24 April 2014

El 24 de April Lectura Bíblica Diaria



El 24 de april Lectura Bíblica Diaria:

Génesis 29 a 31:
Jacob continuó su viaje y llegó a la tierra de los orientales. Al llegar vio, en medio del campo, un pozo donde descansaban tres rebaños de ovejas, ya que éstas bebían agua de allí. Sobre la boca del pozo había una piedra muy grande. Por eso los pastores corrían la piedra sólo cuando estaban juntos todos los rebaños, y luego de abrevar a las ovejas volvían a colocarla en su lugar, sobre la boca del pozo. Jacob les preguntó a los pastores: ¿De dónde son ustedes? Somos de Jarán respondieron. ¿Conocen a Labán, el hijo de Najor? volvió a preguntar Jacob. Claro que sí respondieron. Jacob siguió preguntando: ¿Se encuentra bien de salud? Sí, está bien le contestaron. A propósito, ahí viene su hija Raquel con las ovejas. Entonces Jacob les dijo: Todavía estamos en pleno día, y es muy temprano para encerrar el rebaño. ¿Por qué no les dan de beber a las ovejas y las llevan a pastar? Y ellos respondieron: No podemos hacerlo hasta que se junten todos los rebaños y los pastores quiten la piedra que está sobre la boca del pozo. Sólo entonces podremos dar de beber a las ovejas. Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando Raquel llegó con las ovejas de su padre, pues era ella quien las cuidaba. En cuanto Jacob vio a Raquel, hija de su tío Labán, con las ovejas de éste, se acercó y quitó la piedra que estaba sobre la boca del pozo, y les dio de beber a las ovejas. Luego besó a Raquel, rompió en llanto, y le contó que era pariente de Labán, por ser hijo de su hermana Rebeca. Raquel salió entonces corriendo a contárselo a su padre. Al oír Labán las noticias acerca de su sobrino Jacob, salió a recibirlo y, entre abrazos y besos, lo llevó a su casa. Allí Jacob le contó todo lo que había sucedido, y Labán le dijo: "Realmente, tú eres de mi propia sangre." Jacob había estado ya un mes con Labán cuando éste le dijo: Por más que seas mi pariente, no vas a trabajar para mí gratis. Dime cuánto quieres ganar. Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lea, y la menor, Raquel. Lea tenía ojos apagados, mientras que Raquel era una mujer muy hermosa. Como Jacob se había enamorado de Raquel, le dijo a su tío: Me ofrezco a trabajar para ti siete años, a cambio de Raquel, tu hija menor. Labán le contestó: Es mejor que te la entregue a ti, y no a un extraño. Quédate conmigo. Así que Jacob trabajó siete años para poder casarse con Raquel, pero como estaba muy enamorado de ella le pareció poco tiempo. Entonces Jacob le dijo a Labán: Ya he cumplido con el tiempo pactado. Dame mi mujer para que me case con ella. Labán reunió a toda la gente del lugar y ofreció una gran fiesta. Pero cuando llegó la noche, tomó a su hija Lea y se la entregó a Jacob, y Jacob se acostó con ella. Además, como Lea tenía una criada que se llamaba Zilpá, Labán se la dio, para que la atendiera. A la mañana siguiente, Jacob se dio cuenta de que había estado con Lea, y le reclamó a Labán: ¿Qué me has hecho? ¿Acaso no trabajé contigo para casarme con Raquel? ¿Por qué me has engañado? Labán le contestó: La costumbre en nuestro país es casar primero a la mayor y luego a la menor. Por eso, cumple ahora con la semana nupcial de ésta, y por siete años más de trabajo te daré la otra. Así lo hizo Jacob, y cuando terminó la semana nupcial de la primera, Labán le entregó a Raquel por esposa. También Raquel tenía una criada, llamada Bilhá, y Labán se la dio para que la atendiera. Jacob entonces se acostó con Raquel, y la amó mucho más que a Lea, aunque tuvo que trabajar para Labán siete años más. Cuando el Señor vio que Lea no era amada, le concedió hijos. Mientras tanto, Raquel permaneció estéril. Lea quedó embarazada y dio a luz un hijo, al que llamó Rubén, porque dijo: "El Señor ha visto mi aflicción; ahora sí me amará mi esposo." Lea volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, al que llamó Simeón, porque dijo: "Llegó a oídos del Señor que no soy amada, y por eso me dio también este hijo." Luego quedó embarazada de nuevo y dio a luz un tercer hijo, al que llamó Leví, porque dijo: "Ahora sí me amará mi esposo, porque le he dado tres hijos." Lea