07 July 2012

El 7 de Julio Lectura Bíblica Diaria



El 7 de Julio Lectura Bíblica Diaria:

I Samuel 15 a 17 Nueva Versión Internacional:
Un día Samuel le dijo a Saúl: "El Señor me envió a ungirte como rey sobre su pueblo Israel. Así que pon atención al mensaje del Señor. Así dice el Señor Todopoderoso: He decidido castigar a los amalecitas por lo que le hicieron a Israel, pues no lo dejaron pasar cuando salía de Egipto. Así que ve y ataca a los amalecitas ahora mismo. Destruye por completo todo lo que les pertenezca; no les tengas compasión. Mátalos a todos, hombres y mujeres, niños y recién nacidos, toros y ovejas, camellos y asnos." Saúl reunió al ejército y le pasó revista en Telayin: eran doscientos mil soldados de infantería más diez mil soldados de Judá. Luego se dirigió a la ciudad de Amalec y tendió una emboscada en el barranco. Los quenitas se apartaron de los amalecitas, pues Saúl les dijo: "¡Váyanse de aquí! Salgan y apártense de los amalecitas. Ustedes fueron bondadosos con todos los israelitas cuando ellos salieron de Egipto. Así que no quiero destruirlos a ustedes junto con ellos." Saúl atacó a los amalecitas desde Javilá hasta Sur, que está cerca de la frontera de Egipto. A Agag, rey de Amalec, lo capturó vivo, pero a todos los habitantes los mató a filo de espada. Además de perdonarle la vida al rey Agag, Saúl y su ejército preservaron las mejores ovejas y vacas, los terneros más gordos y, en fin, todo lo que era de valor. Nada de esto quisieron destruir; sólo destruyeron lo que era inútil y lo que no servía. La palabra del Señor vino a Samuel: "Me arrepiento de haber hecho rey a Saúl, pues se ha apartado de mí y no ha llevado a cabo mis instrucciones." Tanto se alteró Samuel que pasó la noche clamando al Señor. Por la mañana, muy temprano, se levantó y fue a encontrarse con Saúl, pero le dijeron: "Saúl se fue a Carmel, y allí se erigió un monumento. Luego dio una vuelta y continuó hacia Guilgal." Cuando Samuel llegó, Saúl le dijo: ¡Que el Señor te bendiga! He cumplido las instrucciones del Señor. Y entonces, ¿qué significan esos balidos de oveja que me parece oír? le reclamó Samuel. ¿Y cómo es que oigo mugidos de vaca? Son las que nuestras tropas trajeron del país de Amalec respondió Saúl. Dejaron con vida a las mejores ovejas y vacas para ofrecerlas al Señor tu Dios, pero todo lo demás lo destruimos. ¡Basta! lo interrumpió Samuel. Voy a comunicarte lo que el Señor me dijo anoche. Te escucho respondió Saúl. Entonces Samuel le dijo: ¿No es cierto que, aunque te creías poca cosa, has llegado a ser jefe de las tribus de Israel? ¿No fue el Señor quien te ungió como rey de Israel, y te envió a cumplir una misión? Él te dijo: Ve y destruye a esos pecadores, los amalecitas. Atácalos hasta acabar con ellos. ¿Por qué, entonces, no obedeciste al Señor? ¿Por qué echaste mano del botín e hiciste lo que ofende al Señor? ¡Yo sí he obedecido al Señor! insistió Saúl. He cumplido la misión que él me encomendó. Traje prisionero a Agag, rey de Amalec, pero destruí a los amalecitas. Y del botín, los soldados tomaron ovejas y vacas con el propósito de ofrecerlas en Guilgal al Señor tu Dios. Samuel respondió: "¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría. Y como tú has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado como rey." ¡He pecado! admitió Saúl. He quebrantado el mandato del Señor y tus instrucciones. Los soldados me intimidaron y les hice caso. Pero te ruego que perdones mi pecado, y que regreses conmigo para adorar al Señor. No voy a regresar contigo le respondió Samuel. Tú has rechazado la palabra del Señor, y él te ha rechazado como rey de Israel. Cuando Samuel se dio vuelta para irse, Saúl le agarró el borde del manto, y se lo arrancó. Entonces Samuel le dijo: Hoy mismo el Señor ha arrancado de tus manos el reino de Israel, y se lo ha entregado a otro más digno que tú. En verdad, el que es la Gloria de Israel no miente ni cambia de parecer, pues no es hombre para que se arrepienta. ¡He pecado! respondió Saúl. Pero te pido que por ahora me sigas reconociendo ante los ancianos de mi pueblo y ante todo Israel. Regresa conmigo para adorar al Señor tu Dios. Samuel regresó con él, y Saúl adoró al Señor. Luego dijo Samuel: Tráiganme a Agag, rey de Amalec. Agag se le acercó muy confiado, pues pensaba: "Sin duda que el trago amargo de la muerte ya pasó." Pero Samuel le dijo: Ya que tu espada dejó a tantas mujeres sin hijos, también sin su hijo se quedará tu madre. Y allí en Guilgal, en presencia del Señor, Samuel descuartizó a Agag. Luego regresó a Ramá, mientras que Saúl se fue a su casa en Guibeá de Saúl. Y como el Señor se había arrepentido de haber hecho a Saúl rey de Israel, nunca más volvió Samuel a ver a Saúl, sino que hizo duelo por él. El Señor le dijo a Samuel: ¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl, si ya lo he rechazado como rey de Israel? Mejor llena de aceite tu cuerno, y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos. ¿Y cómo voy a ir? respondió Samuel. Si Saúl llega a enterarse, me matará. Lleva una ternera dijo el Señor, y diles que vas a ofrecerle al Señor un sacrificio. Invita a Isaí al sacrificio, y entonces te explicaré lo que debes hacer, pues ungirás para mi servicio a quien yo te diga. Samuel hizo lo que le mandó el Señor. Pero cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo lo recibieron con mucho temor. ¿Vienes en son de paz? le preguntaron. Claro que sí. He venido a ofrecerle al Señor un sacrificio. Purifíquense y vengan conmigo para tomar parte en él. Entonces Samuel purificó a Isaí y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: "Sin duda que éste es el ungido del Señor." Pero el Señor le dijo a Samuel: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón. Entonces Isaí llamó a Abinadab para presentárselo a Samuel, pero Samuel dijo: A éste no lo ha escogido el Señor. Luego le presentó a Sama, y Samuel repitió: Tampoco a éste lo ha escogido. Isaí le presentó a siete de sus hijos, pero Samuel le dijo: El Señor no ha escogido a ninguno de ellos. ¿Son éstos todos tus hijos? Queda el más pequeño respondió Isaí, pero está cuidando el rebaño. Manda a buscarlo insistió Samuel, que no podemos continuar hasta que él llegue. Isaí mandó a buscarlo, y se lo trajeron. Era buen mozo, trigueño y de buena presencia. El Señor le dijo a Samuel: Éste es; levántate y úngelo. Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá. El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y en su lugar el Señor le envió un espíritu maligno para que lo atormentara. Sus servidores le dijeron: Como usted se dará cuenta, un espíritu maligno de parte de Dios lo está atormentando. Así que ordene Su Majestad a estos siervos suyos que busquen a alguien que sepa tocar el arpa. Así, cuando lo ataque el espíritu maligno de parte de Dios, el músico tocará, y Su Majestad se sentirá mejor. Bien les respondió Saúl, consíganme un buen músico y tráiganlo. Uno de los cortesanos sugirió: Conozco a un muchacho que sabe tocar el arpa. Es valiente, hábil guerrero, sabe expresarse y es de buena presencia. Además, el Señor está con él. Su padre es Isaí, el de Belén. Entonces Saúl envió unos mensajeros a Isaí para decirle: "Mándame a tu hijo David, el que cuida del rebaño." Isaí tomó un asno, alimento, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl por medio de su hijo David. Cuando David llegó, quedó al servicio de Saúl, quien lo llegó a apreciar mucho y lo hizo su escudero. Luego Saúl le mandó este mensaje a Isaí: "Permite que David se quede a mi servicio, pues me ha causado muy buena impresión." Cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a Saúl, David tomaba su arpa y tocaba. La música calmaba a Saúl y lo hacía sentirse mejor, y el espíritu maligno se apartaba de él. Los filisteos reunieron sus ejércitos para la guerra, concentrando sus fuerzas en Soco, pueblo de Judá. Acamparon en Efesdamín, situado entre Soco y Azeca. Por su parte, Saúl y los israelitas se reunieron también y, acampando en el valle de Elá, ordenaron sus filas para la batalla contra los filisteos. Con el valle de por medio, los filisteos y los israelitas tomaron posiciones en montes opuestos. Un famoso guerrero, oriundo de Gat, salió del campamento filisteo. Su nombre era Goliat, y tenía una estatura de casi tres metros. Llevaba en la cabeza un casco de bronce, y su coraza, que pesaba cincuenta y cinco kilos, también era de bronce, como lo eran las polainas