29 September 2012

El 29 de Setiembre Lectura Bíblica Diaria



El 29 de Setiembre Lectura Bíblica Diaria:


Isaías 4 a 6:


En aquel día, siete mujeres agarrarán a un solo hombre y le dirán: "De alimentarnos y de vestirnos nosotras nos ocuparemos; tan sólo déjanos llevar tu nombre: ¡Líbranos de nuestra afrenta!" En aquel día, el retoño del Señor será bello y glorioso, y el fruto de la tierra será el orgullo y el honor de los sobrevivientes de Israel. Entonces tanto el que quede en Sión como el que sobreviva en Jerusalén serán llamados santos, e inscritos para vida en Jerusalén. Con espíritu de juicio y espíritu abrasador, el Señor lavará la inmundicia de las hijas de Sión y limpiará la sangre que haya en Jerusalén. Entonces el Señor creará una nube de humo durante el día y un resplandor de fuego llameante durante la noche, sobre el monte Sión y sobre los que allí se reúnan. Por sobre toda la gloria habrá un toldo que servirá de cobertizo, para dar sombra contra el calor del día, y de refugio y protección contra la lluvia y la tormenta. Cantaré en nombre de mi amigo querido una canción dedicada a su viña. en una ladera fértil. La cavó, la limpió de piedras y la plantó con las mejores cepas. y además preparó un lagar. Él esperaba que diera buenas uvas, pero acabó dando uvas agrias. Y ahora, hombres de Judá, habitantes de Jerusalén, juzguen entre mi viña y yo. ¿Qué más se podría hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? Yo esperaba que diera buenas uvas; ¿por qué dio uvas agrias? Voy a decirles lo que haré con mi viña: Le quitaré su cerco, y será destruida; derribaré su muro, y será pisoteada. La dejaré desolada, y no será podada ni cultivada; le crecerán espinos y cardos. no lluevan sobre ella. La viña del Señor Todopoderoso es el pueblo de Israel; los hombres de Judá son su huerto preferido. Él esperaba justicia, pero encontró ríos de sangre; esperaba rectitud, pero encontró gritos de angustia. ¡Ay de aquellos que acaparan casa tras casa y se apropian de campo tras campo hasta que no dejan lugar para nadie más, y terminan viviendo solos en el país! El Señor Todopoderoso me ha dicho al oído: "Muchas casas quedarán desoladas, y no habrá quien habite las grandes mansiones. Tres hectáreas de viña sólo producirán un tonel, y diez medidas de semilla darán tan sólo una." ¡Ay de los que madrugan para ir tras bebidas embriagantes, que quedan hasta muy tarde embriagándose con vino! En sus banquetes hay vino y arpas, liras, tambores y flautas; pero no se fijan en los hechos del Señor ni tienen en cuenta las obras de sus manos. Por eso mi pueblo será exiliado porque no me conoce; sus nobles perecerán de hambre y la multitud se morirá de sed. Por eso el sepulcro ensancha su garganta, y desmesuradamente abre sus fauces. Allí bajan nobles y plebeyos, con sus juergas y diversiones. El hombre será humillado, la humanidad, doblegada, y abatidos los ojos altivos. Pero el Señor Todopoderoso será exaltado en justicia, el Dios santo se mostrará santo en rectitud. Los corderos pastarán como en praderas propias, y las cabras [2] comerán entre las ruinas de los ricos. ¡Ay de los que arrastran iniquidad con cuerdas de mentira, y el pecado con sogas de carreta! Dicen: "¡Que Dios se apure, que apresure su obra para que la veamos; que se acerque y se cumpla el plan del Santo de Israel, para que lo conozcamos!" ¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes! ¡Ay de los valientes para beber vino, de los valentones que mezclan bebidas embriagantes, de los que por soborno absuelven al culpable, y le niegan sus derechos al indefenso! Por eso, así como las lenguas de fuego devoran la paja y el pasto seco se consume en las llamas, su raíz se pudrirá y, como el polvo, se disipará su flor. y han desdeñado la palabra del Santo de Israel. Por eso se enciende la ira del Señor contra su pueblo, levanta la mano contra él y lo golpea; las montañas se estremecen, los cadáveres quedan como basura en medio de las calles. Con todo, no se aplacó su ira, y su brazo aún sigue extendido. Con una bandera le hará señas a una nación lejana, con un silbido la llamará desde el extremo de la tierra, y esta nación llegará presta y veloz. Ninguno de ellos se cansa ni tropieza, ni dormita ni se duerme; a ninguno se le afloja el cinturón ni se le rompe la correa de las sandalias. Sus flechas son puntiagudas, tensos todos sus arcos; parecen pedernal los cascos de sus caballos, y torbellino las ruedas de sus carros. Su rugido es el de una leona, como el de los leoncillos: gruñe y atrapa la presa, y se la lleva sin que nadie se la arrebate. En aquel día bramará contra ella como brama el mar. Si alguien contempla la tierra, la verá sombría y angustiada, y la luz se ocultará tras negros nubarrones. El año de la muerte del rey Uzías, vi al Señor excelso y sublime, sentado en un trono; las orlas de su manto llenaban el templo. Por encima de él había serafines, cada uno de los cuales tenía seis alas: con dos de ellas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban. Y se decían el uno al otro: "*Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria." Al sonido de sus voces, se estremecieron los umbrales de las puertas y el templo se llenó de humo. Entonces grité: "¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al Señor Todopoderoso!" En ese momento voló hacia mí uno de los serafines. Traía en la mano una brasa que, con unas tenazas, había tomado del altar. Con ella me tocó los labios y me dijo: "Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido borrada, y tu pecado, perdonado." Entonces oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí: Aquí estoy. ¡Envíame a mí! Él dijo: Ve y dile a este pueblo: "Oigan bien, pero no entiendan; miren bien, pero no perciban. Haz insensible el corazón de este pueblo; embota sus oídos y cierra sus ojos, no sea que vea con sus ojos, oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se convierta y sea sanado. Entonces exclamé: ¿Hasta cuándo, Señor? Y él respondió: "Hasta que las ciudades queden destruidas y sin habitante alguno; hasta que las casas queden deshabitadas, y los campos, asolados y en ruinas; hasta que el Señor haya enviado lejos a todo el pueblo, y el país quede en total abandono. Y si aún queda en la tierra una décima parte, ésta volverá a ser devastada.


