06 April 2009

El 7 de Abril Lectura Bíblica Diaria


El 7 de Abril Lectura Bíblica Diaria:

Sofonías 1 a 3:
Ésta es la palabra del Señor, que vino a Sofonías hijo de Cusí, hijo de Guedalías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, durante el reinado de Josías hijo de Amón, rey de Judá: "Arrasaré por completo cuanto hay sobre la faz de la tierra afirma el Señor. Arrasaré con hombres y animales, con las aves del cielo, con los peces del mar, con ídolos e impíos por igual. "Exterminaré al hombre de sobre la faz de la tierra afirma el Señor. "Extenderé mi mano contra Judá y contra todos los habitantes de Jerusalén. Exterminaré de este lugar todo rastro de Baal, y hasta el nombre de sus sacerdotes; a los que en las azoteas se postran en adoración ante las estrellas del cielo, a los que, postrados en adoración, juran lealtad al Señor, y al mismo tiempo a Moloc, a los que se apartan del Señor, y no lo buscan ni lo consultan. ¡Silencio ante el Señor omnipotente, porque cercano está el día del Señor; ha preparado el Señor un sacrificio y ha purificado a sus invitados! En el día del sacrificio del Señor castigaré a los funcionarios y oficiales del rey, y a cuantos se visten según modas extrañas. En aquel día castigaré a cuantos evitan pisar el umbral, a los que llenan de violencia y engaño la casa de sus dioses. "Aquel día se oirán gritos de auxilio, desde la puerta del Pescado, gemidos desde el Barrio Nuevo, y gran quebranto desde las colinas afirma el Señor. "¡Giman, habitantes del Barrio del Mercado! Aniquilados serán todos sus mercaderes, exterminados cuantos comercian con plata. En aquel tiempo registraré Jerusalén con lámparas para castigar a los que reposan tranquilos como vino en su sedimento, a los que piensan: El Señor no va a hacer nada, ni para bien ni para mal. En botín se convertirán sus riquezas, sus casas en desolación: Edificarán casas, pero no las habitarán; plantarán viñas, pero del vino no beberán. "Ya se acerca el gran día del Señor; a toda prisa se acerca. El estruendo del día del Señor será amargo, y aun el más valiente gritará. Día de ira será aquel día, día de acoso y angustia, día de devastación y ruina, día de tinieblas y penumbra, día de niebla y densos nubarrones, día de trompeta y grito de batalla contra las ciudades fortificadas, contra los altos bastiones. De tal manera acosaré a los hombres, que andarán como ciegos, porque pecaron contra el Señor. y sus entrañas como estiércol. No los podrán librar ni su plata ni su oro en el día de la ira del Señor. será toda la tierra consumida; en un instante reducirá a la nada a todos los habitantes de la tierra." Humíllate hasta el polvo, nación no quebrantada; hazlo antes que se cumpla lo que he determinado y ese día se desvanezca como la brizna, antes que caiga sobre ti la ira ardiente del Señor, antes que venga sobre ti el día de la ira del Señor. Busquen al Señor, todos los humildes de la tierra, los que han puesto en práctica sus normas. Busquen la justicia, busquen la humildad; tal vez encontrarán refugio en el día de la ira del Señor. Gaza quedará abandonada y Ascalón acabará en desolación. y Ecrón será desarraigada. ¡Ay de la nación queretea que habita a la orilla del mar! La palabra del Señor es contra ti, Canaán, tierra de los filisteos: "Te aniquilaré hasta no dejar en ti habitante." El litoral se convertirá en praderas, en campos de pastoreo y corrales de ovejas. Y allí pastarán las ovejas del remanente de la tribu de Judá. en las casas de Ascalón; el Señor su Dios vendrá en su ayuda para restaurarlos. "He oído los insultos de Moab y las burlas de los amonitas, que injuriaron a mi pueblo y se mostraron arrogantes contra su territorio. Tan cierto como que yo vivo afirma el Señor *Todopoderoso, el Dios de Israel, que Moab vendrá a ser como Sodoma y los amonitas como Gomorra: se volverán campos de espinos y minas de sal, desolación perpetua. El remanente de mi pueblo los saqueará; los sobrevivientes de mi nación heredarán su tierra." Éste será el pago por su soberbia y por injuriar y despreciar al pueblo del Señor Todopoderoso. El Señor los aterrará cuando destruya a todos los dioses de la tierra; y así hasta las naciones más remotas se postrarán en adoración ante él, cada cual en su propia tierra. "También ustedes, cusitas, serán atravesados por mi espada." Él extenderá su mano contra el norte; aniquilará a Asiria y convertirá a Nínive en desolación, árida como un desierto. Se tenderán en medio de ella los rebaños, todos los animales del campo. tanto el pelícano como la garza. Resonarán por las ventanas sus graznidos, habrá asolamiento en los umbrales, las vigas de cedro quedarán al descubierto. Ésta es la ciudad alegre que habitaba segura, la que se decía a sí misma: "Yo y nadie más." ¡Cómo ha quedado convertida en espanto, en guarida de fieras! se mofa y amenaza con los puños. ¡Ay de la ciudad opresora, rebelde y contaminada! No atiende a consejos, ni acepta corrección. No confía en el Señor, ni se acerca a su Dios. Las autoridades que están en ella son leones rugientes, sus gobernantes son lobos nocturnos que no dejan nada para la mañana. Sus profetas son impertinentes, hombres traicioneros. y violentan la ley. Pero el Señor que está en ella es justo; no comete iniquidad. Cada mañana imparte su justicia, y no deja de hacerlo cada nuevo día, pero el inicuo no conoce la vergüenza. "Exterminé naciones; quedaron desolados sus bastiones. Dejé sus calles desiertas, y nadie pasa por ellas. Quedaron arrasadas sus ciudades, sin ningún habitante. Dije a la ciudad: ¡Ciertamente me temerás; aceptarás corrección! Entonces no sería destruida su morada, según todo lo que decreté contra ella. A pesar de todo, se empeñaron en corromper todas sus obras. Espérenme, por tanto, hasta el día que me levante a buscar el botín afirma el Señor, porque he decidido reunir a las naciones y juntar a los reinos para derramar sobre ellos mi indignación, toda mi ardiente ira. será toda la tierra consumida. "Purificaré los labios de los pueblos para que todos invoquen el nombre del Señor y le sirvan de común acuerdo. Desde más allá de los ríos de Cus me traerán ofrendas mis adoradores, mi pueblo disperso. Aquel día no tendrás que avergonzarte más de todas tus rebeliones contra mí. a esa gente altanera y jactanciosa, y así nunca más volverás a ser arrogante en mi santo monte. Dejaré un remanente en medio de ti, un pueblo pobre y humilde. En el nombre del Señor, se cobijará el remanente de Israel; no cometerá iniquidad, no dirá mentiras, ni se hallará engaño en su boca. sin que nadie los espante." ¡Lanza gritos de alegría, hija de Sión! ¡da gritos de victoria, Israel! ¡Regocíjate y alégrate de todo corazón, hija de Jerusalén! El Señor te ha levantado el castigo, ha puesto en retirada a tus enemigos. El Señor, rey de Israel, está en medio de ti: nunca más temerás mal alguno. Aquel día le dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos como en los días de fiesta. "Yo te libraré de las tristezas, que son para ti una carga deshonrosa. En aquel tiempo yo mismo me ocuparé de todos los que te oprimen; salvaré a la oveja que cojea y juntaré a la descarriada. en los países donde fueron avergonzados. En aquel tiempo yo los traeré, en aquel tiempo los reuniré. entre todos los pueblos de la tierra cuando yo los restaure ante sus mismos ojos." Así lo ha dicho el Señor.