que le protegían las piernas y la jabalina que llevaba al hombro. El asta de su lanza se parecía al rodillo de un telar, y tenía una punta de hierro que pesaba casi siete kilos. Delante de él marchaba un escudero. Goliat se detuvo ante los soldados israelitas, y los desafió: "¿Para qué están ordenando sus filas para la batalla? ¿No soy yo un filisteo? ¿Y no están ustedes al servicio de Saúl? ¿Por qué no escogen a alguien que se me enfrente? Si es capaz de hacerme frente y matarme, nosotros les serviremos a ustedes; pero si yo lo venzo y lo mato, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán." Dijo además el filisteo: "¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!" Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y tuvieron mucho miedo. David era hijo de Isaí, un efrateo que vivía en Belén de Judá. En tiempos de Saúl, Isaí era ya de edad muy avanzada, y tenía ocho hijos. Sus tres hijos mayores habían marchado a la guerra con Saúl. El primogénito se llamaba Eliab; el segundo, Abinadab; el tercero, Sama. Estos tres habían seguido a Saúl por ser los mayores. David, que era el menor, solía ir adonde estaba Saúl, pero regresaba a Belén para cuidar las ovejas de su padre. El filisteo salía mañana y tarde a desafiar a los israelitas, y así lo estuvo haciendo durante cuarenta días. Un día, Isaí le dijo a su hijo David: "Toma esta bolsa de trigo tostado y estos diez panes, y vete pronto al campamento para dárselos a tus hermanos. Lleva también estos tres quesos para el jefe del batallón. Averigua cómo les va a tus hermanos, y tráeme una prueba de que ellos están bien. Los encontrarás en el valle de Elá, con Saúl y todos los soldados israelitas, peleando contra los filisteos." David cumplió con las instrucciones de Isaí. Se levantó muy de mañana y, después de encargarle el rebaño a un pastor, tomó las provisiones y se puso en camino. Llegó al campamento en el momento en que los soldados, lanzando gritos de guerra, salían a tomar sus posiciones. Los israelitas y los filisteos se alinearon frente a frente. David, por su parte, dejó su carga al cuidado del encargado de las provisiones, y corrió a las filas para saludar a sus hermanos. Mientras conversaban, Goliat, el gran guerrero filisteo de Gat, salió de entre las filas para repetir su desafío, y David lo oyó. Cuando los israelitas vieron a Goliat, huyeron despavoridos. Algunos decían: "¿Ven a ese hombre que sale a desafiar a Israel? A quien lo venza y lo mate, el rey lo colmará de riquezas. Además, le dará su hija como esposa, y su familia quedará exenta de impuestos aquí en Israel." David preguntó a los que estaban con él: ¿Qué dicen que le darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel? ¿Quién se cree este filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente? Al que lo mate repitieron se le dará la recompensa anunciada. Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres y se puso furioso con él. Le reclamó: ¿Qué has venido a hacer aquí? ¿Con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto? Yo te conozco. Eres un atrevido y mal intencionado. ¡Seguro que has venido para ver la batalla! ¿Y ahora qué hice? protestó David. ¡Si apenas he abierto la boca! Apartándose de su hermano, les preguntó a otros, quienes le dijeron lo mismo. Algunos que oyeron lo que había dicho David, se lo contaron a Saúl, y éste mandó a llamarlo. Entonces David le dijo a Saúl: ¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él. ¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo! replicó Saúl. No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida. David le respondió: A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y si el animal me ataca, lo sigo golpeando hasta matarlo. Si este siervo de Su Majestad ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo. Anda, pues dijo Saúl, y que el Señor te acompañe. Luego Saúl vistió a David con su uniforme de campaña. Le entregó también un casco de bronce y le puso una coraza. David se ciñó la espada sobre la armadura e intentó caminar, pero no pudo porque no estaba acostumbrado. No puedo andar con todo esto le dijo a Saúl; no estoy entrenado para ello. De modo que se quitó todo aquello, tomó su bastón, fue al río a escoger