13 August 2014

El 13 de agosto Lectura Bíblica Diaria



El 13 de agosto Lectura Bíblica Diaria:

1 Crónicas 23 a 25:

David era muy anciano cuando declaró a su hijo Salomón rey de Israel. Reunió a todos los jefes de Israel, y a los sacerdotes y levitas. Entonces contaron a los levitas que tenían más de treinta años, y resultó que eran en total treinta y ocho mil hombres. De éstos, veinticuatro mil estaban a cargo del trabajo del templo del Señor, seis mil eran oficiales y jueces, cuatro mil eran porteros, y los otros cuatro mil estaban encargados de alabar al Señor con los instrumentos musicales que David había ordenado hacer para ese propósito. David dividió a los levitas en grupos de acuerdo con el número de los hijos de Leví, que fueron Guersón, Coat y Merari. De los guersonitas: Ladán y Simí. Los hijos de Ladán fueron tres: Jehiel, el mayor, Zetán y Joel. Simí también tuvo tres hijos: Selomit, Jaziel y Jarán. Éstos fueron los jefes de las familias patriarcales de Ladán. Los hijos de Simí fueron cuatro: Yajat, Ziza, Jeús y Beriá. Éstos fueron los hijos de Simí. Yajat era el mayor y Ziza, el segundo. Como Jeús y Beriá no tuvieron muchos hijos, se les contó como una sola familia y se les dio un mismo cargo. Los hijos de Coat fueron cuatro: Amirán, Izar, Hebrón y Uziel. Los hijos de Amirán fueron Aarón y Moisés. Aarón y sus descendientes fueron los escogidos para presentar las ofrendas santas, quemar el incienso, servir al Señor y pronunciar la bendición en su *nombre. A Moisés, hombre de Dios, y a sus hijos se les incluyó en la tribu de Leví. Los hijos de Moisés fueron Guersón y Eliezer. Sebuel fue el primero de los descendientes de Guersón. Eliezer no tuvo sino un solo hijo, que fue Rejabías, pero éste sí tuvo muchos hijos. El primer hijo de Izar fue Selomit. El primer hijo de Hebrón fue Jerías; el segundo, Amarías; el tercero, Jahaziel, y el cuarto, Jecamán. El primer hijo de Uziel fue Micaías, y el segundo, Isías. Los hijos de Merari fueron Majlí y Musí. Los hijos de Majlí fueron Eleazar y Quis. Eleazar murió sin tener hijos: solamente tuvo hijas. Éstas se casaron con sus primos, los hijos de Quis. Musí tuvo tres hijos: Majlí, Edar y Jeremot. Éstos fueron los descendientes de Leví por sus familias patriarcales. El censo los registró por nombre como jefes de sus familias patriarcales. Éstos prestaban servicio en el templo del Señor, y eran mayores de veinte años. David dijo: "Desde que el Señor, Dios de Israel, estableció a su pueblo y estableció su residencia para siempre en Jerusalén, los levitas ya no tienen que cargar el santuario ni los utensilios que se usan en el culto." De acuerdo con las últimas disposiciones de David, fueron censados los levitas mayores de veinte años, y su función consistía en ayudar a los descendientes de Aarón en el servicio del templo del Señor. Eran los responsables de los atrios, de los cuartos y de la purificación de todas las cosas santas; en fin, de todo lo relacionado con el servicio del templo de Dios. También estaban encargados del pan de la Presencia, de la harina para las ofrendas de cereales, de las hojuelas sin levadura, de las ofrendas fritas en sartén o cocidas, y de todas las medidas de capacidad y de longitud. Cada mañana y cada tarde debían estar presentes para agradecer y alabar al Señor. Así mismo, debían ofrecer todos los *holocaustos que se presentaban al Señor los sábados y los días de luna nueva, y durante las otras fiestas. Así que siempre servían al Señor, según el número y la función que se les asignaba. De modo que tenían a su cargo el cuidado de la Tienda de reunión y del santuario. El servicio que realizaban en el templo del Señor quedaba bajo las órdenes de sus hermanos, los descendientes de Aarón. Los descendientes de Aarón se organizaron de la siguiente manera: Los hijos de Aarón fueron Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Nadab y Abiú murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos, así que Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio. Con la ayuda de Sadoc, descendiente de Eleazar, y de Ajimélec, descendiente de Itamar, David organizó a los sacerdotes por turnos para el desempeño de sus funciones. Como había más jefes entre los descendientes de Eleazar que entre los de Itamar, los organizaron así: dieciséis jefes de las familias patriarcales de los descendientes de Eleazar, y ocho jefes de los descendientes de Itamar. La distribución se hizo por sorteo, pues tanto los descendientes de Eleazar como los de Itamar tenían oficiales del santuario y oficiales de Dios. El cronista Semaías hijo de Natanael, que era levita, registró sus nombres en presencia del rey y de los oficiales, del sacerdote Sadoc, de Ajimélec hijo de Abiatar, de los jefes de las familias patriarcales de los sacerdotes y de los levitas. La suerte se echó dos veces por la familia de Eleazar y una vez por la familia de Itamar. La primera suerte le tocó a Joyarib; la segunda, a Jedaías; la tercera, a Jarín; la cuarta, a Seorín; la