28 July 2010

El 28 de Julio Lectura Bíblica Diaria


El 28 de Julio Lectura Bíblica Diaria:

1 Reyes 22 a 2 Reyes 2:
Durante tres años no hubo guerra entre *Siria e Israel. Pero en el tercer año Josafat, rey de Judá, fue a ver al rey de Israel, el cual dijo a sus funcionarios: "¿No saben que Ramot de Galaad nos pertenece? ¡Y no hemos hecho nada para obligar al rey de Siria a que nos la devuelva!" Así que le preguntó a Josafat: ¿Irías conmigo a pelear contra Ramot de Galaad? Josafat le respondió al rey de Israel: Estoy a tu disposición, lo mismo que mi pueblo y mis caballos. Pero antes que nada, consultemos al Señor añadió. Así que el rey de Israel reunió a los profetas, que eran casi cuatrocientos, y les preguntó: ¿Debo ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no? Vaya, Su Majestad contestaron ellos, porque el Señor la entregará en sus manos. Pero Josafat inquirió: ¿No hay aquí un profeta del Señor a quien podamos consultar? El rey de Israel le respondió: Todavía hay alguien por medio de quien podemos consultar al Señor, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; sólo me anuncia desastres. Se trata de Micaías hijo de Imlá. No digas eso replicó Josafat. Entonces el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le ordenó: ¡Traigan de inmediato a Micaías hijo de Imlá! El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, vestidos con su ropaje real y sentados en sus respectivos tronos, estaban en la plaza a la *entrada de Samaria, con todos los que profetizaban en presencia de ellos. Sedequías hijo de Quenaná, que se había hecho unos cuernos de hierro, anunció: "Así dice el Señor: Con estos cuernos atacarás a los sirios hasta aniquilarlos. " Y los demás profetas vaticinaban lo mismo: "Ataque Su Majestad a Ramot de Galaad, y vencerá, porque el Señor la entregará en sus manos." Ahora bien, el mensajero que había ido a llamar a Micaías le advirtió: Mira, los demás profetas a una voz predicen el éxito del rey. Habla favorablemente, para que tu mensaje concuerde con el de ellos. Pero Micaías repuso: Tan cierto como que vive el Señor, ten la seguridad de que yo le anunciaré al rey lo que el Señor me diga. Cuando compareció ante el rey, éste le preguntó: Micaías, ¿debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no? Ataque, Su Majestad, que vencerá contestó él, porque el Señor la entregará en sus manos. El rey le reclamó: ¿Cuántas veces debo hacerte jurar que no me digas nada más que la verdad en el *nombre del Señor? Ante esto, Micaías concedió: Vi a todo Israel esparcido por las colinas, como ovejas sin pastor. Y el Señor dijo: Esta gente no tiene amo. ¡Que cada cual se vaya a su casa en paz! El rey de Israel le dijo a Josafat: ¿No te dije que jamás me profetiza nada bueno, y que sólo me anuncia desastres? Micaías prosiguió: Por lo tanto, oiga usted la palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono con todo el ejército del cielo alrededor de él, a su derecha y a su izquierda. Y el Señor dijo: ¿Quién seducirá a Acab para que ataque a Ramot de Galaad y vaya a morir allí? Uno sugería una cosa, y otro sugería otra. Por último, un espíritu se adelantó, se puso delante del Señor y dijo: Yo lo seduciré. ¿Por qué medios?, preguntó el Señor. Y aquel espíritu respondió: Saldré y seré un espíritu mentiroso en la boca de todos sus profetas. Entonces el Señor ordenó: Ve y hazlo así, que tendrás éxito en seducirlo. Así que ahora el Señor ha puesto un espíritu mentiroso en la boca de todos esos profetas de Su Majestad. El Señor ha decretado para usted la calamidad. Al oír esto, Sedequías hijo de Quenaná se levantó y le dio una bofetada a Micaías. ¿Por dónde se fue el espíritu del Señor cuando salió de mí para hablarte? le preguntó. Micaías contestó: Lo sabrás el día en que andes de escondite en escondite. Entonces el rey de