El 8 de junio Lectura Bíblica Diaria
Mensaje de la Cruz de Cristo Jesús-Capítulo-1
Sonidos del aire libre
El 8 de junio Lectura Bíblica Diaria:
Job 28 a 30:
Cuando el Señor hizo volver a Sión a los cautivos, nos parecía estar soñando. Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían: "El Señor ha hecho grandes cosas por ellos." Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría. Ahora, Señor, haz volver a nuestros cautivos como haces volver los arroyos del desierto. El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas.
Proverbios 26:
Ni la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera lleva a la ruina.
El Libro de Marcos Capítulo 11 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS
CAPÍTULO 11
(33 d.C.)
LA ENTRADA TRIUNFAL
A JERUSALÉN
Y CUANDO fueron cerca de Jerusalén, de Betfagé y de Betania, al Monte de los Olivos (tiene que ver con dos aldeas, suburbios de Jerusalén en el lado oriental de la ciudad), Él envía dos de Sus Discípulos (la tradición dice que fueron Pedro y Juan),
2 Y les dice, Id al lugar que está delante de vosotros (probablemente Betfagé, porque estaba más cerca): y luego entrados en el, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha subido (ninguna persona había cabalgado este potro); desatadlo, y traedlo.
3 Y si alguien os dijere, ¿Por qué hacéis eso? (Insinúa que esto sería el caso, y así es.) decid que el Señor lo necesita (como Dios, el Señor no necesita nada; como el Hijo del Hombre, Él necesitó ciertas cosas); y luego (inmediatamente) lo enviará acá (dará permiso para utilizar el potro, todo fue revelado a Cristo por el Espíritu Santo).
4 Y fueron por su camino, y hallaron el pollino atado junto a la puerta fuera entre dos caminos; y le desataron ("su camino" fue "Su Camino").
5 Y unos de los que estaban allí les dijeron, ¿Qué hacéis desatando el pollino? (Significa que no hubieron arreglos anteriores.)
6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado (el Señor tiene necesidad de él): y los dejaron (una obediencia instantánea; qué privilegio tenía estos hombres de prestar su potro a Cristo).
7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus vestidos; y se sentó sobre él (declara el comienzo de la Entrada Triunfal; que fue el cumplimiento de la Profecía dada por Zacarías [Zac. 9:9]).
8 Y muchos tendían sus vestidos por el camino (era Su presentación formal de Sí Mismo como el Mesías; como es obvio, sería rechazado): y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino (probablemente frondas de la palmera).
9 Y los que iban delante, y los que iban detrás (representa multitudes tanto detrás de Cristo como delante de Cristo, cuando Él entró en Jerusalén), daban voces, diciendo, ¡Hosanna! Bendito El Que viene en el Nombre del Señor (tomado de Salmos 118:25-26; esta aclamación fue dada en "la Fiesta de los Tabernáculos," cuando los Sacerdotes marchaban una vez al día durante siete días alrededor del Altar con hojas de la palmera en sus manos; durante el octavo día marchaban siete veces, que era la "Hosanna Grande"; la gente creía que Jesús ya estaba a punto de tomar el Trono; les parecían que la gran Edad del Reino ya comenzaría; la verdad es, ésta podría haber comenzado, pero el mando religioso de Israel Lo rechazaba):
10 Bendito el Reino de nuestro padre David (debiera traducirse, "Bendito sea el Reino que viene, el Reino de nuestro Padre David"), que viene en el Nombre del Señor (debiera traducirse, "Quién viene en el Nombre del Señor"; ¡Jesús era esa Persona!): Hosanna en las Alturas (significaba que Él era el Más Alto; por consiguiente, el Único Quien podría salvarlos).
11 Y entró Jesús en Jerusalén, y en el Templo: y habiendo mirado alrededor todas las cosas (Él observó todo el regateo, el intercambio, la discusión sobre precios, que probablemente fue en el Atrio de los Gentiles; Él volvería al día siguiente, y limpiaría este lugar), y siendo ya tarde, se salió a Betania con los Doce (probablemente era el Domingo, y de ser así, una semana más tarde Jesús resucitaría de entre los muertos; por consiguiente, la semana intermedia sería una pena de magnitud indescriptible).
JESÚS MALDICE A UNA
HIGUERA INFRUCTÍFERA
12 Y el día siguiente (sugiere que era el Lunes; Mateo dice que era temprano, probablemente antes de las 6:00 de la madrugada, probablemente Él había pasado la noche al aire libre con los Discípulos), cuando salieron de Betania, Él tuvo hambre:
13 Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, Él se acercó, si quizá Él hallaría en ella algo (según todas las apariencias, ya los higos debieran haber brotado): y cuando Él vino a ella, nada halló sino hojas (ninguna fruta); porque no era tiempo de higos (significa que a pesar de su apariencia, sugiriendo la presencia de fruta, y que ya debiera haber brotado, era estéril).
