10 September 2012

El 10 de Setiembre Lectura Bíblica Diaria



El 10 de Setiembre Lectura Bíblica Diaria:
Job 9 a 11:
CAPÍTULO 9
(1520 a.C.)
RESPUESTA DE JOB A BILDAD
RESPONDIÓ Job, y dijo: 2 Ciertamente yo ya lo conozco que es así: ¿Y cómo se justificará el hombre con Dios? (La respuesta a este interrogante se encuentra en Rom., Cap. 3.)
3 Si quisiere contender con Él, no le podrá responder a una cosa entre mil (si Dios nos interroga a nosotros, no podríamos contestar ni siquiera una pregunta entre mil, al menos de nuestra propia habilidad, no importa cuán educados pudiéramos ser).
4 Él es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas, ¿quién se endureció contra Él, y quedó en paz? (¡Ningún hombre puede ganar cuando lucha contra Dios!)
5 Él arranca los montes con Su furor, y no conocen quién los trastornó:
6 Él remueve la Tierra de su lugar, y hace temblar sus columnas:
7 Él manda al sol, y no sale; y sella las estrellas:
8 Él solo extiende los Cielos, y anda sobre las alturas del mar (Dios es el Creador de todas las cosas, y por lo tanto tiene control de todas las cosas, y puede cambiar su función como lo desea):
9 Él hizo la Osa, y el Orión, y las Pléyades, y los lugares secretos del sur (este Versículo muestra que la redondez de la Tierra era conocido en ese entonces, hace cerca de 3.700 años).
10 El que hace cosas grandes e incomprensibles, y maravillosas, sin número.
11 He aquí que Él pasará delante de mí, y yo no Lo veré; y pasará, y no Lo entenderé. (Job dice esas cosas al calor de su tremenda prueba. Algunas de las cosas que dice son correctas y algunas incorrectas. De hecho, Job percibe al
JOB 9:12 848
Señor, pero ahora él está dudando de su propia experiencia. En otras palabras, él está diciendo, «considerando lo que me ha acontecido, no estoy seguro si mi percepción es correcta o no».)
12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quien le dirá, qué haces? (Job está diciendo que el Señor le ha quitado todo lo que él tiene y, en cierto sentido, es verdad, y no hay nada que Job puede hacer para detener
o cambiar la situación. ¡Además, él ni siquiera sabe por qué!)
JOB NO PUEDE CONTESTAR A DIOS PERO ORARÁ A ÉL
13 Dios no volverá atrás Su ira, y debajo de Él se encorvan los que ayudan a los soberbios. (Al tomar en cuenta las circunstancias de Job, él piensa que seguramente Dios, está airado con él. Por lo tanto, todo esto nos dice que es muy difícil para nosotros discernir al Señor y sus caminos. A menos que Él nos revele Su Propósito, como Él lo hizo a Job un poco más tarde, casi todo el tiempo nuestras suposiciones son equivocadas.)
14 ¿Cuánto menos le responderé yo, y hablaré con Él palabras estudiadas? (Job está diciendo que él no sabía cómo orar; incluso, ni siquiera sabía qué decir. Al vivir bajo el Antiguo Pacto, Job no tenía el privilegio de estar lleno del Espíritu Santo como nosotros hoy en día bajo el Nuevo Pacto. Verdaderamente nuestro Nuevo Pacto está basado sobre Promesas mejores [Heb. 8:6].)
15 Que aunque fuese yo justo, no responderé; antes habré de rogar clemencia a mi juez (Dios es el Juez; la oración es la única actitud apropiada de aun el mejor de los hombre delante de su Hacedor — la oración por la Misericordia, perdón, Gracia, la oración para el desarrollo de santidad).
16 Que si yo le invocase, y Él me respondiese, aun no creeré que haya escuchado mi voz (Job razona, y equivocadamente podemos agregar, que debido a su condición, Dios no prestaría atención a él).
17 Porque me ha quebrado con tempestad, y ha aumentado mis heridas sin causa (había una causa, pero no en el reino del cual Job podía comprender, ni tampoco cualquier otra persona en esa época; la «causa» no fue Job ni cualquier cosa que él hizo, sino más bien el «mundo del espíritu»).
18 No me ha concedido que tome mi aliento; pero me ha llenado de amarguras (en otras palabras, ¡un golpe tras otro!).
19 Si habláremos de Su potencia, fuerte por cierto es; si de juicio, ¿quién me emplazará?
20 Y si yo me justificare, me condenará mi boca; si me dijere perfecto, esto me declararía culpable de maldad (acerca de nosotros mismos, no hay nada que podemos decir; de hecho, sólo vale lo que Dios dice; ya Él había hecho una declaración agradable acerca de Job, pero desconocido por el Patriarca [2:3]).
21 Aunque yo fuese del todo íntegro, pero mi alma no haría caso de mí mismo: Yo siento desprecio por mi vida (Job ahora está más cerca de la verdad de lo que él se da cuenta).
