28 June 2013

El 28 de Junio Lectura Bíblica Diaria



El 28 de Junio Lectura Bíblica Diaria:

Jueces 13 a 15:
Una vez más los israelitas hicieron lo que ofende al Señor. Por eso él los entregó en manos de los filisteos durante cuarenta años. Cierto hombre de Zora, llamado Manoa, de la tribu de Dan, tenía una esposa que no le había dado hijos porque era estéril. Pero el ángel del Señor se le apareció a ella y le dijo: "Eres estéril y no tienes hijos, pero vas a concebir y tendrás un hijo. Cuídate de no beber vino ni ninguna otra bebida fuerte, ni tampoco comas nada *impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja sobre su cabeza, porque el niño va a ser nazareo, consagrado a Dios desde antes de nacer. Él comenzará a librar a Israel del poder de los filisteos." La mujer fue adonde estaba su esposo y le dijo: "Un hombre de Dios vino adonde yo estaba. Por su aspecto imponente, parecía un ángel de Dios. Ni yo le pregunté de dónde venía, ni él me dijo cómo se llamaba. Pero me dijo: Concebirás y darás a luz un hijo. Ahora bien, cuídate de no beber vino ni ninguna otra bebida fuerte, ni de comer nada impuro, porque el niño será nazareo, consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte. " Entonces Manoa oró al Señor: "Oh Señor, te ruego que permitas que vuelva el hombre de Dios que nos enviaste, para que nos enseñe cómo criar al niño que va a nacer." Dios escuchó a Manoa, y el ángel de Dios volvió a aparecerse a la mujer mientras ésta se hallaba en el campo; pero Manoa su esposo no estaba con ella. La mujer corrió de inmediato a avisarle a su esposo: "¡Está aquí! ¡El hombre que se me apareció el otro día!" Manoa se levantó y siguió a su esposa. Cuando llegó adonde estaba el hombre, le dijo: ¿Eres tú el que habló con mi esposa? Sí, soy yo respondió él. Así que Manoa le preguntó: Cuando se cumplan tus palabras, ¿cómo debemos criar al niño? ¿Cómo deberá portarse? El ángel del Señor contestó: Tu esposa debe cumplir con todo lo que le he dicho. Ella no debe probar nada que proceda de la vid, ni beber ningún vino ni ninguna otra bebida fuerte; tampoco debe comer nada impuro. En definitiva, debe cumplir con todo lo que le he ordenado. Manoa le dijo al ángel del Señor: Nos gustaría que te quedaras hasta que te preparemos un cabrito. Pero el ángel del Señor respondió: Aunque me detengan, no probaré nada de tu comida. Pero si preparas un *holocausto, ofréceselo al Señor. Manoa no se había dado cuenta de que aquél era el ángel del Señor. Así que le preguntó: ¿Cómo te llamas, para que podamos honrarte cuando se cumpla tu palabra? ¿Por qué me preguntas mi *nombre? replicó él. Es un misterio maravilloso. Entonces Manoa tomó un cabrito, junto con la ofrenda de cereales, y lo sacrificó sobre una roca al Señor. Y mientras Manoa y su esposa observaban, el Señor hizo algo maravilloso: Mientras la llama subía desde el altar hacia el cielo, el ángel del Señor ascendía en la llama. Al ver eso, Manoa y su esposa se postraron en tierra sobre sus rostros. Y el ángel del Señor no se volvió a aparecer a Manoa y a su esposa. Entonces Manoa se dio cuenta de que aquél era el ángel del Señor. ¡Estamos condenados a morir! le dijo a su esposa. ¡Hemos visto a Dios! Pero su esposa respondió: Si el Señor hubiera querido matarnos, no nos habría aceptado el holocausto ni la ofrenda de cereales de nuestras manos; tampoco nos habría mostrado todas esas cosas ni anunciado todo esto. La mujer dio a luz un niño y lo llamó Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el Espíritu del Señor comenzó a manifestarse en él mientras estaba en Majané Dan, entre Zora y Estaol. Sansón descendió a Timnat y vio allí a una joven filistea. Cuando él volvió, les dijo a sus padres: He visto en Timnat a una joven filistea; pídanla para que sea mi esposa. Pero sus padres le dijeron: ¿Acaso no hay ninguna mujer aceptable entre tus parientes, o en todo nuestro pueblo, que tienes que ir a buscar una esposa entre esos filisteos incircuncisos? Sansón le respondió a su padre: ¡Pídeme a ésa, que es la que a mí me gusta! Sus padres no sabían que esto era de parte del Señor, que buscaba la ocasión de confrontar a los filisteos; porque en aquel tiempo los filisteos dominaban a Israel. Así que Sansón descendió a Timnat junto con sus padres. De repente, al llegar a los viñedos de Timnat, un rugiente cachorro de león le salió al encuentro. Pero el Espíritu del Señor vino con poder sobre Sansón, quien a mano limpia despedazó al león como quien despedaza a un cabrito. Pero no les contó a sus padres lo que había hecho. Luego fue y habló con la mujer que le gustaba. Pasado algún tiempo, cuando regresó para casarse con ella, se apartó del camino para mirar el león muerto, y vio que había en su cadáver un enjambre de abejas y un panal de miel. Tomó con las manos un poco de miel y comió, mientras proseguía su camino. Cuando se reunió con sus padres, les ofreció miel, y también ellos comieron, pero no les dijo que la había sacado del cadáver del león. Después de eso su padre fue a ver a la