19 December 2011

El 19 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria


El 19 de Diciembre Lectura Bíblica Diaria:

Zaquerías 12 a 14:
Esta profecía es la palabra del Señor con respecto a Israel. Afirma el Señor, que extendió los cielos, que echó los cimientos de la tierra, y que puso en el hombre aliento de vida: "Convertiré a Jerusalén en una copa que embriagará a todos los pueblos vecinos. Judá será sitiada, lo mismo que Jerusalén, y todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella. "En aquel día convertiré a Jerusalén en una roca inconmovible para todos los pueblos. Los que intenten moverla quedarán despedazados. "En aquel día espantaré a todos los caballos y enloqueceré a sus jinetes afirma el Señor. Me mantendré vigilante sobre Judá, pero dejaré ciegos a los caballos de todas las naciones. Entonces los jefes de Judá proclamarán: La fortaleza de los habitantes de Jerusalén es su Dios, el Señor Todopoderoso. "En aquel día convertiré a los jefes de Judá en un brasero ardiente dentro de un bosque, en una antorcha encendida entre las gavillas. A diestra y a siniestra devorarán a todos los pueblos vecinos, pero Jerusalén misma volverá a ser habitada. El Señor salvará primero las viviendas de Judá, para que no sea mayor la gloria de la casa real de David, y la de los habitantes de Jerusalén, que la de Judá. "En aquel día yo, el Señor, protegeré a los habitantes de Jerusalén. El más débil entre ellos será como David, y la casa real de David será como Dios mismo, como el ángel del Señor que marcha al frente de ellos. "En aquel día me dispondré a destruir a todas las naciones que ataquen a Jerusalén. Sobre la casa real de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de súplica, y entonces pondrán sus ojos en mí. Harán lamentación por el que traspasaron, como quien hace lamentación por su hijo único; llorarán amargamente, como quien llora por su primogénito. "En aquel día habrá una gran lamentación en Jerusalén, como la de Hadad Rimón en la llanura de Meguido. Todo el país hará duelo, familia por familia: "la parentela de David y sus esposas, la parentela de Natán y sus esposas, la parentela de Leví y sus esposas, la parentela de Simí y sus esposas, y todas las demás familias y sus esposas. "En aquel día se abrirá una fuente para lavar del pecado y de la impureza a la casa real de David y a los habitantes de Jerusalén. "En aquel día arrancaré del país los nombres de los ídolos, y nunca más volverán a ser invocados afirma el Señor Todopoderoso. También eliminaré del país a los profetas y la impureza que los inspira. Y si hubiera todavía alguno que quisiera profetizar, sus propios padres le dirán: Has mentido en el nombre del Señor. Por tanto, debes morir. Y por meterse a profeta, sus propios padres lo apuñalarán. "En aquel día los profetas se avergonzarán de sus visiones proféticas. Ya no engañarán a nadie vistiéndose con mantos de piel, sino que cada cual dirá: Yo no soy profeta sino agricultor. Desde mi juventud, la tierra ha sido mi ocupación. Y si alguien le pregunta: ¿Por qué tienes esas heridas en las manos?, él responderá: Son las heridas que me hicieron en casa de mis amigos. El pastor herido, las ovejas dispersas "¡Despierta, espada, contra mi pastor, contra el hombre en quien confío! afirma el Señor Todopoderoso. para que se dispersen las ovejas y vuelva yo mi mano contra los corderitos. Las dos terceras partes del país serán abatidas y perecerán; sólo una tercera parte quedará con vida afirma el Señor. Pero a esa parte restante la pasaré por el fuego; la refinaré como se refina la plata, la probaré como se prueba el oro. y yo les responderé. Yo diré: Ellos son mi pueblo, y ellos dirán: El Señor es nuestro Dios. "¡Jerusalén! Viene un día para el Señor cuando tus despojos serán repartidos en tus propias calles. Movilizaré a todas las naciones para que peleen contra ti. Te conquistarán, saquearán tus casas y violarán a tus mujeres. La mitad de tus habitantes irá al exilio, pero el resto del pueblo se quedará contigo. Entonces saldrá el Señor y peleará contra aquellas naciones, como cuando pelea en el día de la batalla. "En aquel día pondrá el Señor sus pies en el monte de los Olivos, que se encuentra al este de Jerusalén, y el monte de los Olivos se partirá en dos de este a oeste, y formará un gran valle, con una mitad del monte desplazándose al norte y la otra mitad al sur. Ustedes huirán por el valle de mi monte, porque se extenderá hasta Asal. Huirán como huyeron del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Entonces vendrá el Señor mi Dios, acompañado de todos sus fieles. "En aquel día no habrá luz, ni hará frío. Será un día excepcional, que sólo el Señor conoce: no tendrá día ni noche, pues cuando llegue la noche, seguirá alumbrando la luz. "En aquel día fluirá agua viva desde Jerusalén, tanto en verano como en invierno. Y una mitad correrá hacia el Mar Muerto, y la otra hacia el mar Mediterráneo. El Señor reinará sobre toda la tierra. En aquel día el Señor será el único Dios, y su nombre será el único nombre. "Desde Gueba hasta Rimón, al sur de Jerusalén, todo el país se volverá un desierto. Pero Jerusalén se levantará y permanecerá en su lugar, desde la puerta de Benjamín hasta el sitio de la puerta Primera, hasta la puerta del Ángulo, y desde la torre de Jananel hasta los lagares del rey. Jerusalén volverá a ser habitada, tendrá tranquilidad, y nunca más será destruida. "Ésta es la plaga con la que el Señor herirá a todos los pueblos que pelearon contra Jerusalén: Se les pudrirá la carne en vida, se les pudrirán los ojos en las cuencas, y se les pudrirá la lengua en la boca. En aquel día el Señor los llenará de pánico. Cada uno levantará la mano contra el otro, y se atacarán entre sí. También Judá peleará en Jerusalén, y se recogerán las riquezas de todas las naciones vecinas, y grandes cantidades de oro y plata y de ropa. Una plaga semejante herirá también a caballos y mulos, camellos y asnos, y a todo animal que esté en aquellos campamentos. "Entonces los sobrevivientes de todas las naciones que atacaron a Jerusalén subirán año tras año para adorar al Rey, al Señor Todopoderoso, y para celebrar la fiesta de las Enramadas. Si alguno de los pueblos de la tierra no sube a Jerusalén para adorar al Rey, al Señor Todopoderoso, tampoco recibirá lluvia. Y si el pueblo egipcio no sube ni participa, tampoco recibirá lluvia. El Señor enviará una plaga para castigar a las naciones que no suban a celebrar la fiesta de las Enramadas. ¡Así será castigado Egipto, y todas las naciones que no suban a celebrar la fiesta de las Enramadas! "En aquel día los cascabeles de los caballos llevarán esta inscripción: Consagrado al Señor. Las ollas de cocina del templo del Señor serán como los tazones sagrados que están frente al altar del sacrificio. Toda olla de Jerusalén y de Judá será consagrada al Señor Todopoderoso, y todo el que vaya a sacrificar tomará algunas de esas ollas y cocinará en ellas. En aquel día no habrá más mercaderes en el templo del Señor Todopoderoso."





