que el nombre de Israel no vuelva a recordarse!" Como un solo hombre se confabulan; han hecho un pacto contra ti: los campamentos de Edom y de Ismael, los de Moab y de Agar, Guebal, Amón y Amalec, los de Filistea y los habitantes de Tiro. ¡Hasta Asiria se les ha unido; ha apoyado a los descendientes de Lot! Selah. Haz con ellos como hiciste con Madián, como hiciste con Sísara y Jabín en el río Quisón, los cuales perecieron en Endor y quedaron en la tierra, como estiércol. Haz con sus nobles como hiciste con Oreb y con Zeb; haz con todos sus príncipes como hiciste con Zeba y con Zalmuna, que decían: "Vamos a adueñarnos de los pastizales de Dios." Hazlos rodar como zarzas, Dios mío; ¡como paja que se lleva el viento! Y así como el fuego consume los bosques y las llamas incendian las montañas, así persíguelos con tus tormentas y aterrorízalos con tus tempestades. Señor, cúbreles el rostro de ignominia, para que busquen tu nombre. Que sean siempre puestos en vergüenza; que perezcan humillados. Que sepan que tú eres el Señor, que ése es tu nombre; que sepan que sólo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra.
Proverbios 17 Nueva Versión Internacional:
Más vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay discordia. El siervo sabio gobernará al hijo sin vergüenza, y compartirá la herencia con los otros hermanos. En el crisol se prueba la plata y en el horno se prueba el oro, pero al corazón lo prueba el Señor. El malvado hace caso a los labios impíos, y el mentiroso presta oído a la lengua maliciosa. El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que se alegra de verlo en la ruina no quedará sin castigo. La corona del anciano son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres. No va bien con los necios el lenguaje refinado, ni con los gobernantes, la mentira. Vara mágica es el soborno para quien lo ofrece, pues todo lo que emprende lo consigue. El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos. Cala más un regaño en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado. El revoltoso siempre anda buscando camorra, pero se las verá con un mensajero cruel. Más vale toparse con un oso enfurecido que con un necio empecinado en su necedad. Al que devuelve mal por bien, nunca el mal se apartará de su familia. Iniciar una pelea es romper una represa; vale más retirarse que comenzarla. Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor aborrece. ¿De qué le sirve al necio poseer dinero? ¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos? En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano. El que es imprudente se compromete por otros, y sale fiador de su prójimo. Al que le gusta pecar, le gusta pelear; el que abre mucho la boca, busca que se la rompan. [5] El de corazón perverso jamás prospera; el de lengua engañosa caerá en desgracia. Engendrar a un hijo necio es causa de pesar; ser padre de un necio no es ninguna alegría. Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos. El malvado acepta soborno en secreto, con lo que tuerce el curso de la justicia. La meta del prudente es la sabiduría; el necio divaga contemplando vanos horizontes. El hijo necio irrita a su padre, y causa amargura a su madre. No está bien castigar al inocente, ni azotar por su rectitud a gente honorable. El que es entendido refrena sus palabras; el que es prudente controla sus impulsos. Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca.
El Libro de Los Hechos Capítulo 15 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO 15
(51 d.C.)
EL CONCILIO
ENTONCES algunos que venían de Judea enseñaban a los Hermanos (presenta la crisis más grande de la Iglesia Primitiva), Que si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos (intentaban refutar el Mensaje de Pablo acerca de la Gracia por la Fe; en otras palabras, intentaban eludir la Cruz, tratando de agregar la Ley de Moisés al Evangelio de la Gracia).
2 Así que, suscitada una disensión y contienda no pequeña a Pablo y a Bernabé contra ellos (parece indicar que estos hombres vinieron a Antioquía no mucho después de que Pablo y Bernabé habían regresado de su primer viaje Misionero), ellos (los Ancianos de la Iglesia en Antioquía) determinaron que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los Apóstoles y a los Ancianos, sobre esta cuestión (sin duda se refiere al viaje mencionado por Pablo en Gál. 2:1-10).