volvió a quedar embarazada, y dio a luz un cuarto hijo, al que llamó Judá porque dijo: "Esta vez alabaré al Señor." Después de esto, dejó de dar a luz. Cuando Raquel se dio cuenta de que no le podía dar hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana y le dijo a Jacob: ¡Dame hijos! Si no me los das, ¡me muero! Pero Jacob se enojó muchísimo con ella y le dijo: ¿Acaso crees que soy Dios? ¡Es él quien te ha hecho estéril! Aquí tienes a mi criada Bilhá propuso Raquel. Acuéstate con ella. Así ella dará a luz sobre mis rodillas, y por medio de ella también yo podré formar una familia. Entonces Raquel le dio a Jacob por mujer su criada Bilhá, y Jacob se acostó con ella. Bilhá quedó embarazada y le dio un hijo a Jacob. Y Raquel exclamó: "¡Dios me ha hecho justicia! ¡Escuchó mi plegaria y me ha dado un hijo!" Por eso Raquel le puso por nombre Dan. Después Bilhá, la criada de Raquel, quedó embarazada otra vez y dio a luz un segundo hijo de Jacob. Y Raquel dijo: "He tenido una lucha muy grande con mi hermana, pero he vencido." Por eso Raquel lo llamó Neftalí. Lea, al ver que ya no podía tener hijos, tomó a su criada Zilpá y se la entregó a Jacob por mujer, y ésta le dio a Jacob un hijo. Entonces Lea exclamó: "¡Qué suerte!" Por eso lo llamó Gad. Zilpá, la criada de Lea, le dio un segundo hijo a Jacob. Lea volvió a exclamar: "¡Qué feliz soy! Las mujeres me dirán que soy feliz." Por eso lo llamó Aser. Durante los días de la cosecha de trigo, Rubén salió al campo. Allí encontró unas frutas llamadas mandrágoras, y se las llevó a Lea, su madre. Entonces Raquel le dijo a Lea: Por favor, dame algunas mandrágoras de las que te trajo tu hijo. Pero Lea le contestó: ¿Te parece poco el haberme quitado a mi marido, que ahora quieres también quitarme las mandrágoras de mi hijo? Bueno contestó Raquel, te propongo que, a cambio de las mandrágoras de tu hijo, Jacob duerma contigo esta noche. Al anochecer, cuando Jacob volvía del campo, Lea salió a su encuentro y le dijo: Hoy te acostarás conmigo, porque te he alquilado a cambio de las mandrágoras de mi hijo. Y Jacob durmió con ella esa noche. Dios escuchó a Lea, y ella quedó embarazada y le dio a Jacob un quinto hijo. Entonces dijo Lea: "Dios me ha recompensado, porque yo le entregué mi criada a mi esposo." Por eso lo llamó Isacar. Lea quedó embarazada de nuevo, y le dio a Jacob un sexto hijo. "Dios me ha favorecido con un buen regalo dijo Lea. Esta vez mi esposo se quedará conmigo, porque le he dado seis hijos." Por eso lo llamó Zabulón. Luego Lea dio a luz una hija, a la cual llamó Dina. Pero Dios también se acordó de Raquel; la escuchó y le quitó la esterilidad. Fue así como ella quedó embarazada y dio a luz un hijo. Entonces exclamó: "Dios ha borrado mi desgracia." Por eso lo llamó José, y dijo: "Quiera el Señor darme otro hijo." Después de que Raquel dio a luz a José, Jacob le dijo a Labán: Déjame regresar a mi hogar y a mi propia tierra. Dame las mujeres por las que te he servido, y mis hijos, y déjame ir. Tú bien sabes cómo he trabajado para ti. Pero Labán le contestó: Por favor, quédate. He sabido por adivinación que, gracias a ti, el Señor me ha bendecido. Y le propuso: Fija tú mismo el salario que quieras ganar, y yo te lo pagaré. Jacob le respondió: Tú bien sabes cómo he trabajado, y cómo gracias a mis desvelos han mejorado tus animales. Lo que tenías antes de mi venida, que era muy poco, se ha multiplicado enormemente. Gracias a mí, el Señor te ha bendecido. Ahora quiero hacer algo por mi propia familia. ¿Cuánto quieres que te pague? preguntó Labán. No tienes que pagarme nada respondió Jacob. Si aceptas lo que estoy por proponerte, seguiré cuidando tus ovejas. Hoy, cuando pase yo con todo tu rebaño, tú irás apartando toda oveja manchada o moteada, y todos los corderos negros, y todos los cabritos manchados o moteados. Ellos serán mi salario. Así, el día de mañana, cuando vengas a controlar lo que he ganado, mi honradez responderá por mí: si encuentras alguna oveja o cabrito que no sea manchado o moteado, o algún cordero que no sea negro, será que te lo he robado. Está bien acordó Labán, acepto tu propuesta. Ese mismo día Labán apartó todos los chivos rayados y moteados, todas