Salmo 69:
Sálvame, Dios mío, que las aguas ya me llegan al cuello. Me estoy hundiendo en una ciénaga profunda, y no tengo dónde apoyar el pie. Estoy en medio de profundas aguas, y me arrastra la corriente. Cansado estoy de pedir ayuda; tengo reseca la garganta. Mis ojos languidecen, esperando la ayuda de mi Dios. Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; muchos son los enemigos gratuitos que se han propuesto destruirme. ¿Cómo voy a devolver lo que no he robado? Oh Dios, tú sabes lo insensato que he sido; no te puedo esconder mis transgresiones. Señor Soberano, Todopoderoso, que no sean avergonzados por mi culpa los que en ti esperan; oh Dios de Israel, que no sean humillados por mi culpa los que te buscan. Por ti yo he sufrido insultos; mi rostro se ha cubierto de ignominia. Soy como un extraño para mis hermanos; soy un extranjero para los hijos de mi madre. El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído los insultos de tus detractores. Cuando lloro y ayuno, tengo que soportar sus ofensas; cuando me visto de luto, soy objeto de burlas. Los que se sientan a la puerta murmuran contra mí; los borrachos me dedican parodias. Pero yo, Señor, te imploro en el tiempo de tu buena voluntad. Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme; por tu fidelidad, sálvame. Sácame del fango; no permitas que me hunda. Líbrame de los que me odian, y de las aguas profundas. No dejes que me arrastre la corriente; no permitas que me trague el abismo, ni que el foso cierre sus fauces sobre mí. Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor; por tu gran compasión, vuélvete a mí. No escondas tu rostro de este siervo tuyo; respóndeme pronto, que estoy angustiado. Ven a mi lado, y rescátame; redímeme, por causa de mis enemigos. Tú bien sabes cómo me insultan, me avergüenzan y denigran; sabes quiénes son mis adversarios. Los insultos me han destrozado el corazón; para mí ya no hay remedio. Busqué compasión, y no la hubo; busqué consuelo, y no lo hallé. En mi comida pusieron hiel; para calmar mi sed me dieron vinagre. Que se conviertan en trampa sus banquetes, y su prosperidad en lazo. Que se les nublen los ojos, para que no vean; y que sus fuerzas flaqueen para siempre. Descarga tu furia sobre ellos; que tu ardiente ira los alcance. Quédense desiertos sus campamentos, y deshabitadas sus tiendas de campaña. Pues al que has afligido lo persiguen, y se burlan del dolor del que has herido. Añade a sus pecados más pecados; no los hagas partícipes de tu salvación. Que sean borrados del libro de la vida; que no queden inscritos con los justos. Y a mí, que estoy pobre y adolorido, que me proteja, oh Dios, tu salvación. Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré. Esa ofrenda agradará más al Señor que la de un toro o un novillo con sus cuernos y pezuñas. Los pobres verán esto y se alegrarán; ¡reanímense ustedes, los que buscan a Dios! Porque el Señor oye a los necesitados, y no desdeña a su pueblo cautivo. Que lo alaben los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos, porque Dios salvará a Sión y reconstruirá las ciudades de Judá. y tomará posesión de la tierra. La heredarán los hijos de sus siervos; la habitarán los que aman al Señor.