Salmo 116:
Yo amo al Señor porque él escucha mi voz suplicante. Por cuanto él inclina a mí su oído, lo invocaré toda mi vida. Los lazos de la muerte me enredaron; me sorprendió la angustia del sepulcro, y caí en la ansiedad y la aflicción. Entonces clamé al Señor: "¡Te ruego, Señor, que me salves la vida!" El Señor es compasivo y justo; nuestro Dios es todo ternura. El Señor protege a la gente sencilla; estaba yo muy débil, y él me salvó. ¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el Señor ha sido bueno contigo! Tú me has librado de la muerte, has enjugado mis lágrimas, no me has dejado tropezar. Por eso andaré siempre delante del Señor en esta tierra de los vivientes. Aunque digo: "Me encuentro muy afligido", sigo creyendo en Dios. En mi desesperación he exclamado: "Todos son unos mentirosos." ¿Cómo puedo pagarle al Señor por tanta bondad que me ha mostrado? ¡Tan sólo brindando con la copa de salvación e invocando el nombre del Señor! ¡Tan sólo cumpliendo mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo! Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles. Yo, Señor, soy tu siervo; soy siervo tuyo, tu hijo fiel; ¡tú has roto mis cadenas! Te ofreceré un sacrificio de gratitud e invocaré, Señor, tu nombre. Cumpliré mis votos al Señor en presencia de todo su pueblo, en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, oh Jerusalén. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!