mujer. Allí Sansón ofreció un banquete, como era la costumbre entre los jóvenes. Cuando los filisteos lo vieron, le dieron treinta compañeros para que estuvieran con él. Permítanme proponerles una adivinanza les dijo Sansón. Si me dan la solución dentro de los siete días que dura el banquete, yo les daré treinta vestidos de lino y treinta mudas de ropa de fiesta. Pero si no me la dan, serán ustedes quienes me darán los treinta vestidos de lino y treinta mudas de ropa de fiesta. Dinos tu adivinanza le respondieron, que te estamos escuchando. Entonces les dijo: "Del que come salió comida; y del fuerte salió dulzura." Pasaron tres días y no lograron resolver la adivinanza. Al cuarto día le dijeron a la esposa de Sansón: "Seduce a tu esposo para que nos revele la adivinanza; de lo contrario, te quemaremos a ti y a la familia de tu padre. ¿Acaso nos invitaron aquí para robarnos?" Entonces la esposa de Sansón se tiró sobre él llorando, y le dijo: ¡Me odias! ¡En realidad no me amas! Le propusiste a mi pueblo una adivinanza, pero no me has dicho la solución. Ni siquiera se la he dado a mis padres replicó él; ¿por qué habría de dártela a ti? Pero ella le lloró los siete días que duró el banquete, hasta que al fin, el séptimo día, Sansón le dio la solución, porque ella seguía insistiéndole. A su vez ella fue y les reveló la solución a los de su pueblo. Antes de la puesta del sol del séptimo día los hombres de la ciudad le dijeron: "¿Qué es más dulce que la miel? ¿Qué es más fuerte que un león?" Sansón les respondió: "Si no hubieran arado con mi ternera, no habrían resuelto mi adivinanza." Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Sansón con poder, y éste descendió a Ascalón y derrotó a treinta de sus hombres, les quitó sus pertenencias y les dio sus ropas a los que habían resuelto la adivinanza. Luego, enfurecido, regresó a la casa de su padre. Entonces la esposa de Sansón fue entregada a uno de los que lo habían acompañado en su boda. Pasado algún tiempo, durante la cosecha de trigo, Sansón tomó un cabrito y fue a visitar a su esposa. Voy a la habitación de mi esposa dijo él. Pero el padre de ella no le permitió entrar, sino que le dijo: Yo estaba tan seguro de que la odiabas, que se la di a tu amigo. ¿Pero acaso no es más atractiva su hermana menor? Tómala para ti, en lugar de la mayor. Sansón replicó: ¡Esta vez sí que no respondo por el daño que les cause a los filisteos! Así que fue y cazó trescientas zorras, y las ató cola con cola en parejas, y a cada pareja le amarró una antorcha; luego les prendió fuego a las antorchas y soltó a las zorras por los sembrados de los filisteos. Así incendió el trigo que ya estaba en gavillas y el que todavía estaba en pie, junto con los viñedos y olivares. Cuando los filisteos preguntaron: "¿Quién hizo esto?", les dijeron: "Sansón, el yerno del timnateo, porque éste le quitó a su esposa y se la dio a su amigo." Por eso los filisteos fueron y la quemaron a ella y a su padre. Pero Sansón les dijo: "Puesto que actuaron de esa manera, ¡no pararé hasta que me haya vengado de ustedes!" Y los atacó tan furiosamente que causó entre ellos una tremenda masacre. Luego se fue a vivir a una cueva, que está en la peña de Etam. Los filisteos subieron y acamparon en Judá, incursionando cerca de Lehí. Los hombres de Judá preguntaron: ¿Por qué han venido a luchar contra nosotros? Hemos venido a tomar prisionero a Sansón les respondieron, para hacerle lo mismo que nos hizo a nosotros. Entonces tres mil hombres de Judá descendieron a la cueva en la peña de Etam y le dijeron a Sansón: ¿No te das cuenta de que los filisteos nos gobiernan? ¿Por qué nos haces esto? Simplemente les he hecho lo que ellos me hicieron a mí contestó él. Ellos le dijeron: Hemos venido a atarte, para entregarte en manos de los filisteos. Júrenme que no me matarán ustedes mismos dijo Sansón. De acuerdo respondieron ellos. Sólo te ataremos y te entregaremos en sus manos. No te mataremos. Entonces lo ataron con dos sogas nuevas y lo sacaron de la peña. Cuando se acercaba a Lehí, los filisteos salieron a su encuentro con gritos de victoria. En ese momento el Espíritu del Señor vino sobre él con poder, y las sogas que ataban sus brazos se volvieron como fibra de lino quemada, y las ataduras de sus manos se deshicieron. Al encontrar una quijada de burro que todavía estaba fresca, la agarró y con ella mató a mil hombres. Entonces dijo Sansón: "Con la quijada de un asno los he amontonado. Con una quijada de asno he matado a mil hombres." Cuando terminó de hablar, arrojó la quijada y llamó a aquel lugar Ramat Lehí. Como tenía mucha sed, clamó al Señor: "Tú le has dado a tu siervo esta gran victoria. ¿Acaso voy ahora a morir de sed, y a caer en manos de los incircuncisos?" Entonces Dios abrió la hondonada que hay en Lehí, y de allí brotó agua. Cuando Sansón la bebió, recobró sus fuerzas y se reanimó. Por eso al manantial que todavía hoy está en Lehí se le llamó Enacoré. Y Sansón gobernó a Israel durante veinte años en tiempos de los filisteos.