las cabras manchadas y moteadas, todas las que tenían alguna mancha blanca, y todos los corderos negros, y los puso al cuidado de sus hijos. Después de eso, puso una distancia de tres días de viaje entre él y Jacob. Mientras tanto, Jacob seguía cuidando las otras ovejas de Labán. Jacob cortó ramas verdes de álamo, de almendro y de plátano, y las peló de tal manera que quedaran franjas blancas al descubierto. Luego tomó las ramas que había pelado, y las puso en todos los abrevaderos para que el rebaño las tuviera enfrente cuando se acercara a beber agua. Cuando las ovejas estaban en celo y llegaban a los abrevaderos, los machos se unían con las hembras frente a las ramas, y así tenían crías rayadas, moteadas o manchadas. Entonces Jacob apartaba estos corderos y los ponía frente a los animales rayados y negros del rebaño de Labán. De esta manera logró crear su propio rebaño, diferente al de Labán. Además, cuando las hembras más robustas estaban en celo, Jacob colocaba las ramas en los bebederos, frente a los animales, para que se unieran mirando hacia las ramas. Pero cuando llegaban los animales más débiles, no colocaba las ramas. Así los animales débiles eran para Labán y los robustos eran para Jacob. De esta manera Jacob prosperó muchísimo y llegó a tener muchos rebaños, criados y criadas, camellos y asnos. Pero Jacob se enteró de que los hijos de Labán andaban diciendo: "Jacob se ha ido apoderando de todo lo que le pertenecía a nuestro padre, y se ha enriquecido a costa suya." También notó que Labán ya no lo trataba como antes. Entonces el Señor le dijo a Jacob: "Vuélvete a la tierra de tus padres, donde están tus parientes, que yo estaré contigo." Jacob mandó llamar a Raquel y a Lea al campo donde estaba el rebaño, y les dijo: Me he dado cuenta de que su padre ya no me trata como antes. ¡Pero el Dios de mi padre ha estado conmigo! Ustedes saben muy bien que yo he trabajado para su padre Labán con todas mis fuerzas. No obstante, él me ha engañado y me ha cambiado el salario muchas veces. Pero Dios no le ha permitido causarme ningún daño. Si él acordaba conmigo: Los animales manchados serán tu salario, todas las hembras tenían crías manchadas; y si él acordaba: Los animales rayados serán tu salario, todas las hembras tenían crías rayadas. Así Dios le ha quitado el ganado al padre de ustedes, y me lo ha dado a mí. "En cierta ocasión, durante la época en que los animales estaban en celo, tuve un sueño. En ese sueño veía que los chivos que cubrían a las cabras eran rayados, manchados o moteados. En ese mismo sueño, el ángel de Dios me llamó: ¡Jacob! Y yo le respondí: Aquí estoy. Entonces él me dijo: Fíjate bien, y te darás cuenta de que todos los chivos que cubren a las cabras son rayados, manchados o moteados. Yo he visto todo lo que te ha hecho Labán. Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste una estela y me hiciste una promesa. Vete ahora de esta tierra, y vuelve a la tierra de tu origen. Raquel y Lea le respondieron: Ya no tenemos ninguna parte ni herencia en la casa de nuestro padre. Al contrario, nos ha tratado como si fuéramos extranjeras. Nos ha vendido, y se ha gastado todo lo que recibió por nosotras. Lo cierto es que toda la riqueza que Dios le ha quitado a nuestro padre es nuestra y de nuestros hijos. Por eso, haz ahora todo lo que Dios te ha ordenado. Entonces Jacob se preparó y montó a sus hijos y a sus esposas en los camellos, puso en marcha todo su ganado, junto con todos los bienes que había acumulado en Padán Aram, y se dirigió hacia la tierra de Canaán, donde vivía su padre Isaac. Mientras Labán estaba ausente esquilando sus ovejas, Raquel aprovechó el momento para robarse los ídolos familiares. Fue así como Jacob engañó a Labán el arameo y huyó sin decirle nada. Jacob se escapó con todo lo que tenía. Una vez que cruzó el río Éufrates, se encaminó hacia la región montañosa de Galaad. Al tercer día le informaron a Labán que Jacob se había escapado. Entonces Labán reunió a sus parientes y lo persiguió durante siete días, hasta que lo alcanzó en los montes de Galaad. Pero esa misma noche Dios se le apareció en un sueño a Labán el arameo, y le dijo: "¡Cuidado con amenazar a Jacob!" Labán alcanzó