14 Entonces Jesús respondiendo dijo a la higuera (manifiesta que el Señor se olvidaba de Su hambre natural y el pensamiento de una figura espiritual que a la vista de este árbol comenzó a presentarse a Su Mente), Nunca más coma nadie fruto de ti para siempre (simbólico de la nación Judía; una maldición fue colocada en la higuera, no necesariamente por ser estéril, sino por ser falsa; también, las palabras "para siempre," debiera traducirse "para esta era," es decir hasta que la época de los Gentiles sea cumplida; será en la Segunda Venida). Y lo oyeron Sus Discípulos (¡aprenderán una lección de esto, justo como nosotros lo veremos!).
JESÚS LIMPIA EL TEMPLO
15 Vienen, pues, a Jerusalén: y entrando Jesús en el Templo (se refiere al hecho que su condición, en sentido espiritual, había estado en Su Mente toda la noche; Él estaba probablemente en el Atrio de los Gentiles), comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el Templo, y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
16 Y no consentía que alguien llevase vaso por el Templo (Él requería que toda la Casa de Su Padre fuera considerada Sagrada).
17 Y Él les enseñaba, diciendo (¡sin duda a una gran multitud de gente que se habían juntado, mirando, como parece, con asombro sobrecogedor!), ¿No está escrito (dirigió a la gente y Sus acciones a la Palabra de Dios), que Mi Casa, Casa de Oración será llamada para todas las naciones? (Significa, como dicho, que Él estaba en el Atrio de los Gentiles, el cual había sido convertido en una plaza de mercado. Su declaración está citada en Isa. 65:7 y Jer. 7:11.) mas vosotros la habéis hecho cueva de bandidos (debiera traducirse "ladrones," porque la palabra Griega significa operaciones en gran escala y sistemática).
18 Y lo oyeron los Escribas y los Principales Sacerdotes (eran "los ladrones," porque estaban a cargo de lo que ocurría allí, y realmente sacaron ganancia personal de lo que ocurría), y procuraban cómo Le matarían (determinados no sólo a matarlo, sino destruir completamente Su influencia como una gran energía espiritual en el mundo): porque Le tenían miedo (temieron que Él usaría Su Poder para trastornar su lugar corrompido y posición corrompida), por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de Su Doctrina (una "Doctrina" que era diferente de la doctrina suya).
19 Mas como fue tarde, Jesús salió de la ciudad (no hay indicación alguna de que Jesús pasó una noche en Jerusalén, a excepción de la noche que Él fue enjuiciado).
LA LECCIÓN DE LA
HIGUERA SECA
20 Y pasando por la mañana (probablemente se refiere al día Martes), vieron que la higuera se había secado desde las raíces (significa que fue completamente marchitado; Israel dentro de poco haría lo mismo, realmente cesando de ser una Nación).
21 Entonces Pedro acordándose Le dice, Maestro, he aquí, la higuera que Tú maldijiste se ha secado (Jesús podría haber hecho la misma cosa con Sus enemigos, si Él lo deseara; pero Él nunca usó Su Poder, salvo en la manera que el Padre Divino le dijera que debiera usarlo).
22 Y respondiendo Jesús les dice (indica a Jesús que trataba con lo que pasó, más bien del por qué pasó; no eran capaces de captar que la higuera era una ilustración de Israel; ¡todo esto vendría más tarde!), Tened Fe en Dios (literalmente dice, "Tened la Fe de Dios"; tal Fe juzga confesión [la higuera] quita dificultades [el monte] perdona ofensas).
23 Porque de cierto os digo, Que cualquiera que dijere a este monte, Quítate, y échate en el mar; y no dudare en su corazón, pero creyere que será hecho lo que dice; lo que dijere le será hecho (el "monte" es usado como un símbolo, es decir, "el monte de dificultades," etc.; Dios es un Dios que obra Milagros, y hará así para cualquiera de Sus Hijos, "quienquiera"; sin embargo, cada petición debe ser afirmada también en la Voluntad de Dios).
24 Por tanto os digo, Que todo lo que deseareis (uno que busca hacer la Voluntad de Dios, querrá sólo lo que Dios desea), cuando orando pidiereis (el valor de la oración, sin la cual estas cosas no pueden ser hechas), creed (tened Fe) que lo recibiréis, y os vendrá (como es obvio aquí, la recepción de estas cosas, independientemente de lo que ellos podrían ser, requiere una relación, y ésta es la clave).
25 Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno (indica, que las Promesas mencionadas no serán honoradas, si abrigamos una actitud implacable): para que vuestro Padre que está en los Cielos os perdone también a vosotros vuestras ofensas (el perdón del Señor de nuestra parte, está afirmado en que perdonamos a los demás).
26 Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está en los Cielos os perdonará vuestras ofensas (indica, al ser implacable divide la relación, que destruye el programa entero de Dios; en tal caso, nuestros pecados no son perdonados, y tampoco podemos esperar que Dios conteste la oración; éstos son impedimentos muy serios).