cinco piedras lisas, y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano, se acercó al filisteo. Éste, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero. Le echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, trigueño y buen mozo, con desprecio le dijo: ¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos? Y maldiciendo a David en nombre de sus dioses, añadió: ¡Ven acá, que les voy a echar tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo! David le contestó: Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos. En cuanto el filisteo avanzó para acercarse a David y enfrentarse con él, también éste corrió rápidamente hacia la línea de batalla para hacerle frente. Metiendo la mano en su bolsa sacó una piedra, y con la honda se la lanzó al filisteo, hiriéndolo en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo. Así fue como David triunfó sobre el filisteo: lo hirió de muerte con una honda y una piedra, y sin empuñar la espada. Luego corrió adonde estaba el filisteo, le quitó la espada y, desenvainándola, lo remató con ella y le cortó la cabeza. Cuando los filisteos vieron que su héroe había muerto, salieron corriendo. Entonces los soldados de Israel y de Judá, dando gritos de guerra, se lanzaron contra ellos y los persiguieron hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Todo el camino, desde Sajarayin hasta Gat y Ecrón, quedó regado de cadáveres de filisteos. Cuando los israelitas dejaron de perseguir a los filisteos, regresaron para saquearles el campamento. Luego David tomó la cabeza de Goliat y la llevó a Jerusalén, pero las armas las guardó en su tienda de campaña. Anteriormente Saúl, al ver a David enfrentarse con el filisteo, le había preguntado a Abner, general de su ejército: Abner, ¿quién es el padre de ese muchacho? Le aseguro, Su Majestad, que no lo sé. Averíguame quién es le había dicho el rey. Tan pronto como David regresó, después de haber matado a Goliat, y con la cabeza del filisteo todavía en la mano, Abner lo llevó ante Saúl. ¿De quién eres hijo, muchacho? le preguntó Saúl. De Isaí de Belén, servidor de Su Majestad respondió David.


Salmos 55 Nueva Versión Internacional:
Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica. ¡Óyeme y respóndeme, porque mis angustias me perturban! Me aterran las amenazas del enemigo y la opresión de los impíos, pues me causan sufrimiento y en su enojo me insultan. Se me estremece el corazón dentro del pecho, y me invade un pánico mortal. Temblando estoy de miedo, sobrecogido estoy de terror. ¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma y volar hasta encontrar reposo! Me iría muy lejos de aquí; me quedaría a vivir en el desierto. Selah. Presuroso volaría a mi refugio, para librarme del viento borrascoso y de la tempestad. ¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lenguaje! En la ciudad sólo veo contiendas y violencia; día y noche rondan por sus muros, y dentro de ella hay intrigas y maldad. En su seno hay fuerzas destructivas; de sus calles no se apartan la opresión y el engaño. Si un enemigo me insultara, yo lo podría soportar; si un adversario me humillara, de él me podría yo esconder. Pero lo has hecho tú, un *hombre como yo, mi compañero, mi mejor amigo, a quien me unía una bella amistad, con quien convivía en la casa de Dios. ¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos! ¡Que caigan vivos al sepulcro, pues en ellos habita la maldad! Pero yo clamaré a Dios, y el Señor me salvará. Mañana, tarde y noche clamo angustiado, y él me escucha. Aunque son muchos los que me combaten, él me rescata, me salva la vida en la batalla que se libra contra mí. ¡Dios, que reina para siempre, habrá de oírme y los afligirá! Selah. Esa gente no cambia de conducta, no tiene temor de Dios. Levantan la mano contra sus amigos y no cumplen sus compromisos. Su boca es blanda como la manteca, pero sus pensamientos son belicosos. Sus palabras son más suaves que el aceite, pero no son sino espadas desenvainadas. Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre. Tú, oh Dios, abatirás a los impíos y los arrojarás en la fosa de la muerte; la gente sanguinaria y mentirosa no llegará ni a la mitad de su vida. Yo, por mi parte, en ti confío.