Proverbios 19:
Más vale pobre e intachable que necio y embustero. El afán sin conocimiento no vale nada; mucho yerra quien mucho corre. La necedad del hombre le hace perder el rumbo, y para colmo se irrita contra el Señor. Con las riquezas aumentan los amigos, pero al pobre hasta su amigo lo abandona. El testigo falso no quedará sin castigo; el que esparce mentiras no saldrá bien librado. Muchos buscan congraciarse con los poderosos; todos son amigos de quienes reparten regalos. Si al pobre lo aborrecen sus parientes, con más razón lo evitan sus amigos. Aunque los busca suplicante, por ninguna parte los encuentra. El que adquiere cordura a sí mismo se ama, y el que retiene el discernimiento prospera. El testigo falso no quedará sin castigo; el que difunde mentiras perecerá. No va bien con el necio vivir entre lujos, y menos con el esclavo gobernar a los príncipes. El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa. Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto. El hijo necio es la ruina del padre; la mujer pendenciera es gotera constante. La casa y el dinero se heredan de los padres, pero la esposa inteligente es un don del Señor. La pereza conduce al sueño profundo; el holgazán pasará hambre. El que cumple el mandamiento cumple consigo mismo; el que descuida su conducta morirá. Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor; Dios pagará esas buenas acciones. Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza; no te hagas cómplice de su muerte. El iracundo tendrá que afrontar el castigo; el que intente disuadirlo aumentará su enojo. Atiende al consejo y acepta la corrección, y llegarás a ser sabio. El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios del Señor. De todo hombre se espera lealtad. Más vale ser pobre que mentiroso. El temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita los problemas. El perezoso mete la mano en el plato, pero es incapaz de llevarse el bocado a la boca. Golpea al insolente, y se hará prudente el inexperto; reprende al entendido, y ganará en conocimiento. El que roba a su padre y echa a la calle a su madre es un hijo infame y sinvergüenza. Hijo mío, si dejas de atender a la corrección, te apartarás de las palabras del saber. El testigo corrupto se burla de la justicia, y la boca del malvado engulle maldad. El castigo se dispuso para los insolentes, y los azotes para la espalda de los necios.


El Libro de Primera de Corintios Capítulo 5 del Nuevo Testamento del Expositor por Jimmy Swaggart:


LA EPÍSTOLA DEL APÓSTOL PABLO A LOS
CORINTIOS
CAPÍTULO 5
(59 d.C.)
ESTÁNDARES MORALES


DE cierto se oye que hay entre vosotros fornicación (la fornicación se refiere a todo tipo de inmoralidad; al parecer había sido más general que sólo uno o dos casos), y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los Gentiles (esta inmoralidad no era común entre los Gentiles), tanto que alguno tenga la mujer de su padre (se refiere a la madrastra del hombre; además parece que el Padre estaba vivo [II Cor. 7:12]).
2 Y vosotros estáis orgullosos (parece que algunos intentaban decir que eso era permitido bajo el pretexto de la libertad Cristiana), y no tuviste más bien duelo (presenta lo que debería haber sido la norma, pero aparentemente no fue así), para que fuese quitado de en medio de vosotros el que hizo tal obra (la idea es que la persona se arrepienta, para cesar tal actividad o ser excluido de la confraternidad).
EL JUICIO DEL PECADO
3 Y ciertamente, como ausente en el cuerpo, mas presente en espíritu (aunque él no esté presente personalmente en Corinto, la dirección que él daría ahora aún debe tomarse seriamente como si estuviera presente personalmente), ya como presente he juzgado, al que esto así ha cometido. (No contradice, como algunos piensan, a las instrucciones de Jesús de no juzgar [Mat. 7:1-5]. Pablo juzga una acción, así como todos los Creyentes son llamados a juzgar, es decir, "el Fruto" [Mat. 7:15-20].)
4 En el Nombre del Señor nuestro Jesucristo (Cristo como la Cabeza de la Iglesia), juntados vosotros (presenta la autoridad de la Iglesia local) y mi espíritu (Pablo se encuentra allí en espíritu, aunque no podía estar allí en carne), con la facultad de nuestro Señor Jesucristo. (La autoridad está en el "Nombre," y el "Poder" está en la Persona de Cristo. Esto Lo reconoce totalmente como la Cabeza de la Iglesia.)
5 El tal sea entregado (el que está cometiendo el pecado del incesto) a Satanás para muerte de la carne (se refiere a que cese de orar por esa persona, y se puede lograr por el Cuerpo local, si la Iglesia está correcta en su posición; Dios no va a honrar lo indebido que cometería la Iglesia o una persona), para que el espíritu sea salvo en el Día del Señor Jesús (se espera que tal acción hará que la persona se arrepienta).
LA LEVADURA
6 No es buena vuestra jactancia (esta gente había tomado la libertad por licencia). ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? (La levadura es figurativa, aunque es minúscula en cantidad, pero lo impregna todo en su fuerza de penetración.)
7 Limpiad pues la vieja levadura (expresado en terminología del Antiguo Convenio, pero con el mismo sentido transmitido en el corazón y vida de los Creyentes del Nuevo Testamento), para que seáis nueva masa (comience a comportarse como lo que es, "una nueva creación"), como sois sin levadura (la condición que alguien tiene en Cristo; es nuestra "posición"; es asunto del Espíritu elevar nuestra "condición" hasta a la altura de nuestra "posición"). Porque nuestra Pascua, que es Cristo, fue Sacrificada por nosotros (el Creyente puede tener victoria sobre el pecado al colocar su Fe exclusivamente en la Cruz de Cristo, cuyo Sacrificio trató con todo el pecado):
8 Así que hagamos fiesta (tiene la intención de servir como un símbolo de la Pascua Judaica, en que toda la levadura fue purgada de la casa), no en la vieja levadura (pecados cometidos antes de la conversión), ni en la levadura de malicia y de maldad (se refiere a los caminos del mundo de los cuales el Hijo de Dios ha sido liberado); sino en el pan no leudado de la sinceridad y de la verdad (sólo puede ser alcanzado por la Fe que se fija únicamente en el Sacrificio de Cristo).
RELACIONES SOCIALES
9 Os he escrito por Carta (se refiere a una carta anterior escrita a la Iglesia de Corinto, que se había perdido), que no os estáis en compañía con los fornicarios (en realidad quiere decir, "no mezclarse entre" los fornicarios):
10 No absolutamente con los fornicarios de este mundo (reconoce la diferencia entre aquéllos en el mundo y aquéllos en la Iglesia), o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo (comercio y actividad normal con aquéllos que son inconversos, que es diferente a aquéllos que profesan a Cristo).
11 Mas ahora os he escrito que no os estáis en compañía (los Creyentes no deben hacer la vista gorda de tal actividad inmoral en otros Cristianos, considerando que ellos rehusan arrepentirse), es a saber, que si alguno llamándose hermano fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o difamador, o borracho, o estafador (claramente nos dice que muchos se llamarán "Cristianos" o "Hermanos," que practican estos tipos de pecados), con el tal ni aun comáis (se refiere más a la Cena del Señor que ninguna otra cosa).
12 Porque ¿acaso me corresponde a mí juzgar a los que están fuera? (La idea es que no tenemos ningún derecho de aplicar estos estándares a la gente que no ha profesado a Cristo como el Salvador.) ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? (Como Creyentes, tenemos tela de que cortar sin la necesidad de llamar a los incrédulos a la tarea. No es nuestra obligación.)
13 Porque a los que están fuera (los inconversos), Dios juzgará (por eso dejemos a los inconversos a Él). Quitad pues a ese malvado de entre vosotros (si el Creyente no se arrepiente de la maldad evidente, y nos referimos a los pecados vergonzosos, entonces aquella persona debe ser echada de la confraternidad).