LA AUTORIDAD DE JESÚS
PUESTA EN DUDA
27 Y volvieron a Jerusalén: y andando Él por el Templo (representa el tercer día en el cual Él visita este edificio), vienen a Él los Principales Sacerdotes, y los Escribas, y los Ancianos (éstos eran los líderes religiosos de Israel),
28 Y Le dicen, ¿Con qué potestad haces Tú estas cosas? ¿y quién Te ha dado esta potestad para hacer estas cosas? (Eran los guardianes del Templo. Nuestro Señor, por medio de expulsar a la fuerza aquéllos que fueron involucrados en el negocio en el Templo, reclamaba una jurisdicción superior.)
29 Y Jesús respondiendo entonces les dice, Os preguntaré también Yo una palabra (Su pregunta y la respuesta, simplificará enormemente la cuestión), y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas (realmente significa que la respuesta correcta a Su pregunta proporcionará la respuesta a sus interrogantes).
30 El bautismo de Juan, ¿era del Cielo, o de los hombres? Respondedme (Juan había presentado a Cristo como el Mesías; si afirmaran que el Profeta era de Dios, entonces tendrían que reconocer a Aquel que él había introducido; habían tratado de poner a Jesús en apuros, y ya ellos en cambio están en apuros).
31 Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo, Si dijéremos, Del Cielo; dirá, ¿Por qué, pues, no le creísteis? (No creer lo que Juan dijo acerca de Jesús.)
32 Y si dijéremos, De los hombres; tememos al pueblo: porque todos juzgaban de Juan, que verdaderamente era Profeta (el respeto para Juan por la gente se había hecho aun más profundo desde su martirio; temieron si negaran el llamamiento de Juan, la gente podría apedrearlos en seguida).
33 Y respondiendo dicen a Jesús, No sabemos (¡su respuesta al menos era ridícula!; eran los mismos que debieran saber). Entonces respondiendo Jesús les dice, Tampoco Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas (en efecto, "Yo no le contestaré, porque su respuesta a Mi pregunta es la respuesta a su propia"; Jerónimo dice, "Él así demuestra que sabían, pero no contestarían; se salvaron de este dilema por medio de expresar la ignorancia").
Primera Corintios Capítulo 13:
Si
hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más
que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don
de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y
si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no
soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi
cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano
con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni
jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no
se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la
maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue,
mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y
el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de
manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto
desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño,
razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de
niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero
entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero
entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas
tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de
ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4
Así
que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.
Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la
voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy
poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo
vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero
nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse,
sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la
garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a
ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo
fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino
de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más
aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo,
pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto,
habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar
la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser
llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe
es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por
la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó
al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por
la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde
recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la
fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas
de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa,
porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es
arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad
y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos,
porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este
solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las
estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas
prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran
extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente
dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado
pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido
oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor,
es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser
llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había
recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se
establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene
poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado,
recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob,
cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José,
y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de
su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio
instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién
nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron
que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la
fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del
faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los
efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del
Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la
mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle
miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo
al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre,
para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel.
Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando
los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las
murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su
alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los
desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a
decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté,
David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos,
hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones,
apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada;
sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y
pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la
resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a
golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los
pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e
incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la
mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para
allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades,
afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin
rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos
obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio
el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a
la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por
tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande
de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del
pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que
tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y
perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó
la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está
sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel
que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para
que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran
contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su
sangre.
Romanos 8:
Por
lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a
Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha
liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo
liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios
envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de
pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así
condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas
demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la
naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a
la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza;
en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los
deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la
mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad
pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es
capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no
pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza
pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive
en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo.
Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del
pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la
justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los
muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los
muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su
Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una
obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.
Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del
Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque
todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y
ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo,
sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba!
¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos
hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos
parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan
los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en
nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de
Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su
propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme
esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción
que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera
dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que
tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras
aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de
nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la
esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene?
Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos
nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que
examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el
Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de
quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser
transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los
que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los
glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte,
¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio
Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos
generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que
Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo
Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e
intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La
tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el
peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos
amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al
matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio
de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni
los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la
creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
El 8 de junio Lectura Bíblica Diaria:
Job 28 a 30:
28 Ciertamente la plata tiene sus veneros,
Y el oro lugar donde se refina. El hierro se saca del polvo,
Y de la piedra se funde el cobre. A las tinieblas ponen término,
Y examinan todo a la perfección,
Las piedras que hay en oscuridad y en sombra de muerte. Abren minas lejos de lo habitado,
En lugares olvidados, donde el pie no pasa.