Proverbios 18:
El egoísta busca su propio bien; contra todo sano juicio se rebela. Al necio no le complace el discernimiento; tan sólo hace alarde de su propia opinión. Con la maldad, viene el desprecio, y con la vergüenza llega el oprobio. Las palabras del hombre son aguas profundas, arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría. No está bien declarar inocente al malvado y dejar de lado los derechos del justo. Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña. La boca del necio es su perdición; sus labios son para él una trampa mortal. Los chismes son deliciosos manjares; penetran hasta lo más íntimo del ser. El que es negligente en su trabajo confraterniza con el que es destructivo. Torre inexpugnable es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo. Ciudad amurallada es la riqueza para el rico, y éste cree que sus muros son inexpugnables. Al fracaso lo precede la soberbia humana; a los honores los precede la humildad. Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar. En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo; ¿pero quién podrá levantar al abatido? El corazón prudente adquiere conocimiento; los oídos de los sabios procuran hallarlo. Con regalos se abren todas las puertas y se llega a la presencia de gente importante. El primero en presentar su caso parece inocente, hasta que llega la otra parte y lo refuta. El echar suertes pone fin a los litigios y decide entre las partes en pugna. Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada; los litigios son como cerrojos de ciudadela. Cada uno se llena con lo que dice y se sacia con lo que habla. En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto. Quien halla esposa halla la felicidad: muestras de su favor le ha dado el Señor. El pobre habla en tono suplicante; el rico responde con aspereza. Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.



El Libro de II Pedro Capítulo 2 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA SEGUNDA EPÍSTOLA UNIVERSAL DE
SAN PEDRO


CAPÍTULO 2
(66 d.C.)
LOS FALSOS PROFETAS


PERO hubo también falsos Profetas en el pueblo (se refiere a los falsos profetas que atormentaron a Israel de Antaño), como habrá entre vosotros falsos maestros (el falso maestro es alguien que presenta un camino de Salvación o un camino de Santificación, ajeno de la Cruz), que introducirán encubiertamente herejías de perdición (la idea es que estos falsos maestros instruían algo de la Doctrina Verdadera, y luego ingeniosamente incluían con ella la enseñanza errónea; es la introducción de la enseñanza errónea junto a la Verdadera que la hace muy sutil, y que revoca la Verdadera), y negarán al Señor que los rescató (se refiere a negar la Cruz), atrayendo sobre sí mismos perdición acelerada (sobre ellos y sobre aquellos que los siguen, lo cual se refiere a la pérdida del alma finalmente).
2 Y muchos seguirán sus caminos perniciosos (¡efectivamente la mayoría!); por los cuales el camino de la Verdad será blasfemado (explica el hecho de que no sólo la Verdad es reprobada, ¡sino también el portador de la Verdad! en resumen, es una denigración de la Cruz).
3 Y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas (las personas son explotadas en vez de ser desarrolladas; la causa subyacente es el "dinero"): sobre los cuales la condenación ya de largo tiempo no se tarda, y su perdición no se duerme. (Parece que el Juicio está retrasado, pero definitivamente no está parado; tarde o temprano todos los que recorren en el camino de "herejías condenables," lo cual se refiere a todo camino que no es la Cruz, al final harán frente a una "ruina y destrucción total.")