3 Ellos, pues, habiendo sido acompañados de la Iglesia (quiere decir que la Iglesia en Antioquía pagó los gastos de los Hermanos con respecto a este viaje), pasaron por la Fenicia y Samaria, contando la conversión de los Gentiles (indica que se detuvieron para visitar las Iglesias en toda su trayectoria): y daban gran gozo a todos los Hermanos (parece indicar que los Judaizantes no habían traído su doctrina falsa a estas Iglesias).
4 Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos de la Iglesia (indica que fueron recibidos con los brazos abiertos) y de los Apóstoles (se refiere a los Doce, menos Santiago el hermano de Juan que había sido martirizado) y de los Ancianos (otros Predicadores), y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos (dio un informe de su reciente viaje de Misiones).
5 Mas algunos de la secta de los Fariseos, que habían creído (se refiere a ellos como haber aceptado a Cristo como su Salvador; estaban en la Iglesia en Jerusalén), se levantaron, diciendo, Que es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la Ley de Moisés (se refiere a los nuevos convertidos; ésta era la gran controversia; aunque éste era un grupo diferente, era el mismo mensaje erróneo).
6 Y se juntaron los Apóstoles y los Ancianos para conocer de este asunto (no era una reunión cerrada, sino más bien llevada a cabo delante de muchos Creyentes).
PEDRO
7 Y habiendo habido grande contienda (mucha interrogativa y discusión), levantándose Pedro, les dijo (describe al Apóstol, por lo menos ahora y en esta reunión en particular, en la posición de Líder), Varones Hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los Gentiles oyesen por mi boca la Palabra del Evangelio, y creyesen (se remonta a unos diez a doce años antes a la experiencia de Pedro con Cornelio [Hch., cap. 10]).
8 Y Dios, que conoce los corazones (habla de esta acción concerniente a Cornelio que es del Señor y no de Pedro), les dio testimonio (atestiguado a la validez de su conversión), dándoles el Espíritu Santo también como a nosotros (todo esto sin Circuncisión ni por guardar la Ley);
9 Y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos (en otras palabras, estos Gentiles fueron tan salvos como los Judíos, y sin todas las Leyes de los Judíos), purificando con la Fe sus corazones (la Fe en Cristo y la Fe en Cristo solamente, no por guardar la Ley).
10 Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios (pone en duda lo que Dios ha hecho), poniendo sobre la cerviz de los Discípulos (los seguidores de Cristo) yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? (Pedro no hablaba despectivamente de la Ley de Moisés, pero declaraba que sus demandas para cumplirla estaban más allá de la capacidad de los seres humanos debido a la condición caída del hombre.)
11 Antes (los Apóstoles) por la Gracia del Señor Jesús creemos que seremos Salvos (sin guardar la Ley), como también ellos (así como los Gentiles).
LOS GENTILES
12 Entonces toda la multitud calló (se refiere a la introducción de "Bernabé y Pablo" al auditorio), y oyeron a Bernabé y a Pablo (Bernabé es puesto en la lista primero porque era conocido en la Iglesia de Jerusalén; es probable que habló primero), que contaban cuán grandes maravillas y señales Dios había hecho por ellos entre los Gentiles (simplemente dieron un relato, lo cual se refiere a que Pablo y Bernabé predicaron acerca de la Gracia y la Fe a los Gentiles, y no predicaban la Ley del todo; Dios lo honró concediéndoles señales y maravillas, que no sería el caso si Él estuviera desagradado).
13 Y después que hubieron callado (al concluir sus comentarios), Santiago respondió, diciendo, Varones Hermanos, oídme (presenta al Hermano del Señor como el Anciano que presidía en la Iglesia de Jerusalén):
14 Simón (Pedro) ha contado cómo Dios primero visitó a los Gentiles (se refiere a la conversión de Cornelio y toda su casa), para tomar de ellos pueblo para Su Nombre (lo presenta como el plan de Dios, ¡lo cual seguramente lo era!).