quinta, a Malquías; la sexta, a Mijamín; la séptima, a Cos; la octava, a Abías; la novena, a Jesúa; la décima, a Secanías; la undécima, a Eliasib; la duodécima, a Yaquín; la decimotercera, a Hupá; la decimocuarta, a Jesebab; la decimoquinta, a Bilgá; la decimosexta, a Imer; la decimoséptima, a Hezir; la decimoctava, a Afsés; la decimonovena, a Petaías; la vigésima, a Ezequiel; la vigesimoprimera, a Jaquín; la vigesimosegunda, a Gamul; la vigesimotercera, a Delaías; la vigesimocuarta, a Maazías. Así fue como se organizaron los turnos para el servicio en el templo del Señor, tal como el Señor, Dios de Israel, lo había ordenado por medio de Aarón, antepasado de ellos. La siguiente es la lista del resto de los descendientes de Leví: de los descendientes de Amirán, Subael; de los descendientes de Subael, Jehedías; de los descendientes de Rejabías, Isías, el hijo mayor; de los descendientes de Izar, Selomot; de los descendientes de Selomot, Yajat. De los hijos de Hebrón: el primero, Jerías; el segundo, Amarías; el tercero, Jahaziel, y el cuarto, Jecamán. De los descendientes de Uziel, Micaías; de los descendientes de Micaías, Samir; Isías, hermano de Micaías; de los descendientes de Isías, Zacarías; de los descendientes de Merari, Majlí y Musí; Benó, hijo de Jazías. De entre los descendientes de Merari: de Jazías: Benó, Soján, Zacur e Ibrí; de Majlí: Eleazar, quien no tuvo hijos; de Quis: su hijo Jeramel; y los hijos de Musí: Majlí, Edar y Jeremot. Éstos eran los hijos de los levitas por sus familias patriarcales. Al igual que a sus hermanos los descendientes de Aarón, también a ellos los repartieron por sorteo en presencia del rey David y de Sadoc, de Ajimélec y de los jefes de las familias patriarcales de los sacerdotes y de los levitas. A las familias de los hermanos mayores las trataron de la misma manera que a las de los hermanos menores. Para el ministerio de la música, David y los comandantes del ejército apartaron a los hijos de Asaf, Hemán y Jedutún, los cuales profetizaban acompañándose de arpas, liras y címbalos. Ésta es la lista de los que fueron apartados para el servicio: De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela. A éstos los dirigía Asaf, quien profetizaba bajo las órdenes del rey. De Jedutún, sus seis hijos: Guedalías, Zeri, Isaías, Simí, Jasabías y Matatías. A éstos los dirigía su padre Jedutún, quien al son del arpa profetizaba para dar gracias y alabar al Señor. De los hijos de Hemán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Jananías, Jananí, Eliatá, Guidalti, Romanti Ezer, Josbecasa, Malotí, Hotir y Mahaziot. Todos éstos fueron hijos de Hemán, vidente del rey, y con la palabra de Dios exaltaban su poder. Dios le dio a Hemán catorce hijos y tres hijas. Su padre los dirigía en el culto del templo del Señor, cuando cantaban acompañados de címbalos, liras y arpas. Asaf, Jedutún y Hemán estaban bajo las órdenes del rey. Ellos eran en total doscientos ochenta y ocho, incluyendo a sus demás compañeros, y habían sido instruidos para cantarle al Señor. Para asignarles sus turnos se echaron suertes, sin hacer distinción entre menores y mayores, ni entre maestros y discípulos. La primera suerte le tocó a José el asafita; la segunda le tocó a Guedalías, junto con sus hermanos y sus hijos, doce en total. La tercera, a Zacur, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La cuarta, a Izri, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La quinta, a Netanías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La sexta, a Buquías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La séptima, a Jesarela, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La octava, a Isaías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La novena, a Matanías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La décima, a Simí, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La undécima, a Azarel, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La duodécima, a Jasabías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La decimotercera, a Subael, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La decimocuarta, a Matatías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La decimoquinta, a Jeremot, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La decimosexta, a Jananías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La decimoséptima, a Josbecasa, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La decimoctava, a Jananí, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La decimonovena, a Malotí, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La vigésima, a Eliatá, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La vigesimoprimera, a Hotir, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La vigesimosegunda, a Guidalti, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La vigesimotercera, a Mahaziot, junto con sus hijos y hermanos, doce en total. La vigesimocuarta, a Romanti Ezer, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.