LA PENALIDAD
4 Porque si Dios no perdonó a los Ángeles que habían pecado (se refiere a un tipo específico de pecado, lo cual era realmente el pecado de los Ángeles caídos que cohabitaban con mujeres lo que ocurrió antes del Diluvio, y luego después del Diluvio [Gén. 6:1-4]), sino que habiéndolos arrojado al Infierno (se refiere a "Tártaro," que Cristo visitó después de Su Muerte en la Cruz e inmediatamente antes de Su Resurrección; de hecho, Él predicó "a los espíritus encarcelados," que se refieren a estos Ángeles caídos [I Ped. 3:19-20]) con cadenas de oscuridad (donde han estado encarcelados), los entregó para ser reservados al Juicio (se refiere al "Juicio del Gran Trono Blanco" venidero, cuando serán echados en ese momento en el Lago de Fuego [Apoc. 20:10]);
5 Y si no perdonó al mundo viejo (el mundo antes del Diluvio), mas guardó a Noé, Pregonero de Justicia (explica el hecho de que Noé predicó a los Antediluvianos por varios años, pero sin éxito), con otras siete personas (hubieron ocho personas en el Arca), trayendo el Diluvio sobre el mundo de malvados (da crédito al pensamiento de que Dios hubiera salvado el antiguo mundo si los Antediluvianos hubieran prestado atención al Mensaje Predicado por Noé; la Gracia despreciada siempre es Juicio pronunciado);
6 Y si condenó por destrucción las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a cenizas (nos dice claramente lo que Dios piensa de la Sodomía), y poniéndolas por ejemplo a los que habían de vivir sin temor y reverencia de Dios (Sodoma y Gomorra tenían por propósito de servir como advertencia);
LA JUSTICIA
7 Y libró al justo Lot (se refiere a Lot y a sus dos hijas; su esposa falleció [Gén. 19:15-26]; Lot era "justo," significa que su Fe estaba en Cristo, aunque sus acciones a veces no fueron recomendables), fastidiado por la conducta licenciosa (estilo de vida) de los malvados (la actitud de este hombre hacia el comportamiento de los Sodomitas):
8 (Porque este Justo, con ver y oír, morando entre ellos (Lot no se contaminó por los vicios de Sodoma), fastidiado estaba cada día su alma Justa con las obras inicuas de aquellos injustos;) ("Fastidiado" corresponde al "tormento o tortura," que quiere decir que él no sólo estaba fastidiado con el pecado de Sodoma, sino también fastidiado consigo mismo. En esta palabra, encontramos cierto sentido de culpabilidad personal. La situación en la cual Lot se encontraba ya fue debido al final por su propia elección egoísta.)
9 Sabe el Señor librar de tentación a los Piadosos (los Creyentes modernos son librados "de las tentaciones" al poner su Fe exclusivamente en Cristo y la Cruz, que luego le da libertad de acción al Espíritu Santo para ayudar), y reservar a los injustos para ser atormentados en el Día del Juicio (en efecto, dice que todos los que rechazan a Jesucristo y lo que Él hizo en la Cruz serán juzgados definitivamente):
LOS FALSOS MAESTROS
10 Y principalmente a aquellos que, siguiendo la carne (se refiere a los falsos maestros que abogan por un camino de victoria además de la Cruz [Rom. 8:1]), andan en concupiscencia e inmundicia (se garantiza que va a suceder en consecuencia de "andar según la carne"), y desprecian al Señorío. (Se refiere al desprecio del Señorío de Cristo, que significa despreciar Su Camino, que es la Cruz.) Atrevidos, contumaces (se refiere a la arrogancia), que no temen decir mal de las Glorias. (Cuando alguien habla en contra de la Cruz, habla en contra de la Deidad.)
11 Mientras que los mismos Ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia (mayores que los hombres), no pronuncian juicio de maldición contra ellos delante del Señor. (Cuando informan al Señor con respecto a los Ángeles caídos, etc., los Ángeles Justos informan los hechos solamente, tal como son, sin amargura ni obstáculos.)