Son suspendidos y balanceados, lejos de los demás hombres. De la tierra nace el pan,
Y debajo de ella está como convertida en fuego. Lugar hay cuyas piedras son zafiro,
Y sus polvos de oro. Senda que nunca la conoció ave,
Ni ojo de buitre la vio; Nunca la pisaron animales fieros,
Ni león pasó por ella. En el pedernal puso su mano,
Y trastornó de raíz los montes. De los peñascos cortó ríos,
Y sus ojos vieron todo lo preciado. Detuvo los ríos en su nacimiento,
E hizo salir a luz lo escondido. Mas ¿dónde se hallará la sabiduría?
¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre,
Ni se halla en la tierra de los vivientes. El abismo dice: No está en mí;
Y el mar dijo: Ni conmigo. No se dará por oro,
Ni su precio será a peso de plata. No puede ser apreciada con oro de Ofir,
Ni con ónice precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualará, ni el diamante,
Ni se cambiará por alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas;
La sabiduría es mejor que las piedras preciosas. No se igualará con ella topacio de Etiopía;
No se podrá apreciar con oro fino. ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría?
¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo viviente,
Y a toda ave del cielo es oculta. El Abadón y la muerte dijeron:
Su fama hemos oído con nuestros oídos. Dios entiende el camino de ella,
Y conoce su lugar. Porque él mira hasta los fines de la tierra,
Y ve cuanto hay bajo los cielos. Al dar peso al viento,
Y poner las aguas por medida; Cuando él dio ley a la lluvia,
Y camino al relámpago de los truenos, Entonces la veía él, y la manifestaba;
La preparó y la descubrió también. Y dijo al hombre:
He aquí que el temor del Señor es la sabiduría,
Y el apartarse del mal, la inteligencia.
29 Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo: ¡Quién me volviese como en los meses pasados,
Como en los días en que Dios me guardaba, Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,
A cuya luz yo caminaba en la oscuridad; Como fui en los días de mi juventud,
Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda; Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente,
Y mis hijos alrededor de mí; Cuando lavaba yo mis pasos con leche,
Y la piedra me derramaba ríos de aceite! Cuando yo salía a la puerta a juicio,
Y en la plaza hacía preparar mi asiento, Los jóvenes me veían, y se escondían;
Y los ancianos se levantaban, y estaban de pie. Los príncipes detenían sus palabras;
Ponían la mano sobre su boca. La voz de los principales se apagaba,
Y su lengua se pegaba a su paladar. Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado,
Y los ojos que me veían me daban testimonio, Porque yo libraba al pobre que clamaba,
Y al huérfano que carecía de ayudador. La bendición del que se iba a perder venía sobre mí,
Y al corazón de la viuda yo daba alegría. Me vestía de justicia, y ella me cubría;
Como manto y diadema era mi rectitud. Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo. A los menesterosos era padre,
Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia; Y quebrantaba los colmillos del inicuo,
Y de sus dientes hacía soltar la presa. Decía yo: En mi nido moriré,
Y como arena multiplicaré mis días. Mi raíz estaba abierta junto a las aguas,
Y en mis ramas permanecía el rocío. Mi honra se renovaba en mí,
Y mi arco se fortalecía en mi mano. Me oían, y esperaban,
Y callaban a mi consejo. Tras mi palabra no replicaban,
Y mi razón destilaba sobre ellos. Me esperaban como a la lluvia,
Y abrían su boca como a la lluvia tardía. Si me reía con ellos, no lo creían;
Y no abatían la luz de mi rostro. Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba entre ellos como el jefe;
Y moraba como rey en el ejército,
Como el que consuela a los que lloran.
30 Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,
A cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado. ¿Y de qué me serviría ni aun la fuerza de sus manos?
No tienen fuerza alguna. Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos;
Huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto. Recogían malvas entre los arbustos,
Y raíces de enebro para calentarse. Eran arrojados de entre las gentes,
Y todos les daban grita como tras el ladrón. Habitaban en las barrancas de los arroyos,
En las cavernas de la tierra, y en las rocas. Bramaban entre las matas,
Y se reunían debajo de los espinos. Hijos de viles, y hombres sin nombre,
Más bajos que la misma tierra. Y ahora yo soy objeto de su burla,
Y les sirvo de refrán. Me abominan, se alejan de mí,
Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva. Porque Dios desató su cuerda, y me afligió,
Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro. A la mano derecha se levantó el populacho;
Empujaron mis pies,
Y prepararon contra mí caminos de perdición. Mi senda desbarataron,
Se aprovecharon de mi quebrantamiento,
Y contra ellos no hubo ayudador. Vinieron como por portillo ancho,
Se revolvieron sobre mi calamidad. Se han revuelto turbaciones sobre mí;
Combatieron como viento mi honor,
Y mi prosperidad pasó como nube. Y ahora mi alma está derramada en mí;
Días de aflicción se apoderan de mí. La noche taladra mis huesos,
Y los dolores que me roen no reposan. La violencia deforma mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica. El me derribó en el lodo,
Y soy semejante al polvo y a la ceniza. Clamo a ti, y no me oyes;
Me presento, y no me atiendes. Te has vuelto cruel para mí;
Con el poder de tu mano me persigues. Me alzaste sobre el viento, me hiciste cabalgar en él,
Y disolviste mi sustancia. Porque yo sé que me conduces a la muerte,
Y a la casa determinada a todo viviente. Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro;
¿Clamarán los sepultados cuando él los quebrantare? ¿No lloré yo al afligido?
Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso? Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal;
Y cuando esperaba luz, vino la oscuridad. Mis entrañas se agitan, y no reposan;
Días de aflicción me han sobrecogido. Ando ennegrecido, y no por el sol;
Me he levantado en la congregación, y clamado. He venido a ser hermano de chacales,
Y compañero de avestruces. Mi piel se ha ennegrecido y se me cae,
Y mis huesos arden de calor. Se ha cambiado mi arpa en luto,
Y mi flauta en voz de lamentadores.
Salmo 126:Y el oro lugar donde se refina. El hierro se saca del polvo,
Y de la piedra se funde el cobre. A las tinieblas ponen término,
Y examinan todo a la perfección,
Las piedras que hay en oscuridad y en sombra de muerte. Abren minas lejos de lo habitado,
En lugares olvidados, donde el pie no pasa.
Son suspendidos y balanceados, lejos de los demás hombres. De la tierra nace el pan,
Y debajo de ella está como convertida en fuego. Lugar hay cuyas piedras son zafiro,
Y sus polvos de oro. Senda que nunca la conoció ave,
Ni ojo de buitre la vio; Nunca la pisaron animales fieros,
Ni león pasó por ella. En el pedernal puso su mano,
Y trastornó de raíz los montes. De los peñascos cortó ríos,
Y sus ojos vieron todo lo preciado. Detuvo los ríos en su nacimiento,
E hizo salir a luz lo escondido. Mas ¿dónde se hallará la sabiduría?
¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre,
Ni se halla en la tierra de los vivientes. El abismo dice: No está en mí;
Y el mar dijo: Ni conmigo. No se dará por oro,
Ni su precio será a peso de plata. No puede ser apreciada con oro de Ofir,
Ni con ónice precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualará, ni el diamante,
Ni se cambiará por alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas;
La sabiduría es mejor que las piedras preciosas. No se igualará con ella topacio de Etiopía;
No se podrá apreciar con oro fino. ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría?
¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo viviente,
Y a toda ave del cielo es oculta. El Abadón y la muerte dijeron:
Su fama hemos oído con nuestros oídos. Dios entiende el camino de ella,
Y conoce su lugar. Porque él mira hasta los fines de la tierra,
Y ve cuanto hay bajo los cielos. Al dar peso al viento,
Y poner las aguas por medida; Cuando él dio ley a la lluvia,
Y camino al relámpago de los truenos, Entonces la veía él, y la manifestaba;
La preparó y la descubrió también. Y dijo al hombre:
He aquí que el temor del Señor es la sabiduría,
Y el apartarse del mal, la inteligencia.
29 Volvió Job a reanudar su discurso, y dijo: ¡Quién me volviese como en los meses pasados,
Como en los días en que Dios me guardaba, Cuando hacía resplandecer sobre mi cabeza su lámpara,
A cuya luz yo caminaba en la oscuridad; Como fui en los días de mi juventud,
Cuando el favor de Dios velaba sobre mi tienda; Cuando aún estaba conmigo el Omnipotente,
Y mis hijos alrededor de mí; Cuando lavaba yo mis pasos con leche,
Y la piedra me derramaba ríos de aceite! Cuando yo salía a la puerta a juicio,
Y en la plaza hacía preparar mi asiento, Los jóvenes me veían, y se escondían;
Y los ancianos se levantaban, y estaban de pie. Los príncipes detenían sus palabras;
Ponían la mano sobre su boca. La voz de los principales se apagaba,
Y su lengua se pegaba a su paladar. Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado,
Y los ojos que me veían me daban testimonio, Porque yo libraba al pobre que clamaba,
Y al huérfano que carecía de ayudador. La bendición del que se iba a perder venía sobre mí,
Y al corazón de la viuda yo daba alegría. Me vestía de justicia, y ella me cubría;
Como manto y diadema era mi rectitud. Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo. A los menesterosos era padre,
Y de la causa que no entendía, me informaba con diligencia; Y quebrantaba los colmillos del inicuo,
Y de sus dientes hacía soltar la presa. Decía yo: En mi nido moriré,
Y como arena multiplicaré mis días. Mi raíz estaba abierta junto a las aguas,
Y en mis ramas permanecía el rocío. Mi honra se renovaba en mí,
Y mi arco se fortalecía en mi mano. Me oían, y esperaban,
Y callaban a mi consejo. Tras mi palabra no replicaban,
Y mi razón destilaba sobre ellos. Me esperaban como a la lluvia,
Y abrían su boca como a la lluvia tardía. Si me reía con ellos, no lo creían;
Y no abatían la luz de mi rostro. Calificaba yo el camino de ellos, y me sentaba entre ellos como el jefe;
Y moraba como rey en el ejército,
Como el que consuela a los que lloran.