Salmo 139:



Señor, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. No me llega aún la palabra a la lengua cuando tú, Señor, ya la sabes toda. Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano. Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión; tan sublime es que no puedo entenderlo. ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! Y si dijera: "Que me oculten las tinieblas; que la luz se haga noche en torno mío", ni las tinieblas serían oscuras para ti, y aun la noche sería clara como el día. ¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz! Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena. Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado. Oh Dios, ¡si les quitaras la vida a los impíos! ¡Si de mí se apartara la gente sanguinaria, esos que con malicia te difaman y que en vano se rebelan contra ti! ¿Acaso no aborrezco, Señor, a los que te odian, y abomino a los que te rechazan? El odio que les tengo es un odio implacable; ¡los cuento entre mis enemigos! Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.



Proverbios 8:



¿Acaso no está llamando la sabiduría? ¿No está elevando su voz la inteligencia? Toma su puesto en las alturas, a la vera del camino y en las encrucijadas. Junto a las puertas que dan a la ciudad, a la entrada misma, grita a voz en cuello: "A ustedes los hombres, los estoy llamando; dirijo mi voz a toda la humanidad. Ustedes los inexpertos, ¡adquieran prudencia! Ustedes los necios, ¡obtengan discernimiento! Escúchenme, que diré cosas importantes; mis labios hablarán con justicia. Mi boca expresará la verdad, pues mis labios detestan la mentira. Las palabras de mi boca son todas justas; no hay en ellas maldad ni doblez. Son claras para los entendidos, e irreprochables para los sabios. Opten por mi *instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. "Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia y poseo conocimiento y discreción. Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso. Míos son el consejo y el buen juicio; míos son el entendimiento y el poder. Por mí reinan los reyes y promulgan leyes justas los gobernantes. Por mí gobiernan los príncipes y todos los nobles que rigen la tierra. A los que me aman, les correspondo; a los que me buscan, me doy a conocer. Conmigo están las riquezas y la honra, la prosperidad y los bienes duraderos. Mi fruto es mejor que el oro fino; mi cosecha sobrepasa a la plata refinada. Voy por el camino de la rectitud, por los senderos de la justicia, enriqueciendo a los que me aman y acrecentando sus tesoros. "El Señor me dio la vida como primicia de sus obras, mucho antes de sus obras de antaño. Fui establecida desde la eternidad, desde antes que existiera el mundo. No existían los grandes mares cuando yo nací; no había entonces manantiales de abundantes aguas. Nací antes que fueran formadas las colinas, antes que se cimentaran las montañas, antes que él creara la tierra y sus paisajes y el polvo primordial con que hizo el mundo. Cuando Dios cimentó la bóveda celeste y trazó el horizonte sobre las aguas, allí estaba yo presente. Cuando estableció las nubes en los cielos y reforzó las fuentes del mar profundo; cuando señaló los límites del mar, para que las aguas obedecieran su mandato; cuando plantó los fundamentos de la tierra, allí estaba yo, afirmando su obra. Día tras día me llenaba yo de alegría, siempre disfrutaba de estar en su presencia; me regocijaba en el mundo que él creó; ¡en el género humano me deleitaba! "Y ahora, hijos míos, escúchenme: dichosos los que van por mis caminos. Atiendan a mi instrucción, y sean sabios; no la descuiden. Dichosos los que me escuchan y a mis puertas están atentos cada día, esperando a la entrada de mi casa. En verdad, quien me encuentra, halla la vida y recibe el favor del Señor. Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo; quien me aborrece, ama la muerte."