22 Una cosa resta que yo diga: Él destruye por igual al perfecto y al impío (mientras Job no está concluyendo que él es perfecto, en efecto, él está diciendo, «no importaría si yo lo fuera, no me valdría para nada»; ¡en eso estaba equivocado!).
23 Si el azote mata de repente, se ríe de la prueba de los inocentes (en otras palabras, Dios se ríe de aquellos que afirmen que son inocentes).
24 La Tierra es entregada en manos de los impíos, y Él cubre el rostro de sus jueces. Si no es Él, ¿quién es? ¿Dónde está? (Por cuanto Dios ha permitido que las cosas sean hechas antes que fueran hechas, sin considerar cuales son, todavía, hay una razón por la cual Dios hace todas las cosas, y la razón es válida; ¡el Juez de toda la Tierra hará lo que es justo! [Gén. 18:25].)
QUEJA DE JOB CONTRA DIOS
25 Mis días han sido más ligeros que un correo (un mensajero que velozmente viene y va); huyeron, y no vieron el bien (pero aún, a pesar de cómo las cosas parecen, se aproxima un día mejor).
26 Pasaron cual navíos veloces: Como el águila que se arroja a la comida.
27 Si digo: Olvidaré mi queja, dejaré mi aburrimiento, y me esforzaré:
28 Me turban todos mis dolores; sé que no me tendrás por inocente («si todo esto me está aconteciendo, luego es razonable que yo no soy inocente»; específicamente, él está en lo correcto; particularmente, ¡está equivocado!).
29 Yo soy impío, ¿para qué trabajaré en vano? («¿Por qué intento vivir rectamente?»)
30 Aunque me lave con aguas de nieve, y limpie mis manos con lejía,
31 Aun me hundirás en el hoyo, y mis propios vestidos me aborrecerán. («No importa lo que yo he hecho para intentar vivir rectamente, la única conclusión a la cual puedo llegar es que «el Señor me aborrece». Una vez más, el gran Patriarca estaba mirando las circunstancias. Él sabía lo que estaba aconteciendo, pero no sabía lo que estaba pasando.)
32 Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, y vengamos juntamente a juicio. (¡Qué ruego para el Redentor venidero! Verdaderamente, Dios no es hombre, pero Dios se hará hombre, y luego Dios y el Hombre «se encontrarán en Juicio».)
33 No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano sobre nosotros ambos. (Job no entendía la Obra venidera de Cristo como Mediador entre Dios y el hombre [I Tim. 2:4-5], pero él sabía en su corazón que la necesidad de eso era muy grande. Gracias a Dios Jesucristo vino como Mediador, es decir, «como Árbitro».)
34 Quite de sobre mí Su vara, y Su terror no me espante (poco se daba cuenta Job que su oración sin duda hablada a medias, sería contestada completa y maravillosamente en Cristo).
35 Entonces hablaré, y no le temeré: Porque me consta que no soy así (¡pero con el Cristo venidero, sería así!).
CAPÍTULO 10
(1520 a.C.)
JOB LAMENTA SU CONDICIÓN
MI alma está harta de mi vida: Daré yo rienda suelta a mi queja sobre mí, hablaré con amargura de mi alma (es muy fácil condenar a Job por sus declaraciones y acciones; sin embargo, si cualquiera de nosotros hubiera sido puesto en su posición, ¿actuaríamos mejor, o aun también como Job?).
2 Diré a Dios: no me condenes; hazme entender por qué contiendes conmigo. («¿Por qué contiendes conmigo?» En breve, el Señor contestará esa oración, y de una manera más grande de lo que Job ahora puede imaginar.)
3 ¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de Tus manos, y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos? (El Señor no estaba despreciando la obra de Job, en efecto, estaba refinándola.)
4 ¿Tienes Tú ojos de carne? ¿Ves Tú como ve el hombre? (El Señor no ve como el hombre ve, sino infinitamente más amplio, significa que Él lo sabe todo.)
5 ¿Son Tus días como los días del hombre,
o Tus años como los tiempos humanos,
6 Para que inquieras mi iniquidad, y busques mi pecado? (¿Buscar cosas por las cuales castigar a Job?)
7 Bien que sabes que no soy inicuo, y que no hay quien de Tu mano me libre? (¡Job expone su caso, y en esto está en lo correcto!)
8 Tus manos me formaron y me compusieron del todo en derredor apropiadamente: ¿Y así me deshaces (hay momentos cuando parece que Dios nos está destruyendo; Satanás de-sea que nos rindamos y desistamos y, en efecto, «maldigamos a Dios»; pero Dios desea que nos echemos al pie de la Cruz y nos acerquemos más a él, que es precisamente todo el propósito de la prueba)?