Salmos 46:
Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar; aunque rujan y se encrespen sus aguas, y ante su furia retiemblen los montes. Selah. Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo. Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su ayuda. Se agitan las naciones, se tambalean los reinos; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba. El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah. Vengan y vean los portentos del Señor; él ha traído desolación sobre la tierra. Ha puesto fin a las guerras en todos los confines de la tierra; ha quebrado los arcos, ha destrozado las lanzas, ha arrojado los carros al fuego. "Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!" El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah.


Proverbios 9:
La sabiduría construyó su casa y labró sus siete pilares. Preparó un banquete, mezcló su vino y tendió la mesa. Envió a sus doncellas, y ahora clama desde lo más alto de la ciudad. "¡Vengan conmigo los inexpertos! dice a los faltos de juicio. Vengan, disfruten de mi pan y beban del vino que he mezclado. Dejen su insensatez, y vivirán; andarán por el camino del discernimiento. "El que corrige al burlón se gana que lo insulten; el que reprende al malvado se gana su desprecio. No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio, y te amará. Instruye al sabio, y se hará más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor; conocer al Santo es tener discernimiento. Por mí aumentarán tus días; muchos años de vida te serán añadidos. Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría; si eres insolente, sólo tú lo sufrirás." La mujer necia es escandalosa, frívola y desvergonzada. Se sienta a las puertas de su casa, sienta sus reales en lo más alto de la ciudad, y llama a los que van por el camino, a los que no se apartan de su senda. "¡Vengan conmigo, inexpertos! dice a los faltos de juicio. ¡Las aguas robadas saben a gloria! ¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!" Pero éstos ignoran que allí está la muerte, que sus invitados caen al fondo de la fosa.



El Libro de Santiago Capítulo 3 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