a Jacob en los montes de Galaad, donde éste había acampado. También Labán acampó allí, junto con sus parientes, y le reclamó a Jacob: ¿Qué has hecho? ¡Me has engañado, y te has llevado a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra! ¿Por qué has huido en secreto, con engaños y sin decirme nada? Yo te habría despedido con alegría, y con música de tambores y de arpa. Ni siquiera me dejaste besar a mis hijas y a mis nietos. ¡Te has comportado como un necio! Mi poder es más que suficiente para hacerles daño, pero anoche el Dios de tu padre me habló y me dijo: ¡Cuidado con amenazar a Jacob! Ahora bien, entiendo que hayas querido irte porque añoras la casa de tu padre, pero, ¿por qué me robaste mis dioses? Jacob le respondió: La verdad es que me entró mucho miedo, porque pensé que podrías quitarme a tus hijas por la fuerza. Pero si encuentras tus dioses en poder de alguno de los que están aquí, tal persona no quedará con vida. Pongo a nuestros parientes como testigos: busca lo que sea tuyo, y llévatelo. Pero Jacob no sabía que Raquel se había robado los ídolos de Labán, así que Labán entró en la carpa de Jacob, luego en la de Lea y en la de las dos criadas, pero no encontró lo que buscaba. Cuando salió de la carpa de Lea, entró en la de Raquel. Pero Raquel, luego de tomar los ídolos y esconderlos bajo la montura del camello, se sentó sobre ellos. Labán los buscó por toda la carpa, pero no los encontró. Entonces Raquel le dijo a su padre: Por favor, no se enoje mi padre si no puedo levantarme ante usted, pero es que estoy en mi período de menstruación. Labán buscó los ídolos, pero no logró encontrarlos. Entonces Jacob se enojó con Labán, e indignado le reclamó: ¿Qué crimen o pecado he cometido, para que me acoses de esta manera? Ya has registrado todas mis cosas, ¿y acaso has encontrado algo que te pertenezca? Si algo has encontrado, ponlo aquí, frente a nuestros parientes, y que ellos determinen quién de los dos tiene la razón. Durante los veinte años que estuve contigo, nunca abortaron tus ovejas ni tus cabras, ni jamás me comí un carnero de tus rebaños. Nunca te traje un animal despedazado por las fieras, ya que yo mismo me hacía cargo de esa pérdida. Además, lo que se robaban de día o de noche, tú me lo reclamabas. De día me consumía el calor, y de noche me moría de frío, y ni dormir podía. De los veinte años que estuve en tu casa, catorce te serví por tus dos hijas, y seis por tu ganado, y muchas veces me cambiaste el salario. Si no hubiera estado conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham, el Dios a quien Isaac temía, seguramente me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y anoche me hizo justicia. Labán le replicó a Jacob: Estas mujeres son mis hijas, y estos muchachos son mis nietos; mías también son las ovejas; todo lo que ves me pertenece. Pero, ¿qué podría hacerles ahora a mis hijas y a mis nietos? Hagamos un pacto tú y yo, y que ese pacto nos sirva como testimonio. Entonces Jacob tomó una piedra, la levantó como una estela, y les dijo a sus parientes: ¡Junten piedras! Ellos juntaron piedras, las amontonaron, y comieron allí, junto al montón de piedras. A ese lugar Labán le puso por nombre Yegar Saduta, mientras que Jacob lo llamó Galaad. Este montón de piedras declaró Labán nos servirá de testimonio. Por eso se le llamó Galaad a ese lugar, y también se le llamó Mizpa, porque Labán juró: Que el Señor nos vigile cuando ya estemos lejos el uno del otro. Si tú maltratas a mis hijas, o tomas otras mujeres que no sean ellas, recuerda que Dios es nuestro testigo, aunque no haya ningún otro testigo entre nosotros. Mira este montón de piedras y la estela que he levantado entre nosotros señaló Labán. Ambos serán testigos de que ni tú ni yo cruzaremos esta línea con el propósito de hacernos daño. ¡Que el Dios de Abraham y el Dios de Najor sea nuestro juez! Entonces Jacob juró por el Dios a quien temía su padre Isaac. Luego ofreció un sacrificio en lo alto de un monte, e invitó a sus parientes a participar en la comida. Después de que todos comieron, pasaron la noche allí. A la madrugada del día siguiente Labán se levantó, besó y bendijo a sus nietos y a sus hijas, y regresó a su casa.