9 Acuérdate ahora que como a barro me diste forma: ¿Y en polvo me has de volver? (Job ya había dicho que Dios podía librarle si Él lo quiere, o de otro modo puede matarlo. Él tiene poder para hacer ambas cosas. ¿Cuál será?)
10 ¿No me fundiste como leche, y como un queso me cuajaste?
11 Me vestiste de piel y carne, y me cubriste de huesos y nervios.
12 Vida y misericordia me concediste, y Tu solicitud guardó mi espíritu (de hecho, este es un hombre que ha caminado con Dios, quien a experimentado sinnúmero de «visitaciones», y quien a experimentado el Poder de Dios y aun la Gracia de Dios; él ha sido favorecido, pero solamente porque él eligió a Dios).
13 Y estas cosas tienes guardadas en Tu corazón; y sé que esto está cerca de Ti («¿tienes todo el tiempo requerido para destruirme?»).
14 Si pequé, Tú me has observado, y no me limpias de mi iniquidad (Dios perdona solamente sobre la base de la fe de uno mismo en la Expiación de Cristo, que fue simbolizada en los Sacrificios en el día de Job).
15 ¡Si fuere malo, ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza, estando harto de deshonra, y de verme afligido (al final, el Señor no condena a Job por su confusión; Job fue sometido a lo que pocos, si algunos, fueron sometidos; y le fue pedido hacerlo sin explicación; su confusión es comprensible).
16 Y subirá de punto, pues me cazas como a león, y vuelves a hacer en mí maravillas (medios maravillosos de destrucción, y de eso fue correcto Job).
17 Renuevas contra mí Tus plagas, y aumentas conmigo Tu furor, una tras otra
se remudan contra mí ejércitos (golpe sobre golpe).
JOB LAMENTA SU NACIMIENTO Y TIENE PAVOR DE SU MUERTE
18 ¿Por qué me sacaste de la matriz? Habría yo expirado, y ningún ojo me hubiera visto («Anhelo que hubiera muerto al nacer».).
19 Fuera como si nunca hubiera existido; y haber sido llevado del vientre a la tumba.
20 ¿No son pocos mis días? Cesa pues, y déjame en paz para que me consuele un poco (esta es una oración de que Job estaría encantado que el Señor no la contestó).
21 Antes que vaya para nunca más volver, a tierra de tinieblas y de sombra de muerte (en esa época, el entendimiento de la Resurrección era muy débil),
22 Tierra de oscuridad, como las tinieblas mismas; lugar de sombra de muerte, sin orden alguno, y cuya luz es como las densas tinieblas (en esta etapa, Job no ve mas que oscuridad).
CAPÍTULO 11
(1520 a.C.)
ZOFAR HABLA: ACUSA A JOB DE
SER UN HIPÓCRITA MENTIROSO
RESPONDIÓ Zofar Namatita, y dijo (este hombre argumenta desde la posición del «mérito humano»):
2 ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? Y la palabrería de un hombre ¿prueba que será justificado? (Por lo tanto ahora, Zofar acusa a Job de estar lleno de sólo palabrería.)
3 ¿Harán tus falacias callar a los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence? (Job ha sido llamado hipócrita; ahora le llaman mentiroso.)
4 Tú dices: Mi conversar es puro, y yo soy limpio delante de tus ojos (para la justificación propia, las afirmaciones de Job son una broma).
5 Pero oh, quién diera que Dios hablara, y abriera Sus labios contra ti (por último, el Señor hablará, pero no sería en contra de Job),
6 Y que te declarara los secretos de la sabiduría, que son más que el doble de lo que es! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos que tu iniquidad merece (Zofar no sabía nada de la vida de Job, y aun se sintió perfectamente libre para afirmar que Job era alguna clase de gran pecador).
ZOFAR INTENTA EXPLICAR QUIÉN ES DIOS
7 ¿Podrás tú descubrir las profundidades de los caminos de Dios? ¿Llegarás tú a la perfección del Todopoderoso? (Estas preguntas a veces son usadas como prueba que Dios es tan grande que aun los más doctos no pueden comprenderle, pero eso es uso inapropiado de esas preguntas. Mientras uno no puede aprender acerca de Dios por los así llamados métodos científicos, efectivamente se puede aprender acerca de Él de Su Palabra, y por Revelación.)
8 Es más alto que los Cielos: ¿Qué harás? Es más profundo que el Infierno: ¿Cómo lo conocerás?
9 Su dimensión es más larga que la Tierra, y más ancha que el mar. 10 Si cortare, o encerrare, o juntare, ¿quién podrá contrarrestarle? 11 Porque Él conoce a los hombres vanos: Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?
(La idea es que Dios es tan grande que no vale la pena que los hombres intenten escudriñar cosa alguna acerca de Él. ¡Si eso fuera la verdad, el Señor no nos hubiera dado Su Palabra, ni hubiera enviado el Mesías!)
12 El hombre vano entrará en razón cuando de un borriquillo nazca un hombre (en esta declaración, Zofar se refiere a Job como «vano»).