Proverbios 26:
Ni la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los honores para el necio. Como el gorrión sin rumbo o la golondrina sin nido, la maldición sin motivo jamás llega a su destino. El látigo es para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda del necio. No respondas al necio según su necedad, o tú mismo pasarás por necio. Respóndele al necio como se merece, para que no se tenga por sabio. Enviar un mensaje por medio de un necio es como cortarse los pies o sufrir violencia. Inútil es el proverbio en la boca del necio como inútiles son las piernas de un tullido. Rendirle honores al necio es tan absurdo como atar una piedra a la honda. El proverbio en la boca del necio es como espina en la mano del borracho. Como arquero que hiere a todo el que pasa es quien contrata al necio en su casa. Como vuelve el perro a su vómito, así el necio insiste en su necedad. ¿Te has fijado en quien se cree muy sabio? Más se puede esperar de un necio que de gente así. Dice el perezoso: "Hay una fiera en el camino. ¡Por las calles un león anda suelto!" Sobre sus goznes gira la puerta; sobre la cama, el perezoso. El perezoso mete la mano en el plato, pero le pesa llevarse el bocado a la boca. El perezoso se cree más sabio que siete sabios que saben responder. Meterse en pleitos ajenos es como agarrar a un perro por las orejas. Como loco que dispara mortíferas flechas encendidas, es quien engaña a su amigo y explica: "¡Tan sólo estaba bromeando!" Sin leña se apaga el fuego; sin chismes se acaba el pleito. Con el carbón se hacen brasas, con la leña se prende fuego, y con un pendenciero se inician los pleitos. Los chismes son como ricos bocados: se deslizan hasta las entrañas. Como baño de plata sobre vasija de barro son los labios zalameros de un corazón malvado. El que odia se esconde tras sus palabras, pero en lo íntimo alberga perfidia. No le creas, aunque te hable con dulzura, porque su corazón rebosa de abominaciones. Tal vez disimule con engaños su odio, pero en la asamblea se descubrirá su maldad. Cava una fosa, y en ella caerás; echa a rodar piedras, y te aplastarán. La lengua mentirosa odia a sus víctimas; la boca lisonjera lleva a la ruina.