15 Y con esto concuerdan las palabras de los Profetas (Santiago apela directamente a la Palabra de Dios, la cual verifica todo lo que habían dicho); como está escrito (Amós 9:11),
16 Después de esto volveré (habla de la Edad de la Iglesia y de la Segunda Venida del Señor) y restauraré la Habitación de David, que estaba caída; y repararé sus ruinas, y la volveré a levantar (habla de la restauración de Israel y de la Edad del Reino venidero, al cual todos sus Profetas declaran [Isa. 9:6-7; Dan. 7:13-14; Hos. 3:4-5; Luc. 1:32-33; Rom., caps. 9-11; Apoc. 11:15; 20:1-10; 22:4-5]):
17 Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los Gentiles (una cosecha mundial de almas durante la Edad del Reino), sobre los cuales es llamado Mi Nombre, Dice el Señor (se refiere al mundo Gentil que ha sido favorable hacia al Señor hasta cierto grado), que hace todas estas cosas (se refiere al Poder de Dios para hacer todo esto).
18 Conocidas son a Dios desde el siglo todas Sus obras (el Plan de Dios con respecto a la familia humana fue conocido desde "el comienzo del mundo" [Gén., cap. 4]).
19 Por lo cual yo juzgo (hubiera sido mejor traducido, "Yo creo que es bueno"), que los que de los Gentiles se convierten a Dios, no han de ser molestados (conlleva la idea de que no tiene sentido alguno demandar ciertas otras cosas de ellos, afirmando que ciertas cosas son necesarias para ser salvos, ¡cuando en realidad la gente ya son salvas!):
20 Sino escribirles que se aparten de las contaminaciones de los ídolos (era muy común en el mundo pagano de aquel entonces), y de fornicación (todas formas de inmoralidad), y de ahogado (que se refiere a la sangre que no está apropiadamente drenada de la carne), y de sangre (no comer la sangre, una práctica común entre los paganos de ese tiempo; en todo caso, no se debía embeber la sangre, mas no se refiere a la transfusión; el hombre es salvo por la Sangre derramada de Cristo, en consecuencia la sangre debe tratarse como corresponde).
21 Porque Moisés desde los tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien le predique en las Sinagogas, donde es leído cada Sábado (los Gentiles que deseaban conocer más sobre la Ley de Moisés sólo necesitaban ir a una de las Sinagogas en el Día de Reposo, lo cual era cada Sábado de la semana).
LA DECISIÓN
22 Entonces pareció bien a los Apóstoles y a los Ancianos, con toda la Iglesia, elegir varones de ellos, y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé (expone que toda la Iglesia en Jerusalén, o por lo menos la gran mayoría, estaban de acuerdo totalmente con lo que Santiago había dicho con respecto a los Gentiles y la Ley de Moisés); a Judas que tenía por sobrenombre Barsabas, y a Silas, varones Principales entre los Hermanos (Silas había de jugar un papel muy importante concerniente a su ayuda a Pablo con respecto al futuro del Evangelismo):
23 Y escribir por mano de ellos; Los Apóstoles y los Ancianos y los Hermanos, a los Hermanos de los Gentiles que están en Antioquía, y en Siria, y en Cilicia, salud:
24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han molestado con palabras, trastornando vuestras almas (claramente habla de aquellos mencionados en el Versículo 1), mandando circuncidaros y guardar la Ley, a los cuales no Mandamos:
25 Nos ha parecido, congregados en uno (indica la unidad de los Hermanos en Jerusalén), elegir varones, y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo (hay un afecto y cariño hacia Pablo y Bernabé que lo dice todo),
26 Hombres que han expuesto sus vidas por el Nombre de nuestro Señor Jesucristo (¡nos dice para Quien fue hecho!).
27 Así que, enviamos a Judas y a Silas, los cuales también por palabra os harán saber lo mismo (dos hombres acompañaban esta carta y verificaban su contenido, por lo tanto, ningún falso profeta podía reclamar que la carta fue falsificada, etc.).