JOB ES AMONESTADO A ARREPENTIRSE Y DEJAR DE PECAR
13 Si tú dispusieres tu corazón, y extendieres a Él tus manos (aquí, como siempre, tenemos la justicia propia, o sea la auto-justicia, diciendo al justo cómo buscar a Dios; ¡que farsa!);
14 Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more maldad en tus habitaciones (Zofar creé que Job está lleno de iniquidad; la justicia propia siempre asume eso; la verdad es que Zofar está lleno de iniquidad y no Job).
15 Entonces levantarás tu rostro limpio de manchas, y serás fuerte y no temerás (Zofar implica que Job no puede alzar la cara sin culpa):
16 Y olvidarás tu trabajo, o te acordarás de él como de aguas que pasaron (si Job solamente se hubiera arrepentido, así dice su «amigo»):
17 Y tu vida transitoria será más clara que el medio día; resplandecerás, y serás como la mañana:
18 Y confiarás, y habrá esperanza; y cavarás, y dormirás seguro:
19 Y te acostarás, y no habrá quien te espante: Y muchos buscarán tu ayuda.
20 Pero los ojos de los malos se consumirán, y no tendrán refugio; y su esperanza será agonía del alma. (Zofar declara que Job tiene que ser inicuo o no estaría sufriendo como los inicuos. ¡Que vanidad! ¡Que justicia propia!)

Salmo 121:A las montañas levanto mis ojos;
¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor,
creador del cielo y de la tierra. No permitirá que tu pie resbale;
jamás duerme el que te cuida. Jamás duerme ni se adormece
el que cuida de Israel. El Señor es quien te cuida,
el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. El Señor te protegerá;
de todo mal protegerá tu vida. El Señor te cuidará en el hogar y en el camino,
desde ahora y para siempre.

Proverbios 21:
En las manos del Señor el corazón del rey es como un río:
sigue el curso que el Señor le ha trazado.
A cada uno le parece correcto su proceder,
pero el Señor juzga los corazones.
Practicar la justicia y el derecho
lo prefiere el Señor a los sacrificios.
Los ojos altivos, el corazón orgulloso
y la lámpara de los malvados son pecado.
Los planes bien pensados: ¡pura ganancia!
Los planes apresurados: ¡puro fracaso!
La fortuna amasada por la lengua embustera
se esfuma como la niebla y es mortal como una trampa.
La violencia de los malvados los destruirá,
porque se niegan a practicar la justicia.
Torcido es el camino del culpable,
pero recta la conducta del hombre honrado.
Más vale habitar en un rincón de la azotea
que compartir el techo con mujer pendenciera.
El malvado sólo piensa en el mal;
jamás se compadece de su prójimo.
Cuando se castiga al insolente,
aprende el inexperto;
cuando se instruye al sabio,
el inexperto adquiere conocimiento.
El justo se fija en la casa del malvado,
y ve cuando éste acaba en la ruina.
Quien cierra sus oídos al clamor del pobre,
llorará también sin que nadie le responda.
El regalo secreto apacigua el enojo;
el obsequio discreto calma la ira violenta.
Cuando se hace justicia,
se alegra el justo y tiembla el malhechor.
Quien se aparta de la senda del discernimiento
irá a parar entre los muertos.
El que ama el placer se quedará en la pobreza;
el que ama el vino y los perfumes jamás será rico.
El malvado pagará por el justo,
y el traidor por el hombre intachable.
Más vale habitar en el desierto
que con mujer pendenciera y de mal genio.
En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume,
pero el necio todo lo despilfarra.
El que va tras la justicia y el amor
halla vida, prosperidad y honra.
El sabio conquista la ciudad de los valientes
y derriba el baluarte en que ellos confiaban.
El que refrena su boca y su lengua
se libra de muchas angustias.
Orgulloso y arrogante, y famoso por insolente,
es quien se comporta con desmedida soberbia.
La codicia del perezoso lo lleva a la muerte,
porque sus manos se niegan a trabajar;
todo el día se lo pasa codiciando,
pero el justo da con generosidad.
El sacrificio de los malvados es detestable,
y más aún cuando se ofrece con mala intención.
El testigo falso perecerá,
y quien le haga caso será destruido para siempre.
El malvado es inflexible en sus decisiones;
el justo examina su propia conducta.
De nada sirven ante el Señor
la sabiduría, la inteligencia y el consejo.
Se alista al caballo para el día de la batalla,
pero la victoria depende del Señor.
Vale más la buena fama que las muchas riquezas,
y más que oro y plata, la buena reputación.
El rico y el pobre tienen esto en común:
a ambos los ha creado el Señor.
El prudente ve el peligro y lo evita;
el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias.
Recompensa de la humildad y del temor del Señor
son las riquezas, la honra y la vida.
Espinas y trampas hay en la senda de los impíos,
pero el que cuida su vida se aleja de ellas.