El Libro de Los Romanos Capítulo 15 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:
LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS ROMANOS

CAPÍTULO 15
(60 d.C.)
LA UNIDAD EN CRISTO

ASÍ que, los que somos más firmes debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles (tiene en mente el resultado final de que estos Hermanos más débiles que también se hagan fuertes en la Fe y en el conocimiento del Señor), y no agradarnos a nosotros mismos (agradarse a sí mismo estropea nuestra comunión Cristiana).
2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para su edificación (se refiere al Creyente que renuncia a un acto legítimo porque el Cristiano más débil piensa que es incorrecto).
3 Porque Cristo no se agradó a Sí Mismo (la totalidad de la Vida y el Ministerio de Cristo estaba dedicado a hacer la Voluntad del Padre); antes bien, como está escrito (Sal. 69:9), Los vituperios de los que te vituperan, cayeron sobre Mí (Cristo sufrió este reproche para nuestro bien, y seguramente no para complacerse a Sí Mismo; esto debe ser nuestro ejemplo).
4 Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas (se refiere a Las Escrituras del Antiguo Testamento en su totalidad), para que por la paciencia y por la consolación de Las Escrituras, tengamos esperanza (la Palabra de Dios debe ser siempre nuestro criterio, y no debe ser de nuestra propia voluntad).
5 Mas el Dios de la Paciencia y de la Consolación os dé que entre vosotros seáis unánimes (presenta a Dios como el Autor de la Paciencia y Consolación fijadas en Las Escrituras, que alimentan la Esperanza de los Creyentes) según Cristo Jesús (otra vez, si depositamos nuestra Fe exclusivamente en Cristo y la Cruz, no será difícil obedecer estas amonestaciones):
6 Para que todos juntos a una voz glorifiquéis al Dios (declara el ser semejante a Cristo como la única manera por la cual las diferencias pueden ser resueltas correctamente), y el Padre de nuestro Señor Jesucristo (presenta a Cristo que complacía al Padre, a Quien debemos estar deseosos de complacer).
7 Por tanto, sobrellevaos los unos a los otros (aceptar en amistad y comunión), como también Cristo nos sobrellevó para Gloria de Dios (“Nos” cubre todos los grupos en la Iglesia, sin embargo ellos pueden ser distinguidos; si Cristo recibe a los dos, estamos obligados a recibirnos el uno al otro).

UNO EN CRISTO

8 Digo pues que Cristo Jesús fue hecho Ministro de la Circuncisión por la Verdad de Dios (indica que Jesús tenía obligación en primer lugar con los Judíos, y por ciertos motivos), para confirmar las Promesas hechas a los Padres (indica el cumplimiento de las Promesas Mesiánicas a Israel):
9 Y para que los Gentiles Glorifiquen a Dios por la Misericordia (nosotros los Gentiles somos injertados, no debido a ningún mérito de nuestra parte, sino estrictamente a causa de la “Misericordia” de Su Parte); como está escrito (Sal. 18:49), Por tanto yo Te confesaré (a Dios) entre los Gentiles, y cantaré a Tu Nombre (se supone que Cristo es el Orador, al igual como Él es en todos los Salmos; Él da gracias a Dios entre los Gentiles, cuando los Gentiles dan gracias a Dios por medio de Él [Heb. 2:12]).
10 Y otra vez dice, Alegraos, Gentiles, con Su pueblo (cuando se une a los “Gentiles” con Israel, “Su Pueblo,” Moisés predice el injerto del “olivo silvestre” en el “olivo bueno” [Rom. 11:17-24]).
11 Y otra vez (Sal. 117:1), Alabad al Señor, todos los Gentiles; y magnificadle, todos los pueblos (predijo el día unos mil años en el futuro de que los Gentiles Alabarían al Señor y “Lo elogiarían,” que significa ensalzar Su Gracia y Virtud).
12 Y otra vez (Isa. 11:1), dice Isaías, Estará la raíz de Isaí (corresponde a Jesús que proviene de la familia de David, en cuanto a la Encarnación), y Él Que se levantará a regir sobre los Gentiles (esta Porción predice que Jesús “regirá” al final como el Rey sobre la totalidad de la Tierra); los Gentiles confiarán en Él (la Iglesia está compuesta casi completamente de Gentiles).