28 Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros (revela sin lugar a dudas que el Espíritu Santo había guiado y dirigido este proceso), no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias (cuando los hombres abandonan la Palabra de Dios, entonces se meten en muchos "asuntos innecesarios");
29 Que os abstengáis de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de ahogado, y de fornicación: de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.
30 Ellos (posiblemente seis o siete Hermanos) entonces enviados (mandados con un gran amor), descendieron a Antioquía: y juntando la multitud, dieron la Carta (no nos dice cuán grande era la Iglesia en Antioquía; sin embargo, es muy probable que sumaba unos cuantos centenares, siendo así el caso, ellos tendrían que reunirse al aire libre para que se les leyera esta Epístola).
31 La cual, cuando leyeron, fueron gozosos de la consolación (nos dice que la cuestión de la Ley y la Gracia había sido muy seria; ya esto resuelve la disputa, al menos por el momento).
32 Judas también y Silas, como ellos también eran Profetas (quiere decir que ocupaban la Oficina de Profeta [Ef. 4:11]), consolaron y confirmaron a los Hermanos con abundancia de palabra (hablaron a la multitud con palabras de gran ánimo).
33 Y (Judas y Silas) pasando allí algún tiempo, fueron enviados de los Hermanos a los Apóstoles en paz (se refiere a Judas volviendo a Jerusalén, pero no a Silas).
34 Mas a Silas pareció bien el quedarse allí (fue el Espíritu Santo Quien lo conmovió para quedarse en Antioquía).
EL SEGUNDO VIAJE MISIONERO
35 Y Pablo y Bernabé se estaban en Antioquía, enseñando la Palabra del Señor y anunciando el Evangelio con otros muchos (¡esta Iglesia fue muy bendecida!).
36 Y después de algunos días (pudo haber sido tanto como un año), Pablo dijo a Bernabé, Volvamos a visitar a los Hermanos por todas las ciudades en las cuales hemos anunciado la Palabra del Señor, cómo están (se refiere a las Iglesias que habían establecido durante su primer Viaje Misionero).
37 Y Bernabé determinaba que tomasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos (la palabra "determinaba" implica "una acción deliberada," que significa que Bernabé era firme en cuanto a este tema);
38 Mas a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia (sugiere una ruptura), y no había ido con ellos a la obra (no fue con ellos a la obra a la cual Dios les había llamado, como debía).
39 Y hubo tal contención entre ellos (quiere decir disputar al punto de estar airado), que se apartaron el uno del otro (se produjo una ruptura abrupta y severa; y a mí me parece que Bernabé debía consentirle a Pablo; el Espíritu Santo dijo, "sepárame a Bernabé y a Pablo para la obra a la cual Yo les he llamado"; el Espíritu Santo no mencionó a Marcos): y Bernabé tomando a Marcos, navegó a Chipre (no se volvió a mencionar a Bernabé en el gran Libro de los Hechos, sin embargo hay que reconocer la Piedad y Devoción de este hombre);
PABLO Y SILAS
40 Y Pablo escogiendo a Silas, partió (expresa el comienzo del segundo Viaje Misionero; ésta es la razón por la cual el Espíritu Santo quiso que Silas se quedara en Antioquía) encomendado de los Hermanos a la Gracia del Señor (de todo corazón aprobó el gran Convenio de la Gracia, lo que era absolutamente imprescindible si él había de ayudar a Pablo).
41 Y (Pablo) anduvo por la Siria y la Cilicia, confirmando a las Iglesias (enseñando en cada Iglesia, lo cual obviamente era muy necesario).
1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
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