Instruye al niño en el camino correcto,
y aun en su vejez no lo abandonará.
Los ricos son los amos de los pobres;
los deudores son esclavos de sus acreedores.
El que siembra maldad cosecha desgracias;
el Señor lo destruirá con el cetro de su ira.
El que es generoso será bendecido,
pues comparte su comida con los pobres.
Despide al insolente, y se irá la discordia
y cesarán los pleitos y los insultos.
El que ama la pureza de corazón y tiene gracia al hablar
tendrá por amigo al rey.
Los ojos del Señor protegen el saber,
pero desbaratan las palabras del traidor.
"¡Hay un león allá afuera! dice el holgazán.
¡En plena calle me va a hacer pedazos!"
La boca de la adúltera es una fosa profunda;
en ella caerá quien esté bajo la ira del Señor.
La necedad es parte del corazón juvenil,
pero la vara de la disciplina la corrige.
Oprimir al pobre para enriquecerse,
y hacerle regalos al rico,
¡buena manera de empobrecerse!
Presta atención, escucha mis palabras;
aplica tu corazón a mi conocimiento. Grato es retenerlas dentro de ti,
y tenerlas todas a flor de labio. A ti te las enseño en este día,
para que pongas tu confianza en el Señor. ¿Acaso no te he escrito treinta[4] dichos
que contienen sabios consejos? Son para enseñarte palabras ciertas y confiables,
para que sepas responder bien a quien te pregunte. 1
No explotes al pobre porque es pobre,
ni oprimas en los tribunales a los necesitados; porque el Señor defenderá su causa,
y despojará a quienes los despojen. 2
No te hagas amigo de gente violenta,
ni te juntes con los iracundos, no sea que aprendas sus malas costumbres
y tú mismo caigas en la trampa. 3
No te comprometas por otros
ni salgas fiador de deudas ajenas; porque si no tienes con qué pagar,
te quitarán hasta la cama en que duermes. 4
No cambies de lugar los linderos antiguos
que establecieron tus antepasados. 5
¿Has visto a alguien diligente en su trabajo?
Se codeará con reyes, y nunca será un Don Nadie. 6
Cuando te sientes a comer con un gobernante,
fíjate bien en lo que tienes ante ti. Si eres dado a la glotonería,
domina tu apetito. No codicies sus manjares,
pues tal comida no es más que un engaño. 7
No te afanes acumulando riquezas;
no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen!
Es como si les salieran alas,
pues se van volando como las águilas. No te sientes a la mesa de un tacaño,
ni codicies sus manjares, que son como un pelo en la garganta.
"Come y bebe", te dirá,
pero no te lo dirá de corazón. 8
Acabarás vomitando lo que hayas comido,
y tus cumplidos no habrán servido de nada. 9
A oídos del necio jamás dirijas palabra,
pues se burlará de tus sabios consejos. 10
No cambies de lugar los linderos antiguos,
ni invadas la propiedad de los huérfanos, porque su Defensor es muy poderoso
y contra ti defenderá su causa. 11
Aplica tu corazón a la disciplina
y tus oídos al conocimiento. 12
No dejes de disciplinar al joven,
que de unos cuantos azotes no se morirá. Dale unos buenos azotes,
y así lo librarás del sepulcro. 13
Hijo mío, si tu corazón es sabio,
también mi corazón se regocijará; en lo íntimo de mi ser me alegraré
cuando tus labios hablen con rectitud. 14
No envidies en tu corazón a los pecadores;
más bien, muéstrate siempre celoso en el temor del Señor. Cuentas con una esperanza futura,
la cual no será destruida. 15
Hijo mío, presta atención y sé sabio;
mantén tu corazón en el camino recto. No te juntes con los que beben mucho vino,
ni con los que se hartan de carne, pues borrachos y glotones, por su indolencia,
acaban harapientos y en la pobreza. 16
Escucha a tu padre, que te engendró,
y no desprecies a tu madre cuando sea anciana. Adquiere la verdad y la sabiduría,
la disciplina y el discernimiento,
¡y no los vendas! El padre del justo experimenta gran regocijo;
quien tiene un hijo sabio se solaza en él. ¡Que se alegren tu padre y tu madre!
¡Que se regocije la que te dio la vida! 17
Dame, hijo mío, tu corazón
y no pierdas de vista mis caminos. Porque fosa profunda es la prostituta,
y estrecho pozo, la mujer ajena. Se pone al acecho, como un bandido,
y multiplica la infidelidad de los hombres.
18
¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares?
¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas?
¿De quién son las heridas gratuitas?
¿De quién los ojos morados? ¡Del que no suelta la botella de vino
ni deja de probar licores! No te fijes en lo rojo que es el vino,
ni en cómo brilla en la copa,
ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente
y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones,
y tu mente imaginará estupideces. Te parecerá estar durmiendo en alta mar,
acostado sobre el mástil mayor. Y dirás: "Me han herido, pero no me duele.