Salmo 93:
El Señor reina, revestido de esplendor; el Señor se ha revestido de grandeza y ha desplegado su poder. Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido. Desde el principio se estableció tu trono, y tú desde siempre has existido. Se levantan las aguas, Señor; se levantan las aguas con estruendo; se levantan las aguas y sus batientes olas. Pero el Señor, en las alturas, se muestra poderoso: más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más poderoso que los embates del mar. Dignos de confianza son, Señor, tus estatutos; ¡la santidad es para siempre el adorno de tu casa!




Proverbios 24:
No envidies a los malvados, ni procures su compañía; porque en su corazón traman violencia, y no hablan más que de cometer fechorías. Con sabiduría se construye la casa; con inteligencia se echan los cimientos. Con buen juicio se llenan sus cuartos de bellos y extraordinarios tesoros. El que es sabio tiene gran poder, y el que es entendido aumenta su fuerza. La guerra se hace con buena estrategia; la victoria se alcanza con muchos consejeros. La sabiduría no está al alcance del necio, que en la asamblea del pueblo nada tiene que decir. Al que hace planes malvados lo llamarán intrigante. Las intrigas del necio son pecado, y todos aborrecen a los insolentes. Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza. Rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio. Pues aunque digas, "Yo no lo sabía", ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus acciones! Come la miel, hijo mío, que es deliciosa; dulce al paladar es la miel del panal. Así de dulce sea la sabiduría a tu alma; si das con ella, tendrás buen futuro; tendrás una esperanza que no será destruida. No aceches cual malvado la casa del justo, ni arrases el lugar donde habita; porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia. No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo. No te alteres por causa de los malvados, ni sientas envidia de los impíos, porque el malvado no tiene porvenir; ¡la lámpara del impío se apagará! 30 Hijo mío, teme al Señor y honra al rey, y no te juntes con los rebeldes, porque de los dos recibirás un castigo repentino ¡y quién sabe qué calamidades puedan venir! También éstos son dichos de los sabios: No es correcto ser parcial en el juicio. Maldecirán los pueblos, y despreciarán las naciones, a quien declare inocente al culpable. Pero bien vistos serán, y bendecidos, los que condenen al culpable. Una respuesta sincera es como un beso en los labios. Prepara primero tus faenas de cultivo y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye tu casa. No testifiques sin razón contra tu prójimo, ni mientas con tus labios. No digas: "Le haré lo mismo que me hizo; le pagaré con la misma moneda." Pasé por el campo del perezoso, por la viña del falto de juicio. Había espinas por todas partes; la hierba cubría el terreno, y el lindero de piedras estaba en ruinas. Guardé en mi corazón lo observado, y de lo visto saqué una lección: Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez, como un hombre armado!