30 Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo,
A cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado. ¿Y de qué me serviría ni aun la fuerza de sus manos?
No tienen fuerza alguna. Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos;
Huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto. Recogían malvas entre los arbustos,
Y raíces de enebro para calentarse. Eran arrojados de entre las gentes,
Y todos les daban grita como tras el ladrón. Habitaban en las barrancas de los arroyos,
En las cavernas de la tierra, y en las rocas. Bramaban entre las matas,
Y se reunían debajo de los espinos. Hijos de viles, y hombres sin nombre,
Más bajos que la misma tierra. Y ahora yo soy objeto de su burla,
Y les sirvo de refrán. Me abominan, se alejan de mí,
Y aun de mi rostro no detuvieron su saliva. Porque Dios desató su cuerda, y me afligió,
Por eso se desenfrenaron delante de mi rostro. A la mano derecha se levantó el populacho;
Empujaron mis pies,
Y prepararon contra mí caminos de perdición. Mi senda desbarataron,
Se aprovecharon de mi quebrantamiento,
Y contra ellos no hubo ayudador. Vinieron como por portillo ancho,
Se revolvieron sobre mi calamidad. Se han revuelto turbaciones sobre mí;
Combatieron como viento mi honor,
Y mi prosperidad pasó como nube. Y ahora mi alma está derramada en mí;
Días de aflicción se apoderan de mí. La noche taladra mis huesos,
Y los dolores que me roen no reposan. La violencia deforma mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica. El me derribó en el lodo,
Y soy semejante al polvo y a la ceniza. Clamo a ti, y no me oyes;
Me presento, y no me atiendes. Te has vuelto cruel para mí;
Con el poder de tu mano me persigues. Me alzaste sobre el viento, me hiciste cabalgar en él,
Y disolviste mi sustancia. Porque yo sé que me conduces a la muerte,
Y a la casa determinada a todo viviente. Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro;
¿Clamarán los sepultados cuando él los quebrantare? ¿No lloré yo al afligido?
Y mi alma, ¿no se entristeció sobre el menesteroso? Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal;
Y cuando esperaba luz, vino la oscuridad. Mis entrañas se agitan, y no reposan;
Días de aflicción me han sobrecogido. Ando ennegrecido, y no por el sol;
Me he levantado en la congregación, y clamado. He venido a ser hermano de chacales,
Y compañero de avestruces. Mi piel se ha ennegrecido y se me cae,
Y mis huesos arden de calor. Se ha cambiado mi arpa en luto,
Y mi flauta en voz de lamentadores.
Cuando el Señor hizo volver a Sión a los cautivos, nos parecía estar soñando. Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían: "El Señor ha hecho grandes cosas por ellos." Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría. Ahora, Señor, haz volver a nuestros cautivos como haces volver los arroyos del desierto. El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas.
Proverbios 26:
Ni la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera lleva a la ruina.
El Libro de Marcos Capítulo 11 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS
CAPÍTULO 11
(33 d.C.)
LA ENTRADA TRIUNFAL
A JERUSALÉN
Y CUANDO fueron cerca de Jerusalén, de Betfagé y de Betania, al Monte de los Olivos (tiene que ver con dos aldeas, suburbios de Jerusalén en el lado oriental de la ciudad), Él envía dos de Sus Discípulos (la tradición dice que fueron Pedro y Juan),
2 Y les dice, Id al lugar que está delante de vosotros (probablemente Betfagé, porque estaba más cerca): y luego entrados en el, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha subido (ninguna persona había cabalgado este potro); desatadlo, y traedlo.
3 Y si alguien os dijere, ¿Por qué hacéis eso? (Insinúa que esto sería el caso, y así es.) decid que el Señor lo necesita (como Dios, el Señor no necesita nada; como el Hijo del Hombre, Él necesitó ciertas cosas); y luego (inmediatamente) lo enviará acá (dará permiso para utilizar el potro, todo fue revelado a Cristo por el Espíritu Santo).
4 Y fueron por su camino, y hallaron el pollino atado junto a la puerta fuera entre dos caminos; y le desataron ("su camino" fue "Su Camino").
5 Y unos de los que estaban allí les dijeron, ¿Qué hacéis desatando el pollino? (Significa que no hubieron arreglos anteriores.)
6 Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado (el Señor tiene necesidad de él): y los dejaron (una obediencia instantánea; qué privilegio tenía estos hombres de prestar su potro a Cristo).
7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus vestidos; y se sentó sobre él (declara el comienzo de la Entrada Triunfal; que fue el cumplimiento de la Profecía dada por Zacarías [Zac. 9:9]).