12 Mas éstos (falsos maestros), diciendo mal de las cosas que no entienden (reducen su burla a su rechazo de la Obra Terminada de Cristo), como animales irracionales (el sentido común que manifiestan no es más que al nivel de un animal), que naturalmente nacen para ser presa y destrucción (indica lo que le sucederá a todos los falsos maestros); perecerán en su propia perdición (es el único fin para aquellos que rechazan la Cruz);
13 Recibiendo el galardón de su injusticia (finalmente la pérdida del alma), ya que estiman por delicia poder gozar de deleites cada día (se refiere a los falsos maestros que viven con lujos del dinero que consiguen de aquellos que se han desviado a causa de la doctrina errónea). Estos son suciedades y manchas (una injusticia inmunda porque es la auto-justicia), los cuales comiendo con vosotros, juntamente se deleitan en sus placeres engañosos (fingen Justicia, lo que es sólo engaño);
14 Teniendo los ojos llenos de adulterio (el adulterio espiritual, se refiere a todo lo que es además de la Cruz [Rom. 8:1-4]), y no saben cesar de pecar (si nuestra Fe está en algo además de la Cruz, seremos incapaces de "dejar de pecar"); seduciendo a las almas inconstantes (seducir con carnada, así es la Doctrina moderna de la Palabra de Fe): teniendo el corazón ejercitado en codicias (el amor al dinero); siendo hijos de maldición (los hijos de maldición, se refiere a una maldición impuesta en todos los que intentan establecer un camino además de la Cruz [Gál. 1:8-9]):
15 Que han dejado el camino recto (quiere decir que una vez conocieron el camino recto, pero ya lo han abandonado; el "camino recto" es la "Cruz"), y se han extraviado, siguiendo el camino de Balaam, hijo de Beor (aquel "camino" es el dinero), el cual amó el salario de la maldad (este falso profeta estuvo dispuesto a prostituirse para conseguir el oro);
16 Y fue reprendido por su iniquidad (Balaam estaba pecando): una muda bestia de carga, hablando en voz de hombre, refrenó la locura del Profeta. (Un animal mudo reprendió al Profeta. La teología popular moderna niega este acontecimiento y, por lo tanto, acusa el Espíritu Santo de falsedad.)
17 Estos son fuentes sin agua (a pesar de las afirmaciones, no hay agua de vida en la enseñanza de estos falsos profetas), y nubes traídas del huracán (para los corazones secos y sedientos, estas "nubes" no llevan agua de vida; la palabra "huracán" expone el hecho de que mucho se promete, pero nada se entrega): para los cuales está guardada la oscuridad de las tinieblas para siempre. (¡Es la Cruz o las tinieblas Eternas!)
18 Porque hablando arrogantes palabras de vanidad (la doctrina errónea a menudo se presenta de tal modo para impresionar al oyente), seducen con las concupiscencias de la carne (el atractivo es el encanto de las cosas materiales) en libertinajes (usan carnadas especiales para atrapar a los oyentes) a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. (Los nuevos convertidos o aun los Cristianos que no están bien fundamentados en la Fe son blancos fáciles de estos "vendedores ambulantes.")
19 Prometiéndoles Libertad (garantizan que su camino conducirá a la riqueza y la felicidad), siendo ellos mismos siervos de corrupción (entre tanto prometen la libertad, están en esclavitud, como lo está quien no tiene la Cruz como el Objeto de su Fe): porque el que es de alguno vencido, es sujeto a la servidumbre del que lo venció. (Si sigue la enseñanza errónea, la cual es lo contrario de la Gracia, el resultado será la esclavitud [Gál. 5:1].)
20 Ciertamente, si habiéndose ellos apartado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo (fueron salvos confiando en Cristo y la Cruz), y otra vez enredándose en ellas, son vencidos (declara el hecho de que si el Creyente deja de colocar su Fe y confianza en lo que Jesús hizo en la Cruz, entonces el enredo en las contaminaciones del mundo volverán a ser una realidad; no puede ser de otro modo), su situación postrera viene a ser peor que al principio. (Si los Creyentes rechazan el Mensaje de la Cruz después de que se les fue dado claramente, no queda nada más que la destrucción.)
21 Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la Justicia (Pedro trata con las personas que han tenido el privilegio de oír el Evangelio, aceptado a Cristo, y luego por algún motivo dejan de creer y, por lo tanto, se desvían del camino), que después de haberlo conocido, volverse atrás del Santo Mandamiento que les fue dado. (Es una lástima nunca haber conocido el camino. No obstante, haberlo conocido y luego desviarse es algo inconcebible. Aún así millones lo han hecho. Muchas de la mayoría de la Iglesia moderna caen en esta categoría. Han abandonado la Cruz por otras cosas.)
22 Pero les ha acontecido lo del verdadero Proverbio (Prov. 26:11), El perro se volvió a su vómito; y la puerca lavada a revolcarse en el cieno. (Completamente refuta la Doctrina no bíblica de la Seguridad Eterna Incondicional, y da la razón — abandono de Cristo y la Cruz.)


1 Corintios 13 Nueva Versión Internacional:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4 Nueva Versión Internacional:
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8 Nueva Versión Internacional:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la naturaleza pecaminosa sino conforme al Espíritu. Pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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