El Libro de Mateo Capítulo 5 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MATEO




CAPÍTULO 5
(31 d.C.)
El SERMÓN DEL MONTE:
INTRODUCCIÓN




y VIENDO las multitudes, subió al monte (desconocido, pero probablemente era una colina pequeña cerca del Mar de Galilea; dos sermones, ambos entregados en las colinas, empezó y concluyó el Ministerio público del Señor; el último fue en el Monte de Los Olivos cerca de Jerusalén [Mat., cap. 24]): y sentándose (Él se sentó para Enseñar, que era la costumbre de aquel entonces), se llegaron a Él Sus Discípulos (no se refiere a los Doce, sino a cualquiera y a todos los que Le siguieron de cerca durante este período):
2 Y Él abriendo Su Boca (significaba un Mensaje bien pensado y planeado de cuidado resuelto de Propósito y Voluntad), les enseñaba, diciendo (aquí comienza el mayor momento de instrucción espiritual y Escritural que jamás fue dada en la historia de la humanidad),
LAS BIENAVENTURANZAS
3 Bienaventurados (felices) los pobres en espíritu (conscientes de pobreza moral): porque de ellos es el Reino de los Cielos (las características morales de los ciudadanos del Reino de los Cielos; y como tal es aparente que el Nuevo Nacimiento es un requisito absoluto para la entrada a ese Reino [Jn. 3:3]; este Reino está presente ahora espiritualmente, pero no todavía físicamente).
4 Bienaventurados los que lloran (afligidos a causa de la pecaminosidad personal): porque ellos recibirán consolación (lo que El Espíritu Santo hará para aquéllos que correctamente evalúan su pobreza espiritual).
5 Bienaventurados son los mansos (lo opuesto de la auto-justicia, lo opuesto de aquéllos que confían en sí mismos y en sus propias justicias; las dos primeras Bienaventuranzas garantizan "la mansedumbre"): porque ellos recibirán la Tierra por heredad (habla de la Edad del Reino venidero, cuando el "Reino del Cielo" llegará a la Tierra, cuando los Santos gobernarán, con Cristo como su Señor Supremo).
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed (un deseo intenso) de Justicia (la Justicia de Dios, imputada por Cristo, basada en la Fe en Su Obra Terminada): porque ellos serán saciados (en primer lugar deben ser realmente vacíos de toda autoestima).
7 Bienaventurados los misericordiosos (se demuestra en la acción que va más allá del pensamiento): porque ellos alcanzarán misericordia (para obtener la misericordia de Dios, debemos ser misericordiosos para con los demás).
8 Bienaventurados los de limpio corazón (aquéllos que han recibido una nueva naturaleza moral en la regeneración): porque ellos verán a Dios (lo verá a Él manifestarse en la vida de uno mismo).
9 Bienaventurados los pacificadores (se trata acerca de la paz con Dios, la cual viene con la Salvación, y a todos los que proclaman tal son llamados "pacificadores"): porque ellos serán llamados Hijos de Dios (expresa el "pacificador" y quien ha recibido "la paz").
10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la Justicia (significa que aquéllos que obran del punto de vista de la esfera de la auto-justicia perseguirán a aquéllos que confían en "la Justicia" de Dios): porque de ellos es el Reino de los Cielos (que poseían la Justicia, la Rectitud de Dios, que está solamente en Cristo, tales son poseedores del Reino de los Cielos).
11 Bienaventurados sois cuando os vituperaren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal mintiendo, por Mi causa (sólo Cristo podría decir, "por Mi causa," ya que Él es Dios; hay una ofensa incluida en la Cruz [Gál. 5:11]).
12 Gozaos (el resultado interior que es el resultado de uno quien es "bienaventurado") y alegraos (la auto-justicia que persigue la Justicia es la garantía de la posesión de la Justicia, y el motivo para una alegría pero muy grande); porque vuestra recompensa es grande en los Cielos (significa que no nos vendrá necesariamente esta recompensa mientras estemos en la Tierra): que así persiguieron a los Profetas que fueron antes de vosotros (manifiesta el hecho de que "el Camino de Dios" llevará consigo la "persecución," con tanta severidad, que a veces será del mundo y también de la Iglesia).
LOS CREYENTES SON COMO
LA SAL Y LA LUZ