Me han golpeado, pero no lo siento.
¿Cuándo despertaré de este sueño
para ir a buscar otro trago?"


El Libro de Marcos Capítulo 5 el Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:

EL SANTO EVANGELIO SEGÚN
SAN MARCOS

SAN MARCOS 5
CAPÍTULO 5
(31 d.C.)
EL ENDEMONIADO LIBERADO


Y VINIERON de la otra parte
del mar (se refiere a la orilla
oriental de Galilea), a la provincia
de los Gadarenos (el área de la
ciudad de Gadara, que estaba a
4.8 kilómetros [tres millas] del
Mar de Galilea).
2 Y salido Él del barco, luego
Le salió al encuentro de los
sepulcros un hombre con un
espíritu inmundo (simboliza la
gran Misión por la cual Cristo
vino al mundo; Él había calmado
la tormenta en el mar, y ahora Él
calmaría la tormenta en el alma de
un hombre),
3 Que tenía domicilio en los
sepulcros (la paga del pecado es la
muerte); y ni aun con cadenas, le
podía alguien atar (el pecado y los
poderes de oscuridad cederán sólo a
Cristo, y lo que Él hizo en la Cruz
por nuestra parte; esto elimina la
psicología humanística, y cualquier
cosa más instituida por el
hombre a fin de dirigirse a este
problema):
4 Porque muchas veces había
sido atado con grillos y cadenas,
mas las cadenas habían sido
hechas pedazos por él, y los
grillos desmenuzados (fuerza
superhumana dada a él por el
espíritu maligno): y nadie le podía
domar (otra vez, refuerza la gran
Verdad que solamente Cristo y la
Cruz, son la única respuesta).
5 Y siempre, de día y de noche
(no hay paz alguna para aquellos
que no conocen al Señor), andaba,
dando voces en los montes, y en
los sepulcros, e hiriéndose con
las piedras (un cuadro simbólico,
lo que le ocurre a todos los
inconversos en lo espiritual).
6 Y cuando vio a Jesús de
lejos, corrió y Le adoró (el espíritu
del demonio Lo adoró; todos los
espíritus de demonios y Satanás
mismo están obligados a dar homenaje
a Dios el Hijo; Satanás y
todos sus secuaces fueron derrotados
en la Cruz [Col. 2:14-15]),
7 Y clamando a gran voz, dijo,
¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo
del Dios Altísimo? (¡Se refiere a
este espíritu maligno que sabía
exactamente quién era Jesús!) Te
conjuro por Dios, que no me
atormentes (un cierto tiempo ha
sido designado por Dios en el cual
estos espíritus serán confinados al
abismo [Apoc. 20:1-3]).
8 Porque le decía, Sal de
este hombre, espíritu inmundo
(constituye una orden directa,
que el espíritu maligno tiene que
obedecer).
9 Y Él (Cristo) le preguntó,
¿Cómo te llamas? (¿Por qué
hizo Jesús esta pregunta? Él la
hizo, porque sabía que los otros
espíritus habitaban en este hombre
también.) Y respondió diciendo,
Legión me llamo: porque somos
muchos (el espíritu maligno era
el demonio principal, pero muchos
otros estaban allí también).
10 Y Le rogaba mucho (suplicó
a Cristo) que no le enviase
fuera de aquella provincia (esta
área estaba llena de falsos Judíos
Helenísticos, y evidentemente era
anhelada por los espíritus de demonios;
sabemos aquí que los espíritus
de demonios disfrutan de sitios que
tienen poca o ninguna mención
de Cristo).
11 Y estaba allí cerca del monte
una gran manada de puercos
paciendo (los dueños de ellos, sin
duda, aunque los Judíos estaban
prohibidos por la Ley de comer la
carne de cerdo).
12 Y Le rogaron todos los
demonios (espíritus demoníacos),
diciendo, Envíanos a los puercos
para que entremos en ellos (no
podían entrar en estos cerdos sin
el permiso deliberado de Cristo,
entonces, ¡mucho menos podían
entrar en "las Ovejas de Su
prado!").
13 Y luego Jesús se lo permitió
(significa que Él no les mandó que
hicieran esto, sin embargo, les dio
permiso). Y saliendo aquellos
espíritus inmundos, entraron en
los puercos: y la manada cayó
por un despeñadero en el mar,
(los cuales eran como dos mil;)
y en el mar se ahogaron (muchos
han preguntado si Cristo tenía el
derecho de hacer esto, que destruyó
la propiedad de otra gente; sin
embargo, aunque el Espíritu Santo
por Marcos no lo explicó, sabemos
que todo lo que el Señor hace es
correcto; no es simplemente correcto
porque Él lo hace, sino porque en
realidad es correcto).
14 Y los que apacentaban los
puercos huyeron, y dieron aviso
en la ciudad y en los campos. Y
salieron para ver qué era aquello
que había acontecido (una gran
multitud).