Israel ordenó: Tomen a Micaías y llévenselo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás, mi hijo. Díganles que les ordeno echar en la cárcel a ese tipo, y no darle más que pan y agua, hasta que yo regrese sin contratiempos. Micaías manifestó: Si regresas sin contratiempos, el Señor no ha hablado por medio de mí. ¡Tomen nota todos ustedes de lo que estoy diciendo! El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, marcharon juntos contra Ramot de Galaad. Allí el rey de Israel le dijo a Josafat: "Yo entraré a la batalla disfrazado, pero tú te pondrás tu ropaje real." Así que el rey de Israel se disfrazó y entró al combate. Pero el rey de *Siria les había ordenado a sus treinta y dos capitanes de los carros de combate: "No luchen contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel." Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, pensaron: "Sin duda, éste es el rey de Israel." Así que se volvieron para atacarlo; pero Josafat gritó. Entonces los capitanes de los carros vieron que no era el rey de Israel, y dejaron de perseguirlo. Sin embargo, alguien disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel entre las piezas de su armadura. El rey le ordenó al que conducía su carro: "Da la vuelta y sácame del campo de batalla, pues me han herido." Todo el día arreció la batalla, y al rey se le mantuvo de pie en su carro, frente a los sirios. Pero la sangre de su herida no dejaba de correr por el piso del carro, y esa misma tarde Acab murió. Ya se ponía el sol cuando por todo el ejército se difundió un clamor: "Cada hombre a su ciudad; ¡todo el mundo a su tierra!" Así que el rey murió, y fue llevado a Samaria, donde lo sepultaron. Lavaron el carro en un estanque de Samaria, donde se bañaban las prostitutas, y los perros lamieron la sangre, tal como lo había declarado la palabra del Señor. Los demás acontecimientos del reinado de Acab, incluso todo lo que hizo, el palacio que construyó e incrustó de marfil, y las ciudades que fortificó, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Acab murió, y su hijo Ocozías lo sucedió en el trono. Josafat, rey de Judá Josafat hijo de Asá ascendió al trono de Judá en el cuarto año de Acab, rey de Israel. Josafat tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veinticinco años. El nombre de su madre era Azuba hija de Siljí. Siempre siguió el buen ejemplo de su padre Asá, y nunca se desvió de él, sino que hizo lo que agrada al Señor. Sin embargo, no se quitaron los santuarios paganos, de modo que el pueblo siguió ofreciendo allí sacrificios e incienso quemado. Josafat también estaba en paz con el rey de Israel. Los demás acontecimientos del reinado de Josafat, lo que llevó a cabo y sus proezas militares, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. Libró la tierra del resto de hombres que practicaban la prostitución en los santuarios, los cuales se habían quedado allí incluso después del reinado de su padre Asá. En aquel tiempo no había rey en Edom, sino que gobernaba un regente. Por esos días Josafat construyó una flota mercante para ir a Ofir por oro, pero nunca llegaron a zarpar, pues naufragaron en Ezión Guéber. Entonces Ocozías hijo de Acab le dijo a Josafat: "Deja que mis hombres naveguen con tus hombres." Pero Josafat no se lo permitió. Josafat murió y fue sepultado con sus antepasados en la ciudad de su padre David. Y su hijo Jorán lo sucedió en el trono. Ocozías, rey de Israel Ocozías hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria en el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años en Israel. Pero hizo lo que ofende al Señor, porque anduvo en los caminos de su padre y de su madre, y en los caminos de Jeroboán hijo de Nabat, que hizo que Israel pecara. Sirvió y adoró a Baal, y provocó a ira al Señor, Dios de Israel, tal como lo había hecho su padre.