13 Vosotros sois la sal (preservativo) de la Tierra: y si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada? no vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres ("la sal" es un Tipo de la Palabra de Dios; el Creyente profesante que ya no cumple con la Palabra es inútil para Dios o para el hombre).
14 Vosotros sois la Luz del mundo (somos un reflector de la Luz que viene de Cristo): una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder (la Luz apropiada no se puede, y de hecho, ni se podrá esconder).
15 Ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un almud, mas sobre el candelero (la Luz no debe ser escondida), y alumbra a todos los que están en casa (que es el propósito de la Luz).
16 Así alumbre vuestra Luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas (la Fe apropiada siempre producirá las obras apropiadas, pero las obras apropiadas nunca producirán la Fe apropiada), y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos (las obras apropiadas glorificarán a nuestro Padre Celestial, mientras las obras propias glorifican al hombre).
CRISTO Y LA LEY
17 No penséis que he venido para abrogar la Ley (era la Ley de Moisés) o los Profetas (las predicciones de los Profetas del Antiguo Testamento): no he venido para abrogar, sino a cumplir (Jesús cumplió la Ley por medio de cumplir al pie de la letra sus justas demandas con una Vida Perfecta, y que satisfará la maldición de la Ley por medio de morir en la Cruz [Gál. 3:13]).
18 Porque de cierto os digo (¡declara la autoridad absoluta!), que hasta que perezca el Cielo y la Tierra (significa ser cambiado, o pasar de una condición a otra, que ocurrirá en la Edad Perfecta próxima [Apoc., caps. 21-22]), ni una jota (la letra más pequeña en el alfabeto Hebraico) ni una tilde (acabado ornamental diminuto a las letras Hebreas antiguas) perecerá de la Ley, hasta que todas las cosas sean cumplidas (precisamente la Ley tuvo la intención de ser cumplida en Cristo, y fue de hecho, totalmente cumplida por Cristo, en Su Vida, Muerte y Resurrección, con un Nuevo Testamento o Nuevo Convenio promulgado [Hch. 15:5-29; Rom. 10:4; II Cor. 3:6-15; Gál. 3:19-25; 4:21-31; 5:1-5, 18; Ef. 2:15; Col. 2:14-17]).
19 De manera que cualquiera que quebrantare uno de estos Mandamientos muy pequeños, y así enseñare a los hombres, muy pequeño será llamado en el Reino de los Cielos (aquéllos que son desleales a la autoridad de la Palabra de Dios serán juzgados; "muy pequeño será llamado," significa que tal persona no estará en el Reino en absoluto): mas cualquiera que hiciere y enseñare, éste será llamado grande en el Reino de los Cielos (el Señor pone la Biblia como el Estándar de toda la Justicia, y Él no reconoce ningún otro).
20 Porque os digo, que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los Escribas y de los Fariseos (que era la auto-justicia), no entraréis en el Reino de los Cielos (la necesidad absoluta del Nuevo Nacimiento es declarada aquí como imprescindible en cada caso).
JESÚS Y LA IRA
21 Oísteis que fue dicho a los antiguos (refiriéndose a la Ley de Moisés): No matarás (debiera traducirse, no asesinarás); mas cualquiera que matare (asesinara) será culpado del juicio (Éx. 20:13; Lev. 24:21; Núm., cap. 35; Deut. 5:17; 19:12).
22 Mas yo os digo (Cristo da la interpretación verdadera de la Biblia, de hecho, la Biblia y Cristo, en esencia, ya son lo mismo), que cualquiera que se enojare descontroladamente con su hermano (coloca la ira injusta en la misma categoría que el asesinato, es decir, "se origina de un corazón malo"), será culpado del juicio (es cierto que el juicio lo alcanzará): y cualquiera que dijere a su hermano, Raca (las palabras "necio" y "Rhaca" eran expresiones Hebreas de la ira asesina), será culpado del Consejo (el Sanedrín): y cualquiera que dijere, Fatuo, estará en peligro del Infierno de fuego (quizás los hombres pueden ganar su caso en una corte humana de la ley, pero nunca lo harán en el Tribunal de la Ley de Dios).
SOBRE LA RESTITUCIÓN
Y LA ORACIÓN
23 Por tanto, si estás presentando tu ofrenda al Altar (se refiere al Altar de Bronce como usado en la ofrenda de los Sacrificios en la Ley de Moisés), y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti (precisamente tiene la intención de describir nuestra relación con nuestro prójimo);