8 Y muchos tendían sus vestidos por el camino (era Su presentación formal de Sí Mismo como el Mesías; como es obvio, sería rechazado): y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino (probablemente frondas de la palmera).
9 Y los que iban delante, y los que iban detrás (representa multitudes tanto detrás de Cristo como delante de Cristo, cuando Él entró en Jerusalén), daban voces, diciendo, ¡Hosanna! Bendito El Que viene en el Nombre del Señor (tomado de Salmos 118:25-26; esta aclamación fue dada en "la Fiesta de los Tabernáculos," cuando los Sacerdotes marchaban una vez al día durante siete días alrededor del Altar con hojas de la palmera en sus manos; durante el octavo día marchaban siete veces, que era la "Hosanna Grande"; la gente creía que Jesús ya estaba a punto de tomar el Trono; les parecían que la gran Edad del Reino ya comenzaría; la verdad es, ésta podría haber comenzado, pero el mando religioso de Israel Lo rechazaba):
10 Bendito el Reino de nuestro padre David (debiera traducirse, "Bendito sea el Reino que viene, el Reino de nuestro Padre David"), que viene en el Nombre del Señor (debiera traducirse, "Quién viene en el Nombre del Señor"; ¡Jesús era esa Persona!): Hosanna en las Alturas (significaba que Él era el Más Alto; por consiguiente, el Único Quien podría salvarlos).
11 Y entró Jesús en Jerusalén, y en el Templo: y habiendo mirado alrededor todas las cosas (Él observó todo el regateo, el intercambio, la discusión sobre precios, que probablemente fue en el Atrio de los Gentiles; Él volvería al día siguiente, y limpiaría este lugar), y siendo ya tarde, se salió a Betania con los Doce (probablemente era el Domingo, y de ser así, una semana más tarde Jesús resucitaría de entre los muertos; por consiguiente, la semana intermedia sería una pena de magnitud indescriptible).
JESÚS MALDICE A UNA
HIGUERA INFRUCTÍFERA
12 Y el día siguiente (sugiere que era el Lunes; Mateo dice que era temprano, probablemente antes de las 6:00 de la madrugada, probablemente Él había pasado la noche al aire libre con los Discípulos), cuando salieron de Betania, Él tuvo hambre:
13 Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, Él se acercó, si quizá Él hallaría en ella algo (según todas las apariencias, ya los higos debieran haber brotado): y cuando Él vino a ella, nada halló sino hojas (ninguna fruta); porque no era tiempo de higos (significa que a pesar de su apariencia, sugiriendo la presencia de fruta, y que ya debiera haber brotado, era estéril).
14 Entonces Jesús respondiendo dijo a la higuera (manifiesta que el Señor se olvidaba de Su hambre natural y el pensamiento de una figura espiritual que a la vista de este árbol comenzó a presentarse a Su Mente), Nunca más coma nadie fruto de ti para siempre (simbólico de la nación Judía; una maldición fue colocada en la higuera, no necesariamente por ser estéril, sino por ser falsa; también, las palabras "para siempre," debiera traducirse "para esta era," es decir hasta que la época de los Gentiles sea cumplida; será en la Segunda Venida). Y lo oyeron Sus Discípulos (¡aprenderán una lección de esto, justo como nosotros lo veremos!).
JESÚS LIMPIA EL TEMPLO
15 Vienen, pues, a Jerusalén: y entrando Jesús en el Templo (se refiere al hecho que su condición, en sentido espiritual, había estado en Su Mente toda la noche; Él estaba probablemente en el Atrio de los Gentiles), comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el Templo, y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;
16 Y no consentía que alguien llevase vaso por el Templo (Él requería que toda la Casa de Su Padre fuera considerada Sagrada).
17 Y Él les enseñaba, diciendo (¡sin duda a una gran multitud de gente que se habían juntado, mirando, como parece, con asombro sobrecogedor!), ¿No está escrito (dirigió a la gente y Sus acciones a la Palabra de Dios), que Mi Casa, Casa de Oración será llamada para todas las naciones? (Significa, como dicho, que Él estaba en el Atrio de los Gentiles, el cual había sido convertido en una plaza de mercado. Su declaración está citada en Isa. 65:7 y Jer. 7:11.) mas vosotros la habéis hecho cueva de bandidos (debiera traducirse "ladrones," porque la palabra Griega significa operaciones en gran escala y sistemática).
18 Y lo oyeron los Escribas y los Principales Sacerdotes (eran "los ladrones," porque estaban a cargo de lo que ocurría allí, y realmente sacaron ganancia personal de lo que ocurría), y procuraban cómo Le matarían (determinados no sólo a matarlo, sino destruir completamente Su influencia como una gran energía espiritual en el mundo): porque Le tenían miedo (temieron que Él usaría Su Poder para trastornar su lugar corrompido y posición corrompida), por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de Su Doctrina (una "Doctrina" que era diferente de la doctrina suya).