Primera Corintios Capítulo 13:
Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá. Porque conocemos y profetizamos de manera imperfecta; pero cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño. Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor.


Hebreos 10:35-12:4
Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, "el que ha de venir vendrá, y no tardará. Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado." Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida. Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve. Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable que el de Caín, por lo cual recibió testimonio de ser justo, pues Dios aceptó su ofrenda. Y por la fe Abel, a pesar de estar muerto, habla todavía. Por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios. En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad. Por la fe Abraham, que había recibido las promesas, fue puesto a prueba y ofreció a Isaac, su hijo único, a pesar de que Dios le había dicho: "Tu descendencia se establecerá por medio de Isaac." Consideraba Abraham que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos, y así, en sentido figurado, recobró a Isaac de entre los muertos. Por la fe Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, previendo lo que les esperaba en el futuro. Por la fe Jacob, cuando estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyándose en la punta de su bastón. Por la fe José, al fin de su vida, se refirió a la salida de los israelitas de Egipto y dio instrucciones acerca de sus restos mortales. Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey. Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey, pues se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. Por la fe celebró la Pascua y el rociamiento de la sangre, para que el exterminador de los primogénitos no tocara a los de Israel. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron. Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después de haber marchado el pueblo siete días a su alrededor. Por la fe la prostituta Rahab no murió junto con los desobedientes, pues había recibido en paz a los espías. ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Hubo mujeres que por la resurrección recobraron a sus muertos. Otros, en cambio, fueron muertos a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los pusieran en libertad. Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por la mitad, asesinados a filo de espada. Anduvieron fugitivos de aquí para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. ¡El mundo no merecía gente así! Anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor. Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.


Romanos 8:
Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo está en ustedes, el cuerpo está muerto a causa del pecado, pero el Espíritu que está en ustedes es vida a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó a Jesús de entre los muertos vive en ustedes, el mismo que levantó a Cristo de entre los muertos también dará vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que vive en ustedes. Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa. Porque si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: "¡Abba! ¡Padre!" El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria. De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: "Por tu causa nos vemos amenazados de muerte todo el día; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero." Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.

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