Salmos 131:
Señor, mi corazón no es orgulloso, ni son altivos mis ojos; no busco grandezas desmedidas, ni proezas que excedan a mis fuerzas. Todo lo contrario: he calmado y aquietado mis ansias. Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre. ¡Mi alma es como un niño recién amamantado! Israel, pon tu esperanza en el Señor desde ahora y para siempre.


Proverbios 6:
Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino, si has hecho tratos para responder por otro, si verbalmente te has comprometido, enredándote con tus propias palabras, entonces has caído en manos de tu prójimo. Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate ante él; procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus ojos; no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave. ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos. Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos... ¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado! El bribón y sinvergüenza, el vagabundo de boca corrupta, hace guiños con los ojos, y señas con los pies y con los dedos. El malvado trama el mal en su mente, y siempre anda provocando disensiones. Por eso le sobrevendrá la ruina; ¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo! Hay seis cosas que el Señor aborrece, y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que hace planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el falso testigo que esparce mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre. Grábatelos en el corazón; cuélgatelos al cuello. Cuando camines, te servirán de guía; cuando duermas, vigilarán tu sueño; cuando despiertes, hablarán contigo. El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida. Te protegerán de la mujer malvada, de la mujer ajena y de su lengua seductora. No abrigues en tu corazón deseos por su belleza, ni te dejes cautivar por sus ojos, pues la ramera va tras un pedazo de pan, pero la adúltera va tras el hombre que vale. ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa? ¿Puede alguien caminar sobre las brasas sin quemarse los pies? Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena puede tocarla y quedar impune. No se desprecia al ladrón que roba para mitigar su hambre; pero si lo atrapan, deberá devolver siete tantos lo robado, aun cuando eso le cueste todas sus posesiones. Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa se destruye a sí mismo. No sacará más que golpes y vergüenzas, y no podrá borrar su oprobio. Porque los celos desatan la furia del esposo, y éste no perdonará en el día de la venganza. No aceptará nada en desagravio, ni se contentará con muchos regalos.


El Libro de II Corintios Capítulo 6 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


II CORINTIOS
CAPÍTULO 6
(60 d.C.)
EL MINISTERIO


Y ASÍ nosotros, como ayudadores juntamente con Él (con Cristo), os exhortamos también a que no recibáis en vano la Gracia de Dios. (Todos los que vuelven la espalda a la Cruz, el medio por el cual la Gracia es dada, la anulan.)
2 (Porque Él dijo (Isa. 49:8), en tiempo aceptable (el Día de la Gracia) Yo te he oído (Dios oyendo las oraciones del Mesías; es la oración para la Salvación del mundo pagano), y en Día de Salvación (que ha sido proporcionado por Cristo, y lo que Él hizo en la Cruz) te he socorrido (Dios el Padre defendió al Mesías, a pesar de Sus muchos enemigos): he aquí, ahora el tiempo aceptable (Cristo ha hecho todo esto posible); he aquí, ahora el Día de Salvación.) (En cierto modo, este "día" terminará en la Resurrección venidera.)