2 Reyes 1-2:
Después de la muerte de Acab, la nación de Moab se rebeló contra Israel. Ocozías, que se había herido al caerse por la ventana del piso superior de su palacio en Samaria, despachó a unos mensajeros con este encargo: "Vayan y consulten a *Baal Zebub, dios de Ecrón, para saber si voy a recuperarme de estas heridas." Pero el ángel del Señor le dijo a Elías el tisbita: "Levántate y sal al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria. Diles: Y ustedes, ¿por qué van a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel? Pues bien, así dice el Señor: Ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás. " Así lo hizo Elías, y cuando los mensajeros regresaron, el rey les preguntó: ¡Cómo! ¿Ya están de regreso? Ellos respondieron: Es que un hombre nos salió al encuentro y nos dijo que regresáramos al rey que nos había enviado y le dijéramos: Así dice el Señor: ‘¿Por qué mandas a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel? Pues bien, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás. El rey les preguntó: ¿Qué aspecto tenía el hombre que les salió al encuentro y les habló de ese modo? Llevaba puesto un manto de piel, y tenía un cinturón de cuero atado a la cintura contestaron ellos. ¡Ah! ¡Era Elías el tisbita! exclamó el rey. Y en seguida envió a un oficial con cincuenta soldados a buscarlo. El oficial fue y encontró a Elías sentado en la cima de un monte. Hombre de Dios le dijo, el rey le ordena que baje. Si soy hombre de Dios replicó Elías, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados! Al instante cayó fuego del cielo, y consumió al oficial y a sus soldados. Así que el rey envió a otro oficial con otros cincuenta soldados en busca de Elías. Hombre de Dios le dijo, el rey le ordena que baje inmediatamente. Si soy hombre de Dios repuso Elías, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados! Una vez más, fuego de Dios cayó del cielo y consumió al oficial y a sus soldados. Por tercera vez el rey envió a un oficial con otros cincuenta soldados. Cuando éste llegó hasta donde estaba Elías, se puso de rodillas delante de él y le imploró: Hombre de Dios, le ruego que respete mi vida y la de estos cincuenta servidores suyos. Sé bien que cayó fuego del cielo y consumió a los dos primeros oficiales y a sus soldados. Por eso le pido ahora que respete mi vida. El ángel del Señor le ordenó a Elías: "Baja con él; no le tengas miedo." Así que Elías se levantó y bajó con el oficial para ver al rey, a quien le dijo: Así dice el Señor: Enviaste mensajeros a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón. ¿Acaso no hay Dios en Israel a quien puedas consultar? Puesto que has actuado así, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás. Así fue como murió el rey, según la palabra que el Señor había anunciado por medio de Elías. Como Ocozías no llegó a tener hijos, Jorán lo sucedió en el trono. Esto aconteció en el segundo año de Jorán hijo de Josafat, rey de Judá. Los demás acontecimientos del reinado de Ocozías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Cuando se acercaba la hora en que el Señor se llevaría a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo salieron de Guilgal. Entonces Elías le dijo a Eliseo: Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado a Betel. Pero Eliseo le respondió: Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo. Así que fueron juntos a Betel. Allí los miembros de la comunidad de profetas de Betel salieron a recibirlos, y le preguntaron a Eliseo: ¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía? Lo sé muy bien; ¡cállense! Elías, por su parte, volvió a decirle: Quédate aquí, Eliseo, pues el Señor me ha enviado a Jericó. Pero Eliseo le repitió: Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo. Así que fueron juntos a Jericó. También allí los miembros de la comunidad de profetas de la ciudad se acercaron a Eliseo y le preguntaron: ¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía? Lo sé muy bien; ¡cállense! Una vez más Elías le dijo: Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado al Jordán. Pero Eliseo insistió: Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo. Así que los dos siguieron caminando y se detuvieron junto al río Jordán. Cincuenta miembros de la comunidad de profetas fueron también hasta ese lugar, pero se mantuvieron a cierta distancia, frente a ellos. Elías tomó su manto y, enrollándolo, golpeó el agua. El río se partió en dos, de modo que ambos lo cruzaron en seco. Al cruzar, Elías le preguntó a Eliseo: ¿Qué quieres que haga por ti antes de que me separen de tu lado? Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble respondió Eliseo. Has pedido algo difícil le dijo Elías, pero si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido; de lo contrario, no. Iban caminando y conversando cuando, de pronto, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en medio de un torbellino. Eliseo, viendo lo que pasaba, se puso a gritar: "¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!" Pero no volvió a verlo. Entonces agarró su ropa y la rasgó en dos. Luego recogió el manto que se le había caído a Elías y, regresando a la orilla del Jordán, golpeó el agua con el manto y exclamó: "¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?" En cuanto golpeó el agua, el río se partió en dos, y Eliseo cruzó. Los profetas de Jericó, al verlo, exclamaron: "¡El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo!" Entonces fueron a su encuentro y se postraron ante él, rostro en tierra. Mira le dijeron, aquí se encuentran, entre nosotros tus servidores, cincuenta hombres muy capaces, que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizás el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle. No respondió Eliseo, no los manden. Pero ellos insistieron tanto que él se sintió incómodo y por fin les dijo: Está bien, mándenlos. Así que enviaron a cincuenta hombres, los cuales buscaron a Elías durante tres días, pero no lo encontraron. Cuando regresaron a Jericó, donde se había quedado Eliseo, él les reclamó: ¿No les advertí que no fueran? Luego, los habitantes de la ciudad le dijeron a Eliseo: Señor, como usted puede ver, nuestra ciudad está bien ubicada, pero el agua es mala, y por eso la tierra ha quedado estéril. Tráiganme una vasija nueva, y échenle sal les ordenó Eliseo. Cuando se la entregaron, Eliseo fue al manantial y, arrojando allí la sal, exclamó: Así dice el Señor: ¡Yo purifico esta agua para que nunca más cause muerte ni esterilidad! A partir de ese momento, y hasta el día de hoy, el agua quedó purificada, según la palabra de Eliseo. De Jericó, Eliseo se dirigió a Betel. Iba subiendo por el camino cuando unos muchachos salieron de la ciudad y empezaron a burlarse de él. "¡Anda, viejo calvo! le gritaban. ¡Anda, viejo calvo!" Eliseo se volvió y, clavándoles la vista, los maldijo en el *nombre del Señor. Al instante, dos osas salieron del bosque y despedazaron a cuarenta y dos muchachos. De allí, Eliseo se fue al monte Carmelo; y luego regresó a Samaria.


Salmo 76:
Dios es conocido en Judá; su nombre es exaltado en Israel. En Salén se halla su santuario; en Sión está su morada. Allí hizo pedazos las centelleantes saetas, los escudos, las espadas, las armas de guerra. Selah. Estás rodeado de esplendor; eres más imponente que las montañas eternas. Los valientes yacen ahora despojados; han caído en el sopor de la muerte. volverá a levantar sus manos. Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste, quedaron pasmados jinetes y corceles. Tú, y sólo tú, eres de temer. ¿Quién puede hacerte frente cuando se enciende tu enojo? Desde el cielo diste a conocer tu veredicto; la tierra, temerosa, guardó silencio cuando tú, oh Dios, te levantaste para juzgar, para salvar a los pobres de la tierra. Selah. La furia de Edom se vuelve tu alabanza; lo que aún queda de Jamat se vuelve tu corona. Hagan votos al Señor su Dios, y cúmplanlos; que todos los países vecinos paguen tributo al Dios temible, al que acaba con el valor de los gobernantes, ¡al que es temido por los reyes de la tierra!




Proverbios 8:
¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: "A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los *inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. "Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros. "El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba! "Y ahora, hijos míos, escúchenme: *dichosos los que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte."





El Libro de Apocalipsis Capítulo 12 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


EL APOCALIPSIS
DE SAN JUAN



CAPÍTULO 12
(96 d.C.)
LA MUJER VESTIDA DEL SOL



Y UNA grande señal apareció en el Cielo (debiera traducirse, "una gran señal en el Cielo"); una mujer vestida del Sol (se refiere a Israel Nacional teniendo el "Sol" como símbolo de su Gloria), y la luna debajo de sus pies (expresa dominio, de ahí, la mención de sus pies), y sobre su cabeza una corona de doce estrellas (el dominio recobrado e Israel restaurado):
2 Y estando encinta (los 144.000 Judíos que serán salvos en la primera mitad de la Gran Tribulación [Apoc., cap. 7]), clamaba con dolores de parto, y sufría tormento por dar a luz. (Corresponde al embarazo espiritual y las agonías de parto que tipifican en lo físico lo que ocurrirá en lo espiritual [Isa. 66:7-8].)