El Libro de Lucas Capítulo 8 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:



EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN LUCAS



CAPÍTULO 8
(31 d.C.)
EL EVANGELIO



Y ACONTECIÓ después (se refiere a los eventos del Capítulo anterior), que Él caminaba por todas las ciudades y aldeas (Su Amor no fue afectado por la incredulidad y el odio, Él visitaba cada ciudad y aldea con las Buenas Nuevas del Evangelio), Predicando (el hombre glorifica los sacramentos y las ceremonias, y menosprecia la Predicación; Dios glorifica la Predicación) y anunciando el Evangelio (Buenas Nuevas) del Reino de Dios (el "Reino de Dios" es el Evangelio del Rey de Jehová, el Señor Jesucristo; es un término dispensacional y se refiere al Reino del Mesías en la Tierra; Juan y Jesús lo ofreció, pero fue rechazado y postergado hasta que Cristo retorne en Su Segunda Venida [Apoc., cap. 19]): y los Doce estaban con Él (quiere decir que los Doce permanecían con Él siempre),
2 Y algunas mujeres (las mujeres eran prominentes y fueron mencionadas honorablemente en el Libro de Lucas; no fue una mujer quien vendió al Señor por 30 piezas de plata; no fue una mujer que Lo abandonó y huyó, etc.; fueron las mujeres las primeras en visitar la tumba en la mañana de la Resurrección), que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades (sanadas de lo que fue causado por los espíritus malignos), María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete demonios (ella era de Magdala, un pequeño pueblo cerca de Tiberias; ella amó mucho porque de mucho fue perdonada; no hay prueba alguna que ella fue la mujer que ungió los Pies de Jesús con el ungüento de Lucas 7:37-38),
3 Y Juana, mujer de Chuza, procurador de Herodes (se cree que era de la familia cuyo hijo moribundo fue sanado por Jesús [Jn. 4:46]), y Susana, y otras muchas que Le servían de sus haciendas (algunas de estas mujeres eran ricas, y usaron su dinero para ministrar a las necesidades del Señor; Él podía con unos panes alimentar a miles, pero Él no comió; por eso, Él demostró que era hombre igual que Sus prójimos; los Verdaderos Discípulos de hoy como los de esa época Le ministran a Él; los que profesan ser Cristianos no lo hacen).
LA PARÁBOLA DEL
SEMBRADOR
4 Y cuando se juntó una grande compañía, y los que estaban en cada ciudad vinieron a Él, dijo por una Parábola (las Parábolas tenían la tendencia de confundir a Sus oponentes, e instruir a aquéllos que eran verdaderamente Sus seguidores):
5 Uno que sembraba (en este caso, el Evangelista) salió a sembrar su semilla (la Palabra de Dios): y sembrando, una parte cayó junto al camino (se refiere a un área que no había estado preparado para la semilla); y fue hollada, y las aves del Cielo la comieron (espíritus demoníacos).
6 Y otra parte (la semilla) cayó sobre la piedra (cubierta por una capa no muy profunda de tierra); y nacida, se secó, porque no tenía humedad (debido a las piedras, las raíces no podían descender en la tierra donde había humedad).
7 Y otra parte (la semilla) cayó entre las espinas (tiene que ver con la buena tierra, pero la competición de las espinas era un factor debilitante); y naciendo las espinas juntamente, la ahogaron.
8 Y otra parte cayó en buena tierra (quiere decir que la tierra no estaba llena de piedras ni espinas), y cuando fue nacida (se refiere a un crecimiento abundante), llevó fruto a ciento por uno (indica una cosecha enorme). Diciendo estas cosas clamaba, El que tiene oídos para oír, oiga (muchos no tenían "oídos para oír" porque sus corazones estaban endurecidos; pero unos cuantos sí tenían, ¡y cambiaron al mundo!).
9 Y Sus Discípulos Le preguntaron, diciendo, ¿Qué era esta Parábola? (Expresa que la historia fue entendida perfectamente, pero no su significado.)