EL MINISTERIO

13 Y el Dios de Esperanza os llene de todo Gozo y Paz creyendo (lo que el Señor imparte a los Creyentes depende de la Fe), para que abundéis en Esperanza, por el Poder del Espíritu Santo (el Espíritu Santo nos ayudará a tener todas estas cosas si depositamos nuestra Fe exclusivamente en Cristo y la Cruz [I Cor. 1:18]).
14 Empero cierto estoy yo de vosotros, Hermanos míos (tiene Fe en estos Creyentes), que aun vosotros mismos estáis llenos de bondad (quiere decir que ellos tenían bondad a causa de Cristo), llenos de todo conocimiento (conocimiento de la Palabra), de tal manera que podáis amonestaros los unos a los otros (ellos podían corregirse uno al otro en caso necesario, porque tenían conocimiento de la Palabra).
15 Mas os he escrito, Hermanos, en parte resueltamente (con mayor confianza que por lo demás), como amonestándoos, por la Gracia que de Dios me es dada (su Misión especial como Apóstol a los Gentiles le dio el derecho de amonestarlos),
16 Para ser Ministro de Jesucristo a los Gentiles (Pablo manifiesta su Llamamiento como Apóstol a la Iglesia), Ministrando el Evangelio de Dios (la palabra “Ministrando” se usa en el sentido de los Sacerdotes y Levitas de la antigüedad, quienes se ocupaban de los Ritos Sagrados en el Tabernáculo y el Templo), para que la ofrenda de los Gentiles sea agradable (describe a Pablo que se da cuenta que está presentando a la Iglesia Gentil como “una Ofrenda” a Dios), Santificada por el Espíritu Santo (el Espíritu Santo, por Pablo, muestra al Apóstol ofreciendo a los Gentiles como Sacrificio puro, aceptable a Dios, porque fueron lavados en la Sangre y Santificados por el Espíritu Santo).
17 Tengo pues de qué gloriarme en Cristo Jesús (todo es a través de Cristo, y lo que Cristo hizo en la Cruz) en lo que mira a Dios (la idea es que todo el Ministerio de Pablo, y en cualquier capacidad, es mandado y dirigido por el Espíritu Santo, esto significa el Orden Divino).
18 Porque no osaría hablar alguna cosa que Cristo no haya hecho por mí (como el Apóstol, de hecho, el primer Apóstol a los Gentiles, afirma aquí la inspiración en la obra escrita de esta Epístola, y con razón) para la obediencia de los Gentiles, con la palabra y con las obras (no es el resultado de su propio impulso por el cual él escribe esta Epístola, sino es en Cristo por el cual él escribe; los Romanos como los Gentiles, están dentro de esta esfera en la cual Cristo obra por medio de él),
19 Con potencia de milagros y prodigios, en Virtud del Espíritu de Dios (indica el Poder Extraordinario de Dios en acción); de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, he predicado todo del Evangelio de Cristo (él predicó todo el Evangelio, no comprometiéndolo para nada).
20 Y de esta manera me esforcé a Predicar el Evangelio (se refiere a su celo ardiente), no donde antes Cristo fuese nombrado (quiere decir que Pablo nunca procuró Evangelizar donde ya el Cristianismo fue establecido), por no edificar sobre fundamento ajeno (Jesús, como la Cabeza de la Iglesia, da la dirección por medio de y por el Espíritu Santo a ciertos obreros; aquella “dirección,” no debe ser impugnada por otros):
21 Sino como esta escrito (Isa. 52:15), A los que no fue anunciado de Él, verán: y los que no oyeron, entenderán (se refiere al Mensaje de la Redención que va hacia los Gentiles, como es obvio).