EL GRAN DRAGÓN ROJO
3 Y fue vista otra maravilla en el Cielo (debiera traducirse, "otra señal"); y he aquí, un gran dragón rojo (denota a Satanás y su propósito cruel, tipificado por el color "rojo"), que tenía siete cabezas (se refiere a los Imperios que persiguieron a Israel, aun hasta los días de Juan; cuyos Imperios eran Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-Persa, Grecia y Roma) y diez cuernos (el Anticristo gobernará diez naciones en los últimos días y éstas perseguirán a Israel; en efecto, la séptima cabeza es aquellos "diez cuernos"; Daniel nos dice que estos "diez cuernos" que representan las diez naciones estarán en el antiguo territorio del Imperio Romano, lo cual se refiere al Medio Oriente y regiones de Europa [Dan. 7:7]), y en sus cabezas siete diademas (representa el hecho de que Satanás controlaba estos reinos particulares).
EL HIJO VARÓN
4 Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del Cielo (se remonta a la rebelión original de Lucifer contra Dios; esa vez, un tercio de los Ángeles compartieron la suerte de él; sabemos que estas "estrellas" representan a Ángeles, porque así nos lo dice el Versículo 9), y las echó en Tierra (nos lo dice más claro en los Versículos 7-9): y el dragón se paró delante de la mujer que estaba por dar a luz (no corresponde al nacimiento de Cristo como muchos lo afirman, sino más bien el hijo varón que es los 144.000 Judíos que entregarán sus corazones a Cristo [cap. 7]), a fin de devorar a su hijo cuando hubiese nacido. (Corresponde al hecho de que el Anticristo odiará a estos Judíos que han venido a Cristo. Ocurrirá en la primera mitad de la Gran Tribulación, y puede ser la razón por la cual el Anticristo se volverá en contra de Israel en ese entonces.)
5 Y ella (Israel) dio a luz un hijo varón (como se expresó, son los 144.000 Judíos que vendrán a Cristo durante la primera mitad de la Gran Tribulación [cap. 7]; no se sabe exactamente cómo se llevará a cabo), el cual había de regir todas las gentes con vara de hierro (Israel, bajo Cristo, sin duda alguna, representará esta función en el Reinado Milenario venidero): y su hijo fue arrebatado para Dios y a Su Trono. (Se refiere al Arrebatamiento de los 144.000, que ocurrirá en aproximadamente el punto medio de la Gran Tribulación.)
6 Y la mujer huyó al desierto (la "mujer" es Israel Nacional; en el punto medio de la Gran Tribulación, el Anticristo se volverá en contra de Israel y la derrotará, y miles de Judíos huirán al desierto), donde tiene lugar preparado de Dios (este lugar es en realidad la antigua Petra, situada en Jordania [Isa. 16:1-5]), para que allí ellos la mantengan mil doscientos y sesenta días. ("Ellos" que se menciona aquí, aunque parezca extraño, se refiere a los Árabes de Jordania. Los 1.260 días constituyen casi toda la última mitad de la Gran Tribulación. A propósito, ahora mismo Petra está deshabitada, en espera de la llegada de Israel.)
MIGUEL
7 Y fue hecha una grande batalla en el Cielo (corresponde al "Misterio de Dios" que ya se dará por terminado [10:7]): Miguel y sus Ángeles combatieron contra el dragón; y luchaban el dragón y sus Ángeles (Satanás y todos los Ángeles que lo siguieron serán arrojados del Cielo, lo cual ocurrirá en el punto medio de la Gran Tribulación; por qué el Señor ha permitido que Satanás y sus secuaces permanezcan en el Cielo todo este tiempo, no nos lo dice; es un "Misterio," pero ya se dará por terminado),
8 Y no prevalecieron (Satanás será derrotado en ese entonces; a propósito, no es Satanás que instiga esta guerra, sino más bien el Arcángel Miguel por Directiva de Dios); ni su lugar fue más hallado en el Cielo (se une con el final del Libro de Apocalipsis, donde el Maligno ya no tiene lugar en la Tierra, sino más bien va al lugar de tormento para siempre [20:10]).
9 Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo, y Satanás (se refiere como "el Gran Dragón" debido a su tendencia de "robar, matar y destruir" [Jn. 10:10]; él es la "serpiente antigua" porque en su primera aparición en la Biblia, él se transformó en una serpiente; por lo tanto, él es lo que la maldición provocó que la serpiente fuera astuta y traidora), el cual engaña a todo el mundo (el engaño es su arma principal; él engaña y él mismo es engañado): fue arrojado en Tierra, y sus Ángeles fueron arrojados con él (pronuncia el principio del fin de este monstruo perverso).