19 Mas como fue tarde, Jesús salió de la ciudad (no hay indicación alguna de que Jesús pasó una noche en Jerusalén, a excepción de la noche que Él fue enjuiciado).
LA LECCIÓN DE LA
HIGUERA SECA
20 Y pasando por la mañana (probablemente se refiere al día Martes), vieron que la higuera se había secado desde las raíces (significa que fue completamente marchitado; Israel dentro de poco haría lo mismo, realmente cesando de ser una Nación).
21 Entonces Pedro acordándose Le dice, Maestro, he aquí, la higuera que Tú maldijiste se ha secado (Jesús podría haber hecho la misma cosa con Sus enemigos, si Él lo deseara; pero Él nunca usó Su Poder, salvo en la manera que el Padre Divino le dijera que debiera usarlo).
22 Y respondiendo Jesús les dice (indica a Jesús que trataba con lo que pasó, más bien del por qué pasó; no eran capaces de captar que la higuera era una ilustración de Israel; ¡todo esto vendría más tarde!), Tened Fe en Dios (literalmente dice, "Tened la Fe de Dios"; tal Fe juzga confesión [la higuera] quita dificultades [el monte] perdona ofensas).
23 Porque de cierto os digo, Que cualquiera que dijere a este monte, Quítate, y échate en el mar; y no dudare en su corazón, pero creyere que será hecho lo que dice; lo que dijere le será hecho (el "monte" es usado como un símbolo, es decir, "el monte de dificultades," etc.; Dios es un Dios que obra Milagros, y hará así para cualquiera de Sus Hijos, "quienquiera"; sin embargo, cada petición debe ser afirmada también en la Voluntad de Dios).
24 Por tanto os digo, Que todo lo que deseareis (uno que busca hacer la Voluntad de Dios, querrá sólo lo que Dios desea), cuando orando pidiereis (el valor de la oración, sin la cual estas cosas no pueden ser hechas), creed (tened Fe) que lo recibiréis, y os vendrá (como es obvio aquí, la recepción de estas cosas, independientemente de lo que ellos podrían ser, requiere una relación, y ésta es la clave).
25 Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno (indica, que las Promesas mencionadas no serán honoradas, si abrigamos una actitud implacable): para que vuestro Padre que está en los Cielos os perdone también a vosotros vuestras ofensas (el perdón del Señor de nuestra parte, está afirmado en que perdonamos a los demás).
26 Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está en los Cielos os perdonará vuestras ofensas (indica, al ser implacable divide la relación, que destruye el programa entero de Dios; en tal caso, nuestros pecados no son perdonados, y tampoco podemos esperar que Dios conteste la oración; éstos son impedimentos muy serios).
LA AUTORIDAD DE JESÚS
PUESTA EN DUDA
27 Y volvieron a Jerusalén: y andando Él por el Templo (representa el tercer día en el cual Él visita este edificio), vienen a Él los Principales Sacerdotes, y los Escribas, y los Ancianos (éstos eran los líderes religiosos de Israel),
28 Y Le dicen, ¿Con qué potestad haces Tú estas cosas? ¿y quién Te ha dado esta potestad para hacer estas cosas? (Eran los guardianes del Templo. Nuestro Señor, por medio de expulsar a la fuerza aquéllos que fueron involucrados en el negocio en el Templo, reclamaba una jurisdicción superior.)
29 Y Jesús respondiendo entonces les dice, Os preguntaré también Yo una palabra (Su pregunta y la respuesta, simplificará enormemente la cuestión), y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas (realmente significa que la respuesta correcta a Su pregunta proporcionará la respuesta a sus interrogantes).
30 El bautismo de Juan, ¿era del Cielo, o de los hombres? Respondedme (Juan había presentado a Cristo como el Mesías; si afirmaran que el Profeta era de Dios, entonces tendrían que reconocer a Aquel que él había introducido; habían tratado de poner a Jesús en apuros, y ya ellos en cambio están en apuros).
31 Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo, Si dijéremos, Del Cielo; dirá, ¿Por qué, pues, no le creísteis? (No creer lo que Juan dijo acerca de Jesús.)
32 Y si dijéremos, De los hombres; tememos al pueblo: porque todos juzgaban de Juan, que verdaderamente era Profeta (el respeto para Juan por la gente se había hecho aun más profundo desde su martirio; temieron si negaran el llamamiento de Juan, la gente podría apedrearlos en seguida).
33 Y respondiendo dicen a Jesús, No sabemos (¡su respuesta al menos era ridícula!; eran los mismos que debieran saber). Entonces respondiendo Jesús les dice, Tampoco Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas (en efecto, "Yo no le contestaré, porque su respuesta a Mi pregunta es la respuesta a su propia"; Jerónimo dice, "Él así demuestra que sabían, pero no contestarían; se salvaron de este dilema por medio de expresar la ignorancia").
Primera Corintios Capítulo 13:
Hebreos 10:35-12:4
Romanos 8:
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