15 Y vienen a Jesús (la pérdida
de los animales no hubiera sido
nada en comparación con lo que
ellos hubieran recibido al aceptar
a Cristo, al menos, de haberlo
aceptado, pero no quisieron), y ven
al que había sido atormentado
del demonio (había sido poseído
por demonios), y que había
tenido la Legión, sentado y
vestido (ropa, sin duda, dada
a él por los Discípulos), y en su
juicio cabal (no importa cuanta
educación una persona puede
tener, hasta que vengan a Cristo,
ellos no están completamente en
su sano juicio): y tuvieron miedo
(desgraciadamente, no permitieron
que este miedo los llevara a
Cristo).
16 Y les contaron los que
lo habían visto cómo había
acontecido al que había tenido
el demonio, y lo de los puercos
(da apoyo al pensamiento de que
los porqueros habían presenciado
el episodio entero, con respecto a
la acción de Cristo en la liberación
del demoníaco, y al permitir
que los demonios entraran en los
cerdos).
17 Y comenzaron a rogarle (a
Jesús) que se fuese de los términos
de ellos (¡es notable!;
valoraban más a los cerdos que a
la vida eterna que Cristo pudiera
haberles dado; y así es con la
mayoría del mundo).
18 Y entrando Él (Jesús) en el
barco, Le rogaba el que había
sido poseído del demonio para
estar con Él (¡él quiso ir con Jesús
y los Discípulos, y con razón!).
19 Mas Jesús no le permitió,
sino le dijo, Vete a tu casa a los
tuyos, y cuéntales cuán grandes
cosas el Señor ha hecho contigo
y cómo ha tenido misericordia
de ti (A. Vaya a contarlo; B. Las
grandes cosas que el Señor ha hecho;
y, C. Cuente de la compasión).
20 Y se fue, y comenzó a
publicar en Decápolis (una
región al lado oriental del Río
Jordán, que incluía varias aldeas
y ciudades) cuán grandes cosas
Jesús había hecho con él (él
se hizo Evangelista): y todos se
maravillaban (claramente, muchos
lo conocían antes, y ya ven lo que
el Señor ha hecho por él; esta es la
historia de incontables millones).
LAS SANIDADES Y
LOS MILAGROS
21 Y pasando otra vez Jesús
en un barco a la otra parte (al
regreso a Capernaum, en el lado
occidental), se juntó a Él gran
compañía: y estaba junto al mar
(significa que cientos, aun miles,
Lo esperaban en la orilla para que
volviera a Capernaum).
22 Y, he aquí, vino uno de los
Oficiales de la Sinagoga, llamado
Jairo (cada Sinagoga tenía varios
Oficiales); y luego que Le vio, se
postró a Sus Pies (una postura de
adoración),
23 Y Le rogaba mucho (una
súplica apasionada), diciendo, Mi
hija está a la muerte (realmente,
ella probablemente murió al mismo
tiempo que Jairo importunaba a
Cristo): ven, y pondrás las Manos
sobre ella, para que sea salva, y
vivirá (el Griego realmente dice,
"para salvarla de la muerte").
24 Y fue Jesús con él, y Le
(Jesús) seguía gran compañía, y
Le apretaban.
25 Y una cierta mujer (la
tradición dice que ella se llamaba
Verónica), que estaba con flujo
de sangre durante doce años (se
refiere a una hemorragia constante
durante aquel período del tiempo.
Una enfermedad femenina),
26 Y había sufrido mucho
de muchos médicos (significa
que había tenido un sufrimiento
extremo a mano de esos médicos), y
había gastado todo lo que tenía
(muchos de estos médicos la habían
tratado simplemente por el dinero,
sabiendo todo el tiempo que no
podían ayudarla), y nada había
aprovechado, antes le iba peor
(no le había ayudado en absoluto,
al contrario sólo había empeorado
la situación),
27 Cuando ella oyó hablar
de Jesús (el Griego realmente
dice, "el Jesús" distinguiéndolo a
Él de todos los demás), llegó por
detrás entre la multitud (la gran
muchedumbre de gente), y tocó Su
Vestido (probablemente se refería
al toque del borde del Mantón
tirado sobre Su Hombro, que
contenía una franja azul, a que los
Judíos les requería llevar puesto,
para hacerles recordar que eran el
Pueblo de Dios [Núm. 15:38-41;
Deut. 22:12]).
28 Porque decía (significa
que ella siguió diciéndoselo repetidas
veces a sí misma, o aun
posiblemente a otros), Si tocare
tan solamente Su Vestido, seré
salva (corresponde a su nivel
de Fe).
29 Y luego (inmediatamente)
la fuente de su sangre se secó;
y ella sintió en su cuerpo que
estaba sana de aquel azote (ella
sabía que fue sanada).