3 No dando a nadie ningún escándalo (no debemos dar ninguna ocasión para condenar o rechazar el Evangelio), para que el Ministerio nuestro no sea vituperado (que la Obra Terminada de Cristo no sea censurado):
4 Antes en todas las cosas nos recomendamos a nosotros mismos como Ministros de Dios (tanto en palabra como en hecho), en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias,
5 En azotes, en cárceles, en alborotos, en trabajos, en vigilias, en ayunos (en todo esto, la Gracia de Dios puede guardarnos);
6 En virtud, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en Espíritu Santo, en amor no fingido (el Espíritu Santo Solo puede ayudarnos a vencer y experimentar estos favores también; nuestra parte corresponde mantener nuestra Fe constante en la Cruz; entonces el Espíritu hará lo que precisa hacer),
7 En Palabra de Verdad (la Palabra de Dios), en Poder de Dios (a través del Espíritu Santo), en armas de Justicia a diestro y a siniestro (estar completamente armado, que corresponde a la Fe sencilla en la Cruz de Cristo),
8 Por honra y por deshonra (algunas personas nos honran y algunos no nos honran), por infamia y por buena fama (es muy difícil para la naturaleza humana cuando alguien difama su nombre y lo expulsa como una persona mala, cuando estamos conscientes sólo de un deseo, de hacer lo bueno): como engañadores, mas hombres de verdad (somos llamados por algunos como "engañador," pero Dios sabe que no es cierto);
9 Como ignorados, mas conocidos (a pesar de ser cierto, algunos no se darán cuenta, sin embargo, otros se darán cuenta); como muriendo, mas, he aquí, vivimos (hay que estar dispuesto a afrontar la muerte, y con mucho gusto depositar nuestras vidas en las Manos del Señor); como castigados (por el Señor), mas no muertos (el Espíritu Santo desea "matar" muchas cosas en nuestras vidas que son erróneas; es una representación de purgar la rama [Jn. 15:2]; ¡creerá que al purgar nos va a matar, pero no es así!);
10 Como doloridos, mas siempre gozosos (la prueba de un triunfo interior que causa que las lágrimas desaparezcan por las Sonrisas de Alabanza); como pobres, mas enriqueciendo a muchos (independientemente de nuestro estado financiero [y me refiero a la necesidad], podemos enriquecer a muchos con el Evangelio, con respecto a lo espiritual); como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. (Si alguien es salvo, lo tiene todo.)
11 Nuestra boca está abierta a vosotros, O Corintios (Corinto era conocido por el vicio, pero el Evangelio lo cambió a la Justicia, al menos para aquellos que creyeron), nuestro corazón es ensanchado. (El Apóstol habló directamente, sin pelos en la lengua, pero era debido al amor.)
12 No estáis estrechos en nosotros (no poseyeron un lugar estrecho en los afectos de Pablo, sino más bien un lugar grande), mas estáis estrechos en vuestras propias entrañas. (Debiera traducirse, "ustedes están estrechos en sus propios corazones." Significa que los Corintios no tenían un lugar grande en sus corazones para Pablo, como debieran haber tenido.)
13 Pues, para corresponder al propio modo (Pablo le pidió a los Corintios corresponder al extender ampliamente sus corazones hacia él como él hacia ellos) (como a hijos hablo,) ensanchaos también vosotros (simplemente quiere decir, "ámenme como yo les amo").
LA SEPARACIÓN
14 No os juntéis en yugo desigual con los incrédulos (hay dos compañerismos en el mundo, y solamente dos; todos los hombres pertenecen al uno o al otro; nadie puede pertenecer a ambos y afirmar ser Cristiano; está con el mundo, o está con el Señor): porque ¿qué compañerismo tiene la Justicia con la injusticia? (¡Ninguno!) ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? (¡Ninguna!)
15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? (Otro nombre de Satanás.) ¿O qué parte el fiel con el infiel? (Aquellos que hacen profesión de Salvación deben decidirse a separarse del mundo. No obstante, es separación y no aislamiento.)
16 ¿Y qué pacto tiene el Templo de Dios con los ídolos? (Dios y los ídolos no pueden mezclarse.) porque vosotros sois el Templo del Dios Viviente (se refiere a todos los Creyentes); como Dios dijo (Éx. 29:45; Lev. 26:12; Ezeq. 37:27), Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán Mi pueblo. (El Creyente es el Santuario del Espíritu Santo, todo hecho posible por la Cruz.)
17 Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor (como dicho, la Palabra de Dios enseña muy categórico acerca de separación del mundo, pero no aislamiento), y no toquéis lo inmundo (se refiere a Cristianos que evitan todo contacto con lo profano de un mundo vanidoso y contaminado); y yo os recibiré (al mismo tiempo, si la persona desobedece estos mandatos el Señor no le recibirá; el Cristiano puede andar limpio en este mundo sólo al evidenciar constantemente Fe en la Cruz de Cristo, para que el Espíritu Santo desempeñe Su Obra dentro de nuestra vida),
18 Y seré a vosotros Padre (pero sólo bajo las condiciones mencionadas en Las Susodichas Escrituras), y vosotros me seréis a Mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. ("El Señor Todopoderoso" en el Hebreo es "Jehová Shaddai." La palabra Hebrea "Shad" significa el pecho de una mujer. El título "Shaddai" sugiere que nosotros nunca hemos de recurrir al mundo, sino más bien sacar todo sostenimiento del Señor Quien puede proporcionar todo, lo que el mundo nunca puede proporcionar.)

1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.
Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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