10 Y Él dijo, A vosotros (todos los que sinceramente buscan al Señor para conocerlo, y tienen una comprensión más profunda de Su Palabra) es dado a conocer los misterios (la Palabra indica conocimiento retenido; sin embargo, Jesús manifiesta que la importancia Bíblica de estos misterios está por revelarse, por lo menos, a los que tienen hambre y sed de Justicia) del Reino de Dios; mas a los otros por Parábolas (la historia Divina sería cubierta también a los que son imprudentes e indiferentes); para que viendo no vean, y oyendo no entiendan (tiene que ver con la ceguera obstinada y la falta de comprensión obstinada; ni siquiera querían entender).
11 Es pues ésta la Parábola: La semilla es la Palabra de Dios.
12 Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el Diablo, y quita la Palabra de su corazón (el Diablo puede hacer esto simplemente porque ellos hacen caso omiso de la Palabra), para que no crean y se salven (una ceguera deliberada como resultado de una ceguera judicial).
13 Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la Palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces, que a tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan (completamente refuta la doctrina que no es según Las Escrituras de la Seguridad Eterna Incondicional).
14 Y la que cayó entre las espinas, éstos son los que oyeron, más yéndose, son ahogados de los cuidados y de las riquezas y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto (en efecto, quiere decir que hay un comienzo del fruto, pero no deja que ese fruto madure y es, por lo tanto, inútil; creen por un tiempo pero luego se salen del camino; hay muchos en esta categoría).
15 Mas la que cayó en buena tierra (constituye el cuarto grupo el cual producirá "fruto perfecto," es decir, "fruto maduro") éstos son, los que con corazón bueno y recto (nos dice que el problema está en el corazón y no en las circunstancias) retienen la Palabra oída, y llevan fruto con paciencia (solamente oír la Palabra no es suficiente; tiene que "guardarla" también).
LA VELA
16 Ninguno, que enciende la vela, la cubre con vasija, o la pone debajo de la cama (quiere decir que al usar las Parábolas Cristo no tenía la intención de esconder la Verdad de las personas sinceras, con corazones inquisitivos, sino más bien todo lo opuesto); mas la pone en un candelero, para que los que entran vean la luz (las enseñanzas de Cristo fueron diseñados para atraer a los honestos, los corazones buscadores de Dios; Él quiere que los hombres "vean la luz").
17 Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada (se dirige a sí mismo a los misterios del Evangelio); ni cosa escondida, que no haya de ser entendida, y de venir a luz (todo será revelado en el Nuevo Convenio).
18 Mirad pues cómo oís (no se refiere sólo a lo que se oye, sino también cómo se oye): porque a cualquiera que tuviere, le será dada (constituye una Ley Divina de que quienquiera que acepta la Verdad se le dará la Verdad); y a cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener le será quitada (la luz rechazada es luz quitada).
PARIENTES GENUINOS
19 Y vinieron a Él Su madre y Sus hermanos (se refiere a Su familia inmediata), y no podían llegar a Él por causa de la multitud (la muchedumbre era tan grande que era claro que no se podía llegar a Él).
20 Y Le fue dado aviso, diciendo, Tu madre y Tus hermanos están fuera, que quieren verte.
21 Él entonces respondiendo, les dijo (expone un principio que coloca a Dios primero sobre todas las cosas), Mi madre y Mis hermanos son los que oyen la Palabra de Dios, y la ejecutan (claramente expresa la lealtad a Dios, y es más solemne que los lazos familiares; Jesús aquí refuta la contención Católica que María está sobre todo).
LA TEMPESTAD
22 Y aconteció un día que Él entró en un barco con Sus Discípulos, y les dijo, Pasemos a la otra parte del lago (de la ribera occidental de Galilea a la ribera oriental). Y ellos partieron.
23 Pero mientras ellos navegaban, Él se durmió (agotamiento físico después de sanar y liberar, como también enseñar; demuestra Su Humanidad): y sobrevino una tempestad de viento en el lago (del Texto Griego una "tempestad furiosa o huracán"); y comenzaron a anegarse de agua, y peligraban (en efecto, corrían el peligro de hundirse, y hasta perder sus vidas).