LA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SANTIAGO



CAPÍTULO 3
(60 d.C.)
LA LENGUA



HERMANOS míos, no os hagáis muchos maestros (debiera traducirse, "no todos debemos tratar de ser Maestros"), sabiendo que recibiremos mayor condenación. (Se refiere al hecho de que al manejar mal la Palabra de Dios terminará trayendo problemas graves. Dios estima al Maestro más responsable que el estudiante.)
2 Porque todos ofendemos en muchas cosas. (Se refiere a la universalidad del pecado y el fracaso, aun entre los Creyentes.) Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, que también puede refrenar todo el cuerpo. (El Espíritu Santo Solo puede controlar la lengua del Creyente.)
3 He aquí, nosotros ponemos frenos en las bocas de los caballos para que nos obedezcan; y gobernamos todo su cuerpo. (El Espíritu Santo dice que la boca ha de obedecernos, en vez de nosotros obedecer a la boca.)
4 Mirad también las naves, aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón, por donde el que las gobierna quiere. (Se refiere aquí al "timón" comparándolo con "la lengua.")
5 Así también, la lengua es un miembro pequeño (es pequeña, pero ésta ejerce una influencia poderosa), y se jacta de grandes cosas (responsable de grandes cosas, ya sean buenas o malas). ¡He aquí, un pequeño fuego cuán grande bosque enciende! (La imagen proyectada aquí por Santiago es el cuadro de un enorme bosque en llamas, que se comenzó al echarse una sola chispa.)
6 Y la lengua es un fuego (se refiere al fuego en forma negativa, lo que destruye), un mundo de maldad (de algún modo la lengua es responsable de la iniquidad en el mundo): así la lengua está puesta entre nuestros miembros (miembros del cuerpo), la cual contamina todo el cuerpo (hablar constantemente en forma negativa puede causar enfermedad física en el cuerpo), e inflama la rueda de la creación (la lengua nos dirige a cierto camino, y en este caso al camino equivocado); y está inflamada del Infierno. (Al usar la palabra "Infierno," nos hace entender no sólo la maldad de la lengua, sino también su poder destructivo.)
7 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y es domada de la naturaleza humana (un hecho comprobado):
8 Pero ningún hombre puede domar la lengua (así dice la Palabra del Señor; sin embargo, la lengua puede ser domada completamente por el Espíritu Santo; la manera en que se logra tiene que ver con la Cruz de Cristo; el Espíritu Santo obra dentro de los parámetros de la Obra Terminada de Cristo en la Cruz; Él exige que siempre hagamos la Cruz el Objeto de nuestra Fe, y luego Él puede realizar obras poderosas en nuestras vidas [Rom. 8:1-2, 11]); que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. (El Creyente tiene que darse cuenta de ello. Significa que sólo porque él es salvo, tal experiencia no necesariamente garantiza un cambio en cuanto a este problema. Como dicho, definitivamente se puede lograr, y, de hecho, debe cambiar, pero sólo puede lograrlo a través de la Cruz.)
9 Con ella bendecimos al Dios y Padre; y con ella maldecimos a los hombres (indica la inconsecuencia, por no decir algo más, de bendecir a Dios en un momento y blasfemar a los hombres en el otro), los cuales son hechos a la semejanza de Dios. (En cierto sentido, cuando blasfemamos a los hombres, lo cual se refiere al deseo de hacerles daño, estamos blasfemando a Dios. Blasfemar la Creación es blasfemar al Creador.)
10 De una misma boca proceden bendición y maldición (la lengua dedicada para usos tan diversos). Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas. (Si el Señor tiene Su Voluntad en nuestros corazones y vidas, no sería así.)
11 ¿Echa alguna fuente por una misma boca agua dulce y amarga? (De necesidad, esta pregunta ha de contestarse en lo negativo.)
12 Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce. (Se refiere a la naturaleza. Sin embargo, el hombre puede hacer lo que la naturaleza no puede hacer.)
LA SABIDURÍA
13 ¿Quién es sabio y avisado entre vosotros? (Se refiere a un verdadero maestro de la Palabra de Dios.) Muestre por buena conversación (estilo de vida) sus obras en mansedumbre de sabiduría (comportamiento del Creyente).
14 Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones (explica la "naturaleza pecaminosa" que crece rápidamente, por eso, toma dominio en la vida del Creyente [Rom. 6:12-13]), No estéis jactándoos (no sean arrogantes), ni seáis mentirosos contra la verdad. (Se refiere al hecho de que si nos jactamos de cualquiera cosa que no sea la Cruz, "mentimos," puro y simple [Gál. 6:14].)
15 Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto (cualquier sabiduría que reclama Salvación o Victoria de cualquier modo o manera además de la Cruz no es la sabiduría de lo alto), sino terrenal, animal, diabólica. (Independientemente de su petición, si no es de la Cruz, es de Satanás. Incluye la psicología humanística, y cualquier otra cosa ideada por los hombres, es decir, "demonios.")
16 Porque donde hay envidia y contención, allí hay confusión y toda obra perversa. (Si no es "la Cruz," es "confusión y toda obra perversa.")
17 Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura (se encuentra en toda su plenitud en Cristo, y en Cristo Solo), después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial, no fingida. (Estas cosas demuestran la Obra del Espíritu Santo, con la Cruz siendo el medio y Cristo siendo la Fuente.)
18 Y el Fruto de Justicia se siembra en Paz para aquellos que hacen Paz (la Ley de la siembra y la cosecha).


1 Corintios 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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