ROMA

22 Por lo cual aun (se refiere a Pablo que predicaba éstos numerosos años en áreas que no tenían el Evangelio) he sido impedido muchas veces de venir a vosotros (su deseo de ministrar en Roma no nació de la ambición personal, sino que fue dirigido por el Espíritu Santo en relación con su Apostolado).
23 Mas ahora no teniendo más lugar en estas regiones (significa que él había terminado su obra en los lugares mencionados), y deseando ir a vosotros hace muchos años (indica la firmeza que había dentro de su corazón, y puesto allí por el Espíritu Santo);
24 Cuando partiere para España, iré a vosotros (no hay ningún registro en Las Escrituras o la historia que Pablo haya realizado este viaje propuesto a España): porque espero que pasando os veré, y que seré llevado de vosotros allá (indica que esperaba llevarse con él a un número de escogidos de la Iglesia en Roma a España), si empero antes hubiere gozado de vosotros (se refiere a la parada que estaba propuesta en la Ciudad Imperial en camino a España).
25 Mas ahora parto para Jerusalén a Ministrar a los Santos (para tomar ofrendas de las Iglesias Gentiles para Jerusalén para ministrar a muchos Santos que estaban en grave necesidad).
26 Porque Macedonia y Acaya tuvieron por bien hacer una colecta para los pobres de los Santos que están en Jerusalén (tenía que ver con la persecución dirigida a la Iglesia en Jerusalén por el Sanedrín Judaico).
27 Porque les pareció bueno; y son deudores a ellos (se refiere a los Judíos de la Antigüedad que eran los portadores de la Salvación, que eran de gran Bendición al mundo Gentil). Porque si los Gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos servirles en los carnales (se aplica para la totalidad del Evangelio, y para siempre; si nos ministran espiritualmente, debemos devolver el favor ministrando con cosas materiales).
28 Así que, cuando hubiere concluido esto (llevar las Ofrendas a Jerusalén), y les hubiere consignado este fruto (todo lo que el Creyente hace para el Señor, el Espíritu Santo lo ve como “fruto”), pasaré por vosotros a España (existe una tradición de que Pablo al fin fue a España; pero como se mencionó, no hay ninguna prueba histórica o Bíblica).
29 Y sé que cuando llegue a vosotros, llegaré con abundancia de la Bendición del Evangelio de Cristo (declara el hecho de las grandes Verdades sostenidas por Pablo, que realmente les fueron dadas a él por Cristo [Gál. 1:11-12], que deseaba dar a la Iglesia Romana).

LA ORACIÓN

30 Os ruego empero, Hermanos, por el Señor nuestro Jesucristo (se refiere a la Obra de Dios; aunque el Señor haya pagado el precio en la Cruz por la Redención del hombre, incumbe a nosotros llevar el Mensaje al mundo), y por el Amor del Espíritu (que él siempre sería guiado por el Espíritu), que me ayudéis con oraciones por mí a Dios (muestra la humildad de este hombre, y el Poder de la Oración);
31 Que sea librado de los rebeldes que están en Judea (la Nación de Israel, que había rechazado a Cristo); y que la ofrenda de mi servicio a los Santos en Jerusalén sea acepta (se refiere a la Ofrenda para los Santos pobres en Jerusalén quienes estaban en desesperada necesidad);
32 Para que con gozo llegue a vosotros por la Voluntad de Dios (se refiere al hecho de que definitivamente era la Voluntad de Dios que Pablo fuese a Roma), y que me disfrute confortante descanso juntamente con vosotros (revela que Pablo tenía muchos amigos en Roma, por lo tanto, se nota el cariño en sus declaraciones).
33 Y el Dios de Paz sea con todos vosotros. Amén.


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no vivan según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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