24 Deja allí tu ofrenda delante del Altar (la intimación es que el Señor no aceptará nuestra "ofrenda" a menos que hagamos todo lo posible dentro de nuestro poder para arreglar las cosas directamente con el partido ofendido), y ve (haga todo lo posible para lograr la reconciliación, de ser posible); reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu ofrenda (la adoración no será aceptada por el Señor, si hemos ofendido a nuestro hermano, y no hemos hecho todo lo posible dentro de nuestro poder de reconciliarnos).
LAS RELACIONES CRISTIANAS
25 Ponte de acuerdo pronto con tu adversario, entre tanto que estás con él en el camino (si ofendemos a nuestro hermano y no nos reconciliamos, el Señor se hace nuestro adversario, u opositor, que, en efecto, coloca a uno en una situación muy seria); para que no acontezca que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en prisión (en cuanto a un Creyente que ofende a un compañero Cristiano, y no se reconcilia, Dios se hace el Adversario de aquella persona, y así es el Juez en lugar de ser su Salvador, y espiritualmente hablando, coloca a tal persona en una prisión espiritual).
26 De cierto te digo (la solemnidad absoluta de esta declaración), Que no saldrás de allí (que no saldrá de esta prisión espiritual), hasta que pagues el último cuadrante (el método del Señor de enseñar era simbólico y metafórico; si el Creyente no se reconcilia con su prójimo quien él ha ofendido, él sufrirá un revés tras otro, repetidas veces; es cierto que Dios le asegurará que esto le acontecerá).
LA ENSEÑANZA DE JESÚS
SOBRE EL ADULTERIO
27 Oísteis que fue dicho (la Ley Mosaica): No adulterarás (el Séptimo Mandamiento [Éx. 20:14]).
28 Pero yo os digo (la frase no niega la Ley de Moisés, sino más bien la lleva a su conclusión, que sólo podría ser hecho por Cristo; el Antiguo Convenio señaló el camino al Nuevo Convenio, que llegó con Cristo), Que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla (para mirarla con un intenso deseo sexual), ya adulteró con ella en su corazón (el Señor se dirige a la raíz del pecado, que es un corazón malo; la Cruz es la única respuesta).
29 Por tanto, si tu ojo derecho te fuere ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti (como dicho anteriormente, el método del Señor de enseñar era simbólico y metafórico): que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al Infierno (¡El Señor no tiene la intención de que Su declaración sea tomada literalmente, como Él ha explicado ya que la ofensa no está en el "ojo" ni en la "mano," sino, en cambio, en el corazón!; en efecto, un ciego puede codiciar y cometer la lujuria).
30 Y si tu mano derecha te fuere ocasión de caer, córtala, y échala de ti: que mejor te es que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea echado al Infierno (demuestra el hecho que si tal acción no es parada, la persona perderá su alma; como se dijo anteriormente, la Cruz es la única forma por la cual las pasiones malas pueden ser sujetadas [Rom. 6:3-5, 11, 14]).
SOBRE EL DIVORCIO Y EL
CASARSE DE NUEVO
31 También fue dicho (Deut. 24:1-4), Cualquiera que repudiare a su mujer (se refiere a los procedimientos del divorcio), déle carta de divorcio (los Judíos habían pervertido la Ley, debilitando enormemente la santidad del matrimonio):
32 Pero yo os digo (el Señor ahora da el significado verdadero de la Ley), Que el que repudiare a su mujer (se divorcie de ella), fuera de causa de fornicación (conviviendo con otros, así rompiendo los votos del matrimonio), hace que ella adultere (si ella se casa con otro, pero la insinuación es que la falta no es la suya); y el que se casare con la repudiada, comete adulterio (el hombre que se casa con la mujer que está divorciada no bíblicamente, aunque esto no sea su falta, comete adulterio también; debemos aprender aquí la santidad del matrimonio, y darnos cuenta que el divorcio y el casarse de nuevo está permitido sólo a raíz de la fornicación y abandono espiritual [I Cor. 7:10-11]).
EL SIGNIFICADO DE
LAS PALABRAS