LOS VENCEDORES
10 Y oí una grande voz en el Cielo que decía (presenta a los que se visten en vestiduras blancas de Apoc. 6:10-11), Ahora ha venido la Salvación, y el Poder, y el Reino de nuestro Dios (el triunfo de Cristo), y la autoridad de Su Cristo (se refiere al hecho de que Cristo gobernará este mundo, no Satanás): porque el acusador de nuestros Hermanos ha sido arrojado, el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. (Satanás o uno de sus ángeles caídos están delante del Trono de Dios, acusando a los Hermanos constantemente [Job, Capítulos 1-2].)
11 Y ellos le han vencido por la Sangre del Cordero (el poder de vencer y apoderarse del Reino de Satanás se encuentra exclusivamente en la Sangre del Sacrificio del Hijo de Dios y nuestra Fe en aquella Obra Terminada [Rom. 6:3-5, 11, 14]), y por la palabra de su testimonio (el "testimonio" debe pertenecer al hecho de que el Objeto de nuestra Fe es la Cruz y exclusivamente la Cruz, que luego le da libertad de acción al Espíritu Santo para obrar en nuestras vidas); y no han amado sus vidas hasta la muerte. (Se refiere al hecho de que el Creyente no debe cambiar su testimonio con respecto a la Cruz a otra cosa, aunque signifique la muerte.)
12 Por lo cual alegraos, Cielos, y los que moráis en ellos. (El Cielo se regocija porque Satanás no tiene más acceso a esos portales.) ¡Ay de los moradores de la Tierra y del Mar! porque el Diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira (el "Ay" que se menciona aquí es el tercer y último Ay, y pertenece a Satanás cuando es arrojado del Cielo a esta Tierra; lo cual le causará gran ira), sabiendo que tiene poco tiempo (a fin de realizar su plan; ¡se da cuenta que está condenado!).
LA PERSECUCIÓN
13 Y cuando vio el dragón que él había sido arrojado a la Tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón. (Sucederá, como se mencionó, cuando el Anticristo romperá su Convenio de siete años con Israel, atacando y derrotándola [Dan. 9:27].)
14 Y fueron dadas a la mujer dos alas de grande águila, para que de la presencia de la serpiente volase al desierto, a su lugar (el Señor ayudará a Israel en ese entonces y la defenderá; como se mencionó, se refiere a Petra, que está situada en la nueva Jordania), donde es mantenida por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo (se refiere a tres años y medio, la última mitad de la Gran Tribulación; el Anticristo trasladará sus ejércitos a otro lugar con la intención de tratar con este remanente poco más tarde [Dan. 11:44]).
15 Y la serpiente echó de su boca tras la mujer agua como un río (se refiere al ejército del Anticristo, que acaba de derrotar a Israel y ya está resuelto a destruirla por completo), a fin de hacer que fuese arrastrada por la corriente. (El hombre de pecado tiene toda la intención de destruir a Israel en ese entonces, pero el Señor intervendrá para impedirlo, como lo declara el siguiente Versículo.)
16 Y la Tierra ayudó a la mujer (probablemente se refiere al Señor que envía un terremoto), y la Tierra abrió su boca, y se tragó el río que había echado el dragón de su boca. (Se refiere a la acción que ayuda a la mujer [Israel] herir al dragón. Como se expresó, ¡es probable que sea un terremoto!)
17 Entonces el dragón fue airado contra la mujer (nuevamente Israel ha escapado de las garras de Satanás); y se fue a hacer guerra contra los otros de la simiente de ella (después del Arrebatamiento de los 144.000 Judíos, y su Testimonio que todavía se oye en Israel, sin duda, muchos otros Judíos aceptarán a Cristo en ese momento y completarán el "Remanente"), los cuales guardan los Mandamientos de Dios, y tienen el Testimonio de Jesucristo. (Como ya se expresó, se refiere al hecho de que este Remanente de Judíos ya habrá aceptado a Cristo, lo que desde luego, encolerizará a Satanás.)




Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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