24 Y llegándose a Él, Le despertaron (se refiere que no lo despertaron hasta que el peligro era grave), diciendo, Maestro, Maestro, que perecemos (sólo Él puede rescatar al alma de perecer). Y despertado Él, reprendió al viento y a la tempestad del agua (se refiere a un espíritu maligno detrás de la tempestad que intentaba matar a los Discípulos; Satanás sabía que no podía matar a Jesús, pero también sabía que los Discípulos eran mortales): y cesaron, y fue hecha bonanza (el cambio fue instantáneo; no hay poder alguno en la Tierra que puede igualar tal autoridad; también, Él puede calmar al instante la tempestad en el alma del hombre).
25 Y les dijo, ¿Qué es de vuestra Fe? (Cristo es la respuesta con respecto a todas las tempestades de la vida.) Y atemorizados se maravillaban (los Discípulos habían aceptado el Oficio del Mesías, pero tenían un concepto inadecuado del mismo), diciendo los unos a los otros, ¿Quién es Éste (evidentemente ellos no reconocieron todas las implicaciones, que Su Oficio conllevaba), que aun a los vientos y al agua manda, y Le obedecen? (Proclama no solamente su control total sobre los espíritus demoníacos, enfermedades y muerte, sino también, los elementos.)
LA LIBERACIÓN
26 Y navegaron a la tierra de los Gadarenos (estaba en el lado oriental del Mar de Galilea), que está delante de Galilea (se refiere a la parte de la Decápolis que colindaba con el Mar de Galilea en la punta sur y al lado oriental).
27 Y saliendo Él a tierra (varaban el barco), Le vino al encuentro de la ciudad un cierto hombre (vino de la ciudad cercana, pero ya no vivía allá) que tenía demonios (espíritus inmundos) ya de mucho tiempo (hacía mucho tiempo que estaba poseído), y no vestía vestido (es un tipo del hombre en sentido espiritual quien está desnudo ante el Juicio de Dios por el hecho de estar en rebelión contra Dios), ni estaba en casa, sino por los sepulcros (la muerte es el resultado final del pecado).
28 El cual, cuando vio a Jesús (el mundo espiritual de las tinieblas está sujeto al Señor Jesucristo), exclamó (a causa del temor), y se postró delante de Él (un reconocimiento de Él como Señor y Maestro), y dijo a gran voz, ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? (Aunque la mayoría de la humanidad profesa no reconocerle, los espíritus demoníacos conocen Quien es Jesús.) Te ruego, que no me atormentes (declara que sabían y se daban cuenta que Jesús tiene poder para hacer con ellos lo que Él desea; la Fe correcta en Cristo y en la Cruz nos da el poder de atormentar a los demonios, en lugar de que ellos nos atormenten a nosotros).
29 (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre (se refiere al espíritu principal o demonio quien era el líder de todos los otros, un montón, como veremos más tarde). Porque ya de mucho tiempo le arrebataba (se refiere a este espíritu o espíritus que tomaban control de este hombre dándole, como veremos, fuerza superhumana): y le guardaban preso con cadenas y grillos (intentaron sujetarle, sin resultado alguno); mas rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.) (Él estaba totalmente poseído por demonios y no tenía alternativa más que hacer lo que ellos querían.)
30 Y le preguntó Jesús, diciendo, ¿Qué nombre tienes? (Manifiesta a estos demonios como personalidades.) Y él dijo, Legión (posiblemente se refiere a más de 6.000; qué tantos demonios podían habitar en un solo ser humano es sorprendente para no decir otra cosa peor): porque muchos demonios (espíritus inmundos) habían entrado en él.
31 Y Le rogaban que no les mandase ir al abismo (se refiere al "abismo" [Apoc. 20:1-3]).
32 Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte (se registra "cerca de 2.000" [Marc. 5:13]): y Le rogaron que los dejase (permitiera) entrar en ellos. Y los dejó (si hasta los demonios tienen que pedir permiso al Señor para entrar en los puercos, seguramente debe dar por sentado que Él no le permitiría que ellos entrasen en las Ovejas de Su prado).