33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos (tal fraseología significa que la Palabra de Dios había sido tergiversada para darle un significado que no tenía), No te perjurarás; sino cumplirás al Señor tus juramentos (vv. 33-37 tienen que ver con el Tercer Mandamiento, "No tomarás el Nombre del Señor tu Dios en vano" [Éx. 20:7]).
34 Pero yo os digo (expresa el sentido genuino de la Ley), No juréis en ninguna manera; ni por el Cielo; porque es el Trono de Dios (no tiene nada que ver con la blasfemia, sino más bien, de usar el Nombre de Dios a la ligera y frívolamente):
35 Ni por la Tierra; porque es el estrado de Sus Pies: ni por Jerusalén; porque es la ciudad del gran Rey (no se debe usar el Nombre de Dios impertinentemente, y además, el acceso a Su Creación está prohibido).
36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer un cabello blanco o negro (el hombre es la Creación más alta de Dios).
37 Pero sea vuestro hablar (comunicación verbal con otros), Sí, sí; No, no: porque lo que es más de esto, de mal procede (los seguidores de Cristo deben destacarse por su veracidad, honestidad e integridad; el subterfugio y las ambigüedades no tienen arte ni parte en sus vidas).
LA VENGANZA
38 Oísteis que se dijo, Ojo por ojo, y diente por diente ([Éx. 21:24; Lev. 24:20; Deut. 19:21]; la letra de la Ley era aquella que Dios cumpliría de Su Propio modo [Mat. 7:2]; el hombre no debía recurrir a tal, así como Jesús lo diría):
39 Pero yo os digo, No resistáis al mal (no retribuya el mal con el mal): antes a cualquiera que te abofetee en tu mejilla derecha, vuélvele también la otra (otra vez, el lenguaje está en sentido figurado, cuando el Señor fue golpeado violentamente en la mejilla [Jn. 18:22-23] no dio de vuelta la otra mejilla pero con dignidad reprendió al atacante).
40 Y al que quisiere ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa (no se refiere a la acción de rectitud, que es a veces necesaria, sino más bien se refiere a un espíritu contencioso, que exige derechos para sí, hasta el detalle más minucioso).
41 Y a cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos (la totalidad de la idea tiene que ver con el corazón del hombre, no tanto con sus acciones externas, sino más bien con lo que seguramente guiará sus acciones en consecuencia).
42 Al que te pida, dale, y al que quiera tomar de ti prestado no se lo rehúses (corresponde a aquéllos que realmente tienen necesidad, y no a aquéllos que son perezosos y no trabajaran [II Tes. 3:10]).
LA LEY DEL AMOR
43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo (otra vez, Cristo corrige la tergiversación de Las Escrituras; "el odio del enemigo" fue probablemente sacado de Deut. 7:1-6; pero en ninguna parte de este Pasaje dice que se puede odiar al enemigo; aunque debemos odiar el pecado, no debemos odiar al pecador [Jn. 3:16]).
44 Pero yo os digo, Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan, y os persiguen (las acciones de los enemigos de la bondad y de la justicia deben ser "odiadas" con un odio santo; pero el odio personal debe ser remplazado por el amor);
45 Para que seáis Hijos de vuestro Padre que está en los Cielos: que hace que Su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos e injustos (tenemos que imitar a nuestro Padre Celestial).
46 Porque si amaréis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los Publicanos? (Sólo aquéllos que tienen el Amor genuino de Dios en sus corazones pueden amar a aquéllos que no los aman.)
47 Y si saludáis a vuestros Hermanos solamente, ¿qué hacéis de más que otros? ¿No hacen también así los Publicanos? (Si nuestro amor no es de mayor definición alguna que aquel del mundo, entonces nuestras declaraciones son vacías.)
48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los Cielos es perfecto (Jesús no enseña la perfección libre de pecado, ya que la Biblia no enseña tal; Él enseña que nuestra imitación de nuestro Padre Celestial tiene que ser tan perfecta como es posible; el Espíritu Santo Mismo puede ayudarnos a hacer estas cosas, que Él hace según nuestra Fe en Cristo y la Cruz [Rom. 8:1-2, 11]).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

Labels:

0 Comments:

Post a Comment

Subscribe to Post Comments [Atom]

<< Home