30 Y luego Jesús, inmediatamente
conociendo en Sí Mismo
la Virtud (Poder) que había
salido de Él, volviéndose a la
multitud (la muchedumbre), dijo,
¿Quién ha tocado Mis Vestidos?
(El Espíritu Santo no Le anticipaba
que sería conveniente en esta
oportunidad revelarle quién Le
había tocado.)
31 Y Le dijeron Sus Discípulos,
Ves que la multitud Te aprieta, y
Tú dices, ¿Quién Me ha tocado?
32 Y Él miraba alrededor para
ver a la mujer que lo había hecho
esto.
33 Entonces la mujer temiendo
y temblando, sabiendo lo que
en sí había sido hecho, vino y
se postró delante de Él, y Le dijo
toda la verdad (demuestra que
ella ya buscaba la misericordia
así como ella anteriormente
había buscado la sanidad; ¡sería
concedida también!).
34 Y Él le dijo, Hija (en el
Versículo 25, ella fue descrita
simplemente como "una cierta
mujer," ahora la llama "Hija,"
que se refiere a la relación; Él, en
efecto, la había hecho miembro de
la Familia de Dios), tu Fe te ha
hecho salva (si Él no nos toca,
podemos tocarlo a Él); ve en
paz (ella gana la Salvación así
como la sanidad), y queda sana
de tu azote (quiere decir que la
enfermedad nunca volvería).
35 Hablando aún Él (hablaba
a la mujer), vinieron (una cierta
persona) de la casa del Oficial de
la Sinagoga, diciendo, Tu hija ha
muerto: ¿para qué molestas aun
al Maestro? (La fe de esta cierta
persona dando este informe no fue
tan alta para creer que Jesús podía
resucitar a los muertos.)
36 Mas luego Jesús, oyendo
esta razón que se decía (Él oyó por
casualidad lo que estaba diciendo),
dijo al Oficial de la Sinagoga, No
temas, cree solamente (Jesús dijo,
"deja de temer, y sigue creyendo").
37 Y no permitió que alguno
viniese tras Él sino Pedro, y
Santiago, y Juan hermano de
Santiago (estos tres se fueron con
Él a la casa de Jairo).
38 Y vino a casa del Oficial de
la Sinagoga, y vio el alboroto, y
los que lloraban y gemían mucho
(los plañideros contratados lo que
era la costumbre de esa época).
39 Y entrando (en el hogar de
Jairo), les dice, ¿Por qué alborotáis
y lloráis? (Jesús no simpatizaba
con esta costumbre y práctica.) La
muchacha no está muerta, sino
duerme (no significaba que ella
no estaba en realidad muerta, sino
que la niña no estaba muerta para
permanecer muerta; también, la
palabra, "duerme," nos lleva al
hecho de la Resurrección; en Las
Escrituras, repetidas veces se refiere
a los muertos como "dormidos";
sin embargo, es sólo el cuerpo el que
duerme, ya que el alma y el espíritu
en la muerte, al instante se van a
estar con Cristo, eso es, si la persona
es salva, vivirá por toda la
eternidad con Él).
40 Y ellos (los plañideros)
hacían burla de Él (quiere decir
que ellos lo ridiculizaban; ¡qué
simplones!). Mas Él, echado
fuera a todos (les exigió que se
marcharan), toma al padre y a
la madre de la muchacha, y a
los que estaban con Él (Pedro,
Santiago y Juan), y entra donde
la muchacha estaba (la palabra,
"entra," realmente se refiere a una
persona que va de viaje; aunque sólo
a unos cuantos metros, al menos
en este caso, daba a entender la
idea de distancia; en efecto, señaló
el futuro hacia la Resurrección
venidera).
41 Y tomando la mano de la
muchacha (se refiere a un apretón
fuerte), le dice, Talita cumi; que
es, si lo interpretares, Muchacha,
a ti digo, levántate (fue dicho en
Arameo, la misma lengua usada
en las Palabras de nuestro Señor
en la Cruz, "¿Dios Mío, Dios Mío,
por qué Me has desamparado?"; así
como la lengua original fue usada
en estos dos casos, es muy posible
que éstas están relacionadas; como
cuando Jesús derrotó la muerte en
la casa de Jairo, igualmente, y para
todo el mundo entero, Él derrotó la
muerte en el Calvario).
42 Y luego (inmediatamente) la
muchacha se levantó, y andaba;
porque tenía doce años. Y se
espantaron de grande espanto
(Las Escrituras sólo registran a tres
personas levantadas de los muertos
por Cristo, pero Agustín dice que Él
resucitó a muchos otros).
43 Mas Él les mandó (les ordenó)
mucho que nadie lo supiese (no
debían relatar la historia de este
milagro; habían motivos por esto,
uno de los cuales sería el furor que
los líderes religiosos causarían;
pero es cierto que tales noticias no
podían ser guardadas); y dijo que
le diesen de comer (debido a su
enfermedad, que causó su muerte,
ella probablemente no había
comido por varios días).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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