33 Y salidos los demonios (espíritus inmundos) del hombre, entraron en los puercos (se refiere a estos demonios que obedecieron exactamente lo que el Señor les dijo que debieran hacer): y el hato se arrojó de un despeñadero en el lago, y se ahogó (murieron ahogados todos los puercos).
34 Y los que cuidaban los cerdos, cuando vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo y dieron aviso en la ciudad y por los campos (quiere decir que ellos no sólo contaron lo sucedido a sus dueños, sino a todos los que querían oírles).
35 Y salieron (los dueños y otros) a ver lo que había acontecido; y vinieron a Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido (sin lugar a dudas, como nunca lo vieron antes) los demonios (espíritus inmundos), vestido (sin lugar a dudas, los Discípulos le habían prestado ropa, y él también estaba revestido de la Salvación), y en su cabal juicio (perfectamente sano en su juicio cabal), a los Pies de Jesús (nuestro Señor le enseñaba): y tuvieron miedo (no podían comprender ese gran poder).
36 Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido salvado aquel endemoniado (dieron una narración pormenorizada a los dueños de los puercos, y a otros).
37 Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor, Le rogaron que se fuese de ellos (manifiesta uno de los episodios más tristes en los Evangelios; ellos sintieron que no podían conservar a los dos, el Salvador y los puercos, y ¡de los dos prefirieron los puercos! Qué acusación contra la raza humana, porque esto es una imagen de la mayoría de la humanidad); porque tenían gran temor (constituye el temor, lo cual debía llevarlo al Señor, sin embargo, respondieron de lo contrario): y Él, subiendo en el barco, se volvió (al lado occidental del lago).
38 Y aquel hombre de quien habían salido los demonios (espíritus inmundos), Le rogó para estar con Él (expresa todo lo opuesto de sus conciudadanos, del cual el Espíritu Santo observa): mas Jesús le despidió, diciendo (constituye una negación con respecto de su pedido, pero con una misión que cumplir; la llevó a cabo con gran distinción),
39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo (constituye una comisión para este hombre, y para todos los Creyentes; de hecho, para todos los Creyentes, el Señor hizo "grandes cosas"). Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él (no nos dice exactamente en qué ciudad, pero sí declara el éxito de este hombre; el día anterior, él era un maníaco endemoniado completamente loco, totalmente fuera de sus cabales; y veinte y cuatro horas más tarde, más o menos, es un Evangelista por el Señor Jesucristo).
SANIDADES Y MILAGROS
40 Y aconteció, que, volviendo Jesús (a Capernaum), Le recibió la gente: porque todos Le esperaban.
41 Y, he aquí, vino un varón, llamado Jairo, y que era principal de la Sinagoga (ese hombre era un buen representante de los ricos y de los Judíos Ortodoxos de alto rango): y cayendo a los Pies de Jesús, Le rogaba que entrase en su casa:
42 Porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo (manifiesta la seriedad de la situación). Y mientras Él (Jesús) iba (a la casa de Jairo), Lo apretaba la multitud.
43 Y una mujer que tenía flujo de sangre hacía ya doce años (probablemente se refiere a un trastorno femenino), la cual había gastado en médicos toda su hacienda, y por ninguno había podido ser curada (no había remedio terrenal para su enfermedad, al igual no hay remedio terrenal para el pecado; pero hay un remedio, ¡como veremos pronto!),
44 Llegándose por las espaldas, tocó el borde de Su Vestido (corresponde a una de las cuatro borlas que formaban parte del manto Judaico, el azul de esa borla, usado por la mayoría de los hombres, le recordaba a Israel que su ayuda viene de lo alto, y que su responsabilidad era guardar la Ley [Núm. 15:28-41; Deut. 22:12]): y luego se le detuvo el flujo de su sangre (su curación fue permanente, y ella nunca volvería a ser atormentada con este problema).
45 Entonces Jesús dijo, ¿Quién es el que Me ha tocado? (De hecho, muchos tocaban a Jesús, pero ninguno de ellos con la Fe que tenía esta mujer.) Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con Él, Maestro, la multitud Te aprieta y oprime, y dices, ¿Quién es el que Me ha tocado? (En efecto, esta es tanto una exclamación como una pregunta.)
46 Y Jesús dijo, Me ha tocado alguien: porque Yo he conocido que ha salido Virtud (Poder) de Mí (Jesús no tocó a la mujer, ella lo tocó a Él, nos dice que si el Señor no nos toca, nosotros todavía podemos tocarle a Él, y recibir lo que necesitamos).
47 Entonces cuando la mujer vio que no se había ocultado (quiere decir que evidentemente ella intentaba esconderse), vino temblando (fue sorprendente para ella que Jesús se detuviera, en esencia, llamándola, especialmente al tomar en cuenta la gran muchedumbre de gente), y postrándose delante de Él, Le declaró delante de todo el pueblo la causa por qué Le había tocado (ella no retuvo nada, declaró todo) y cómo luego había sido sanada.
48 Y Él dijo, Hija (en la primera ocasión se refirió a ella como "mujer," y ahora se refería a ella como "Hija"; se refiere a la relación, que tiene que ver tanto con la salvación como la sanidad), ten ánimo (trata con su temor de su impureza anterior; no tiene que tener temor ya de que alguien la juzgaría impura): tu Fe te ha salvado (la Fe es el único requisito); ve en paz (la Paz que resulta de la justificación; ahora es "justa" ante los Ojos de Dios porque ella había confiado en Cristo, Quien Solo puede efectuar nuestra Justificación; la tradición dice que ella se llamaba Verónica y ella vivía en Cesarea Filipo).
49 Estando aún Él hablando, vino uno del principal de la Sinagoga a decirle (a Jairo), Tu hija está muerta; no des trabajo al Maestro (mientras los pacientes y sus amigos, y aun los Discípulos del Señor muchísimas veces, Le pidieron que Él sanara, etc., nadie hasta el momento Le pidió que resucitase a un difunto; hasta el final, a pesar de lo que ellos habían visto, no podían persuadirse de que Él era efectivamente el Señor de la muerte tanto como de la vida, hasta después de la Resurrección).
50 Y oyéndolo Jesús, le respondió, No temas (en esencia, dijo, "a pesar de la muerte," todo va a salir bien): cree solamente, y será salva (el único requisito es tener Fe en Cristo).
51 Y entrado en casa (se refiere al hogar de Jairo), no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, y a Santiago, y a Juan, y al padre y a la madre de la niña (representa la primera vez que estos tres Discípulos fueron apartados de los demás; y fueron apartados de los demás un total de tres veces [Luc. 9:28; Mat. 26:37]).
52 Y lloraban todos, y la lamentaban (representa a las plañideras, lo cual era la costumbre de aquel entonces): mas Él dijo, No lloréis; no está muerta, sino que duerme (de hecho, estaba físicamente muerta, pero para Jesús ella solamente "dormía").
53 Y hacían burla de Él (las plañideras), sabiendo que estaba muerta.
54 Pero Él, echados todos fuera (el Texto Griego expresa el hecho de que debe haber estado a punto de una expulsión a la fuerza, como en el caso de la limpieza del Templo), tomándola de la mano (un apretón firme), y clamó, diciendo, Muchacha, levántate (continuaba la exhibición de Su Autoridad).
55 Entonces su espíritu volvió (demuestra la existencia separada del espíritu como independiente del cuerpo; su espíritu y alma fueron reunidos una vez más con su cuerpo, por lo tanto, el cuerpo instantáneamente revivió), y se levantó luego (inmediatamente): y Él mandó que le diesen de comer (comida).
56 Y sus padres estaban atónitos (se quedaron paralizados al punto que casi no podían moverse del todo): a los cuales Él mandó, que a nadie dijesen lo que había sido hecho (Jesús no buscó publicidad ni admiración).


Primera Corintios Capítulo 13:



Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4



Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.

Romanos 8:



Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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